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“¿Se metió el diablo a la Iglesia? ”, por Consuelo Vélez.

Martes, 12 de marzo de 2024
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IMG_2764De su blog Fe y Vida:

“Dios no se va de la historia, pero tal vez ya no encuentra cabida en el corazón de esa iglesia que culpa al diablo de sus propios males”

“No es verdad que el diablo se metió en la Iglesia y por eso está como está. Lo que es verdad es la falta de coraje para emprender las acciones necesarias para transformar la mediocridad, el atraso y tantas otras realidades que afectan a la iglesia”

“Los jóvenes no encuentran una iglesia que los acompañe en sus búsquedas, sino que los quiere meter a sus estructuras, a sus grupos de siempre, a lo que siempre fue así. No faltarán jóvenes que entren por ese camino, pero cada vez son muchos menos”

“Podríamos seguir poniendo ejemplos para al menos preguntarnos si el diablo se metió a la iglesia o la iglesia no acaba de cambiar su horizonte y se mete de una vez por todas en el devenir del mundo, para comprenderlo, entenderlo, acompañarlo, curarlo, aceptarlo, participar de sus discernimientos y contribuir con su visión de defensa, siempre y en todo momento, de los últimos de cada tiempo presente”

Tocar el tema del diablo es complicado porque la tradición eclesial lo ha personificado, tomando al pie de la letra lo que aparece en la Biblia y se habla de él como si fuera realmente un ser superior que se enfrena con Dios y continuamente ataca su obra. Los estudios bíblicos actuales aclaran muy bien lo que significa esa figura llamada diablo, distinta de demonios, pero en todos los casos, no se le atribuye una entidad personal sino una figura que representa el mal o las fuerzas del anti reino, mostrando cómo es posible la existencia del mal en el mundo y, muchas veces, ¡de demasiado mal!

Por eso en el lenguaje coloquial es válido nombrar al diablo y tener expresiones como “el diablo se metió en la Iglesia” cuando vemos que hay muchas cosas mal. Inclusive el papa Francisco habla del diablo. Pero si no hacemos la debida aclaración, podemos echarle la culpa a ese ser figurado y evadir nuestra responsabilidad. No es verdad que el diablo se metió en la Iglesia y por eso está como está. Lo que es verdad es la falta de coraje para emprender las acciones necesarias para transformar la mediocridad, el atraso y tantas otras realidades que afectan a la iglesia.

Veamos algunos ejemplos. No es verdad que el diablo se metió a la Iglesia y por eso los jóvenes están cada vez más alejados de ella. Es verdad que nuestros lenguajes, rituales, visiones, mediaciones, explicaciones, narrativas, etc., están tan caducos que los jóvenes no logran entender de qué hablamos y qué queremos decir. La juventud no es tan escéptica como creemos, ni le faltan ideales. Muchos jóvenes siguen buscando sentido a sus vidas y persiguen sueños. Pero no encuentran una iglesia que los acompañe en sus búsquedas, sino que los quiere meter a sus estructuras, a sus grupos de siempre, a lo que siempre fue así. No faltarán jóvenes que entren por ese camino, pero cada vez son muchos menos.

No es verdad que el diablo se metió a la Iglesia y por eso las mujeres se están alejando cada vez más de ella. Cuando las jóvenes van a la Iglesia no encuentran una iglesia experta en feminismo, género, derechos para las mujeres, violencia contra la mujer, etc. Y no es verdad que las mujeres se están perdiendo por esas “ideologías”, como las llama la Iglesia. Es todo lo contrario: están logrando los espacios que siempre se les negaron y la dignidad que no se les ha respetado. Pero la iglesia no se deja enseñar de ellas, sino que cree que puede enseñarles a mantenerse en los estereotipos culturales que pesan sobre ellas y así se salvarán ellas y las familias de las que, parece, son las responsables de sus descalabros.

No es verdad que el diablo se metió a la Iglesia y por eso los movimientos sociales rechazan muchas veces el estamento eclesial y ya no son los dóciles líderes que se refugian en las enseñanzas de la Iglesia. Es verdad que los movimientos sociales crecen y conquistan derechos y, muchas veces, defienden más la dignidad de las personas y los pueblos y hablan más del bien común y la solidaridad y los derechos humanos que las instancias eclesiales. Y, en muchos países casi siempre los sectores de iglesia están del lado de los gobiernos más individualistas, más capitalistas, más egoístas. Pero pareciera que con tal de que ofrezcan que van a ir en contra del aborto, es suficiente para no denunciar todas sus otras políticas de muerte contra los pobres, manteniéndose en bastante complicidad por su silencio en la compleja realidad socio política actual.

No es verdad que el diablo se metió a la Iglesia y por eso se están destruyendo las familias. Es verdad que ahora no existe exclusivamente el modelo de familia patriarcal que se mantenía hasta el final a costa de una mujer sumisa y una sociedad que no admitía ponerla en cuestión. Pero hoy en día es evidente la variedad de familias que existen y los caminos tan distintos que emprenden los seres humanos para establecer relaciones y aceptar que, muchas veces, “el para siempre” es imposible. Pero eso no significa que no se puedan emprender nuevos caminos. Sin embargo, la Iglesia propone bendecir el caminar de los seres humanos en sus múltiples maneras de vivir el encuentro y los que debieran ser testigos del amor, se rehúsan a aceptarloporque creen que las bendiciones son propiedad del clero y no gracia infinita de Dios.

Y podríamos seguir poniendo ejemplos para al menos preguntarnos si el diablo se metió a la iglesia o la iglesia no acaba de cambiar su horizonte y se mete de una vez por todas en el devenir del mundo, para comprenderlo, entenderlo, acompañarlo, curarlo, aceptarlo, participar de sus discernimientos y contribuir con su visión de defensa, siempre y en todo momento, de los últimos de cada tiempo presente.

Por supuesto hay también muchos ejemplos de sectores de iglesia comprometidos con la realidad tal y como ella es y que se juegan la vida con su compromiso frente a realidades concretas. Muchos sectores de iglesia que ya no hablan de diablos y demonios sino de corresponsabilidad y discernimiento. Pero duele pensar como todavía hay esos sectores de Iglesia, a los que nos referíamos antes, que son mayoritariamente la cara visible de la Iglesia y frente a los cuales la gente hoy se retira más y más. Es urgente dejar de poner los problemas en entidades figurativas o ajenas a la iglesia y asumir que el mal lo originamos los seres humanos, desde nuestra libertad y en la Iglesia la presencia del mal no es culpa del diablo que se entró a ella sino de nuestras resistencias, miedos y excusas para secundar al Espíritu de Dios que aletea en este presente -porque Dios no se va de la historia- pero tal vez ya no encuentra cabida en el corazón de esa iglesia que culpa al diablo de sus propios males.

(Foto tomada de: https://www.padrerafa.com/jesus-fue-tentado-por-el-diablo)

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“El diablo no existe; en él descargamos nuestra responsabilidad frente al mal”, por Andrés Rojas.

Miércoles, 27 de noviembre de 2019
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Esta pequeña reflexión con motivo de la polémica, celebración, fiesta o evento de Halloween (en inglés) vísperas de todos los santos, para algunos, y noche de brujas para otros, con un título sugestivo, que de seguro traerá lectores curiosos.

Para muchos católicos y no católicos, la creencia en Satanás es realmente importante, de alguna manera que él exista asegura que muchos de nuestros actos pecaminosos y perversos están siendo empujados o aplaudidos por una entidad malévola que se esconde tras de las cortinas.

Para la reflexión teológica de los últimos años, las dudas frente a la existencia del diablo, han ido creciendo. La salida de la edad media, supuso poner en crisis muchas de la creencias que se tuvieron como inefables años atrás; pero entrado el modernismo, el diablo (con minúscula, porque no es un nombre propio sino una palabra, “el que divide”) empezó a ser entendido como una cruda respuesta para descargar la responsabilidad que tenemos frente al mal, buscando un culpable, un chivo expiatorio, ya que es propio del hombre culpar a otro, por eso la paradoja del Edén presenta un señalamiento en cadena (el hombre a su mujer, la mujer a la serpiente).

Al final de un libro de teodicea, encontré un planteamiento que ha permanecido en mis recuerdos, decía más o menos así: si existe el diablo, y este obra el mal, es por que Dios es malo y lo permite; pero si Dios es bueno y quisiera acabar con el mal, pero no lo hace, es porque no es omnipotente. Pero negar a Satanás, es un tema delicadísimo, parece que, sin él, Dios dejara también de existir.

“El hombre culpa a otro; por eso la paradoja del Edén presenta un señalamiento en cadena (el hombre a su mujer, la mujer a la serpiente)”

Pero para mí, la existencia o no del diablo, no le quita ni le aporta nada a mi fe en el Dios de Jesucristo. Muchos recurrirán a las Escrituras y a otros a un sin fin de argumentos pseudo teológicos para dar testimonio de la existencia del mal personificado, pero les ahorro la tarea de atacar este artículo, más bien los invito a leer el documento que surgió el 26 de junio de 1975, por petición de la Congregación para la Doctrina de la Fe, para frenar las ideas que muchos teólogos empezaban a proponer de cara a la teología moderna.

En dicho documento, postconciliar de hecho, se habla en contra de quienes han puesto en duda la clásica interpretación de algunos textos bíblicos que se usan para fundamentar la demonología. De hecho, los textos sí han sido mal interpretados, pero no pretendo detenerme en analizar cada uno de ellos, tan solo diré que, en el Antiguo Testamento, muchos de los textos donde se habla del “diablo” son de genero mítico, cuya intencionalidad no es histórica, sino teológica, y que en su mayoría buscan identificar al diablo con las deidades paganas de los pueblos vecinos.

Ya en el género apocalíptico, el diablo, la bestia, el dragón o la serpiente, tanto en los libros de Daniel, Ezequiel, Zacarías, Joel y un poco de Isaías, se refieren a los poderes imperiales que tenían sometido al pueblo de Israel: los persas, los babilonios, los griegos, entre otros; mismo modo de proceder del autor del libro del Apocalipsis en el Nuevo Testamento, que se refiere al poder político de la Roma imperial del siglo 1 y 2 de la era cristiana.

Jesús y los exorcismos, es un tema demasiado argüido, de manera atrevida usamos los cuatro Evangelios como uno solo, cuando cada uno tiene su propio “modo” teológico de entender a Cristo; es decir, en un mismo costal no podemos meter a Juan con los sinópticos, ni siquiera a los sinópticos entre sí, de hecho, el argumento bíblico del documento “Fe Cristiana y Demonología” (1975), así lo hace. Es curioso que el Evangelio de Juan, que habla del “príncipe de este mundo” no menciona entre sus signos ningún exorcismo.

Pero el interés último de este pequeño artículo de opinión, no es negar o afirmar la existencia del diablo, solo dejarlo en unos grandes interrogantes, podría ser titulado como: ¿El diablo no existe? y sería igual de válido.

Se quiere proponer una reflexión en torno a la fiesta del 31 de octubre, donde muchos sacerdotes, laicos, religiosos y religiosas satanizan la fecha, infundiendo terror. Hablan de pactos y alianzas satánicas, misas negras, cultos diabólicos, y los aclamados exorcistas previenen a las almas infieles de no venir luego rogando por un exorcismo.

De hecho, sus argumentos no dejan de sorprenderme, siguen usando al demonio, como lo usaron los medievales, pero no podemos juzgarlos cuando el Catecismo de la Iglesia de Juan Pablo II, alimenta dichas ideas y sigue usando fuentes extrabíblicas para contar la historia del “diablo y sus ángeles”.

Hay temas que dan miedo tocarlos, como este, por ejemplo, porque nos metemos con todo el aparato argumentativo de la dogmática católica, alimentada sobre todo en la Edad Media. Yo no tengo problema alguno con las reformas ad intra y ad extra en la Iglesia, porque ninguna reforma toca lo esencial: a Jesucristo.

Pero como cristianos, si en vez de atacar la máscara, atacáramos a quienes se esconden detrás de lo diabólico de este mundo, seríamos verdaderos profetas, como Jesucristo. Quien al expulsar un demonio llamado “Legión” denunciaba el modus operandi deshumanizador del ejército romano, que llevaba a la población a tener su morada entre los muertos, incapacitando a la población para ejercer su derecho a hablar y robándoles en última la paz (cfr. Mc. 5, 1-20) pero ayer como hoy, al igual que esos pobladores de Genesaret, nos siguen importando los cerdos echados al mar y no el hombre restaurado y digno.

El 31 de octubre debería ser condenado, no por que se “adore al diablo, sus brujas y demás secuaces” sino porque muchos disfraces, decoraciones, películas y todo el movimiento cultural que lo rodea, celebran la muerte (y no la de los mexicanos) sino la llamada “cultura de la muerte” donde la vida no es valorada y donde se enseña a los niños a encontrar normal la sangre, las armas y la violencia.

Halloween, sería condenado por permitir ese proceso de deshumanización e insensibilización, en el que está caminando el mundo moderno, en manos de los poderosos y del mercado capitalista que invaden nuestras vitrinas para estas fechas. Pero seguir argumentando que es malo, porque el diablo esta detrás de todo esto, me sigue pareciendo chistoso. De hecho, me imagino al diablo en una central de operaciones, preparando todo al estilo de Papa Noel. En vez de duendes, estoy seguro de que usaría brujas, creo que son más rápidas que los demonios.

Pero existen realmente brujas y brujos, lo hacen por profesión, pero creo que son totalmente inofensivos, o por lo menos no hacen tanto daño como los terroristas y los políticos atornillados en el poder, que mercan día a día, cultivando en los países pobres el hambre y la miseria.

¿Existe el diablo? No lo sé, nadie puede estar seguro de ello, la Iglesia en su sabiduría milenaria ha ido afirmando y sosteniendo la personificación del mal, que seduce los corazones de los hombres y los empuja al mal. Pero creer o no creer en el diablo, no le quita ni le pone a la fe que tenemos en el Dios de Jesús, capaz de transformar las realidades oscuras y tenebrosas de nuestro mundo, para hacerlo un lugar, no más espiritual, sino más humano.

Fuente Religión Digital

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Para el homófobo cardenal Carlo Caffarra, el “ma­tri­mo­nio gay es una obra de sa­ta­nás”

Jueves, 9 de julio de 2015
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Cardenal-Carlo-Caffarra-Arzobispo-Bolonia_TINIMA20130218_0807_18Por favor… ¿cuándo se van a callar esta pandilla de ignorantes homófobos?

Pa­tri­cia Ca­rras­coA prin­ci­pios del 2015 fue­ron apro­ba­dos por el Par­la­men­to Eu­ro­peo las unio­nes y los ma­tri­mo­nios en­tre per­so­nas del mis­mo se­xo y ha­ce ca­si un mes, la Su­pre­ma Cor­te de Jus­ti­cia de la Na­ción (SCJN) los apro­bó en Mé­xi­co, y la se­ma­na pa­sa­da su­ce­dió lo mis­mo en los Es­ta­dos Uni­dos de Amé­ri­ca y an­te esa si­tua­ción, el Car­de­nal Car­lo Caf­fa­rra, ar­zo­bis­po de Bo­lo­nia y miem­bro del Pon­ti­fi­cio Con­se­jo pa­ra la Fa­mi­lia y de la Pon­ti­fi­cia Aca­de­mia pa­ra la Vi­da, sos­tu­vo que el “ma­tri­mo­nio gay es una obra de sa­ta­nás”.En una en­tre­vis­ta que dio a co­no­cer el Sis­te­ma In­for­ma­ti­vo de la Ar­qui­dió­ce­sis Pri­ma­da de Mé­xi­co (Sia­me), to­ma­da del si­tio de no­ti­cias por In­ter­net www­.tem­pi.it, el pre­la­do sos­tu­vo que “he lle­ga­do a la si­guien­te res­pues­ta -di­ce el Car­de­nal-: to­do es­to es una obra dia­bó­li­ca.

Caf­fa­rra con­si­de­ró que lo que sub­ya­ce al fon­do de la apro­ba­ción de los “ma­tri­mo­nios en­tre ho­mo­se­xua­les”. Se re­fie­re prin­ci­pal­men­te a Eu­ro­pa, pe­ro lo mis­mo se pue­de apli­car pa­ra otros paí­ses que irres­pon­sa­ble­men­te han apro­ba­do es­tos fal­sos de­re­chos: “Me han sur­gi­do dis­tin­tos pen­sa­mien­tos -ex­pli­ca-, el pri­me­ro ha si­do és­te: es el fin. Eu­ro­pa se es­tá mu­rien­do y tal vez ni si­quie­ra tie­ne ga­nas de vi­vir, pues no ha ha­bi­do ci­vi­li­za­ción que ha­ya so­bre­vi­vi­do al en­sal­za­mien­to de la ho­mo­se­xua­li­dad… tan es así, que las úni­cas rea­li­da­des ci­vi­les, lla­mé­mos­las de es­ta ma­ne­ra, que han re­sis­ti­do mu­chos mi­le­nios, han si­do los dos úni­cos pue­blos que han con­tes­ta­do la ho­mo­se­xua­li­dad: el pue­blo ju­dío y el pue­blo cris­tia­no“.

El Car­de­nal ita­lia­no di­jo que su se­gun­do pen­sa­mien­to an­te es­tos he­chos es: “¿có­mo es po­si­ble que en la men­te del hom­bre se os­cu­rez­can evi­den­cias tan ori­gi­na­rias? Y he lle­ga­do a la si­guien­te res­pues­ta: to­do es­to es una obra dia­bó­li­ca“. Con­si­de­ra que “se tra­ta del úl­ti­mo de­sa­fío que el dia­blo lan­za a Dios crea­dor, di­cién­do­le: ‘Yo te en­se­ño có­mo cons­tru­yo una crea­ción al­ter­na­ti­va a la tu­ya, y ve­rás que los hom­bres di­rán: ‘se es­tá me­jor así’. Tú les pro­me­tes li­ber­tad, yo les pro­pon­go el ar­bi­trio. Tú les das amor, yo les ofrez­co emo­cio­nes. Tu quie­res la jus­ti­cia, yo la igual­dad per­fec­ta que anu­la to­da di­fe­ren­cia… es­ta­mos, por con­si­guien­te, fren­te a la in­ten­ción dia­bó­li­ca de edi­fi­car una crea­ción al­ter­na­ti­va, de­sa­fian­do a Dios con la in­ten­ción de que el hom­bre aca­be pen­san­do que se es­tá me­jor así“. “Yo, co­mo pas­tor -se pre­gun­ta el Car­de­nal, Caf­fa­rra-, ¿có­mo pue­do ayu­dar a mi gen­te, a mi pue­blo, a cus­to­diar en la men­te y en la con­cien­cia mo­ral la vi­sión ori­gi­na­ria? ¿Có­mo pue­do im­pe­dir el os­cu­re­ci­mien­to de los co­ra­zo­nes?“. Y res­pon­de: “pien­so en lo que nor­mal­men­te se ha­ce en el mun­do cuan­do hay que en­fren­tar­se a una pan­de­mia”.

Di­jo que los ac­to­res que ha­brán de sa­car ade­lan­te es­ta ta­rea son fun­da­men­tal­men­te dos: “los pas­to­res de la Igle­sia, más con­cre­ta­men­te los obis­pos, y los es­po­sos cris­tia­nos. Pri­me­ro los pas­to­res de la Igle­sia, por­que exis­ten pa­ra es­to; han re­ci­bi­do una con­sa­gra­ción cu­yo fin es és­te, y la po­ten­cia de Cris­to es­tá en ellos. Y en se­gun­do lu­gar los es­po­sos”.

So­bre las ma­ni­fes­ta­cio­nes en de­fen­sa del ma­tri­mo­nio y la fa­mi­lia que se han re­gis­tra­do re­cien­te­men­te en di­fe­ren­tes par­tes del mun­do, es­pe­cial­men­te en Ro­ma, don­de más de 1.000,000 de per­so­nas sa­lie­ron a las ca­lles, Caf­fa­rra lo con­si­de­ra al­go po­si­ti­vo, por­que “no po­de­mos ca­llar­nos, pues ¡ay de no­so­tros! si el Se­ñor nos re­pren­die­ra con las pa­la­bras del pro­fe­ta: ‘to­dos son pe­rros mu­dos, pe­rros que no pue­den la­drar’. Lo sa­be­mos, en los sis­te­mas de­mo­crá­ti­cos la de­li­be­ra­ción po­lí­ti­ca se ba­sa en el sis­te­ma de la ma­yo­ría. Y me pa­re­ce bien, por­que las ca­be­zas es me­jor con­tar­las que cor­tar­las. Pe­ro fren­te a es­tos he­chos no hay ma­yo­ría que pue­da ha­cer­me ca­llar. En ca­so con­tra­rio, se­ría un pe­rro que no la­dra”.

Fuente Tempi.It

General, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , ,

Mi pequeña verdad y la gran Verdad.

Domingo, 2 de marzo de 2014
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Del blog de Pedro Miguel Lamet:

fe

La pasión con que algunos defienden sus posturas religiosas en blogs, artículos y debates me ha recordado esta historia que cuenta Anthony de Mello:

En cierta ocasión salió el diablo a pasear con un amigo. De pronto vieron ante ellos a un hombre que estaba inclinado sobre el suelo tratando de recoger algo.

«¿Qué busca ese hombre?», le preguntó al diablo su amigo.

«Un trozo de Verdad», respondió el diablo.

«¿Y eso no te inquieta?», volvió a preguntar el amigo.

«Ni lo más mínimo», respondió el diablo. «Le permitiré que haga de ello una creencia religiosa».

Una creencia religiosa es como un poste indicador que señala el camino hacia la Verdad. Pero las personas que se obstinan en adherirse al indicador se ven impedidas de avanzar hacia la Verdad, porque tienen la falsa sensación de que ya la poseen.

Hay que romper cada día mi pequeña verdad para que pueda acercarme algo más a la gran Verdad.

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , , ,

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