Las elecciones generales celebradas este domingo en Alemania han supuesto un duro varapalo para los dos principales partidos, que han gobernado juntos desde 2013 (antes lo habían hecho entre 2005 y 2009). La canciller Angela Merkel, a pesar de perder más de ocho puntos, obtiene su cuarto mandato consecutivo. Los socialdemócratas pagan el precio de la gran coalición y se dejan cinco puntos, con lo que volverán probablemente a la oposición. Y por primera vez en décadas, irrumpe un partido de extrema derecha en el Bundestag. Atrás queda una legislatura en la que solo se logró la igualdad matrimonial in extremis, a pesar de la existencia de una mayoría de fuerzas favorables a la misma. El giro global a la derecha, y en particular la potente entrada como tercera fuerza política de Alternativa para Alemania (AfD), abre un panorama muy desalentador para los derechos LGTB.
En materia LGTB, la legislatura que ahora termina será recordada sin duda como la de la aprobación de la ley de matrimonio igualitario, que entrará en vigor en octubre. No conviene olvidar, sin embargo, las circunstancias en las que se produjo. Pese a existir mayoría parlamentaria favorable (SPD, la izquierda de Die Linke y los verdes reunían más escaños que los democristianos), tres proyectos de ley languidecieron durante años por la negativa de los socialdemócratas a permitir su tramitación, temerosos de contrariar a sus socios de gobierno. Solo cuando la canciller accedió a conceder libertad de voto a sus diputados, el SPD reaccionó desatascando el proceso y la medida se aprobó en pocos días, con el apoyo de casi dos tercios del Bundestag.
Con anterioridad a la igualdad matrimonial, los principales avances en la equiparación de derechos vinieron forzados por sentencias del Tribunal Constitucional, que tumbaron numerosas discriminaciones de las parejas en una unión civil con respecto a las casadas. Por parte de la gran coalición, quizás la medida más simbólica en el ámbito LGTB fue la rehabilitación de las víctimas del homófobo artículo 175. Entre las sombras del tercer mandato de Merkel se cuentan la designación de los países del Magreb como “seguros”para los demandantes de asilo (también para los refugiados LGTB) o la negativa a incluir explícitamente la homofobia y la transfobia en la reforma de la ley sobre delitos de odio.
Pero sin duda la circunstancia más preocupante para los derechos LGTB y de las minorías en general ha sido el ascenso de la AfD durante los cuatro últimos años. La formación, que nació como un partido básicamente anti-euro, se movió rápidamente hacia la extrema derecha xenófoba y LGTBfoba. Entre sus principales caballos de batalla se encuentra la educación en la diversidad afectivo-sexual, contra la que se ha manifestado de la mano del movimiento Demo für alle. Tampoco han faltado los exabruptos LGTBfobos de varios de sus miembros y cargos electos. Una imagen que intentaron lavar designando como cabeza de cartel a Alice Weidel, abiertamente lesbiana, en lo que muchos vieron una clara muestra de pinkwashing.
Merkel, reelegida a la espera de los pactos
Los resultados de los comicios han traído la consolidación de las tendencias apuntadas por las encuestas y por las elecciones regionales de los últimos meses, con algunos cambios. Los democristianos de Angela Merkel descienden más de lo previsto (pasan del 41,5% de los votos al 32,9%, consiguiendo 246 escaños en el Bundestag), pero superan ampliamente a los socialdemócratas de Martin Schulz, que como ya les pasara en las elecciones de 2009 bajan tras participar en un Gobierno de gran coalición (pasan del 25,7% al 20,5%, con 153 escaños). Ambos partidos, de hecho, obtienen sus peores resultados desde las elecciones de 1949. El resto del Bundestag se reparte entre AfD, que entra por primera vez directamente como tercera fuerza (pasa del 4,7% al 12,6% y consigue 94 escaños), los liberales, que regresan tras una legislatura de ausencia (pasan del 4,8% al 10,7% y consiguen 80 escaños), la izquierda de Die Linke (que pasa del 8,6% al 9,2%, y consigue 69 escaños) y los verdes de Die Grünen (que pasan del 8,4% al 8,9%, haciéndose con 67 escaños).
A la espera de que se configure la próxima coalición de Gobierno, la primera lectura es clara: las formaciones de izquierda (considerando como tales a socialdemócratas, Die Linke y verdes) pierden la mayoría parlamentaria que al fin y al cabo tenían en el Bundestag, que gira claramente a la derecha con la reentrada de los liberales y, sobre todo, la fuerte irrupción de AfD. La negativa de Merkel a negociar con la extrema derecha deja dos alternativas: una reedición de la gran coalición, que colocaría a AfD de facto como líder de la oposición y que ya ha descartado Schulz, o un pacto tipo “Jamaica” (llamado así por los colores de su bandera) entre democristianos, liberales y verdes. Esta combinación (que ya gobierna, por ejemplo, el estado de Schleswig-Holstein) se intuye como la más probable en estas primeras horas, aunque requerirá de un gran esfuerzo negociador.
Los retos y las amenazas de la nueva legislatura
A pesar de carecer de posibilidades de acceder a posiciones de Gobierno, la presencia de AfD se hará notar sin duda en los debates parlamentarios, en los que dispondrá de un altavoz privilegiado para transmitir su mensaje reaccionario. Su poder para revertir los avances alcanzados en el ámbito LGTB será, sin embargo, limitado: para plantear un recurso de inconstitucionalidad contra una ley aprobada, por ejemplo, se requiere la firma de al menos una cuarta parte de los diputados.
No es probable, por lo tanto, que se produzcan importantes retrocesos legales en la nueva legislatura. Pero sí es de temer que algunas medidas que están pendientes queden pospuestas sine die a causa de la ruidosa oposición de la extrema derecha. Entre ellas, el refuerzo de la legislación contra el discurso de odio LGTBfobo, la educación en la diversidad o la protección a los refugiados LGTB. También es previsible que se repitan campañas callejeras como la del autobús contra el matrimonio igualitario de los socios de HazteOír, que encontrarán aliento en los diputados de AfD. En este sentido, poco cabe esperar del hecho de que una de sus principales figuras sea la economista Alice Weidel, abiertamente lesbiana y unida civilmente a otra mujer. Al menos desde que fue elegida como una de sus cabezas de cartel, la presencia de Weidel no ha supuesto que AfD haya moderado sus posiciones en materia LGTB.
En definitiva, un panorama de entrada sombrío. Los primeros movimientos, en cualquier caso, irán destinados a la formación de una coalición estable de Gobierno con Merkel al frente. Estaremos pendientes de esas negociaciones, que serán indicativas de cómo se va a desarrollar la legislatura que comienza en el ámbito LGTB.
Fuente Dosmanzanas
General, Homofobia/ Transfobia.
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