Marcha por el día del Orgullo LGBT en Río de Janeiro en junio de 2013 / Fernando Frazão (ABR)
Leemos en El País:
La región es una de las que ha adoptado más leyes contra la discriminación de homosexuales pero estos aún sufren exclusión, a un alto costo social y económico
ESPECIAL Termómetro económico y social de América
Mariana Kaipper Ceratti Brasilia 7 MAR 2014 –
¿Qué harías si vieras que alguien es agredido a causa de su apariencia o su orientación sexual?
Recientemente, en una de las zonas comerciales más concurridas de Brasilia decenas de personas fueron testigos de una escena como ésta y -de acuerdo a una de las víctimas- nadie dijo o hizo nada. Celia Octavian y una amiga estaban almorzando, cuando un hombre empezó a agredirlas y a lanzarle improperios impublicables. El atacante fue arrestado y Celia y su amiga se recuperan en el hospital, pero no siempre las víctimas viven para contar su experiencia.
En 2012, Brasil registró el 44% de todos los casos del mundo de homofobia letal (homicidio motivado por la orientación sexual de la víctima). El 5 de marzo de este año -cuando el país entero se paralizó para ver el primer beso gay en una telenovela- ya había habido 74 homicidios desde el inicio de 2014, según el Grupo Gay de Bahía.
Al doloroso costo en vidas y sufrimiento humanos se suma el de las consecuencias económicas para el desarrollo. Los expertos sostienen que la exclusión que sufren las comunidades LGBT disminuye sus oportunidades económicas. Sin embargo, la falta de documentación oficial hace difícil hacer cálculos de hasta dónde llegan estos costos y su impacto en la sociedad.
“La inclusión social es importante para que haya prosperidad compartida. Sin embargo, los gays, lesbianas, bisexuales y personas transgénero siguen excluidas en muchas sociedades”, afirma la economista Louise Cord, del Banco Mundial. “Me pregunto cuánto tiene que ver la violencia con el alto nivel de desigualdad social en América Latina, con la discriminación histórica contra las mujeres y los pueblos indígenas “, añade la experta.
Una investigación parece corroborar las sospechas de la experta. Inclusion matters (“La inclusión es importante”) muestra cómo el rechazo de las minorías afecta su acceso a oportunidades y a servicios básicos como la educación y la salud.
“El costo de esto para el desarrollo es difícil de medir, pero sin duda es sustancial“, dice el documento. A nivel mundial, 83 países penalizan la homosexualidad; de 143 países encuestados para la investigación, 128 tienen leyes que discriminan a las mujeres, y muchos otros tienen normas que formalizan los prejuicios contra los diversos grupos minoritarios.
Las actitudes hacia el colectivo LGBT en Europa y Latinoamérica se han tornado más liberales en los últimos años, de acuerdo a los expertos. El cambio de mentalidad en estas regiones se manifiesta no sólo en la mayor tolerancia hacia las comunidades gay, sino en aceptarlas como parte de la norma.
Declararse homosexual ya no es un delito en ningún país latinoamericano de habla hispana (los últimos en dar este paso fueron Nicaragua y Panamá en 2008). Los matrimonios entre personas del mismo sexo fueron legalizados en Argentina, Brasil, Uruguay y Ciudad de México. Brasil, Perú y Ecuador aprobaron leyes contra la discriminación. Además, Argentina y Uruguay, regularon las adopciones por parte de parejas homosexuales.
A pesar de todas estas leyes, las minorías sexuales aún parecen correr peligro en América Latina. Se estima que en Brasil, la homofobia costó la vida a 312 personas en 2013 (una víctima cada 28 horas). En México, fueron 400 entre 1995 y 2005. Y en Honduras, 186 entre 2009 y 2012.
Ataques sin documentar
La dificultad de determinar con precisión un número de episodios violentos o de discriminación basados en prejuicios dificulta la formulación de políticas públicas para promover la inclusión, así como disminuir la violencia.
“Todavía hay poco interés en investigar los crímenes de odio y en fortalecer la capacidad del Estado para documentarlos. En Brasil, por ejemplo, las estadísticas de homicidios homofóbicos no son recopiladas por la Secretaría Nacional de Derechos Humanos sino por el Grupo Gay de Bahía, que obtiene la información de los periódicos”, dijo el activista Carlos Quesada, asesor en derechos LGBT de la ONG Global Rights.
Para Quesada, los mismos países latinoamericanos que han aprobado estas leyes aún no logran que se cumplan ni llevan un registro de los crímenes que se cometen contra las minoría sexuales. Esta sensación de impunidad, además, avala que haya más delitos y más prejuicios.
“Por desgracia, el hecho de que haya leyes progresistas no significa que la gente esté de acuerdo con ellas y las cumpla”, señala.
Mariana Kaipper Ceratti es productora online del Banco Mundial
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