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Gómez Cantero, obispo de Teruel: “Aquí nadie ha prohibido la Semana Santa”

Martes, 28 de abril de 2020
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unnamedEste hombre se está convirtiendo en toda una referencia contra el fanatismo xenófobo ultracatólico:

“Esto no es una cuestión de una miedosa prudencia episcopal, sino de una excepcionalidad para preservar la salud pública, de todos. Yo puedo dar libertad para que el párroco que lo desee abra su templo (y estoy seguro que algunos, por celo, lo harían) pero eso es huir de mi responsabilidad pastoral”

“Vamos a ver, si yo creo en la vida desde el primer impulso hasta más allá del último suspiro, ¿cómo pensáis que pueda jugar a la ruleta rusa con la vida de los creyentes de estas comunidades que debo presidir en la caridad? ¿O es que no exponer la vida de los creyentes, muchos de ellos ancianos, no es también defensa de la vida”

(Diócesis de Teruel).- Me llegan comunicados, vía wasaps o al correo electrónico de la diócesis, que me hacen pensar y me preocupan. La verdad que parecen más intrépidas defensas que sosegadas propuestas y siempre disparan contra alguien. Me da la sensación que hay mucha estrategia interesada encerrada en ellos. Las propuestas son siempre necesarias, y más en este tiempo de grave dificultad, pero deben de estar cargadas de creatividad y buena conciencia.

Pero cuando me envían una foto de un numeroso grupo de musulmanes rezando en una terraza, con la queja añadida: mientras que aquí nos han prohibido la Semana Santa… hay gato encerrado. Y no porque la foto malintencionadamente es de Dubái, sino porque aquí nadie ha prohibido la Semana Santa, sino que las cofradías se han adelantado al gobierno con gran responsabilidad. Del mismo modo que la mayoría de los obispos, también adelantándonos a las directrices gubernamentales, cerramos nuestras parroquias y no como se está diciendo, porque algunos políticos están aprovechándose del coronavirus para imponer a los cristianos su laicismo radical. El laicismo no se impone. Ni en los países dictatorialmente ateos han podido con las comunidades cristianas, a pesar de los martirios.

Algún sacerdote me pide que abramos de nuevo las parroquias, no quiero utilizar la palabra iglesia, porque la Iglesia está en cada uno de todos nosotros y sigue abierta. ¡Somos el Cuerpo de Cristo! Aunque no sé si eso nos lo hemos llegado a creer del todo. Seguro que si orásemos un poco más este misterio seríamos más comunidad, a pesar de que nuestras parroquias permanezcan cerradas a causa de esta imprevista o mal calculada pandemia.

Esto no es una cuestión de una miedosa prudencia episcopal, sino de una excepcionalidad para preservar la salud pública, de todos. Yo puedo dar libertad para que el párroco que lo desee abra su templo (y estoy seguro que algunos, por celo, lo harían) pero eso es huir de mi responsabilidad pastoral. Y no me vale que me digan algunas personas: ¡Si abren Dios nos va a ayudar! Eso es tentar a Dios. Tu responsabilidad es cumplir el quinto mandamiento: no matarás, no te hagas daño a ti mismo ni a los demás.

Vamos a ver, si yo creo en la vida desde el primer impulso hasta más allá del último suspiro, ¿cómo pensáis que pueda jugar a la ruleta rusa con la vida de los creyentes de estas comunidades que debo presidir en la caridad? ¿O es que no exponer la vida de los creyentes, muchos de ellos ancianos, no es también defensa de la vida? En esto no caben paños calientes. A mi claro que me duele que nuestros templos estén cerrados, que no haya celebraciones, que los familiares no puedan despedir a sus seres queridos como siempre hubieran soñado… pero nos tiene que entrar en la cabeza que este es un tiempo de excepción, tiempo de cruzar el desierto, donde no hay nada, ni siquiera un oasis, pues quizás lo que vemos como agua en el horizonte siga siendo un espejismo. Ahora el Éxodo se está haciendo realidad, también para los creyentes es un tiempo de prueba.

Yo no me desanimo, ni pienso que tras estas medidas drásticas dejen de venir los creyentes a celebrar su fe en las parroquias, como piensan algunos. Sería una mezquina desconfianza en la fe de los bautizados.

Creo en todos los que formamos parte de este gran cuerpo que es la Iglesia. En el laicado que son la trama y la urdimbre de nuestras comunidades y de Cáritas y Manos Unidas, así como de nuestros movimientos, asociaciones y cofradías. En las personas consagradas que son testimonio de los consejos evangélicos, motor de su entrega. Del diácono permanente y de los sacerdotes que nos impulsan por su vocación a la vida comunitaria en Cristo. Sé que no tenemos miedo y que entre todos se hará más pública y radiante una Iglesia en renovada conversión.

Y cuando llegue la calma, además de lo que cada comunidad parroquial haga, pienso en una gran Eucaristía, de toda la diócesis, donde celebremos la vida de los que han pasado ya a la otra orilla durante esta tormenta, con sus nombres grabados en un gran cartel, escritos uno a uno, y con tantas velas, signo del Resucitado, como difuntos haya habido, portadas hacia al altar por sus familias, para que quede constancia para siempre, de su fe, en nuestra memoria.

¡Ánimo y adelante!

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Gómez Cantero, obispo de Teruel, a los curas: “Tanta Misa por las pantallas mantiene a las personas pasivas. ¿O es que queremos justificar nuestro sacerdocio?”

Lunes, 30 de marzo de 2020
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Un hombre lúcido:

“Tratamos a los creyentes como si no supieran rezar”, apunta el obispo de Teruel

A causa de la pandemia, algunos sacerdotes se han puesto muy nerviosos y nos han llenado los medios habituales, con los que nos solemos comunicar, de oraciones, llamadas a rezar, Misa por streaming…

Dejemos de bombardear a las buenas personas con todo tipo de reflexiones, estampas, videos y oraciones, que parecemos más a comerciales de lo religioso, que a personas de Dios

Ayunemos también de sonidos e imágenes en esta cuaresma tan real y de desierto. Miremos nuestro interior y hagamos silencio es donde nos habla Dios

Es de noche, domingo. Mientras escribo, llueve como si se regenerase la ciudad vaciada a causa de la pandemia. Hoy ha sido el primer día donde todas las iglesias de nuestra diócesis (como de tantas otras) no se han abierto, a pesar de ser domingo. Me atrevería a decir que la unanimidad de las personas creyentes lo han entendido responsablemente. Quizás, alguna, que han hecho de su fe una costumbre atávica, no tanto.

Algunos sacerdotes se han puesto muy nerviosos y nos han llenado los medios habituales, con los que nos solemos comunicar, de oraciones, llamadas a rezar, la posibilidad de seguir la Misa por streaming, es decir en directo vía web, nos han enviado link, o sea un enlace o conexión, para poder ver el Santísimo expuesto … y algún otro ha salido a dar un paseo por las calles con la custodia como si se tratara del Corpus Christi (y me pregunto con qué permiso, porque para muchas cosas somos muy estrictos y para otras no tanto.)

81096653-biblia-abierta-a-la-oración-del-señor-con-un-par-de-copas-en-las-páginas-Todo este bombardeo me suscita muchas preguntas, ¿No parece que tratamos a las personas creyentes como que no supieran rezar y deben de depender del clero para hacerlo? ¿Qué hemos hecho hasta ahora, tenerlos de espectadores? ¿Nos os parece que tanta Misa por las pantallas mantiene a las personas en la pasividad de mirar? ¿O es que queremos justificar nuestro sacerdocio? ¿Es que los servicios religiosos de las televisiones y las radios no son suficientes? Hasta ahora sí lo han sido. ¿Qué es más importante, un rato de oración o de lectio divina con la Palabra, o mirar una misa por una pantalla?

Me han llegado ejemplos de jóvenes que en el piso de estudiantes se han reunido para leer la Palabra y orar por las necesidades más urgentes. Se de familias con niños que han colocado sobre un mantel blanco, una vela y una Biblia abierta y han rezado juntos, escuchando la Palabra de Dios. Alguna persona se ha encerrado en su habitación y leyendo “el evangelio de cada día” ha guardado un silencio reparador. Una joven me dijo que entró en internet y buscó “lecturas de hoy” y rezó con ellas y con la reflexión que traían. Alguna familia anciana, a la hora de la misa del pueblo se han puesto a rezar el rosario por todos los que sufren y nos ayudan. Una mujer me decía: busqué el silencio y me uní a aquellos que en algún lugar del mundo estaban en comunidad celebrando la Eucaristía. No necesitaron retransmisiones. Además, sabemos que una pantalla nunca te ayudará a recogerte, ¡y es tan necesario! Todos los creyentes son personas adultas, y se saben sacar las castañas del fuego, aunque muchas veces no los tratemos así. La persona que cree reza y sabe hacerlo.

joven-con-la-palabra-de-diosEste tiempo de gracia, también sirve para que nosotros los presbíteros y diáconos paremos un poco, reflexionemos y reconstruyamos nuestra vida pastoral, oremos más intensamente, pongamos lentitud entre tanto activismo, leamos aquel libro que dejamos a medio empezar en el estante de nuestra librería, celebremos la Eucaristía en pacífica y desierta soledad, reflexionemos y sanemos las heridas que vamos dejando abiertas, en definitiva, busquemos lo esencial de nuestro ministerio.

Parece que algunos tenemos miedo al vacío, si no se nos ve o se nos escucha, y olvidamos que una de nuestras tareas es la oración por los demás, o vicaria. Tendremos que medir cuánto hay en todo este despliegue mediático de un afán insuperable de protagonismo. La Santa Misa es muy grande para ser vivida en comunidad, las emitidas solo son para las personas enfermas e impedidas.

Dejemos de bombardear a las buenas personas con todo tipo de reflexiones, estampas, videos y oraciones, que parecemos más a comerciales de lo religioso, que a personas de Dios.

En esto también somos consumistas, eso que tanto criticamos, y además favorecemos. Todo este despliegue pienso que responde a este tipo de pastoral, poco pensada a la luz del Evangelio. ¡Hay tantas mujeres y hombres creyentes en el mundo, que celebran la Eucaristía de ciento en viento cuando pasa el misionero (a veces meses) y viven su fe con gran integridad! Pero nosotros somos de los ricos, también consumistas de lo religioso, con derecho a que no nos falte la Misa, aunque sea televisada.

Ayunemos también de sonidos e imágenes en esta cuaresma tan real y de desierto. Miremos nuestro interior y hagamos silencio es donde nos habla Dios. Vivamos la intensidad de la pobreza, como ellos, porque al final tanto aluvión de mensajes es como la lluvia que cae que ni empapa la tierra ni da frutos.

¡Ánimo y adelante!

+ Antonio Gómez Cantero
Obispo de Teruel y Albarracín

Espiritualidad, Iglesia Católica , , , , , ,

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