El obispo alemán Ludger Schepers, encargado de la pastoral LGTBIQ+, pide un cambio radical en la moral sexual de la Iglesia
El obispo auxiliar de Esse, Mons. Ludger Schepes, a quien sus colegas de episcopado han encargado la pastoral LGTBIQ+, ha afirmado que la Iglesia católica debe abordar la sexualidad mucho más abiertamente que antes y lo refleje en el Catecismo De la Iglesia Católica.
El encargado de los obispos alemanes de la pastoral LGTBIQ+ ha enfatizado claramente que, “En lo referente a la moral sexual, es necesario un cambio general en la Iglesia católica”. Esto significa concretamente, según Mons. Schepers, “que hay otras cosas que deben figurar en el catecismo, distintas a las que están ahora”.
“Por un lado, se habla de situaciones irregulares en el catecismo, por otro, se dice que las personas no deben ser discriminadas”, se quejó Schepers en una conversación con el Rheinische Post el miércoles 8 de mayo. “Ya sería un primer paso si la gente al menos se atuviera a no discriminar a las personas.”
En el catecismo de la Iglesia Católica se dice (CIC 2358): “Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta”. Sin embargo, tales personas, sigue el Catecismo, “están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición”.
“El primer problema es que incluso podemos encontrar un lenguaje común para hablar entre nosotros sobre ello. Esto sucedió por primera vez en un grupo más numeroso en las asambleas generales del Camino Sinodal. Y algunos obispos abandonaron entonces la discusión. En última instancia, todo se reduce a la cuestión de la bipolaridad”, argumentó Schepers. “Es decir, si sostengo la visión de que solo hay dos núcleos, masculino y femenino – y nada más. O si tomo ahora el modelo de un óvalo, que también tiene dos núcleos, pero donde hay algo entre ellos. No necesito siquiera abandonar la noción de polaridad; pero al menos reconocería que hay algo entre medio. Nadie puede decir exactamente qué es enteramente masculino y qué es enteramente femenino. Cada uno de nosotros tiene partes del sexo opuesto dentro de nosotros. En mi opinión, negarle a las personas queer su humanidad no es posible. Sin embargo, la enseñanza de la iglesia todavía supone que sólo hay hombres y sólo mujeres, en el lenguaje del Antiguo Testamento: sólo hombres y sólo mujeres.”
En el catecismo se dice (CIC 2357): « Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso”
Esta doctrina de la Iglesia, “puede cambiarse”, según Schepers, “cuando la iglesia adquiera un diferente entendimiento de la sexualidad. Que la sexualidad no solo está destinada a procrear descendencia. Y que una relación amorosa no tiene por qué limitarse ni debe limitarse solo al acto sexual, sino que también incluye mucho más, como la ternura y la responsabilidad mutua”.
Para el obispo auxiliar de 71 años, nombrado por el Papa Benedicto XVI en 2008, “esta posición de la Iglesia conduce inevitablemente a la distancia y la defensa, porque simplemente ya no se puede hacer comprensible a la gente. No se trata de una liberalidad que lo permite todo y cada cosa. Sino siempre también de si hay una responsabilidad de los socios el uno por el otro.”
Este complejo de temas también incluye “la cuestión de la responsabilidad hacia los divorciados que se han vuelto a casar, que según el entendimiento eclesiástico también viven en relaciones irregulares. Que la sexualidad constituye la identidad de una persona es indiscutible, por lo que como pastores debemos también tratar con ella de manera muy personal.”
Y añade que “Hay tanta falta de simultaneidad en los movimientos de las respectivas culturas que es imposible llegar a una posición única. Pero tenemos que asumir la responsabilidad de estas personas. Que no sólo escuchen de nosotros que son amados y creados por Dios, sino también que la forma en que fueron creados por Dios es buena y correcta. Y que puedan experimentar exactamente eso en la iglesia”.
Aboga porque las personas LGTBIQ+ puedan tener esperanzas de ser aceptadas en todos los comités y en todos los niveles de la iglesia: “Hay muchas personas en el movimiento Out In Church que han salido del armario. Pero también hay muchos que todavía no se atreven a hacerlo porque todavía temen sufrir desventajas o discriminación. Gracias a Dios, la legislación eclesiástica ya lo ha regulado. Pero aún es necesario actuar para implementarlo”.
Y desea “Que haya al menos una apertura para el otro, para el otro. Así que lo mínimo que puedes hacer es no discriminar ni perjudicar a esta persona, ni lastimarla, ni física ni psicológicamente. Ese sería el mínimo absoluto”.
Acerca del Sínodo en Roma considera que “sería importante dar voz a los afectados por la exclusión de la iglesia. Aconsejaría al Papa que se muestre aún más abierto y que no se desanime en su búsqueda de una pastoral para todos. La iglesia debe buscar el diálogo y reconocer los cambios sociales. El Vaticano no puede esconderse detrás de sus viejas reglas”.
Fuente Rheinische Post
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