Archivo

Entradas Etiquetadas ‘Dios’

“Un espacio sin dominación masculina”. Domingo 13 Tiempo ordinario – B (Marcos 5,21-43).

Domingo, 30 de junio de 2024
Comentarios desactivados en “Un espacio sin dominación masculina”. Domingo 13 Tiempo ordinario – B (Marcos 5,21-43).

IMG_5689Una mujer avergonzada y temerosa se acerca a Jesús secretamente, con la confianza de quedar curada de una enfermedad que la humilla desde hace tiempo. Arruinada por los médicos, sola y sin futuro, viene a Jesús con una fe grande. Solo busca una vida más digna y más sana.

En el trasfondo del relato se adivina un grave problema. La mujer sufre pérdidas de sangre: una enfermedad que la obliga a vivir en un estado de impureza ritual y discriminación. Las leyes religiosas le obligan a evitar el contacto con Jesús y, sin embargo, es precisamente ese contacto el que la podría curar.

La curación se produce cuando aquella mujer, educada en unas categorías religiosas que la condenan a la discriminación, logra liberarse de la ley para confiar en Jesús. En aquel profeta, enviado de Dios, hay una fuerza capaz de salvarla. Ella «notó que su cuerpo estaba curado»; Jesús «notó la fuerza salvadora que había salido de él».

Este episodio, aparentemente insignificante, es un exponente más de lo que se recoge de manera constante en las fuentes evangélicas: la actuación salvadora de Jesús, comprometido siempre en liberar a la mujer de la exclusión social, de la opresión del varón en la familia patriarcal y de la dominación religiosa dentro del pueblo de Dios.

Sería anacrónico presentar a Jesús como un feminista de nuestros días, comprometido en la lucha por la igualdad de derechos entre mujer y varón. Su mensaje es más radical: la superioridad del varón y la sumisión de la mujer no vienen de Dios. Por eso entre sus seguidores han de desaparecer. Jesús concibe su movimiento como un espacio sin dominación masculina.

La relación entre varones y mujeres sigue enferma, incluso dentro de la Iglesia. Las mujeres no pueden notar con transparencia «la fuerza salvadora» que sale de Jesús. Es uno de nuestros grandes pecados. El camino de la curación es claro: suprimir las leyes, costumbres, estructuras y prácticas que generan discriminación de la mujer, para hacer de la Iglesia un espacio sin dominación masculina.

José Antonio Pagola

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

“Contigo hablo, niña, levántate”. Domingo 30 de junio de 2024. Domingo 13º ordinario.

Domingo, 30 de junio de 2024
Comentarios desactivados en “Contigo hablo, niña, levántate”. Domingo 30 de junio de 2024. Domingo 13º ordinario.

38-ordinarioB13 cerezoLeído en Koinonia:

Sabiduría 1,13-15;2,23-24: La muerte entró en el mundo por la envidia del diablo.
Salmo responsorial: 29. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
2Corintios 8,7.9.13-15: Vuestra abundancia remedia la falta que tienen los hermanos pobres.
Marcos 5,21-43: Contigo hablo, niña, levántate

Jairo viene de vuelta de la sinagoga. A pesar de ser jefe de esa institución no ha encontrado en ella la salvación para su hija; el judaísmo, representado por la institución más importante después del templo, no conduce a la vida; la hija de Jairo, imagen del pueblo, está abocada a una muerte irremediable. Por eso Jairo, tal vez desesperado y desilusionado con aquel viejo sistema, acude a Jesús, buscando vida para su hija. Y estando con él se entera de que su hija ha muerto: ¿Para qué molestar más al maestro?, le dicen. La gente piensa que se molesta al maestro pidiéndole que dé vida. No saben que “el ha venido para que tengan vida y vida abundante”, como dice el evangelista Juan. Jesús, en estas circunstancias extremas, no se arredra: “No temas, ten fe y basta…” Para quien cree –y Jairo ha comenzado ya a adherirse a Jesús, a creer en él, en la medida en que se ha distanciado de la sinagoga-, la muerte es un sueño del que se puede despertar. Los primeros cristianos lo entendieron así cuando comenzaron a llamar a la necrópolis (= ciudad de los muertos) cementerio (= dormitorio). No lo ve así la gente que, al enterarse de la muerte de la hija de Jairo, lloraba gritando sin parar –gesto de desesperanza total-, y que, cuando Jesús dice que la niña “no está muerta, sino dormida”, se reía de él considerando la situación irreversible. Ante tanta incredulidad no hay nada que hacer. Por eso, Jesús echa fuera a la gente –para quien no cree, la muerte es el final- y entra adonde está la niña con sus padres junto con tres de sus discípulos a quienes quiere mostrar especialmente la fuerza de vida que hay en él.

Curiosamente estos tres discípulos están presentes también en la transfiguración y en el Huerto y, en ambas escenas, se duermen. Este sueño es todo un símbolo. En la Transfiguración, Jesús habla con Moisés y Elías de su éxodo –esto es, de su paso de la muerte a la vida-; en el Huerto, Jesús pide a Dios fuerzas para aceptar el camino que le lleva a la muerte, como paso para la vida definitiva. Pedro, Santiago y Juan no tienen interés en aceptar este camino del maestro hacia la muerte, porque –al igual que los judíos- no creen que sea un paso hacia la vida definitiva. Tal vez, por esto, para que aprendan que Jesús es la imagen de un Dios que da vida, Jesús se los lleva consigo. Sorprende, no obstante, que, cuando Jesús devuelve la vida a la niña, insista vivamente a los discípulos para que no digan nada a nadie. Orden lógica, pues todavía no están capacitados para digerir y asimilar y proclamar este mensaje de vida.

Se asemeja a veces la sinagoga, de la que Jairo es jefe, a nuestra vieja iglesia y a algunos de sus jefes, que no son capaces de sanar los males del mundo por estar centrados en mantener unas estructuras que no dan vida. Al igual que Jairo, nuestra iglesia, si quiere seguir siendo la iglesia de Jesús, tendrá que salir al encuentro del maestro, rompiendo viejas estructuras que la mantienen cerrada al mundo. Y en ese encuentro con Jesús y su evangelio, oirá las mismas palabras que Jesús le dirigió a Jairo: “No temas, ten fe y basta”. Tal vez sea este el mal de nuestra iglesia: tiene demasiado miedo y poca fe, y este miedo a perder seguridades, prestigio y poder le impide lanzarse a la aventura de remediar los males de un mundo abocado a la muerte; tal vez tenga que adherirse más al mensaje de Jesús y a su estilo de vida pobre, libre, solidario y entregado a los que viven en las márgenes del mundo. Sólo así podrá devolver la vida a tanto muerto que hay vivo, a tantos que gritan llorando sin parar, lamentándose de que no es posible luchar contra este injusto sistema mundano que ha marginado a tanta gente, llevándola a las puertas de la muerte.

Pablo, en su carta a los corintios, invita a resolver el problema de la injusticia y la desigualdad con generosidad. Y para ello pone el ejemplo de Jesús que, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” y hacer un mundo más igualitario donde “la abundancia de unos remedie la carencia de otros”, y brote la igualdad. Un verdadero milagro que está en nuestras manos realizar para devolver la vida a cuantos carecen de las mínimas condiciones de vida, para hacer de nuevo el milagro del maná por el que Dios impedía que unos acumulasen lo que era necesario para otros: “al que recogía mucho no le sobraba y al que recogía poco no le faltaba” (Ex 16,18). Un mundo de iguales, un mundo regido por un Dios que, como dice el libro de la Sabiduría, “no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera.. Dios creó al ser humano para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser”…

Añadamos una «nota crítica» de precaución. Una lectura no crítica de la primera lectura evoca espontáneamente el tema del «pecado original» y deja claramente la idea de que la muerte sería consecuencia del pecado original, y que éste habría sido consecuencia de «la envidia del diablo» (Sb 2,24). Es todo un conjunto teológico y simbólico lo que es evocado aquí, como de paso, el pecado original. Es importante no caer en la facilidad de apoyarse acríticamente en ese supuesto, y hablar del mal o de la muerte, con toda naturalidad, como fruto del pecado o -peor aún- como introducida en el mundo por el diablo envidioso. Somos personas de hoy, y los oyentes de las homilías también lo son. Y aunque en alguna comunidad hubiera bastantes personas con una visión mítica atrasada, aun ellas merecen ser tratadas con dignidad, con una pedagogía crítica que le ayude a reconciliar su atrasada visión mítica con una religiosidad apta para los tiempos de hoy.

Todos, los predicadores de las homilías, y también los oyentes, tenemos la obligación de reivindicar un discurso «para hoy», que no repita -con frecuencia simplemente por pereza, o por miedo- las afirmaciones manidas afirmaciones míticas, y, más importante aún, que no las repita como si de afirmaciones reales (descriptivas de algo que realmente hubiera sucedido) se tratara. Se puede evocar el mundo simbólico del pasado para explicarlo y discernirlo, pero siempre con la obligación de dejar explícitamente claro que se trata de afirmaciones «simbólicas», que en otro tiempo fueron tomadas como literalmente reales (así fue, y hasta hace bien poco tiempo), pero que hoy sabemos que sólo son simbólicas, es decir, que tienen un valor para nuestra vida espiritual, pero que en su sentido literal no son históricas, o que incluso pueden ser contrarias a la verdad histórica.

En el caso que nos ocupa en concreto -aunque aquí no debamos justificarlo- la verdad original profunda es contraria a lo que tradicionalmente nos ha sido dicho: lo «original», lo que se dio en el principio, no fue un «pecado original», sino una «bendición original». [Matthew Fox es el teólogo que más emblemáticamente ha desarrollado esta afirmación, en su libro «La bendición original. Una nueva espiritualidad para el hombre del siglo XXI», Ediciones Obelisco, Barcelona – Buenos Aires 2002]. Leer más…

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

29.6.24. Ni Pedro, ni Pablo, dos mujeres: Una se deja tocar por Jesús, otra le toca.

Domingo, 30 de junio de 2024
Comentarios desactivados en 29.6.24. Ni Pedro, ni Pablo, dos mujeres: Una se deja tocar por Jesús, otra le toca.

IMG_7604

IMG_7605

Del blog de Xabier Pikaza:

Hoy, día de Pedro y Pablo, debería ocuparme de ellos, como vengo haciendo otros años. Pero como mañana (30.6.24, dom.13 TO ciclo B) es el día de la hija del archisinagogo y de la hemorroísa prefiero tratar de ellas, pues según el evangelio de Marcos son más importantes que el mismo Pedro y Pablo.

Dos problemas tenía y tiene la vida para ellas: Uno es aceptar la vida, hacerse mujer (historia de hija del archisinagogo, a los doce años), otro es ser aceptada como mujer doce años después (historia de la hemorroísa).

             Con su especial habilidad ha vinculado  Marcos la historia de estas dos mujeres, que debemos vincular a las del fin del evangelio(Mc 16). Pueden ser dos mujeres o una sola, curada por Jesús dos veces, un milagro o dos milagros en uno, una “historia”  que no ha sido en general entendida  ni aceptada por la iglesia, que deja a las niñas en su soledad de muerte, a los 12 años,  y las sigue condenando a su cárcel propia  a los 24, encerradas en un tipo de   “hemorragia” de sangre.

            Lea el texto quien quiera seguir. Siga leyendo, si quiere,  mi extenso comentario de Marcos, o mis comentarios de RD donde expongo muchas veces este tema, cf. entradas “hemorroisa”, “archisinagogo”, “sangre”, “menstruación”…

El texto, un emparedado

El relato está estructurado en forma de “emparedado”:

  • (a) empieza con la hija del Archisinagogo (Mc 5, 22-24a) que viene donde Jesús, para pedirle que cure a su hija.
  • (b) sigue con la hemorroísa (Mc 5, 24b-34) que viene por sí misma y quiere tocar a Jesús para vivir como mujer, persona.
  • (a’) Vuelve a la hija del Archisinagogo (Mc5, 35-43). Los dos textos se unen y, leídos así, forman la carta magna de la libertad de la mujer cristiana.

Se trata, evidentemente, de una libertad que empieza por el cuerpo, pero que es libertad para la vida total, para ser ellas mismas, en relación con otros hombres y mujeres, dentro de la iglesia. En el lugar donde la Misná pone el código Nashim (De las Mujeres), centrado en rituales que consagran el sometimiento femenino, ha colocado Marcos esta escena que avala para siempre la libertad de la mujer creyente, siempre que la iglesia sea capaz de pasar al otro lado de la vida sigue siendo para ella la mujer, a los 12 y a los 24 años :

Marcos 5,21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga (archi-sinagogo), que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: “Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.” Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente [que lo apretujaba.

Y ha había por allí una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años (¡ojo, esta mujer con 12 años de hemorragia… es simbólicamente la misma hija del archisinagogo….)

Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: “¿Quién me ha tocado el manto?”Los discípulos le contestaron: “Ves como te apretuja la gente y preguntas “¿Quién me ha tocado?”” Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.”

Todavía estaba hablando, cuando] llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: “Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?” Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: “No temas; basta que tengas fe.” No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: “¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.”

Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y dijo: “Talitha qumi”(que significa: “Contigo hablo, niña, levántate”). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Tema

   Destacamos la unidad el texto con  la niña que se muere, hija del Archisinagogo, a los doce años… y la mujer encerrada tras doce años, toda la vida, fuera de la iglesia de los hombres.    Las dos mujeres (hemorroisa y niña que cumple doce años) están vinculadas por un mismo miedo a la vida y por un mismo deseo de superarlo y vivir mido. La hemorroisa vivía encerrada en su flujo constante e “impuro” de sangre menstrual, que duraba doce años (5, 25). Doce años de vida infantil ha recorrido la hija del Archisinagogo (5, 42). La hija del buen eclesiástico estado segura, se hallaba resguardada en el espacio de máxima pureza de Israel (casa de un jefe de sinagoga) y sin embargo, al descubrirse mujer, con el primer flujo de sangre que enciende su cuerpo, ella decide por dentro apagarse; no tiene sentido madurar en estas circunstancias.

Son muchas las niñas/mujeres que han sufrido y sufren al llegar a esa edad: pueden sentir el temor de su propia condición, su cuerpo deseoso de amor y maternidad, amenazado por la ley de unos varones (padres, hermanos, posibles esposos) que especulan sobre ellas, convirtiéndolas en rica y frágil mercancía; se saben objeto del deseo de unos hombres que no las respetan, ni escuchan, ni hablan. La niña del miedo Parece que esta niña no se atreve a recorrer la travesía de su feminidad amenazada: es víctima de su propia condición de mujer en un mundo de varones y se siente condenada a muerte por las leyes sacrales de su sociedad. Hasta ahora había sido feliz, niña en la casa, hija de padres piadosos (sinagogos), resguardada en el mejor ambiente. De pronto, al hacerse mujer, se descubre moneda de cambio, objeto de deseos, miedos, amenazas, represiones. Le bastan doce años de vida para sufrir en su cuerpo adolescente, que debía hallarse resguardado de todos los terrores, un terror que sienten de forma especial cierta mujeres marginadas: hemorroísas, leprosas…

Por su misma condición de niña haciéndose mujer empieza a vivir en condición de muerte. Sabemos que la sinagoga era lugar donde se escondía el poseso (Mc 1, 21-28), espacio donde el sábado valía más que la salud del hombre de la mano seca (3, 1-6). Para la sinagoga vive el Archisinagogo, símbolo de la institución sacral judía. Parece tenerlo todo y, sin embargo, no puede educar a su hija, acompañándola en la travesía de su maduración como mujer: mantiene con vida a su comunidad, pero tiene que matar (como nuevo Jefté) a su misma hija para conseguirlo.

La niña debería ser feliz, deseando madurar para casarse con otro Archisinagogo como su padre, repitiendo así la historia de su madre y las mujeres “limpias”, envidiadas, de la buena comunión judía. Pero a los doce años, edad de sus sueños, renuncia. No acepta este tipo de vida: carece de medios para iniciar un camino diferente; no le queda más salida que la muerte, en gesto callado de autodestrucción que, por la palabra final de Jesús ((dadle de comer!: 5, 43), parece tener rasgos anoréxicos. Entramos en el centro de una crisis familiar. No sabemos nada de la madre (que aparece al final, en 5,40), aunque podemos imaginar que sufre con la hija, identificándose con ella.

El drama se expresa y culmina desde el padre, capaz de dirigir una sinagoga (ser jefe de una comunidad, archi-obispo) pero incapaz de ofrecer compañía, palabra y ayuda, a su hija. Por eso, el verdadero milagro de Jesús es la conversión del padre, que debe transformarse, a través del testimonio de la hemorroisa, a fin de acoger y educar a la hija para la vida y no para la muerta. Que la hija del judaísmo viva, (que el jefe de la sinagoga se abra a la fe, creadora de familia), eso lo que quiere el Jesús de Marcos

Sigue la escena. Breve análisis  Un Archisinagogo busca a Jesús para pedirle que cure a su hija, thygatrion (5, 22-24b)). Sólo al final (5, 42) se dirá que ella tiene doce años, edad de maduración como mujer casadera… son los mismos  años de enfermedad (menstruación irregular de la hemorroisa: 5, 25). Las dos están unidas por un mismo dolor, vinculado a su condición femenina, en el contexto social israelita. Esta debía ser (hacerse ya) mayor y sin embargo el texto la presenta por dos veces como niña, en palabra significativa (paidion, korasion: 5, 40-41) que acentúa eso que pudiéramos llamar su rasgo infantil, presexuado.

Es como si negara su maduración de mujer, intentando quedarse en la infancia. Precisamente porque eso es imposible ella se muere. Como testigo de una estructura social y religiosa que no puede ofrecer vida a su hija, el Archi-sinagogo busca a Jesús pidiendo que le imponga las manos, ofreciéndole algo que él, archi-obispo, jefe judío oficial, no puede darle (5, 23).

Jesús tiene que hacer de archi-padre padre sinagogo, representante de un judaísmo que parece endemoniado (poseído por un espíritu impuro: cf. 1, 21-28; 3, 1-6), recorriendo  un largo camino de fe (Mc 5, 35-36). Tiene que hacer de padre, parece que tendría que correr y correr… Pero precisamente porque tiene muchísimo prisa por la niña se para….Está la niña muriendo (eskhatôs ekhei) y sin embargo él se detiene con la hemorroísa (5, 24b-34). Es un retraso mortal, la niña avanza hacia la muerte

Parada de Jesús. Sólo curando a la hemorroísa se puede curar a la niño

Paremos con Jesús, parecemos, La hemorroísa es una mujer encerrada en la cárcel de su sangre sin pausa…, en la cárcel de los miles de millones de varones de la historia que para viviré ellos expulsan, encierran, dominan a las mujeres, incluidos de un modo especial muchos hombres de Iglesia, de ayer y de hoy.

Leer más…

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

“En busca de la mejor medicina”. Domingo 13. Ciclo B.

Domingo, 30 de junio de 2024
Comentarios desactivados en “En busca de la mejor medicina”. Domingo 13. Ciclo B.

B13h09Del blog El Evangelio del Domingo de José Luis Sicre sj:

La muñeca rusa (Mc 5,21-43)

En los evangelios, los relatos de milagros son como contenedores bien cerrados, unos juntos a otros, sin que se mezcle su contenido. El pasaje de Marcos que leemos hoy recuerda, en cambio, a las muñecas rusas: un milagro dentro de otro. Jesús va a curar a una niña y se cuela por medio una enferma con flujo de sangre. Esa mezcla da gran dramatismo e interés al conjunto. Indico los dos relatos con distintos colores.

En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en barca a la otra orilla, se reunió con él mucha gente, y se quedó junto al mar. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies rogándole con insistencia:

̶ Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella para que se cure y viva.

Jesús fue con él y lo seguía mucha gente, que lo apretujaba.

Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: «Con sólo tocarle el manto curaré». Inmediatamente, se secó la fuente de las hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:

̶ ¿Quién me ha tocado el manto?

Los discípulos le contestaban:

̶ Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: ¿Quién me ha tocado?

Él seguía mirando alrededor para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad. Él le dice:

̶ Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad.

Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:

̶ Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?

Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:

̶ No temas; basta que tengas fe.

No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga, y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:

̶ ¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta, está dormida.

Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:

̶ «Talitha qumi», que significa: «Contigo hablo, niña: ¡Levántate!».

La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

La medicina tradicional: imposición de manos

El comienzo parece normal: un padre preocupado por su hija gravemente enferma. Lo que no es normal es su convencimiento de que Jesús puede curarla con sólo ponerle la mano encima. En nuestra cultura, el enfermo agradece que el médico no le hable a distancia; que lo ausculte y lo palpe, si es preciso. En la cultura antigua, el hombre santo y el curandero ejerce su poder mediante el contacto físico. En el evangelio de Lucas se dice que «toda la gente intentaba tocarlo, porque salía de él una fuerza que curaba a todos» (Lc 6,19). En efecto, Jesús cura a la suegra de Pedro tomándola de la mano; imponiendo las manos cura a diversos enfermos (Mc 6,5; Lc 4,40), a un sordomudo (Mc 7,32), a un ciego (Mc 8,23.25), a la mujer tullida (Lc 13,13); poniendo barro en los ojos del ciego de nacimiento le devuelve la vista (Jn 9,15); y a los discípulos les concede el poder de curar enfermos imponiendo las manos (Mc 16,18). Quien se haya fijado en las citas, habrá visto que casi todas son de Marcos y Lucas. Parece que a Mateo y Juan no les entusiasmaba el procedimiento, podría causar la impresión de un poder mágico.

Una nueva receta: tocar el manto

            Si Jairo está convencido de que la imposición de manos de Jesús basta para salvar a su hija, la mujer con flujo de sangre va mucho más lejos: le bastaría tocar su manto. La idea del manto milagroso se encuentra también en otro relato posterior del mismo Marcos: «En cualquier aldea, ciudad, o campo adonde iba, colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejara tocar al menos la orla de su manto. Y los que lo tocaban se sanaban» (Mc 6,56 = Mt 14,36).

El relato acentúa la gravedad y persistencia de la enfermedad (¡doce años!), el fracaso de los médicos y el dineral gastado en buscarle solución. De repente, a la mujer le basta oír hablar de Jesús para depositar en él toda su confianza; ni siquiera en él, en su manto. ¿Fe o desesperación? Algunos de los primeros cristianos, amantes de aplicarse los relatos evangélicos, podrían identificarse fácilmente con la mujer. «Yo también estaba desesperado, oí hablar de Jesús, y todo cambió.»

La verdadera medicina: la fe

            La mujer se cura al punto. Pero el relato toma un sesgo dramático. Jesús nota que una fuerza especial ha salido de él y quiere saber quién la ha provocado. Pregunta, rechaza la excusa de los discípulos, mira con atención a su alrededor, hasta que la mujer se presenta temblorosa y asustada. (Marcos describe a Jesús de forma tan humana, tan poco ortodoxa, que Mateo suprimió toda esa parte en su evangelio: Jesús no necesita indagar, sabe perfectamente lo que ha pasado.)

            El lector termina poniéndose en contra de Jesús y a favor de la mujer. ¿Por qué le está haciendo pasar un rato tan malo? Es un recurso genial de Marcos, el mismo que utiliza en la curación de la hija de la mujer cananea: poner al lector en contra de Jesús y a favor del quien le suplica. ¿Para qué? Para que Jesús ofrezca al final la verdadera enseñanza.

            Imaginemos que la mujer se cura y Jesús no pregunta nada. El lector se dice: «Llevaba razón la mujer. Bastaba con tocarle el manto.» Quizá añadiría: «En realidad, quien cura es Jesús, no el manto.» Pero todo el teatro montado por Jesús sirve para llegar a una conclusión muy distinta: «Hija, tu fe te ha curado.» Ni Jesús ni el manto, «tu fe». Esta afirmación podrá parecer atrevida, casi herética, a algunos teólogos. Pero, en este caso, Mateo y Lucas coincidieron con Marcos al pie de la letra: «Hija, tu fe te ha curado.»

Una medicina que, además de curar, resucita

            La acción vuelve a su origen, pero de forma trágica: la niña ha muerto. No hay que molestar al Maestro. Pero Jesús le recomienda al padre la medicina usada por la hemorroisa: «No tengas miedo; tú ten fe, y basta». Siguen hasta la casa y se sumergen en un mundo de llantos y lamentos.

La gente es lista, no se deja engañar por Jesús

            Cuando yo era joven, me indignaba leer que la gente se ríe de Jesús cuando dice que la niña no está muerta, sino dormida. Me parecía una tremenda falta de respeto. Pero estaba equivocado. La risa de la gente demuestra que Jesús no puede engañarlos. Él quiere pasar desapercibido, presentar lo que hace como algo normal, sin importancia; pero la gente sabe muy bien que la niña ha muerto, que Jesús ha realizado un gran milagro. El detalle final de darle a la niña de comer sirve para demostrar la realidad de la resurrección.

Resurrecciones en esta vida y fe en la vida futura

            La resurrección de la hija de Jairo (contada por Marcos, Mateo y Lucas) trae a la memoria otros relatos parecidos, pero peculiares: la resurrección del hijo de la viuda de Naín, que sólo cuenta Lucas; y la resurrección de Lázaro, que sólo cuenta Juan. ¿Cómo es posible que estos dos hechos tan famosos no se encuentren en los cuatro evangelios? Es cierto que la tradición oral olvida a menudo cosas y detalles. Pero resulta extraño que un evangelista no los conozca. Como un biógrafo de Beethoven que no ha oído hablar de la 9ª Sinfonía.

            A los evangelistas no les preocupaba, como a nosotros, el hecho histórico en cuanto tal, sino la realidad de lo que contaban. Lo importante no es que Jesús resucitase a Lázaro (que al cabo de los años volvería a morirse), sino que nos resucitará a todos a una vida sin fin. «Yo soy la resurrección y la vida» es también el gran mensaje de la resurrección de la hija de Jairo.

La victoria sobre Satanás (1ª lectura)

La 1ª lectura, tomada del libro de la Sabiduría, afirma que la muerte no es algo querido por Dios, sino que entró en el mundo por envidia del diablo. Aunque esto resulte discutible desde un punto de vista científico moderno, así lo interpretaban los judíos del siglo I. Con ello, la resurrección de la hija de Jairo adquiere un sentido nuevo. Marcos enfoca su evangelio como una lucha entre Jesús y Satanás. Y este es un ejemplo de su victoria sobre el que introdujo la muerte en el mundo por envidia.

No fue Dios quien hizo la muerte, ni se goza con el exterminio de los vivientes. Pues todo lo creó para que perdurase, y saludables son las criaturas del mundo; no hay en ellas veneno exterminador, ni el imperio del abismo reina sobre la tierra. Porque la justicia es inmortal, pero la injusticia atrae la muerte. Porque Dios creó al hombre para la incorrupción y lo hizo a imagen de su propio ser. Mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen.

 

Solidaridad en tiempos de migración (2 Corintios 8,7.9.13-15)

           Aunque no tenga relación con el evangelio, el fragmento de Pablo es de enorme actualidad en una época en la que miles de personas (hermanos nuestros) se encuentran en grave necesidad de acogida, comida, vestido, trabajo…

Pablo anima a los corintios a ayudar económicamente a la comunidad madre de Jerusalén, que sufre la terrible hambruna del tiempo del emperador Claudio. Su mejor argumento es recordarles el ejemplo de generosidad de nuestro Señor Jesucristo.

Hermanos: sobresalís en todo: en fe, en elocuencia, en ciencia, en vuestra preocupación por todo y en vuestro amor para conmigo; sobresalid también en esta obra de caridad. Esto no es una orden; os hablo de la buena disposición de otros para poner a prueba la sinceridad de vuestro amor. Vosotros ya conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual siendo rico se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza. No se trata de que vosotros paséis estrecheces para que otros vivan holgadamente, se trata de que haya igualdad para todos. Por eso, ahora vuestra abundancia debe socorrer su pobreza, y un día su abundancia socorrerá vuestra pobreza. Y así reinará la igualdad, como dice la Escritura: Al que tenía mucho no le sobraba y al que tenía poco no le faltaba.

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

Domingo XIII del Tiempo Ordinario. 30 de junio de 2024

Domingo, 30 de junio de 2024
Comentarios desactivados en Domingo XIII del Tiempo Ordinario. 30 de junio de 2024

4DB50066-5927-4413-B9CA-00249EA73C83

 

“No temas, solamente ten fe”

(Mc 5, 21- 43)

En el Evangelio de este domingo es necesario un punto de atención extra porque suceden muchas cosas. A Jesús y a sus discípulos les acaban de echar de un pueblo por curar a un hombre. Cruzan el lago y hay mucha gente esperándoles para encontrarse con ellos.

Si cerramos los ojos, podemos ver a Jesús a la orilla, sin mucha posibilidad de movimiento, con la gente queriéndose acercar y tocarle…, es entonces cuando se les acerca uno de los jefes de la sinagoga. Llama la atención que Marcos, décadas después de escribir el Evangelio, recordara el nombre de Jairo. Debió de ser alguien muy conocido. Este hombre importante se arrodilla a los pies de Jesús. Se trata de alguien que deja de lado su posición social y se acerca a Jesús con un corazón necesitado por su hija enferma.

Yendo de camino hacia la casa de Jairo, se nos habla de una mujer con hemorragias. Perdía su vida. Podemos imaginarnos a esta mujer, casi sin energía, haciéndose paso entre la multitud, impura según las costumbres judías por su mal, a empujones… Todo esto para poder llegar a tocar el manto de Jesús creyendo así poder curarse. El impulso que la mueve no es físico, ya no le quedan fuerzas, sino una fe muy profunda.

A veces creemos que a Jesús le seguía solo la gente humilde, pero hoy parece que no es así. Además de Jairo, se nos dice de la mujer que había tenido fortuna pero que se la había gastado en médicos deseando curarse de su enfermedad.

Tu fe te ha curado, escucha la mujer. No temas, solamente ten fe, escucha el jefe de la sinagoga cuando parece que su hija ha muerto. La fe nos cambia la vida. El miedo ahoga la fe, la oscurece, la pone en duda. Cuando nos dejamos llevar por el temor, descuidamos nuestra fe, aflojamos nuestra confianza en Dios y podemos perdernos en querer controlar y en organizarnos cada detalle de nuestra vida, sin dejarnos tocar, curar, mecer, por el amor de Dios.

Oración

Trinidad Santa, esculpe y fortalece nuestra fe. Haznos confiar a ti nuestros proyectos, nuestras dificultades, nuestra vida.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

¿En quién debemos confiar? Esta es la clave.

Domingo, 30 de junio de 2024
Comentarios desactivados en ¿En quién debemos confiar? Esta es la clave.

DOMINGO 13ºcanaanite%2bwoman%2band%2bjesus

Mc 5,21-42

Del final del c. 4 de Mc, pasamos al final del c. 5. En este capítulo, antes del relato que vamos a leer, Jesús cura a un endemoniado y permite que los espíritus inmundos se metan en una piara de cerdos que se precipita en el mar. Jesús vuelve a atravesar el lago en dirección a Galilea, y allí encuentra de nuevo a la multitud que le busca. El domingo pasado nos hablaba del “poder” de Jesús sobre la naturaleza. Continúa el evangelio con la manifestación de “poder” sobre los espíritus inmundos. Hoy damos dos pasos más: “Poder” sobre la enfermedad; Y “poder” sobre la muerte (la hija de Jairo). No cabe una síntesis más clara, ordenada y progresiva de la actividad salvadora de Jesús.

En el doble relato de hoy, descubrimos un mensaje muy profundo. Por una parte, la niña y su padre son imagen de los sometidos a la institución. Jairo es un cargo público, aunque no estrictamente religioso. La mujer enferma representa a los marginados y excluidos por una interpretación demasiado legalista de la Ley. Este simbolismo se hace más claro por el anonimato de las dos mujeres, y los doce años de enfermedad de la mujer y los doce años de vida de la niña. El número doce es símbolo de Israel.

Jairo (símbolo de la institución) no encuentra salida en la religión y busca la salvación en Jesús, que había sido ya rechazado por sus jefes. La decisión es tan difícil que espera hasta el último momento para ir en busca de Jesús. La mujer enferma también se había gastado toda su fortuna en buscar salvación. Tampoco le quedaba otra salida. La religión no sólo no le daba solución, sino que la excluía hasta límites inimaginables hoy. Uno viola formalmente la Ley acudiendo a un proscrito. La otra viola literalmente la Ley tocando a Jesús. En ambos casos, Jesús apela a la fe-confianza como motor de salvación.

Para descubrir la importancia del relato hay que tener en cuenta las leyes de pureza que afectaban a la mujer. El Levítico dice: “La mujer permanecerá impura cuando tenga su menstruación o hemorragias”. La mujer considerada impura y causante de impureza. Podemos imaginar la tara psicológica que dejaba en la mujer esta considera­ción de impura. La hemorroísa tenía prohibido tocar y ser tocada. Ella sabe que el acto que puede salvarle está prohibido por la Ley. Sin embargo, doce años de sufrimiento la empujan. Esta valentía no está exenta de temor, se acerca por detrás. Tocar a Jesús no solo manifiesta la confianza en él, sino en sí misma. Su valentía la devuelve la salud.

Con una aguda sensibilidad más que humana, percibe que le han tocado (todos le están apretujando). Cuando Jesús pregunta “¿Quién me ha tocado?”, está dando a entender que alguien ha llegado hasta él buscando una respuesta a su opresión. Aceptando ser tocado, más allá de la norma, entra en la dinámica que la mujer había iniciado. Se abre a la comunicación profunda y sanadora a través del cuerpo. Los dos están expresando lo mejor de sí mismos. El cuerpo “impuro” de la mujer es reconocido y aceptado como normal. Dejándose tocar Jesús se coloca por encima de los códigos sociales y religiosos. Una relación que abarca todos los aspectos del ser, el físico, el psíquico y el religioso. La mujer se salta la Ley, pero Jesús va más allá y reacciona como si la Ley no existiera.

El milagro se produce sin que intervenga la voluntad de Jesús. La fe-confianza de la mujer desencadena la curación. Este relato es una mina para tratar de descubrir qué es lo que sucedía de verdad cuando el evangelio habla de “milagros”. No significa una acción en contra de las leyes de la naturale­za. Todo lo contrario, es dejar libre la naturaleza para que pueda desarrollar su ‘ley’ sin las trabas que le pone la racionalidad. Porque esa armonía no es lo normal, llamamos milagro a los procesos que serían los más naturales. Un ser humano liberado de sus complejos, de sus miedos, de una religión opresora. Un ser humano que puede empezar a ser él mismo, a valorarse porque se siente apreciado.

Se reanuda el relato de la hija de Jairo con la llegada de los emisarios, que traen noticias de muerte. Jesús es portador de vida y le dice a Jairo: basta que tengas fe. La multitud se pone de parte de los emisarios de muerte y se pone a llorar; pero Jesús no hace ningún caso y sigue adelante. Cogió de la mano a la muchacha, pero a diferencia de la suegra de Pedro, no la levanta, sino que le dice: ¡levántate!, el mismo verbo Mc emplea para hablar de resurrección. En contra de lo que dice expresamente la Ley, toca a un muerto, y en vez de quedar él contaminado de muerte, da la vida al cadáver.

Una pista importante: a la niña se le llama con distintos nombres. Primero hijita, luego hija, luego niñas y por fin joven casadera. Todo un proceso de maduración psicológica que va mucho más allá de una simple resurrección. Los doce años eran el tiempo de pasar de niña a persona adulta. Psicológicamente es un momento crucial para el equilibrio psíquico. Seguramente la niña no tuvo el apoyo necesario para superar el trauma. Recuperó su vitalidad cuando encontró el marco adecuado para dar el difícil paso.

No nos engañemos, la importancia de estos relatos no está en el hecho de curar o de resucitar, sino en el simbolismo que encierran. Pensar que la obra de Jesús se puede encerrar en tres resurrecciones y en una docena de curaciones, es ridiculizar su figura. Objetivamente, los curados volverían a enfermar y entonces no estará allí Jesús para curarlos. Los resucitados volverán a morir sin remedio. Jesús no puso el objetivo de su misión en una solución de los problemas. La salvación que ofrece Jesús es para todos y en cualquier circunstancia. También para los enfermos, marginados, explotados. Si no tengo esto en cuenta, puedo pensar que la salvación de Jesús no es para mí.

En el AT queda claro que Dios no hizo la muerte. Jesús va más allá y nos dice que Dios no quiere nada negativo para el hombre. Las limitaciones son inherentes a nuestra condición de criaturas. La salvación está siempre en un plano superior y más pleno que toda limitación. Se puede dar en plenitud, a pesar de cualquier limitación, incluida la muerte. La salvación que propone Jesús libera siempre. No se trata de un premio para privilegiados sino de una oferta absoluta de Dios para todos. Esa fuerza, que Jesús era capaz de poner en marcha, está disponible para todos; lo único que tenemos que hacer es dejar que actúe. Nos puede salvar, de la misma manera que tiene poder para bloquear los procesos naturales y causar así un daño a su propio ser o/y a los demás.

En los dos casos, la multitud queda al margen de la salvación. Para Jesús, los entes de razón (multitud, pueblo, iglesia) no pueden ser objetos de salvación. Lo que le importa es la persona, porque es lo único real. Esto lo hemos olvidado y hemos cometido el disparate de sacrificar a la persona en aras de la institución. También hoy tendría que ser nuestra principal tarea el liberar a tantos seres humanos atrapadas en las interpretaciones aberrantes de Dios y de su Ley. La religión seguirá oprimiendo y esclavizando mientras seguimos dando más importancia a la institución que a la persona.

 

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

Jairo

Domingo, 30 de junio de 2024
Comentarios desactivados en Jairo

IMG_5704Mc 5, 21-43

«No temas, basta con que tengas fe»

Otro pasaje para contemplar; para dejar volar la imaginación y disfrutar.

De regreso a Cafarnaúm, ocurrió uno de esos sucesos extraordinarios capaces de generar por sí solos una leyenda. Habían zarpado de la otra orilla del lago después del amanecer, y tras varias horas de lucha contra el viento del Oeste atracaron por fin en la pequeña rada que servía de puerto natural a esta población. Era una mañana fresca, pero despejada, como tantas otras en aquella época del año.

Al acercarse a la aldea vieron que un buen número de personas salían presurosas a su encuentro. Al parecer alguien había divisado la vela de la embarcación de Pedro y había hecho correr la noticia de su regreso. Pero habitualmente eran pocos los que salían para contemplar las maniobras de atraque o la descarga del pescado, y en este caso el grupo era numeroso y su forma de caminar hacia ellos nada tenía que ver con la de los curiosos que se acercan al puerto a pasar el rato. «Algo raro está ocurriendo», comentó Pedro.

Y tenía razón. Cuando se acercaron más, vieron que Jairo —hombre conocido por todos— se separaba del grupo y se arrojaba a los pies de Jesús balbuciendo palabras ininteligibles entre sollozos. Aquello era todavía más raro; algo muy grave tenía que estar ocurriendo para que Jairo, jefe de la sinagoga, desautorizase con su actitud a los doctores de Jerusalén que habían acusado a Jesús de pactar con Belcebú…

Pero no lograban entender sus palabras.

Jesús le cogió de los codos y lo levantó. Todos los concurrentes permanecían en silencio contemplando la angustiosa escena que se desarrollaba ante sus ojos, y todos, también, sentían una profunda lástima porque conocían la tragedia que azotaba a la familia de Jairo. Jesús nada dijo mientras aquel hombre trataba de recobrar el sosiego, pero cuando vio que los hipos y sollozos se calmaron un poco, le preguntó en aquel tono amable que siempre empleaba con los que sufrían: «¿Qué te ocurre, Jairo?»«Mi hija de doce años está muy enferma. Ven e imponle las manos para que se cure y viva».

Jesús le cogió de un hombro en señal de consuelo, y le dijo: «Vamos».

Los ojos de aquel hombre estaban enrojecidos por el llanto, sus hombros caídos, y todos sus gestos mostraban a un ser derrotado por un sufrimiento vivísimo. Jairo era una persona bondadosa, apreciada por sus vecinos, por lo que su desgracia pronto se había difundido por toda Cafarnaúm.

Entraron en la ciudad a buen paso, pues intuían que el tiempo era un factor que podía marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Delante del gentío marchaban Jairo y Jesús. Jairo volvía a llorar desconsolado, y Jesús le confortaba con palabras de ánimo. Por detrás se iban incorporando los vecinos que veían pasar tan triste cortejo, y el número de integrantes del grupo aumentaba sin cesar. Acuciado por la ansiedad, el paso que marcaba Jairo era cada vez más vivo, lo que provocaba carreras en la cola del grupo y apelotonamiento en su centro, pues las estrechas callejuelas por donde transitaban no estaban hechas para absorber semejante flujo de gente.

Frente a la casa del dignatario se abría una explanada de tierra compactada que servía para trillar las mieses y las legumbres. Cuando desembocó allí el gran grupo de gente —en el que ya se hallaba la práctica totalidad de los habitantes del pueblo— una mujer llorosa salió de la casa y se dirigió a Jairo, diciendo: «No molestes más al maestro; tu hija ha muerto».

Jairo se encogió como si hubiese sido alcanzado por un rayo y se echó las manos al rostro. Toda su figura reflejaba un duelo agudísimo. La gente estaba silenciosa; abrumada por la tragedia de aquel padre. De alguna forma, todos se sentían partícipes de ella y compartían su dolor. «No temas —le oyeron decir a Jesús—. Ten solo fe».

Le cogió del brazo y le empujó hacia la casa. Pedro, Santiago y Juan entraron también con ellos, pero todos los demás quedaron fuera.

La gente, preocupada y ansiosa, se arremolinaba en torno a cualquiera que pareciese poseer alguna noticia. Los hombres permanecían taciturnos mirando al suelo; las mujeres siseaban por lo bajo. Al cabo de unos minutos se abrió la puerta y apareció Jairo con la niña sana y sonriente. Le cogía de la mano con cariño, y sus lágrimas, aún abundantes, eran ahora de felicidad.

Jesús salió detrás de ellos y a él se dirigieron todas las miradas. Sabían que aquello había sido obra suya y le pedían con su mirada una explicación. Él, sonriente también, les dijo con sencillez: «Solo dormía».

Y discretamente se marchó por un costado de la casa.

Al comprobar el final feliz de este episodio, el gentío, entusiasmado, prorrumpió en un estruendoso clamor que se prolongó a lo largo de un buen rato. Luego buscaron a Jesús para encumbrarle, pero no le hallaron. Algunos dicen que se retiró al campo a orar y no regresó hasta el día siguiente. Profundo conocedor del alma humana, sabía que a su regreso la euforia del primer momento se habría aplacado y las cosas habrían vuelto a la normalidad.

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer un artículo de José E. Galarreta sobre un tema similar, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

¿Andamos por la vida entre miedos o nos movemos impulsados por la fe?

Domingo, 30 de junio de 2024
Comentarios desactivados en ¿Andamos por la vida entre miedos o nos movemos impulsados por la fe?

talita-cumi550Marcos 5,21-43

Desde la situación en que estemos, nuestra fe nos pone en camino para ir a Jesús, un camino marcado por la confianza en Él, único Señor de la vida.

Escuchemos, como si fuera la primera vez que lo oímos, este relato cargado de imágenes y datos concretos, que facilita la visualización de lo que está narrando con frases claras y contundentes, que puede suscitar interés desde el inicio:

“Mi niña está en las últimas”, “Mucha gente que lo apretujaba” “Lo había gastado todo” “Se acercó asustada y temblorosa” “Se reían de él”  “La niña no está muerta está dormida” “Con solo tocarle el borde del manto”…

Nos introduce, sin mucho esfuerzo en la vida de dos personajes muy distintos:

– Una mujer sin nombre, de la que solo sabemos que está enferma. No podemos pensar en alguien en peor situación en Israel entonces: mujer, con una enfermedad de mujeres que la hace impura, marginada de la vida familiar y social, arruinada y desahuciada de los médicos

– Jairo, un hombre, citado con su nombre y categoría social, afirmando su rectitud y valía, que no teme por su vida sino por la de su hija seriamente enferma.

Ambos, es lo que afirma el evangelio, son testigos de una fe grande en Jesús y desde esta fe y su propia realidad se ponen en movimiento: La mujer sola, en silencio, asustada  y temblorosa se arriesga a saltarse las normas y acercarse a Jesús por detrás, convencida de que con el gesto de tocarle solo el manto en secreto, Él puede salvarla y la salvará de la enfermedad devolviéndole la vida.

Jairo se acerca de frente, acompañado, se presenta a Jesús, se postra ante Él, expresa su dolor y pide confiado su intervención. Escucha como Él le responde y se ponen en camino juntos acompañados, arropados, por mucha gente.

Caminos de fe muy distintos, tan ricos en matices que nos permiten sentirnos identificados con alguno de ellos en muchos momentos de nuestra vida. Pero ambos, caminos de fe seria y comprometida. Por eso el final es el mismo: Jesús les devuelve la paz, la salud, la vida, porque solo Él es el Salvador, el Señor, el Dios de la vida para todos. Esta es la afirmación, el mensaje central del evangelio.

Y ante esta afirmación lo que se nos plantea es la hondura de nuestra fe. ¿Creemos en Jesús? ¿Qué es lo que significa realmente para mí, en mi vida diaria, creer en Jesús? ¿Hasta donde llega mi confianza en Él? ¿Cómo es mi acercamiento a Jesús, en qué momento o situaciones lo hago?

En definitiva, ¿confío en Él cuando me siento como la mujer anónima, sola, que ve su vida sin salida, sumida en la enfermedad, en el fracaso, en situaciones de aislamiento o de muerte? ¿Y sigo confiando en Él cuando me siento como Jairo, con nombre y responsabilidad en la iglesia, en la comunidad parroquial, en la familia, con necesidad de clamar por otros, mi hija, mis proyectos, mis sueños… que parecen muertos aunque Jesús opina que solo están dormidos?

Jesús contrapone como en otras muchas ocasiones dos cosas importantes el miedo y la fe: “No tengas miedo, tan solo ten fe”.No tengas miedo a los que te van a echar si te ven acercarte a Jesús, por impura, por poco ortodoxa, por distinto, por mujer… No tengas miedo a los que te juzgan, critican y marginan. No tengas miedo a los que te dicen que dejes en paz al maestro que el proyecto ya está muerto, que no hay nada que hacer, que hay que aceptar resignadamente las “cosas como son en estos tiempos”…

Tan solo ten fe ante tu hija que parece muerta, ante tu obra de toda la vida que parece fracasada, ante los esfuerzos y entregas no reconocidos…  Ten fe ante tu propia impotencia, vulnerabilidad y a veces desanimo…

Pero, ¿cómo sabemos que realmente tenemos fe? Si, como la mujer o como Jairo, estemos donde estemos, nos ponemos en camino para ir a Jesús. Un camino marcado por la confianza que no se sostiene en lo que pasa, o en cómo evolucionan las cosas, sino solo en la fe en Jesús. Como dice el profeta “Aunque la higuera no eche yemas y las vides no den fruto… aunque no haya vacas en el establo y se acaben las ovejas del redil… Con todo, yo me alegraré en el Señor y me gozaré en el Dios de mi salvación.” (Habacuc 3, 17)

Y al final, en estos como en todos los milagros, Jesús afirma Tu fe te ha salvadote ha curado, te ha dado la paz, te ha devuelto la vida. Esa fe que es un don de Dios, sin duda. Pero también una tarea nuestra cuidar y alimentar.

Pidamos al Señor este domingo que nos saque de nuestros miedos y aumente nuestra fe.

 

Mª Guadalupe Labrador Encinas, fmmdp

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

La vida no está amenazada

Domingo, 30 de junio de 2024
Comentarios desactivados en La vida no está amenazada

IMG_5677Domingo XIII del Tiempo Ordinario

30 junio 2024

Mc 5, 21-43

En cuanto reducimos la vida a “algo” -un objeto o contenido de la consciencia-, empezamos a verla como una realidad impermanente y fugaz. La pensamos como la cara opuesta a la muerte, como si constituyeran dos polos absolutamente contradictorios que se eliminarían mutuamente. Con tal planteamiento, no es extraño terminar asumiendo, como absolutamente cierta, la idea de que la vida se halla constantemente amenazada.

Ahora bien, cuando comprendemos que la vida no es “algo”, sino -como la consciencia- lo único realmentereal, un proyecto inteligente y autodirigido en despliegue incesante, nuestra visión se modifica por completo.

Advertimos entonces que la muerte no es lo opuesto a la vida, sino al nacimiento. Que el nacer y el morir son sencillamente formas que la vida adopta. Y que la vida no corre nunca peligro ni está expuesta a ninguna amenaza. La vida es lo que es, en realidad -y hablando con rigor- lo único que realmente es.

Ahora bien, que la vida no esté amenazada no significa en absoluto que a nuestros yoes les vayan las cosas como pretenden, ni que se satisfagan sus expectativas. En cuanto formas impermanentes, los yoes se verán sometidos a altibajos y vaivenes de todo tipo -como cualquier otra forma-, padecerán cambios y pérdidas y terminarán en la muerte.

Hablamos con propiedad cuando decimos que somos Vida -el autor del cuarto evangelio lo pone en boca de Jesús en varias ocasiones-, pero el sujeto de tal expresión no es el yo particular que, envanecido, habría terminado absolutizándose. No; el sujeto que afirma ser vida solo puede ser el YO universal, ese “Yo” que todos los seres compartimos.

Y ahí nos topamos una vez más con nuestra paradoja: vistos desde un lado, somos el yo particular que se desenvuelve en el mundo de las formas: esa es nuestra personalidad; vistos desde el otro, somos vida, o mejor, la Vida es en nosotros: esa es nuestra identidad. ¿Con qué nos identificamos realmente? De ello dependerá todo lo demás.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

Buena muerte no es eutanasia sino esperanza.

Domingo, 30 de junio de 2024
Comentarios desactivados en Buena muerte no es eutanasia sino esperanza.

resurreccion-de-la-hija-de-jairo_thumbDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- La muerte en la existencia humana

Probablemente el gran problema de la vida sea la muerte.

Las lecturas de hoy  nos emplazan ante el problema de la muerte: Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo los vivientes (Sabiduría, 1ª lectura). la resucitación de la hija de Jairo, así como la sanación de aquella mujer que perdía la vida  (hemo-reo) en el Evangelio. (En la antropología bíblica perder la sangre era perder el “alma”, la vida).

02.- La muerte y la vida presente en todas las culturas.

        El problema de la muerte ha estado y está presente en todas las culturas y religiones, al menos hasta nuestros días. Y es que donde hay un ser humano, está el problema de la muerte.

          El mundo animal no entierra.

        Pero ya en Atapuerca y en muchas etapas de la evolución del ser humano, enterraban. Lo cual significa que ya desde esos comienzos de la hominización la muerte no es meramente un asunto biológico, sino humano. En un enterramiento, ya en Atapuerca, hay sentimientos, hay esperanza y por ello hay ritos, símbolos, algún tipo de celebración.

     Los egipcios desplegaron una gran cultura-religión sobre la muerte: las grandes sepulturas en las pirámides, y en las pequeñas sepulturas con sus ritos, vasijas, alimentos-comidas funerarias, etc. En el mundo más oriental han cultivado la reencarnación, el karma, la transmigración de las almas, la cremación con carácter religioso.

          Leía en Religión Digital que en los últimos doce meses (2023-2024) en Japón, el 70% de la población ha ofrecido comida, agua o bebidas para honrar o cuidar a sus antepasados. En Vietnam, el 86% de la población ha realizado este ritual en el último año.

           La civilización incaica también tenía sus ritos y su tratamiento de la muerte. Occidente, nuestra cultura, la filosofía y cultura griegas vivió la muerte desde la inmortalidad del alma. Israel, el pensamiento bíblico terminaron –no sin esfuerzo- llegando a la fe en la resurrección.

        Curiosamente hoy todo esto casi ha desaparecido de nuestra mentalidad, de nuestras costumbres.

        La muerte ha pasado de manos de la tradición, de la religión, de la fe a la “mortuary business” (el negocio mortuorio).

        La civilización actual elimina la muerte como problema muerte mejor no planteársela porque casi “no existe”, ni se sabe ya lo que es una buena muerte o, mejor: se entiende por buena muerte, una “buena eutanasia”.

        Recientemente, en 2023, G. Lohfink (buen teólogo alemán fallecido este mes de junio de 2024) publicaba un libro con un título provocativo: “Al final ¿la nada? Sobre la resurrección y la vida eterna”, en el libro plantea el problam de la muerte y de la vida, de lo que nos cabe esperar.

        Hoy eliminamos pronto y rápidamente la cuestión.

“Esperemos que se apruebe la eutanasia y se terminó la conversación”.

        Sin embargo el ser humano siempre tiene -tenemos-  nostalgia de vida y de vida plena. La muerte siempre aflora en nuestra existencia, en nuestras preocupaciones.

        Eliminar la muerte del campo de visión del ser humano, no es humanizar la vida.

        Una persona adulta tiene que habérselas -tenemos que habérnoslas- con la muerte y no como mero hecho biológico – médico.

03.- Una buena muerte.

        En nuestra tradición cristiana siempre ha existido el deseo y la oración por una buena muerte.

        Hoy también se habla del derecho a una muerte digna. Pero se dicen cosas muy distintas.

        La sola eutanasia no es ayudar a una buena muerte

        Los cuidados paliativos están muy bien, aliviar el dolor es algo muy noble. Paliar el dolor es ser buenos samaritanos en la vida y en la muerte.

        Aante el problema de la muerte, para ayudar a “bien morir” -como decía la fe de nuestros mayores- lo más importante no es la sedación, sino un puñado de amor y otro de esperanza. Una buena muerte es morir con esperanza.

        Demis Roussos lo cantaba espléndidamente:

        Si tengo que morir querré que estés ahí.
Sé que tanto amor me ayudará a descender al más allá.

Entonces diré adiós sin miedo y sin dolor
           En la soledad reviviré los años de felicidad.
           Para cruzar el umbral No deseo nada más

04.- Mi vida está en manos de Dios.

        Claro que todo esto requiere un humus de fe y esperanza en nuestro  Dios, que es Dios es de vida, que no quiere la muerte.

+      El hijo pródigo estaba muerto y volvió a la vida.

+      Jairo, el jefe de la sinagoga, confiaba en que Jesús devolvería la vida a su pequeña hija.

+      La mujer -hemorroísa [1]– que perdía la vida, creía que Jesús podía devolvérsela..

+      Jesús resucita al hijo de la viuda de Naím.

+      La familia de Lázaro, Marta y maría (la iglesia naciente) creían en que Jesús podía conferir vida a Lázaro.

+      El buen ladrón muriendo con Jesús en la cruz, le pide a Jesús que se acuerde de él cuando esté en la vida, en el Reino.

+    Desde el principio existía la vida…

        Quizás no podemos, no sabemos decir más: Dios ama la vida y nos quiere para la vida. Lo que sabemos del después de la muerte  es desde la fe. Por eso nuestro humilde actitud ante estas cosas sea la de confiar.

Mi espiritualidad a este respecto es la de unos salmos -personas orantes- del AT que confían en el Señor.

Salmo 16,9-11

v 9.       Yahvé es  mi bien … Por eso descanso en paz y confiado.

v  10     Dios no abandonará mi vida en el sheol (lugar de los muertos), no dejarás a tu fiel amigo conocer la fosa. (corrupción / muerte).

v  11      Me enseñarás el camino de la vida. Me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha

Salmo 49

v 16        Pero a mí (al salmista) Dios me salva: Dios rescatará mi vida, mi alma (me llevará consigo) de las garras del sheol (abismo) y me llevará consigo.

v 23        Yo siempre estaré contigo, tú agarrarás mi mano derecha.

v 24      Me guiarás según tus planes y me llevas  a un destino glorioso y al final en la gloria me tomarás.

Salmo 73

v 23            Yo siempre estaré contigo, tú agarrarás mi mano derecha.

v 24            Me guiarás según tus designios y me llevarás  a un destino feliz y al final en la gloria me tomarás.

        Mejor declinamos una curiosidad a la que no podemos responder: “dónde” ocurrirá, “cómo” será, “dónde” acontecerá…

        No lo sabemos. Lo que sucede después de la muerte solamente lo sabemos por la fe.

Solamente en Dios confía mi alma
Me basta con eso.

[1] Hemo: sangre (hematíes) / reo: correr (hemo – ragia).

hemorroisa_cortada

***

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

“La curación de la hemorroísa como preanuncio de una iglesia sin exclusión en razón del sexo”, por Consuelo Vélez

Domingo, 30 de junio de 2024
Comentarios desactivados en “La curación de la hemorroísa como preanuncio de una iglesia sin exclusión en razón del sexo”, por Consuelo Vélez

artworks-000121602575-x6rh7u-t500x500De su blog Fe y Vida:

Comentario al evangelio del domingo XIII del Tiempo Ordinario 30-06-2024

La hemorroisa pasa por encima de las normativas de su tiempo y toca el borde del manto de Jesús

Y su curación fue fruto de su acción, de su osadía, de su persistencia para buscar la salud; actitud que Jesús alaba

Si Jesús fue capaz de reconocer el poder de la mujer para la restitución de su dignidad, no menos tiene que hacer la institución eclesial frente a las peticiones de las mujeres

Cuando Jesús pasó otra vez en la barca al otro lado, se reunió una gran multitud alrededor de Él; y Él se quedó junto al mar.

Y vino uno de los oficiales de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle se postró a sus pies. Y le rogaba con insistencia, diciendo: Mi hijita está al borde de la muerte; te ruego que vengas y pongas las manos sobre ella para que sane y viva.

Jesús fue con él; y una gran multitud le seguía y le oprimía. Y una mujer que había tenido flujo de sangre por doce años, y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía sin provecho alguno, sino que, al contrario, había empeorado; cuando oyó hablar de Jesús, se llegó a Él por detrás entre la multitud y tocó su manto. Porque decía: Si tan sólo toco sus ropas, sanaré. Al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su aflicción.

Y enseguida Jesús, dándose cuenta de que había salido poder de Él, volviéndose entre la gente, dijo:

 + ¿Quién ha tocado mi ropa?

Y sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te oprime, y dices: “¿Quién me ha tocado?”
Pero Él miraba a su alrededor para ver a la mujer que le había tocado.

Entonces la mujer, temerosa y temblando, dándose cuenta de lo que le había sucedido, vino y se postró delante de Él y le dijo toda la verdad.

Y Jesús le dijo:

+ Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz y queda sana de tu aflicción.

Mientras estaba todavía hablando, vinieron de casa del oficial de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas aún al Maestro?

Pero Jesús, oyendo lo que se hablaba, dijo al oficial de la sinagoga:

+ No temas, cree solamente.

Y no permitió que nadie fuera con Él sino sólo Pedro, Jacobo y Juan, el hermano de Jacobo. Fueron a la casa del oficial de la sinagoga, y Jesús vio el alboroto, y a los que lloraban y se lamentaban mucho. Y entrando les dijo:

+ ¿Por qué hacen alboroto y lloran? La niña no ha muerto, sino que está dormida.

Y se burlaban de Él. Pero Él, echando fuera a todos, tomó consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con Él, y entró donde estaba la niña. Y tomando a la niña por la mano, le dijo:

+ Talita Kum (que traducido significa: niña, a ti te digo, ¡levántate!).

Al instante la niña se levantó y comenzó a caminar, pues tenía doce años. Y al momento se quedaron completamente atónitos. Entonces les dio órdenes estrictas de que nadie se enterara de esto; y dijo que le dieran de comer a la niña (Marcos 5,21-43)

 El evangelio de hoy tiene como protagonistas a una niña y a una mujer. La primera no tiene un papel activo, sino que es su padre el que pide para ella la curación. La segunda es protagonista de su propia curación. Si recordamos los evangelios que hemos comentado durante este año, a excepción de las mujeres a quienes Jesús se apareció en su resurrección, no hemos considerado otros pasajes en que las protagonistas sean mujeres. De ahí que el género femenino esté tan invisibilizado en la vida de fe. Los mismos escritores sagrados privilegiaron el protagonismo de los varones en la iglesia naciente y la predicación posterior ha contribuido a prestar más atención a dicho protagonismo que al de las mujeres. Pero el texto de hoy es supremamente significativo, especialmente, el texto de la hemorroisa. Ella se presenta como una mujer que transgrede las reglas de pureza de su tiempo. Por su condición de enferma con flujo de sangre no debería haber tocado a nadie y, menos a un varón. Pero ella pasa por encima de esas normativas y toca el borde del manto de Jesús. Y la curación es fruto de esa acción, de su osadía, de su persistencia para buscar la salud. Jesús no tiene más que palabras de alabanza hacia ella: “Hija, tu fe te ha sanado, vete en paz y queda sana de tu aflicción”.

Así hemos sido las mujeres en la historia. De una historia de siglos de subordinación, muchas mujeres han levantado su voz y, sin importar las consecuencias que sufrieron por tal osadía, abrieron las puertas para que hoy las mujeres tengamos derechos y sigamos pidiendo la eliminación de todo tipo de discriminación en razón del sexo. En la historia de la Iglesia la situación no ha sido muy distinta. La lectura literal de pasajes relativos a la mujer y su invisibilización, como dijimos antes, han llevado a una exclusión de las mujeres de las esferas de decisión y de los ministerios ordenados. Pero estas figuras bíblicas, como la hemorroísa que hoy recordamos, han contribuido a empoderar a las mujeres cristianas y ha exigir también, dentro de la iglesia, la superación de todas las exclusiones en razón del sexo. No esta siendo fácil la tarea y el sínodo de la sinodalidad que está llevando a cabo, lo está mostrando una vez más. Las peticiones hechas por las mujeres en la etapa de consulta han ido diluyéndose y, en la actualidad, solo queda en firme, la petición por el diaconado femenino. Sin embargo, frente a esta petición hay bastantes voces en contra. Pero nadie puede impedir que sigamos tirando del manto de la institución eclesial y, confiamos que, lleguen a entender que, si Jesús fue capaz de reconocer el poder de la mujer para la restitución de su dignidad, no menos tiene que hacer la institución eclesial frente a las peticiones de las mujeres. Deseamos que así suceda y seguimos en pie procurándolo.

Sobre la hija de Jairo, lo importante es reconocer la fe que se pone en acto también en este milagro, en ese caso por parte de un varón. Cuando ya la niña muere, la multitud le dice a Jairo que ya no moleste más al maestro. Pero el mismo Jesús es quien sale al paso, va hasta la casa y la revive. Una vez lo que está en juego es la fe que es capaz de conseguir lo imposible. Este milagro también podría ayudar para el empoderamiento de las mujeres. Ni la muerte de la niña, impide que Jesús le devuelva la vida. En nuestro caso, ni la negativa durante siglos a conferir a las mujeres el lugar igualitario con los varones, podrá impedir que algún día sea posible una iglesia de ministerios compartidos, de decisiones tomadas por todo el pueblo de Dios, de reconocimiento pleno de la dignidad fundamental de todo el pueblo de Dios y su sentido de la fe (sensus fidei) para tomar las decisiones necesarias para cada presente. Que el evangelio nos fortalezca para seguir pidiendo una reforma de la iglesia en el que una condición indispensable es el lugar de las mujeres en ella, con su plena participación en todas las instancias, en todos los ministerios.

(Foto tomada de: https://familiafranciscana.com/2018/06/24/la-hija-de-jairo-y-la-hemorroisa)

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

“El Pueblo elegido”, por Gabriel María Otalora

Sábado, 29 de junio de 2024
Comentarios desactivados en “El Pueblo elegido”, por Gabriel María Otalora

IMG_5654De su blog Punto de Encuentro:

La tendencia natural humana es a creer que el por alguien, ya sea pueblo o persona, presupone un halo se superioridad respecto al resto. A lo largo de la historia, diferentes grupos de todas las religiones mundiales, han tenido este sentimiento de superioridad mundana para diferenciarse de los demás, e incluso despreciar o perseguirles por ello. Le pasó al pueblo judío tal como lo cuenta el Antiguo Testamento, y ha seguido ocurriendo hasta hoy, entre nosotros. Ese puntito de superioridad que tan bien le viene a la soberbia: sentirnos elegidos por ser mejores, más queridos, superiores…

¿Qué significa ser elegido por Dios? En ambos Testamentos, ser elegido significa ser llamado por Dios para una misión en particular, para trabajar responsabilidades. No se trata de privilegios o estatus, sino de la obra que Dios nos pide. El hecho de que los judíos sean el pueblo escogido de Dios significa que se les ha pedido una responsabilidad bíblica. No se trata de que Dios les quiera más; Él quiere a todos por igual, no podría ser de otra manera tratándose de Dios-Amor. Conviene recordarlo y sobre todo, vivirlo.

 Algunos ejemplos de figuras bíblicas disipan las dudas:Abraham fue llamado a abandonar su tierra natal y establecer a su familia en el lugar que Dios le revelaría. A Moisés se le confirió la enorme tarea de liderar la liberación de su pueblo.Ester fue la elegida para salvar a su gente del genocidio. Juan el Bautista fue llamado a ser el mensajero de la venida del Mesías. María fue elegida para ser la madre del Salvador.Jesús eligió a sus discípulos para continuar la misión emprendida…

Ellos y ellas se enfrentaron a la incertidumbre, al peligro y al sufrimiento. No se les pidió que pensaran en sus bienes o en su reputación, sino que valoren su misión por encima de ellos mismos, como afirma el apóstol Pablo. Ayer fue el pueblo judío y sus referentes, hoy somos todos los que nos decimos cristianos los enviados a dar testimonio de la Buena Noticia (evangelizar), cada cual con sus dificultades y limitaciones, cargando con su cruz en el seguimiento. Elegidos para transmitir con el ejemplo la Buena Noticia a todos los demás.

En genérico, evangelizar con el ejemplo es transformarnos en portadores de la Buena Noticia desde el agradecimiento por tener la fe: nos ha tocado la lotería a todos, pero unos cuantos conocemos la noticia, y estamos elegidos en libertad para vivirla de manera que los demás gocen y participen de ella.

El Deuteronomio niega expresamente que la elección divina haya sido motivada por la grandeza de Israel o su perfección moral. Entonces, ¿por qué fue elegido precisamente el pueblo judío? La respuesta es que no podemos saberlo, sencillamente porque Dios no lo ha explicado, como tampoco lo ha hecho en el caso de María, Juan el Bautista y todos los demás; tampoco nos ha explicado por qué yo nací en el Primer Mundo y muchos otros millones de personas, en el Tercer Mundo. No hemos venido a entender, sino a amar (Alexis Carrel).

Lo que sí sabemos es que nosotros hemos sido llamados después de los judíos. Me reitero en que sigue habiendo quienes mencionan explícitamente que el concepto de elegibilidad del pueblo judío implica “superioridad” judía. O católica en nuestro caso, por mucho que se endulce el asunto matizando que ello se refiere a la esencia espiritual y no a una supremacía tangible y supremacista. El punto central de la elección divina no es la superioridad y quizá demasiados seguidores de Jesús andemos faltos de humildad y sobrados de arrogancia.

En el Nuevo Testamento, el término “elegido” nunca se usa para describir a los judíos como una raza. Como dice el apóstol Pablo, a través del evangelio, los gentiles son herederos junto con Israel, miembros de un solo cuerpo, y comparten la promesa en Cristo Jesús.”(Efesios 3). Los judíos de bien recuerdan que el pueblo judío no es una raza en ningún sentido de la palabra. La razón es que la herencia judía es matriarcal: alguien es judío, sólo cuando nace de madre judía, independientemente de la identidad de su padre. Obviamente, la identificación racial no puede depender tan sólo de la madre de la persona. Además, cualquier gentil que así lo desee y que esté dispuesto al compromiso que ello requiere, podrá convertirse en un miembro del pueblo judío con iguales derechos

Fuimos elegidos para ser una luz para las naciones”. Pero en la práctica, creo que demasiadas veces nos sentimos superiores en alguna manera. Lo cierto es que todo nos ha sido regalado, incluida la fe, nos han elegido para transmitir y compartirla con aquellos que no la tienen. Igualmente podemos decir de los bienes que tenemos. Menos suficiencia, mayor agradecimiento y mejor respuesta ante el honor divino de haber sido elegidos para completar su Plan.

Biblia, Espiritualidad , , ,

Ser sorprendidos por nuestros miedos

Martes, 25 de junio de 2024
Comentarios desactivados en Ser sorprendidos por nuestros miedos

IMG_5674La publicación de hoy es de Phoebe Carstens (ellos/ellos), colaboradora de Bondings 2.0.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el duodécimo domingo del Tiempo Ordinario se pueden encontrar aquí.

Hace varios años, la primera vez que escuché a un sacerdote mencionar a las personas transgénero en una homilía, afirmó: “No los entiendo. Francamente, desearía que desaparecieran”.

No recuerdo su punto más importante, pero sí recuerdo un sentimiento de resignación, decepción y vergüenza. Como persona trans, ya sabía que mucha gente no me entendía, no me quería en espacios compartidos, no quería tener que pensar en mí. Ya estaba bastante familiarizado con la sensación de que aquellos que simplemente no entendían me deseaban que desapareciera.

Pero fue una decepción renovada y más profunda que me recordaran estas cosas durante la Misa. Me sentí como si el sacerdote me tocara el hombro antes de la Comunión y me dijera: “Honestamente, preferiría que te fueras“.

En los años transcurridos desde entonces, he observado que la incomodidad y el miedo en torno a las personas queer y trans han aumentado en los espacios seculares y religiosos. No sólo siento malentendidos, confusión e ignorancia, sino también una sensación de miedo real. ¿Qué es esta rareza que se infiltra en nuestros espacios? ¿Quienes son esas personas? ¿De dónde están viniendo? ¿Qué pasa si hay más de ellos que nosotros?

Los primeros discípulos no eran ajenos al miedo. En el pasaje del Evangelio de hoy, tiemblan en una tormenta y gritan: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?” Las aguas que parecen amenazar con alcanzarlos son tanto metafóricas como físicas: Jesús los ha llamado a transformarse radicalmente; cambiar la forma en que se relacionan con el mundo y entre sí; y cambiar fundamentalmente la forma en que se ven a sí mismos en relación con los demás, consigo mismos y con Dios. Los seres humanos a menudo tenemos miedo al cambio, especialmente cuando somos llamados a cambiar nosotros mismos. Cuán aterradora puede ser la invitación a cambiar la forma en que has sido, a ver el mundo que te rodea transformarse y a abrazarlo en lugar de huir de él.

Pero, como nos recuerda Pablo en la segunda lectura de hoy, de esto se trata el llamado de Jesús: “Todo aquel que está en Cristo, nueva creación es. Las cosas viejas han pasado; he aquí que han llegado cosas nuevas”. Jesús renueva a la humanidad, renueva la creación y trae conciencia de cómo estar plenamente vivo, y todo esto requiere una conversión.

Justo cuando pensamos que tenemos una idea de lo que significa ser humano, lo que significa ser creado a imagen de Dios, lo que significa vivir bien, Jesús rompe nuestras expectativas y nos muestra un nuevo camino. Justo cuando pensamos que conocemos la creación de Dios, Dios crea de nuevo.

Las personas trans tienen una habilidad única para recordarnos este hecho: que Dios siempre está creando y recreando de manera exuberante, abundante y amorosa. Quizás, cuando uno se encuentra con una persona trans por primera vez, puede resultar aterrador ver una experiencia vivida aparentemente tan diferente a la propia. Puede resultar abrumador que se cuestionen las nociones preconcebidas que uno tiene sobre el ser humano. Puede sentirse como una ola que amenaza con alcanzarnos, y podemos sentirnos tentados a gritar, a cerrar los ojos, a decirle a aquel que no nos es familiar: “¡Ojalá te fueras!”.

Pero no tiene por qué ser así. Aquí hay otra lección de las personas de fe queer y trans, que permanecen fieles y esperanzadas a pesar de las decepciones, el dolor y el rechazo: sabemos que nuestro Dios no está dormido, que nuestro Dios no es indiferente a nuestro sufrimiento y nuestro miedo. Nuestro Dios está despierto y rutinariamente le dice al mar de nuestra angustia: “Quédate quieto”. Cualesquiera que sean nuestros temores (temor por nuestra propia seguridad o temor a que debamos cambiar), nuestro Dios es Aquel que se deleita en sorprendernos para sacarnos de nuestros temores.

Al igual que los discípulos, sintamos gran asombro ante el poder de Dios para calmar las tormentas de miedo, incertidumbre y desconfianza. Existamos en humilde asombro con Job, quien en la primera lectura de hoy escucha a Dios recordarle que es Dios quien creó y gobierna el mar y toda la tierra, quien fue el autor de los misterios y poderes del universo, cuya creación es hermosa en su incomprensibilidad. .

En una misa del Orgullo a la que asistí recientemente en Boston, escuché una vez más a un sacerdote mencionar a las personas trans en su homilía. Esta vez, sin embargo, no oí miedo en sus palabras. En cambio, escuché asombro. “Trans es un prefijo hermoso“, dijo. “Significa al otro lado, significa más allá. ¿No es hermoso? ¿Y eso no nos recuerda a Dios, que está más allá de todas las cosas?” Este sacerdote no era un discípulo que se arrastraba sobre las olas del miedo, aterrorizado por lo que podría significar la existencia de personas trans. En cambio, parecía estar asombrado y reconociendo el poder de Dios y la creación confusa, una creación que siempre ha incluido y siempre incluirá a personas queer y trans.

—Phoebe Carstens (ellos/ellos), Ministerio New Ways, 23 de junio de 2024

Fuente New Ways Ministry

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

“Juan Bautista: Entre la entomofagia y la danza”, por Dolores Aleixandre.

Lunes, 24 de junio de 2024
Comentarios desactivados en “Juan Bautista: Entre la entomofagia y la danza”, por Dolores Aleixandre.

gargalloQué ajeno estaba Juan Bautista cuando vivía en el desierto de Judea y bautizaba junto al Jordán después, de que con su dieta de langostas y miel silvestre (¿saltamontes aromatizados a la jalea real?), se estaba adelantando a la creciente moda de entomofagia (comer insectos), eso que ha sido por mucho tiempo algo “típico de otras culturas” y que algunos miraban con curiosidad y otros con cierto asco.

Pero no es la sobriedad alimenticia de Juan lo que hace atrayente su figura sino sus brincos de alegría en el vientre de su madre, dato de su etapa fetal que dice tanto de su personalidad como el de su actividad de bautizador.

Hay una frase del Maestro Eckart con la que presiento hubiera estado muy de acuerdo Juan de haberla conocido: “Hablando en hipérbole, cuando el Padre le ríe al Hijo, y el Hijo le responde riendo al Padre, esa risa causa placer, ese placer causa gozo, ese gozo engendra amor y ese amor da origen a las personas de la Trinidad de las cuales una es el Espíritu Santo”. Asociamos con total naturalidad al comportamiento eclesial lo serio, lo grave, lo solemne y lo circunspecto y se nos llena la boca (bueno, a quien se le llene) con los términos “sacrosanto”, “sagrado”, “digno” y “venerable” como si se diera por descontado que todo eso le es más agradable a Dios que la alegría, la jovialidad, la frescura, la risa y el humor. Y sin embargo, de alguien tan respetable en la tradición cristiana como Juan, lo primero que sabemos es que hacía algo tan gozoso, libre y espontáneo como bailar en el poco espacio que tenía disponible en aquel momento.

¿No podríamos deducir que era “Precursor” de Jesús también en esto? ¿No estaba abriendo el espacio para que irrumpiera por los caminos de Galilea la ráfaga de su libertad, su alegría de vivir en la presencia de su Padre, su capacidad de demostrar ternura, de hacerse amigos, de disfrutar comiendo y bebiendo en compañía?

Su llegada divide en dos la historia de la humanidad y, dentro de ella, la de Israel. Juan Bautista pertenece a la primera etapa, simbolizada en el tiempo anterior a la entrada en la tierra prometida. Ahora, la presencia de Jesús y el anuncio de su Reino se han convertido en la verdadera tierra prometida y todo aquel que lo acoja, es más grande que el Bautista porque se le ha concedido (se nos ha concedido…) vivir ya el tiempo del cumplimiento de las promesas.

La vida de Juan solo tuvo un sentido: ir delante de él preparándole el camino. ¿No somos también nosotros un pequeño “Juan Bautista”, encargado de allanar caminos para que otros puedan conocer a Jesús?

Dolores Aleixandre

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

“Miedo a creer”. 12 Tiempo Ordinario – B (Marcos 4,35-40)

Domingo, 23 de junio de 2024
Comentarios desactivados en “Miedo a creer”. 12 Tiempo Ordinario – B (Marcos 4,35-40)

IMG_5406Los hombres preferimos casi siempre lo fácil y nos pasamos la vida tratando de eludir aquello que exige verdadero riesgo y sacrificio. Retrocedemos o nos encerramos en la pasividad cuando descubrimos las exigencias y luchas que lleva consigo vivir con cierta hondura.

Nos da miedo tomar en serio nuestra vida asumiendo la propia existencia con responsabilidad total. Es más fácil «instalarse» y «seguir tirando», sin atrevernos a afrontar el sentido último de nuestro vivir diario.

Cuántos hombres y mujeres viven sin saber cómo, por qué ni hacia dónde. Están ahí. La vida sigue, pero, de momento, que nadie los moleste. Están ocupados por su trabajo, al atardecer les espera su programa de televisión, las vacaciones están ya próximas. ¿Qué más hay que buscar?

Vivimos tiempos difíciles, y de alguna manera hay que defenderse. Y entonces cada uno se va buscando, con mayor o menor esfuerzo, el tranquilizante que más le conviene, aunque dentro de nosotros se vaya abriendo un vacío cada vez más inmenso de falta de sentido y de cobardía para vivir nuestra existencia en toda su hondura.

Por eso, los que fácilmente nos llamamos creyentes deberíamos escuchar con sinceridad las palabras de Jesús: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?». Quizá nuestro mayor pecado contra la fe, lo que más gravemente bloquea nuestra acogida del evangelio, sea la cobardía. Digámoslo con sinceridad. No nos atrevemos a tomar en serio todo lo que el evangelio significa. Nos da miedo escuchar las llamadas de Jesús.

Con frecuencia se trata de una cobardía oculta, casi inconsciente. Alguien ha hablado de la «herejía disfrazada» (Maurice Bellet) de quienes defienden el cristianismo incluso con agresividad, pero no se abren nunca a las exigencias más fundamentales del evangelio.

Entonces el cristianismo corre el riesgo de convertirse en un tranquilizante más. Un conglomerado de cosas que hay que creer, cosas que hay que practicar y defender. Cosas que, «tomadas en su medida», hacen bien y ayudan a vivir.

Pero entonces todo puede quedar falseado. Uno puede estar viviendo su «propia religión tranquilizante», no muy alejada del paganismo vulgar, que se alimenta de confort, dinero y sexo, evitando de mil maneras el «peligro supremo» de encontrarnos con el Dios vivo de Jesús, que nos llama a la justicia, la fraternidad y la cercanía a los pobres.

José Antonio Pagola

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

“¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!”. Domingo 22 de junio de 2024. Domingo 12º ordinario

Domingo, 23 de junio de 2024
Comentarios desactivados en “¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!”. Domingo 22 de junio de 2024. Domingo 12º ordinario

37-ordinarioB12 cerezoLeído en Koinonia:

Job 38,1.8-11: Aquí se romperá la arrogancia de tus olas.
Salmo responsorial: 106: Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
2Corintios 5,14-17: Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.
Marcos 4,35-40: ¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!

En la primera lectura vemos cómo el Señor le contesta a Job desde un torbellino, una forma muy común en el Antiguo Testamento para las apariciones de Dios. Le muestra lo que el Señor es capaz de hacer por el ser humano, hasta frenar el mar para que no irrumpa contra él. Las comunidades cristianas crecen en medio de dificultades y conflictos. Se encuentran asediadas por muchas amenazas internas y externas. Son como una pequeña barca navegando en altamar, en aguas turbulentas. Cunde la desesperación y el desencanto. Job es el símbolo de la paciencia y la resistencia. Se siente asediado por todas partes. Dios lo interpela haciéndole caer en cuenta de que él es el Señor de la historia. Las dificultades de la vida no podrán derrotar a quien pone toda su confianza en Dios.

En La carta a los Corintios se nos expone la nueva humanidad que a través de la muerte de Cristo recobra la vida plena. Cristo murió por todos para que todos tengamos vida por medio de él. El amor de Cristo ha sido tan grande que nos ha rescatado de la muerte y de la esclavitud del pecado, y nos ha hecho partícipes de la vida nueva. Lo antiguo ha sido superado por la muerte y resurrección del Señor.

En el evangelio, el llamado relato de la tempestad presenta las dificultades por las que atravesaba la Iglesia primitiva en el contexto del imperio romano. El mar es símbolo de peligro; es una amenaza para quienes viven cerca de él, porque saben que por ahí vienen los perseguidores. La comunidad es esa pequeña nave que navega a la deriva. La fe de muchos naufraga ante las amenazas y las presiones del medio. Entonces es cuando hay que recordar que Jesús no ha abandonado la barca. El navega con ellos. Es capaz de derrotar la tempestad. La certeza de la presencia de Jesús fortalece la frágil fe de la comunidad.

Nos sentimos amenazados de muchas formas. La injusticia, la violencia y la corrupción por una parte; el consumismo, el relativismo y el sensualismo por otra. Sentimos la tentación de ceder. Fácilmente caemos en el pesimismo y la resignación. Desistimos de todo esfuerzo y dejamos que la historia empuje la barca a su propio viento. El ambiente nos ahoga y nos sentimos perdidos, desorientados o perplejos. Las palabras de Pablo resultan alentadoras: Cristo murió y resucitó; con él hemos muerto nosotros, y tenemos la firme esperanza de participar en su resurrección. Sólo la certeza de que Jesús camina con nosotros nos puede ayudar a vencer los miedos y las incertidumbres y a “remar mar adentro, hacia aguas profundas”.

Temas clásicos relacionados con este tipo de milagros de Jesús, centrados en la acción sobre la naturaleza, que tal vez ya perdieron su aliciente, son los de la posibilidad misma del milagro, las relaciones entre Dios y la naturaleza, y el tema de la oración de petición, cuando la petición se centra en una acción sobre la naturaleza. Formulamos estos temas en el apartado «para la reunión de grupo» Leer más…

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

22.6.24. Pescadores en la noche: Al otro lado del mar (Mc 4), al otro lado del barco (Jn 21)

Domingo, 23 de junio de 2024
Comentarios desactivados en 22.6.24. Pescadores en la noche: Al otro lado del mar (Mc 4), al otro lado del barco (Jn 21)

IMG_5669Del blog de Xabier Pikaza:

 Jesús les dijo una vez: Vamos al otro lado del mar. Otra vez les dijo: Pescad por el otro lado.

Quizá nos está corrigiendo también hoy y no le hacemos caso. cómo ir al otro lado? cómo pescar por el otro lado?

| Xabier Pikaza

Mc 4, 35-41

(a. Introducción). 35 Y aquel mismo día, al caer la tarde, les dijo: Vayamos a la frontera (al otro lado).36 Y dejando a la gente, le tomaron tal como estaba en la barca y le acompañaban otras barcas.

(b. Tormenta) 37 Y se desató una fuerte tormenta de viento y las olas se abalanzaban sobre la barca, de suerte que la barca estaba ya a punto de llenarse (de agua). 38 Y él estaba a popa, durmiendo sobre el cabezal, y lo despertaron, diciéndole: Maestro ¿no te importa que perezcamos?

(c. Jesús) 39 Y levantándose, increpó al viento y dijo al mar: ¡Cállate! ¡Enmudece! El viento amainó y sobrevino una gran calma. 40 Y les dijo:¿Por qué sois cobardes? ¿No tenéis aún fe? 41 Y temieron con un gran temor y se decían unos a otros: ¿Quién pues es éste, porque hasta el viento y el mar le obedece.

El otro lado del mar. Un texto programático y extraño.

  Había que salir de Galilea, atravesar en barco el lago, buscar y dejarse encontrar por gestes distintas.  Estas cuestiones me ocupaban hace más de 50 años, cuando estudiaba en el Bíblico de Roma este pasaje de Marcos. Ha pasado más de medio siglo, más de 1900 años desde que las escribió san Marcos, Pero estamos quizá como al principio, sin saber quizá el lugar del otros lado, los que están más allá de nuestro mar, pobres, distintos y excluidos.  El tema y tarea es ir al otro lado aprendiendo a ser y querer (dejarnos querer) por los de fuera, que no son sólo paganos de frontera (al otro lado de Galilea), sino pobres, enfermos, oprimidos, excluidos, de otra condición de vida, de otra tendencia sexual, afectiva.

            Todo el evangelio de Marcos está lleno de gentes del otro lado: De salud incierta (leprosos, paralíticos), de identidad fronteriza (prostitutas, publicanos, eunucos),  de dignidad y género variado (expulsados, oprimidos, por sexo y raza etc. como dirá luego Mt 25, 31-46) etc. Pero el evangelio es no sólo saber que hay gentes del otro lado, sino que también nosotros somos “del otro lado”; que allí debemos ir para aprender lo que somos, para ser acogidos, para estar, para ser (e incluso para dar), porque el mismo Dios de Jesús es del otro lado.

1. Esta es la primera misión de Jesús según el evangelio de Marcos, la primera vez que él dice “vamos al otro lado”. Es la primera , y sigue siendo fundamental. El evangelio es ir (vayamos) eis to peran: es decir, al “límite” o frontera, al otro lado, sin llevar cosas nuestras (para imponer lo que somos), sin apoderarnos de las cosas de los otros (ir a conquistar, a tomar sus tierras); ir y ser con ellos lo que somos, ofreciendo, compartiendo, conviviendo.

2. La palabra central de Jesús es “vayamos al otro lado” (a la frontera), vivamos y seamos “en el otro lado”, para aprender, para compartir, “pasando fuertes y fronteras”, como decía Juan de la Cruz.  Pero inmediatamente después, leyendo el pasaje (Mc 4, 35-41), parece que Jesús no cumple lo que dice, pues el relato se detiene (se enreda) en una aparente “leyenda” de tempestad calmada). Es como si Marcos se olvidada del programa de Jesús (ir al otro lado, estar a la frontera)… y en vez de decir lo que pasa cuando se va al otro lado se detuviera en la tempestad de la travesía para dejarnos allí. Más que al otro lado nos conduce a la gran tormenta.

  • El paso al otro lado implica una galerna… de la que parece que aún no hemos salido, tras 2000 años de evangelio. Ciertamente, puedetratarse de una tempestad marina (física, externa) que los discípulos de “lago” (pescadores de aguas de poco fondo) conocían bien… Pero leyendo bien vemos que se trata de una tempestad mucho más hondo: Toda nuestra vida es un paso al otro lado, salir, dejar lo que somos, empezar a ser en otro lugar, vida y circunstancia… Es evidente que llega la tormenta.
  • La tempestad o tormenta no es de Jesús, él está tranquilo, descansando (ha llegado la noche), y duerme.Él es de un lado y del otro, no lleva consigo “dogmas”, imposiciones legales, historias eternas de poderes, pequeños o grandes “concilios”… Cuando lleguen al otro lado, en la mañana recién amanecida, hará lo que hay que hacer, según el evangelio, pero ahora, en el mar de las tormentas parece que duerme, dejándonos a solas con las olas. Jesús es un “hombre” (=una persona) del otro lado: Del lado de los paganos, de las mujeres oprimidas (Mc 5,21ss). No lleva nada, va a cuerpo. Por eso puede dormir.
  • La tempestad es de los discípulos… que van a conquistar, a dominar… Ir al otro lado significa para ellos perder sus antiguas seguridades, sus factorías de pesca, sus ventajas establecidas… Ir al otro lado sería ir a conquistas las tierras del otro lado (como ha hecho desde hace siglo la “Europa cristiana”… o la USA de la nueva frontera (según la doctrina famosa de Kennedy): Tras haber roto y conquistado las tierras de vida de los otros (moros, indígenas, negros, indios…) hay que conquistar nuevas fronteras…
  • Pero Jesús no va a conquistar, no va a imponer, no va a expulsar a moros, indígenas, salvajes, negros, indios… va simplemente a compartir evangelio.  Es evidente que Jesús vaya “dormido”, tranquilo, en la proa de la barca. Pasar al otro lado es simplemente convivir con los del otro lado, sin llevar nada para imponer, sin ejército para conquistar, sin dinero que ganar… La iglesia, en cambio, ha ido en su barca haciendo a veces muchas cosas buenas, pero también con imposiciones y normas para exigir, con soldados para defenderse….

         Gran parte de los exegetas e intérpretes del evangelio han pasado por alto el programa de Jesús (vayamos al otro lado) y se han fijado en la pura anécdota de la tempestad.  Por eso se han fijado en el “milagro externo”: Una tempestad dura, a la salida de Galilea… Ciertamente, la tempestad es importante,  pero el tema de fondo no es la tempestad en sí, sino su razón, su motivo, su causa. Es la tempestad actual, propia de la iglesia 2024[1].

Año 2024. Vamos al otro lado. Meditación de salida

            En la orilla derecha (mirando en la dirección del río que lo atraviesa) quedan los galileaoa aquellos a quienes ha enseñado. En la otra orilla que es la izquierda están en principio los paganos, sirios, jordanos, decapolitanos… En principio, la travesía no tiene por qué ser difícil, porque el lago/mar no es ancho (unos 16 km), y porque los discípulos, de Jesús al menos los de 1, 16-20, son pescadores, expertos en barcas.

 Muchos habían venido de otras partes a la vertiente galilea (Mc 3, 7-8), incluso del otro lado, es decir, de la Decápolis (4, 25; de todas maneras, la ciudad de Escitópolis, que formaba parte de la Decápolis, se encontraba en la orilla occidental del río Jordán, hacia el sur de Galilea). Pero ahora es Jesús quien decide pasar al otro lado del mar, a la zona oriental de la Decápolis pagana. Geográficamente está cerca: sus colinas se ven desde el lado galileo del “mar” de Genesaret; pero sus gentes parecen lejanas: distintas por cultura y religión, por tradiciones y formas de existencia[2].

La decisión de cruzar el mar (como los hebreos de Ex 14-14 habían cruzado el Mar Rojo para salir de Egipto) proviene del mismo Jesús, después que ha culminado su enseñanza en Galilea con el sermón de las parábolas. De esa forma inicia un nuevo comienzo en la travesía del evangelio, y su gesto nos sitúa, simbólicamente, al inicio de una gran marcha o misión universal de la iglesia, que ha de hallarse dispuesta a llevar su semilla a tierra pagana, es decir, a convivir con la gente del otro lado (paganos de la Decápolis, en España diríamos “moros”, gentes de vida distinta, personal, social…).

Jesús manda (pasemos, vayamos) y sus compañeros se arriesgan a pasarle en barca y van con él hacia un lugar distinto, a través del mar que puede embravecerse, en medio de la noche. Sin llevar nada, a cuerpo (sin llevar su pequeño emporio de poderes religiosos y/o sociales). A partir de aquí, los protagonistas son los discípulos, que “toman” a Jesús “tal como estaba” (hôs en) y lo meten en la barca.

Fijemos bien esas palabras. Los discípulos no “meten” a Jesús en la barca, sino que le “toman” (paralambanousin), tal como está, es decir, como ha estado a lo largo de un día de enseñanza, sin dejarle siquiera bajar de la barca y tomar ropa, libros y/o leyes de repuesto.

Sin duda, es arriesgado cruzar el mar en esas condicione. Pero es evidente que ese riesgo se encuentra calculado: forma parte de la estrategia eclesial de un evangelio donde los discípulos de Jesús pueden presentarse como una familia en la tormenta, en medio de la noche (o a la caída la tarde). Jesús va en una barca y le acompañan otras, iniciando de esa forma un recorrido ejemplar de evangelio [3].

Las resistencias para pasar al otro lado (estamos en el 2024)

Mc 4,37 Y se desató una fuerte tormenta de viento y las olas se abalanzaban sobre la barca, de suerte que la barca estaba ya a punto de llenarse (de agua). 38 Y él estaba a popa, durmiendo sobre el cabezal, y lo despertaron, diciéndole: Maestro ¿no te importa que perezcamos?

Pues bien, el mar peligroso son las resistencias de los discípulos de Jesús, hoy año 2024 como entonces, año 30 (de Jesús) o año 70 (del autor del evangelio de Marcos). Se trata de dejarlo todo y salir, en puras barcas de remo y vela, con lo puesto, pues el evangelio son ellos, somos nosotros. Salir para vivir, convivir, sin conquistar nuevas tierras, sin imponer nuevas religiones… Salir “con lo puesto” (es decir, nosotros, como personas), sin “vaticanos” a cuestas, sin “seguridades” de siglos, salir “desnudos” de ropas y privilegios, llenos de humanidad, para compartir humanidad, con los del otro lado (moros, negros, enfermos…), sabiendo que también nosotros somos moros, enfermos del otro lado…, sabiendo que no hay centro y periferia, sino que “todo es periferia”, todo es frontera

             Jesús ha iniciado la travesía, pero luego se acuesta en la popa (4, 35-38a). Embarca a los suyos, pero da la impresión de que les olvida, en un gesto que parece propio de la misión después de pascua. Jesús duerme (¡ha muerto!), dejando a sus discípulos que sufran ante el riesgo, en la nave amenazada. En el cabezal de la barca, él parece ajeno a lo que pasa. Así comienza la primera misión pospascual de la iglesia, al oriente de Galilea[4].

Ésta es nuestra situación, año 2024. Jesús nos dice que “vayamos al otro lado” (=es decir, que seamos del otro lado, con los que son “allí y aquí”), para compartir humanidad en escucha, en mirada, en comunión de pan y vida. La siembra (misión de la iglesia) debe realizarse en otras tierras y para eso hay que atravesar el mar, en una noche de tormenta, mientras Jesús duerme. La siembra somos nosotros, cristianos 2021… y así tenemos que llevar nuestra semilla. Pero al mismo tiempo tenemos que dejar que nos siembren, que nos cambien, que los otros nos hagan ser nosotros, nos reciban, nos amen, nos cambien.

Probablemente el texto ha recogido recuerdos de la historia prepascual, experiencias de un pasado en el que se dice que Jesús calmó a su grupo temeroso sobre el lago familiar donde habrían navegado con sus barcas. Pero ofrece también una experiencia de Jesús presente en la iglesia actual.

Estos discípulos de Jesús que tienen miedo, que gritan, que enloquecen en medio de la tormenta somos nosotros…. iglesia amenazada, barca en la tormenta, familia llena de miedo, sin cimientos permanentes, sin patria asegurada ni ciudades fijas, navegantes-misioneros sobre un mar embravecido, con un Maestro (didaskale, así le llaman por primera vez: 4, 38) que duerme en popa.

Hemos empezado a salir…y tenemos miedo. Si no salimos, si quedamos en la orilla antigua morimos. Aquí, en Europa, nos quedan 40 o  50 años, a lo más. Sólo si asumimos la tormenta podremos vivir, aprender, enseñar… es decir, compartir, ser evangelio[5].  Quien haya escuchado la voz de Jesús ¡a la otra orilla!, queriendo que sus discípulos le lleven (¡con su enseñanza!) al otro lado, en su propia nave, podrá entender este pasaje. Quien no comparta el terror de los discípulos gritando en frágil barca no lo comprenderán. ¿Por cuánto tiempo han de navegar de esa manera? ¿Cómo evitarán que la barca se inunde y zozobre? ¿Cómo podrán resolver, al otro lado, si es que llegan, los problemas que allí les esperan? El texto no lo dice. Simplemente evoca el miedo del viento y de las olas, con un Jesús dormido en popa[6].

Mc. 4, 39-41. Jesús, el mar calmado

Mc 4, 39: Y levantándose, increpó al viento y dijo al mar: ¡Cállate! ¡Enmudece! El viento amainó y sobrevino una gran calma. 40 Y les dijo: ¿Por qué sois cobardes?¿No tenéis aún fe? 41 Y temieron con un gran temor y se decían unos a otros: ¿Quién pues es éste, porque hasta el viento y el mar le obedecen.

Jesús nos había llamado para ser-con él (cf. Mc 3, 14), reuniéndoles a su alrededor(peri auton: 3, 32.34). Pero parece que se desentiende, pues duerme en la tormenta de la noche, en popa. Pero ellos le despiertan gritando: ¿No te importa que perezcamos? (4, 38). Había invitado a los suyos (autois: 4,35; cf. 4, 33). Ahora parece desinteresarse, pero ellos gritan, y él se levantó (diegertheis, resucitando), mandó al viento… y el viento cesó, llegando una gran calma. Éstos son los tres gestos del relato: (a) Jesús pacifica la tempestad; (b) recrimina a sus discípulos; (c) los discípulos responden admirados. Evidentemente, éste es un final feliz, un happy end…que debe entenderse como promesa. Sólo si nos mantenemos, si salimos, si vamos al otro lado podremos entender a Jesús:

(a) Jesús hace que el mar se pacifique (4, 40). Ciertamente, al fondo del relato puede haber un recuerdo histórico. Pero, como he dicho, en sentido estricto, éste es un milagro simbólico, pascual, relacionado con una iglesia que tiene miedo de pasar al otro, atravesando con la barca de Jesús el mar airado. Nos hallamos en el centro de una travesía pascual y en ese fondo ha de entenderse el miedo de los discípulos (cf. 16,8), que llaman a Jesús “maestro”, y la superación del miedo.

Este Jesús que duerme (parece dormir) en la noche de la iglesia, mientras sus discípulos navegan hacia otro lado, aparece ahora como Señor de la vida y de la historia, en una línea que hemos destacado al hablar de la tentación (1, 12-13) donde él aparecía enfrentándose a las fieras/bestias, que eran signo de las fuerzas amenazadora de la naturaleza (y de los demonios). Jesús era el Mas Fuerte venciendo a Satán (cf. 1, 8; 3, 21-30); ahora lo es ejerciendo su dominio sobre los poderes cósmicos. Sólo “saliendo para el otro lado” podremos ser y vivir… Seremos “muriendo”, es decir, dando la vida por los demás. El texto no dice que triunfemos, sino que estamos dispuestos a darnos, a dar la vida, a compartir la vida, en amor, en aventura de esperanza, al otro lado, con los paganos externos, lo oprimidos, los del otro lado en plano de humanidad, de género etc.[7].

 (b) Jesús recrimina a sus discípulos (4, 40), pidiéndoles que crean, y se decidan a pasar al otro lado, preguntándoles: «¿Por qué sois cobardes? ¿No tenéis aún fe?[8]». La fe a la que se alude aquí no es la afirmación de unas verdades generales, sino la confianza radical en Jesús, en medio de la prueba (que en Ap 21, 8 aparece en forma de persecución)[9]. Este Jesús de la tormenta (es decir, de la prueba o persecución vinculada al paso al otro lado) pide a los suyos (los de su barca) que superen la cobardía y la infidelidad (propias del pecado). Tener fe significa pasar al otro lado…ponerse en camino, en medio de la tormenta.

Si no salimos al otro lado estamos muertos… Si quedamos en la seguridad de la “iglesia establecido” hemos fracasado ya, no tenemos futuro, pues ya no somos nada, una insignificancia histórica. Sólo una fe valiente, fe de pascua (es decir, fe de barca en el mar que parece airado), anima y salva, hace que los fieles de Jesús puedan superar la tormenta y ser portadores de vida. Leer más…

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

“¿Quién es este? ¿Quiénes somos nosotros?”, Domingo 12. Ciclo B.

Domingo, 23 de junio de 2024
Comentarios desactivados en “¿Quién es este? ¿Quiénes somos nosotros?”, Domingo 12. Ciclo B.

mc 4 35-41Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El episodio de hoy supone un gran paso adelante en la revelación de Jesús. Al principio, cuando la gente lo oye hablar y actuar en la sinagoga de Cafarnaúm, se pregunta asombrada: «¿Qué es esto?» (Mc 1,27). Más tarde, cuando cura al paralítico, exclama: «Nunca hemos visto nada igual» (Mc 2,12). Ahora, tras manifestar su poder sobre la naturaleza, calmando la tempestad, los discípulos se preguntan: «¿Quién es este

El mar como símbolo de las fuerzas caóticas (Job 38,1.8-11)

En el mito mesopotámico de la creación (Enuma elish) el dios Marduk debe luchar contra la diosa Tiamat, que representa el mar, para poder crear el universo. El mar simboliza el peligro, la amenaza a la vida. (En términos modernos, el tsunami que devora y destruye la tierra firme.)

La primera lectura, tomada del libro de Job, recoge este tema, despojándolo de sus connotaciones politeístas. El mar no es una diosa, es una fuerza caótica que amenaza con cubrirlo todo. El Señor no le machaca el cráneo ni la descuartiza, como hace Marduk con Tiamat; se limita a encerrarlo con doble puerta, a fijarle un confín en el que «se romperá el orgullo de tus olas».

El Señor habló a Job desde la tormenta:

– ¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando escapaba impetuoso de su seno, cuando le puse nubes por mantillas y nubes tormentosas por pañales; cuando le establecí un límite poniendo puertas y cerrojos, y le dije: «Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas»?

El peligro del mar (Salmo 106)

El mar no es sólo una amenaza para la tierra firme, lo es también cuando se intenta cruzarlo en una pequeña nave como las antiguas. En el momento más inesperado se oscurece el cielo, estalla la tormenta, la nave sube y baja al ritmo frenético del oleaje. Sólo cabe la posibilidad de encomendarse a Dios. Esta es la experiencia que recoge el fragmento del Salmo 106, al que quizá mucha gente no preste atención, pero esencial para entender el evangelio de hoy.

Entraron en naves por el mar,

Comerciando por las aguas inmensas.

Contemplaron las obras de Dios,

sus maravillas en el océano.

Él habló y levantó un viento tormentoso,

que alzaba las olas a lo alto:

subían al cielo, bajaban al abismo,

se sentían sin fuerzas en el peligro.

Pero gritaron al Señor en su angustia,

y los arrancó de la tribulación.

Apaciguó la tormenta en suave brisa

y enmudecieron las olas del mar.

Se alegraron de aquella bonanza,

y él los condujo al ansiado puerto.

Den gracias al Señor por su misericordia,

por las maravillas que hace con los hombres. 

Jesús, los discípulos y el mar (Mc 4,35-41)

El pasaje del evangelio podemos dividirlo en cinco partes: 1) introducción: Jesús y los discípulos se embarcan hacia la otra orilla; 2) la tormenta: reacción opuesta de Jesús, que duerme, y de los discípulos, que lo despiertan asustados; 3) Jesús calma la tormenta; 4) Palabras de Jesús a los discípulos; 5) reacción final de éstos.

1) Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla». Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban.

2) Se levantó una fuerte tempestad, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».

3) Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio! ¡Enmudece!». Y el viento cesó y vino una gran calma.

4) Él les dijo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?».

5) Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!».

Tres de estas partes tienen especial relación con los textos de Job y el Salmo.

La segunda (la tormenta) recuerda la situación de grave peligro descrita en el Salmo. Pero, en este caso, los discípulos no se encomiendan a Dios, acuden a Jesús; no creen que pueda resolver el problema, simplemente les asombra que duerma tan tranquilo mientras están a punto de hundirse.

La tercera, en cambio, recuerda la lectura de Job, no por el tono poético, sino por el poder y la autoridad suprema que Jesús manifiesta sobre el mar, semejante a la de Dios en el Antiguo Testamento.

La quinta, que habla de la reacción de los discípulos, recuerda la reacción de los navegantes en el Salmo, pero con un cambio fundamental: los marineros del salmo se llenan de alegría y dan gracias a Dios, los discípulos sienten gran miedo y se preguntan quién es Jesús. Curiosamente, Marcos no ha dicho que los discípulos tuvieran miedo durante la tormenta, pero ahora sí lo tienen; es el miedo que provoca el contacto con el misterio.

Prescindiendo de la introducción, la parte que queda sin paralelo es la cuarta, las palabras de Jesús a los discípulos, que les interroga sobre su miedo y su fe. Estas dos preguntas son esenciales en el relato. De hecho, el pasaje dice al lector dos cosas: 1) el poder de Jesús es semejante al que se atribuye a Dios en el Antiguo Testamento; poder para dominar el mar y poder para salvar. 2) Al escuchar la lectura, el cristiano debe reconocer que sus miedos son muchos y su fe poca. Conocer a Jesús no es saberse de memoria unas fórmulas de antiguos concilios. El evangelio debe sorprendernos día a día y hacer que nos preguntemos quién es Jesús.

Desde antiguo se valoró el aspecto simbólico del relato: la nave de la iglesia, sometida a todo tipo de tormentas, es salvada por Jesús. Un aspecto que también podemos valorar a nivel individual.

¿Quiénes somos nosotros? (2 Corintios 5,14-17)

En el Tiempo Ordinario, la segunda lectura corre al margen de la primera y del evangelio. Pero el fragmento de hoy podemos verlo como un complemento al evangelio de Marcos.

Hermanos, nos apremia el amor de Cristo al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. De modo que nosotros desde ahora no conocemos a nadie según la carne; si alguna vez conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no lo conocemos así. Por tanto, si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo.

«¿Quién es este?», se preguntan los discípulos, sorprendidos por su poder sobre el viento y el mar. La respuesta de Pablo sobre quién es Jesús no se basa en el poder sino en la debilidad: «el que murió por nosotros». Pero esta aparente debilidad tiene un enorme poder transformador: convierte a los cristianos en criaturas nuevas. Ya no deben vivir para ellos mismos, «sino para quien murió y resucitó por ellos

Vivir para Cristo es la mejor síntesis de lo que fue la vida de Pablo después de su conversión. Viajes continuos, peligros de muerte, fundación de comunidades, persecuciones de todo tipo, prisiones, redacción de cartas… todo estaba motivado por el deseo de servir a Cristo y vivir para él. Un buen espejo en el que mirarnos.

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

Domingo XII del Tiempo Ordinario. 23 de junio de 2024

Domingo, 23 de junio de 2024
Comentarios desactivados en Domingo XII del Tiempo Ordinario. 23 de junio de 2024
65A3DA1D-DC36-464E-B43A-AFBBBA0B9B9F

 

Vamos a la otra orilla. Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban.”

(Mc4, 35-40)

La otra orilla del evangelio, allí donde Jesús se llevó a sus discípulos, era otro mundo. Se fueron a tierras paganas, a lo desconocido e impuro.

Podríamos decir que Jesús salió de su “zona de confort” y arrastró tras de sí a sus discípulos. El viaje es lo que nos cuenta el breve evangelio de hoy.

Cuando nos ponemos en marcha hacia lo desconocido el camino se muestra abrumador y lleno de peligros. Aquellos primeros discípulos se las vieron con una tormenta poderosa que amenazaba con hundir su frágil barca. Mientras, Jesús, dormía profundamente.

Del miedo que pasaron los discípulos no hace falta dar muchos detalles. Cada una de nosotras sabe lo que significa encontrarse con la propia fragilidad como única defensa ante el peligro. Lo que podemos hacer es preguntarnos sí estamos dispuestas a aventurarnos, a ponernos en camino hacía “la otra orilla”.

Y, por otro lado, este evangelio, también nos obliga a pensar en quienes lo arriesgan todo por venir a nuestra orilla. Es triste pensar que son muchas, ¡demasiadas!, las personas que arriesgan su vida a bordo de frágiles embarcaciones. También ellas quieren tener un futuro.

Tal vez nosotras no tenemos que subirnos a una barca, pero es urgente que vayamos a la otra orilla. Que contemplemos el mundo, la sociedad y la economía desde la piel rasgada de quienes se quedan en los márgenes de nuestro sistema egoísta.

Debería ser obligado el tener que cambiar de perspectiva. Si tuviéramos que cruzar un mar en cayuco probablemente miraríamos con otros ojos las leyes que regulan el bienestar para solo unos pocos. Y sí, todo esto también es evangelio, no es política, es solamente responsabilidad. Porque aquella pregunta antigua: ¿Dónde está tu hermano? (Gn 4, 9) no deja de resonar en los labios de Dios.

Oremos

Trinidad Santa, empújanos a salir, llévanos a la otra orilla, a la piel de nuestras hermanas necesitadas.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

Si no confío en medio de la tormenta, no confío en absoluto.

Domingo, 23 de junio de 2024
Comentarios desactivados en Si no confío en medio de la tormenta, no confío en absoluto.

LA-TEMPESTAD-e1533436322328-1DOMINGO 12º (B)

Mc 4, 35-40

Leemos hoy el final del c. 4. Podemos tener la sensación de tomar un tren en marcha sin saber de dónde viene ni a dónde va. Después de enseñar en Cafarnaúm, dejando clara la reacción de los jefes religiosos, narra Marcos varias parábolas y termina con el relato de la tempestad calmada. Los milagros, llamados de naturaleza, son los que menos visos tienen de responder a hechos efectivamente reales. Son todo simbolismo.

La Biblia utiliza varias palabras para expresar lo que hoy llamamos milagro. El concepto de milagro que tenemos hoy (hecho en contra de la naturaleza) es reciente. No tiene sentido preguntarnos si los evangelios nos hablan de milagros con este significado. Lo que nos importa es descubrir el sentido de esa manera de hablar. El milagro era un modo de expresarse normal, comprensible para todos los que vivían en aquel tiempo.

En tiempo de Jesús nadie se cuestionaba la posibilidad de milagros. Plantearnos este tema es anacrónico. Recordemos la conocida frase de Evely “Nuestros mayores creían gracias a los milagros; nosotros creemos a pesar de ellos“. Rousseau: “Quitad del evangelio los milagros, y toda la tierra quedará a los pies de Jesucristo“. Los milagros del Nuevo Testamento se han acabado como tales milagros. Debernos verlos con otra perspectiva. Decía Voltaire: milagro es la violación de las leyes matemáticas, divinas, inmutables, eternas. Por esta sola razón, un milagro es una contradicción in terminis“.

Jesús pide a los discípulos que vayan a la otra orilla. Está haciendo referencia al paso del mar Rojo. Aquel paso los llevó a la tierra prometida. La otra orilla del mar de Galilea era tierra de gentiles. Es una invitación a la universalidad, más allá del ámbito judío, que se opone a la apertura. La primera “tormenta” que se desató en el seno de la comunidad cristiana fue precisamente por el intento de apertura a los paganos.

La tempestad está haciendo referencia a Jonás (fue increpado por el capitán por estar durmiendo mientras ellos estaban muertos de miedo). El mar es en la Biblia, símbolo del caos, lugar tenebroso de constantes peligros. Dominar el mar era exclusivo de Dios. De ahí podemos sacar la enseñanza simbólica. El mensaje de Jesús tiene que llegar a todos los hombres, pero no se conseguirá si no se abandona la falsa seguridad de pertenecer a un pueblo elegido, sino a través de la lucha contra las fuerzas del mal.

Mientras todos estaban muertos de miedo, él dormía… Hay que tener en cuenta que se llamaba también “cabezal” a la especie de almohada, donde se colocaba la cabeza de un muerto. Están haciendo clara referencia a una situación postpascual. La primera comunidad tiene claro que Jesús está con ellos, pero de una manera muy distinta a cuando vivía. Aunque no lo vean, tienen que seguir confiando en su presencia.

¿No te importa que nos hundamos? La necesidad extrema les obliga a pedir ayuda a Jesús como último recurso. Las palabras que le dirigen indican su estado de ánimo. No dudan que Jesús pueda salvarlos, dudan de que esté interesado en hacerlo, lo cual es el colmo de la desconfianza. Es dudar de su amor. Es lo que Jesús reprocha a los discípulos. Siguen necesitando de la acción externa para encontrar seguridad.

Increpó al viento y dijo al mar: ¡Cállate! Son las mismas palabras que Jesús dirige a los espíritus inmundos. Además, en singular, como queriendo personalizar al viento. Recordad que la palabra “ruah” (viento) es la misma que significa espíritu. Viento que perjudica equivale a mal espíritu. El “poder” de Jesús se dirige contra la fuerza del mal, no contra los elementos, que, aunque pueden ser hostiles, nunca son malos. Hoy sabemos que después de toda tormenta viene la calma con total normalidad.

¿Por qué sois cobardes? ¿Aún no tenéis fe? No son preguntas, sino constataciones de una evidencia. Ni confiaban en sí mismos ni confiaban en él. Aquí tenemos otra clave para la reflexión. Confiar en un Dios que está fuera, y actuará desde allí, nos ha llevado siempre al callejón sin salida del infantilismo religioso. Una vez más queda de manifiesto que la fe no es la aceptación de unas verdades teóricas, sino la adhesión confiada a una persona. Jesús les acusa de no confiar ni en Dios, ni en él, ni en ellos.

¿Quién es este? El miedo y la pregunta final dejan claro que no habían entendido quién era Jesús. El relato no tiene en cuenta que Marcos ya había adelantado varios títulos divinos aplicados a Jesús desde la primera línea de su evangelio: “Orígenes de la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios”. Queda demostrado que no vale una respuesta intelectual. Lo que es Jesús, no hay manera de mostrarlo ni demostrarlo. El descubri­miento tiene que ser experiencia personal de lo que Jesús es en nosotros.

A todos nosotros nos invita hoy el evangelio a cruzar a la otra orilla. Estamos tan seguros en nuestra orilla que no será fácil que nos arriesguemos a cruzar el mar. Ni siquiera estamos convencidos de que exista otra Orilla, más allá de las comodidades y las seguridades que ambicionamos. Sin embargo, nuestra meta está al otro lado del riesgo y del peligro. La falta de confianza sigue siendo la causa de que no nos atrevamos a dar el paso. No terminamos de creer que Él va en nuestra propia barca.

El mensaje de Jesús es que debemos confiar, aunque nos parezca que Dios no se preocupa de nosotros. El enemigo del hombre no es la naturaleza, sino una falsa visión de la misma. La naturaleza es siempre buena. Dios no tiene que rectificar su obra para que los hombres confíen en Él. Flaco favor haría Jesús a sus discípulos si accediera a entrar en la dinámica de un Dios, que pone su poder al servicio de los buenos. Jesús les habla de un Dios que se identifica con ellos también en las circunstancias adversas.

Job plantea una cuestión muy seria, pero la solución que da no es la adecuada. Dios tiene que devolver a Job lo que supuestamente le había quitado para que su fidelidad sea creíble. El Dios en quien Jesús confió fue el Dios escondido, en quien hay que confiar aunque veamos que no actúa. Dios está siempre dormido. Su silencio será siempre absoluto. Ni tiene palabras ni instrumentos para hacer ruido. Mientras no busquemos a Dios en el silencio, nos encontraremos con un ídolo fabricado a medida.

No son las acciones espectaculares de Dios las que nos tienen que llevar a confiar en Él. El maestro Eckhart decía que tomamos a Dios por una vaca de la que podemos sacar leche y queso. Pero también decía: utilizamos a Dios como una vela para buscar algo; y cuando lo encontramos, la tiramos. La idea de un Dios que pone su poder a mi servicio es nefasta. No se trata de confiar en otro, si no de confiar en que Él está más cerca de mí que yo mismo. Solo si siento a Dios en mí, me sentiré seguro.

 

Fray Marcos

Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , ,

Recordatorio

Cristianos Gays es un blog sin fines comerciales ni empresariales. Todos los contenidos tienen la finalidad de compartir, noticias, reflexiones y experiencias respecto a diversos temas que busquen la unión de Espiritualidad y Orientación o identidad sexual. Los administradores no se hacen responsables de las conclusiones extraídas personalmente por los usuarios a partir de los textos incluidos en cada una de las entradas de este blog.

Las imágenes, fotografías y artículos presentadas en este blog son propiedad de sus respectivos autores o titulares de derechos de autor y se reproducen solamente para efectos informativos, ilustrativos y sin fines de lucro. Por supuesto, a petición de los autores, se eliminará el contenido en cuestión inmediatamente o se añadirá un enlace. Este sitio no tiene fines comerciales ni empresariales, es gratuito y no genera ingresos de ningún tipo.

El propietario del blog no garantiza la solidez y la fiabilidad de su contenido. Este blog es un espacio de información y encuentro. La información puede contener errores e imprecisiones.

Los comentarios del blog estarán sujetos a moderación y aparecerán publicados una vez que los responsables del blog los haya aprobado, reservándose el derecho de suprimirlos en caso de incluir contenidos difamatorios, que contengan insultos, que se consideren racistas o discriminatorios, que resulten obscenos u ofensivos, en particular comentarios que puedan vulnerar derechos fundamentales y libertades públicas o que atenten contra el derecho al honor. Asimismo, se suprimirá aquellos comentarios que contengan “spam” o publicidad, así como cualquier comentario que no guarde relación con el tema de la entrada publicada. no se hace responsable de los contenidos, enlaces, comentarios, expresiones y opiniones vertidas por los usuarios del blog y publicados en el mismo, ni garantiza la veracidad de los mismos. El usuario es siempre el responsable de los comentarios publicados.

Cualquier usuario del blog puede ejercitar el derecho a rectificación o eliminación de un comentario hecho por él mismo, para lo cual basta con enviar la solicitud respectiva por correo electrónico al autor de este blog, quien accederá a sus deseos a la brevedad posible.

Este blog no tiene ningún control sobre el contenido de los sitios a los que se proporciona un vínculo. Su dueño no puede ser considerado responsable.