Miércoles, 11 de diciembre de 2019
Esperar es mucho más que desear, pero nosotros confundimos a menudo lo uno con lo otro. Esperar es aguardar lo que la fe nos hace conocer: se trata, a buen seguro, de cosas oscuras, aunque incomparablemente más plenas. Esperar es aguardar con una confianza ilimitada lo que no conocemos, pero de parte de aquel cuyo amor sí conocemos. Recibimos en la misma medida con la que esperamos. Esperar así es amar, amar con amor de caridad a Dios y a los otros, porque es hacer nuestras las «ideas» de Dios sobre él y sobre lo que cada uno debe recibir de él. O esperar o actuar, según las circunstancias… En ambos casos nos pide el Señor radicalismo, esto es, o esperar a fondo o actuar a rondo. Esperar lo que no depende de nosotros es una buena ocasión para poner en Dios una confianza sin fisura.
Cuando debemos intervenir en algo que verdaderamente supera nuestras posibilidades, es preciso confiarlo a Dios. Y confiarlo a Dios significa fiarse de él. Para que esta confianza sea real, efectivamente buena, no debemos dejar sitio en nosotros a la inquietud. Lo que el Señor nos pide es creerle Dios, esperar en él, porque él es tan poderoso como Dios. Esperar, de bruces sobre la tierra, inmóviles. Pero esperar con una esperanza vital, indestructible.
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Madeleine Delbrêl,
Indivisibile amore,
Cásale Moni. 1994, pp. 77-79, passim.
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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad
Desear, Dios, Esperar, Madeleine Delbrel
Miércoles, 1 de junio de 2016
¿Quieres no dejar de orar? No dejes nunca de desear…
Y así, hazte hueco de deseo para que Dios se cuele, el Abba de Jesús. Un hueco infinito, no un espacio único para ti solo. Repite “Abba”, Padre, nuestro.
Jesús nos enseña a orar. No sabía hacer nada el Maestro sin ese tiempo de oración, y así nos lo encontramos muchas veces en los evangelios, orando, invitando y enseñando a orar. Quedaba patente su libertad y tenía claro de dónde le brotaba la fuente, cuál era el origen de lo que vivía y por eso necesitaba alimentarlo, mantenerlo. No es infrecuente verlo desaparecer, alejarse de las muchedumbres que lo requerían y esconderse en un lugar tranquilo y solitario para confrontarse con su Padre.
Los discípulos observaban, día a día, que a Jesús se le transformaba el rostro cuando oraba. Algo sucedía en esos momentos, algo único, fuera de su alcance. Finalmente deciden preguntar al Maestro, “Señor, enséñanos a orar”.
Hoy también expresamos esa misma petición.
Señor, enséñanos a orar,
que se nos cambie el rostro como a ti,
que se nos enternezca el corazón como a ti,
que sepamos mirar como miras tú.
A ti todo te lo ha dado tu Padre, por eso, enséñanos a orar.
Espiritualidad
Desear, Jesús de Nazaret, Orar
Jueves, 17 de marzo de 2016
“Desear no es querer.
Se desea lo que se sabe que no dura.
Se quiere lo que se sabe que es eterno”.
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Jean-Jacques Rousseau
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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad
Desear, Deseo, Eterno, Jean Jacques Rousseau, Querer
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