Del blog de Xabier Pikaza:
No le cura Jesús, sino la fe del centurión amigo, como dice expresamente el texto: ¡Que se haga como has creído!
No le “cura” de su condición sexual, sino de su enfermedad, y lo hace a través de la misma fe/amor homosexual del centurión.
Así lo expuse el otro día en RD (17, 3. 15), con un trabajo de A. Álvarez y otro mío . Pues bien, ayer, RD ha recogido el tema de Ariel Álvares, sin reproducir su trabajo (cf. http://www.periodistadigital.com/religion/america/2015/03/20/el-milagro-de-jesus-a-la-pareja-del-centurion-gay-iglesia-religion-dios-jesus-papa-obispo.shtml ).
En ese contexto, y para situar mejor el tema, quiero retomar nuestras contribuciones, tuvieron bastantes lectores directos (ya el primer día más de 3800), y muchos más indirectos, especialmente a través de facebook (https://www.facebook.com/xabier.pikaza ), con decenas y decenas de comentarios, muchos favorables y amistosos, pero algunos desabridos, incluso con insultos (que indican que el asunto no ha sido acogido con naturalidad, por resistencias personales y fobias).
No he querido imponer mi visión a nadie, sino abrir una puerta de investigación bíblica y de madurez humana, leyendo el evangelio en diálogo con otros. Pienso (con otros muchos investigadores) que el motivo central de Mt 8, 5-13 par (con todas sus variantes) no es una curación más entre otras, sino la de un centurión homosexual que cura a su amigo de la enfermedad, no de la homosexualidad.
Se que han existido (y existen) escuelas y hospitales de Iglesia (¡quizá muy bien intencionados!) para “curar” la homosexualidad, para que los homosexuales dejen de serlo . Pues bien, ese camino me parece equivocado y contrario al evangelio.
Estoy convencido de que el tema no es “curar” la homosexualidad, sino a los homosexuales enfermos (que los hay, sin duda), para que se relacionen entre sí como personas, en libertad y en evangelio.
En esa línea se sitúa el decálogo que sigue (fundado en gran parte en mi libro sobre La familia en la Biblia, Verbo Divino, Estella 2014). No se trata de curar a los homosexuales enfermos desde fuera, sino que ellos mismos se curen entre sí, por fe y amor, como supone este “milagro” de Jesús.
Imagen 1: Jesús y un soldado
Imagen 2-3: terapias y pastillas para curar homosexualidad
JESÚS Y LA CURACIÓN DE LOS HOMOSEXUALES ENFERMOS, UN DECÁLOGO
Texto
Al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, que le rogaba diciendo: «Señor, mi amante (pais) está postrado en casa, paralítico, gravemente afligido».
‒ Jesús le dijo:«Yo iré y le curaré».
‒ Pero el centurión le dijo: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra y mi siervo sanará, pues también yo soy hombre bajo autoridad y tengo soldados bajo mis órdenes, y digo a este “ve” y va y al otro “ven” y viene; y a mi siervo “haz esto”, y lo hace».
Al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los que lo seguían:
‒ En verdad os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; pero los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.
Entonces Jesús dijo al centurión: Vete, y que se haga según tu fe. Y su amante quedó sano en aquella misma hora (Mt 8, 5-13).
No quiero imponer ningún tipo de dogma, sino ofrecer una lectura positiva del texto de Mt 8, 5-13. Ciertamente, no todos estarán de acuerdo con lo que digo, pero me gustaría que prestaran un poco de atención a mi “argumento”. Sin duda el “pais” del pasaje, al que Jesús cura a través del Centurión, puede ser también un hijo o criado, aunque me parece mucho más probable que, dado el contexto pagano y militar en que se inscribe el texto, sea un amigo-amante homosexual, como irá indicando el “decálogo” que sigue.
1. Sentido de la palabra “pais”.
Mt 8, 5 dice que el centurión de Cafarnaúm tenía un “país” muy conocido. Pues bien, para ver el mundo de esa palabra en el helenismo y en el entorno pagano de Jesús basta mirar por arriba el Thesaurus Linguae Graecae (y Latinae) para ver que en los contextos pertinentes, ella significa amante homosexual.
Ciertamente, en la traducción de los LXX y en el griego del Nuevo Testamento (o de los Padres de la Iglesia) esa palabra (país) recibe, en general, el sentido de hijo o servidor, como indican las concordancias bíblicas y el diccionario de Lampe (Patristic Lexicon). No es necesario dar ejemplos. Pero el texto de Mateo no se limita a repetir estereotipos anteriores, sino que abre una experiencia nueva de evangelio, y así puede utilizar esa palabra en un sentido “menos bíblico”, pero más abierto a su contexto social y religioso, desde su recuerdo de Jesús y desde la comunidad en la que (y para la que) escribe, que parece ser de Antioquía.
2. Historia de Jesús.
Es difícil precisar en cada caso lo que Jesús hacía, y la gente de su compañía, pero le acusan de andar con publicanos, prostitutas y gentes de “mala vida”. En ese contexto se sitúa su relación con los soldados y en especial con los centuriones, como sabe no sólo el evangelio, sino también el libro de los Hechos, como he puesto de relieve no solo en mi Historia de Jesús, sino también en otros libros (el NT ofrece una auténtica “saga de centuriones”.
Pues bien, este Centurión de Cafarnaúm no era un cualquiera, un desconocido, sino uno de los dos hombres más conocidos del pueblo, el otro era el archisinagogo (la autoridad político-militar y la religiosa). Es significativo el hecho de que Jesús cura a sus “personas” más queridas: a la hija del archisinagogo (según Mc, Mt y Lc), y al “país” del centurión (Mt, Lc y Jn). Es muy significativo el hecho de que la curación del “país” del centurión falte en Mc, pues debía ser un tema muy conocido (creo que en mi comentario a Mc ofrezco la razones de fondo de ello, partiendo del “buen” centurión de la Cruz, que confiesa su “fe” en el Cristo crucificado).
Es, a mi fondo, evidente que en el fondo de este milagro del centurión hay un recuerdo histórico que los evangelios han interpretado de formas diversas, según su perspectiva teológica y social, un “milagro” que ha impactado poderosamente a los seguidores de Jesús, de tal forma que ellos lo han interpretado como expresión de una nueva experiencia de vida y evangelio.
3. Documento Q
Lo más sorprendente es que este milagro del Centurión y su “país” aparezca en el documento Q, que sólo recoge de hecho “palabras” de Jesús, dichos sapienciales y proféticos (sin milagros, sin relato de la pasión). Pues bien, si un texto como Q asume y presenta este relato es porque a su juicio resulta absolutamente importante, tanto por su contexto (es el milagro de un Soldado) como por su contenido (es el milagro de un “país”, de un varón con otro varón), en un contexto de misión universal de Jesús.
El texto y tradición del Q está al fondo no sólo de Mt 8, 5-13, sino también de Lc 7, 1-10 (y quizá de Jn 4, 43-53). Todo nos hace pensar que recoge una tradición poderosa de Jesús, trasmitida y recreada por sus discípulos itinerantes de Galilea, después de su muerte. Es aquí donde se debe acudir para buscar el sentido del tema, en el contexto de la relación de Jesús con los soldados, desde el trasfondo social que ello implica.
Por ahora, que yo sepa, no se ha elaborado un trabajo sistemático sobre esta perícopa o narración del Soldado con su Pais, aunque quizá se haya hecho en los últimos años (revisaré la bibliografía). De todas formas, como me han pedido que aduzca algo de bibliografía exegética en apoyo de mi “hipótesis” (¡ésta no es una tesis!), quiero citar la obra imponente de S. Schulz, Q. Die Spruchquelle der Evangelisten (TVZ, Zürich 1972), que es antigua, pero que sigue siendo autoridad fundamental sobre el tema. Cf. pág. 242, nota 443, con los autores que allí se aducen.
4. Curación de relaciones.
Jesús cura no sólo personas, sino “relaciones” personales. En ese fondo sería importante comparar el tema del “pais” del centurión con otros parientes (sobre todo hijos), a los que Jesús cura a través de otra persona. Éste es un tema que aparece sobre todo en el evangelio de Marcos:
‒ A través de la madre, Jesús cura a la hija de siro-fenicia (Mc 7),
‒ A través del padre Jesús cura a la hija del archisinagogo (Mc 5)
‒ A través del padre Jesús cura al hijo lunático del hombre poco creyente (Mc 9). Leer más…
Biblia, Espiritualidad
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