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El tesoro escondido

Domingo, 30 de julio de 2023
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 En Éxodo

La vida sobre ruedas o a caballo,
yendo y viniendo de misión cumplida,
árbol entre los árboles me callo
y oigo como se acerca Tú Venida.

Cuanto menos Te encuentro, más Te hallo,
libres los dos de nombre y de medida.
Dueño del miedo que Te doy vasallo,
vivo de la esperanza de Tú vida.

Al acecho del Reino diferente,
voy amando las cosas y la gente,
ciudadano de todo y extranjero.

Y me llama Tú paz como un abismo
mientras cruzo las sombras, guerrillero
del Mundo, de la Iglesia y de mí mismo.

*

Pedro Casaldáliga
El Tiempo y la espera
Editorial Sal Terrae, Santander 1986

***

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

“El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?

Ellos le contestaron:

– “Sí.”

Él les dijo:

“Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.”

*

Mateo 13,44-52

***

“Se puede definir al hombre como el que busca la verdad”

Juan Pablo II

La vida que Dios da al hombre es original y diferente de la de los demás criaturas vivientes, o que el hombre aunque proveniente del polvo de la tierra (cf Gn 2,7; 3,19; Job 34,15; Sol 103,14; 104,29), es manifestación de Dios en el mundo, signo de su presencio, resplandor de su gloria (cf Gn 1,26-27; Sol 8,6). Al hombre se le ha dado un altísima dignidad, que tiene sus raíces en el vínculo íntimo que lo une o su Creador: en el hombre se refleja la realidad misma de Dios.

En la vida del hombre, la imagen de Dios vuelve o resplandecer y se manifiesta en toda su plenitud con lo venida del Hijo de Dios en carne humana: “El es Imagen de Dios invisible” (Col 1 ,15), “resplandor de su gloria e impronta de su sustancia” (Heb 1,3). El es la imagen perfecta del Padre… La plenitud de la vida se da a cuantos aceptan seguir a Cristo. En ellos, la imagen divina es restaurada, renovada y llevada a perfección. Este es el designio de Dios sobre los seres humanos; que “reproduzcan la imagen de su Hijo” (Rom 8,29). Solo así con el esplendor de esta imagen, el hombre puede ser liberado de lo esclavitud de lo idolatría, puede reconstruir lo fraternidad rota y reencontrar su propio identidad

*

Juan Pablo II,
carta encíclica Evangelium vitae, nn. 34.36.

***

*

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , , , , ,

Silvia Torralba: Asentamientos: un vivir amenazado.

Jueves, 14 de octubre de 2021
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barracones-barcelona-gloriesSuplemento del Cuaderno n. 218 de CJ – (n. 252)

Cristianisme i justicia

Silvia Torralba

Una cuarta parte de la población de las ciudades del mundo vive en asentamientos informales. Son 883 millones de personas, la mayoría de las cuales viven en el continente asiático, pero también en África subsahariana, en países latinoamericanos y del Caribe, y en ciudades europeas. Significa tener derechos vulnerados y, por eso, las Naciones Unidas se han propuesto mejorar las condiciones de estas personas y promover el acceso a una vivienda adecuada antes del año 2030.

 Vivir en un asentamiento.

«Un hogar es un lugar donde cualquier persona puede desarrollar y ejercer todos sus derechos; solo es adecuado cuando tiene agua potable y saneamiento, electricidad y otros servicios básicos; cuando está cerca del colegio, de servicios de salud y de oportunidades laborales». De este modo define la relatora especial de las Naciones Unidas por el derecho a la vivienda qué significa tener un hogar. Hablar del derecho a la vivienda significa ir más allá de las cuatro paredes que constituyen una casa e implica otros derechos asociados a la persona: a sentirse segura y no poder ser desalojada en cualquier momento, a tener las necesidades básicas cubiertas, a no tener que vivir en zonas contaminadas ni peligrosas… La mitad de la población mundial vive en las ciudades y una mayoría carece de las infraestructuras y servicios adecuados. Según la ONU-Hábitat, 1 las personas que sienten mayor inseguridad en las ciudades son aquellas que viven en asentamientos informales. En los países de África subsahariana, representan el 72% de la población urbana y en los de Asia meridional, el 59%. Con todo, la problemática afecta a la mayoría de los países del mundo. En 2018, por ejemplo, el gobierno francés contabilizó a más de 16.000 personas que vivían en 497 asentamientos informales. Cambiarle los zapatos a tu hijo porque los que llevaba se le han ensuciado de barro cuando salías de casa; no tener un buzón donde te lleguen las cartas; despertarte a medianoche porque llueve y el agua se filtra por el techo de la fábrica en la que duermes; lavar toda la ropa porque llega el día del desalojo y no sabes cuándo vas a volver a tener agua; no poder invitar a ningún compañero o compañera de tus hijos a jugar a casa… son algunas de las dificultades diarias que sufren las personas que viven en asentamientos.2

¿Asentamientos en Barcelona?

En ciudades modernas y tecnológicas como Barcelona, que tan solo el año pasado recibió doce millones de turistas, también se esconden estas realidades. El 15% de la población de Barcelona vive en riesgo de pobreza y exclusión, y unas 4.200 son personas sin hogar y, en consecuencia, aún más invisibles. En 2014, una docena de familias que vivían en barracas y camiones en un solar hicieron visible su situación al alcalde de la ciudad. «Barcelona es bonita, pero también tiene rincones. Nosotros somos uno de estos rincones y usted debería tenernos en cuenta», le contaban en una carta.

Saber cuántas personas viven en asentamientos es básico para dimensionar la problemática y abordarla. En Barcelona, las primeras cifras públicas que tenemos son del año 2011 y hablan de 695 personas; los últimos datos, de 2019, hablan de 836 personas. Se trata de personas adultas solas y también de familias con menores que viven en estructuras temporales, barracas y camiones ubicados en solares vacíos, fábricas en desuso y locales abandonados. Su procedencia es muy diversa: en los últimos años han llegado muchas personas de Europa del Este y actualmente constituyen la mayoría en los asentamientos; también destaca un numeroso grupo de familias que hace más de veinte años que llegaron de Galicia y Portugal buscando oportunidades de mejora; e incluso hay personas de varios países africanos y de otras procedencias. Si diez años atrás la mayoría de estas personas se concentraban en grandes espacios de barrios concretos de Barcelona, ahora se dispersan en lugares más pequeños y repartidos por diferentes distritos de la ciudad y otros municipios próximos, donde se han instalado tras sufrir reiterados desalojos. La carta que hace seis años recibió el alcalde de Barcelona la enviaron un grupo de familias de origen galaico-portugués, uno de los colectivos más invisibles de los asentamientos y un buen ejemplo de la falta de políticas transversales para transformar la problemática. Llegaron a Barcelona a mediados de los noventa, cuando la ciudad declaraba el fin de los barrios de barracas, y se establecieron en las calles de la ciudad con sus pequeñas caravanas como vivienda. Aunque hoy en día su situación ha mejorado, la mayoría comparte una historia de exclusión social y de vulneración de derechos heredada generación tras generación. Todas las familias de este colectivo han sufrido desalojos forzosos de forma reiterada. Un informe de Amnistía Internacional 3 recogía hace unos años algunos testimonios, entre ellos el de una mujer que explicaba: «Mi hijo tiene seis años y ya ha vivido seis desalojos en su vida». En Barcelona, como en el resto de ciudades de todo el mundo, vivir en asentamientos significa no poder vivir en espacios salubres y por un precio asequible, pero también implica la vulneración de otros derechos: a la electricidad y a condiciones higiénicas adecuadas; a la salud orgánica y emocional; a no ser discriminadas por su situación y ser consideradas vecinas de la ciudad; a contar con su opinión y ofrecerles alternativas cuando llega el día del desalojo…

Los efectos de un desalojo

Desde la asociación Amics del Moviment Quart Món, acompañamos a las familias de origen galaico-portugués que viven en asentamientos en Barcelona desde hace veinte años, durante los cuales hemos compartido muchas situaciones de desalojo: de día y de noche; con los niños y niñas en el colegio, pero también presentes durante el desalojo; con suficiente tiempo para recoger las cosas y sin margen de tiempo… En los últimos años, algunas familias han logrado acceder a pisos de alquiler social o a otro tipo de vivienda por sus propios medios; de las casi setenta familias que la entidad acompaña actualmente, el 67% aún vive en solares, fábricas en desuso y pisos ocupados. En estos momentos, una veintena de familias sufre procesos de desalojos forzados. La ONU alerta de que millones de personas sufren cada año desalojos forzosos o reciben amenazas para dejar su casa.4 Los motivos son muy diversos: proyectos urbanísticos, grandes acontecimientos como unos juegos olímpicos, especulación de la vivienda, criminalización de la pobreza, actividades del sector inmobiliario, desastres naturales, migraciones del campo a la ciudad, ejecuciones hipotecarias, conflictos armados, etc. Pero ¿cómo afecta a las personas? Hace dos años, el Observatorio DESC publicó un informe5 sobre el derecho a la vivienda en Barcelona y su impacto en la salud de las personas. La conclusión era que la inseguridad en la vivienda y el hecho de estar expuestas a sucesivos desalojos afecta a la salud orgánica y emocional de las familias. Desde la ONU-Hábitat lo confirman y se fijan en los menores: «La salud, el progreso educativo y el bienestar generales de los niños y niñas están profundamente influidos por la calidad de la vivienda en la que viven» y sufrir un desalojo forzoso «suele tener un profundo efecto en los menores». «La pobreza es causa y consecuencia de los desalojos. Por un lado, la falta de opciones y de seguridad en la tenencia y la imposibilidad de acceder a la vivienda pueden obligar a las personas empobrecidas a vivir en asentamientos, con el temor a ser desalojados. Por otro lado, los hechos demuestran que los desalojos forzosos suelen dar lugar a más empobrecimiento», añaden desde el organismo internacional. Las propuestas que surgen para abordar la realidad de los asentamientos en Barcelona van en este sentido: no desalojar a ninguna persona sin una alternativa efectiva y sabiendo que quedará expuesta a otras vulneraciones de derechos; modificar la normativa municipal para que las personas que viven en una fábrica o en un solar también puedan acceder a una vivienda social cuando las desalojen; despenalizar el modo de vida informal de las familias y aprovechar sus habilidades para buscar alternativas; e impulsar políticas de lucha contra el sinhogarismo, con recursos y dotaciones económicas específicas, que también tengan en cuenta la realidad de los asentamientos.

El horizonte 2030

El 18 de septiembre de 2018, el secretario general de las Naciones Unidas llevó a la Asamblea General de la ONU un informe 6 sobre el derecho a la vivienda adecuada que ponía el foco en los asentamientos informales y que instaba a incorporar el reto en la Agenda para el Desarrollo Sostenible. «El mundo está aceptando aquello que es inaceptable» cuando es «un imperativo de los derechos humanos garantizar a los asentamientos informales los estándares básicos de dignidad», afirmaba el documento. Los Estados deben actuar. La Agenda para el Desarrollo Sostenible los insta a alcanzar una serie de objetivos antes del año 2030. Dos de estos objetivos son mejorar la situación de los asentamientos y asegurar un alojamiento adecuado y seguro para todas las personas. Para lograrlo, el informe de las Naciones Unidas lanza recomendaciones: informar y contar siempre con el punto de vista de las personas afectadas, reconocer la relación entre el hecho de tener un hogar y otros derechos sociales, favorecer realojos en lugares cercanos a los que vivían las familias, asegurar que el sistema judicial también protege los derechos de las personas que viven en asentamientos informales… Es necesario que los Estados adopten estrategias nacionales específicas que tengan en cuenta estas situaciones y se precisa un enfoque basado en los derechos humanos en las situaciones que impliquen desalojos, añaden desde la ONU. No pueden ejecutarse desalojos, por ejemplo, cuando hay mal tiempo, por la noche o cuando las personas no están en casa, y siempre hay que dejar tiempo para recoger las pertenencias. Hace poco, las Naciones Unidas ha tenido que recordárselo a Francia. Según datos del gobierno francés que se refieren al 2018, en el país más de 16.000 personas viven en asentamientos informales y más de un 25% son menores. «No es aceptable justificar la inacción del Estado debatiendo qué ámbito del gobierno es el responsable: nacional, regional o local», advierte la ONU. Y añade: «La entidad gubernamental que establece el primer contacto con las personas cuyos derechos humanos están en juego debe garantizar la protección de estos derechos», apostando por alternativas de vivienda estable. Vivir en un hogar estable y sin miedo a ser desalojado, tener acceso a servicios básicos, al médico y a la educación… Defender el derecho de las personas es una obligación de todas las administraciones: estatales, regionales y locales. Es urgente cambiar la mirada y trabajar juntas para que todo el mundo pueda vivir sin sentirse amenazado. Silvia Torralba, Amics del Moviment Quart Món

1. ONU-Hábitat y Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos. El derecho a una vivienda adecuada. Folleto informativo, N.º 21/Rev. 1.

2. Amics del Moviment del Quart Món. (2014). Carta de famílies que viuen en un assentament a l’alcalde Xavier Trias.

3. Amnistía Internacional España. Abril del 2011.

4. ONU-Hábitat y Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos. Desalojos forzosos. Folleto informativo N.º 25/Rev. 1.

5. Observatorio DESC y otros. 2018. Radiografies de la situació del dret a l’habitatge, la pobresa energètica i el seu impacte en la salut a Barcelona.

6. Biblioteca digital de las Naciones Unidas (2018). Report of the Special Rapporteur on Adequate Housing as a Component of the Right to an Adequate Standard of Living, and on the right to non-discrimination in this context.

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Garantizar la dignidad de las personas y sus derechos

Martes, 11 de mayo de 2021
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justiciaBase y meta de toda política
Benjamín Forcano
MADRID

ECLESALIA, 03/05/21.- Alerta al rostro oculto, el más peligroso, de todas las Elecciones. Los políticos son elegidos para promover, garantizar y legislar el bien común; están por encima de todo otro poder que pretenda encubrir, socavar o frustrar ese bien común. Pero,¿hay algún país democrático que controle y domine al poder económico y no sea degradado, corrompido y dominado por él?

1. La persona no es de derechas ni de izquierdas

Comienzo por apuntar a la raíz donde se encuentra el origen del árbol socioeconómico de la convivencia. Llevamos no sé cuánto tiempo clasificando a los ciudadanos en dos bandos: la Derecha y la Izquierda. Dos bandos desiguales, contrapuestos, irreconciliables, seguramente porque la historia ha ido tejiendo con esos dos hilos la suerte y el desarrollo de unos y de otros. Y tan pertinaz y cruel se ha mostrado esa figura que, llegada hasta nuestros días, no acertamos a salir de ella y nos resignamos a mantenerla como clave descifratoriade nuestra política.

Y lo peor es que, sin nada que lo haya demostrado, no hay como clavarle a uno el sambenito de ser de derechas o de izquierdas para dejarlo irremisiblemente calificado.

Contra el sentir de esta historia, pienso que la persona humana no es ni derechas ni de izquierdas, no nace inscrita en uno de los dos bandos, ni le corresponde por genética estar en uno de ellos.

Esa es una concepción de la convivencia darwinística, inspirada en el fuego de la estirpe, que condena a perpetuar la lucha de unos contra otros y descarta lo más propio del ser humano: su libertad, condicionada ciertamente, pero no atada al yugo de ningún determinismo, sea clase, edad, género, derecho, patria o religión.

Los ciudadanos no caminamos como dos carriles de tren que nunca se encuentran. La humanidad avanza y descubre lo absurdo de un convivir enfrentado, y destructor, pudiendo ser fraternal y solidario, con ausencia de sufrimientos, frustraciones, retrocesos y pérdidas enormes.

No hay mayor falacia que la de reducir el ser humano a cosa, a valor de mercancía, despojándolo de su dignidad sagrada. Y esa dignidad es el motor que siempre funcionará cuando la perversión humana pretenda despreciar, someter o corromper esa dignidad.

La marca de todo ser humano es esa dignidad, inviolable, como inviolables son los derechos que de ella brotan, por más que una concepción neoliberal burdamente materialista busque encubrir o borrar esa marca.

Es ésta la base con que las Naciones Unidas quisieron proclamar una nueva época para la convivencia humana, tal como lo consigna en su artículo uno de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportase fraternalmente los unos con los otros”.

Cosa que nuestra Constitución española reafirma en su artículo 10: “La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social”.

2. Normativa primordial detoda política

Dicho esto, deseo recalcar lo que debiera ser para todos criterio primordial a la hora de discernir y medir la autenticidad de toda política y, por supuesto , de todo poder económico, sea local, nacional o globalizado. Este criterio emerge de la entraña del ser humano, es universalmente válido y a él está subordinado todo modelo económico, revístase del nombre o color que se quiera.

1º) Declaración universal de los Derechos Humanos

Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración (Art. 2). En concreto, “Todos son igual ante la ley, y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley” (Art. 7). “Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, a los recursos del Estado y la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad” (Art. 22). “ Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual: a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social” (Art. 23). “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure , así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial, la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios” (Art. 25).

2º) Constitución Española

La Constitución Española, reconociendo que “Todos los españoles son iguales ante la ley” (Cap. II, Art. 14), encomienda a los Poderes públicos “Promover las condiciones para que la libertad y la igualdad sean reales y efectivos” (Tít. Preliminar, Art.9). Entre esas condiciones están las de garantizar “El derecho al trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia” (Cap. II, Art. 35), “Promover una distribución regional y personal más equitativa” (Cap. II, Art. 40), y “Regular la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación y hacer efectivo el derecho de todos los españoles a disfrutar de una vivienda digna y adecuada” (Cap. II, Art. 47).

3. Una práctica negadora de la dignidad y derechos humanos

Enunciados estos principios, alguien tendrá que explicar el hecho de los desahucios en nuestro país, que han afectado en estos últimos años a más de 350.000 familias españolas, ejecutados además impávidamente con anuencia de unos y otros responsables públicos. ¿A quién no estremecen esas cruces sangrientas de los desahucios?

Alguien tendrá que explicar por qué la distancia entre pobres y ricos está agrandándose a un ritmo sin precedentes: por qué en España, entre 2002 y 2011, la riqueza media creció en un 40 %, pero el 25 % más rico la aumentó en un 40 %; los hogares intermedios en un 31 % y el 25 % más pobre la vio reducida en un 25 %.

 Alguien tendrá que explicar por qué en 1975 los asalariados recibían en España el 72 % de la renta nacional y en el 2013 el 62,2 %; por qué en la actualidad hay más de 731.000 hogares sin ingreso alguno, por qué se ha destruido más de un 25 % del empleo juvenil y por qué la deuda que España tiene –la más descomunal e intolerable usura de la historia- sobrepasaba al comenzar el 2015 un billón de euros.

Este contraste confirma que el criterio para medir la autenticidad y el valor del ser humano viene siendo la clase y el caudal económico y no la dignidad y los derechos de los demás, vistos como un reflejo de la dignidad y derechos de uno mismo: “Trata a los demás, como tú quieres que te traten a ti” (Regla de oro, de la ética universal).

En los últimos años, a partir sobre todo del 15 M, la conciencia ciudadana fue analizando que la crisis económica no era casual sino causal. La letanía de abusos, fraudes, corrupciones , transgresiones e irregularidades de todo tipo era repetida casi a diario y tras ellas había unos Partidos que, en lugar de promover y mejorar la vida de los sectores más débiles y necesitados, los sumergía en un mayor empobrecimiento y desespero: “La sociedad española no quiere seguir prisionera de un sistema económico que acrecienta sin cesar las desigualdades, ni esclava de una política despiadadamente injusta, patriarcal, discriminatoria y que atenta contra los principios y derechos básicos de nuestra Constitución” (Manifiesto firmado por 20 intelectuales )

Crecimos en prosperidad, medios y riqueza, pero esa riqueza los Gobiernos la han redistribuido a favor de los grupos sociales de mayor renta.

Votar en Madrid, el 4 de mayo, hay que hacerlo apoyando a aquellos Partidos que van a asegurar el cambio, los intereses generales, la defensa de nuestra soberanía frente a los intereses económicos, que propicienAcuerdos de Estado para combatir todas las manifestaciones de desigualdad y que ponga las bases para una nueva política económica.

Hay Partidos que caminan de espaldas a los retos y demandas más graves de la sociedad. Si se encuentran bien con su proyecto socioeconómico es porque en él ven asegurados sus privilegios, monopolios y beneficios y no aceptan que ese proyecto caiga de raíz, por ser contrario a la dignidad, al bien y derechos de las mayorías. Su inmovilismo demuestra un natural horror a la igualdad y a la justicia, no toma en serio la dignidad y derechos de toda persona. Y en tanto en cuanto se alejen de esa dignidad y derechos, son rechazables, se revistan de las siglas que quieran.

Es el momento de abordar reformas concretas y no de luchar por ver quién saca más puntos de poder.Los electores están unidos en querer resolver situaciones y problemas que afectan a una gran mayoría.

La disponibilidad al diálogo y al pacto brota de la bondad, del cuidado por los demás, del compartir la responsabilidad, el derecho y la solidaridad con los otros, única forma de que se pueda construir una sociedad más justa y equilibrada, más concorde con los derechos y felicidad de todos.

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4. La máscara del terrible engaño

Nuestra política actual es esclava de una economía global errada, que considera natural la desigualdad y la injusticia y otorga patente a unas minorías para disponer de una fortuna y bienestar que no les corresponde y que sustraen a una gran mayoría. Para acabar con ese clasismo inmoral, creo que se debieran atender tres aspectos principles.

  1. Los dueños del capital y los propietarios de las empresas se sienten libres para buscar mano de obra donde quieran, sin tener que ocuparse de las pensiones o seguridad social de los trabajadores ni sus derechos. La desregulación hace que los jefes ya no dependan de los trabajadores.
  2. A la hora de actuar, la gente se encuentra como sola frente a los dueños de los recursos, ha asimilado que no tiene otra alternativa que el capitalismo, presentado como incuestionable. La competencia, la codicia, la escasa o nula sensibilidad hacia el destino de las víctimas causadas por la propia actividad, no tienen límite. Se ha eliminado el sentimiento de formar parte de una comunidad y de establecer instituciones que revoquen unos derechos pisoteados.
  3. La oportunidad de un progreso moral y social se frustra porque se cree cada vez más que un simple y mayor crecimiento económico es el que puede resolver nuestros desafíos y problemas.

Escribe Bauman: “Desde una ciudad a otra del planeta, las familias no van a Misa o a ceremonias religiosas, sino que van a las grandes catedrales actuales: los templos de consumo. Y son esas las grandes salidas familiares de la semana. Van no sólo a comprar, sino a disfrutar mirando, viendo lo que hay.

Nos han hecho, prácticamente, esclavos del consumo. La búsqueda de la felicidad equivale a ir de compras. El crecimiento del consumo es considerada la única manera de satisfacer la felicidad. Y la medida de nuestra posición social y de nuestro éxito dependen de nuestra capacidad de consumo. Buscamos en las tiendas nuestra solución a los problemas.

Desde la cuna , nos entrenan para usar las tiendas como farmacias que curan o mitigan todos los males o aflicciones de nuestras vidas y de nuestras relaciones con los demás”.

5. ¿Pueden cambiar estos patrones de comportamiento?

En tiempos pasados -y me limito a comentar ideas de Bauman- la gente se sentía bien en el lugar donde estaba, bien con sus vecinos y dentro de una red de familiaridad próxima. Pero, llega un momento en que esta relación y control natural de vecindad va desapareciendo, y surge el Estado como encargado de mantener un orden sobre el que se otorga legitimidad para resolver una situación de inestabilidad. Estaría aquí la base del Estado-Nación y de los nacionalismos, vistos como la ilusión de ofrecer una suerte deparaiso perdido para una convivencia segura y feliz.

Es en el siglo XVII cuando se crea un nuevo orden político, con poder soberano en los gobernantes de cada territorio. Nuevos Estados en que la Religión era sustituida por la Nación. Nuevos Estados, cada cual con su autogobierno dentro de su propio territorio. Pero, esto ha cambiado totalmente.

Los políticos, es cierto, son elegidos por el pueblo y se les exige que gobiernen según el programa prometido. Pero, hoy, el problema está en que los Estados no son soberanos e independientes. Es una ficción. No pueden controlar la interdependencia de la sociedad global. El poder financiero escapa a su control, y no pueden hacer las cosas que determinan.

Los Estados, y los políticos que los representan, no son soberanos en su territorio.El mercado financiero y quienes lo dominan carecen de todo control político, están desregulados y pueden moverse libremente para lograr sus beneficios. Los políticos prometen y establecen medidas, pero la desregulación absoluta del mercado, puede dar al traste en un momento con todos sus planes.

Todo se debe, según Bauman, a un divorcio entre poder y política. No hace ni medio siglo que poder y políticas residían en manos del Estado soberano. Hoy, no. Las cuestiones esenciales están sometidas a fuerzas globales. Tenemos poderes libres ,si; pero los políticos carecende poder. Sabemos seguramente lo que tenemos que hacer, pero no cómohacerlo. ¿Qué dignidad y qué derechos humanos se pueden hacer valer sin poder real?

6. Nos desafían dos grandes retos

Primero: Volver a casar poder y política; lograr que el poder esté sometido a la política. La globalización hoy es maldita, anda suelta y deben ponerse bajo control democrático popular sus ciegos y dañosos efectos; obligándole a respetar y observar los principios éticos y de cohabitación humana y de justicia social, que emanan de la dignidad humana.

En segundo lugar: vida en común, promover y perseguir todo lo que sea vida en común, bajo las estrellas de la igualdad, de la justicia y de la solidaridad y frenar y erradicar todo lo que sea competición, rivalidad y lucha entre unos y notros o de unos contra otros.

¿Lograremos gobernar las fuerzas incontroladas del capital que mueven al mundo? ¿Sustituiremos la rivalidad y la codicia por una cooperación amistosa, confiada, de reconocimiento y respeto mutuos?

7. Cambio de dirección

Hoy el tren de nuestra civilización requiere un cambio de dirección. El que no acabe destruyéndonos, supone que estamos dispuestos a detenerlo. Estamos a tiempo.

El hombre es hermano, no lobo para el hombre. Estrictamente, a nadie, porque milite en tal o cual Partido, se lo puede encasillar como bueno o malo, leal o enemigo, progresista o conservador; sería aplicar en un plano individual lo que en el plano internacional osó hacer una política estadounidense al marcar a ciertos países como miembros del eje del bien y del mal.

Hay una humanidad ontológica, que todos compartimos, desde la que cada uno puede realizarse sin traicionar la naturaleza que a todos nos constituye y fundamenta nuestra dignidad y derechos, nuestra fraternidad y responsabilidad.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Pedro Aranda Astudillo: Saludo tu dignidad, nuestra dignidad…

Viernes, 23 de abril de 2021
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1_saludoSaludar es dar salud, la salud es vivir en armonía. Desear salud a quién me dirija es abrir puertas para sintonizar… Un cálido saludo asemeja los sentimientos, cómo sentimos el compartir con los demás: de abrazos, de besos, de entrelazar las manos, de inclinarse en reverencia, dar “un buen día” a quién se me cruza en el camino. Dignificar la presencia del más próximo, también me dignifica.

La dignidad nos reviste de un “manto sagrado”, cada persona es un templo. Todas las sociedades, más allá de sus propias culturas, atestiguan que en cada persona habita la humanidad, todos comulgamos la misma sangre… No es filosofía, ni creencia. Vivimos la trasparencia de sernos semejantes con la riqueza infinita de diversidades, de complementarnos. Cada persona se nombra, su nombre es su pertenencia de sí mismo como debe ser en todo su obrar, es un “sujeto único” que camina por sí mismo. Se afirma por sí mismo y su firma lo consagra como individuo, es decir indivisible, lo contrario: un objeto, “una cosa”, puede dividirse y manipularse. Sujetarse, sustentarse, garantiza permanencia, de allí que también las instituciones deben ser sustentables

Los sistemas imperantes creadores de medios para optimizar las subsistencias, como también para el desarrollo de sus diversos poderes han logrado masificar las costumbres sociales siendo las personas “absorbidas” como “bienes de consumo”. La esclavitud ha sido uno de los agujeros negros de las civilizaciones.

Nuestra sociedad venía en una carrera desenfrenada, imparable por el desarrollo del consumo, de la explotación de los recursos de la tierra, de una robótica desplazante del trabajo humano. Nace en Wuhan, ciudad China, un coronavirus convertido en la corona mortal para nuestra humanidad. La vida, igualmente misteriosa, amenazada por las diversas violaciones humanas, por el caudal armamentista, crea su propio antígeno contra la soberbia humana. Sacrificó nuestra dignidad: ¿Puede haber algo más indigno que un muerto por el Covid sea aún un peligro para sus prójimos? ¿Nuestra dignidad, a rostro cubierto? ¿Nuestra dignidad, saludarnos a codazos? ¿Nuestra dignidad, marginada por cesantía? ¿Nuestra dignidad, emigrada por los miedos?

¿Siempre tendremos que aprender por tragedias? Se dice que de esta pandemia saldremos mejores o peores. Seremos mejores si nos grabamos la entrega sublime y absoluta del personal de la salud pública, líderes de la vida, mástiles de la dignidad. No menos heroicas son aquellas manos pródigas de solidaridad… “Muchos son los misterios, pero no hay nada más misterioso que el hombre” cantado en las tragedias griegas.

Hoy digamos: recreemos nuestra dignidad, valga decir nuestra responsabilidad al ponernos de pie frente a la cruenta pandemia. La responsabilidad es la raíz de la dignidad. Escuchar nuestro Co-Razón incansable de irrigarnos vida hermanado a la conciencia, voz suprema que ilumina al silencioso mundo científico para desvelar al Covid y socavarle su poder. Es la voz suprema que iza tu dignidad, nuestra dignidad.

Cual ínfimo virus invisible y transmisible, también como la vida misma: real, invisible e indefinible.

Pedro Aranda Astudillo

Fundador de la Corporación Gen.

Marzo 2021

Fuente Fe Adulta

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El tesoro escondido

Domingo, 26 de julio de 2020
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Se puede definir al hombre como el que busca la verdad”

Juan Pablo II

La vida que Dios da al hombre es original y diferente de la de los demás criaturas vivientes, o que el hombre aunque proveniente del polvo de la tierra (cf Gn 2,7; 3,19; Job 34,15; Sol 103,14; 104,29), es manifestación de Dios en el mundo, signo de su presencio, resplandor de su gloria (cf Gn 1,26-27; Sol 8,6). Al hombre se le ha dado un altísima dignidad, que tiene sus raíces en el vínculo íntimo que lo une o su Creador: en el hombre se refleja la realidad misma de Dios.

En la vida del hombre, la imagen de Dios vuelve o resplandecer y se manifiesta en toda su plenitud con lo venida del Hijo de Dios en carne humana: “El es Imagen de Dios invisible” (Col 1 ,15), “resplandor de su gloria e impronta de su sustancia” (Heb 1,3). El es la imagen perfecta del Padre… La plenitud de la vida se da a cuantos aceptan seguir a Cristo. En ellos, la imagen divina es restaurada, renovada y llevada a perfección. Este es el designio de Dios sobre los seres humanos; que “reproduzcan la imagen de su Hijo” (Rom 8,29). Solo así con el esplendor de esta imagen, el hombre puede ser liberado de lo esclavitud de lo idolatría, puede reconstruir lo fraternidad rota y reencontrar su propio identidad

*

Juan Pablo II,
carta encíclica Evangelium vitae, nn. 34.36.

***

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

“El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?

Ellos le contestaron:

– “Sí.”

Él les dijo:

“Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.”

*

Mateo 13,44-52

***

*

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Testifico

Viernes, 21 de septiembre de 2018
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Del blog Pays de Zabulon:

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Testifico

Testifico que no hay un Ser humano, sino  Aquél  cuyo corazón tiembla de amor por todos sus hermanos en humanidad

Alguien que anhela más para ellos que para sí mismo, libertad, paz, dignidad

El que considera que la vida es aún más sagrada que sus creencias y deidades

Testifico que no hay Ser humano, sino el que combate implacablemente el odio en él y en su entorno

Aquél que apenas abre los ojos por la mañana se hace la pregunta:

¿Qué voy a hacer hoy para no perder mi calidad y mi orgullo de ser un hombre?

*

Abdellatif Laâbi,
10 de enero de 2015

abdellatif_laabi-2011

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Foto : cuenta Instagram de valtersmedenis

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¿De rodillas?

Viernes, 9 de febrero de 2018
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man standing in field, looking to the sunset Calendarios. Los hay de todo estilo. Y con portadas de lo más variadas. Y no digamos nada en el terreno religioso. Cada parroquia, congregación, colegio… hace el suyo.

Ha caído en mis manos uno que dice así referido a María: “No te merezco, Madre, pero te necesito”.

Es algo que me choca mucho en nuestro mundo religioso. Nuestra indignidad. Es cierto que somos débiles. Pero yo me siento digno, no porque sea fuerte sino porque es Dios quien habita en mí y me ha hecho persona, y me ha dado su dignidad de Hijo suyo. Si me creo la encarnación, todas las personas henos quedado transformadas como la luz enciende todas las lámparas.

Me cuesta, y lo cambio cuando puedo, eso de “Señor, no soy digno de que entres en mi casa…” Ya lo creo que soy digno. Un hijo entra en la casa familiar porque tiene unos derechos y una sangre que le conceden entrar con plena confianza y con pleno derecho.

Suelo decir “sí, soy digno, porque tú me has hecho así y tu palabra me ha hecho Hijo tuyo”.

Son contradicciones como cuando decimos en la eucaristía “tomad y comed todos…” y luego seguimos “que se entrega por muchos” ¿En qué quedamos? ¿Se puede entender una eucaristía sin participar en la comunión? El Sacramento del perdón es otra cosa y lo celebraremos como don del perdón que siempre nos da Dios.

La teología del gusano no me sirve ni me ayuda. Fallo y tengo mil debilidades pero la Luz es más fuerte que la oscuridad y el gusano se convierte en mariposa. Yo me siento libre porque Dios me ha hecho así y me sigue haciendo en cada momento.

Y rezamos el Señor mío Jesucristo donde mezclamos al Padre Creador con Jesucristo.

Por eso, no me gusta la postura de rodillas. No me he puesto nunca así ante mis padres y mis amigos. Solamente recuerdo cuando de niño me castigaban mis maestros a estar de rodillas con los brazos en cruz. Difiero de lo que en otra hora dijo el poeta “nunca es más grande el hombre que de rodillas”. Pues, sí, creo que de pie. Y eso no significa soberbia, ni altivez. Significa, para mí, disposición, escucha, caminar con Jesús de Nazaret por los caminos del mundo.

En la historia hemos puesto y seguimos poniendo a muchas personas de rodillas. Esas personas que piden en la calle con su cartel expresando sus necesidades. Prefiero que levantados vayamos a su encuentro y podamos dialogar de tú a tú. Nadie es más alto que nadie porque Dios levantó del polvo a los caídos y elevó a los pobres.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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El tesoro escondido

Domingo, 30 de julio de 2017
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“Se puede definir al hombre como el que busca la verdad”

Juan Pablo II

La vida que Dios da al hombre es original y diferente de la de los demás criaturas vivientes, o que el hombre aunque proveniente del polvo de la tierra (cf Gn 2,7; 3,19; Job 34,15; Sol 103,14; 104,29), es manifestación de Dios en el mundo, signo de su presencio, resplandor de su gloria (cf Gn 1,26-27; Sol 8,6). Al hombre se le ha dado un altísima dignidad, que tiene sus raíces en el vínculo íntimo que lo une o su Creador: en el hombre se refleja la realidad misma de Dios.

En la vida del hombre, la imagen de Dios vuelve o resplandecer y se manifiesta en toda su plenitud con lo venida del Hijo de Dios en carne humana: “El es Imagen de Dios invisible” (Col 1 ,15), “resplandor de su gloria e impronta de su sustancia” (Heb 1,3). El es la imagen perfecta del Padre… La plenitud de la vida se da a cuantos aceptan seguir a Cristo. En ellos, la imagen divina es restaurada, renovada y llevada a perfección. Este es el designio de Dios sobre los seres humanos; que “reproduzcan la imagen de su Hijo” (Rom 8,29). Solo así con el esplendor de esta imagen, el hombre puede ser liberado de lo esclavitud de lo idolatría, puede reconstruir lo fraternidad rota y reencontrar su propio identidad

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Juan Pablo II,
carta encíclica Evangelium vitae, nn. 34.36.

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En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

“El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?

Ellos le contestaron:

– “Sí.”

Él les dijo:

“Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.”

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Mateo 13,44-52

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La Eutanasia, ¿un derecho humano?

Sábado, 15 de julio de 2017
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eutanasia3Un debate difícil que no podemos obviar…

A. Consideraciones previas

Abordar el asunto del derecho a morir con dignidad ha sido durante décadas, y aún siglos, un tema tabú en la sociedad española. La influencia de la moral católica en esa tradición ha sido tan determinante que ha marcado la conciencia colectiva de generación en generación.

No juzgaremos aquí la mayor o menor idoneidad histórica de esa Moral. Pero habremos de reconocer que ya no vivimos en una sociedad teocrática y teocéntrica, sino altamente secularizada, aunque no suficientemente laica, en la que la cuestión de cómo enfrentarse al final de la vida, en condiciones de dignidad, es un asunto para el que la moral católica ha dejado de tener respuestas aceptables para la ciudadanía de este país.

En cambio, en la conciencia universal ha ido asentándose la convicción de que la voluntad del paciente a decidir el cómo y el cuándo de su muerte es un derecho del ser humano (SH). Incluso en nuestro país, a pesar del rechazo del Congreso de los diputados, hay ya un clamor popular en favor del mismo. Para multitud de personas, se trataría de una concreción práctica de la libertad de pensamiento y de conciencia, reconocidos por el art, 18 de la Declaración universal de los DD.HH.

Entendemos, por tanto, que en este asunto, cuando se plantea como debate público sólo cabe un enfoque de Ética civil, sin intromisiones desde perspectivas de moral católica. Sabemos que el Catolicismo oficial prohíbe la eutanasia (Cfr. Catecismo católico, n. 2276-2279), y respetamos la opción de quienes creen que sólo Dios es el dueño de la vida y la muerte, y que las personas no pueden hacer uso de su libertad para tomar la decisión de morir, porque esa decisión solo le pertenece a Dios, que es quien determina el fin de cada SH.

Pero, desde la perspectiva universal de los derechos humanos, desde el principio democrático de la libertad de conciencia, es preciso asumir que sólo es posible la convivencia social aceptando el pluralismo antropológico y construyendo una Ética cívica, común a toda la ciudadanía.

Otra consideración: habrá quien, entre nosotros, considere que plantear este debate sobre la muerte digna en un mundo donde mueren diariamente más de 70.000 personas solo de hambre pudiera ser una frivolidad; una inquietud de quienes viven bien o muy bien, mientras que el gran problema de la mayor parte de la humanidad es cómo vivir cada día humanamente; que los pobres no se plantean cómo morir con dignidad, sino cómo vivir cada día y alcanzar un nuevo amanecer.

A lo cual, sólo cabe responder que ésta es nuestra realidad, que las cuestiones sobre el origen y fin de la existencia humana tienen sentido para todos y que, en todo caso, esa perspectiva de la desigualdad tan flagrante ayuda a relativizar el problema, y encuadrarlo en su verdadera dimensión.

B. Eutanasia y Muerte digna:

Aunque a veces se usan de modo indistinto, se trata de asuntos diferentes que conviene clarificar. Tienen un elemento común, el de afrontar el momento de la muerte con la máxima dignidad, sin sufrimiento ni traumas innecesarios. Pero, mientras el concepto de muerte digna se centra en los cuidados paliativos que han de aplicarse al enfermo para procurar el bien morir, (incluso en su propio domicilio), y evitar todo tipo de sufrimiento, si es técnicamente posible, la Eutanasia añade a eso la facultad del paciente de poder decidir cuándo poner el punto y final a su vida.

En consecuencia, se entiende por eutanasia el derecho de la persona a decidir, libre y conscientemente, el momento de su muerte, de acuerdo con su propia conciencia. Una decisión que debe ser formulada de modo claro, explícito, y hasta repetido (no puede ser la decisión de un momento de depresión o de delirio).

La mayoría de los autores convienen en que el ejercicio de ese derecho exige, al menos, los dos requisitos aludidos:

1º) Enfermedad grave que produzca graves sufrimientos en el enfermo (p.e. cáncer terminal), y riesgo mortal irreversible.

2º) Voluntad expresa del enfermo que puede ser emitida antes de llegar a la situación límite a través del llamado testamento vital.(Cf. Muñoz Conde, Derecho Penal, parte especial, Ed. Blanch, Valencia 1990,. pág. 75).

Como fácilmente se deduce, el debate no se centra hoy en lo que ha venido llamándose muerte digna, asunto en el que hay unánime consenso, sino en la apuesta por una ley de Eutanasia. Como exponente de esas diferencias, valga recordar que ya ha sido admitida a trámite en el Congreso la propuesta de una ley sobre la muerte digna, mientras que ha sido rechazada la propuesta de ley sobre eutanasia,

C. Derecho a decidir (con autonomía y libertad)

El enfoque ético de la eutanasia en el que nos apoyamos, considera la “buena muerte” (eso significa eu-tanasia) como un derecho de la persona, y se fundamenta en la idea de que la muerte debe considerarse como parte integrante de la vida. La persona, todo ser humano, expresa su dignidad a través de la libertad para decidir cómo vivir, dentro de sus circunstancias, y cómo morir, en el doble sentido de elegir el tipo de muerte que crea más conveniente, y de cuándo poner fin a la vida si entiende en conciencia que ha dejado de ser vida humana. Afirma que el SH es dueño de su vida y de su muerte.

Siendo esto así, parece obvia la demanda de sancionar este derecho de cualquier SH a morir con dignidad, reclamando que sea incluido de modo expreso en el ordenamiento jurídico de nuestro país y en la Declaración Universal de DD. HH.

Esa sanción en nada ha de interferir con la opción de quienes creen que sólo Dios es el dueño de la vida y la muerte de las personas y que, por ello, éstas no pueden hacer uso de su libertad para tomar la decisión de morir dignamente sin dolores ni sufrimientos, porque esa decisión solo le pertenece a Dios. Quienes así opinan y creen harán bien en actuar en consecuencia, pero no deberían, en base a esa concepción del mundo, impedir la misma capacidad a decidir en diferente sentido al resto de los mortales.

Como ya se ha dicho, en la base de este derecho a morir dignamente están razones puramente éticas fundadas en el principio de autonomía y libertad que, en el campo de la atención en salud implica que es el enfermo quien decide sobre su salud y/o curación (Cfr. Diego Gracia, “Fundamentos de bioética, págs. 182-187).

Aplicado a nuestro caso significa que la decisión de vivir o morir es una decisión estrictamente personal, tan personal que nadie la puede tomar en nombre del paciente. Ningún familiar, ni médico alguno, debería decidir sobre la forma de morir de nadie. Se trata del personalísimo ejercicio de la libertad,componente esencial de la dignidad de la persona, y un derecho fundamental. El SH debe ser libre para vivir y morir según sus propios principiosy valores. Es insustituible en sus decisiones.

Reconocer ese derecho implica que ninguna otra valoración de familiares o de personal sanitario puede prevalecer frente a la voluntad de la persona que toma una decisión tan trascendente. A diferencia de lo que ocurre hoy, no debería ser el médico quien decida sobre la muerte de sus pacientes. La preocupación del médico no debe ser tanto prolongar artificialmente la vida del paciente (a veces es una práctica cruel y bárbara), cuanto aliviar el sufrimiento del enfermo. Él es quien debe tomar la determinación de acabar físicamente con su vida, o de terminar su incurable enfermedad sin dolor y sin sufrimiento.

En resumen, la decisión sobre el morir pertenece al núcleo de la dignidad de las personas. Si las personas eligen cómo vivir y el sentido que le dan a su vida, también deben poder elegir su muerte, su modo de morir. Sea porque no quieren soportar una enfermedad terminal llena de dolores y sufrimientos insoportables, físicos o psicológicos, o sea porque no desean llegar al final de una vida que ya no es una vida humana, reducida a una expresión puramente biológica, una vida vegetativa.

Comisión de laicidad CCBM

Fuente Comunidades de Base de Madrid

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Dignidad

Sábado, 1 de julio de 2017
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Del blog Lo que me gusta y no me gusta:

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Un hombre tiene que tener siempre el nivel de la dignidad

por encima del nivel del miedo.

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Eduardo Chillida

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“Su majestad escoja: humor negro y dignidad”, por Ramón Martínez

Martes, 13 de junio de 2017
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ISABELBORBON16447a3Isabel de Borbón, mujer de Felipe IV, Rodrigo de Villadrando y Francisco de Quevedo

Cuenta la tradición que andábase un día Francisco de Quevedo con cierto amigo con quien apostó a que sería capaz de llamar “coja” a Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV, y así se presentó en palacio con dos flores, ofreciéndoselas a la reina pero pidiéndole que eligiera entre ellas: “entre el clavel y la rosa su majestad es coja”. Con este calambur, el más célebre de la historia del anecdotario literario español, quiero reflexionar hoy sobre los límites del humor negro, ahora que ciertos comentarios en redes sociales ha provocado la dimisión parcial de un concejal del Ayuntamiento de Madrid.

Hubo un tiempo, aquel en que “los cuerpos retozaban”, decía Foucault, que se reía de manera universal: todo y todos podían ser objetos de burla. Aquella cultura del Carnaval, época de esparcimiento que se oponía en el calendario al período de recogimiento, permitía que cualquier tema o persona fuera potencialmente risible, prestando gran atención a todo lo relacionado con lo corporal. Así cualquier diversidad relativa al cuerpo, concebido entonces como una entidad abierta, pública y vinculada a lo natural, podía convertirse en tema central de un chiste: bromas sobre personas con sobrepeso, diversidad funcional, sexual, de género, étnica, etc. servían como elemento transgresor de la realidad seria, perfectamente medida y jerarquizada.

Son conocidos varios poemas satíricos del propio Quevedo, insultando a Góngora por activa y sobre todo por pasiva, metiéndose con su celebérrima nariz una y otra vez; pero es menos famoso el entremés de El marión, que hoy llamaríamos maricón, en que presenta en dos partes la historia de un hombre que desempeña tareas socialmente consideradas como femeninas, primero cortejado por una mujer masculinizada y luego realizando labores del hogar bajo sus estrictas órdenes. Y resulta curioso que este homófobo don Francisco, con esta obrita, abriera todo un subgénero, los entremeses de mariones, que se desarrollan a lo largo del siglo XVII, al mismo tiempo que otros importantes cambios: tal como ofrece Rafael Carrasco en su Sodomía e Inquisición en Valencia, los tribunales que perseguían a las personas que mantenían relaciones sexuales con otras de su mismo sexo dejaron de condenarlas a la hoguera y, por otra parte, un replanteamiento de lo cómico produjo que este humor centrado en lo corporal, en los supuestos defectos, empezara a dejar de ser considerado apropiado. Llegaba despacio y de manera imperceptible la revolución de la burguesía que, centrada en perpetuar sus posesiones y, para disfrutarlas, su propio cuerpo, trasladó el foco de la risa hacia otras cuestiones, convirtiendo en tabúes los temas habituales para el chiste: las cualidades diversas, los comportamientos fuera de la norma, siguieron siendo motivo de chascarrillo y ridiculización, claro está, pero era ya necesario afrontarlos de otra manera. Y, aunque sea sólo una hipótesis, esa transformación del objeto de la risa consecuente con la privatización del cuerpo, ese cambio de paradigma, propició junto a otras muchas razones que las personas que no somos heterosexuales dejáramos de morir en la hoguera.

Llegamos a nuestra época y encontramos que ese proceso de la privacidad ha llegado a tal punto que el único humor posible es el más blanco que existir pueda. Los chistes sobre personas que profesan la fe judía o pertenecen a este pueblo, vinculados al Holocausto, y los chistes de mariquitas se condenan fuertemente porque, queramos o no, nuestro contexto cultural considera inapropiado el humor que atenta contra la dignidad de las personas. Bien es cierto que puede reivindicarse aquella risa carnavalesca, incluso como un medio de subvertir el orden –antes nobiliario, ahora burgués–, tal como se empleaba durante la Edad Media y el Renacimiento; pero la realidad en que nos desenvolvemos considera primordial –o al menos eso afirma en las encuestas– el compromiso con la no discriminación. Aunque podamos disfrutar del humor negro en la privacidad, paradójicamente, nuestras manifestaciones públicas deben corresponderse con el sistema de valores que compartimos, el que hemos forjado a partir de aquel cambio de paradigma que hizo a Occidente empezar a centrarse no ya sólo en el uso de la Razón, sino también en el respeto hacia las personas.

Todos hemos entendido que “maricón” era algo sobre lo que era necesario reírse mucho antes de saber realmente qué significaba ser maricón.

Y siguiendo con los planteamientos que hoy defendemos, es preciso considerar una ética colectiva, gracias a la que entendamos de una vez por todas que las acciones de una sola persona pueden afectar a todo un grupo. Quizá sea ése el siguiente paso en la evolución de nuestro pensamiento: aceptar que si bien nuestra libertad puede permitirnos determinadas actuaciones, no serán correctas si comprometen la libertad de otras personas. De este modo puede parecernos lícita la risa privada que menoscaba la dignidad de los otros, pero riéndonos así en público colaboramos con los discursos que fomentan la discriminación. Un chiste sobre el Holocausto refuerza algunas ideas inaceptables que cuestionan ese terrible acontecimiento histórico, además de convertir la cualidad de la judeidad en un motivo de risa y, por tanto, despreciarla. Un chiste de mariquitas puede considerarse el súmmum de la graciosidad, pero consolida la idea de que las personas que no somos heterosexuales somos risibles y, por tanto, despreciables; además de que si es escuchado por oídos infantiles introduce en su sistema de valores que la cualidad de no ser heterosexual es risible y, por tanto, despreciable. Todos hemos entendido que “maricón” era algo desdeñable, malo y sobre lo que era necesario reírse mucho antes de saber realmente qué significaba ser maricón.

Por consiguiente, nuestro compromiso con la defensa de los derechos de la Diversidad nos obliga a una ética que tenga en consideración las consecuencias últimas de nuestras acciones, y es preciso condenar tanto la violencia física que aparece en cualquiera de las muchas agresiones que padecemos como la violencia simbólica que se encierra en un chiste y que acaba trascendiendo y sosteniendo el discurso de odio. Bien es cierto que suele defenderse que la reapropiación del insulto, que las personas diversas nos llamemos a nosotras mismas con los adjetivos que se emplean habitualmente para menospreciarnos, desactiva la palabra ofensiva y la convierte en un arma; pero es necesario que consideremos más en profundidad si el uso de ese corpus de términos hirientes no legitima de algún modo que sigan siendo utilizados como agravios. Se dice que Isabel de Borbón respondió a Quevedo con un tajante “que soy coja ya lo sé, y el clavel escogeré” y, siguiendo con esta tradición literaria, comprendemos que don Francisco entendió que había sido comprendido en su ánimo ofensivo, pero que la palabra empleada no era censurable, pues la propia ofendida la utilizaba, y así le era permitido seguir empleándola.

Puede que en ocasiones generemos desde el discurso más activista mecanismos que parezcan muy efectivos pero que refuercen los patrones de pensamiento propios de nuestro contexto cultural, pues cuando el mensaje es autófago, de exclusivo consumo propio, tiene ciertamente un muy limitado potencial de transformación: el gigante de la discriminación sólo es combatible si conseguimos hacerle entender que es tan pequeño como somos nosotros, no danzando nuestra pequeña danza a su alrededor mientras él, desde sus alturas de privilegio o sus redes sociales, observa nuestros movimientos y, con una mueca aterradora, se ríe.

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Fuente Cáscara Amarga

General, Homofobia/ Transfobia. ,

“A favor del diálogo y el respeto”, comunicado de la Comisión Permanente de la Iglesia Evangélica Española, que sigue recibiendo apoyos…

Lunes, 20 de marzo de 2017
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ieeLa decisión del Consejo Evangélico de Madrid de expulsar a la Iglesia Evangélica Española por sus posturas inclusivas hacia las personas LGTB ha causado “estupor” y “sorpresa” entre los cristianos LGTB, un colectivo de personas que trabajan activamente por conciliar su condición de creyentes con la de gais, lesbianas, bisexuales y/o transexuales.

Cristianos Gays, La Comunidad Apostólica Fronteras Abiertas, la Comunidad Anawin y Crismhom mostraron su solidaridad y siguen llegando muestras de apoyo. También la FELGTB ha lamentado la decisión.

Comunicado de la Comisión Permanente de la Iglesia Evangélica Española

La Iglesia Evangélica Española trabaja desde sus orígenes a favor del diálogo y del respeto entre las diferentes confesiones y particularmente en la familia protestante. Como herederos de la Reforma protestante del siglo XVI, de la que este año se celebra su 500 aniversario, tenemos la vocación de trabajar a favor de la unidad defendiendo la libertad de conciencia, unidad en la diversidad como principio ecuménico inspirado en el Evangelio: solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. (Efesios 4, 3-7)

Junto a las Iglesias de nuestra familia confesional, reformada y metodista, hemos considerado un privilegio participar de la causa de la dignidad humana. El carácter inclusivo de nuestra iglesia y la defensa del principio de no discriminación son partes inherentes de nuestro seguimiento de Jesús. Como iglesias surgidas de la Reforma no reconocemos otra autoridad en materia de fe más que la Biblia. Para nosotros son más importantes las personas que dejaríamos de cuidar que las instituciones que nos imponen renegar de esos principios.

Las decisiones tomadas por el Consejo Evangélico de Madrid estableciendo en su reglamento una interpretación de la Biblia y juzgando a nuestras iglesias en Madrid en función de esa doctrina preestablecida son contrarias al espíritu de la Reforma y, por tanto, del Evangelio. No podemos aceptar una imposición doctrinal y consideramos que esa vía es equívoca y perjudicial para el testimonio de las iglesias. Hemos expresado nuestra discrepancia y alegado que la actuación es contraria a derecho, no obstante hemos renunciado a ahondar en el conflicto y continuaremos nuestro camino y nuestro testimonio según nuestros principios inspirados en el Evangelio.

Confiamos en que esta discrepancia nos haga reflexionar a todos sobre lo que contribuye a la unidad. Dicho todo esto, solo nos resta decir que nos reafirmamos en la defensa de la unidad en la diversidad, de la pluralidad frente a la uniformidad y de la dignidad de las personas sin discriminación, según las enseñanzas de Jesús de Nazaret.

La Comunión Mundial de Iglesias Reformadas ha publicado un escrito en solidaridad con nuestra IEE. A continuación publicamos su traducción al español:

cmrHemos recibido la noticia de que la Iglesia Evangélica Española ha sido “dada de baja como miembro de pleno derecho” del Consejo Evangélico de Madrid, una organización ecuménica protestante, por asuntos que conciernen a la sexualidad humana. Puedes leer más sobre las circunstancias -y la respuesta de la iglesia- mediante este enlace.

Lamentamos las continuas divisiones de la iglesia y ofrecemos esta oración en respuesta:

Dios de todas las criaturas vivientes, te damos gracias por los dones que has dado a tu Creación, la belleza de tu asombroso mundo, la diversidad del género humano y la forma como a través de Cristo nos haces conscientes de cuánto nos amas a cada uno de nosotros.

Ponemos ahora ante ti a tu Iglesia alrededor del mundo. Nuestros esfuerzos por ser fieles al anuncio de la Buena Noticia para todos, nuestros desafíos tratando de reflejar tu misericordia, tu amor, tu compromiso con los excluidos, los que luchan por abrirse camino desde los márgenes, a los que Jesús llamó “los pequeños”.

Oramos por nuestras iglesias miembro en la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas, en preparación de nuestra Asamblea General. Queremos llegar a esta reunión con nuestras esperanzas y miedos, confiando los unos en las fuerzas de los otros y apoyándonos mutuamente en nuestras debilidades. Te pedimos tu guía y tu sabiduría ya que no somos capaces de conseguir nada sin ti.

Te pedimos valor y audacia para llegar a ser una auténtica familia mundial, una comunión comprometida con la justicia, porque es lo que esperas que seamos.

Te damos gracias por las iglesias que están dispuestas a correr el riesgo de ser proféticas en sus propios contextos y, haciendo esto, a ayudar a construir la senda para otras.

Te pedimos fuerza y valor para realizar nuestra misión en un mundo donde la injusticia, la violencia, la codicia y el fundamentalismo crecen día tras día. Confiamos en que el poder de tu Espíritu nos guíe y nos fortalezca para amar y cuidar sin importar las consecuencias.

En el nombre de Jesús oramos. Amén.

(Traducción realizada por Luis Pelegrín)

La sección de espiritualidad de COGAM da la bienvenida a la IEE al colectivo LGTB

cogamLa sección de espiritualidad del colectivo madrileño COGAM, por su parte, ha querido saludar a la Iglesia Evangélica Española como “miembro de pleno derecho del colectivo LGTB”, en un texto en el que explica el trabajo que viene realizando conjuntamente. “La Iglesia Evangélica Española, una de las iglesias protestantes más veteranas y arraigadas en el territorio español, comenzó hace años a trabajar teológicamente sobre la realidad LGTB, la necesidad de inclusión y la aceptación de la diversidad. Y, desde la declaración de Mamré de mayo de 2015, afirma: ‘En consecuencia, como Iglesia Evangélica Española, somos exhortados a una pastoral de la acogida de las personas homosexuales y sus familias, evitando la invisibilidad y trabajando en el acompañamiento de la diversidad’”. Una declaración, la de Mamré, que como apuntábamos hace pocos días, fue precisamente el desencadenante de la expulsión.

“Desde inicio de año la sección de espiritualidad de nuestro colectivo realiza actividades en conjunto con la Iglesia Evangélica Española en el seno de una de sus iglesias, siendo acogidos con todo el respeto y acompañamiento que emana de la Declaración de Manré. Creemos que esta decisión es un mal trago pero no una mala noticia ya que el testimonio inclusivo que la Iglesia Evangélica Española ha defendido ‘con garra’ es más cercano al mensaje de Jesús de Nazaret”, explica el texto, en el que desde COGAM han querido hacer público todo su apoyo a los pastores y pastoras de la Iglesia Evangélica Española y “acercarles nuestro agradecimiento profundo”.  Una Iglesia a la que la sección de espiritualidad de COGAM considera que, desde la expulsión como “miembro de pleno derecho” del Consejo Evangélico de Madrid se ha convertido en “miembro de pleno derecho” del colectivo LGTB.

La FELGTB lamenta la decisión

897_felgtb-jpg_bigLa Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), de la que son miembros tanto CRISMHOM como COGAM pero también otras muchas entidades al margen del hecho religioso, se ha expresado también:

La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) lamentamos hoy que el Consejo Evangélico de Madrid haya decidido expulsar a la Iglesia Evangélica Española de su seno por haber tomado un claro partido por la inclusión de las personas LGTB y la defensa de sus derechos.

 La Iglesia Evangélica Española, una de las iglesias protestantes más veteranas y arraigadas en el Estado español, comenzó hace años a trabajar teológicamente sobre la realidad LGTB la necesidad de inclusión y la aceptación de la diversidad. En la Declaración de Mamré de mayo de 2015 recoge, entre otros aspectos, que “como Iglesia Evangélica Española, somos exhortados a una pastoral de la acogida de las personas homosexuales y sus familias, evitando la invisibilidad y trabajando en el acompañamiento de la diversidad.

 “Gais, lesbianas, transexuales y bisexuales no elegimos nuestra condición; nacemos con unos dones y características que nos hacen únicas y únicos. Entre esas características está nuestra orientación afectivo-sexual y nuestra identidad de género, aparte de otras muchas dimensiones diversas y enriquecedoras que forman parte de la naturaleza humana” ha recordado Alejandro Medel, dinamizador del grupo de Fe y Espiritualidad de FELGTB.

FELGTB confía en que el Consejo Evangélico de Madrid reconsidere su decisión e insta a este órgano a no lanzar mensajes de odio hacia ningún colectivo. “Nos encantaría que las personas responsables de esta decisión se tomasen la molestia de conocer la realidad de las personas LGTB creyentes”, ha manifestado Jesús Generelo, presidente de FELGTB.

FELGTB reconoce el empeño de la Iglesia Evangélica Española en su labor por transmitir un mensaje de inclusión y de respeto a la dignidad de las personas LGTB.

Fuente Iglesis Evangélica Española/Cristianos Gays/Dosmanzanas/FELGTB

 

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“Dignidad”, por José Ignacio González Faus, sj

Martes, 10 de enero de 2017
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mafaldaDe su blog Miradas cristianas:

Otra de nuestras grandes palabras. Y quizá una de las que más podrían enfrentar al cristianismo con la cultura moderna: pues, aunque coinciden ambos en que el ser humano tiene una dignidad absoluta, pueden diferir en el sentido de esa dignidad.

Hace pocos años apareció una organización pro eutanasia titulada “derecho a morir dignamente”. Es innegable que se debe evitar toda obstinación terapéutica que cause al enfermo sufrimientos inútiles, que la medicina a veces no alarga la vida sino que retarda la muerte. Llegan momentos en que ya no se debe luchar contra la muerte sino contra el dolor aunque, al menos a mí, me gustaría morir entregando mi vida de una manera activa. Pero no vamos a hablar de eutanasia.

Jesús de Nazaret murió de la manera más “indigna” que se conocía entonces. Un cristiano ve en aquella muerte el acto más supremo de dignidad: esa es, por ejemplo, una de las tesis del cuarto evangelio. A niveles más sencillos he comprobado a veces la ternura y delicadeza con que algunas cuidadoras atienden a enfermos y ancianos de esos que preferiríamos no ver nunca. Un día, viéndolas, se me ocurrió pensar estremecido: “¡están haciendo poesía con el sinsentido” y dando una nueva dignidad al enfermo!. Pero tampoco es momento de temas sanitarios, sino de buscar el contenido de la dignidad humana.

De pequeños nos enseñaban que determinadas vulgaridades, vg. en vestido y vivienda, pueden ser tolerables en quienes no son nadie, pero son “indignas” de gentes cultivadas y de clases altas; de hecho, la tendencia anti-corbata ha brotado muchas veces como protesta contra ese modo de pensar. “Las mujeres de verdad tienen curvas”, se tituló una película que polemizaba contra esa presunción de que la persona mejor vestida, más esbelta y mejor maquillada posee más dignidad que la que se ensucia o se deforma o se estropea las manos lavando y cuidando. La película mostraba que la dignidad es fundamento de un respeto que los demás me deben, pero no necesariamente título de un derecho a mejor apariencia material y más comodidad.

Desde una óptica cristiana, el horizonte y fundamento último de la dignidad está en eso que llamamos Dios. Se crea o no se crea en Dios, si algún contenido daríamos todos a esa palabra es el de la máxima Dignidad concebible. La blasfemia, nos decían de niños, es una ofensa a “la dignidad de Dios”: por eso es tan grave. Y en aquellos días de dictadura en que no había ley de reforma laboral, leíamos en avisos públicos: “la blasfemia se castiga con el despido” Pero, cristianamente hablando, a Dios le dolía más aquel despido que la supuesta blasfemia: pues la mayoría de ese tipo de blasfemias no le llegan a Dios, o le entran por un oído y le salen por el otro.

Dejemos estar también lo que hubiera de estupidez o de falsa educación en aquellos contextos de mi infancia. Lo importante es contraponer esa mentalidad descrita con la forma como los cristianos creemos que Dios se reveló en Jesucristo: no exhibiendo su dignidad, sino desnudándose de ella por amor a nosotros. Y creemos además que ahí se puso en juego la mayor dignidad de Dios: no la dignidad del poder sino la del Amor.

Pero siempre que subimos hasta Dios en nuestro lenguaje, es para bajar después al ser humano. También para nosotros cabe más dignidad en el amor y el servicio, que en el poder y la distancia. El gobernante o el monarca no serán más dignos porque lleven coronas o mantos imperiales, o cambien de traje cada día, sino por mancharse la piel en servicio de los suyos. Un papa no será más digno por vivir en un palacio de 600 metros cuadrados ni por vestirse en la mejor sastrería de Roma, sino por entregarse más totalmente a las víctimas de este mundo doliente e injusto. Y un cura tampoco irá más acorde con su dignidad si se viste en Armani (me consta de alguno que apela para eso a su “dignidad sacerdotal”) sino más bien cuando no tenga reparo en “oler a oveja”. Tampoco damos a Dios un culto más digno celebrando la eucaristía con vasos de oro y perlas, sino haciéndolo con un corazón limpio, desprendido y dispuesto a compartir.

En resumen: la dignidad, una de las palabras más ambiciosas de nuestro lenguaje es, sobre todo, un valor o una cualidad espiritual, no meramente material. A veces, en situaciones de igualdad casi perfecta, será muy lógico que eso espiritual se exprese y se visibilice en algo material. Pero repito: en situaciones de justa igualdad material. Cuando ésta no se dé (como pasa hoy en nuestro mundo) más coherente con la dignidad serán la mera pulcritud y la cercanía que la distancia, la ostentación y la distinción. Éstas últimas, en esos casos, tendrán más de hipocresía que de dignidad.

Si esto es así, debemos temer que algunas apelaciones a nuestra dignidad sólo sean en verdad excusas camufladas para una mayor comodidad material. Y pensar que, por ejemplo, Amnistía Internacional o Médicos Sin Fronteras responden mejor a la dignidad humana que muchas de nuestras cómodas suntuosidades.

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Adela Cortina: “El ser humano no tiene precio, pero sí tiene dignidad”

Lunes, 24 de octubre de 2016
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corti2La filósofa valenciana se convierte en la primera mujer Doctora Honoris Causa en Deusto

“Me da mucho miedo que con la palabra sostenibilidad se estén ocultando actuaciones injustas”

(Jesús Bastante).- Este jueves, la catedrática de Ética y Filosofía Política Adela Cortina será investida Doctora Honoris Causa por la Universidad de Deusto. Se convertirá en la primera mujer distinguida con el título honorífico en la universidad de los jesuitas. En una entrevista con la revista “Bihotzez”, de Cáritas Bikzaia, la filósofa valenciana defiende la dignidad del ser humano y la urgencia de una nueva ética social.

El ser humano no tiene precio, porque no tiene un equivalente, y sí dignidad”, subrayó Cortina, quien, preguntada por la responsabilidad del mundo empresarial denunció que hay empresas inmorales, pero las hay mucho más morales y gente que trabaja en serio. Y que trabaja bien“.

A mí me da mucho miedo cuando se abandonan palabras tan claras como justicia y nos vamos a sostenibilidad, que me parece muy bien pero es mucho más difusa”, apunta la filósofa, que se pregunta “¿Qué quiere decir que una empresa es sostenible? ¿Qué quiere decir que una Sanidad es sostenible? ¿Qué quiere decir que una Economía es sostenible?.

“Hay que aclararlo muy bien para que no consista en decir que hay que recortar en lo que es necesario para las generaciones presentes y dejarlo a las generaciones futuras o a quien sea. Siempre me da mucho miedo que con la palabra sostenibilidad se estén ocultando actuaciones injustas”, constata.

Sobre el trabajo de Cáritas, Adela Cortina asegura tener “una opinión óptima”. “Una cosa que me alegra es poder decir que todo el mundo con que me encuentro tiene la misma que yo. Creo que Cáritas es una de las organizaciones solidarias más valoradas.

Es una organización solidaria enormemente valorada por la gente porque en tiempos como los que están corriendo hace todas estas tareas que son por una parte la asistencial, cuando no lo hacen los poderes públicos que deberían hacerlo; la tarea de empoderamiento de la gente, para que la gente pueda llevar adelante sus planes de vida; y la tarea de tratar con mucha lucidez indagar en el futuro; qué nuevas pobrezas hay, qué nuevas vulnerabilidades hay para intentar ayudar, acompañar y poner remedio“, culmina Adela Cortina.

¿Cómo le gustaría ver a Cáritas, por ejemplo, a 15 años vista? “Me gustaría verla siguiendo en esta tarea, junto a la denuncia, realizando todas estas tareas y habiendo descubierto que hay otras gentes vulnerables que se nos habían escapado, gentes en otra situación y que sin embargo necesitan ayuda y acompañamiento. Me gustará ver a Cáritas en esas tareas de asistencia, denuncia, empoderamiento, y esa creatividad y ese ingenio para ver el futuro y para saber crear aliados, muy importantes en la sociedad, porque hay que animar a empresa y poder político a meterse en estas tareas para que no haya excluidos, que creo que es la tarea de Cáritas”.

Fuente Religión Digital

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“Una sociedad libre de homofobia, un reto para los cristianos – 4”, por José Antonio Pagola

Sábado, 22 de octubre de 2016
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lgtb_pagolaLos hermanos y hermanas del Grupo Cristiano Betania de Aldarte, Bilbao, nos han enviado amablemente este texto que agradecemos y que publicaremos en cuatro partes sucesivas…

Ponencia de José A. Pagola impartida en la universidad de Deusto el 11 de mayo de 2016, organizada por las comunidades de Betania LGTB y otros colectivos cristianos. CUARTA PARTE:

6. La necesidad de promover una mirada más humana, misericordiosa y justa sobre la experiencia homosexual

Como decía anteriormente, el Sínodo sobre la Familia ha terminado sin abordar directamente la cuestión de la homosexualidad, pero entre los temas pendientes ha quedado uno: reconocer “los elementos positivos” que se transparentan en las llamadas uniones estables de personas homosexuales”. Pues bien, creo que esa búsqueda algo se está moviendo en la Iglesia. Es posible observar que jerarcas, teólogos y pastoralistas católicos van delineando poco a poco desde diversas perspectivas un horizonte más amplio para discernir y valorar la experiencia homosexual de manera más positiva  y más evangélica.

Ya en 1999, en el Sínodo sobre Europa, el General de los dominicos, Timothy Radcliffe, bien conocido por su preocupación por las personas homosexuales, tuvo una intervención donde advirtió a los obispos europeos que “la autoridad de la Iglesia solo convencerá si es capaz de acompañar a las personas, si está atenta a sus desengaños, a sus peticiones y a sus dudas… La Iglesia no tendrá autoridad (para las personas homosexuales) si no aprende su lenguaje ni acepta sus dones [Paolo Gamberini, “Parejas homosexuales. Vivir, sentir y pensar de los creyentes”, en Selecciones de Teología (2016) 267].

Posteriormente varios jerarcas europeos se han pronunciado afirmando de diversas maneras que en el amor homosexual hemos de reconocer elementos positivos que son constitutivos de las persona humana creada a imagen de Dios. Entre los más conocidos, el cardenal Cristobal Schönborn, arzobispo de Viena en una intervención en el Sínodo Extraordinario sobre la Familia; el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich, miembro del Consejo de Cardenales del Papa, o el obispo de Amberes Johanj Bonny, que considera que la Iglesia debiera reconocer en las uniones de homosexuales los valores de amor, fidelidad y compromiso.

Pero, seguramente, quien ha hablado con más claridad ha sido el cardenal Carolo Martini, arzobispo de Milán, que ha afirmado que “las uniones homosexuales… pueden testimoniar el valor de un afecto reciproco”. Por eso, si un creyente homosexual llega a madurar la elección de vivir con una pareja del mismo sexo, Martini invita “a no demonizar ni condenar al ostracismo tal elección. El criterio para juzgar tal relación será la fidelidad en la relación, la reciprocidad y el amor responsable” [Paolo Gamberini, a. c., 268 y 277].

Naturalmente es en los teólogos, moralistas y pastores donde se aprecia una voluntad más firme de repensar la actitud de la Iglesia para promover una valoración más justa y más humana. Solo señalaré tres perspectivas.

  • El teólogo moralista Pablo Romero ha recordado recientemente que la Iglesia ha de introducir la conciencia de que la orientación homosexual es “una realidad recibida” (de la vida, del azar, de la naturaleza, de Dios…). Por eso, la persona homosexual no podrá aceptarse a sí misma como don o como criatura agradecida a Dios si no puede reconocer que su orientación sexual concreta es “don de Dios” desde el que está llamada a realizarse. La persona homosexual es la primera que ha de ser educada y ayudada a pasar de una posible homofobia a una valoración positiva de su diferencia sexual o, si es creyente a una aceptación agradecida a Dios de su propio camino [Pablo Romero, “Uniones homosexuales: ¿Rechazo? ¿Misericordia? ¿Reconocimiento?”, en Selecciones de Teología (2016) 217, 28-29].
  • Por otra parte, en reacción a una moral de carácter objetivo y negativo, hay autores que insisten en que “es necesaria una moral del discernimiento sobre las relaciones para proponer al creyente homosexual un itinerario espiritual que le ayude a vivir a imagen de Dios (Paolo Gamberini). “Lo que evidencia la bondad moral de una relación viene dado por la capacidad que tiene de expresar de manera profunda, auténtica y convincente, el mundo interior de las dos personas; de crear las condiciones para un desarrollo de una verdadera interpersonalidad, la cual solo se realiza en la medida en que se abandona la tentación de tratar al otro (la otra) como objeto, y se reconoce a la vez su unicidad irrepetible y su inestimable dignidad (Gianni Piana) [Paolo Gamberini, a. c., 275-276].
  • En esta misma línea, Paolo Gamberini afirma que el objetivo de la ética que se ha de proponer a las personas homosexuales consiste en favorecer el crecimiento de las relaciones más auténticas según las condiciones. El creyente homosexual deberá optar por lo que le aproxime más a lo ‘mejor’ de la relación que está viviendo: con su propio cuerpo, con los otros y con Dios”. Desde esta perspectiva el bien moral consistirá en potenciar las relaciones con los otros y el mundo, consigo mismo y con Dios [Paolo Gamberini, a. c., 275-276].

lgtb_pagola-47. Promover la acogida en las parroquias y comunidades cristianas

Es importante, sin duda, la actuación de la jerarquía y el trabajo de los teólogos y moralistas, pero si queremos dar pasos decisivos para liberar a la Iglesia y a la sociedad de la homofobia es decisivo el clima de respeto, acogida y amistad que se puede generar en las parroquias, comunidades e instituciones y grupos cristianos. Desde esas bases se puede iniciar la reacción para ir cambiando la actitud global de la Iglesia ante las personas homosexuales. Tal vez tenemos que empezar por escuchar las palabras que Jesús nos está dirigiendo a todos: “Nací homosexual y no me estáis acogiendo”.

En el sínodo extraordinario de 2014, en la Relación después de la discusión se planteaba la acogida a las personas homosexuales en un tono positivo: “Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a las comunidades cristianas: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? (Relación, n. 50). Para decepción de bastantes, estas palabras no fueron recogidas. Solo se vuelve a la orientación de la Congregación para la Doctrina de la Fe (1986): “Toda persona, independiente de su propia tendencia homosexual, sea respetada en su dignidad y acogida con respeto, con la preocupación de evitar todo signo de discriminación injusta”.

Quiero comenzar con unas palabras llenas de sensatez evangélica y de realismo del papa Francisco: “La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre… A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas (La alegría del evangelio 47).

Desde este horizonte hemos de trabajar para hacer que en nuestras comunidades cristianas se acoja, se escuche y se acompañe a toda persona homosexual, necesitada como todos de acogida, escucha y amistad.

  • Comunidades cristianas donde sean valoradas por su dignidad sin que su orientación sexual sea motivo de rechazo, discriminación, recelo, lenguaje ofensivo…
  • Comunidades cristianas donde puedan encontrar cauces adecuados para crecer como seguidores y seguidoras de Jesús, dando testimonio de su vida cristiana e integrándose activamente al servicio de la comunidad.
  • Comunidades cristianas en las que puedan encontrar amigos y amigas con los que poder compartir momentos difíciles de soledad, rupturas, discernimientos, toma de decisiones.
  • Comunidades cristianas que sepan solidarizarse y defender a toda persona homosexual de la estigmatización, la hostilidad, las humillaciones o burlas que pueda sufrir en nuestro entorno social o eclesial.
  • Comunidades cristianas comprometidas en concienciar a la Iglesia y a la sociedad para que se respeten los derechos de la población homosexual y se promueva todo lo que favorezca su convivencia digna y justa en medio de la mayoría heterosexual.

Dejadme terminar con un mensaje que quiero comunicar a la comunidad homosexual en nombre de Jesús. Es lo más importante que yo os puedo decir:

“Cuando os veáis rechazados en la sociedad o en la Iglesia,
sabed que Dios os está acogiendo.
Cuando os sintáis condenados por algunos sectores,
sabed que Dios os mira con ternura.
Cuando os sintáis solos, olvidados, pequeños y débiles,
escuchad vuestro corazón y sentiréis que Dios está ahí, con vosotros.
Aunque nosotros os olvidemos, Dios no os abandonará jamás.
No lo merecéis. No lo merecemos nadie,
pero Dios es así: misericordia insondable y bendición para todos”.

José A. Pagola
11/mayo/2016

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Todo rostro es único

Sábado, 14 de marzo de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

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Por último, debes saber que cada rostro es un milagro. Es único.
Jamás encontrarás dos caras absolutamente idénticas.
Qué importa la belleza o la fealdad.
Son cosas relativas.
Cada rostro es el símbolo de la vida.
Toda vida merece el respeto.
Nadie tiene el derecho a humillar a otra persona.
Cada uno tiene derecho a su dignidad.
Respetando a un ser,
rendimos homenaje, a través de él,
a la vida en todo lo que tiene de bello,
de maravilloso, de diferente, de inesperado.
Se muestra el respeto a uno mismo
tratando los demás dignamente.

*
Tahar Ben Jelloun

 ¿Iguales?

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“¡Hambre!”, por José María Castillo, teólogo

Domingo, 5 de octubre de 2014
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hambre_canariasLeído en su blog Teología sin censura:

El último informe de Cáritas afirma que en España hay ahora mismo dos millones y medio de ciudadanos “en riesgo de exclusión social”. Es decir, hay dos millones y medio de personas que pasan hambre. O se ven abocados a pasarla. Y lo peor de todo es que esta situación dramática se va agravando de día en día. Digan lo que digan los políticos, el crecimiento económico, que ellos anuncian a bombo y platillo, estará beneficiando a banqueros, empresarios importantes y propietarios de grandes fortunas. Pero, lo que es a la clase media y de ahí para abajo, realmente lo que está ocurriendo da miedo. Mucho miedo. Sobre todo, lo que están teniendo que soportar los que se ven más castigados por esta maldita crisis: las familias numerosas y las madres que solas, ellas solas, tienen que sacar una casa adelante. Así lo dice Cáritas, que sin duda sabe de esto más que el ministro de economía. Y bastante más que el de hacienda.

De hambre saben los que la padecen
. Los que nunca hemos vivido en la miseria, no tenemos ni idea de lo que es eso. Porque pasar hambre debe ser, tiene que ser, la crueldad más canalla que hay en la vida. El hambre es la fuerza apremiante que brota del instinto más básico que tenemos todos los vivientes en las entrañas mismas de la vida y para la vida. Pero el hambre no es sólo carencia. Además de eso, es también amenaza. El hambriento – sin necesidad de ponerse a pensarlo – se tiene que sentir amenazado. Amenazado por la falta de fuerzas, por la depresión y la tristeza, la desgana de todo lo que no sea quitarse el hambre. Amenazado por el peligro de las no pocas enfermedades que sobrevienen a quienes carecen de lo indispensable para seguir viviendo. Y amenazado, además, por la vergüenza. Es demasiado humillante no tener ni para comer o tener que vivir de limosna. Eso le roba la dignidad a cualquiera. Y el que se ve forzado a convivir en esas condiciones, pierde la poca autoridad que pueda tener hasta en su propia casa y ante su familia. Incluso llegará a ser un “don nadie”. O más simplemente, un “nadie”, como bien dijo Eduardo Galeano. Los incontables “hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos”. Los “que no son, aunque sean. Los que no son seres humanos, sino recursos humanos. Los que no tienen cara, sino brazos. Los que no tienen nombre, sino número”. Los que no figuran en ninguna parte, a no ser en la página de sucesos de la prensa local. “Los nadies, los que cuestan menos que la bala que los mata”. Y ahora también, los que representan menos que la patera en la que mueren ahogados, huyendo del hambre y de la muerte.

El hambre es un sufrimiento físico. Y además es también una humillación social. Hay familias que nunca pasaron hambre. Y ahora, por no decir que la están pasando, prefieren quedarse en casa, para que nadie se entere que se ven obligados a vivir de la caridad. Por eso yo estoy seguro de que el número de personas que pasan necesidad es, en este momento, bastante mayor del que nos dicen las estadísticas oficiales. Y es que, en los tiempos que corren, las cosas se han puesto de forma que, en las familias educadas en la “cultura del orden y de la religión”, la presión que ejerce en ellas la “cultura de la vergüenza” puede llegar a ser más determinante que la “cultura de la culpa”. Y prefieren morirse de hambre en un rincón de su casa, antes que ir a ponerse en la cola de Cáritas para que la ayuda de los necesitados les alcance.

Muchas veces he pensado que Jesús debió pasar hambre. Tuvo que pasarla y sufrirla. Y verse humillado, como uno más entre los muchos “lázaros” de todos los tiempos. Si no, ¿cómo se explica que el tema del hambre y la escasez esté tan presente en los evangelios (Lc 15, 14. 17; 4, 25; Mc 13, 8 par; Mt 24, 7; Lc 21, 11)?. ¿Por qué a Jesús se le conmovían las entrañas cuando veía a la gente hambrienta (Mc 8, 3 par; Mt 15, 32)? ¿A qué viene que el verbo griego peinaô, “sentir hambre”, se repita tantas veces en el Evangelio, hasta el extremo de que, para Jesús, saciar el hambre es más importante que cumplir con la religión (Mc 2, 25; Mt 12, 3; Lc 6, 3)? En la parábola del llamado “hijo pródigo, el muchacho aquél, que tiró una fortuna “viviendo como un perdido”, volvió a la casa de su padre porque se moría de hambre (Lc 15, 14 ss). Y en el juicio final, el criterio de Dios será premiar, no al que fue fiel observante de ritos sagrados y ceremonias santas, sino al que dio de comer a los que pasan hambre, dio de beber a los que tienen sed, se puso de parte de los que están enfermos, acogió a los extranjeros…. (Mt 25, 31-46).

En este momento tenemos en España, y en Europa entera, muchos problemas apremiantes. Los políticos tienen demasiadas cosas que les urgen antes de que se les echen encima las próximas elecciones (las que sean). Pero, ¡por lo que más quieran!, como dijo el Nobel de Economía, Paul Krugman, “Acabad ya con esta CRISIS”. Que se podría terminar, si es que hubiera voluntad política de acabar con ella. Cosa que se puede hacer. Sencillamente, repartiendo mejor lo que tenemos. Los derechos fundamentales son los mismos para todos. Y el derecho más fundamental de todos es el derecho a comer. Y comer con dignidad. Teniendo muy presente que cuando los gobernantes no gestionan las cosas de forma que este derecho quede garantizado y satisfecho, tales gobernantes no pueden tener derecho a gobernarnos, por muchas mayorías absolutas que les amparen. El derecho a vivir tiene que estar siempre por encima del derecho a mandar. La vida está antes que el poder. No sé cómo se puede resolver este dilema. Pero, al menos, que me dejen decir lo que siento cuando veo que el poder se ha superpuesto al hambre y a la dignidad. Y, por tanto, ya vemos como la cosa más natural del mundo que el derecho a mandar esté por encima del derecho a vivir como personas que merecen un respeto.

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