Los obispos y cardenales no se ponen de acuerdo sobre la familia homosexual y proponen hacer un Sínodo específico
¡Toma ya!… Según los resúmenes publicados, todo parece indicar que los obispos han dejado de lado el tema de la acogida de la Iglesia a los homosexuales al considerar que no guarda relación con las cuestiones de la familia que aborda el Sínodo.
Müller, hasta ahora en contra, defiende la comunión “en casos específicos”
Los círculos hispanoablantes, italianos y alemanes, a favor de “un movimiento generoso”
El Sínodo se aproxima a su fin dividido aún sobre si se debe seguir negando sacramentos a divorciados y parece prevalecer la idea de que sea el papa quien decida finalmente o que incluso se deje el tema para futuras reuniones. Según el tercero de los resúmenes de los diferentes grupos lingüísticos de los participantes del Sínodo en el que se afronta esta cuestión, todo parece indicar que los padres sinodales evitarán tomar decisiones.
La condición de las personas homosexuales se enfocó sobre todo desde la perspectiva del contexto familiar. El grupo inglés C insistió en que es un tema que se debe abordar como pastores que buscan comprender la realidad de la vida de las personas y no las cuestiones abstractas. También sus miembros pidieron que el documento final del Sínodo incluyese una afirmación clara de la enseñanza de la Iglesia de que las uniones del mismo sexo no son en modo alguno equivalentes al matrimonio.
Sobre el mismo tema el círculo inglés A reitera que ”la Iglesia como esposa de Cristo sigue las huellas de su Señor Jesús, cuyo amor universal se ofrece a todas las personas sin excepción. Los padres y hermanos de los miembros de la familia con tendencias homosexuales están llamados a amar y aceptar a estos miembros de su familia con un corazón indiviso y con comprensión”.
Algunos Padres Sinodales propusieron que el argumento se eliminase de la discusión del Sínodo sobre la Familia porque dada su importancia merecería un sínodo específico en materia. Peter Erdö, relator de la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de la Familia lo decía hace unos días: ‘No existes analogías entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios para la familia’. La cuestión levanta tantas ampollas en el sector más conservador de la Iglesia que algunos padres sinodales han propuesto reservar el tema del acompañamiento a las personas homosexuales para un sínodo específico sobre esta materia, al tiempo que otros han pedido que se aclare en el documento final que para la Iglesia las uniones entre personas del mismo sexo no son equivalentes al matrimonio.
Concretamente, algunos participantes de la Asamblea del Sínodo de la Familia han propuesto durante sus reuniones del pasado lunes y del martes que el argumento sobre la condición de las personas homosexuales “se eliminase de la discusión del Sínodo sobre la Familia porque dada su importancia merecería un sínodo específico en materia”, según informa el Vaticano. Por su parte, los miembros de uno de los grupos de habla inglesa pidieron que el documento final del Sínodo incluyese “una afirmación clara de la enseñanza de la Iglesia de que las uniones del mismo sexo no son en modo alguno equivalentes al matrimonio”.
Respecto a los divorciados y vueltos a casar civilmente, el Vaticano constata un acuerdo general sobre la necesidad de un acompañamiento pastoral más eficaz para estas parejas y sus hijos. Además, en algunos círculos, como el grupo de hispanohablantes cuyo relator es el arzobispo venezolano Baltazar Enrique Porras Cardozo, ha suscitado “perplejidad” lo que el Instrumentum Laboris llama “camino penitencial” y sugieren cambiar este término por “itinerarios de reconciliación”.
Sobre el acceso a los sacramentos, algunos participantes del Sínodo han planteado “quitar muchas trabas” para que los divorciados vueltos a casar puedan participar en la vida de la Iglesia, como las que les impiden ser padrinos, catequistas o dar clases de Religión.
“¿Qué pasa cuando se plantea el acceso a los sacramentos? –dicen en el círculo hispanohablante cuyo relator es el cardenal de Panamá José Luis Lacunza Maestrojuan–. Sin duda, tenemos que plantear un movimiento generoso quitando del camino muchas trabas para que los divorciados vueltos a casar puedan participar más ampliamente en la vida de la Iglesia: no pueden ser padrinos, no pueden ser catequistas, no pueden dar clases de religión”.
Por otra parte, algunos círculos menores, como el encabezado por el arzobispo australiano Mark Benedict Coleridge, han tratado el tema de las parejas que conviven sin casarse y aunque han subrayado que la convivencia “no puede ser considerada como un bien en sí misma”, reconocen que “puede existir un bien entre los que conviven”.
Mientras, el círculo francés cuyo relator es el obispo Laurent Ulrich, ha abordado la situación de aquellas familias divididas, mixtas, monoparentales y sin matrimonio civil. “No podemos descartarlas. Creemos que en ellas vive el Espíritu del Señor que inspira muchos comportamientos de sus vidas”, han subrayado.
Finalmente, algunos obispos como el canadiense Paul-André Durocher, se han hecho algunas preguntas sobre la eficacia de la metodología del Sínodo: “¿Está bien ajustado a su propósito? Derrochamos una enorme cantidad de energía, desde todos los puntos de vista. Las personas se han agotado a fuerza de trabajo. ¿El resultado valdrá la pena?“. Leer más…
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