Mujer condenada a 25 años de cárcel por asesinar a su hijo por ser gay
Una madre apuñaló a su hijo adolescente hasta la muerte por el mero hecho de ser homosexual. Ahora ha sido sentenciada por un jurado en Brasil a 25 años y ocho meses de prisión.
Tatiana Ferreira Lozano Pereira nunca aceptó que su hijo de 17 años, Itaberli Lozano, fuera homosexual, y las tensiones entre los dos empeoraron durante la Navidad de 2016.
Itaberlly Lozano desapreció de su casa a fin de año, y su cuerpo apareció envuelto en un edredón y abandonado en una carretera de Sao Pablo, con marcas de violencia y totalmente quemado. El cuerpo de Itaberlly estaba tan dañado que solo pudieron reconocerlo por una pulsera.
El 11 de enero de 2017 la policía detuvo a la madre, Tatiana Lozano, de 32 años, y al padrastro del chico, Alex Pereira. Al principio la pareja alegó que lo habían asesinado en defensa propia, porque Itaberlly consumía drogas e intentó agredirlos a ellos y a su hermano de 4 años.
Pero pronto la historia se desmoronó ya que las versiones de la pareja no concordaban.
Además, el resto de la familia aclaró la situación. Sus tíos aseguraron que era un buen chico, alegre y trabajador y que no consumía drogas. Que la madre jamás aceptó su homosexualiad y le hizo la vida imposible, hasta que el adolescente no aguantó más y se fue a vivir con su abuela.
Según la revista Out, Lozano se había quedado con su abuela debido a las peleas con su madre, pero el 29 de diciembre Pereira lo atrajo a las casa con promesas de reconciliación. Parecía tan dispuesta a arreglar las cosas con su hijo que incluso envió un coche para recogerlo en casa de la abuela. Acabó el día y el chico no volvió. La abuela intentó en vano obtener una respuesta de Tatiana, que le quitó importancia y aseguró que su hijo se había ido a vivir con algún amigo.
En cambio, contrató a dos sicarios de 18 y 19 años: Víctor Roberto da Silva y Miller da Silva Barissa (en la fotografía), que esperaban en la casa para «enseñar una lección» a su hijo. Cuando Itaberlly llegó a casa de su madre, lo recibieron los chicos, que lo golpearon hasta dejarlo casi inconsciente. La madre les pidió que lo mataran. Lo golpearon pero se negaron a matarlo, por lo que Pereira tomó un cuchillo de cocina y lo apuñaló ella misma hasta matarlo. Más tarde ella y su marido quemaron el cuerpo.
Pereira y su esposo, el padrastro de Lozano, llevaron su cuerpo a un campo de caña y le prendieron fuego. Sus restos fueron encontrados una semana después, y fue necesaria una investigación forense para identificarlo.
Un día antes de desaparecer, Itaberli Lozano, de 17 años, fue golpeado y golpeado en varias partes de su cuerpo; Itaberli comentó sobre las agresiones en la red social y publicó fotos de la violencia sufrida. Las imágenes fuertes muestran al adolescente con cortes aún sangrando en su cara, espalda y brazos. A su lado, volvió a publicar una foto de la familia aparentemente feliz de celebrar la Navidad con el siguiente texto: “En este momento estoy en Francia, donde estaré, porque ella ha ordenado a todos los niños que me vean golpearme. Ten cuidado a quién llamas mamá. En la foto parece que estamos contentos, pero nadie sabe qué sucede detrás de una foto ”, dijo el joven. Un día después, borró la publicación.
Según la web de noticias brasileña Estadão, Pereira fue condenada por asesinato y ocultación de un cuerpo, y sentenciada a 25 años y ocho meses de prisión.
Los dos sicarios han sido condenados a 21 años y ocho meses de prisión, también por asesinato. El padrastro de Lozano ha sido acusado de ocultar un cuerpo, pero su juicio ha sido pospuesto y aún no se ha reprogramado.
El tío de Lozano, Darío Rosa, dijo a la policía: “Tenía un trabajo, era muy educado y [nunca] discutió con nadie. Solo tuvo problemas con su madre, quien nunca aceptó que fuera homosexual”.
Los crímenes de odio contra personas LGTBQ + han aumentado en Brasil desde la elección del presidente Jair Bolsonaro. A mediados de este año, la Corte Suprema de Brasil dictaminó que la homofobia estaría tipificada como delito.
La justicia, muro de contención de la LGTBIfobia de Bolsonaro
Los tribunales, en cualquier caso, se están revelando como un verdadero contrapoder a la extrema LGTBIfobia de la presidencia de Bolsonaro. El Supremo Tribunal Federal de Brasil ha emitido ya varios fallos que protegen a la comunidad LGTBI de los ataques del Gobierno. Hace solo unos días conocíamos la sentencia que puso fin al intento de censura de libros que abordasen la homosexualidad o la transexualidad en la Bienal del Libro de Río de Janeiro. Una resolución en línea con la también reciente decisión del mismo tribunal a favor de la protección legal de la población LGTBI frente a la violencia y la discriminación, al ordenar la equiparación de los delitos por homofobia y transfobia con los motivados por el racismo mientras persista «omisión legislativa» al respecto.
Hay que tener en cuenta, en este sentido, que muchos de los avances en esta materia que ha experimentado Brasil se han producido al margen de los poderes legislativo o ejecutivo: el matrimonio igualitario es una realidad posible gracias a resoluciones judiciales, mientras que la prohibición de las «terapias» reparadoras, sobre la que tiene lugar una dura batalla en los tribunales, fue una decisión profesional del Consejo Federal de Psicología. Sin embargo, la presión de los grupos evangélicos para que desde el poder político se ponga coto e incluso se revierta esta situación tiene en personajes como el presidente Jair Bolsonaro grandes aliados. Estaremos atentos a como se sigue desenvolviendo esta guerra.
Una situación muy complicada para el colectivo LGTB
En 2018, además, fuimos testigos de como la LGTBfobia ha escalado hasta alcanzar ámbitos activistas y políticos. En mayo del año pasado recogíamos el asesinato en Río de Janeiro de la activista de género no binario Matheusa Passareli. Y en marzo el de la concejala de Río de Janeiro Marielle Franco, afrodescendiente, abiertamente bisexual, feminista y activista en favor de los derechos humanos. Una escalada a la que también nos hemos referido al recoger tanto el episodio de acoso que sufrió Judith Butler en una visita al país para participar en un debate universitario como la decisión de un juez federal contra la orden del Consejo Federal de Psicología que prohibía desde hace años las «terapias» reparadoras de la homosexualidad. Y que ha forzado al que fuera primer diputado abiertamente gay de Brasil, Jean Wyllys, a abandonar el país e instalarse en Alemania (ver aquí la interesante entrevista que hace pocos días publicaba eldiario.es).
La llegada de Bolsonaro a la presidencia
La situación de la comunidad LGTB, incluso ya antes de la victoria de Bolsonaro en octubre de 2018, es muy dura. El Grupo Gay de Bahía, colectivo que hace una meritoria labor de monitorización de los delitos de odio en Brasil, tuvo conocimiento de 445 muertes violentas de personas LGTB en 2017: 387 asesinatos y 58 suicidios, un aumento del 30% con respecto a 2016, «cuando se registraron 343 muertes», comienza su informe 2017. De alguna de estas muertes nos hemos hecho eco en esta misma página, como sucedió por ejemplo con el terrible asesinato de Dandara dos Santos, una mujer trans. La tendencia, en este sentido, ha sido creciente a lo largo de los últimos años.
Y si algún político encarna a la perfección esa LGTBfobia en su discurso político, ese es Jair Bolsonaro, elegido presidente en octubre de 2018. Una victoria que, dados los precedentes del personaje y el apoyo del poderoso movimiento evangélico, abrió un escenario terrible para las personas LGTB en Brasil. Ya en 2011 lo mencionábamos cuando acusó al Ministerio de Educación de «fomentar la homosexualidad» por promover un proyecto contra la homofobia. En 2014 volvimos a referirnos a Bolsonaro, que negaba que educar en la diversidad sirviese para combatir la homofobia, y acusaba explícitamente a los que así lo defienden de querer «llevar la materia a las escuelas para transformar a niños de seis años en homosexuales. Al punto de que así se facilita la pederastia en Brasil».
Bolsonaro acababa la entrevista burlándose del intento de aprobar una ley que castigase la violencia homófoba, a la que quitaba importancia. «¿Solo porque a uno le guste tomar por culo se convierte en un semidios al que no se le puede pegar?», remataba. El ahora presidente ha hecho otras declaraciones homófobas en el pasado, como aquellas en las que aseguraba preferir que un hijo suyo muriese en un accidente a que apareciese «con un bigotudo», pero basta con releer la entrevista de 2014 a El País para ser consciente de la monstruosidad del personaje.
En el ámbito legal, hay que tener en cuenta que muchos de los avances en derechos LGTB que ha experimentado Brasil se han producido al margen de los poderes legislativo o ejecutivo: el matrimonio igualitario es una realidad posible gracias a resoluciones judiciales, mientras que la prohibición de las «terapias» reparadoras, sobre la que como mencionamos arriba tiene lugar una batalla en los tribunales, fue una decisión profesional del Consejo Federal de Psicología. La presión de los grupos evangélicos para que desde el poder político se ponga coto e incluso se revierta esta situación puede encontrar en Bolsonaro el aliado ideal.
En este sentido, la recién aprobada tesis del Supremo contra la LGTBfobia es una soplo de aire fresco en un ambiente profundamente enrarecido.
Fuente Oveja Rosa/Cristianos Gays/Dosmanzanas
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