Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01. EL AMOR. NO ES BUENO QUE SER HUMANO ESTÉ SOLO.
El ser humano es “a dos tiempos”: hombre y mujer. Dios nos hizo así y se dio cuenta de que “No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada“. (Génesis 2, 18).
Entonces Dios creó a la mujer con la misma dignidad del hombre, puesto que es “hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Génesis 2, 23). De ahí que “dejará el hombre a su padre y a su madre, y se allegará a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2, 24).
La piedra angular de la afectividad y del matrimonio es el amor.
El matrimonio surge cuando se da el amor entre dos personas y deciden compartir y realizar juntos su existencia. Naturalmente que el amor no va a eliminar los modos de ser de cada cual, la diversa proveniencia familiar, los modos de entender las realidades de la vida, etc. Sería de ilusos pensar que no se da la diversidad, la conflictividad en la vida matrimonial y familiar. Pero -con todo y con eso- surge el matrimonio, es posible compartir y co-realizarse juntos.
02. EL DIVORCIO / SEPARACIÓN: UN FRACASO.
Es posible que el amor inicial de un matrimonio llegue a punto muerto y a desaparecer. Muchas veces presentamos el divorcio o las separaciones como un éxito. Un divorcio / separación es un amor ha llegado a vía muerta: hasta aquí hemos llegado y “esto no va más”. Todo lo que había de amor, ilusión, proyectos, encuentro, etc., ha concluido. Las razones pueden ser múltiples: desencuentros por incompatibilidades, por infidelidades, por discrepancias ideológicas, educativas, quizás por economía, etc.
03. TRAS UN ACCIDENTE, TODO EL MUNDO TIENE DERECHO A CURARSE.
Tras un fracaso, tras una ruptura matrimonial, todo el mundo tiene derecho a recomponer y reestructurar su vida. Los separados y divorciados también.
En el ámbito eclesial los divorciados / separados merecen un trato y un tratamiento mejor que el que les hemos dado. (Hemos visto cómo algún cura negaba la comunión apartándoles de la fila a alguna pareja que convivía tras su primer matrimonio)
Decía el papa Francisco:
“A veces la separación puede incluso ser moralmente necesaria cuando se intenta proteger al cónyuge más débil o a los hijos más pequeños de las heridas causadas por la prepotencia, la violencia, la humillación, la extrañeza y la indiferencia”. (24.06.2015)
El mismo papa Francisco repite con frecuencia afirmaciones de muy diverso tono y talante de las que, por desgracia, estábamos acostumbrados: La Iglesia no cierra las puertas a nadie.
Refiriéndose a los divorciados que han vuelto a tener pareja y a casarse, dice el mismo Francisco que son personas que “no están excomulgadas, como algunos piensan”, sino que “forman parte siempre de la Iglesia”. Es necesaria una fraterna y atenta acogida, en el amor y en la verdad, hacia estas personas que en efecto no están excomulgadas, como algunos piensan: ellas forman parte siempre de la Iglesia. La Iglesia casa paterna en la que hay espacio para todos” y de la que también los divorciados “pueden formar parte
El mismo Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia episcopal española, decía que los divorciados forman parte de la Iglesia.
La misericordia, la acogida hacia quien se ha divorciado o ha fracasado en su vida afectiva, matrimonial son características claramente cristianas.
Lo anticristiano y burdo es separar de la Eucaristía, de la fila de la comunión al divorciado que se acerca a comulgar. Cosa que se hace en la vida pastoral.
Francisco decía en su visita a Cuba: Las personas están por encima de las ideas. El servicio a los demás nunca es ideológico, ya que no sirve a las ideas, sino que sirve a las personas. La ley, el sábado, está al servicio del hombre y no el hombre esclavo de la ley, del sábado. (Mc 2,27)
La misericordia y la acogida de Dios (y esperemos que de la Iglesia) han de llegar también a los divorciados y separados, como llegan a todos los que andamos como podemos en la vida en tantos aspectos morales.
04. ENFRENTAMIENTOS AL PAPA FRANCISCO.
El “enfrentamiento” de algunos cardenales y de algunos obispos en gran medida tiene su raíz en que consideran al actual papa como un hombre de criterios y moral laxa, tolerante
Resulta un poco escandaloso que, mientras en muchos aspectos de la teología y de la vida eclesial, los mismos que exigían, esgrimían y empleaban descalificaciones y expulsiones para muchas personas y teólogos en la Iglesia etc., ahora -en esta cuestión “familiar-matrimonial”– se permitan enfrentarse olímpicamente a la bondad de Francisco.
05. LO QUE DIOS HA UNIDO, QUE NO LO SEPARE EL HOMBRE.
Recogiendo las palabras de Jesús se aplica casi fanáticamente a los matrimonios: Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Bueno pero ¿qué es lo que Dios ha unido? Entendemos que ha unido en amor a dos personas que se quieren. Dios ha unido el amor de dos personas.
Pero, ¿cuándo desaparece el amor y no se quieren? No quedan sino los papeles, “papel mojado” decimos en castellano.
¿Es cristiano -y humano- pensar que Dios quiera mantener unidas a personas con sufrientes problemas de alcoholismo, drogas, malos tratos, desprecios, continuas fugas de los problemas en la familia, los hijos, etc.?
Dios ha unido el amor, difícil, pero amor. Dios no condena a nadie al infierno de una convivencia imposible.
06. FRIVOLIDAD Y FIDELIDAD.
Los criterios y esquemas de vida con los que funcionamos, tampoco ayudan mucho a pensar y preparar matrimonios y familias. La confusión entre placer y felicidad, entre erotismo y vida afectiva, la confusión entre eros y amor, el deseo de una vida cómoda, rápida, etc., no contribuyen a una madurez personal y convivencial.
No quiero decir que cuanto peor, mejor, pero sí que la vida tiene momentos y etapas de esfuerzo y sufrientes. La convivencia es hermosa y dura al mismo tiempo. ¿Dónde, quién y en qué familia, comunidad, parroquia, etc. no hay discrepancias y conflictos?
Los tres niveles de la afectividad humana son eros, filia y ágape: el mundo del placer genital, la amistad y el amor-donación. La sexualidad humana adulta implica las tres dimensiones.
Pero en una sociedad tan erotizada, que vive o propone como “paraíso terrenal” casi exclusivamente el eros, es muy difícil ¿imposible? que pueda vivir una madurez afectiva.
Si el esquema ideal de vida es el que nos presentan en los programas rosa o cosa parecida, es muy difícil subsistir afectivamente en pie
Por otra parte hay una cosa que se llama fidelidad, lealtad a los compromisos adquiridos en la vida. Los humanos somos “trenes” de largo recorrido. Hemos de mantener los compromisos existenciales: padres, hermanos, enfermedades, ayudas personales, económicas, compromisos propios personales: de matrimonio, de vocación, de responsabilidades, de fidelidad a los talentos que Dios nos ha dado, fidelidades a las personas que conviven con nosotros, al pueblo, a la Iglesia.
El ágape, la entrega y la donación personal han de enmarcar la amistad y el eros. Los divorcios y separaciones quizás disminuyan en la medida que el amor (ágape) forme parte también del eros en todos los sentidos: erótica del poder, sexual, apaciguar el poder del consumismo, etc.
Mantengámonos en el amor y que LO QUE DIOS HA UNIDO QUE NO LO SEPARE EL HOMBRE.
Biblia, Espiritualidad
Ciclo B, Dios, Diversidad Familiar, Divorcio, Evangelio, Jesús, Matrimonio, Tiempo Ordinario
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