El Estado Islámico lanza al vacío a un hombre gay y ahorca a 13 jóvenes por ver un partido de fútbol en Mosul
Terribles imágenes las difundidas estos días en las que puede verse como dos hombres, acusados de ser homosexuales, son arrojados al vacío desde el ático de un edificio en Mosul (Irak) por militantes del autoproclamado Estado Islámico. Todo apunta a que los asesinatos se encuadran en el contexto de una operación más amplia de castigo a opositores al régimen implantado en el territorio que hoy día controla el Estado Islámico (buena parte de Irak y Siria).La organización terrorista publica sus crímenes en un foro de internet en el que anuncian sus acciones de forma habitual.
El joven gay fue arrojado desde una azotea ante la mirada de una multitud
Los 13 chicos fueron asesinados en un estadio repleto de personas
El Estado Islámico difunde en Internet las fotos de las ejecuciones
Las autoridades del califato recuerdan que el fútbol es considerado ilícito
A lo largo de estos últimos días, las actuaciones del estado islámico se han radicalizado hasta el punto de arrojar a un hombre desde la azotea de un edificio, por su presunta homosexualidad, ahorcar a trece jóvenes por ver un partido de fútbol y liquidar a dieciséis combatientes yihadistas por huir del campo de batalla.
La organización terrorista ha llevado a cabo estos asesinatos en la ciudad de Mosul –la segunda ciudad de Irak en manos de las huestes del califato desde el pasado junio–, y ha divulgado las imágenes de los crímenes en un foro en el que anuncian sus acciones.
Las instantáneas, que destacan por su dureza, muestran a dos encapuchados de la organización lanzando desde un edificio del centro de la ciudad al hombre, ante la mirada del público, además del momento en que la víctima cae al vacío y fotografías de su cuerpo inerte en el suelo de la plaza.
Uno de los pies de foto recalca que “los musulmanes acuden para ver la aplicación de la ‘sharia‘ (ley islámica)”, mientras que el texto que acompaña las fotos señala que la víctima es “una de las personas de Lot” en referencia a los habitantes de las ciudades bíblicas de Sodoma y Gomorra, castigados por Dios por cometer actos sexuales “desviados“.
El material hecho público también incluye las fotos de dos hombres –supuestamente exmiembros del IS– con los ojos vendados y atados a una estructura de metal a modo de crucifixión, ejecutados por ser considerados desertores de la organización. Varios yihadistas les asestan un tiro en la nunca en mitad de una plaza de Mosul. El último de los crímenes difundidos es la lapidación de una mujer sepultada bajo las telas de un niqab (una prenda negra que cubre todo el cuerpo salvo los ojos) en un parque de la ciudad.
Estos asesinatos se suman a otras cuatro ejecuciones que, según una denuncia de las Brigadas de Liberación de Nínive (un grupo detractor del IS de la provincia del norte de Irak cuya capital es Mosul), se produjeron en la tarde del sábado. Dos de ellas fueron lanzadas desde la sede de la Compañía Nacional de Seguros.
En lo que concierne a la homosexualidad, son ya muchas las víctimas ejecutadas brutalmente a manos del IS. A finales de noviembre, se lapidó en la localidad de Deir Ezzor (este) a dos jóvenes acusados de ser homosexuales, difundiendo también el vídeo a través de internet.
Además, testigos relataron al portal de noticias kurdo Basnews que 16 combatientes del IS fueron liquidados en Mosul por desertar de una de las escaramuzas que se registran aún en los alrededores del monte Sinyar, hogar de la minoría yazidí.
En los últimos días el IS ha redoblado su persecución en Mosul. 13 jóvenes de la urbe fueron arrestados recientemente por patrullas de la organización yihadista -que controla amplias zonas de Siria e Irak- por ver a través de televisión un partido de fútbol que enfrentaba a las selecciones de Irak y Jordania. Los detenidos fueron trasladados a un estadio de la ciudad donde fueron ahorcados en presencia de una multitud.
Tras el crimen, las autoridades del califato recordaron que el fútbol es considerado “haram” (ilícito) conforme a su fundamentalista versión del islam. Según la prensa local, los crímenes permanecen aún colgados, lo que ha impedido que sus familiares -temerosos de las represalias del IS- celebren sus sepelios.
Los yihadistas mantienen un estrecho cerco sobre Mosul. A principios de diciembre el IS anunció la interrupción de las comunicaciones telefónicas a través de sus medios de comunicación sin desvelar las razones. La prensa local sostiene que la suspensión -que incrementa el aislamiento de una urbe con más de millón y medio de almas– se debe a la negativa de las empresas de telecomunicaciones a seguir pagando extorsiones.
Algunos activistas, en cambio, aseguran que la medida trata de evitar que los detractores del IS que habitan Mosul puedan comunicarse con el exterior y proporcionar información para un eventual ataque. La resolución, en cualquier caso, está alimentando la ira popular y estrangulando más si cabe la actividad comercial y económica.
La comunidad LGTB, gran perdedora del proceso abierto con la invasión de Irak
Poco se puede añadir a este horror. Y es que con independencia de su contribución al terrorismo internacional, la extensión y consolidación del Estado Islámico supone en primer lugar la imposición de un régimen de terror a una parte muy importante de la propia población árabe que vive bajo su dominio. La comunidad LGTB, en este sentido, es una de las grandes perdedoras.
Dos países como Siria e Irak, que al margen de otras consideraciones geopolíticas fueron en el pasado estados de tradición laica (vinculada al baazismo gobernante), en los que las personas LGTB podían encontrar pequeños espacios de libertad, han acabado por convertirse para ellas en un auténtico infierno. El caso de Irak es paradigmático. La homosexualidad fue allí legal hasta 2001, cuando Sadam Hussein, para contentar a los sectores religiosos, decidió castigar las relaciones homosexuales con cárcel y, en caso de reincidencia, con pena de muerte. No obstante, no se recuerda que dicha legislación llegara a ser aplicada. “Entonces teníamos clubes nocturnos, bares, áreas de encuentro y una red de asambleas sociales”, explicaban en su momento desde la organización Iraqi LGBT. De hecho, durante los años 80 y primeros 90, la vida nocturna de los homosexuales en Bagdad atraía a visitantes de países vecinos, como Kuwait o Arabia Saudí.
Tras la invasión, la situación legal de la homosexualidad se sumió en un estado de confusión. La entonces autoridad administrativa estadounidense ordenó en 2003 retrotraer los códigos penal y civil a la situación vigente en los 70, pero la diversidad de autoridades existentes según la zona del país, así como el papel preponderante que los líderes religiosos alcanzaron (especialmente en el área de mayoría chií) facilitó que la persecución de las personas LGTB fuera en aumento. En los años sucesivos la situación no hizo más que empeorar, y las denuncias sobre el secuestro, la tortura y el asesinato de homosexuales, involucrando además a las fuerzas de seguridad, no hacían sino aumentar en todas las zonas del país.
En el caso del área suní, la situación de profundo descontento con el régimen surgido de la invasión, unida a la difusión de las ideas religiosas más radicales, ha acabado además por cristalizar en un fenómeno como el del Estado Islámico, que también controla ya una parte importante del territorio sirio. Y es que en Siria la revuelta contra el régimen baazista de Bashar al-Asad (alentada, dicho sea de paso, por occidente) ha confluido finalmente en ese mismo fenómeno.
Un infierno, en definitiva, para las personas LGTB, y del que no parece existir hoy día salida.
Fuente El Mundo y Dosmanzanas
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