Comentarios desactivados en “Inmigración y cárcel”, por Gabriel Mª Otalora
De su blog Punto de Encuentro:
10.06.2023 | Gabriel Mª Otalora
No hago más que escuchar que la inmigración trae delincuencia incluso entre personas que son cristianas por tanto seguidoras del mensaje de amor inclusivo de Jesús de Nazaret. Casi nunca se añade que los inmigrantes vienen de países donde la guerra y el hambre es la principal realidad de quienes salen de un infierno para buscar un futuro mejor. Si nos quedamos con el miedo y desprecio al diferente (se llama racismo), la cárcel sería más o menos abominable en función de las características de sus presos. Pero lo cierto es que la población carcelaria está compuesta por gente muy joven, cuyo perfil real no es el que la sociedad se imagina, ni tampoco la justicia pretendida es la real.
Para empezar, solo un 14% de reclusos están condenados por delitos graves o violentos. Llama la atención que siendo uno de los Estados con menor número delitos graves sentenciados, sea unos de los que más presos estén recluidos en las cárceles, a lo que hay que hay que añadir el elevado número de preventivos a la espera de sentencia. E igualmente llama la atención la escasa presencia de condenados por delitos societarios, el blanqueo de capitales, los delitos contra la Hacienda Pública, el urbanismo, la malversación, el medio ambiente…
Quizá lo más grave de todo es la convicción social de que los inmigrantes son los delincuentes habituales de las prisiones; como si delincuencia e inmigración fueran de la mano. Es una especie de estigma xenófobo que pesa como una sentencia firme, una predisposición que no deja margen al beneficio de la duda. La búsqueda de un hábitat más humano hace que millones de personas huyan de la miseria en una carrera de obstáculos a veces superior a sus fuerzas. Los llamados “sin papeles” y no pocos de los recién regularizados afrontan toda clase de penalidades y trastornos psicosomáticos que los especialistas denominan el síndrome de Ulises o estrés crónico depresivo acumulado por múltiples factores como su situación irregular, la explotación laboral, la soledad y lejanía de los suyos, ser el punto de mira policial, etc. Muchos miles se han quedado en el camino ante el muro de exclusión agravado por las dificultades con el idioma, su precariedad emocional y el ambiente hostil que sufren.
El Papa Francisco es una de las contadas excepciones que ha condenado nuestro modelo económico excluyente. Él nos invita a cuestionarnos “el modelo de desarrollo”y de economía actual para evitar que “los hijos y nietos paguen una factura demasiado alta porque “la tierra arde”y el capitalismo “mata”. Así hablaba Francisco el año pasado ante cerca de mil jóvenes reunidos en Asís.
Frente al estigma de asociar al inmigrante con el delincuente, debemos mirarles con otros ojos, sobre todo porque la realidad no es la que pensamos. Volviendo al perfil real carcelario, ¿cuánta población reclusa es inmigrante? Según datos oficiales del Ministerio del Interior (2022), solo un tercio, el 31,1% de reclusos y reclusas, son población extranjera, y eso que las cifras han subido ligeramente desde 2021.
Lo que sí es cierto es que las cárceles están llenas de pobres y enfermos. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), los centros penitenciarios acaban albergando mayoritariamente a personas de los grupos más vulnerables y desfavorecidos de la sociedad. Y junto a esta realidad, el aumento de penas no mejora la reinserción, objetivo central de toda la política penitenciaria cuando, además, el 70 % de la población recusa padece adicciones.
La gestión eficaz de las cárceles no depende únicamente de las autoridades penitenciarias, a pesar de la importancia del organismo que las gestiona. La eficacia está directamente relacionada con la legislación, la gestión del sistema de justicia penal en su conjunto; el desempeño judicial, el nefasto corporativismo y las presiones que recibe dicho sistema desde fuera, sobre todo cuando la inmigración viene escapando de la miseria y se utiliza como arma arrojadiza. Vox, en plena resaca electoral, anuncia su intención de quitar la asistencia sanitaria a los “ilegales”…
Es preciso ampliar la justicia penal, a la que deben servir las leyes y la praxis jurídica, buscando la convivencia desde los derechos humanos, con acciones valientes en materia de inserción y de pedagogía social ante la realidad penitenciaria para desterrar que inmigración y delincuencia van de la mano ¡Al menos entre los cristianos!
Comentarios desactivados en “Habitar la Tierra: ¿Cuál es el camino para la fraternidad universal?”, por Leonardo Boff
De su blog La fuerza de los pequeños.
Venimos del barro de la Tierra, es el lazo que une
Estamos ante una triste constatación: el tipo de mundo en el que vivimos es todo menos fraternal. Lo que predomina es el poder, que desde el inicio establece una división entre quien tiene poder y quien no tiene poder
Sin embargo, el anhelo humano de libertad, igualdad y fraternidad es imperecedero. Son muchos los motivos que fundan la fraternidad
Todos somos portadores de la misma humanidad, poco importa el origen. Todos los seres, también los humanos, tenemos algo en común: venimos del barro de la Tierra
Estas raíces comunes nos invitan a vivir en fraternidad universal e ilimitada. Es el gran sueño de Francisco de Roma, el Papa actual, que ha escrito una valiente encíclica Fratelli tutti como respuesta a un mundo globalizado
La fraternidad puede ser una actitud permanente, un modo de ser, un espíritu que impregne todas las relaciones entre las personas a condición de renunciar al poder-dominación y de tener humildad
Este libro ‘Habitar la Tierra: cuál es el camino para la fraternidad universal’ quiere traer a debate la urgencia del amor social y de la fraternidad universal
Ante las graves amenazas que pesan sobre la Madre Tierra superexplotada y la ruptura del tejido social de las naciones, la fraternidad sin fronteras, como un nuevo tipo de presencia en el mundo, nos podrá salvar
Estamos ante una triste constatación: el tipo de mundo en el que vivimos es todo menos fraternal. Lo que predomina es el poder, que desde el inicio establece una división entre quien tiene poder y quien no tiene poder. Se trata del poder-dominación, político, económico, ideológico, mediático, también familiar, y otros. De esta división nacen toda suerte de desigualdades: unos imponiéndose a los demás, la mayoría situada en el piso de abajo y unos pocos en el piso de arriba.
La desigualdad significa injusticia social, que éticamente es inaceptable. Para las personas de fe, la injusticia social es un pecado contra el Creador porque le ofende a Él y a sus hijos e hijas. Por lo tanto, estamos en una situación que no nos agrada a nosotros y tampoco agrada a Dios.
Es intensa la búsqueda humana de una sociedad libre, igualitaria, justa y fraterna. En nombre de ella se hicieron las grandes revoluciones, siempre derrotadas, pero nunca vencidas definitivamente, pues el anhelo humano de libertad, igualdad y fraternidad es imperecedero. Siempre habrá personas y movimientos sociales que mantendrán vivo ese sueño y tratarán de concretarlo en la historia.
Son muchos los motivos que fundan la fraternidad. En primer lugar, todos somos portadores de la misma humanidad, poco importa el origen, el color de la piel, la religión y la visión de mundo que tengamos. Todos tenemos el mismo código genético de base, presente en todos los seres vivos: los veinte aminoácidos y las cuatro bases nitrogenadas. Dicho en lenguaje pedestre: estamos construidos de 20 ladrillos diferentes y cuatro tipos de cemento. Los ladrillos combinados y amalgamados con los varios tipos de cemento producen la biodiversidad. Lo cual quiere decir que existe un lazo de fraternidad real entre todos los seres vivos y especialmente entre los humanos. La fraternidad es universal, incluida la naturaleza.
Otra razón de la fraternidad es el hecho de que todos los seres, también los humanos, tenemos algo en común: venimos del barro de la Tierra. Homo, ser humano, procede de humus, tierra buena y fértil. De la misma forma, nuestro antepasado bíblico Adán, se deriva de adamah, que quiere decir: tierra arable y fecunda. De ese barro el Creador nos sacó y moldeó como sus criaturas, todos hermanados entre sí.
Estas raíces comunes nos invitan a vivir en fraternidad universal e ilimitada. Este fue el sueño de Jesús, que advirtió que nadie sea llamado maestro porque todos somos hermanos y hermanas. La fraternidad sin fronteras fue la búsqueda ardiente de San Francisco de Asís, que llamaba a todos los seres de la naturaleza con el dulce nombre de hermanos y hermanas. Fue a conversar con el sultán musulmán en Egipto porque quería una fraternidad universal que implicaba incluir a cristianos y no cristianos. Es el gran sueño de Francisco de Roma, el Papa actual, que ha escrito una valiente encíclica Fratelli tutti, “todos hermanos y hermanas”, como respuesta a un mundo globalizado que crea socios, pero no hermanos y hermanas, que nos hace virtualmente próximos, pero realmente distantes por causa de la riqueza de algunos a costa de la pobreza de muchos.
Dentro del mundo actual, fundado en el poder-dominación sobre personas, sobre pueblos y sobre la naturaleza, la fraternidad universal no tiene condiciones para realizarse. Sin embargo, si bien no parece viable, ella puede ser una actitud permanente, un modo de ser, un espíritu que impregne todas las relaciones entre las personas, y también las institucionales, de participación igualitaria y cooperativa. Todo eso a condición de renunciar al poder-dominación y de tener humildad, no como una virtud ascética, sino como un mojar nuestras raíces en el mismo humus de donde la naturaleza y nosotros aseguramos nuestra existencia, viendo en cada ser y en cada persona, un hermano y una hermana, con el mismo origen y el mismo destino. Entre hermanos y hermanas hay amor, cuidado y un sentimiento profundo de pertenencia.
Ante las graves amenazas que pesan sobre la Madre Tierra superexplotada y la ruptura del tejido social de las naciones, la fraternidad sin fronteras, como un nuevo tipo de presencia en el mundo, nos podrá salvar. Este libro ‘Habitar la Tierra: cuál es el camino para la fraternidad universal‘ quiere traer a debate la urgencia del amor social y de la fraternidad universal, por lo menos como un modo de ser tierno y despojado de la voluntad de poder-dominación, creando un lazo de afecto y de cuidado entre todos los seres del mundo natural y del mundo humano.
*Leonardo Boff, 1938, se doctoró en teología sistemática en Múnich. Fue 22 años profesor de teología del Instituto Teológico Franciscano de Petrópolis. Posteriormente se doctoró en filosofía en la UERJ y fue profesor de Ética, Filosofía de la Religión y Ecología Filosófica en la Universidad de Río de Janeiro. Fue profesor visitante en varias universidades europeas. Fue muchos años editor religioso de la Editorial Vozes y coordinó la publicación de la obra completa de C.G.Jung en portugués. Recibió el premio Nobel alternativo de la Paz 2001 del Parlamento sueco. Es doctor honoris causa por varias universidades. Ha escrito cerca de cien libros en las áreas de teología, filosofía, espiritualidad y ecología.
Comentarios desactivados en Monseñor Lozano: “Las desigualdades matan”
Informe Oxfam, cifras que espantan
El arzobispo de San Juan de Cuyo observó que “la pandemia puso en evidencia inobjetable una situación de inequidad preexistente”
Es la reflexión del arzobispo de San Juan de Cuyo tras leer el informe Oxfam, cuyo título es tan elocuente como preocupante: ‘Las desigualdades matan’
Un informe que el arzobispo de San Juan de Cuyo aconsejó a sus oyentes buscarlo en internet y leerlo detenidamente. Las cifras nos asoman a una fractura en la sociedad de difícil solución
Destacó que el informe de Oxfam señala que en el planeta muere una (1) persona cada cuatro (4) segundos a causa de la desigualdad y la pobreza
(Aica).- “Las desigualdades matan”, subrayó monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo y secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), al señalar en su reflexión semanal que “la pandemia del Covid puso en evidencia inobjetable una situación de inequidad preexistente”.
“Cuando el médico nos encomienda realizarnos estudios, comparó el arzobispo, estamos pendientes de los informes. Incluso, si tienen cierta complejidad, la ansiedad y preocupación son crecientes. Una vez conocidos los resultados viene el tiempo del tratamiento a realizar, que será más prolongado y complejo según la gravedad de la situación”.
“Hace unos cuantos años que venimos señalando que vivimos en una sociedad enferma, aun antes de la pandemia del Covid 19. Enferma de violencia, de inseguridad, de avaricia, de adicciones”
Monseñor Lozano hizo hincapié en “un estudio que nos muestra la gravedad de la situación social a nivel global” y precisó que la publicación la realizó Oxfam, una organización mundial que está conformada por distintas instancias en varios países. El título del informe es tan elocuente como preocupante: “Las desigualdades matan”.
Un informe que el arzobispo de San Juan de Cuyo aconsejó a sus oyentes buscarlo en internet y leerlo detenidamente.
“Todos reconocemos -explica monseñor Lozano- que la pandemia provocó una crisis económica de grandes proporciones. En América Latina implicó un retroceso cercano al 10% en promedio en la calidad de vida de la población. Este retroceso significó para unos postergar un viaje, una mudanza, un arreglo en la casa”.
“Para muchos -precisó-, implicó caer bajo la línea de la pobreza y necesitar asistencia alimentaria; deterioro de la salud; involución en el proceso educativo. Una desventaja que se agudiza”.
“La pandemia incrementó la pobreza en el 99% de la población mundial. Sin embargo, observó el prelado, no faltaron quienes se enriquecieron cuantiosa y escandalosamente: ¡las 10 personas más ricas del mundo duplicaron su riqueza! Sí, leíste muy bien: la multiplicaron por dos”.
#ACTUALIDAD || Para el caso de Colombia, dos hombres tienen más riqueza que el 50 por ciento de la población, dice un informe de Oxfam.https://t.co/kwlQ5EYlgc
Y añadió: “Para algunos inescrupulosos lo que es un desastre global económico, afectivo, laboral, sanitario, educativo, es oportunidad de hacer negocios y fortalecer la avaricia insaciable. Aparecieron unos “milmillonarios” que acapararon fortunas”.
Monseñor Lozano destacó que “es cierto que crecieron iniciativas solidarias en varios frentes”, pero lamentó que “los poderes económicos no cesan de aumentar su voracidad para crecer sea como sea”.
“La pobreza extrema se explica con su contraparte: la riqueza extrema. No se entiende una sin la otra”
“Los más empobrecidos fueron obligados a migrar en búsqueda de mejores condiciones laborales, exponiéndose a ser secuestrados cayendo en las redes de la Trata de Personas para la prostitución, el trabajo esclavo, el tráfico de órganos”.
Asimismo, el prelado destacó que “la inequidad también se plasmó en la imposibilidad de acceso a las vacunas y el cuidado de la salud en varios lugares del mundo”.
👉 Combatir las desigualdades podría salvar una vida cada cuatro segundos en el mundo 👉 https://t.co/jI1JVQdlLj
Destacó que “el informe de Oxfam señala que en el planeta muere una (1) persona cada cuatro (4) segundos a causa de la desigualdad y la pobreza”
“La pandemia puso en evidencia inobjetable una situación de inequidad preexistente. Es un proceso que lleva décadas. Desde 1995 el 1% más rico del mundo acaparó 20 veces más riqueza que la mitad más pobre de la humanidad. Con estas cifras asistimos a una fractura en la sociedad de difícil solución”.
Comentarios desactivados en Universidad Pontificia Comillas: Informe España 2021: Más desigualdades, otra forma de vivir.
Hoy (22.11.2021 ) se ha presentado en la Universidad Pontificia Comillas la edición número 28 del Informe España, un trabajo anual de investigación que analiza la realidad socioeconómica en España año tras año.
El informe revela que el 60% de la población considera que la pandemia le está haciendo cambiar su forma de vivir, de pensar, de cuidar la salud y de relacionarse socialmente. También subraya que las desigualdades sociales han aumentado a consecuencia de la pandemia y que la pobreza cada vez es más intensa, confirmando que se feminiza, haciéndose más patente entre los jóvenes. “La pobreza afecta más a los niños y a los hogares monoparentales con mujeres al frente, que son los más vulnerables al impacto de la pobreza”, se lee en el informe.
En este sentido, en el capítulo “La economía española ante la Covid19: efectos, retos y soluciones”, se destaca que “siguen manteniéndose los desequilibrios de género, y el incremento de desempleo a lo largo del año fue mayoritariamente del lado femenino”. Además, el porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social en España ha aumentado alrededor de un 1% desde 2019, situándose en el 26,4%, la cuarta peor cifra en el conjunto de Europa.
Según el informe“asistimos a la erosión de los cimientos de la integración social”, y se refiere explícitamente a la pobreza y la desigualdad social, que “esta crisis ha intensificado”. Agustín Blanco, director de la Cátedra Martín Patino de la Cultura del Encuentro de la Universidad Pontificia Comillas, responsable del informe, subraya, citando el informe, que “la pobreza se intensifica, y las personas y hogares más pobres ven agravada su situación, mientras que otros que estaban en los umbrales de la pobreza antes de la pandemia pasan a empeorar su situación”.
Economía y juventud
50.000 empresas dejaron de estar activas entre febrero de 2020 y febrero de 2021, lo que representa el 3,6% de las inscritas en la Seguridad Social. Aunque la crisis entre febrero de 2020 y febrero de 2021 incidió en todos los sectores destaca la caída de facturación en la hostelería (45%), aunque también la industria manufacturera se vio muy afectada, con una caída del 13% de su producción.
Como destaca el informe, existen “importantes niveles de desempleo en determinados colectivos, como jóvenes, mujeres, personas con discapacidad y mayores de 45 años”. Y se resalta la situación de la tercera edad y de los hogares unipersonales, que se incrementan entre la población mayor. De hecho, como revela el informe, más del 42% de las mujeres de más de 85 años viven solas, mientras que solo el 21% de los hombres lo hace.
Al otro lado del espectro, los jóvenes han aumentado el uso de tecnología, lo que ha influido en sus relaciones sociales. De hecho, el informe recuerda que el 80% de los jóvenes entienden que las relaciones por Internet generan más confianza que las relaciones cara a cara, aunque, al mismo tiempo, “el 75% está de acuerdo con que el uso de estas tecnologías favorece que las personas se aíslen de los demás, pasando más tiempo con las pantallas que con las personas que les rodean de forma más inmediata”.
El Informe España 2021 confirma que los jóvenes y las personas desempleadas son los dos grupos especialmente perjudicados durante la pandemia y los que registran niveles más bajos de bienestar, se sienten en general excluidos de la sociedad y presentan mayor riesgo de sufrir depresión. La tasa de abandono temprano de la educación y formación sigue siendo muy elevada en 2020 (20,2% entre los hombres y 11,6% entre las mujeres), los que nos sitúa como segundo país de la UE, solo por detrás de Malta, con mayor porcentaje de jóvenes entre los 18 y 24 años que no tiene estudios medios y que no sigue realizando ninguna formación.
El informe también destaca el impacto de la pandemia y el cierre de los centros educativos que, en términos generales, han sido negativos para los jóvenes, pero de menor intensidad de lo que se podría haber esperado y muy concentrado en el principio del confinamiento. Y respecto a los docentes, destacan especialmente el impacto de la pandemia en su bienestar emocional, aunque más del 50% de españoles ha mejorado su opinión respecto al personal docente, siendo este uno de los colectivos que más ha mejorado.
Sistema sanitario, fortalezas y debilidades
A pesar de las dificultades iniciales, para las que ningún país estaba adecuadamente preparado, el sistema sanitario español ha respondido razonablemente bien a la pandemia, gracias sobre todo a la fortaleza de carácter, vocación y excelente capacitación técnica de todos los profesionales de la salud.
Al mismo tiempo, la crisis sanitaria ha puesto de relieve la necesidad de refundar la atención primaria, prestar mayor atención a nuevas profesiones y al papel de la enfermería, desarrollar la especialidad de medicina preventiva y salud pública y, sobre todo, impulsar la formación continua, poner fin a la temporalidad de los profesionales sanitarios y su consiguiente precariedad laboral.
Cuidado de las personas mayores
Más del 40% de las muertes relacionadas con la COVID-19 se hallan vinculadas a las residencias de mayores. La pandemia ha visibilizado importantes carencias en el actual sistema de cuidados a los mayores y muy especialmente en las residencias. La COVID ha agravado aún más el problema que supone la precariedad laboral de las profesionales del cuidado, mujeres inmigrantes en su mayoría, con poco apoyo familiar y social, inestabilidad en el empleo, salarios muy bajos y formación escasa.
El informe incide en la necesidad de avanzar en la paulatina reconversión de las residencias tradicionales en unidades de convivencia, habitadas por grupos pequeños de personas con profesionales estables y una vida cotidiana normalizada y con sentido para ellas. Todo ello en un entorno hogareño facilitador de la generación de un clima familiar, cálido y de preservación de sus capacidades.
El sistema autonómico se refuerza con la pandemia
La crisis de la COVID-19 ha ayudado a reconocer los valores intrínsecos de todo proceso de descentralización. Su gestión se ha convertido en un buen ejemplo de reconocimiento del principio de subsidiariedad y la bondad de la proximidad en la toma de decisiones.
La crisis ha supuesto una llamada de atención sobre la ausencia de organismos administrativos mixtos, que presten servicios tanto al Estado como a las comunidades autónomas. Además, el informe señala que la gestión de la crisis no ha conseguido crear un sistema de cogobernanza real, en el sentido de adopción conjunta de medidas.
Comentarios desactivados en El virus de la desigualdad y la pandemia de la pobreza.
Suplemento del Cuaderno n. 219
Cristianisme i justicia
José María Vera, Director Ejecutivo, Oxfam Internacional
Varias veces he escuchado la afirmación de que la COVID-19 iguala a toda la humanidad, ya que infecta a ricos y pobres, en cualquier lugar del mundo. La realidad, sin embargo, es que el impacto de la pandemia, sea en caso de infección o por la crisis que conlleva, es profundamente desigual. País de origen y residencia, sexo, clase social, raza… definen las opciones de una persona para sobrevivir al virus y al tsunami económico que lo acompaña.
El coronavirus se abate sobre un mundo en que la desigualdad ha crecido en la mayoría de los países, asentada en un sistema económico que favorece el acaparamiento de la riqueza, la renta, las oportunidades y los recursos naturales por parte de unos pocos. De no enfrentar esta crisis descomunal de forma diferente a otras, asistiremos a un crecimiento agudo de la pobreza y a la profundización de la brecha que divide a la humanidad entre quienes tienen acceso a protección y quienes quedan a la intemperie.
Estos meses, Oxfam ha elaborado varios informes e investigaciones que combinan la prospectiva de lo que puede pasar con datos e historias reales de lo que ya ocurre en el mundo y en España.
Crisis sobre crisis para los más vulnerables del planeta
La pandemia se despliega en una doble ola, con un primer impacto directo en la salud y uno más amplio en la situación
económica provocada por las medidas para contener los contagios.
En España, hemos visto cómo se desbordaba nuestro sistema público de salud, aún bien dotado a pesar de los recortes. En Brasil, la gente muere en la calle a las puertas de hospitales colapsados; en Perú, hacen colas de horas para comprar oxígeno a precios desorbitados para evitar que familiares enfermos de COVID-19 se ahoguen; en Yemen, la mitad de los centros de salud no están operativos y algunos han sido destrozados por bombas vendidas por Occidente; en Zambia, apenas hay médicos, pero sí tasas para acceder a cualquier atención sanitaria que apenas nadie puede pagar.
Cuando la vida transcurre en medio de un conflicto, cuando se sufre una hambruna provocada por el cambio climático, una crisis como la del coronavirus multiplica los riesgos al caer sobre una población ya vulnerable y desprotegida. Infectarse en una favela o en un campo de desplazados es probable; contar con atención médica suficiente, casi imposible.
En el momento de escribir este texto, el virus ha estallado en América Latina y está creciendo en África e India. Lo peor es que algunos de estos países confinaron a su población relativamente pronto –con Brasil como dramática excepción–aunque por sus características sociales y económicas el encierro no fue completo. Ahora, cuando el virus aún está muy extendido, se ven forzados a ir recuperando la actividad económica por la amenaza del hambre. En Bangladesh, la organización BRAC calcula que la población vulnerable ha visto reducidos sus ingresos diarios en un 70% durante la pandemia. Con más de un 60% de trabajadores informales y sin apenas redes de protección social y laboral, un país como Perú no resiste encerrado más de tres meses. Lo mismo en Kenia y otros países africanos, donde la policía se ha empleado a palos contra quienes se saltaban el confinamiento.
En Oxfam se calcula que hasta 500 millones de personas podrían caer en la pobreza debido a la crisis económica provocada por el coronavirus. Una tragedia para familias que han luchado por su vida, sus ingresos y su dignidad. Una cifra que, en algunos países africanos, haría retroceder hasta tres décadas los avances en la lucha contra la pobreza.
Hemos propuesto un plan de rescate urgente para los 85 países con los sistemas sanitarios más frágiles, que doble su presupuesto y capacidad, también para enfrentar otras enfermedades. El acceso a la salud debe ser universal y no un lujo suntuario para unos pocos. También pedimos un programa amplio de protección social en medio de la devastación económica, que asegure alimento e ingreso mínimo a los millones de personas que tienen que elegir entre infectarse o morir de hambre. Para financiarlo, además de renovar los presupuestos de cooperación al desarrollo y acción humanitaria, exigimos que se cancele el servicio de toda la deuda exterior durante el 2020 –también la privada y la del FMI y el Banco Mundial– y poner en marcha mecanismos extraordinarios como la emisión de derechos especiales de giro por parte del FMI, lo que aportaría la liquidez necesaria a economías frágiles y haciendas públicas rotas por la pandemia. A medio plazo es imprescindible –si no ahora, ¿cuándo?–, una reforma de la fiscalidad internacional que acote la ingeniería tributaria, esa que permite a grandes empresas y fortunas engordar a través del filibusterismo fiscal. Nuevos impuestos a la riqueza, sugeridos hasta por el FMI o el Financial Times, son necesarios para contener la brecha fiscal e impedir recortes mayores en la protección de la población vulnerable. Recortes que provocarán millones de muertes, muchas más que el virus.
Finalmente, hemos propuesto que las vacunas contra el SARS-COV-2 sean de acceso universal y gratuito, que dependan del riesgo de cada persona y no del lugar en el que viva. La distribución, o acaparamiento, de las vacunas y los diversos tratamientos supondrá la principal lucha entre solidaridad y egoísmo que hemos visto en décadas.
En España el coronavirus acentúa la desigualdad
Con todas las diferencias de punto de partida en relación a otros países, España es un paladín de la desigualdad entre las naciones del entorno. La crisis del 2008 nos dejó como el cuarto país más desigual de la UE con una tasa de pobreza relativa en el entorno del 22%. Cifra que apenas se redujo levemente durante los últimos cuatro años de recuperación del PIB y de un mercado laboral marcado por la precariedad y los salarios miserables. En ocho años de crisis y de “recuperación”, las rentas del trabajo perdieron cinco puntos del PIB, lo cual refleja cambios profundos en la estructura de la riqueza y del empleo en España.
A este país llegó el coronavirus hace meses, desarbolando un sistema de salud fragilizado por los recortes y provocando una crisis económica aguda, como nunca se vio en décadas.
Con datos estimados de caída del PIB y del empleo, un reciente informe de Oxfam Intermón concluye que más de 700.000 personas serán arrojadas a la pobreza debido a la pandemia, con una tasa que se elevará hasta el 26% de la población si el umbral se mantuviera como antes de la crisis.
El PIB y la renta disponible se están desplomando en el país. Sin embargo, y al igual que en otras crisis, la merma no es igual para todos. El 10% de la población más pobre verá caer su renta en más de un 20%, mientras que el decil más rico apenas lo hará en un 2%, diez veces menos. Una brecha que se acentúa si nos fijamos en los milmillonarios españoles: se trata de 23 personas (18 de ellas son hombres), cuya fortuna creció en 19.200 millones de euros en los primeros 79 días de la pandemia.
Un análisis más detallado apunta, en primer lugar, al mercado laboral donde se observa que el 73% de las personas dadas de baja en la Seguridad Social durante la pandemia pertenece a los grupos de bajos ingresos, la mayoría con contratos temporales encadenados.
Si además se es inmigrante, la probabilidad de perder el empleo es un 145% mayor que la media, de ahí las colas ante comedores e iglesias, donde la población migrante es mayoritaria, como en el sector de los cuidados y en otros fuertemente precarizados. A muchos, la vida no les cambió tanto respecto a su América Latina o África natales. Empleos informales, ingresos al día y redes de protección frágiles. Súmese a esto la situación irregular de miles de ellos. A las dos semanas de encierro, la vulnerabilidad extrema les puso a las puertas del hambre.
Es necesario reconocer la contribución que las personas migrantes hacen a la sociedad, vista como imprescindible durante los meses más agudos de la pandemia: recolectores de alimentos, reponedores de supermercados, cuidados de personas mayores y limpieza de hospitales y residencias, trabajadores esenciales en sectores expuestos a la infección. Todos estos son quienes más pueden sufrir ahora el desempleo –hasta un 27% previsto–, la pobreza y la exclusión social.
La precariedad tiene también rostro de mujer: están sobrerrepresentadas en los sectores de mayor precariedad donde abunda la temporalidad y la parcialidad no deseada, y son además las responsables de los cuidados, también en el sector sanitario. De hecho, el 76% del personal sanitario infectado durante los meses más duros de la pandemia han sido mujeres, una proporción superior a la que ocupan en este sector; un terrible ejemplo de temporalidad y contratos encadenados. Asimismo, sucede en el empleo en residencias de mayores y el sistema de atención a la dependencia, sea en el sector privado o en las subcontratas de las Administraciones públicas, donde las mujeres apenas ganan para mantener a sus familias, que en muchos casos dependen solo de ellas.
El extremo de la precariedad se produce entre las empleadas del hogar. Una de cada tres vive por debajo del umbral de la pobreza, en situación de normalidad. La falta de contratos y la inhumanidad de muchos hogares llevó a las colas del hambre a muchas de estas mujeres a poco de comenzar el confinamiento. Máxima vulnerabilidad y mínima protección para quienes cuidan de nuestros mayores, y de nuestros hogares.
Fiscalidad frágil, protección social frágil. Las medidas puestas en marcha por el Gobierno han sido positivas, tanto en la protección del empleo como en la de rentas, y entre ellas destacan el Ingreso Mínimo Vital como algo necesario desde hace años e indispensable en tiempos de la COVID-19. El sistema de protección social español, más allá de pensiones y desempleo, es tan frágil como desigual entre territorios y segmentos de la población.
La pregunta absolutamente central es: «¿cuánto tiempo aguantará una Hacienda Pública mermada la financiación de las políticas sociales?». Cada sector económica, empresarial y social exige ayudas mientras las necesidades de protección social se amplían y los ingresos tributarios caen. Por más que la UE relaje los requisitos de déficit y deuda, y provea fondos de apoyo a sectores productivos, la brecha fiscal no aguantará.
De no abordar una reforma tributaria, será imposible no caer en recortes drásticos, mucho más profundos que los provocados por la crisis del 2008, que incluso supondrían que no se aplicaran las medidas de protección ya aprobadas, algo que ya ocurrió con las ayudas a la dependencia.
Oxfam Intermón propone medidas tributarias de corto plazo, así como una transformación profunda del sistema fiscal. Esta debe incorporar nuevos impuestos que cubran nichos de riqueza extractiva de baja o nula tributación, una lucha frontal contra el gran fraude que incluya medidas más agresivas contra el uso de paraísos fiscales y la reversión de reformas en impuestos como el de sociedades o el de patrimonio cuya laminación supuso una merma para la recaudación. No cabe otra opción.
Aún más: la crisis provocada por la COVID-19 está teniendo un impacto devastador sobre la población vulnerable. En España y en el mundo. Si se avanza por el camino actual, la brecha de la desigualdad se ensanchará y arrojará a millones de personas al hambre y a la pobreza. Miles de voces claman por una acción diferente y urgente, acorde con la magnitud del reto al que se enfrenta la humanidad.
Comentarios desactivados en Faustino Vilabrille: Pandemia: pobreza insoportable.
Pobres de los Pobres!. Hasta donde nos ha llevado el Neoliberalismo!
| Faustino Vilabrille
Las consecuencias más graves y dolorosas de la pandemia son sin duda las humanas por morir por su causa y además tener que hacerlo de forma tan inhumana y dolorosa, en soledad, en ausencia de personas cercanas o familiares, por mucho que se haya esforzado el personal sanitario en llenar ese vacío, que sin duda hizo todo lo que pudo.
La pandemia nos ha convertido a todos en víctimas y verdugos: cada ciudadano o vecino con que me encuentro puede ser mi víctima si lo contagio o mi verdugo si me contagia, y además sin saberlo. Este virus es una plaga: ¿La teníamos merecida? Es posible, porque las injusticias, desigualdades, abusos, violencias, despilfarros, adulteraciones, que hemos cometido contra los seres humanos y contra la naturaleza son enormes. Hasta ahí nos ha llevado el Neoliberalismo. Así no podíamos seguir. Un ejemplo: estamos dejando morir de hambre a millones de personas en el Tercer Mundo, mientras que en el Primer Mundo tiramos a la basura millones de toneladas de comida.
Y otro ejemplo más: El cambio climático, del que somos culpables los países desarrollados, nos amenaza a todos, pero sobre todo amenaza los sistemas agrícolas, los medios más elementales de subsistencia y la seguridad vital básica de los países más pobres y vulnerables de África, Hispanoamérica, gran parte de la India y Bangladés, donde tienen que vivir y morir prematuramente los 815 millones de personas que no llegan a disponer ni de 1,67 euros al día (Fuente: Asociación Internacional de Fomento (AIF)-Banco Mundial).
Por tanto, las consecuencias de la pandemia no son solo humanas, son también las consecuencias económicas:
En tan solo 9 meses de pandemia, del 18 de marzo al 31 de diciembre de 2020, las 1000 personas más ricas del mundo aumentaron su riqueza en 3,23 Billones de euros. Su riqueza conjunta ya asciende a 9,8 Billones, casi tanto como los gobiernos del G20 han movilizado para responder a la pandemia. Mientras los más ricos ya se recuperaron, los empobrecidos por la pandemia tardarán unos 10 años en hacerlo.
Desde el inicio de la pandemia, LA FORTUNA DE LOS 10 HOMBRES MÁS RICOS DEL MUNDO ha aumentado en medio Billón de dólares, una cifra que financiaría con creces una vacuna universal para la COVID-19 y que garantizaría que nadie cayese en la pobreza como resultado de la pandemia.
Por el contrario, el número de personas que viven en el mundo con menos de 4,5 euros al día aumentó en 700 millones de personas.
Por lo que se refiere a España, con la pandemia las personas más pobres de nuestro país perderán siete veces más renta que las más ricas, y unas 790.000 personas caerán en POBREZA SEVERA a causa del COVID-19, según informa Oxfam Intermón. Tener que vivir con menos de 16 euros al día alcanzará la cifra de 5,1 millones de españoles. Asimismo, la POBREZA RELATIVA, estimada en 24 euros al día, supone un millón más de personas por debajo de la línea de pobreza, hasta alcanzar 10,9 millones de españoles.
Si nos acercamos a la población migrante, el índice de pobreza alcanzaría el 57%, frente al 22,9% de media del total de la población. Personas migrantes, jóvenes y mujeres son los colectivos más afectados por la desigualdad que ha provocado la pandemia. De las personas que trabajan a tiempo parcial, el 73 % son mujeres (Fuente: Oxfam Intermón).
Cómo discurrirán las cosas en el próximo futuro? Todo el mundo pone la esperanza en la vacuna, una proeza de la ciencia, que bienvenida sea, pero… El domingo pasado ya denunciábamos el “pillaje” en las vacunas y la desconfianza en las Multinacionales Farmacéuticas, que ahora se está confirmando, desde los grandes a los pequeños, pues aquellas no quieren cumplir sus contrataos con la UE y sí vender las vacunas a quien más las pague, como Israel o los Emiratos Árabes, y continuando por los VACUNADOS ENCHUFADOS, como los 300 militares y diversos políticos, hasta llegar al obispo de Mallorca, que se vacunó sin corresponderle (la jerarquía eclesiástica en su conjunto, salvo contadas excepciones, debería sentir vergüenza de haber estado recibiendo prebendas y privilegios de los poderes públicos desde la dictadura e incluso hasta nuestros días como, por ejemplo, con las inmatriculaciones, e incluso pedir perdón al pueblo por no haber sido mucho más coherente con el Evangelio.
Otra esperanza que se maneja son las ingentes cantidades de recursos que aportará la Unión Europea a nuestras arcas públicas y cómo influirán estas ayudas en el crecimiento futuro del PIB, que en España en 2020 ha caído un 11 %, con lo que el PIB per cápita bajó de 26.430 euros a 23.430.
No obstante España es la economía número 15 en el ranking de los 196 de los que se conoce su PIB. El Problema de España no es la falta de riqueza, sino la desigualdad, que es mayor que en las economías europeas más avanzadas, con las que compartimos un proyecto político más o menos común, pues nuestro país ocupa el cuarto puesto en el ranking de los países más desiguales de toda la Unión Europea. Pero es que, además, somos el segundo Estado europeo —por detrás de Bulgaria— en el que la distancia entre ricos y pobres ha aumentado más.
Lo ha hecho, además, a costa del empobrecimiento de los más desfavorecidos económicamente. Lejos de la recuperación, en el año 2017 aumentaron en 16.500 el número de hogares en los que no entraba ningún ingreso. Alcanzaron, así, los 617.000. Sin embargo, los ultramillonarios aumentaron en un 4% que cada vez acapara más riqueza. “El 1% más rico tiene 24,42 de cada 100 euros de riqueza, mientras que el 50% más pobre se tiene que repartir 7 euros de cada 100”.
Detrás de la pandemia, ¿cómo quedarán estos datos? El dinero que promete la UE, ¿a quién irá a parar?
Tenemos que exigir una administración rigurosa, responsable, solidaria y comprometida de todas esas ayudas, sobre todo con los más empobrecidos y necesitados. ¿A qué nos suenan estas palabras? ¿Cuándo le haremos caso a Quién las practicó y enseño, que iba curando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo, pidiendo tener hambre y sed de justicia?
NOTA.-Si en los países desarrollados pasa lo que pasa con la pandemia, ¿cuáles serán las consecuencias humanas, sociales, económicas y políticas de la misma en el Tercer Mundo? Si aquí hay trampas con las vacunas, qué no pasará allí?
Fuentes de información: Informes de Oxfam Intermón, BM, Datos Macro, ANALYTIKS, Eurostat, INE, Foro de Davos,
Comentarios desactivados en Félix Placer: “Los nuevos paradigmas exigen una profunda descentralización de la teología”
“El pluralismo religioso: al servicio de la justicia y la paz desde una ética común”
“Si la teología quiere ayudar, colaborar para una salida significativa y eficaz de la Iglesia en el mundo de hoy, debe afrontar esos desafíos que le exigen o plantean una salida de sí misma, de sus paradigmas clásicos para abrirse a nuevos paradigmas plurales que provienen de esos lugares ‘teológicos’ actuales”
“Sin la definitiva experiencia de la encarnación en la vida de las víctimas, sin compasión y empatía con ellas, no es posible hacer teología y ser persona seguidora de Jesús, creer en Él”
“El Parlamento de las Religiones del Mundo (1993), abogó por una ética mundial para conseguir un orden mundial nuevo, sin predominio de una religión sobre otra”
“La destrucción de la tierra es no sólo una injusticia social, sino una profanación ecocida, biocida y geocida, un pecado contra Dios como Creador, contra Jesucristo como Liberador y contra su Espíritu como Vivificador”
| Félix Placer Ugarte, teólogo
Ante la interesante iniciativa de Religión Digital de una colaboración teológica para la propuesta e invitación del Papa Francisco de “una Iglesia en salida”, pienso que la primera aportación deberá ser, como indica Enrique Dussel, “una descolonización epistemológica eurocéntrica de la teología… En la Edad Transmoderna que se acerca, se hará necesario rehacer la teología más allá de la Modernidad y el capitalismo… para retornar a un cristianismo mesiánico profundamente renovado”.
Los nuevos paradigmas exigen una profunda descentralización de la teología, salir de sí misma para ir al encuentro en su epistemología y métodos a fin de ser capaz, como pide el Papa Francisco a la Iglesia, de “observar y escuchar” los signos de los tiempos.
Indico aquellos lugares o campos hacia los que, a mi entender, debe salir la teología si quiere ser un servicio a la llamada papal.
a) El mundo de quienes sufren la desigualdad, pobreza, marginación
Señala Félix Wilfred, que “gran parte de la teología actual evade frecuentemente la cuestión de la pobreza, de la desigualdad y de la exclusión… Necesita volver su mirada al mundo e intentar responder a aquella cuestiones cruciales que los seres humanos encuentran justo en el centro de su existencia… Exiliar a Dios y al prójimo del horizonte de la economía para perseguir una craso egoísmo e individualismo, constituye el mayor desafío para la teología actual”.
José María Castillo insiste en que “el ser o no ser de la teología se juega en su conexión o desconexión con la vida, en especial de quienes sufren las consecuencias de una economía injusta, de la inequidad y de la injusticia”.
La mirada primordial de Jesús, como insistía Metz, no se dirigió principalmente al pecado de los demás, sino al dolor humano. Por ello, continuaba el teólogo alemán, “para el cristianismo, la pregunta de partida no es ¿quién habla?, sino ¿quién sufre?”. Es decir, sin la definitiva experiencia de la encarnación en la vida de las víctimas, sin compasión y empatía con ellas, no es posible hacer teología y ser persona seguidora de Jesús, creer en Él.
Por tanto es necesario interpretar la revelación divina y mesiánica de la economía de la salvación hoy –misión de la teología- desde los nuevos paradigmas de la liberación integral universal y concreta, “desde la voz del sujeto débil y marginal, desde el clamor de los inocentes y de los justos, pero que también incluye a los verdugos y los invita a un cambio de mentalidad y a la conversión del corazón”, como expone Carlos Mendoza Álvarez. Porque, en definitiva, “sólo un Dios que sufre puede socorrer” (D. Bonhöffer).
b) El pluralismo religioso: al servicio de la justicia y la paz desde una ética común
El concilio Vaticano II abrió las puertas a una colaboración con otras religiones y no “rechaza lo que en ellas hay de verdadero y santo”. Reprobó, en consecuencia, toda discriminación e invitó a la solidaridad, al respeto de la dignidad humana y de sus derechos para lograr la paz.
El Parlamento de las Religiones del Mundo (1993), abogó por una ética mundial para conseguir un orden mundial nuevo, sin predominio de una religión sobre otra, basado en el muto reconocimiento, en la no violencia y respeto a toda vida, en el compromiso a favor de una cultura de la solidaridad y de un orden económico justo, la tolerancia y la igualdad.
Andrés Torres Queiruga propuso la palabra “inreligionación” para expresar la acogida y el ofrecimiento, desde la verdad de cada religión, para un encuentro fructífero y creativo. La teología será fecunda, como afirma Luiz Carlos Susin, si sabe escuchar y ser fiel (salir) a la experiencia religiosa de los pueblos pobres y a sus testimonios.
c) El ecofeminismo y su teología
Teólogas de diferentes países y culturas han “deconstruido” modelos clásicos, reproductores de dependencias y esquemas androcéntricos y contribuyen a reconstruir otra visión de Dios, de la revelación, del Reino de Dios, restaurando la plena dignidad e igualdad de las mujeres en todos los órdenes de la existencia humana; también en la Iglesia.
Como subraya Elizabeth A. Johnson“si la idea de Dios no logra penetrar y alumbrar la complejidad humana de la experiencia presente, más aún, si la idea de Dios no va al mismo ritmo que la realidad en evolución, entonces la experiencia de Dios muere borrándose de la memoria… La relación mutua de iguales-diferentes aparece como paradigma último de la vida personal y social… y abarca todo el tejido de la realidad” solidario, compasivo , en comunión fuente de energía para vencer al sufrimiento y sus causas con su “poder liberador de relación en su amor compasivo que penetra el dolor del mundo para transformarlo, como un aliado en la resistencia y manantial de esperanza”.
Podemos decir con Rosemary Radford Ruether: “aquello que promueve la plena humanidad de las mujeres viene del Espíritu Santo, refleja una verdadera relación con lo divino, constituye la plena naturaleza de las cosas, el auténtico mensaje de redención y la misión de la comunidad redentora”.
d) Desde una nueva visión del universo y nuevos paradigmas
Todos somos fruto de un mismo Creador y formamos parte inseparable de esta creación divina, en donde estamos relacionados profunda e íntimamente, afirma el papa Francisco en su encíclica Laudato Si¨. Por tanto, cuando se hace daño a la tierra, se hace daño a la humanidad y viceversa; el pobre, el necesitado, el oprimido es el primer daño ecológico de esta casa común.
En consecuencia, la destrucción de la tierra es no sólo una injusticia social, sino una profanación ecocida, biocida y geocida, un pecado contra Dios como Creador, contra Jesucristo como Liberador y contra su Espíritu como Vivificador. Por tanto, las acciones que se inscriben en una línea de defensa y protección de la vida son signos de la presencia de Dios que con su Espíritu sigue aleteando sobre la tierra (Gn 1,1-2), fecundando iniciativas que protejan la vida, que creen vida. Por ello hoy, en medio del diluvio destructor de la globalización, se renueva la promesa de la alianza en los signos de los tiempos ecológicos (Gn 9,8-15).
La tierra es símbolo de Dios, manifestación de su Espíritu. Los dinamismos que en ella brotan, defendiéndola, renovándola, protegiéndola -en especial a quienes están más desprotegidos y son víctimas de explotación- siguen siendo experiencia de su presencia creativa y compasiva, que comunica vida, de su alianza con la humanidad y su casa.
Las actuales investigaciones científicas y su concepción del universo abren un campo inmenso para una visión ecoteológica donde adquiere sentido nuevo la misma interpretación de la vida, de la evolución, de la realidad. Se plantea lo que llaman algunos un paradigma posreligional desde una ‘teología planetaria’ (J.M.Vigil) que pide a la teología salir de su esquema religioso para elaborarse en las claves de ser nueva concepción que supera los clásicos dualismos clásicos y descubre una relación con Dios en lo más profundo de la existencia del universo en continua expansión y creación.
Si la teología quiere ayudar, colaborar para una salida significativa y eficaz de la Iglesia en el mundo de hoy, debe afrontar esos desafíos que le exigen o plantean una salida de sí misma, de sus paradigmas clásicos para abrirse a nuevos paradigmas plurales que provienen de esos lugares “teológicos” actuales.
Félix Placer Ugarte
Profesor jubilado
Facultad de Teología. Vitoria-Gasteiz
WILFRED,F. La función de la teología en las luchas por un mundo más equitativo e inclusivo: Concilium 364 (2016)26.
METZ, J.B. Por una mística de ojos abiertos. Cuando irrumpe la espiritualidad, , Barcelona 2013,
TAMAYO, J.J. Otra teología es posible. Pluralismo religioso, interculturalidad y feminismo, Barcelona 2011.
DUSSEL,E. Descolonización epistemológica de la teología: Concilium 350 (2015) 34.
CASTILLO, J.M. Los pobres y la teología. ¿Qué queda de la Teología de la Liberación?, Bilbao 1998.
JOHNSON, E.A. La que es. El misterio de Dios en el discurso teológico feminista, Barcelona 2002.
RUETHER, R.R. Sexism and God-talk. Toward a feminist theology. With a new introduction, Boston 1993.
VIGIL, J.M. (coord.), Por los muchos caminos de Dios: Hacia una Teología Planetaria. Quito, 2010.
MENDOZA ÁLVAREZ, C. Deus ineffabilis. Una teología posmoderna de la revelación del fin de los tiempos, México 2015.
Comentarios desactivados en Juan José Tamayo: “El Covid-19 no afecta a todas las personas y grupos sociales por igual” (I)
“Vivimos en un mundo injusto y desigual”
“Los progresos tecnológicos no se corresponden con el progreso en los valores morales de solidaridad, fraternidad-sororidad, justicia, igualdad y libertad, como tampoco el crecimiento económico con la eliminación de la pobreza”
“Francisco de Asís demostró que la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior son inseparables”
El objetivo de estos tres artículos es doble: a) poner en valor la compasión, uno de los grandes valores ausente en los diferentes ámbitos del saber y del quehacer humano, considerado estéril e innecesario y calificado, incluso, de manifestación de la debilidad e impotencia de la persona que lo practica; b) practicarla en todas las esferas de la vida, individual y colectiva, personal y comunitaria, pública y privada, política y económica, cultural y religiosa, y muy especialmente ahora con la pandemia del coronavirus, que es previsible se alargue durante meses y tendrá gravísimas consecuencias en todos los órdenes de la vida humana y de la naturaleza.
Empiezo por una primera constatación: vivimos en un mundo donde impera la injusticia estructural, avanza a pasos agigantados la desigualdad y hay una pérdida de la compasión. Los progresos tecnológicos no se corresponden con el progreso en los valores morales de solidaridad, fraternidad-sororidad, justicia, igualdad y libertad, como tampoco el crecimiento económico con la eliminación de la pobreza. Todo lo contrario: a mayor progreso tecnológico y crecimiento económico, menor solidaridad y compasión, justicia e igualdad.
Las desigualdades se refuerzan a través de las diferentes y cada vez más profundas brechas que se producen hoy, entre las que cabe citar:
la brecha económico-social entre ricos y pobres, que desemboca en aporofobia (odio y rechazo a las personas pobres)
la patriarcal entre hombres y mujeres, que desemboca en feminicidio;
la colonial entre las superpotencias y la pervivencia del colonialismo, que desemboca en el mantenimiento de la colonialidad;
la ecológica, provocada por el modelo de desarrollo científico-técnico depredador de la naturaleza, que convierte a esta en mercancía y desemboca en ecocidio;
la racista entre personas nativas y extranjeras, que desemboca en xenofobia;
la afectivo-sexual entre heterosexualidad y LGTBIQ, que desemboca en el discurso del odio a las identidades afectivo-sexuales que no responden al patrón de la heternormatividad y a la binariedad sexual: LGTBIfobia;
la intelectual entre conocimientos científicos y saberes originarios, que da lugar a la injusticia cognitiva, que desemboca en epistemicidio;
la global entre el Norte y el Sur, que desemboca en surcidio;
la religiosa entre personas creyentes y no creyentes, entre sistemas de creencias hegemónicos y contra-hegemónicos, entre religiones ricas y religiones pobres;
la digital entre quienes tenemos acceso a internet y quienes se ven privados de dicho acceso, etc.
Situaciones dramáticas que exigen activar la compasión.
Especialmente dramáticas son dos situaciones de desigualdad e injusticia ecológica que estamos viviendo con severidad durante las últimas décadas y una tercera, que estamos viviendo con especial crudeza estos días: el Covid19.
Una es la crisis ecológica, que constituye el principal desafío de la humanidad, con especial agravamiento en la Amazonía en llamas, con focos de incendio que se triplicaron en agosto de este año en comparación con el mismo mes de 2018 y el aumento del 278 % en las alertas de salvaje deforestación. La selva amazónica, que es el pulmón de la humanidad, se ha convertido en espacio de sobreexplotación, agro-negocio, agro-tóxicos y entrega de riquezas naturales a las empresas multinacionales.
Esta situación es objeto de preocupación, e incluso de indignación, del Papa Francisco, que defiende el cuidado de la casa común como tarea de todos los seres humanos en su encíclica Laudato Si’, inspirada en el Cántico de las criaturas, de Francisco de Asís, que llama a la tierra “madre y hermana nuestra”, que nos acoge entre sus manos, nos gobierna y produce frutos con coloridas flores y hierba.
En ella presenta a San Francisco de Asís como ejemplo de la ecología integral, patrono de los ecologistas, cristianos o no, modelo de atención a la creación y a los pobres, místico y peregrino que vivió en armonía con Dios, el prójimo, la naturaleza y consigo mismo. Así demostró que la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior son inseparables.
Como respuesta a la situación dramática en que se encuentra la Amazonía, el Papa Francisco ha convocado el Sínodo sobre “La Amazonía, nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”, definido como el nuevo Pentecostés para la Iglesia amazónica, las iglesias locales y la Iglesia universal. Reconoce que “el futuro de la Humanidad y de la Tierra está vinculado al futuro de la Amazonía; por primera vez se manifiesta con tanta claridad que desafíos, conflictos y oportunidades emergentes en un territorio, son la experiencia dramática del momento que atraviesa la supervivencia del planeta Tierra y la convivencia de toda la humanidad”.
La segunda situación dramática es la de millones de personas que llegan a las fronteras de los países más favorecidos huyendo de la guerra, la miseria y los regímenes dictatoriales, ponen en riesgo sus vida hasta perderlas, como las 30000 personas personas muertas en el Mediterráneo en la última década, y cuando, llegan a la frontera, son rechazadas por las autoridades políticas preferentemente de Europa y Estados Unidos e incluso muertas, incumpliendo y transgrediendo los derechos de asilo, refugio y hospitalidad, reconocidos en la Declaración Universal de la ONU de 1948.
Tenemos grabadas en la memoria las imágenes de las marchas de miles de personas procedentes de países centroamericanos hacia los Estados Unidos, a quienes no se les permite entrar, peor aún, separan a los niños y las niñas de sus padres y madres. Igualmente pudimos ver en vivo y en directo la falta de solidaridad de la “bárbara Europa” con las personas migrantes del Open Arms.
La tercera situación dramática es la pandemia del coronavirus, que se está extendiendo por todos los países, regiones y continentes sin distinción, mantiene confinada, a día de hoy, a una tercera parte de la humanidad, ha contaminado ya a más de un millón de personas en todo el mundo y ha provocado, hasta el momento –escribo el 4 de abril de 2020- a setenta mil personas. Pero no podemos quedarnos en las cifras frías, detrás de ellas hay vidas humanas perdidas y familias destruidas que sufren tan irreparables pérdidas sin ni siquiera el consuelo de una despedida en compañía.
El Covid-19 no afecta a todas las personas y grupos sociales por igual y con la misma intensidad. Es mucho más agresiva con aquellos grupos humanos que tienen una especial vulnerabilidad, como afirma el científico social portugués Boaventura de Sousa Sousa Santos, entre los que cita los siguientes: las mujeres, las personas trabajadoras precarias e informales, los trabajadores de la calle, las personas sin techo, las que habitan en las periferias empobrecidas de las ciudades, la gente anciana, la que se encuentra confinada en los campos de refugiados y refugiadas, las personas inmigrantes sin papeles, las poblaciones desplazadas internamente, las encarceladas, las discapacitadas.
Estas y otras situaciones dramáticas son razones más que suficientes para cambiar nuestro estilo de vida insolidario y activar la compasión como principio eco-humano fundamental, actitud ética y práctica liberadora cotidiana en nuestro mundo desigual e injusto. Ese será el tema del próximo artículo.
Comentarios desactivados en “El mito de Eva y la desigualdad de la mujer respecto al hombre”, por Juan Zapatero.
No cabe duda de que, a quienes nos movemos dentro de los parámetros cristianos (no en cuanto a religión, sino a cultura), la influencia judía en nuestro pensamiento ha sido determinante a la hora de concebir, en este caso, a la mujer (sexo femenino) como inferior en condición respecto al hombre (varón).
Si exceptuamos los fanáticos, de una índole y de otra, que siguen defendiendo la creación tal y como la relata el libro del Génesis, está claro que en la actualidad toda persona dotada de mínimo sentido común admite que la descripción sobre la creación en general y, por ende, también del hombre y de la mujer, que encontramos en el libro anteriormente citado, no son otra cosa sino relatos fantasiosos que responden sencillamente a la manera de concebir la vida y las relaciones humanas en su quehacer cotidiano que tenía la gente de hace ya bastantes siglos en un lugar geográfico concreto. Por ello, estoy convencido de que no son casuales cinco factores por lo que a la mujer se refiere, según dicho relato.
En primer lugar, el origen de esta, al menos según una de las versiones del libro del Génesis, no solo es posterior a la existencia del hombre (varón) en la tierra, sino que además tiene su origen en el propio varón “Entonces Yahveh Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: ‘Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada’”. (Gen 2, 21-23). Tenemos, pues, que el varón y la hembra no son creados, no solamente al mismo tiempo, sino que, a su vez, la segunda procede del primero.
En segundo lugar, si seguimos leyendo el relato, se deja entrever de inmediato otro elemento fundamental y clave como es el hecho que la mujer no tiene sentido por sí misma, sino en cuanto a la función que debe desempeñar respecto al hombre: para que este no esté solo. “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada” (Gen 22,18). Aunque es cierto que, a renglón seguido, dice “Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne”; ello no impide entrever que la mujer no aparece con una finalidad propia, por sí misma, sino en tanto en cuanto sirve de compañía al varón. Aquí podríamos entrar ya en un profundo debate sobre si nos encontramos ante alguien que se parece más a un objeto (servir a o de), en vez de frente a un sujeto que tiene sentido, autonomía y valor por sí mismo. Es más, de interrogantes se pueden plantear los que queramos y más; por ejemplo ¿Qué hacer con o de la mujer que no cumple la misión de servir de ayuda y de apoyo al varón, en todas las facetas que podamos imaginar, ya que su misión es precisamente esa? Queda la puerta abierta a todas las posibilidades, no precisamente en el mejor de los sentidos.
En tercer lugar, si continuamos con la lectura del libro (Gen 3,6) observamos que, dentro del estilo narrativo que se utiliza, aparece precisamente la mujer como la culpable, pues es la inductora, de la pérdida de aquel estado idílico de eterna felicidad en el paraíso “Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió”. Por tanto, la culpa de todos los males que le vinieron desde entonces a aquel hombre y, por ende, a toda la humanidad posterior, no tenían otro origen que la mujer. Una mujer que se dejó llevar por sus deseos instintivos más genuinos, en vez de por la capacidad de pensar. A algunos seguro que les faltará tiempo para acabar rematando: una capacidad de pensar exigua, mínima o inexistente en el caso de la mujer.
En cuarto lugar, no es casual que la serpiente, como encarnación del Maligno, se dirija a la mujer en vez de al varón de cara a seducirla y a liberarla del prejuicio que el Creador había infundido en el corazón del hombre: “Y Dios impuso al hombre este mandamiento: De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio” (Gen 2,16-17). ¡Cuántas interpretaciones no se han hecho a partir de este texto sobre la debilidad de carácter de la mujer y sobre su ambición, en contraposición a la fortaleza y a la moderación del varón, por ejemplo!
Por último, si bien es verdad que Yahvé impone un castigo a los tres protagonistas (serpiente, varón y hembra), no es menos cierto que a la mujer se lo incrementa; por una parte, teniendo que parir con dolor; mientras por otra, viéndose obligada a “apetecer al marido” (no así al revés) y a sufrir el dominio que este ejercerá sobre ella. Si lo observamos detenidamente, nos daremos cuenta rápidamente de que ambas cosas son fuertemente humillantes. “A la mujer le dijo: Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará” (Gen 3,14-17).
Dejando de lado aquellos países en los cuales la mujer continúa siendo tenida, por desgracia, como un objeto puro y duro; me parece que, en los que nos consideramos más avanzados, o al menos así nos tienen los demás, no se puede poner en duda que las leyes en favor de la liberación y la igualdad del sexo femenino han hecho avances (aunque no tantos como cabría esperar); sin embargo, tengo la impresión de que a nivel individual y de ciertos grupos el parecer del relato del Génesis sigue planeando todavía por demasiadas mentes. Lo que quiere decir que no es cuestión solamente de leyes, sino principalmente de la transformación que debe producirse en dichas mentes.
Comentarios desactivados en Las 26 personas más ricas del mundo poseen la misma riqueza que media humanidad
Según el informe 2019 de la ONG Oxfam Internacional
La brecha entre personas ricas y pobres está creciendo, y la desigualdad afecta especialmente al género femenino
“Si el 1% más rico pagase solo un 0,5% más de impuestos, podría recaudarse más dinero del necesario para escolarizar a los 262 millones de niñas y niños y proporcionar asistencia médica que podría salvar la vida de 3,3 millones de persona“
(Vatican News).- Según el informe 2019 de la ONG Oxfam Internacional, en la actualidad tan solo 26 personas poseen la misma riqueza que los 3.800 millones de personas que componen la mitad más pobre de la humanidad.
El nuevo informe de Oxfam, titulado “Bienestar público o benefício privado” muestra cómo la riqueza está cada vez más concentrada en menos manos y como la brecha entre las personas ricas y pobres está creciendo y poniendo en peligro la lucha contra la pobreza.
Mientras el año pasado eran 43 los milmillonarios en el mundo, este año la brecha aumenta reduciéndose a tan solo 26 personas las cuales poseen la misma riqueza que los 3.800 millones de personas que componen la mitad más pobre de la humanidad.
El informe, centrándose en el papel que desempeñan los servicios públicos a la hora de luchar contra la pobreza, revela cómo los Gobiernos están exacerbando la desigualdad al no dotar los servicios públicos, como la educación y la salud, de la financiación necesaria, al conceder beneficios fiscales a las grandes empresas y las personas más ricas, y al no frenar la elusión fiscal.
Los milmillonarios son más ricos que nunca
“Bienestar público o benefício privado” también revela como en los últimos 10 años, marcados por la crisis económica mundial,la riqueza de las personas más ricas del mundo se ha incrementado considerablemente, asegurando que el número de milmillonarios se ha duplicado, y su riqueza se ha incrementado en 900.000 millones de dólares tan solo en el último año, lo cual equivale a un incremento de 2.500 millones de dólares diarios.
Además, entre 2017 y 2018, cada dos días surgía un nuevo milmillonario en promedio. Frente a estos datos, llama la atención la situación de la otra cara de la moneda, los pobres, cuya riqueza se ha visto reducida en un 11% perjudicando a 3.800 millones de personas.
El 1% de la fortuna de Amazon equivale al presupuesto sanitario de todo Etiopía
El ejemplo más claro se observa en Jeff Bezos, propietario de Amazon y hombre más rico del mundo, quien posee una fortuna de 112.000 millones de dólares, de los cuales tan solo el 1% equivale a la totalidad del presupuesto sanitario de Etiopía, un país donde viven 105 millones de personas.
3.400 millones de personas subsiste con menos de $5,50 al día
Datos recientes del Banco Mundial indican que la tasa de reducción de la pobreza se ha reducido a la mitad desde 2013, provocando el aumento de la “pobreza extrema” en África subsahariana.
Esto supone que la mayor parte de la humanidad no ha conseguido alejarse de la pobreza, de hecho, algo menos de la mitad de la población mundial (3400 millones de personas) subsiste con menos de 5,50 dólares al día.
La devastadora desigualdad en la actualidad provocará que 262 millones de menores no puedan ir a la escuela, casi 10.000 personas morirán por carecer de acceso a atención sanitaria y se realizarán 16.400 millones de horas de trabajo de cuidados no remunerado, mayoritariamente por parte de mujeres pobres.
Según el informe de Oxfam, si el 1% más rico pagase solo un 0,5% más de impuestos sobre su riqueza, podría recaudarse más dinero del necesario para escolarizar a los 262 millones de niñas y niños que actualmente no tienen acceso a la educación, y proporcionar asistencia médica que podría salvar la vida de 3,3 millones de personas.
La desigualdad tiene género
El informe también constata que la creciente desigualdad económica afecta especialmente al género femenino, siendo la mayoría de las personas más ricas del mundo hombres. A nivel mundial, las mujeres ganan un 23% menos que los hombres, y los hombres poseen un 50% más de riqueza que las mujeres.
Asimismo, los datos del Banco Mundial ponen de manifiesto que las mujeres tienen más probabilidades de estar sumidas en la pobreza, especialmente cuando están en edad reproductiva, debido a la carga de trabajo de cuidados no remunerado que se les asigna.
Comentarios desactivados en “Teología de la desigualdad”, por José Mª Castillo
De su blog Teología sin Censura:
Una teología de la desigualdad, nunca definida pero claramente aplicada, se encuentra bien formulada en el vigente Código de Derecho Canónico de la Iglesia católica. En el Código, como sabemos, las mujeres no son iguales en derechos a los hombres. Ni los laicos son iguales a los clérigos. Ni los presbíteros tienen los mismos derechos que los obispos. Ni los obispos se igualan con los cardenales. Y conste que no hablo de los poderes inherentes al gobernante, sino de los derechos que son propios de las personas. Ya sé que todo esto necesitaría una serie de precisiones jurídicas y teológicas, que aquí no tengo espacio para explicar. Para lo que en esta reflexión quiero indicar, valga lo dicho como mera introducción a la teología de la desigualdad en la Iglesia.
Como punto de partida, no olvidemos que la religión es generalmente aceptada como un sistema de rangos, que implican dependencia, sumisión y subordinación a superiores invisibles (W, Burkert). Superiores que se hacen visibles en jerarquías que hacen cumplir los rituales de sumisión, según las diversas religiones y sus estructuras correspondientes. En el caso de la Iglesia, durante los tres primeros siglos, las originales comunidades evangélicas fueron derivando hacia un “sistema de dominación”, con las consiguientes desigualdades, que todo sistema de dominación produce, y que quedó establecido en la Antigüedad Tardía (J. Fernández Ubiña, ed.).
Este sistema, como es bien sabido, alcanzó la cumbre de su fortaleza en su expresión máxima, la “potestad plena” (ss. XI al XIII). Un poder que se ejercía conforme a la normativa del Derecho romano (Peter G. Stein), que no reconoció la igualdad “en dignidad y derechos” de mujeres, esclavos y extranjeros.
Como es lógico, este sistema, no ya basado en las “diferencias”, sino en las “desigualdades”, sufrió el golpe más duro, que podía soportar, en las ideas y las leyes que produjo la Ilustración, concretamente en la Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano, que aprobó la Asamblea Francesa, en 1789. Un documento que fue denunciado y rechazado por el papa Pío VI. Lo que fue el punto de partida del duro enfrentamiento entre la Iglesia y la cultura de la Modernidad. Un enfrentamiento que se prolongó durante más de siglo y medio, hasta después de la segunda guerra mundial.
Naturalmente, esta legislación y esta forma de entender la presencia de la Iglesia en la sociedad se tenía que justificar desde una determinada teología. La teología de la desigualdad, que el papa León XIII recogió de una tradición de siglos, para rechazar las enseñanzas de los socialistas, que, a juicio de aquel papa “no dejan de enseñar… que todos los hombres son entre sí iguales por naturaleza” (Enc. Quod Apostolici. ASS XI, 1878, 372). Cuando en realidad, para León XIII, “La desigualdad, en derechos y poderes, dimana del mismo Autor de la naturaleza”. Y tiene que ser así, “para que la razón de ser de la obediencia resulte fácil, firme y lo más noble” (ASS XI, 372).
Así, el papado de aquellos tiempos pretendió aplicar a la sociedad civil el principio determinante del sistema eclesiástico, que quedó formulado por el papa Pío X, en 1906: “En la sola jerarquía residen el derecho y la autoridad necesaria para promover y dirigir a todos los miembros hacia el fin de la sociedad. En cuanto a la multitud, no tiene otro derecho que el de dejarse conducir y, dócilmente, el de seguir a sus pastores” (Enc. Vehementer Nos, II-II. ASS 39 (1906) 8-9). La teología de la desigualdad quedó bien formulada, como una teoría y una práctica que, con otras palabras, ya había sido formulada desde Gregorio VII (s. XI) y afianzada por Inocencio III (ss. XII-XIII).
Uno de los componentes determinantes de la cultura es la religión. Por eso, una cultura como es el caso de lo que ha ocurrido en Occidente durante tantos siglos, la teología de la desigualdad ha marcado la mentalidad, el Derecho, la política, las costumbres y las convicciones, de la cultura occidental, mucho más de lo que seguramente imaginamos.
El contraste con esta teología está en el Evangelio. Jesús quiso, a toda costa, la igualdad en dignidad y derechos de todos los seres humanos. Por eso se puso de parte de los más débiles, de los más despreciados, de los más desamparados. Esto supuesto, yo me pregunto por qué hay tanta gente de la religión – o muy religiosa – que no disimula su rechazo y hasta su enfrentamiento con el papa Francisco. Más aún, yo me pregunto también si el profundo malestar, y hasta la indignación, que se está viviendo ahora mismo en España, no tendrá algo (o mucho) que ver con la teología de la desigualdad y sus defensores, los clérigos de alto rango. Es más, yo me atrevo a preguntar si España está prepara, en este momento, para aguantar un cambio tan radical, en nuestras leyes, jueces y fiscales, que no fueran los “robagallinas”, sino los más altos dirigentes de la política y de la economía los que se echaran a temblar.
¿Es o no es importante la teología de la desigualdad? En todo caso, yo no tengo soluciones. Ni esa es mi tarea en la vida. Me limito a plantear preguntas, que nos obliguen a todos a pensar.
Comentarios desactivados en “Religión y economía”, por José María Castillo, teólogo
Leido en su blog Teología sin Censura:
Ayer, 18 de Enero de 2016, se dio a conocer en todo el mundo el informe de Oxfam, que lleva por título: “Una economía al servicio del 1%”. Esto significa que la economía mundial se está gestionando de manera que se ha constituido en el sistema económico, político y jurídico más violento y canalla que ha conocido la historia de la humanidad.
Jamás hubo en el mundo ni tiranos, ni dictadores, dotados con un poderío semejante y de cuya conducta se siguieran consecuencias tan mundialmente destructivas y causantes de tanta devastación, tanta humillación, tanta desigualdad, tanto sufrimiento y tanta muerte. No estamos hablando de los campos de exterminio de la segunda guerra mundial. Lo que tenemos ante todos, y a la vista de todos, son naciones y continentes de exterminio, de los que las 62 personas más ricas del mundo (y sus más cercanos colaboradores) saben que podrán seguir concentrando riqueza sobre la base de que más de 3.000 millones de seres humanos se vean cada año más limitados en sus posibilidades de seguir viviendo.
Con un agravante estremecedor. No se trata sólo de reducir la población mundial a la mitad. Lo que estamos viendo es que un genocidio, que nadie pudo imaginar, se está llevando adelante, aceptando incluso que el planeta tierra quede destrozado y sin remedio para siempre.
No denuncio la perversión moral de los más ricos y sus colaboradores. Denuncio la perversión del sistema. Y denuncio, por tanto, a cuantos desean que este sistema funcione mejor. Porque eso equivale a desear que aumente la desigualdad, el sufrimiento y la devastación.
Por otra parte – y esto es lo más importante que quiero destacar aquí -, yo me pregunto si en este desastre tienen responsabilidad las religiones. La tienen, desde luego. Por la responsabilidad que tenemos, en este espantoso desastre, las personas que nos consideramos creyentes. Por nuestro silencio ante las autoridades civiles y ante las autoridades religiosas. Porque, con frecuencia, “legitimamos” al sistema colaborando con él. Porque utilizamos la religión, con sus rituales y ceremonias, para tranquilizar nuestras conciencias.
Y si a todo esto sumamos la conciencia de sumisión y subordinación, que entraña la experiencia religiosa, se comprende que las jerarquías dominantes, en cada religión, se vean legitimadas para vivir en la contradicción de tantos jerarcas que, en demasiados casos, viven exactamente al revés de lo que representan y predican.
La consecuencia, que se sigue de lo dicho, resulta cada día más preocupante. Las religiones han derivado hacia sistemas de poder que, en la situación actual, si quieren mantenerse tal como perviven ahora, no tienen más remedio que vivir integradas en la contradicción canalla del sistema dominante. Y esto seguirá siendo así, por más que las religiones prediquen lo contrario o publiquen documentos de protesta y denuncia. Mientras los creyentes no entremos en contradicción con este sistema devastador, inevitablemente nos haremos cómplices de sus consecuencias de destrucción y muerte.
Comentarios desactivados en “La desigualdad”, por José Mª Castillo
Leído en su blog Teología sin Censura:
Dicen los entendidos en filosofía del derecho que la “igualdad” es un término normativo. Y eso quiere decir que los “diferentes” deben ser respetados y tratados como iguales. Por otra parte, la “diferencia” es un término descriptivo. Y esto quiere decir simplemente que entre las personas hay diferencias (L. Ferrajoli).
Pues bien, si todo esto es así, la primera tarea del derecho tendría que ser constituirse en “la ley del más débil”, como bien ha repetido el mismo Ferrajoli. Es decir, el derecho tendría que estar pensado y gestionado de forma que, en la realidad de la vida, las leyes tuvieran la fuerza y la eficacia de ir igualando normativamente a quienes las diferencias se han encargado de ponerlos en los niveles más bajos de la sociedad. Lo que exigiría revisar muy a fondo tantas y tantas cosas que ponen a unos por encima de otros. Con lo que el derecho se convierte, muchas veces, en una serie de leyes que sirven para poco en la vida real. O sea, en el mundo de la diferencias.
Me explico. La igualdad entre las personas depende, por supuesto, del derecho. Pero no sólo del derecho. Depende también – y en gran medida – de la economía, de la cultura, de la religión y de tantas otras cosas. Por ejemplo, todos tenemos el mismo derecho a una vivienda digna. Pero si no tienes dinero para pagarla, con el solo derecho puede ocurrir que tengas que vivir debajo de un puente. Como también es cierto que todos tenemos el mismo derecho a un trabajo, a una educación, a una sanidad, etc, etc. Pero si la economía está organizada de forma que unos trabajos se pagan de forma que ya no queda dinero para pagar a los demás, pues con sus derechos y todo, habrá cantidad de gente que no encuentre trabajo, al tiempo que otros cobrarán dos o tres sueldos.
Y es que, si yo me estoy explicando bien, para que eso de la igualdad sea cierto, habría que organizar de otra manera el derecho de propiedad. No me cabe en la cabeza que haya gente que anda voceando lo de la igualdad en dignidad y derechos, al tiempo que uno se entera de que esos dignísimos voceros de derechos e igualdades se compran pisos, pagan buenas carreras para sus hijos, se costean caprichos y otras vanidades, etc, etc.
Lo mismo que, si pensamos en el asunto de la religión y sus creencias, no olvidemos que las religiones y los grupos religiosos, aseguran que Dios es quien ha establecido las desigualdades. Y es Dios también el que quiere que tales desigualdades se mantengan. Por ejemplo, las religiones dicen que los hombres y las mujeres, no sólo son diferentes, sino que son también desiguales. Los obispos no son iguales que los curas. Y los curas no son iguales que los laicos. Los creyentes no son iguales que los ateos.
Y para terminar: si las desigualdades son causa de violencias – que lo son -, nos vendría bien a todos (a mí el primero) ser más cuidadosos cuando nos quejamos de los violentos. Porque bien puede suceder que, en esto de la violencia, abunden los lobos con piel de oveja. Y es que, últimamente, los lobos se han multiplicado más de lo que imaginamos. Lo que ocurre es que no los vemos.
Comentarios desactivados en “La desigualdad programada” por José M. Castillo, teólogo
Leído en su blog Teología sin censura:
No pretendo descubrir nada oculto. Ni permitamos que nos lo pretendan ocultar. Lo sabemos de sobra. ¿Es que se puede poner en duda la desigualdad aterradora que existe entre África y Europa? Y si nos atenemos a lo que pasa entre nosotros, ¿hay alguien en España que, a estas alturas, no se ha enterado de que la desigualdad entre los más ricos y los más pobres se hace cada día más profunda y más devastadora?
Pero, antes de seguir, debo hacer una precisión importante. No es lo mismo la “diferencia” que la “desigualdad”. La diferencia es un hecho. La igualdad es un derecho. La diferencia es un término descriptivo: quiere decir que de hecho, entre las personas hay diferencias. La igualdad es un término normativo: quiere decir que los “diferentes” deben ser tratados y respetados como iguales (L. Ferrajoli). Por eso, al hablar de la “desigualdad programada”, lo que estoy diciendo es que se ha proyectado respetar y asegurar los derechos de unos pocos (los mejor situados en esta sociedad nuestra), sobre la base de quitarles derechos a los demás. De ahí que, con todo derecho, unos pocos se están forrando, al tiempo que los demás nos sentimos cada día más inseguros. Y los últimos, ya desesperados, huyen de España, se quedan sin trabajo, sin casa, sin futuro y hasta hay quienes se quitan la vida.
Lo peor de esta situación no es lo que está pasando, sino lo que se ve venir. Y lo que se ve venir – si a esto no se le pone pronto remedio – es la quiebra interna del sistema a base de indecibles sufrimientos. Hace más de 60 años, el profesor E. R. Dodds pronuncio unas conferencias en la Universidad de Berkeley, en las que explicó la relación de la antigua Grecia con “lo irracional”. ¿Por qué se hundió aquella civilización que todavía nos alimenta y nos impresiona? La respuesta más razonable es ésta: en el hundimiento de aquella civilización, intervino un factor decisivo: no se desarrolló aquel proyecto porque no existió una tecnología seria; no existió una tecnología seria porque la mano de obra era barata; la mano de obra era barata porque abundaban los esclavos. Por eso se hundió la civilización griega. Y después se hundió también el imperio romano. Hasta que terminó por imponerse la concepción medieval del mundo. Una concepción que fue posible porque resultó devastadora la abundancia de esclavos.
Cuando el peso de la sociedad se carga sobre las espaldas de esos esclavos, es evidente que los señores triunfan y se divierten. Pero tan cierto como eso es que una sociedad así, no tiene futuro. ¿Por qué? Lo diré sirviéndome, de nuevo, del pensamiento del profesor Dodds: los elementos irracionales de la naturaleza humana, que gobiernan nuestro conocimiento, determinan una parte enorme de nuestra conducta. Y también, en gran medida, determinan igualmente lo que pensamos. Pero si esto es así, confieso que, a mí por lo menos, me da miedo. Mucho miedo.
Es verdad que ya no hay “esclavos”. Pero, ¿es que no lo son quienes se ven privados de los derechos que habíamos conquistado con sangre, sudor y lágrimas? Y me permito recordar que, en este país nuestro, cuando se nos calienta la sangre, lo irracional se impone con un furor imprevisible. Mucho me temo que por ahí puede ir nuestro futuro.
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