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¿Quién vigila y controla a los obispos?

Martes, 11 de noviembre de 2014
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Valladolid-0020-Medina-del-Campo.Centro-Cultural-S.Vicente-Ferrer.-Cristo-en-brazos-de-la-Muerte-“Cristo en brazos de la muerte”, de Ricardo Flecha

El problema es que todos los aspectos humanos de Munilla, “siendo importantes y, siendo también parte del rostro de la figura de Munilla, son superficiales y no se adentran en la profundidad del misterio de Munilla“…. Y de esos polvos… estos lodos…

Munilla ideologiza el Evangelio

¿Cómo y por qué fiarse de este obispo?

“Constatamos continuamente que tiene graves deficiencias en su formación teológica y comete frecuentes errores doctrinales”

La Diócesis de Donostia se adentra en el curso 2014-2015 con el Programa Pastoral titulado ‘Dejarnos conducir por Él’, firmado por el obispo José Ignacio Munilla.

(Xabier Larramendi, Noticias de Guipúzcoa).-  Lo tomamos en una parroquia de Gipuzkoa y vemos que previo a los objetivos y acciones hay un capítulo relacionado con la visita Ad Limina en febrero pasado, la visita que los obispos realizan periódicamente al Vaticano para informar de la situación diocesana. Me detendré en un aspecto que, a mi juicio, reviste una especial gravedad.

En la primera parte del documento, José Ignacio Munilla ofrece un resumen de las orientaciones recibidas en Roma. En la descripción y desarrollo de estas “orientaciones recibidas” dedica el último apartado a la Integridad y vivencia de la fe. El obispo transcribe las indicaciones textuales del Cardenal Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, en un Memorándum enviado por él, que, entre otras cosas, dice lo siguiente: “Esta Congregación ha animado a los Prelados a ejercitar una constante vigilancia para que los contenidos de la doctrina de la fe sean presentados íntegramente, sobre todo en los Centros Universitarios y en las facultades de Teología”.

Sin duda, Munilla muestra un gran celo al ejercer su “constante vigilancia” en lo que se refiere a los contenidos de la doctrina de la fe, pero muchos albergamos dudas mayores, muy fundadas, de que lo haga por la “integridad” de la fe. En la Diócesis de Donostia se ha extendido la convicción de que su vigilancia es una excusa y ocasión para realizar una limpieza ideológica y purga de quienes no piensan como él. El despido de profesores del Instituto de Ciencias Religiosas es un ejemplo de ello.

La integridad de la fe no es ciertamente el aspecto en el que más acierta el obispo Munilla. Él mismo cae con frecuencia en un adoctrinamiento absolutamente escorado, rayando, dicho con palabras suaves y moderadas, en una parcialización de la fe y, por lo tanto, en una ideologización del Evangelio. El mismo mal del que acusa a otros. He aquí un botón de muestra.

Es el 29 de junio, día de los Apóstoles san Pedro y San Pablo. En la catedral del Buen Pastor tiene lugar la celebración de acción de gracias al finalizar el curso pastoral donde, al mismo tiempo, son ordenados un sacerdote y un diácono. Localizamos en Internet el vídeo donde se ve a Munilla, muy en su estilo, improvisar la homilía con el recurso a algunos apuntes. El obispo sienta desde el comienzo la base de su formulación de la fe. Afirma que todos los aspectos humanos de Jesús “siendo importantes y, siendo también parte del rostro de la figura de Jesucristo, son superficiales y no se adentran en la profundidad del misterio de Jesucristo“.

La primera reacción es de perplejidad, pero no tardamos en pasar al escándalo. Quien haya realizado unos mínimos estudios de Teología se preguntará si esa afirmación no pervierte la fe que confiesa la Iglesia desde sus inicios, Concilio de Calcedonia, y si no niega el contenido del hecho central del cristianismo, que es la Encarnación del Hijo de Dios en la naturaleza humana de Jesús. Es decir, si superficializamos al Jesús humano, estamos superficializando nuestro conocimiento de Dios revelado en Jesús.

Veamos:

1- Los aspectos humanos de Jesús no son “superficiales” sino fundamentales, absolutamente necesarios, pues el Hijo de Dios no se encarna en una idea o concepto abstracto, sino en la humanidad concreta de Jesús.

2- Estos aspectos humanos no son solo “parte del retrato de la figura de Jesús” sino que son precisamente los rasgos en los que se nos revela el Hijo de Dios. Sin esos rasgos humanos, no acontece la revelación de Dios que confiesa la fe cristiana.

3- Frente a la afirmación del obispo Munilla de que los rasgos humanos de Jesús no se adentran en la profundidad del Misterio, hay que decir que son esos aspectos humanos los que nos adentran en la profundidad del Misterio de Dios, de tal modo que si ignoramos al Jesús humano, ignoramos la única vía de conocimiento de Dios que la fe cristiana confiesa como camino al Padre.

4- Por otro lado, si ignoramos al Jesús humano, no podemos seguir a Jesús ni conocer cuál es la misión de la Iglesia en el mundo. Si lo superficializamos estamos afirmando que nuestro seguimiento a Jesús es superficial y también el conocimiento que podemos tener de la misión de la Iglesia.

5- A pesar de la frecuencia con la que Munilla cita al papa Francisco, contradice su mensaje: “La Iglesia ha de llevar a Jesús: este es el centro de la Iglesia. Si alguna vez sucediera que la Iglesia no lleva a Jesús, sería una Iglesia muerta”, dice en una homilía el papa Bergoglio.

Por todas estas razones el mensaje del obispo Munilla, como tantas otras veces, corre el riesgo de confundir gravemente la fe de los cristianos y cristianas. Por ello, me pregunto, y pregunto a los responsables de la Iglesia: ¿quién tiene la responsabilidad de vigilar las palabras de los obispos y de éste en concreto? No creo que este prelado sea un modelo en la exposición integral de los contenidos de la fe. Al contrario, constatamos continuamente que tiene graves deficiencias en su formación teológica y comete frecuentes errores doctrinales.

De modo que, ¿cómo y por qué fiarse de este obispo? Cuando la fe se ideologiza, en el sentido de convertirse en un sistema cerrado de pensamiento, el adoctrinamiento ideologizado se pone por encima de la integridad y fidelidad a la fe, tergiversando su contenido. Este es un problema permanente en la historia de la Iglesia.

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He aquí dos ejemplos.

Ireneo de Lyon (s. II) se vio obligado a defender la fidelidad a la fe recibida contra los gnósticos, que defendían los errores de los “docetas”, quienes afirmaban sobre Jesucristo “que solo en apariencia se manifestó, no naciendo en la carne ni haciéndose verdaderamente hombre”. Ireneo sostuvo, con la fe de la Iglesia, que la encarnación del Verbo en Jesús fue real y esencial, no superficial.

Santa Teresa (siglo XVI), frente a quienes pensaban que se podía prescindir de la humanidad de Jesús, afirmará que a medida que el creyente va escalando las más encumbradas etapas de su desarrollo espiritual, la presencia de lo humano del Señor se intensifica, su “Sacratísima Humanidad”.

Creo que el obispo Munilla, sin llegar a afirmar que es un “docetista”, minimiza la humanidad de Jesús y difunde la fe con un discurso en el que no se siente la Buena Noticia, sino la dureza y aridez de una doctrina ideologizada, dogmática y cerrada. Es difícil tomarse en serio lo que dice este obispo. Por ello, ante Munilla va creciendo una objeción de conciencia con la que cada vez más cristianos viven la fe, cosa que a algunos y algunas les está costando muy caro.

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La que faltaba: Munilla se revuelve y advierte de que ningún partido político de ámbito estatal «representa al voto católico»

Domingo, 28 de septiembre de 2014
Comentarios desactivados en La que faltaba: Munilla se revuelve y advierte de que ningún partido político de ámbito estatal «representa al voto católico»

munilla-cierra-las-puertas¿Hasta ahora era el PP quien representaba el supuesto voto católico? A este paso sólo les va a quedar la Falange y toda esa caterva de grupúsculos de extrema derecha… Por cierto, si él puede decir a sus diocesanos que no voten a tal o cual partido, ¿podrán decirle sus diocesanos que  les resbalan sus palabras?… Y a las pruebas nos remitimos…

El Obispo de San Sebastián pide a los católicos que no voten al partido popular

Un católico no puede votar en coherencia a los partidos políticos de ámbito nacional presentes en el actual Congreso de Diputados

Munilla: “Muchos se irán del PP tras retirar la reforma del aborto”

Lamenta la “deriva” del PP, que ha asumido “la aberración de considerar al aborto como un derecho humano”

El obispo de Donostia-San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha cargado contra el PP tras haber decidido retirar la reforma de la Ley del Aborto y ha asegurado que “muchos se darán de baja”, al igual que “un número significativo de militantes del Partido Nacionalista Vasco se dieron de baja en su militancia política, cuando su partido asumió los postulados abortistas”.

El Obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha lamentado que el Partido Popular haya asumido “la aberración de considerar al aborto como un derecho humano” y ha advertido de que en el marco parlamentario actual “no existe ningún partido de ámbito estatal capaz de representar al voto católico”.

En una carta publicada en la web de la Diócesis de Guipúzcoa, tituladaVoz de los sin voz’, Munilla califica de “decisión política” la retirada por parte del Gobierno central del anteproyecto de ley del aborto y advierte de que tiene unas “implicaciones morales muy graves”, ya que el presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, “condena a cientos de miles de vidas humanas al más absoluto de los desamparos”.

Tras señalar que cuando lo que está en juego es “el mismo derecho a vivir, no cabe entender que estemos ante una cuestión más”, Munilla critica que “cada día son exterminadas en España más de trescientas vidas humanas a las que se les niega el derecho a vivir“.

Si bien el Partido Popular había manifestado mientras estaba en la oposición su desacuerdo con la ley abortista de Zapatero, finalmente ha terminado por asumir la aberración de considerar al aborto como un derecho humano“, señala en referencia a la retirada del anteproyecto de ley.

En este sentido, afirma que “desgraciadamente no es la primera vez que se produce una deriva semejante en el Partido Popular” y subraya que “los hechos demuestran que la supuesta ‘izquierda’ es la que termina marcando el camino a la supuesta ‘derecha'” y cada vez existen menos diferencias ideológicas “reales” entre los partidos políticos, “dado que han asumido todos ellos los valores del neocapitalismo, el relativismo y la ideología de género”.

“La decisión tomada por el presidente de Gobierno reabre de una forma definitiva el debate ya existente desde hace tiempo en el seno de la Iglesia Católica. ¿Qué tipo de presencia deben de tener los católicos en la vida política? ¿Es coherente que los católicos se integren en partidos políticos que acogen en sus programas propuestas diametralmente contrarias a los valores evangélicos? ¿Pueden los católicos votar a partidos políticos que están en esta situación, basándose en el principio del ‘mal menor’?, se pregunta.

A su juicio, el tiempo ha demostrado que “por el camino del mal menor se termina llegando al mal mayor” y remarca que la opción del mal menor solo puede ser acogida por un cristiano de forma circunstancial y transitoria, sin caer en la tentación de hacer de ella su santo y seña”.

“De forma similar a como me consta que un número significativo de militantes del PNV se dieron de baja en su militancia política, cuando su partido asumió los postulados abortistas, tampoco me cabe duda de que ahora serán también muchos los que hagan lo propio en el Partido Popular“, considera, para añadir que “hay que optar entre situar la ideología por encima de los valores morales o al revés.

Por todo ello, advierte de que los creyentes tienen un “serio problema” porque en el arco parlamentario actual “no existe ningún partido de ámbito estatal capaz de representar al voto católico”.

“Para decirlo claramente, un católico que aspire a ser fiel a los principios de la Doctrina Social Católica, no puede votar en coherencia a los partidos políticos de ámbito nacional presentes en el actual Congreso de Diputados“, insiste.

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Texto íntegro de la carta pastoral de monseñor Munilla

Aborto: Voz de los sin voz

La retirada por parte del Presidente de Gobierno del “Anteproyecto de Ley Orgánica para la Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada”, es una decisión política con unas implicaciones morales muy graves, dado que la medida del sr. Rajoy condena a cientos de miles de vidas humanas al más absoluto de los desamparos.

El derecho a la vida no es un derecho más, sino uno anterior a todos los derechos, y sobre el que se sustentan todos los demás. Obviamente, el juicio moral de las políticas desarrolladas por un gobierno no se circunscribe a la tutela de la vida. La experiencia nos dice que unos partidos suelen ser más sensibles hacia determinados valores éticos, mientras que otros lo son hacia otro tipo de valores morales. Pero cuando lo que está en juego es el mismo derecho a vivir, no cabe entender que estemos ante una cuestión más, entre tantas otras. Se trata probablemente del mayor de los dramas morales de nuestra sociedad. Cada día son exterminadas en España más de trescientas vidas humanas, a las que se les niega el más elemental de los derechos: el derecho a vivir. Y esto se hace bajo el amparo de un ley inicua que reconoce el derecho a abortar, es decir, el derecho a matar.

Si bien el Partido Popular había manifestado mientras estaba en la oposición su desacuerdo con la ley abortista de Zapatero (2010), finalmente, ha terminado por asumir la aberración de considerar al aborto como un derecho humano. (Conviene puntualizar que no existe en el mundo otro estado que considere el aborto como un derecho en su legislación). Desgraciadamente, no es la primera vez que se produce una deriva semejante en el Partido Popular. Los hechos demuestran que la supuesta “izquierda” es la que termina marcando el camino a la supuesta “derecha”. Cada vez existen menos diferencias ideológicas reales entre los partidos políticos, dado que han asumido todos ellos los valores del neocapitalismo, el relativismo y la ideología de género. Alguien dijo que el pensamiento políticamente correcto de nuestros días, se caracteriza por ser teóricamente marxista, prácticamente liberal, y psicológicamente freudiano.

La decisión tomada por el Presidente de Gobierno reabre de una forma definitiva el debate ya existente desde hace tiempo en el seno de la Iglesia Católica: ¿Qué tipo de presencia deben de tener los católicos en la vida política? ¿Es coherente que los católicos se integren en partidos políticos que acogen en sus programas propuestas diametralmente contrarias a los valores evangélicos? ¿Pueden los católicos votar a partidos políticos que están en esta situación, basándose en el principio del “mal menor”? El tiempo ha demostrado que por el camino del “mal menor” se termina llegando al “mal mayor”. La opción del “mal menor” solo puede ser acogida por un cristiano de forma circunstancial y transitoria; sin caer en la tentación de hacer de ella su “santo y seña”. Y es que… Jesucristo nos enseñó a apostar por el bien; no por el mal menor.

De forma similar a como me consta que un número significativo de militantes del Partido Nacionalista Vasco se dieron de baja en su militancia política, cuando su partido asumió los postulados abortistas, tampoco me cabe duda de que ahora serán también muchos los que hagan lo propio en el Partido Popular (aunque los aparatos políticos intenten poner sordina a este hecho). Estamos ante un test importante para medir nuestra jerarquía de valores: ¿La ideología por encima de los valores morales? ¿O los valores morales por encima de la ideología? No caben las componendas; hay que optar.

Los creyentes tienen un serio problema: en el arco parlamentario actual no existe ningún partido de ámbito estatal capaz de representar al voto católico. Para decirlo claramente: un católico que aspire a ser fiel a los principios de la Doctrina Social Católica, no puede votar en coherencia a los partidos políticos de ámbito nacional presentes en el actual Congreso de Diputados.

El quehacer de los obispos es la iluminación moral, y no la conformación de alternativas políticas. He aquí uno de los retos específicos más importantes de los seglares en este momento. La vocación de los laicos católicos, a diferencia de los sacerdotes y obispos, es la de hacerse presentes en la vida pública proponiendo alternativas políticas, capaces de encarnar de forma coherente en la vida pública los principios que inspiran la Doctrina Social Católica.

Ni qué decir tiene que aunque estas reflexiones están referidas prioritariamente a los católicos, son también aplicables a los miembros de otras confesiones religiosas, e incluso a no pocos ciudadanos no creyentes que apuestan por la integridad de los valores morales, incluyendo el de la inviolabilidad de la vida humana en el seno materno.

La cuestión es la siguiente: ¿Quién prestará su voz a los que no tienen voz? ¿Quién está dispuesto a defender el derecho a la vida de cientos de miles de inocentes que todavía no pueden hablar por sí mismos? ¿Y quién ofrecerá a las mujeres embarazadas que están en situaciones difíciles una alternativa a esa trampa mortal llamada “derecho a abortar”?

+ José Ignacio Munilla

Obispo de San Sebastián

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Fuente Religión Digital

General, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

96 sacerdotes de Gipuzkoa vuelven a rebelarse contra Munilla

Miércoles, 30 de julio de 2014
Comentarios desactivados en 96 sacerdotes de Gipuzkoa vuelven a rebelarse contra Munilla

munilla-720_560x280Leemos en Religión Digital:

Le acusan de “haber traído la división” a la diócesis, de gobernarla como su “feudo” y de “hacer lo que quiere”

Quieren denunciar “con dolor que la Diócesis está desfigurándose y deshaciéndose”

“A lo largo de este tiempo la división y desconfianza mutua entre nosotros no han ido sino creciendo”

(José M. Vidal).- Lleva casi cinco años al frente de San Sebastián, pero José Ignacio Munilla no acaba de hacerse con las riendas de la diócesis vasca. Cuando lo nombraron, la mayoría del presbiterio donostiarra rechazó su nombramiento y, ahora, pasados varios años, 96 sacerdotes vuelven a rebelarse contra el “obispo impuesto”. Y le escriben una carta firmada, en la que aseguran que “la situación de la diócesis es cada vez más penosa”.

Utilizando “los escritos y comportamiento del Papa Francisco“, los firmantes le dicen a monseñor Munilla que su forma episcopal de ser y de actuar es “muy otra” y muy diferente de la del Papa. Entre otras cosas, porque considera la Diócesis como ‘feudo’ suyo y actúa como si fuera el único que tiene la capacidad para hacer lo que quiere y como quiere”.

Le acusan de dar la espalda a la historia y a la pastoral de la diócesis anteriores a su llegada. Y le citan muchos y variados ejemplos.

Ha trasladado el Seminario a Pamplona; algunos escritos, actividades y homilías en torno a la pacificación de nuestro pueblo; el modo de hacer el Proyecto Diocesano; la marginación o eliminación de un buen número de responsables, trabajadores y profesores que no eran de su gusto o del agrado de sus colaboradores de distintas instituciones diocesanas; la aceptación sin más de seminaristas y sacerdotes procedentes de otras Diócesis, especialmente de Toledo, para potenciar un estilo sacerdotal determinado entre nosotros”.

También le echan en cara la “ligereza” con la que hace los nombramientos y los traslados de los curas, asi como el hecho de traer a la diócesis “un grupo de sacerdortes pertenecientes a una hermandad de fuera”, sin consultar previamente al Consejo Presbiteral.

Los 96 firmantes  denuncian asimismo que, mientras “la sociedad guipuzcoana es cada vez más euskaldun, en la Diócesis el castellano se hace cada vez más presente y se le concede cada vez menor importancia al euskera, la cultura vasca, y a la situación e identidad del País Vasco

Ante todo esto, los curas quieren denunciar “con dolor, que la Diócesis está desfigurándose y deshaciéndose. Muchos fieles se sienten fuera de lugar en el estilo de Iglesia que Ud. está implantando. En cuanto a las actividades propuestas por Ud. y el Obispado, aparte de no ser apenas secundadas, están lejos de responder a las necesidades de nuestra comunidad diocesana y sociedad“.

Reconocen los firmantes que el obispo es “el responsable primero de la diócesis, pero no el único respomsable ni tiene que llevar la responsabilidad en solitario”.

Es decir, una acusación de falta de colegialidad y de corresponsabilidad que, a juicio de los curas firmantes, condujo a la diócesis a un callejón sin salida:A lo largo de este tiempo la división y desconfianza mutua entre nosotros no han ido sino creciendo.

Entre las 96 firmas (5 arciprestes y 42 párrocos, junto a un grupo de sacerdotes coadjutores y jubilados), destacan las de Ibon Alberdi, Patxi Azpitarte, Anton Etxebeste, Feliz Azurmendi, José Antonio Larrañaga o Jesús Mari Arrieta.

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Texto íntegro de la Carta al Obispo José Ignacio Munilla

San Sebastián 14 de julio de 2014
Sr. Obispo:

Comprobando que la situación de la Diócesis de San Sebastián es cada vez más penosa, le escribimos esta carta movidos por nuestro amor al Evangelio y a la Iglesia, y queriendo denunciar que está conduciendo a nuestra Diócesis en una dirección arriesgada y sin salida.

En los escritos y comportamiento del Papa Francisco se puede ver con claridad cómo han de ser las actitudes y comportamientos de un responsable de la Iglesia: ha de saber escuchar y tomar en cuenta las opiniones de los creyentes, acoger sus preocupaciones y hacerlas suyas y estar próximo a ellos, y no encerrarse en el ambiente y estilo de su gusto. Resultan significativas las palabras dirigidas por el Papa Francisco a los Obispos españoles: “No será difícil encontrar estos caminos si vamos tras las huellas del Señor, que “no ha venido para que le sirvan, sino para servir” (Mc 10, 45)… En esta búsqueda, es importante que el Obispo no se sienta solo, ni crea estar solo, que sea consciente de que también la grey que le ha sido encomendada tiene olfato para las cosas de Dios. Especialmente sus colaboradores más directos, los sacerdotes, por su estrecho contacto con los fieles, con sus necesidades y desvelos cotidianos. También los religiosos y religiosas… Y los laicos y laicas que desde las más variadas condiciones de vida y respectivas competencias llevan adelante el testimonio y la misión de la Iglesia”.

Estamos comprobando, sin embargo, que su actuación es muy otra, y que este comportamiento está haciendo mucho daño a la Diócesis. Al parecer, considera la Diócesis como “feudo” suyo y actúa como si fuera el único que tiene la capacidad para hacer lo que quiere y como quiere. Desde que tomó posesión de la Diócesis, a la hora organizar y promover diversas actividades no ha tenido para nada en cuenta las líneas pastorales y la actuación que llevaba la Diócesis desde 1980, sin consultar adecuadamente al Consejo Pastoral Diocesano y, en más de una ocasión, en contra de la opinión del mismo Consejo Presbiteral. Ciertamente, en sus comienzos citaba el documento “Una Iglesia al servicio del Evangelio”, pero luego, los programas y las actividades nada tienen que ver con el espíritu y el estilo de ese documento. Este modo de actuación no es aceptable, ni desde un punto de vista eclesiológico ni pastoral.

Podemos mencionar muchos ejemplos: ha trasladado el Seminario a Pamplona; algunos escritos, actividades y homilías en torno a la pacificación de nuestro pueblo; el modo de hacer el Proyecto Diocesano; la marginación o eliminación de un buen número de responsables, trabajadores y profesores que no eran de su gusto o del agrado de sus colaboradores de distintas instituciones diocesanas; la aceptación sin más de seminaristas y sacerdotes procedentes de otras Diócesis, especialmente de Toledo, para potenciar un estilo sacerdotal determinado entre nosotros; ha invitado e instalado en el convento de las clarisas de Bergara un grupo de “monjas” reconocidamente neo-conservador, bajo pretexto de “reanimar” la vida contemplativa (a pesar de que el Obispado afirmaba no saber nada de ello).

Merecen mención algunas de sus últimas actuaciones:

Por ejemplo, la realización de algunos destinos. La ligereza e improvisación de algunos nombramientos tienen difícil explicación, si no es desde la falta de claridad y autentica escucha a los interesados y sus comunidades. Entre otras cosas, hemos podido saber que tiene la intención de introducir en la Diócesis un grupo de sacerdotes pertenecientes a una hermandad de fuera, sin haber tratado previamente el asunto en el Consejo Presbiteral ni en el Consejo de Arciprestes.

Estos Consejos le han pedido que, antes de aceptar sacerdotes de fuera en la Diócesis, se debata y establezcan unos criterios básicos. Sin tener en cuenta esta razonable petición, Ud. ha tomado ya su decisión, introduciendo en el Presbiterio Diocesano sacerdotes de una orientación determinada y afines a su persona. ¿Cree que esa decisión será beneficiosa para la comunidad diocesana y para el presbiterio? ¿No será para reforzar su estrategia y su línea pastoral?

A la hora de decidir y hacer los destinos algunos sacerdotes se han sentido maltratados y presionados, desfigurando las razones y diciendo verdades a medias, sin tener en cuenta la situación pastoral y necesidades de cada lugar y, por supuesto, sin escuchar a las comunidades ni a los sacerdotes.

Cuando resulta que la sociedad guipuzcoana es cada vez más euskaldun, en la Diócesis el castellano se hace cada vez más presente y se le concede cada vez menor importancia al euskera, la cultura vasca, y a la situación e identidad del País Vasco. No hay más que ver que algunos de los sacerdotes que ha incorporado a la Diócesis, además de desconocer el euskera, no muestran ningún interés en conocerlo.

Como resultado de estas actuaciones, queremos denunciar, con dolor, que la Diócesis está desfigurándose y deshaciéndose. Muchos fieles se sienten fuera de lugar en el estilo de Iglesia que Ud. está implantando. En cuanto a las actividades propuestas por Ud. y el Obispado, aparte de no ser apenas secundadas, están lejos de responder a las necesidades de nuestra comunidad diocesana y sociedad. Creemos que carecen, de hecho, de un proyecto que responda a estas necesidades. Mientras tanto, la acción evangelizadora se vuelve cada vez más difícil y el buen nombre de nuestra Iglesia se debilita.

Le queremos recordar y pedir que, en cuanto miembros del Presbiterio diocesano, tome Ud. en consideración nuestras opiniones, quejas y denuncias; que en las decisiones que afectan al gobierno diocesano, tenga en cuenta, además de sus opiniones, las demandas y necesidades de todos los diocesanos, atendiendo los consejos e iniciativas del Presbiterio.

El Obispo es, ciertamente, el responsable primero de la Diócesis; pero no el único responsable, ni tiene que llevar esta responsabilidad en solitario. En la comunidad cristiana todos somos corresponsables, cada uno en función de su misión. Un Obispo que no tiene en cuenta todo esto no puede pastorear adecuadamente su Iglesia, por lo menos no al modo del Buen Pastor.

Pronto se cumplirán cinco años de su entrada en la Diócesis, y como Ud. mismo podrá comprobar si no cierra los ojos a la realidad, a lo largo de este tiempo la división y desconfianza mutua entre nosotros no han ido sino creciendo. ¿Hasta cuando va a durar esta situación?

Ibon Alberdi Urrestarazu, Patxi Aizpitarte Mendia, Patxi Albizu Apaolaza, José Luis Aperribai Madinabeitia, Iñaki López Caztañares, José Ramón Trebiño, Antton Etxebeste Goikoetxea, Feliz Azurmendi Ayerbe, Juan Aldasoro Zurutuza, Jesús Zubillaga Zubillaga, Ion Etxezarreta Zubizarreta, Jose Antonio Larrañaga, José Ignacio Eguskitza, Luis Aranalde Olaondo, José Ignacio Usabiaga Martín, Jesús Mari Arrieta, Juan Luis Murua Pagola y 79 firmas más.

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