“Parad a los maricones”: repulsiva campaña neonazi contra el matrimonio igualitario en Australia
Ampliamos la noticia que adelantábamos el pasado 24:
La idea del gobierno australiano de realizar un voto por correo para hacer un referéndum encubierto sobre el matrimonio igualitario está haciendo que la homofobia se desate en forma de panfletos ofensivos, mentiras, campañas neo-nazis y católicos totalmente desatados.
Desde la oposición piden disculpas a la comunidad LGBT por la cantidad de odio que tienen que soportar y buscan la forma de tumbar al primer ministro en los tribunales.
Los activistas se lo temían: una consulta sobre los derechos de una minoría es una puerta abierta a la difusión de mensajes de odio contra la misma. Es lo que ha ocurrido en Australia unas semanas antes de que previsiblemente comience la consulta por correo sobre la apertura del matrimonio a las parejas del mismo sexo. En Melbourne han aparecido pósteres, patrocinados por una web neonazi, acusando a los progenitores homoparentales de abusar de sus hijos bajo el encabezado de “Parad a los maricones”. En Sídney se han distribuido panfletos tachando la homosexualidad de “maldición mortal”. La oposición insta al primer ministro Malcolm Turnbull a condenar enérgicamente este tipo de expresiones de odio homófobo. En Sídney también se han movilizado grupos virulentamente homófobos. En este caso, ha sido mediante el reparto de panfletos en inglés y chino en los que tachan a la homosexualidad de “maldición mortal” y tiran de transfobia para advertir sobre “falsas mujeres transexuales” que supuestamente acosarían a las mujeres en los baños públicos. Homofobia y transfobia de trazo grueso que se beneficia de la impunidad que se deriva del hecho de que la consulta no esté sometida a las reglas de un referéndum normal.
Después de darle vueltas a un referéndum y de verlo rechazado, el primer ministro australiano (de derechas) Malcolm Turnbull se ha inventado la idea de hacer un voto por correo. Así Turnbull hace varias cosas importantes. La primera es acallar a sus socios en el gobierno, los conservadores, con los que se comprometió a que el matrimonio igualitario no llegar al parlamento. La segunda es ignorar las muchas encuestas que dicen que los australianos están mayoritariamente a favor de la legalización. La tercera es saltarse a los miembros de su partido que piden libertad de voto en el parlamento para votar a favor. Y la cuarta, y más importante, es saltarse directamente el parlamento y hacer con el país lo que le da la real gana. Y todo para no aprobar el matrimonio igualitario. Malcolm Turnbull es un señor que aún no ha entendido que los derechos de una minoría no los puede votar una mayoría
Entre septiembre y noviembre tendrá lugar previsiblemente en Australia una consulta postal no vinculante y de carácter “estadístico” sobre el matrimonio igualitario. Se trata de la respuesta de Turnbull al segundo fracaso parlamentario de la propuesta de referéndum que pretendía organizar el Gobierno. Aunque su celebración depende todavía de la resolución del recurso, presentado ante el Tribunal Supremo, que pretende paralizar lo que considera un trámite innecesario y divisivo para la sociedad. El alto tribunal decidirá en la primera semana de septiembre sobre la legalidad del proceso. Si recibe el visto bueno, tendrá lugar entre el 12 de ese mes y el 7 de noviembre.
Mientras tanto, y a pesar de que Turnbull anunció que no habrá campañas oficiales, los partidarios del “sí” y del “no” a la igualdad matrimonial se preparan. Entre los segundos, se ha mostrado especialmente activa en las últimas semanas la iglesia católica, que advierte de fatales consecuencias para la libertad religiosa y de conciencia si finalmente las parejas del mismo sexo adquieren su derecho a casarse. El arzobispo de Melbourne, Denis Hart, ha llegado a avisar a los empleados de instituciones católicas sobre las consecuencias de “desafiar” la visión excluyente del matrimonio que promueve su confesión.
Las organizaciones LGBT y la oposición están estudiando si esa forma de hacer lo que le da la gana es Constitucional mientras que los de Turnbull están mitad cabreado mitad felices porque esta idea del referéndum por correo no sirve absolutamente para nada. Mientras todo el país empieza a estar cansado ya del tema (y ése es el objetivo de los conservadores) Turnbull se ha sacado de la manga este invento que no será vinculante en caso de ser favorable y que, como ya ha denunciado el líder de la oposición, Bill Shorten, al estar organizado por la Oficina Australiana de Estadística y no por el parlamento no estará sujeto a la normativa electoral (que impide, entre otras cosas, las campañas engañosas) y será terreno abonado para los mensajes de odio más repugnantes: “Le hago responsable (a Turnbull) de cada pequeño pedazo de maldad hiriente que desate este debate. No porque el primer Ministro las haya dicho, no porque esté de acuerdo con ellas. Claramente no lo está. Pero porque el Primer Ministro ha dado validez a este debate.” Y, efectivamente, lo que todos temían está ocurriendo ya.
El primero en salir a la palestra para dar rienda suelta a su LGBTfobia ha sido el antiguo primer ministro, Tony Abbott, que ya había enseñado la patita antes de toda esta pantomima y que ahora ha asegurado que los que apoyan el matrimonio igualitario son “abusones morales“. A Abbott nadie le hace demasiado caso porque fue retirado de su puesto por su propio partido, pero él ha ido a la prensa a criticar a la senadora Penny Wong por expresar su temor de que los niños sean víctimas del discurso de odio (como pasa en España con HazteOír, por cierto):
Si las encuestas son correctas, la mayoría aprueba el cambio así que el referéndum debería ser la forma de reasegurar que no dañará el tejido social. Sin embargo los activistas insisten en que la población no es de fiar a la hora de tener un debate y tomar una decisión. La semana pasada una senadora laborista veterana atacó al Primer Ministro por supuestamente exponer a los niños al ‘odio’ por sus circunstancias familiares.
No es homofobia decir que lo ideal es que un niño tenga un padre y una madre. Pero temo que recibiremos mucho abuso moral, sin duda por parte de los que piden el cambio. Me apena que digan que las relaciones gais son menos válidas sin la etiqueta del matrimonio. La gente soltera no es menos humana que la casada. Las parejas con niños no son mejores que las que no los tienen. Las uniones entre personas del mismo sexo no son menos que las opuestas. Simplemente son diferentes.
Abbott, por cierto, tiene una hermana lesbiana que lleva semanas yendo a todos los medios de comunicación que puede a expresar el asco que le producen las palabras de su hermano y lo que ha sufrido teniendo que aguantar a semejante personaje.
Entre la comunidad asiática de Hurstville, en Sydney, ha empezado a circular un panfleto escrito en inglés y en chino que que pide votar no al matrimonio igualitario para evitar que los “derechos trans” hagan que aumenten las violaciones a mujeres. Según el texto, que denunció una activista a favor del matrimonio igualitario en Twitter:
Si se aprueba la legislación del matrimonio homosexual, será una amenaza para la seguridad de las mujeres, creando un gran miedo y daño en ellas. Porque entonces dejará de haber baños públicos separados, o vestuarios o duchas para hombres y mujeres. Las mujeres transexuales “falsas” estarán protegidas bajo la ley para entrar legalmente en los baños públicos femeninos, incluidos los de los colegios. Esto podría animar a los violadores a vestirse como “mujeres transexuales” y colarse en “terrreno prohibido” para los hombres.
No contentos con semejante argumento, el panfleto encima se inventa que “el número de víctimas de violación en baños y vestuarios públicos de mujeres en los países que han aprobado el matrimonio igualitario es un hecho aplastante para todos.”
Otro de los carteles que ya están empezando a circular por las ciudades australianas y están demostrando lo que dijo la oposición de que esto del voto por correo iba a ser una vergüenza para el país e iba a abrir la puerta al odio. Más desagradable aún ha sido la campaña promovida por una web de carácter neonazi y que desplegó el fin de semana pasado pósteres en el centro de Melbourne con el titular “Parad a los maricones”. Con la imagen de dos hombres blandiendo de forma amenazante sus cinturones con los colores del arco iris ante un indefenso menor, el repugnante cartel se hace eco de un supuesto estudio para atacar a las familias homoparentales. A las que acusa, entre otras cosas, de abusar masivamente de sus hijos. Según sus “datos” un 92% de los hijos criados por padres gais sufren abusos; un 51% sufren depresión y un 72% son obesos. El “estudio” al que hace referencia, sobra decirlo, está ampliamente desacreditado por carecer del menor rigor científico. Lo que no ha impedido que el senador Zed Seselja también lo haya citado como argumento contra la igualdad matrimonial.
Según parece este poster podría haber surgido de una web Nazi y de ahí saltó a la impresión y apareció en la zona de Heffernan Lane en Melbourne. “Los laboristas nos opusimos a esta encuesta por correo porque temíamos exactamente que emergiera este tipo de escoria hiriente. Este tipo de basura no es ‘debate’, es abuso.” ha dicho el jefe de la oposición, Bill Shorten, ante esta imagen y ha aprovechado para pedir disculpas a la comunidad LGBTI por tener que aguantar estas cosas: “Asegurémonos de que el resultado sea un espectacular SÍ.”
Los neo Nazis son uno de los grupos que más se están oponiendo a la legalización del matrimonio igualitario. Lo que en el fondo no es tan malo, porque así se ve exactamente de qué pie cojea cada uno de los que están en contra; si yo fuera político preferiría no estar en el mismo banda que esta gentuza. El Grupo Nacionalista y Tradicionalista Australiano (neonazis, por mucho que se inventen nombres absurdos) están llenando la ciudad de Brisbane con carteles en los que defienden “la protección de la identidad blanca y los valores de raíces tradicionalmente occidentales basados en el cristianismo y las tradiciones paganas“. Y ahí están pósters, que dicen que “el amor de un padre y una madre es irremplazable“, y otros que, además de homófobos, son machistas porque señalan que el hombre es “el deber” y la mujer “el amor”:
Y ¿qué dicen los católicos de todo esto?
Los católicos han decidido que quieren ser los que abanderen la discriminación y desde que se anunció la encuesta por correo el Arzobispo de Sydney, Anthony Fisher, se ha puesto manos a la obra para movilizar a sus parroquianos para que gane el NO.
Además los diferentes obispos en el país están haciendo circular un documento llamado “No te metas con el matrimonio“ (¿te suena de algo?) en el que recuerdan a todo el mundo que el matrimonio es la unión sagrada entre un hombre y una mujer y que los 5 millones de católicos que hay en Australia tienen que estar en contra de la legalización. Por si alguno se despista y de repente decide ser un ser humano decente.
Si el argumento de los chinos te parecía absurdo el del Arzobispo Fisher lo es aún mas porque, según él, legalizar el matrimonio igualitario llevaría a la persecición religiosa:
Mucha gente cree que redefinir el matrimonio no les afectará. Respetuosamente les diría que necesitan verlo de otra forma: afectará a cada australiano. En otras partes del mundo en las que se ha legalizado el matrimonio homosexual aquellos que creen en el matrimonio tradicional son acosados o forzados a asumir esta nueva visión del matrimonio. Sería extremadamente inocente creer que eso no ocurrirá aquí.
Por si acaso resulta que tienen algún empleado díscolo, desde la Iglesia australiana ya han avisado a sus 180.000 empleados (en centros sociales y colegios, por ejemplo) que si se aprueba el matrimonio y deciden casarse con su pareja del mismo sexo serán despedidos de inmediato. Según el Arzobispo de Melbourne, Denis Hart, si se aprueba la ley las escuelas y parroquias católicas han de “poner énfasis al enseñar la visión católica del matrimonio“. Y justifica esos posibles despidos asegurando que “al aceptar un puesto en una escuela católica, los empleados reconocen su responsabilidad de comportarse de forma que no socave el ethos fundamental de la escuela.”
Y mientras la Iglesia Católica dice eso, sus amigos en organizaciones similares al Foro de la Familia van un poquito más allá. El Australian Marriage Forum ya ha empezado a repartir materiales en los que avisan de que el matrimonio igualitario llevará a que las parejas homosexuales “roben niños” a las heterosexuales.
Y desde la Coalition For Marriage ya hablan directamente de un apocalipsis. Las consecuencias, según este grupo ultra conservador de legalizar el matrimonio, afectarán a la libertad religiosa, a la libertad de expresión, a la identidad de género y a la seguridad en las escuelas: “Hay una cantidad de pruebas cada vez mayor de que eliminar el género del matrimonio y eliminar el género de la sociedad están intrínsecamente unidos. En países en los que se ha redefinido el matrimonio la aceptación de la fluidez de género está siendo apoyada por la ley y por el gobierno. Y eso comienza con la enseñanza del concepto de género fluido en las escuelas.”
No te rías de ellos, pero según la Coalition eso ha llevado a que haya un aumento de un 4000% de niños pequeños que se identifican como transgénero.
En definitiva, está claro que la situación en Australia es tremendamente preocupante. Pero también está claro que todo este odio en las calles y en los medios de comunicación están demostrando de forma clarísima algo en lo que siempre insistimos: los derechos de la minoría nunca han de ser votados por la mayoría.
No sólo porque al hacerlo abres la veda a debates que muchas veces dejan de ser debates y se convierten en exposición del odio (en el caso de Australia es aún peor por la triquiñuela de Turnbull para saltarse el Parlamento y permitir un voto en el que, literalmente, no hay ley); sino porque dentro de la mayoría a la que estos derechos no afectan los que quieren perpetuar la discriminación siempre se movilizan más que aquellos a los que el tema les da igual. Lo que lleva, obviamente, a que esa mayoría se imponga a la minoría.
El líder de la oposición laborista, Bill Shorten, ha pedido al primer ministro una condena enérgica de este tipo de expresiones de odio. Turnbull, sin embargo, se ha limitado a pedir a la sociedad australiana que las “ignore” y se ha mostrado confiado en la capacidad de mantener un debate sereno sobre el matrimonio igualitario. Algo que los sectores más reaccionarios y extremistas, como era de esperar al abrir una consulta popular sobre este asunto, se han encargado de reventar.
Comentarios recientes