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“Dios bendice y ama a las personas con VIH”

Martes, 12 de noviembre de 2024
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Grupo de Crimshom en la Pride+ CRISMHOM

Sobre la participación de Crismhom en la marcha del Pride+ en Madrid

Por primera vez en su historia, una de las entidades que se integró en esta marcha estatal es una entidad cristiana ecuménica, CRISMHOM (comunidad  cristiana LGTBI+H de Madrid)

CRISMHOM, como recién llegada, caminó en último lugar cerrando el recorrido, un  puesto muy evangélico y muy simbólico: al final de la marcha, como recogiendo a  quienes se quedaban atrás, a quienes les cuesta seguir al ritmo de los otros, en el  lugar evangélico de la humildad, mirando al que sufre desde abajo, desde el servicio,  del que lava los pies cansados y sucios como lo hizo Jesús

CRISMHOM no es una ONG sin más, es el rostro y las manos de Jesús en el  colectivo LGTBIQ+

El pasado sábado, 19 de octubre, tuvo lugar en las calles del centro de Madrid  la III Marcha estatal en defensa de los derechos y la dignidad de las personas con  VIH, que congregó a unas 5.000 personas caminando juntas bajo el lema “Nuestras  vidas rompen prejuicios, rompe el estigma.

Organizado por Cesida y con la participación de entidades de toda España  que trabajan en favor de las personas con VIH, ONGs, agrupaciones de pacientes,  familiares, investigadores, personal sanitario, activistas sociales, etc. Muchas de  esas personas forman parte del colectivo LGTBIQ+, uno de los más afectados por la  pandemia que se inició en los años 80 y que se cobró alrededor de treinta y seis  millones de víctimas antes del descubrimiento de la medicación actual, que convierte la presencia del virus en sangre en indetectable e intransmisible por  ninguna vía.  

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Cabecera de la manifestación CRISMHOM

También muchos eran supervivientes de largo recorrido, que padecieron los  primeros años de angustia mientras se experimentaba con diversos tratamientos y  ninguno parecía acertar con la solución al desarrollo del virus que provocaba el Sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) con resultado de muerte. Otros  participantes de la Marcha eran recién diagnosticados, porque aunque ya no se  hable tanto del tema, sigue la expansión de los contagios, calculándose que en  España hay unas 150 mil personas diagnosticadas.

Por primera vez en su historia, una de las entidades que se integró en esta marcha estatal es una entidad cristiana ecuménica, CRISMHOM (comunidad  cristiana LGTBI+H de Madrid)

Fundada hace 18 años, acoge y trabaja con personas del colectivo, personas  aliadas y sus familias para tender puentes entre las iglesias cristianas y el colectivo  LGTBIQ+. Es una voz profética de los valores espirituales y cristianos desde la  perspectiva de la diversidad de la orientación sexual y la identidad de género.  CRISMHOM, como recién llegada, caminó en último lugar cerrando el recorrido, un  puesto muy evangélico y muy simbólico: al final de la marcha, como recogiendo a  quienes se quedaban atrás, a quienes les cuesta seguir al ritmo de los otros, en el  lugar evangélico de la humildad, mirando al que sufre desde abajo, desde el servicio,  del que lava los pies cansados y sucios como lo hizo Jesús.

Entre los participantes de la comunidad de CRISMHOM había socios y socias,  simpatizantes, familiares y algunos miembros de la nueva Junta Directiva (presidida  por primera vez por una mujer, Ana Díaz). Con este gesto solidario y valiente están  marcando de forma visible el talante de esta nueva etapa de CRISMHOM: el ser  testimonio del Evangelio en medio de la sociedad, del colectivo arcoíris y de las  diversas Iglesias, incluida la Católica; al estilo del Buen Samaritano, con acciones  reales y concretas de apoyo a los más vulnerables. Así lo pide el seguimiento de  Jesús, en quién creemos y a quien queremos hacer presente en nuestro mundo y  en las diversas realidades donde CRISMHOM está a través de sus miembros.

Quiere caminar al estilo del evangelio y ser testimonio del amor misericordioso de  Jesús en realidades difíciles: afrontar, acompañar y denunciar el acoso homo transfóbico que sufren los creyentes LGTBIQ+ dentro de algunas comunidades  cristianas; acoger y caminar con las personas creyentes con VIH, que pueden sufrir  por su condición serológica y el miedo a ser descubiertos en sus comunidades de fe; apoyar a víctimas LGTBIQ+ de abuso sexual y de poder en ámbitos religiosos

La comunidad y su nuevo equipo motor tienen ante sí muchos retos y  objetivos apasionantes, pero creo que algunos deberían tener prioridad si la entidad  quiere caminar al estilo del evangelio y ser testimonio del amor misericordioso de  Jesús en realidades difíciles: afrontar, acompañar y denunciar el acoso homo transfóbico que sufren los creyentes LGTBIQ+ dentro de algunas comunidades  cristianas; acoger y caminar con las personas creyentes con VIH, que pueden sufrir  por su condición serológica y el miedo a ser descubiertos en sus comunidades de fe; apoyar a víctimas LGTBIQ+ de abuso sexual y de poder en ámbitos religiosos, a  migrantes o refugiados por razones de orientación sexual o de género, a creyentes  con disforia de género, a personas LGTBIQ+ en situación de marginación, de calle o atrapadas en el mundo de la prostitución; sirviendo como red de rehabilitación  para quienes en el colectivo luchan para superar adicciones.

CRISMHOM no es una ONG sin más, es el rostro y las manos de Jesús en el  colectivo LGTBIQ+, un Jesús que se pregunta cuando ve las realidades de  sufrimiento dentro del colectivo, “¿a quién enviaré, quién irá por nosotros?” (Is. 6,8).

En la marcha del sábado por la dignidad de las personas con VIH había  quienes todavía recuerdan los conflictos entre la Iglesia Católica (y otras iglesias) y  las agrupaciones de seropositivos junto a los que luchaban por sus derechos, como  Act Up en Estados Unidos. La oposición al uso del preservativo como medio de frenar  los contagios, la consideración del virus como un castigo divino por parte de algunos  sectores conservadores, con tremendas soflamas apocalípticas que angustiaban a  los portadores del virus durante los primeros años de la pandemia del Sida, crearon  un abismo que parecía insalvable entre las comunidades cristianas y los colectivos  activistas del VIH. Por eso creo que la participación de CRISMHOM ese sábado es  un hecho histórico, lleno de un significado simbólico que marca una nueva etapa.

Sería muy hermoso que el año que viene, en la cuarta Marcha, se unieran más entidades cristianas, parroquias, movimientos… que se integren a esta marea de apoyo a las personas con VIH en España

Es el momento de dejar atrás desconfianzas mutuas y miradas reticentes: es  el momento de abrazarnos, caminar juntos y poner en el centro la lucha contra todo  tipo de estigma y discriminación a las personas con VIH, y de apoyar los esfuerzos  mundiales en encontrar lo antes posible una cura que libere a los pacientes de esta  carga viral que de por vida marca su estado de salud, y cuya medicación sigue  teniendo importantes efectos secundarios. Cualquier persona y entidad que quiera  incorporarse a este itinerario de esfuerzo, reivindicación y solidaridad activa tiene  que ser bienvenida y sentirse parte de esta movilización social y comunitaria, que  no olvida a los que han ido quedando atrás, a los que no llegaron a tiempo a los  descubrimientos médicos que empezaron a salvar vidas, pero que por desgracia no  acabaron con el imaginario negativo asociado al virus y que aun genera el peso de  la discriminación y el miedo al rechazo.

Sería muy hermoso que el año que viene, en la cuarta Marcha, se unieran más entidades cristianas, parroquias, movimientos… que se integren a esta marea de apoyo a las personas con VIH en España.

Gracias, CRISMHOM, por querer ser parte de este camino, por querer ser  parte de este proyecto solidario, por aportar tu granito de arena para un mundo  mejor. La presencia de Dios, que bendice y ama a las personas con VIH y a los  grupos, asociaciones y entidades que trabajan por sus derechos y su dignidad  siempre ha estado ahí, como una fuerza de amor contra todo desaliento, pero gracias  a CRISMHOM ese amor de Dios incondicional se ha hecho un poco más visible.

Fuente Religión Digital

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En la parábola del hijo pródigo, ¿qué papel juego como persona LGBTQ+?

Lunes, 11 de noviembre de 2024
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IMG_2981Hermana Donna McGartland

La publicación de hoy es d Sr. Donna McGartland, colaboradora de Bondings 2.0. Donna es una de las autoras de Love Tenderly: Sacred Stories of Lesbian and Queer Religious (Ama con ternura: Historias sagradas de religiosas lesbianas y queer )  publicado por New Ways Ministry..

Las lecturas litúrgicas de hoy para el trigésimo segundo domingo del Tiempo Ordinario se pueden encontrar aquí.

Recientemente leí una transcripción de una charla dada por el obispo John Stowe, OFM, Conv., de Lexington, Kentucky, en la que cita al Papa Francisco: “El mandamiento ‘No matarás’ debería modificarse hoy por ‘No excluirás’, porque la exclusión equivale a la muerte”. Aunque esta cita está tomada de su contexto original, me habla muy profundamente como miembro de la iglesia, mujer y lesbiana.

Mientras escribo esto a finales de octubre, el Sínodo sobre la Sinodalidad acaba de finalizar y el informe ha sido publicado. No hay ninguna mención directa en el documento a las personas LGBTQ+ ni mucho a la expansión del papel de las mujeres en la iglesia. A pesar de esto, sigo firme en mi esperanza y creencia de que se ha abierto una ventana que nunca podrá cerrarse. El informe refleja una creciente conciencia y un desafío para todos nosotros a aceptar el llamado del Papa Francisco a que todos tengan un lugar en la mesa y que nadie sea excluido. “¡¡Todos, todos, TODOS!!

Muchas veces, los mismos que excluyen a otros de participar en la comunión plena son aquellos que se consideran separados del todo. En el evangelio de hoy, los fariseos acusan a Jesús de “recibir a los pecadores y comer con ellos”, creyéndose mejores que los demás. En respuesta a su acusación, Jesús contó la parábola del hijo pródigo. Lo que sigue es una versión rápida y abreviada.

El menor de dos hijos pide la herencia a su padre, y luego se va de casa y lo gasta todo. Desesperado, acepta un trabajo cuidando cerdos. Finalmente recupera el sentido y decide regresar a casa.

Su padre ha estado esperando su regreso y, cuando lo ve a lo lejos, ¡corre hacia él y lo abraza! Convoca un banquete para celebrar su regreso.

Cuando el hijo mayor escucha la celebración por su hermano, se indigna y no quiere ir a la fiesta. Su padre lo encuentra y le ruega que cambie de opinión y comparta el banquete.

De los tres personajes principales de la historia (el padre, el hijo mayor y el hijo menor), ¿cuál creemos que refleja mejor mi experiencia?

¿Soy el hijo menor? ¿Alguna vez he tenido la experiencia de darme cuenta de repente de que no tengo que estar solo, que el aislamiento no trae felicidad o que he lastimado a quienes más me aman? Quizás estoy dispuesto a aceptar la invitación de volver a ‘casa‘, dondequiera que esté para mí.

¿Soy el mayor y me aislo por la autocompasión y la justa indignación? ¿Me estoy negando a aceptar a otros que considero indignos, incapaces de dejar de lado mi ira y mi dolor?

IMG_8555Marc Chagall, “El regreso del hijo pródigo”

O tal vez soy el padre, dispuesto a compartir mi riqueza sin controlar el resultado, dispuesto a perdonar y buscar la reconciliación sin juzgar. ¿Puedo invitar a todos (¡a todos, a todos, a todos!) a unirse a la Fiesta?

En verdad, me veo en estas tres personas. Creo que el llamado del Sínodo es que nosotros y la iglesia reconozcamos esto también. Necesitamos nombrar las ocasiones en que nosotros y la iglesia excluimos a otros de la Fiesta del amor de Dios. Necesitamos desafiar a la iglesia a aceptar a todas las personas independientemente de su orientación sexual o identidad de género. Más que nada, necesitamos seguir sintiendo los impulsos del Espíritu que nos llama a “dar la bienvenida a los pecadores y comer con ellos”.

¡Que nosotros, durante este mes de Acción de Gracias, nos regocijemos y celebremos el llamado a perdonar, abrazar y dar la bienvenida a todos en la Mesa del amor de Dios!

-Sister Donna McGartland (ella/ella), 10 de noviembre de 2024

Fuente New Ways Ministry

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“Mala conciencia”. 32 Tiempo Ordinario – B (Marcos 12,38-44)

Domingo, 10 de noviembre de 2024
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IMG_8023En teoría, los pobres son para la Iglesia lo que fueron para Jesús: los preferidos, los primeros que han de atraer nuestra atención e interés. Pero es solo en teoría, pues de hecho no ocurre así. Y no es cuestión de ideas, sino de sensibilidad ante el sufrimiento de los débiles. En teoría, todo cristiano dirá que está de parte de los pobres. La cuestión es saber qué lugar ocupan realmente en la vida de la Iglesia y de los cristianos.

Es verdad –y hay que decirlo en voz alta– que en la Iglesia hay muchas, muchísimas personas, grupos, organismos, congregaciones, misioneros, voluntarios laicos, que no solo se preocupan de los pobres, sino que, impulsados por el mismo espíritu de Jesús, dedican su vida entera y hasta la arriesgan por defender la dignidad y los derechos de los más desvalidos, pero ¿cuál es nuestra actitud generalizada en las comunidades cristianas de los países ricos?

Mientras solo se trata de aportar alguna ayuda o de dar un donativo no hay problema especial. Las limosnas nos tranquilizan para seguir viviendo con buena conciencia. Los pobres empiezan a inquietarnos cuando nos obligan a plantearnos qué nivel de vida nos podemos permitir, sabiendo que cada día mueren de hambre en el mundo no menos de setenta mil personas.

Por lo general, entre nosotros no son tan visibles el hambre y la miseria. Lo más patente es la vida injustamente marginada y poco digna de los pobres. En la práctica, los pobres de nuestra sociedad carecen de los derechos que tenemos los demás; no merecen el respeto que merece toda persona normal; no representan nada importante para casi nadie. Encontrarnos con ellos nos desazona. Los pobres desenmascaran nuestros grandes discursos sobre el progreso y ponen al descubierto la mezquindad de nuestra caridad. No nos dejan vivir con buena conciencia.

El episodio evangélico en el que Jesús alaba a la viuda pobre nos deja avergonzados a quienes vivimos satisfechos en nuestro bienestar. Nosotros tal vez damos algo de lo que nos sobra, pero esta mujer que «pasa necesidad» sabe dar «todo lo que tiene para vivir». Cuántas veces son los pobres los que mejor nos enseñan a vivir de manera digna y con corazón grande y generoso.

José Antonio Pagola

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“Esa pobre viuda ha echado más que nadie”. Domingo 10 de noviembre de 2024. Domingo 32º ordinario

Domingo, 10 de noviembre de 2024
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59-ordinarioB32 cerezoLeído en Koinonia:

1Reyes 17, 10-16: La viuda hizo un panecillo y lo llevó a Elías.
Salmo responsorial: 145: Alaba, alma mía, al Señor.
Hebreos 9, 24-28: Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos.
Marcos 12, 38-44: Esa pobre viuda ha echado más que nadie.

La primera lectura tomada de 1Re nos presenta el caso de una viuda que comparte lo poco y único que tiene con el profeta Elías. El pasaje está ambientado en una sequía que el mismo profeta había pedido a Yavé para Israel. Ante una situación tan extrema, todo el mundo evita gastar lo poco que tiene como una forma de mantenerse aferrado a la vida. Eso es lo que ha hecho esta viuda. Sin embargo se ve «obligada» por el profeta a compartir con él aquello que solamente le proporcionará unas horas más de vida. Este gesto de la viuda tiene un final feliz: no faltó harina en la tinaja ni aceite en la jarra. Significa esto que cuando se comparte con generosidad lo poco que se tiene, parece que se multiplicara, y esa es una de las características principales del pobre. Donde más disponibilidad hay para compartir, donde más desprendimiento uno encuentra es entre los pobres; con toda razón se puede decir que los pobres nos evangelizan. Con razón están ellos en primer lugar en el corazón de Dios, no sólo porque es Él lo único que a ellos les queda, sino porque entre ellos, los signos de la presencia de Dios son más visibles; son ellos por medio de los cuales Dios se hace ver con mayor claridad en el mundo; ellos son el sacramento de Dios en el mundo y el testimonio permanente de cuán lejos estamos del proyecto de solidaridad y de la igualdad querido por Dios.

Nos encontramos en el reino del Norte. El país está pasando por una de las etapas más difíciles de su historia: la dinastía de Omrí ha ido dejando el país en la miseria; el último de los monarcas de esa monarquía, Ahab, gobierna veintidós años (nunca un largo gobierno es benéfico para ninguna institución, más frecuentemente termina por arruinarla), y también él ha hecho su aporte al desastre nacional: se casó con una extranjera: Jezabel, hija de Et-Baal, rey de Sidón, y acabó por adorar y rendir culto a Baal (1Re 16,29-31). Es fácil entonces imaginar el ambiente del reino en todos sus ámbitos: político, económico, social y religioso. El autor bíblico lo simboliza en una sequía que el profeta hace venir sobre Israel. En esa situación de extrema urgencia, el profeta hará ver que sólo Yavé es la salvación para el pueblo, y que esa salvación de la que está urgido el pueblo Dios la realizará con y desde los desheredados, con los pobres. En el Segundo Testamento vamos a encontrar esta misma realidad: Dios actuado en medio de los pobres, y con los pobres llama a la construcción de un orden de cosas distinto en donde los pobres parece que fueran los únicos capaces de aportar.

El evangelio de hoy nos presenta dos perícopas: la primera, todavía en conexión con la del domingo anterior sobre la declaración del mandamiento más importante o, mejor, los dos mandamientos más importantes. Jesús previene a sus discípulos para que no repitan el modo de ser de los escribas que se las dan de mucho cuando en su interior no existe ni amor a Dios ni al prójimo, sólo amor a sí mismos.

La segunda perícopa está más en consonancia con la primera lectura del primer libro de los Reyes. El dar implica renuncia, desprenderse no de lo que abunda y sobra, sino desde la misma escasez.

A Jesús, que observa cómo los fieles van pasando a depositar su ofrenda para el tesoro del templo, no lo ha impresionado, como al común de los observadores, la cantidad que cada rico ha depositado en el cofre de las ofrendas; sus criterios y parámetros de juicio son completamente diferentes a los criterios mercantilistas y economicistas que se basan en la cantidad, en el binomio inversión ganancia (costo beneficio se diría hoy).

A partir de esta imagen Jesús instruye a sus discípulos y en definitiva alecciona hoy a las iglesias. Esa viuda que a duras penas sobrevive, objeto de la caridad y del recibir, se mete a pesar de todo en la fila para dar, no desde lo que le sobra, y sin intención alguna de aparentar, todo lo contrario lo haría con cierto disimulo para que nadie viera la «cantidad» que depositó. Aún si pensáramos que ella también deposita lo que tiene con el fin de ser retribuida, y lo más seguro es que así fue porque ya la falsa religión había alienado su conciencia, aún admitiendo eso, no deja ser un caso aleccionador que Jesús no deja pasar por alto. Mientras los demás teniendo ya suficiente para vivir desean tener mucho más, para lo cual realizan la inversión que sea, esta mujer echa lo único que tiene y seguro lo ha hecho con amor, con toda seguridad no se atreve a pedirle a Dios le multiplique esa mínima cantidad, tal vez su único «interés» es que Dios no le falte con aquello con lo cual sobrevive.

Desde la óptica de Jesús, esta pobre viuda, representación de lo más pobre entre los pobres, salió del templo justificada; fue quien recibió un mayor don a cambio de su desprendimiento: la gracia divina, mas desde la óptica de un donante rico, esta mujer tendría muy poca, casi ninguna recompensa.

El reino que Jesús proclama no puede regirse por los mismos criterios de personas como los dirigentes de Israel; el reino se construye desde los criterios de la calidad y disponibilidad para aportar desde una genuina generosidad, desde las propias carencias, no desde lo superfluo.

Se necesita discernir continuamente nuestro comportamiento y actitudes con aquellas personas que dan generosas ofrendas a nuestros centros religiosos comparado con aquellos que ofrecen poco o definitivamente no tienen nada qué ofrecer, ¿quiénes son los de mayor objeto de nuestra «consideración» y aprecio? Seamos sinceros en esto y reconozcamos con humildad que las más de las veces nos sentimos muy a gusto con aquellos que dan más, que tienen más y mejores medios; y el evangelio… ¿dónde está?

La viuda del evangelio que hoy escuchamos simboliza aquella porción del Israel empobrecido, que entró en la dinámica de Jesús, que está dispuesto a dar, a darse, a entregarse con lo que tiene a la causa del reino del Padre. Esos que dedican tiempo desinteresadamente en nuestras obras nos evangelizan con su generosidad, y especialmente ellas que no escatiman nada para que la obra del reino continúe su marcha, ¿captan esas personas nuestra atención como aquella viuda a Jesús, y nos dejamos interpelar realmente por ellas? Leer más…

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Mc 12, 38-44 (10.11.24, Dom 32 T0). Contra escribas y ricos de templo. Una viuda “sacerdote”

Domingo, 10 de noviembre de 2024
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IMG_8372Del blog de Xabier Pikaza:

Jesús polemiza  contra escribas de ley (que viven a costa de las viudas) y ricos de templo, que dan lo sobrante  para dominar sobre el pueblo y defiende a una viuda , que no puede dar dinero pues no tiene, pero entrega su vida al servicio de los oros.  Ella es, para Jesús, el verdadero sacerdote de la religión de Dios, que es la vida humana

Ese tema de poder emerge aquí de nuevo en el centro de la discusión: Los escribas (jueces, gobernantes, funcionarios de templo) no quieren el bien de los demás, sino el dominio propio. Ellos son representantes de un poder que lleva a la opresión de los más débiles (12, 38-40) y a la exclusión de una viuda, que entrega todo lo que tiene, para quedar así sin nada (corriendo el riesgo de morir) en las manos del Dios, en quien confía su existencia (12, 41-44).

Entre estos dos polos (los escribas hipócritas, ansiosos de dinero, y la viuda pobre que regala todo lo que tiene) sitúa Jesús a sus discípulos.

38 En su enseñanza decía también:

(a. Escribas y viuda) Tened cuidado con los escribas, a quienes gusta pasear con largos vestidos y ser saludados en las plazas 39 Buscan las primeras cátedras en las sinagogas y los primeros asientos en los banquetes. 40 Estos, que devoran las casas de las viudas con el pretexto de largas oraciones, tendrán un juicio muy riguroso.

(b. Ricos y viuda) 41 Y estando sentado frente al gazofilacio (=al lugar de las ofrendas), observaba cómo la gente iba echando dinero en el gazofilacio. Muchos ricos depositaban en cantidad. 42 Pero llegó una viuda pobre, que echó dos moneditas (leptá), que son dos cuartos. 43 Jesús llamó entonces a sus discípulos y les dijo: Os aseguro que esa viuda pobre ha echado en el gazofilacio más que todos los demás. 44 Pues todos han echado de lo que les sobraba; ella, en cambio, ha echado de su carencia, toda su vida [1].

 Ésta es una discusión de Jesús con los “escribas de fuera” (representantes de un judaísmo de ley y dinero), pero también contra un un cristianismo que quieren edificar su propio templo  en claves de poder, como muestran estos dos pasajes, que se encuentran entrelazados.

(a) El primero (12, 38-40), construido en forma de advertencia general, es una diatriba contra los escribas, que pretenden ser representantes del mesianismo de David pero que sólo buscan sus ventajas y su poder de grupo; no dan su vida, sino que viven del aplauso de los otros y devoran la casa de las viudas.

(b) El segundo (12, 41-44), que empieza con un gesto de limosna de una viuda, se expande como alabanza de esa viuda, que aparece como el signo más perfecto de Jesús a quien el texto anterior ha llamado señor de David (cf. 12, 37).

Jesús no es Señor porque tiene poder para imponerse (como el mesías que quieren los escribas) sino, al contrario, porque entrega todo lo que tiene, como esta pobre viuda generosa. En ambos pasajes el tema de fondo es la riqueza-honor y la palabra que los vincula es precisamente viuda (khera): los escribas «comen las casas de las viudas» (12, 40), mientras éstas (algunas viudas) ponen todo lo que tienen al servicio del templo (10, 42).

Diatriba contra los escribas

                               38 Tened cuidado con los escribas, a quienes gusta pasear con largos vestidos y ser saludados en las plazas 39 Buscan las primeras cátedras en las sinagogas y los primeros asientos en los banquetes. 40 Estos, que devoran las casas de las viudas con el pretexto de largas oraciones, tendrán un juicio muy riguroso.

Su signo distintivo es el deseo de prestigio, interpretado como poderío. Precisamente ellos, hombres del libro, han convertido su saber (leen la Escritura, interpretan la Ley) en fuente de dominio sobre los demás (en la línea del Hijo de David). Así aparecen como representantes de la imposición sagrada y expresan la patología de lo religioso, propia de un grupo que utiliza su prestigio sacral en beneficio propio. Su poder no es de tipo militar (no brota de las armas), económico (no proviene directamente del dinero) o administrativo, sino que deriva de su pretendida sabiduría (conocen el Libro) y de su apariencia religiosa, pues “oran” (dicen tener relación con Dios) para provecho propio [2].

Los escribas, un riesgo. Ellos forman uno de los centros de autoridad del nuevo judaísmo que va a nacer (aunque es muy posible que Marcos esté criticando también a unos escribas cristianos). Ellos son profesionales del libro, es decir, aquellos que debían estudiar bien la palabra para interpretarla en favor de los más pobres. A su lado se encuentran, formando el sanedrín o gran Consejo, los sacerdotes (profesionales del culto) y los ancianos (representantes de las grandes familias, especialmente los propietarios de la tierra).

En este momento, en el final de su gran enseñanza en el templo, Jesús se dirige a los escribas de Jerusalén, y de esa forma a todos los que tienden a convertir la ley (libro-religión) en principio de poder sobre los otros. Éstos son sus signos distintivos:

Largos vestidos (stolais: 12, 38).No son nada en sí, no se sienten seguros por dentro y por eso necesitan crear una apariencia. Viven de fachada, enmascarados detrás de unas telas y adornos que sirven para distinguirse de los otros e imponerles su dominio. En ellos critica Jesús la mentira de un tipo de vestiduras que la Ley israelita (y las costumbres rituales de muchas iglesias, incluidas las cristianas) ha preceptuado para sacerdotes y ministros religiosos (no sólo cuando ofician en el culto, sino en la vida diaria). Jesús la condena como expresión de poder falso (en la línea de 7, 3-5).

Saludos en las plazas (12, 38). La religión les convierte en funcionarios y así ellos, por oficio, la pervierten, haciéndola principio de autoridad pública: utilizan el Libro para representar su teatro de prestigios. Quieren ser superiores (y hacerse honrar) sobre las bases de un conocimiento religioso que utilizan para así imponerse sobre los demás. Es evidente que no viven para crear comunidad sino al contrario, para elevarse sobre ella.

Las primeras cátedras (prôtokakhedrias) en las sinagogas (12, 39). Pasamos de la calle a la casa, de la plaza al recinto donde se reúnen los creyentes. También en ese espacio imponen su dominio los escribas, convirtiendo el lugar y tiempo comunitario de estudio y plegaria en medio para imponerse sobre los demás. Así buscan las primeras cátedras (que aquí son de enseñanza, pero que podrían ser y serán pronto de “episcopado”)para controlar o dirigir desde allí a los menos dignos o sometidos, imponiéndoles su ley.

Los primeros asientos (prôtoklisias) en los banquetes (12, 39). Jesús invitaba a comer a los demás, en grupos fraternos, ofreciéndoles los panes y los peces de su grupo. En contra de eso, los escribas se aprovechan de su religión (su dominio del Libro) para comer a costa de los otros. No forman iglesia, no crean verdadera comunión, sino que emplean su pretendida superioridad para vivir a costa de los demás.

Estos signos desembocan en un mismo final: «¡Devoran las casas de las viudas con pretexto de largas oraciones!» (12, 40). El teatro de apariencias (vestidos, saludos, privilegios en sinagogas y mesas) se ha vuelto umbral de muerte para los pobres. Quien empieza aparentando como los escribas acaba destruyendo (matando) a los demás (poniéndolos a su servicio). Ésta es la iniquidad que 3, 29 interpretaba como blasfemia contra el Espíritu Santo (impedir la curación de los posesos) y 9, 42-47 como escándalo contra los pequeños (aprovecharse de ellos) [3].

  1. Una religión al servicio de la muerte. De esa manera, los escribas de Dios, profesionales de la Escritura y de la oración, que debían ser fuente y principio de vida para los demás, se han vuelto buscadores de sí mismos y portadores de muerte para los “pobres”. Marcos había vinculado la oración con la misión salvadora (1, 35-39), la expulsión de los demonios (9, 29) y el perdón interhumano (11, 25).
  2. En esos casos, el encuentro con Dios se explicitaba en forma de comunicación, creando una familia acogedora y abierta a los expulsados del sistema. En contra de eso, los escribas judíos (y quizá los cristianos que Marcos está criticando) utilizan la oración para servicio propio, se aprovechan de Dios para imponerse a los demás: devoran las casas de las viudas. Han pervertido la religión, son cueva de bandidos (cf. 11, 17) [4].

Hemos llegado al culmen de la anti-religión, al lugar donde el cultivo técnico y profesional de lo que parece divino (conocimiento del libro sagrado y manejo legal de la palabra) convierte a sus representantes en un tipo de locos perversos y peligrosos. Estos representantes de la religión son locos porque han construido su mundo a base de inversiones, de necesidades de apariencia: piensan que son (valen) únicamente en la medida en que lo muestran hacia fuera (vestidos), y por eso necesitan recibir la confirmación externa de su valía (saludos públicos). No son nada por dentro, carecen de verdad personal; lógicamente, para demostrar su aparente realidad, deben andar llamando la atención, buscando de esa forma el reconocimiento de los otros [5]. Leer más…

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Viudas buenas y teólogos malos. Domingo 32 ciclo B

Domingo, 10 de noviembre de 2024
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maxresdefaultDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El evangelio del domingo anterior nos dejó en el templo de Jerusalén. Por delante de Jesús han ido desfilando autoridades religiosas, fariseos, saduceos, y un escriba que le preguntó por el mandamiento principal y terminó recibiendo un gran elogio de Jesús. Al parecer, ya no queda nadie importante a quien presentar. Sin embargo, falta el personaje más desconcertante: una viuda que no se interesa por Jesús. La primera lectura, tomada de la historia del profeta Elías, ayuda a entender y valorar la actitud de esta viuda.

Una viuda generosa y con mucha fe (1 Reyes 17,10-16)

En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda, que recogía leña. La llamo y le dijo: «Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba.»

Mientras iba a buscarla, le grito: «Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan.» Respondió ella: «Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda solo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos.»

Respondió Elías: «No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: “La orza de harina no se vaciara, la alcuza de aceite no se agotara, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra.

Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.

            Se trata de un relato muy sencillo, que recuerda a las leyendas sobre San Francisco de Asís (las “Florecillas”). Lo importante no es su valor histórico sino su mensaje. Destaco algunos detalles.

  1. La pobreza de los protagonistas. En el mundo antiguo, las personas con mayor peligro de marginación y miseria eran las viudas y los huérfanos de padre, al carecer de un varón que las protegiese. En nuestro relato, esta situación se ve agravada por la sequía, hasta el punto de la mujer está segura de que ni ella ni su hijo podrán sobrevivir.
  2. La fe y la obediencia de la mujer. Muchas veces, comentando este texto, se habla de su generosidad, ya que está dispuesta a dar al profeta lo poco que le queda. Pero lo que el autor del relato subraya es su fe en lo que ha dicho el Señor a propósito de la harina y el aceite, y su obediencia a lo que le manda Elías.
  3. La categoría excepcional de Elías, al que Dios comunica su palabra y a través del cual realiza un gran milagro.

Teólogos presumidos y una viuda generosa (evangelio)

El relato tiene dos partes: la primera denuncia a los escribas; la segunda alaba a una viuda. Lo que las relaciona es la actitud tan contraria de los protagonistas: los escribas “devoran los bienes de las viudas”, la viuda echa en el arca “todo lo que tenía para vivir”.

            ¡Cuidado con los escribas!

 En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo:

– «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.»

Los escribas eran especialistas en cuestiones religiosas, dedicados desde niños al estudio de la Torá. Tenían gran autoridad y gozaban de enorme respeto entre los judíos. Pero Jesús no se fija en su ciencia, sino en su apariencia externa y sus pretensiones. La descripción que ofrece de ellos no puede ser más irónica, incluso cruel. Forma de vestir (amplios ropajes), presunción (les gustan las reverencias en la calle), vanidad (buscan los primeros puestos en la sinagoga y en los banquetes), codicia (devoran los bienes de las viudas), hipocresía (con pretexto de largos rezos). Todo esto es completamente contrario al estilo de vida de Jesús y a lo que él desea de sus discípulos. Por eso los amonesta severamente: «¡Cuidado con los escribas!».

No es preciso añadir que los discípulos le hicieron poco caso y terminaron vistiendo como los escribas, exigiendo reverencias y besos de anillos, ocupando primeros puestos, y devorando bienes de viudas, viudos y casados. Por desgracia, de este evangelio no se puede decir: «Cualquier parecido con la realidad actual es pura coincidencia», aunque debemos reconocer que la situación ha mejorado bastante.

            Elogio de la viuda

Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echo dos leptas, que equivale a un cuadrante. Llamando a sus discípulos, les dijo:

– «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

En la 1ª lectura y en esta segunda parte del evangelio tenemos personajes parecidos: una viuda y un profeta (Elías-Jesús). Pero la relación entre ellos se presenta de manera muy distinta. Basta fijarse en los siguientes detalles:

            ¿De qué hablan la viuda y el profeta? Elías y la viuda mantienen un diálogo, mientras que Jesús no dirige ni una palabra a la viuda. Cuando ve lo que ha hecho, no la llama para dialogar con ella, sino que llama a sus discípulos para darles una enseñanza. (La imagen inicial resulta engañosa porque coloca frente a frente a Jesús y a la viuda).

            ¿Qué hace la viuda por el profeta? La viuda entrega todo lo que tiene a Elías y trabaja para él; la viuda del evangelio no hace nada por Jesús.

            ¿Qué hace el profeta por la viuda? Elías hace un gran milagro para resolver el problema económico de la viuda; Jesús no le da ni un céntimo.

            La enseñanza silenciosa de la viuda

            Los relatos anteriores de Marcos (que no se han leído en las misas del domingo) hablan de una serie de personas y grupos que se presentan ante Jesús para discutir con él las cuestiones más diversas: de dónde procede su autoridad, si hay pagar tributo al César, si hay resurrección de los muertos, cuál es el mandamiento principal, etc. Al final aparece esta viuda, que no se preocupa de cuestiones teóricas ni teológicas, ni siquiera se interesa por Jesús; sólo le preocupa saber que hay gente pobre a la que ella puede ayudar con lo poco que tiene.

            La viuda es un símbolo magnífico de tantas personas de hoy día que no tienen relación con Jesús, pero que se preocupan por la gente necesitada e intentan ayudarlas, sin considerarse ni ser cristianos. Pero es importante advertir que la preocupación de la viuda no es de boquilla, entrega todo lo que tiene.

            Jesús, que no llama a la viuda para dialogar con ella ni pedirle que pase a formar parte del grupo de sus discípulos, nos puede servir de ejemplo para la actitud que debemos adoptar ante esas personas. No hay que intentar convertirlas a toda costa.

      En el contexto de las desgracias provocadas por la DANA en Valencia, muchos voluntarios y voluntarias, que quizás no pisan ningún domingo la iglesia, nos han dado un magnífico ejemplo de preocupación por los más necesitados, como la viuda del evangelio.

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Domingo XXXII del Tiempo Ordinario. 10 de Noviembre de 2024

Domingo, 10 de noviembre de 2024
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“-¡Cuidado con los letrados! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos.”

(Mc 12, 38-44)

Y es así, todas tenemos el gen “letrado”. El evangelio no deja de prevenirnos acerca de lo que ocurre cuando nos dejamos llevar por él. Marcos es especialmente insistente y nos dice de una manera muy clara que ni siquiera el hecho de ser de los colaboradores más próximos a Jesús nos evita el peligro.

Nos advierte que los primeros discípulos, e incluso el mismísimo Pedro,tuvieron grandes dificultades para comprender a Jesús y seguir su camino.

Pero al mismo tiempo salpica todo su evangelio de pequeñas chispas de esperanza, cada vez que nos dice que los discípulos no entienden, o cuando nos cuenta un episodio como el de Santiago y Juan y su deseo de ser los primeros. También nos va mostrando otros personajes secundarios que son capaces, en su debilidad, de encarnar las verdaderas actitudes del discipulado.

Hace unas semanas teníamos a Bartimeo, hoy nos presenta a una viuda pobre. Pero su pobreza no le impide ser generosa.

Se acerca al Templo no con lo que tiene, sino “con TODO lo que tiene para vivir”. De hecho, para algunas personas, más que generosa puede resultar exagerada, inconsciente. Dejando en la ofrenda del Templo esas dos monedillas de escaso valor no enriquece al Templo y sin embargo ella se queda en una completa indigencia.

Ciertamente es una actitud que se escapa de toda lógica humana. No es una actitud razonada ni razonable. Nada tiene que ver con los esquemas mentales. Es una realidad, pertenece al ámbito del amor.

Esa viuda pobre hace un gesto de entrega total muy parecido al del propio Jesús. Quizá por eso Jesús se siente profundamente vinculado con esa mujer anónima. Por eso la observa y le cuenta a sus discípulos lo que ha hecho.

La entrega de Jesús, su muerte en cruz, es tan paradójica como la gestión de estas dos monedillas. Ante nuestra razón su muerte podría haberse evitado. Sin embargo, esa muerte es el más bello gesto de amor. El más sublime y gratuito.

Oración

Ayúdanos, Trinidad Santa, a entrar en la lógica del Amor que es entrega y generosidad sin límites, sin razón.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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El valor religioso de la limosna no está en remediar una necesidad.

Domingo, 10 de noviembre de 2024
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da3253a9f8751f3430b78afe36008fd4DOMINGO 32º (B)

Mc 12,41-44

Nos encontramos en los últimos versículos del c. 12. Jesús una vez más, enseña. A pesar de que el episodio que hemos leído se reduce a cuatro versículos, tiene una profundidad enorme. Es el mejor resumen que se puede hacer del evangelio. La parafernalia religiosa no tiene ningún valor espiritual; lo que importa es el interior de cada persona. Seguramente el relato fue en su origen una parábola que se convirtió en relato real.

Este simple relato deja clara la crítica de Jesús a la religión de su tiempo. Señala la diferencia entre religión y espiritualidad; entre cumplimiento y vivencia; entre rito y experiencia de Dios. Hoy seguimos dando más importancia a lo externo que a una actitud interior. A la religión sigue interesándole más que seamos fieles a doctrina, ritos y normas. Seguimos estando más pendientes de lo que hacemos que de nuestra actitud vital.

Queda claro el talante de Jesús. Hoy le hubiéramos dicho a la viuda: no seas tonta; no des esas monedas a los sacerdotes; tienen más que tú. Utilízalas para comer. Pero Jesús, que acaba de criticar los trapicheos del templo, descubre la riqueza espiritual que manifiesta la viuda y reconoce que a ella sí le sirve ese modo de actuar, porque es reflejo de su actitud con Dios. Alejada de todo cálculo, se deja llevar por el sentimiento religioso más genuino.

Muchos ricos echaban cantidad. Las monedas se depositaban en una especie de embudos enormes en forma de bocina, colocados a lo largo del muro. La amplia boca de las bocinas de bronce permitía lanzar las monedas desde una distancia considerable. Los ricos podían oír con orgullo el sonido de sus monedas al chocar con el metal. Lo que echó la viuda fueron dos monedas del más bajo valor. Hoy serían dos céntimos, cantidad ridícula.

Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie. El comienzo “en verdad os digo” indica que lo que sigue es muy importante. La idea de que Dios mira más el corazón que las apariencias no es nueva en la religiosidad judía; se encuentra en muchos comentarios del AT. Jesús profundiza en la idea y se la propone a los discípulos como ejemplo de auténtica actitud religiosa. Esta es la originalidad de la propuesta.

Dio todo lo que tenía para vivir. Para captar la fuerza de esta frase final, debemos tener en cuenta que en griego “bios” significa no sólo vida, sino también, modo de vida, recursos, sustento; sería el conjunto de bienes imprescindibles para la subsistencia. Hoy nosotros podíamos emplear otros términos: “víveres” o “sustento”. Dio todo lo que constituía su posibilidad de vivir. Equivaldría a poner su vida en manos de Dios.

Jesús ya había llevado a cabo la “purificación del templo”. Sabemos su opinión sobre la manera como se gestionaba el culto y su crítica al expolio de los pobres en nombre de Dios para que los sacerdotes vivieran como reyes. El templo era el centro económico de todo el país, basada en la obligación de ofrecer sacrificios y de dar al templo el diezmo de todo lo que cosechaban, además de proponer encarecidamente donativos voluntarios. También era el lugar donde todos los judíos, incluso de la diáspora, guardaban sus bienes más preciados.

En contra de lo que solemos pensar, el evangelio nos está diciendo que el principal valor de la limosna no es socorrer una necesidad perentoria de otra persona, sino mostrar una verdadera actitud religiosa. La limosna de la viuda, a pesar de su insignificancia, demuestra una actitud de total confianza en Dios y de total disponibilidad. En nuestra relación con Dios no sirven de nada las apariencias. La sinceridad es la única base para que la religiosidad sea efectiva. No podemos engañar a Dios ni debemos engañarnos con acciones calculadas.

No se trata directamente de generosidad, sino de desprendimiento. Lo que el evangelio deja claro es que el egoísmo y el amor son dos platillos de la misma balanza, no puede subir uno si el otro no baja. Nuestro error consiste en creer que podemos ser generosos sin dejar de ser egoístas. Lo que Jesús descubre en la viuda pobre es que, al dar todo lo que tenía, el platillo del ego bajó a cero; con lo que, el platillo del amor había subido hasta el infinito. Si mi limosna no disminuye mi egoísmo, no tiene valor espiritual.

El evangelio de hoy, ni cuestiona ni entra a valorar la limosna desde el punto de vista del necesitado, porque lo que la viuda echó en el cepillo no iba a solucionar ninguna necesidad. Se trata de valorar la limosna desde el punto de vista del que la hace. Es una perspectiva que solemos olvidar, por eso nuestros donativos terminan valorándose según la repercusión bienhechora que tengan en los destinatarios de la limosna. Es un error.

La limosna de la que hoy se habla no es la que salva al que la recibe, sino la que salva al que la da. La diferencia es tan sutil que corremos el riesgo de hablar hoy de tanta necesidad acuciante y, por tanto, de la necesidad de hacer limosna para remediar esas necesidades. Hoy se trata de dilucidar si ponemos nuestra confianza en la seguridad que dan las posesiones o en Dios, que no nos va a dar ninguna seguridad.

La motivación de la limosna no debe ser remediar la necesidad de otro sino el manifestar el desapego de las cosas materiales y afianzar nuestra confianza en lo que vale de verdad. La cuantía de la limosna en sí no tiene ninguna importancia; solo tendrá valor espiritual si el hacerla, supone privarme de algo. Dar de lo que nos sobra, puede aliviar la carencia de otro, pero no tiene ningún valor religioso para mí. Mi limosna valdrá solo cuando me duela.

El que recibe una limosna puede estar necesitado de lo que recibe; en ese caso, la limosna ha cumplido un objetivo social. Ese objetivo no es lo esencial. El que recibe una limosna, puede aceptarla sin descubrir la calidad humana del que se la ha dado. O puede darse cuenta de que la actitud del otro le está invitando a ser también él más humano. Si esto segundo no sucede, es que la limosna como acto religioso ha fallado para el que la recibe.

El que la da, puede dar de lo que le sobra; o puede ser que se prive de algo que necesita. En el primer caso podía demostrar la renuncia al afán de acaparar y buscar en las riquezas la única seguridad que me tranquiliza. En el segundo, entramos en una dinámica de desprendimiento que expresa auténtica religiosidad. Un necesitado podría dar una limosna al que no la necesita. En ese caso, el objetivo religioso, del que la da, se cumple. A veces no damos limosna, porque pensamos que no va a utilizarse para remediar una necesidad.

Solo cuando das lo último que te queda, demuestras que confías absolutamente. El primer céntimo no indica nada; el último lo expresa todo, decía S. Ambrosio: Dios no se fija tanto en lo que damos, cuanto en lo que reservamos para nosotros. Un famoso escritor actual dijo en una ocasión: solo se gana lo que se da; lo que se guarda se pierde. La viuda, al renunciar a toda seguridad, pone de manifiesto la verdadera pobreza.

Fray Marcos.

Fuente Fe Adulta

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En el Reino todo es al revés.

Domingo, 10 de noviembre de 2024
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218900532ead951fc31d821b3697dfadMc 12, 38-44

«¿Veis a aquella mujer?»

Imaginemos el inmenso Templo abarrotado de gente. Los sacerdotes paseando en grupos de dos o tres embutidos en sus magníficas vestimentas. Los doctores de la Ley luciendo sus ostentosas túnicas a franjas. Los ricos saduceos echando con estruendo sus monedas de plata en el arca del tesoro. El mármol del Templo brillando esplendoroso bajo los rayos del sol. Sus cientos de columnas de cedro sosteniendo los pórticos interminables y proyectando su sombra sobre los suelos enlosados del mejor mosaico… Todo rezuma grandeza y esplendor.

Y allí en medio, en claro contraste con el resto, hay una pobre viuda insignificante que pasa desapercibida de todos… menos de Jesús: «¿Veis aquella mujer?»… Nadie se había fijado en ella porque a los ojos del mundo era sin duda la última, pero a los ojos de Jesús era la primera… porque en el Reino todo es al revés.

Para el mundo el más importante es el que más tiene; para el Reino el más importante es el que más sirve. Para el mundo el primero es el más dotado; para el Reino el primero es el más necesitado. El Reino no se impone como los reinos del mundo, el Reino se siembra, y cuando cae en buena tierra da el ciento por uno. El Reino se construye de dentro a fuera; crece por la fuerza interior de la Palabra… desde dentro, por conversión, no por imposición; desde abajo, desde el servicio, no desde el poder.

El objeto primero del mensaje de Jesús es el Reino, o lo que es lo mismo, el reinado de los criterios de Abbá en el mundo; unos criterios de locos si los comparamos con los criterios que nos propone el mundo. Veamos:

Bienaventurados los pobres, los humildes, los misericordiosos, los que lloran, los que trabajan por la paz, los limpios de corazón, los perseguidos por defender la justicia… Antes de orar ve a reconciliarte con tu hermano… Si te abofetean la mejilla derecha, ofréceles la otra… Da a quien te pida… Perdona hasta setenta veces siete… Quien aspire a ser grande sea vuestro servidor, y quien quiera ser el primero sea vuestro esclavo… Haced el bien a los que os aborrecen, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os atormentan… No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados, perdonad y se os perdonará, dad y se os dará… Todo cuanto quisiereis que hicieren con vosotros los hombres, hacedlo también vosotros con ellos…

…Y todo esto por construir; no somos así.

Como decía Ruiz de Galarreta: «El Reino no es huir de la realidad humana, sino dar pleno sentido a toda realidad humana. Por eso, el Reino no es esencialmente renunciar a nada, sino dirigirlo todo hacia ese fin. Ninguna dimensión humana está fuera de esta categoría esencial: medios para construir el Reino»

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer un artículo de José E. Galarreta sobre un tema similar, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Compartir y compartir-se desde la totalidad.

Domingo, 10 de noviembre de 2024
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viudaMc 12, 38-44

El Evangelio de este domingo es un discurso de enseñanzas de Jesús en continuidad con diversas discusiones que ha mantenido previamente con la “gente de bien” del templo, con los “expertos en Dios”: fariseos y herodianos (12,13-17), saduceos (12,18-27), escribas (12,28-34). En este contexto se ubica la denuncia de Jesús contra quienes utilizan y manipulan la religión al servicio de su ego, sus intereses personales o corporativos y se aprovechan de las viudas.

No olvidemos que en una sociedad tan patriarcal como la de Jesús, las viudas representan uno de los colectivos más empobrecidos y excluidos de Israel por su doble condición: por ser mujeres y por carecer de un varón que las legitime socialmente, las proteja y mantenga. Teniendo en cuenta este dato podemos imaginar la fuerza de la denuncia de Jesús sobre la hipocresía y la corrupción de los escribas y el escándalo que supondría ante el satus quo del templo.

El texto presenta dos tipos de personas: unos hombres prestigiosos que se aprovechan de su situación de privilegio ignorando el sufrimiento de las viudas (escribas) y las mujeres pobres (viudas). Jesús no solo va a condenar a los primeros por sus prácticas manipulativas y corruptas, sino que va a ensalzar y poner como ejemplo ante los ojos de Dios y de los hombres la autenticidad y generosidad de la viuda pobre al compartir y no reservarse lo poco que tiene.

Pero antes de adentrarnos en el significado de este gesto es importante resaltar un detalle que se nos puede pasar desapercibido y que resulta enormemente significativo. Jesús pudo percibir la limosna de la viuda porque su lugar en el templo no era un lugar de privilegio, sino que se ubicó próximo al atrio de las mujeres, un lugar marginal. Este dato es muy importante ya que nos recuerda que donde y como nos situemos en la realidad nos permitirá descubrirla de una manera u otra. Desde los lugares de poder o privilegio, la realidad se percibe de forma muy diferente a como se descubre desde el lugar de la debilidad, la pobreza o la marginación.

Volviendo de nuevo al gesto de la viuda pobre que conmovió a Jesús, ella es símbolo de la entrega en totalidad, de la solidaridad no desde lo que sobra, sino desde lo que se necesita para vivir, de la autenticidad religiosa que es inseparable de la projimidad y de la generosidad con la vida, del compartir y compartir-se en totalidad, como huella de verificación de la experiencia creyente.

También como comunidades cristianas, Jesús nos invita hoy a interrogarnos sobre los lugares desde donde contemplamos la realidad, si son los del poder o los de la debilidad. Nos invita a hacernos conscientes de nuestros privilegios, de cómo los hemos conseguido y de qué hacemos con ellos. En definitiva si nuestra fe se parece más a la del escriba o a la de la viuda pobre del Evangelio. Nos recuerda que la cercanía y la amistad con quienes menos cuentan hoy en nuestra sociedad nos abre también no sólo a su carencia, que reclama justicia, sino a la solidaridad y la generosidad sumergida que habita también el mundo de los empobrecidos y empobrecidas.

Pepa Torres Pérez

Fuente Fe Adulta

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De letrados vanidosos y viudas pobres.

Domingo, 10 de noviembre de 2024
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IMG_8415Domingo XXXII del Tiempo Ordinario

10 noviembre 2024

Mc 12, 38-44

En cada uno de nosotros vive un letrado, al que le encantan las reverencias, y una viuda pobre, a la vez vulnerable -una viuda pobre era el ser más desvalido en la Palestina del siglo I- y sumamente generosa. Y me parece que no será posible un crecimiento armonioso hasta que no reconozcamos a ambos habitando nuestro interior. El olvido de cualquiera de ellos distorsiona y confunde.

Si olvidamos a la viuda, viviremos seguramente en la impostura de la imagen, en una carrera interminable por lograr reconocimientos de todo tipo, que jamás lograrán saciar nuestra hambre, dado que la necesidad que late tras aquella búsqueda insaciable es como una cuba sin fondo: todo lo que recibe se termina escapando. Habremos olvidado nuestra vulnerabilidad y nuestra generosidad.

Ahora bien, por una parte, ignorar la propia vulnerabilidad nos lleva a vivir en la mentira, porque estamos desconociendo una dimensión inseparable de la condición humana. Solo quien se conoce y se acepta vulnerable puede abrirse a su verdad y ser capaz de compasión. Y, por otra parte, ignorar la generosidad -entendida como bondad- nos hace vivir desconectados de nuestro fondo, que es amor y entrega.

Me parece importante caer en la cuenta de que la ignorancia de esa doble realidad es consecuencia del miedo: tememos la vulnerabilidad y tememos entregarnos. En ambos casos, tememos “perdernos”.

Si, en el otro extremo, olvidamos al letrado, terminaremos igualmente en la impostura, alimentando tal vez una imagen ideal, que ignora necesidades y tendencias egoicas que anidan en todo psiquismo humano.

La sabiduría -de cuya mano vienen la paz, la alegría y el amor- requiere abrazar esas dos figuras en nuestro interior: por un lado, los movimientos egoicos que rompen nuestra imagen ideal; por otro, la bondad humilde y gratuita que constituye nuestra identidad.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Mujeres, pobres y viudas: pero generosas

Domingo, 10 de noviembre de 2024
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53225_n_19-08-12-0-15-50Del blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

Las dos lecturas de hoy están centradas en dos mujeres viudas pobres y débiles, pero de buen corazón y generosas.

01. –    El relato de la generosidad.

        Esta pobre mujer viuda del evangelio nos vuelve a recordar y situar en el espíritu de Jesús: una actitud bondadosa, humilde, generosa.

Dios Padre y Jesús aman a los pobres y débiles, sienten una profunda alergia  al orgullo y prepotencia: Dios derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos… (Lucas 2, 48.53: Magnificat).

02.- Mujer, viuda y pobre.

Llama la atención que Jesús ponga como modelo de comportamiento a una mujer, a una mujer pobre  y a una mujer viuda.

En tiempos de Jesús, en aquel pueblo judío la mujer era  prácticamente decir: “nadie”; porque una mujer pobre y viuda era el prototipo de la carencia de recursos y del desvalimiento. Una viuda en aquel tiempo, además de no tener nada, no era ni sujeto de derechos.

 Esta mujer viuda echa en el cepillo del templo unos céntimos, una cantidad pequeña, pero echa todo lo que tenía para vivir. Los demás damos de lo que nos sobra. Esta mujer tiene un corazón grande: una generosidad sin límite…

03.- Algunas consideraciones:

Se podría decir que este relato de la viuda pobre es la “última palabra” de Jesús (unida al mandamiento del amor) en cuestión moral. Es como el “testamento moral” de Jesús. Y estas últimas palabras las pronuncia Jesús en el Templo, en el sancta sanctorum de Israel.

La conclusión que Jesús nos viene a decir es que el encuentro con Dios no pasa a través del poder cultual o institucional, sino a través del corazón pobre y sencillo, es decir del corazón generoso y abierto a Dios, como el de aquella pobre viuda.

Dios y Jesús acogen un corazón sencillo y humillado.

La moralidad cristiana no se mide por la cantidad, por el brillo o el éxito social, sino por el  buen corazón, por la generosidad y el amor hacia todos, pero sobre todo hacia los humildes: “viudas, huérfanos y emigrantes”, además de los pobres, enfermos, etc.

Generosidad y cantidad no coinciden.

Al comienzo de su actividad pública Jesús había atacado duramente el mercado y tráfico comercial  en el que había caído la religión, el templo y los sacerdotes. Jesús había desaprobado y criticado duramente la fanfarronería y prepotencia de los dirigentes, del clero y había criticado igualmente la mentira e hipocresía como “tono vital” en la que vivían los fariseos y  la clase alta: los saduceos. Jesús ha intentado que los suyos desistan de sus pretensiones de ocupar los primeros puestos y de querer ser los más importantes. Ahora pone como ejemplo de cristianismo a esta pobre mujer viuda

Hace unos días terminaba en Roma el sínodo que había despertado tantas expectativas. Llama mucho la atención – que al finalizar el sínodo se diga que la cuestión de la mujer en la Iglesia -entre otras cosas- “no está madura”.

La pobre viuda, Magdalena, las mujeres que acompañaban a Jesús, Marta y María, la Virgen María vivieron hace dos mil años… ¿Cuánto tiempo se necesita para caer en cuenta de estas cosas? ¿O ya en la Iglesia no leemos en Nuevo Testamento? ¿O quizás en la Iglesia tenemos miedo al Evangelio? ¿O tal vez, tenemos miedo a las ideologías y grupos de poder que pululan en el seno de la Iglesia?

04.- Hoy también hay generosidad.

Gracias a Dios, también hoy en día hay personas  que, parten el pan con el hambriento, que acogen, sirven, dan limosna, trabajo a un emigrante, etc.

La solidaridad con los damnificados de la catástrofe del Mediterráneo de estas semanas es un buen ejemplo de ello.

También hoy hay personas e instituciones que trabajan con una mentalidad más solidaria y menos consumista.

05.- Nosotros.

        Revisemos un poco nuestra vida y analicemos cuál es nuestra actitud respecto de los bienes. ¿Qué uso hacemos del dinero? Somos generosos y  desprendidos para con necesidades de todo tipo que hay en nuestro mundo, quizás en nuestra propia familia, enfermedades, paro, pobreza, misiones, etc…

Procuremos ser buenos y buenos cristianos, pero no tanto legal y cultualmente, sino más bien en la vida: seamos generosos en lo que somos y tenemos…

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“Una viuda pobre como ejemplo de discipulado”, por Consuelo Vélez

Domingo, 10 de noviembre de 2024
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IMG_8450De su blog Fe y Vida:

Comentario al evangelio del domingo XXXII del Tiempo Ordinario 10-11-2024

Jesús presenta el contraste entre dos personajes: los escribas y una viuda pobre

El “honor”, tan importante para los escribas en la sociedad judía, no cabe entre los valores del reino

Jesús hace una denuncia del comportamiento de los escribas: devoran los bienes de las viudas, mientras que una viuda pobre echa todo lo que tiene para vivir

El discipulado va en la línea de aquella viuda pobre que da lo que tiene para vivir porque su amor es efectivo, su solidaridad entrañable.

Decía también en su instrucción:

Guárdense de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa.

Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente monedas en el arca del Tesoro; muchos ricos echaban mucho. Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo:

+ Les digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuando poseía, todo lo que tenía para vivir.

(Marcos 12, 38-44)

Jesús enseña los valores del reino y lo hace con ejemplos fáciles de entender y que se evidencian en su entorno. En el caso del evangelio de hoy, Jesús presenta el contraste entre dos personajes: los escribas y una viuda pobre. De los primeros, hace una crítica fuerte: se pasean con amplio ropaje, quieren ser saludados en las plazas y ocupar los primeros puestos. Todas estas actitudes son las que garantizan el honor en la sociedad del tiempo de Jesús y, salvadas las distancias del contexto, siguen siendo actitudes que garantizan la importancia de las personas en la sociedad actual. Jesús mira todo eso con recelo. El “honor”, tan importante para la sociedad judía, no cabe entre los valores del reino. El valor importante es el de “servir” como Jesús se lo ha dicho a sus discípulos de tantas maneras. Además, Jesús hace una denuncia del comportamiento de los escribas: devoran los bienes de las viudas so capa de largas oraciones. No es ajena esta actitud tampoco en el tiempo de hoy frente a tantas estafas que, en nombre de Dios, hacen algunos predicadores y negociadores de la fe.

Pero volvamos al texto. Jesús después de reprochar esa conducta de los escribas, se sienta frente al arca del Tesoro del templo y hace un juicio crítico sobre lo que pasa allí: ciertamente, muchos ricos van y echan mucho dinero. Pero la viuda pobre(podría pensarse que es una de estas viudas estafadas por los escribas o las mujeres viudas que quedaban totalmente indefensas al morir su marido) echa todo lo que tiene para vivir. Jesús se refiere a la moneda de menor valor en aquella época y es esta la que mujer deposita en el arca. Con este contraste Jesús muestra el verdadero significado del compartir de bienes que en nuestro contexto podríamos interpretar cómo dar de lo que sobra o dar de lo poco que se tiene. En el primer caso, no hay una solidaridad efectiva. Si le sobraba es porque estaba acaparando algo que no le pertenecía o viviendo la dependencia del acumular y del tener, convencido que en ello está la felicidad. La verdadera solidaridad es la de la viuda que saber dar y darse, repartir y compartir. La solidaridad no se mide por el exceso de bienes dados sino por la capacidad de sentir con el otro su situación y hacerse solidario con ella.

Ahora bien, estos ejemplos no se refieren a temas a considerar sino a actitudes que han de vivir los discípulos de Jesús. A ellos se dirige al final del texto y les muestra con hechos reales en que consiste el verdadero discipulado. Ni honores, ni prestigio, sino servicio, en el caso de los escribas. Ni vanagloria por las muchas riquezas valiéndose, también de ellas, para ser alabado, en el caso de los ricos. El discipulado va en la línea de aquella viuda pobre que da lo que tiene para vivir porque su amor es efectivo, su solidaridad entrañable.

Si el domingo pasado el evangelio nos mostró que el escriba que dialoga con Jesús sabía que el primer mandamiento era amar a Dios y al prójimo, en este nos muestra que es la viuda la que no “sabe”, sino que “hace” y, en esto, consiste el verdadero discipulado. Las obras son las que dan testimonio de lo que somos, las que muestran que nuestro seguimiento sí está guiado por los valores del reino.

(Foto tomada de: https://www.dominicaslerma.es/home-2/rincon-para-orar/1797-el-obolo-de-la-viuda.html)

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Señor, en tu presencia dejé mi ausencia, en la ausencia del mundo me hice presencia, para ser uno contigo!

Miércoles, 6 de noviembre de 2024
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Del blog de Alfonso J. Olaz El Rincón del Peregrino:

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  ¡Señor, en tu presencia dejé mi ausencia,

En la ausencia del mundo me hice presencia, para ser uno contigo!

No te dejes creer en lo que digan
Ni te dejes hacer en lo que hacen
Cree sin medida en lo que tienes
Ama sin cesar con lo que llevas
Que tienes al amor entre tus manos
Que todo de Él lo has recibido
Para darlo a todos, a todos

Si confio en Ti, ya todo me da igual
Y ya nada será igual
Entre los iguales serás el último
Siendo el primero en servirte
Para ser distinto con los indiferentes

Respirando en un instante
Lo respirado por TÍ
Para ser Respiro permanente con el hermano
Para ser respiro para siempre con todos

Entender que recibes lo mejor de su vida, para ser ya vida

Viviendo en la presencia del amado y dejando toda tu ausencia ausente

Viviendo en sus mismos sentimientos
Palpando con sus mismas actitudes

Entendiendo el amor de las criaturas que solo aman,
Y aman y te alaban en gratuidad eterna

Viviendo con el hermano Sol y la hermana Luna
Y siendo ya hermano de la creación toda entera

Vibrando entre la hojarasca del amanecer
En la humildad y alegría de la mariposa por ser mariposa
Calentándome con tus dedos, con los rayos del sol mientras comienza el día

Padre
Dame la gracia de saberte por tenido desde siempre
Para teniéndote amarte en el presente
Y amarte sabiendo que siempre te tengo,
Pues nunca más podré dejarte
Porque tú nunca me dejaste

Padre
Dame la gracia de amarte
Y no espantarme
en lo que tú quieres
Aunque nada entienda y nada sepa

Que nada hay que entender, ni saber,
Para amar verdaderamente
Solo dejarse llevar por el amor del amado
En la confianza de pasar por donde tú pasaste
En la alegría de amar, por donde tú amaste

Padre
El hombre está hecho para TI
Para hacer lo que tú quieras
Llevarle, Traerle, Esconderte
Hasta que crea que todo es de Él, todo
Que nada es nuestro

Padre
Nada tengo
Nada soy
Todo es tuyo, gratuidad y alegría
Todo me lo das
De ti alegre lo recibo

Nada puedo dar, nada
Si de ti nada quiero
Y si de ti quiero
Todo podrá ser
Tú eres el Ser
Porque tú así lo has querido

Ya ni mis planes no seran mios
Ni mis noches, ni mis días
Todos serán tuyos

Y dejándome amar todo, todo
Seré ya amigo tuyo que sirve a todos

Testigo de tu vida
Testigo tuyo
Testigo para siempre
Para todo
Para todos

Del Evangelio a la Vida
De la vida al Evangelio

*

Alfonso Olaz

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Amarte y amarnos.

Lunes, 4 de noviembre de 2024
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buensamaritano

Si me olvido del amor y de la justicia,
me separo de Ti, Dios mío,
y todo lo que haga, aunque te lo ofrezca,
no puede agradarte.
Mi culto es paja e idolatría

Si me olvido de tu mandato,
de amarte con todo mi ser y fuerzas
y de amar al prójimo de igual manera,
¿de qué me sirven mis saberes,
títulos y creencias?

Si me olvido de tus tiernas preferencias,
¿de qué me sirve lo demás?,
¿dónde pongo mi centro, eje y meta?
Me pierdo sin remedio.
Soy persona hueca y vacía.

Aunque me haga a holocaustos y sacrificios,
penitencias, rezos y obediencias,
no estaré mas cerca de tu casa solariega.
Sólo tu mandato de amarte y amarnos
es senda clara y segura.

Para creer en Ti
necesito creer en el amor y la justicia,
en tus tiernas preferencias.
Y vale mucho más creer en estas cosas
que pronunciar o adorar tu nombre con osadía.

Fuera del amor y de la justicia,
de tus tiernas preferencias,
es imposible que yo, con mi historia,
aunque te llame Padre y me considere hijo,
pueda llegar a tu casa solariega..

¡Llévame por tus sendas y caminos
aunque me haga el torpe,
me despiste
o resista!!

*

Florentino Ulibarri
Fuente Fe Adulta

P.-14-BUEN-SAMARITANO

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Arzobispo Wester: Escuchar a las personas LGBTQ+ pone el amor en práctica

Lunes, 4 de noviembre de 2024
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IMG_8410 Arzobispo John C. Wester

La reflexión de hoy es del Arzobispo John C. Wester, quien fue designado para dirigir la Arquidiócesis de Santa Fe por el Papa Francisco en 2015.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el trigésimo primer domingo del Tiempo Ordinario se pueden encontrar aquí.

Hace unos años, fui a hacerme una prueba de audición. La audióloga, sentada al otro lado de la cabina insonorizada, se tapó la boca con un trozo de papel y pronunció la palabra “lohs” en mis auriculares. Repetí la palabra según las instrucciones y luego le dije que no existía la palabra “lohs“. Ella respondió: No dije “lohs“, dije “pan“. ¡Ahora tengo audífonos! Y también aprecio más que nunca el don de oír. El Evangelio de hoy, acompañado de la primera lectura del Deuteronomio, nos recuerda aún más lo importante que es escuchar, especialmente en un nivel más profundo.

En la lectura del Evangelio de hoy según Marcos, escuchamos a Jesús responder al escriba que le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” Jesús responde citando Deuteronomio 6 (primera lectura de hoy) y Levítico 19, combinando el amor a Dios y el amor al prójimo. Note que Jesús y Deuteronomio introducen estos dos mandamientos con la gran revelación de que Dios es Uno: “¡El Señor nuestro Dios es Señor solo!” Esta gran verdad ha galvanizado la fe del pueblo judío y la de los cristianos durante siglos. El versículo completo de Deuteronomio, y la oración que se basaría en él, se conoce como la oración Shemá porque la palabra que introduce toda la perícopa, “shemá“, significa “escuchar” u “oír“: Oye, oh Israel. Escucha, presta atención. Por lo tanto, la respuesta de Jesús al escriba es primero escuchar lo que Dios ha estado diciendo a lo largo de los pasillos del tiempo: escucha a Dios, escucha a quien te habla, el Mesías.

El difunto padre Joseph Donders, misionero en Kenia, dijo que la respuesta de Jesús al escriba está contenida en la palabra “escucha”: “Esa palabra indicaba todo el resto que siguió. Esa palabra resumió el amor de Dios y el amor por los demás y el amor por uno mismo”. El padre Donders estaba convencido de que la escucha está en el centro del amor. El Papa Francisco se hizo eco de este sentimiento en la clausura del sínodo en Roma cuando dijo que “seguir a Dios en el camino sinodal implica cultivar la capacidad de escuchar al Señor pasar y la confianza para seguir sus pasos”.

El Verbo hecho carne habla a nuestro corazón y nos llama a seguirlo amando a su Padre, Abba, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Nos enamoramos de Dios y de los demás al escucharnos primero y luego tener la seguridad de que el otro nos está escuchando. Este tipo de escucha exige presencia, exige tiempo, exige sacrificio y exige amor.

Escuchar a Dios y al prójimo en este contexto es amar “con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas”. El difunto Reginald Fuller, el maravilloso erudito episcopal de las Escrituras, señala que en el pensamiento hebraico, el corazón, el alma, la mente y la fuerza no son facultades humanas separadas, sino que representan a la persona humana en su totalidad. No sólo amamos con toda nuestra persona sino que el objeto de nuestro amor es también toda la persona. En otras palabras, a través del Shemá, Jesús nos llama a escuchar y amar a la persona en su totalidad, no sólo las partes que nos gustan o con las que estamos de acuerdo. Cualquier cosa menos no es digna de un seguidor de Cristo. Estamos llamados a amar al Dios que está en toda la gloria y maravilla de Dios, no al dios que nosotros mismos hemos creado. Estamos llamados a amar la totalidad de nuestro prójimo, escuchando atentamente todo lo que hace de esa persona un ser humano único e irrepetible, incluidos aquellos atributos que tal vez no disfrutemos.

En el evangelio del domingo pasado, en el que Jesús le devolvió la vista a Bartimeo, los que seguían a Jesús sólo vieron una parte de Bartimeo, diciéndole a Nuestro Señor que no merecía el tiempo de Jesús, que era sólo un mendigo, que estaba sufriendo por sus pecados o los de sus padres. Pero Jesús vio a la persona entera, escuchó su sincera súplica por la vista y vio en él a un ser humano precioso que anhelaba la luz. Cuando Bartimeo fue “escuchado” por Jesús, encontró nueva vida y dejó su manto en el camino para convertirse en discípulo del Señor en el camino.

Amar a Dios y a nuestro prójimo con todo nuestro ser significa que no ponemos a Dios ni a nuestro prójimo en categorías de nuestra propia elección. Significa que tengo la humildad de permitir que el otro sea quien esa persona es, un Hijo de Dios, precioso a los ojos de Dios y a los míos. El Padre James Martin, SJ, al reflexionar sobre el Sínodo para una Iglesia sinodal, toca este punto cuando dijo: “…pero pedimos a la iglesia que escuche a aquellos que ‘experimentan el dolor de sentirse excluidos o juzgados, debido a su situación conyugal’. situación, identidad o sexualidad’”. Escuchar honestamente exige que nos abramos a horizontes que eclipsan nuestra visión limitada de las cosas.

Escuchar y amar de una manera holística permanece infundado a menos que tomemos en serio el llamado único de Cristo a unirnos a nuestro amor por Dios y el prójimo. Ciertamente no fue el primero en enfatizar los dos mandamientos de amar a Dios y amar al prójimo, pero fue el primero en hacerlos absolutamente dependientes el uno del otro. Una vez más, Reginald Fuller lo expresa bien:

“El amor a Dios es ilusorio si no nace del amor al prójimo, y el amor al prójimo es amor propio refinado si no procede del amor de Dios”.

En el pensamiento judío, oír y hacer son la misma cosa. Los dos mandamientos del amor sobre los que estamos reflexionando aquí comienzan con “Escucha, oh Israel“. Pero también podrían haber sido introducidos por: “¡Actúa, oh Israel! ¡Escuche y luego obedezca lo que Dios le está diciendo! ¡Pon en acción tu amor a Dios como amas a tu prójimo!”. En el evangelio de Marcos, el milagro de Bartimeo precede al evangelio de hoy, pero en Lucas, a los dos mandamientos del amor de hoy le sigue la parábola del buen samaritano. En esa parábola, Jesús nos da un ejemplo espléndido y conmovedor de amor en acción. El Buen Samaritano escuchó los gritos del hombre dado por muerto y dijo algo al respecto. Puso su amor en acción e hizo grandes gastos y grandes inconvenientes para vivir el mandato del amor.

¿Qué acciones estamos dispuestos a realizar para poner nuestro amor en práctica, en una realidad concreta? Podemos escuchar más atentamente a quienes son perseguidos y marginados debido a nuestros prejuicios y parcialidades. ¿Hay personas en la comunidad LGBTQ a quienes me he tomado el tiempo de escuchar de manera significativa, escuchando sus historias y conociéndolas mejor? ¿O voy a lo seguro y simplemente los descarto como inadaptados, como el P. Martin, en su libro Building a Bridge, ha observado que hacen algunas personas? El Evangelio de hoy nos llama a escucharnos unos a otros de manera significativa para que podamos derribar los muros que nos dividen, muros que nos mantienen a todos en una especie de prisión.

Por ejemplo, admito que hay muchas cosas que no entiendo sobre las personas transgénero. Pero tengo una perspectiva muy diferente al respecto, ya que he asistido a varias conferencias en las que teólogos, médicos, personas transgénero y obispos se han reunido para compartir historias, ideas y sabiduría. Estas experiencias y sesiones de escucha no resuelven todos los problemas, pero sí nos acercan a todos como una comunidad de creyentes cuyo amor a Dios se materializa al conocernos mejor unos a otros.

Este tipo de escucha es lo que significa amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas nuestras fuerzas, y a tu prójimo como a ti mismo. Los muros que nos separan son derribados y nuestro amor concreto por Dios y por los demás se convierte en el fundamento firme de una comunidad de creyentes.

Al final del Sínodo en Roma el mes pasado, el Papa Francisco repitió la frase que se ha convertido en un estribillo desde que la pronunció por primera vez en la Jornada Mundial de la Juventud en Portugal en 2023: “¡Todos, todos, todos! Nadie excluido, todos”. Esta es la visión de Cristo en el Evangelio de hoy: todos están reunidos mientras nuestro amor por Dios se derrama en los corazones de todos los creyentes que se aman unos a otros como Cristo nos amó primero.

El Papa también mencionó que la iglesia es “signo e instrumento de cómo Dios ya ha puesto la mesa y está esperando. Su gracia, a través del Espíritu, susurra palabras de amor en el corazón de cada persona. Nos es dado amplificar la voz de este susurro, sin obstaculizarlo; abrir puertas, sin levantar muros”. Esta amplificación sólo puede ocurrir si escuchamos a Dios y al prójimo con amor.

Supongo que se podría decir que el Evangelio de hoy es una especie de prueba de audición. ¡Oh Señor, danos oídos para oír!

—Arzobispo John Wester, 3 de noviembre de 2024

Fuente New Ways Ministry

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Sh’ma Israël –

Domingo, 3 de noviembre de 2024
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je-toffre

*
שמע ישראל,
אלוהים הוא אלוהים שלנו,
אלוהים הוא אח

Sh’ma Israel

Adonai eloheinu

adonai ehad

*

Escucha Israel:

El Señor es nuestro dios,

El señor es uno.

(Deuteronomio 6:4)

***

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:

-“¿Qué mandamiento es el primero de todos?”

Respondió Jesús:

-“El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.

El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

No hay mandamiento mayor que éstos.”

El escriba replicó:

-“Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.”

Jesús. Viendo, que había respondido sensatamente, le dijo:

“No estás lejos del reino de Dios.”

Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

*

Marcos 12, 28b-34

***

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El rabí de Sasson contaba:

Aprendí de un campesino cómo deben amar los hombres. Este campesino se encontraba con otros en una hospedería y estaba bebiendo. Se quedó callado durante mucho tiempo con los otros, pero cuando el vino le movió el corazón, dirigiéndose a un compañero que se sentaba a su lado, le preguntó:

Dime, ¿me quieres o no?

El otro respondió:

Te quiero mucho.

Y dijo el campesino a su vez:

Dices que me quieres mucho; sin embargo, no sabes lo que necesito. Si verdaderamente me quisieras, lo sabrías.

El amigo no se atrevió a rebatirle, y el campesino que le había preguntado calló de nuevo. Yo, en cambio, comprendí: amar a los hombres significa intentar conocer sus necesidades y sufrir sus penas

*

Martin Buber,
«Legenda del Baal Sem»,
en G. Ravasi [ed.], El libro de los salmos: comentario y actualización, Bolonia 1985, p. 694).

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“Lo primero de todo”. Domingo 31 Tiempo ordinario – B (Marcos 12,28-34)

Domingo, 3 de noviembre de 2024
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IMG_8022Hay pocas experiencias cristianas más gozosas que la de encontrarnos de pronto con una palabra de Jesús que ilumina lo más hondo de nuestro ser con una luz nueva e intensa. Así es la respuesta a aquel escriba que le pregunta: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?».

Jesús no duda. Lo primero de todo es amar. No hay nada más decisivo que amar a Dios con todo el corazón y amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos. La última palabra la tiene siempre el amor. Está claro. El amor es lo que verdaderamente justifica nuestra existencia. La savia de la vida. El secreto último de nuestra felicidad. La clave de nuestra vida personal y social.

Es así. Personas de gran inteligencia, con asombrosa capacidad de trabajo, de una eficacia sorprendente en diversos campos de la vida, terminan siendo seres mediocres, vacíos y fríos cuando se cierran a la fraternidad y se van incapacitando para el amor, la ternura o la solidaridad.

Por el contrario, hombres y mujeres de posibilidades aparentemente muy limitadas, poco dotados para grandes éxitos, terminan con frecuencia irradiando una vida auténtica a su alrededor sencillamente porque se arriesgan a renunciar a sus intereses egoístas y son capaces de vivir con atenta generosidad hacia los demás.

Lo creamos o no, día a día vamos construyendo en cada uno de nosotros un pequeño monstruo de egoísmo, frialdad e insensibilidad hacia los otros o un pequeño prodigio de ternura, fraternidad y solidaridad con los necesitados. ¿Quién nos podrá librar de esa increíble pereza para amar con generosidad y de ese egoísmo que anida en el fondo de nuestro ser?

El amor no se improvisa, ni se inventa, ni se fabrica de cualquier manera. El amor se acoge, se aprende y se contagia. Una mayor atención al amor de Dios revelado en Jesús, una escucha más honda del evangelio y una apertura mayor a su Espíritu pueden hacer brotar poco a poco de nuestro ser posibilidades de amor que hoy ni sospechamos.

José Antonio Pagola

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“No estás lejos del reino de Dios”. Domingo 03 de noviembre de 2024. 31º Ordinario

Domingo, 3 de noviembre de 2024
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58-ordinariob31-cerezoLeído en Koinonia:

Deuteronomio 6, 2-6: Escucha Israel: Amarás al Señor con todo el corazón.
Salmo responsorial: 17: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Hebreos 7, 23-28: Como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa.
Marcos 12, 28b-34: No estás lejos del reino de Dios.

En las estepas de Moab, Moisés da sus últimas instrucciones al pueblo que se prepara para entrar a la tierra de Canaán. Atrás quedó Egipto, debió quedar. Y atrás quedó también el desierto donde supuestamente el pueblo tuvo que haber aprendido muchas cosas que tendrán que ser muy útiles para su proyecto como pueblo en la tierra de la libertad. Egipto será un lugar para nunca volver, al desierto será necesario volver cuando el pueblo olvide o pierda su horizonte ya que ése es el espacio ideal para el reencuentro con su Dios, para dejarse reconquistar por él (cf. Os 2,14). Aquí, pues, en su despedida, Moisés insiste en lo más importante para que el pueblo tenga vida: cumplir las instrucciones y normas que el Señor ha dado. El texto del Deuteronomio que leemos hoy es el alma, la guía, la hoja de ruta que Israel no puede descuidar ni cambiar por otra cosa so riesgo de perderse y perecer como nación. La connotación en hebreo del verbo shemá lleva implícito el imperativo de obedecer, poner en práctica, y eso era lo que tenía que haber hecho el pueblo: escuchar obedeciendo, escuchar poniendo en práctica.

La redacción de este pasaje, aunque aparenta ser de una época previa a la conquista y posesión de la tierra, en realidad es de una época en la cual Israel ha probado y experimentado en carne propia lo que significa no escuchar poniendo en práctica los mandatos y preceptos del Señor. Estamos en la llamada época del post-exilio, Israel ha pasado por las experiencias históricas más crueles y difíciles: desaparición del sistema solidario tribal, aparición de la monarquía (punto de partida de todos sus pecados), división del reino, destrucción de ambos reinos, deportación… En todo momento Israel fue instruido por medio de los profetas que siempre lo invitaban a reorientar su camino, pero la queja de Dios fue siempre constante: «Israel no me escucha» (Sof 3,2), no me obedece, va camino a la perdición…

Las experiencias históricas obligan a Israel a aprender qué significa escuchar a su Dios y poner en práctica su Palabra, su instrucción. Con base en todo lo que le ha pasado, Israel descubre que los mandatos del Señor no buscan atarlo, cerrarle horizontes ni poner a todo un pueblo bajo la dirección de un Dios caprichoso. No es un Dios cualquiera el que libre y espontáneamente ha optado por este pueblo, es un Dios de Vida que sólo busca orientar al pueblo por sendas de vida. Israel no entendió siempre así el propósito de Dios y se fue detrás de otros dioses, y cuando se metió en el proyecto de otras divinidades empezó a perderse, se confundió y resultó siendo peor que otros pueblos que no conocían al verdadero y único Dios. Así pues, después de sobrevivir a las más duras experiencias, Israel vuelve a recordar cuál era desde el principio la propuesta de su Dios: amarlo sólo a él, buscarlo sólo a él y no confiarse de ninguna otra propuesta por más llamativa que fuera para no volver a caer en un fracaso peor.

El evangelio nos presenta la versión «marquiana» (de Marcos) de la pregunta a Jesús sobre el mayor y más importante de los mandamientos. La versión mateana (Mt 22,34-40) tuvimos oportunidad de reflexionarla hace unos días. Ambas versiones están ubicadas en el mismo contexto de la discusión de los saduceos con Jesús a cerca de la resurrección de los muertos. Cuando los fariseos ven que Jesús ha callado a los saduceos, se juntan con los escribas para ponerlo ellos también a prueba, pensarán que con ellos tal vez no saldrá tan bien librado. Y es que «pasar el examen» con los fariseos y maestros de la ley, seguramente no era fácil dado que para ellos la ley no era sólo aquella que Dios había dado a su pueblo por medio de Moisés, recordemos que en tiempos de Jesús esta gente manejaba ¡más de medio millar de mandatos y preceptos! Dependiendo de su forma de ver y de pensar, un mandato podía variar de importancia para unos y para otros, pues como es normal había distintas tendencias o escuelas, alguna muy liberal, y otras no tanto. ¿Cuál de ellas está representada aquí? No lo sabemos. Por la respuesta del escriba a Jesús, uno podría pensar que se trataba de una tendencia bastante liberal (vv. 32-33), al punto que a Jesús le pareció simpática su respuesta y le advierte lo cerca que está del reino de Dios.

Jesús se encuentra con que su pueblo cumple con una norma de varios siglos. Todos los días, tres veces al día todo israelita varón recita el «Shemá Israel, escucha Israel: el Señor nuestro Dios es uno sólo, a él amarás…», el shemá, pero ese shemá se quedó sólo en el campo auditivo, al campo de la práctica no se ve, y eso es lo que Jesús denuncia a lo largo de su ministerio, muchas palabras, muchas normas y preceptos, mucho apelo a Dios para todo, muchas frases de la ley en los bordes del manto, en el marco de la puerta, en el brazo, en la frente, pero nada en el corazón y menos aún en la vida ordinaria, en la práctica cotidiana.

En la comunidad de Marcos se están presentando situaciones similares a las del judaísmo. Las normas y preceptos que conocen los primeros cristianos son necesariamente aquellas que vienen del mundo judío; ahora, ¿serán de obligatorio cumplimiento todos esos preceptos en esta nueva experiencia de vida que se supone está animada por la presencia viva del Señor resucitado? Lo primero y más importante que los creyentes deben tener en cuenta es que no se trata de una adhesión a una divinidad distinta a la del judaísmo. Es el mismo Dios revelado a pueblo de Israel y en la Escritura, es el mismo Dios de Jesús, por tanto lo que primero tiene que hacer el cristiano es profesar su fe, amor y adhesión a ese Único Dios en términos de «escuchar» su Palabra y ponerse en función de obedecerle. Ese es el proyecto de vida de Jesús, eso fue lo que movió toda su vida y su obra y eso es lo que tiene que mantener vivo al cristiano, su adhesión a ese único y verdadero Dios a quien no le interesa otra cosa que el amor y adhesión a El lo vivan sus fieles en el amor mutuo y fraterno. No tiene sentido para Jesús hablar del amor a Dios sin tener en cuenta la ÚNICA puerta de acceso a Él: el prójimo. Leer más…

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El mandamiento más importante.

Domingo, 3 de noviembre de 2024
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evangelio_08_06_17Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

La curación del ciego Bartimeo nos dejó camino de Jerusalén. En la cronología de Marcos, el domingo tiene lugar la entrada triunfal; el lunes la purificación del templo; y el martes, en la explanada del templo, las autoridades interrogan a Jesús sobre su poder; los fariseos y herodianos sobre el tributo al César; los saduceos sobre la resurrección. Son enfrentamientos con mala idea, que desembocan en una escena inesperada, en la que un escriba reconoce la sabiduría de Jesús.

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:

¿Que mandamiento es el primero de todos?

Respondió Jesús:

El primero es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amaras al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser». El segundo es este: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que estos.»

El escriba replico:

Muy bien, maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.»

Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:

No estás lejos del reino de Dios.

Y nadie se atrevió a dirigirle más preguntas.

1. El protagonista es un escriba. Los escribas son los especialistas en la Ley de Moisés, parecidos a los actuales profesores de teología, pero con una formación mucho más intensa, porque tenían que aprender de memoria el Pentateuco y las interpretaciones de los rabinos; además, no podían ejercer su profesión hasta cumplir los cuarenta años. Gozaban de gran prestigio entre el pueblo, aunque su peligro era el legalismo: la norma por la norma, con todas las triquiñuelas posibles para evadirla cuando les interesaba. Por eso Jesús tuvo tantos enfrentamientos con ellos. En los evangelios aparecen generalmente como enemigos, pero en este caso las relaciones entre el escriba y Jesús son muy buenas y los dos se alaban mutuamente.

2. La pregunta por el mandamiento principal. La antigua sinagoga contaba 613 mandamientos (248 preceptos y 365 prohibiciones), que dividía en fáciles y difíciles. Fáciles, los que exigían poco esfuer­zo o poco dinero; difíciles, los que exigían mucho dinero o ponían en peligro la vida. P.ej., eran difíciles el honrar padre y madre, y la circuncisión. Generalmente se consideraba que los difíciles eran importantes; entre los temas importantes aparecen la idolatría, la lascivia, el asesinato, la profanación del nombre divino, la santificación del sábado, la calumnia, el estudio de la Torá (el Pentateuco). Ante este cúmulo de mandamientos, es lógico que surgiese el deseo de sintetizar, o de saber qué era lo más importante.

3. La respuesta de los contemporáneos de Jesús. Citaré dos casos. El primero se encuentra en una anécdota a propósito de los famosos rabinos Shammay y Hillel, que vivie­ron pocos años antes de Jesús. Una vez llegó un pagano a Shammay (hacia 30 a.C.) y le dijo: “Me haré prosélito[es decir, estoy dispuesto a convertirme al judaísmo] con la condición de que me enseñes toda la Torá mien­tras aguanto a pata coja”. Shammay lo echó amenazándolo con una vara de medir que tenía en la mano. Entonces el pagano fue a Hillel (hacia el 20 a.C.), que éste le dijo: “Lo que no te guste, no se lo hagas a tu prójimo. En esto consiste toda la Ley, lo demás es interpreta­ción”. Y lo tomó como prosélito.

También del Rabí Aquiba (+ hacia 135 d.C.) se recuerda un esfuer­zo parecido de sintetizar toda la Ley en una sola frase: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Lv 19,18); este es un gran princi­pio general en la Torá”.

4. La respuesta de Jesús. El esfuerzo por sintetizar en una sola frase lo esencial se encuentra al final del Sermón del Monte en el evangelio de Mateo: “Todo lo que querríais que hicieran los demás por vosotros, hacedlo vosotros por ellos, porque eso significan la Ley y los Profetas” (Mt 7,12).

En el evangelio de hoy, Jesús responde con una cita de la Escritura: “Escucha Israel, el Señor nuestro Dios es uno solo. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6,5), aunque añade también “con toda tu mente”. Estas palabras forman parte de las oraciones que cualquier judío piadoso recita todos los días al levantarse y al ponerse el sol. En este sentido, la respuesta de Jesús es irreprochable. No peca de originalidad, sino que aduce lo que la fe está confesando continuamente.

La novedad de la respuesta de Jesús radica en que le han preguntado por el manda­miento principal, y añade un segundo, tan importante como el primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19,18). Ambos preceptos están al mismo nivel, deben ir siempre unidos. Jesús no acepta que se pueda llegar a Dios por un camino individual e intimista, olvidando al prójimo. Dios y el prójimo no son magnitudes separables. Por eso, tampoco se puede decir que el amor a Dios es más importante que el amor al prójimo. A la pregunta del escriba por el mandamiento más importante (en singular) responde diciendo que son estos dos (en plural). Y no hay precepto más grande que ellos.

5. La reacción del escriba. El protagonista se muestra plenamente satisfecho de la respuesta, pero añade un comentario importantísimo: amar a Dios y al prójimo “vale más que todos los holocaustos y sacrificios”. Con estas palabras, abandona el plano teórico y saca las consecuencias prácticas. Durante siglos, muchos israelitas, igual que hoy muchos cristianos, pensaron que a Dios se llegaba a través de actos de culto, peregrinaciones, ofrendas para el templo, sacrificios costosos… Sin embargo, los profetas les enseñaban que, para llegar a Dios, hay que dar necesariamente el rodeo del prójimo, preocuparse por los pobres y oprimidos, buscar una sociedad justa. En esta línea se orienta el escriba.

            Un ejemplo vale más que mil palabras. En la basílica de la Virgen de Luján, en Argentina, que es un sitio de peregrinación nacional muy frecuentado, por lo visto era costumbre llevar ramos de flores para la Virgen. La última vez que estuve allí, me llamó la atención un letrero colocado de manera oficial y muy clara advirtiendo a los fieles que a la Virgen le agrada mucho más que se dé de comer al hambriento que el que le regalen a ella un ramo de flores.

La 1ª lectura,

Tomada del libro del Deuteronomio, es la base de la respuesta de Jesús.

En aquellos días, habló Moisés al pueblo, diciendo:

– «Teme al Señor, tu Dios, guardando todos sus mandatos y preceptos que te manda, tu, tus hijos y tus nietos, mientras viváis; así prolongarás tu vida. Escúchalo, Israel, y ponlo por obra, para que te vaya bien y crezcas en número. Ya te dijo el Señor, Dios de tus padres: “Es una tierra que mana leche y miel.” Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria

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