La oración de la cabra
Decididamente, Señor
no tenemos buena prensa las cabras.
Falla alguien en su cordura mental,
rápido dicen que está como una de nosotras.
A nuestros cabritos y machos cabríos
les endosaron siempre los peores papeles.
Tú mismo, recuerda tu Juicio Final,
nos colocas a tu izquierda
con pasaporte directo a los infiernos.
¿No te parece demasiado?
Tú sabes que no nos hiciste ni mejores
ni peores que al resto de tus criaturas.
Que ni quisiste, ni pudiste hacernos…”malas”;
que nos hiciste simplemente… “distintas”.
Por eso nos arriesgamos
por senderos y trochas que nadie ha pisado.
Por eso mordisqueamos hierbecillas que nadie olfateó.
Por eso sentimos esa especie de alergia a “ir en rebaño”.
Por eso gozamos y sufrimos esa fama de “locas”,
porque sabemos que el mundo y que tu Iglesia
también necesita locos… ¡divinos locos!
¿Qué nos falta entonces?
Pastores, nada más que pastores.
Pero, ojo, Señor: ¡Pastores de cabras!
Pastores de los otros,
pastores de ovejas normales y sumisas,
más o menos los hay… De éstos, en cambio,
es muy difícil encontrarlos. Amén.
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Revista orar. Nº142
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