Dom 8. 2.18. Jesús, curación y camino abierto. Simón, oficina de poder sagrado
Dom 5 tiempo ordinario, ciclo b. Sigue el texto anterior de Marcos en el que vimos a Jesús curando en la sinagoga (Mc 1, 21-27). Hoy realiza un gesto esencial, en tres momentos:
(1) En pleno día, entra en casa de Simón y cura a la suegra, que que empieza a servirles, en día de sábado, apareciendo así como la primera seguidora agradecida y sabia de Jesús.
(2) Al comienzo de la noche, acabado el sábado ritual en que no podían venir a buscarle, Jesús sale ante la puerta de la casa y cura a todos los enfermos y posesos que se acercan, suplicándole una ayuda.
(3) Al amanecer del día siguiente, marcha al campo abiertopara orar, e inicia un camino de evangelio por todas la aldeas del entorno, en contra de Simón que le quería convertir en curandero a su servicio, abriendo ante su casa una oficina de poder sagrado.
Marcos nos sitúa así ante el Jesús cercano y lejano de este tríptico de amor y de servicio, al favor de la vida. Éstas son las cosas que cuenta Marcos desde su perspectiva, componiendo un relato que recoge el corazón del evangelio, con Jesús y Simón como protagonistas y antagonistas.
Simón aparece ya como signo de una autoridad que se quiere servir del evangelio para así alcanzar poder sobre los otros.
Buen domingo a todos. Sigo tomando (adaptando) el texto de mi comentario de Marcos
1) Un Sábado en casa de Simón;
curación y servicio de la suegra (1, 29-31).
29 Al salir de la sinagoga, se fue inmediatamente a casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan. 30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre. Le hablaron en seguida de ella, 31 y él se acercó, la agarró de la mano y la levantó. La fiebre le desapareció y se puso a servirles.
De la sinagoga (ámbito judío) pasamos a la casa (espacio normal de la comunidad cristiana). Jesús viene con sus cuatro discípulos, signo de esperanza escatológica (cuatro direcciones del espacio, cuatro estaciones), a la casa de Simón, cuya suegra está enferma.
No se dice que tenga un espíritu impuro, como el hombre de la sinagoga (cf. 1, 23), sino simplemente que tiene calentura (pyressousa: 1, 30), una fiebre que le impide trabajar. Parece impotente; nadie le ayuda. Pero Jesús agarra con fuerza su mano, para levantarla, en gesto y palabra de evocación pascual.Se completa así la pareja de enfermos primordiales del comienzo de Marcos:
— el endemoniado de la sinagoga (1,21-27) sometido a la impureza de una enseñanza opresora;
— la enfebrecida de una casa que parece invadida por varones.
Jesús cura a los dos, pero sólo a la mujer la levanta o “resucita”, de manera que ella puede servir en la casa, entendiendo a Jesús, haciéndose “cristiana”.
— La casa (oikia: 1, 29) es espacio de reunión y grupo familiar, lugar privilegiado de la comunidad (cf. 3, 20.31-35). Estamos en la casa de Simón y Andrés, donde entra Jesús con sus cuatro. Es quizá la casa de pascua donde deberían reunirse las mujeres de la tumba vacía cuando vuelvan a Galilea (cf. 16, 7).
Jesús toma la mano de la enferma y la levanta (êgeiren autên: la resucita: 1, 31; cf. 16, 6), para convertirla en servidora. Casa de evocación pascual y servicio mutuo será la iglesia de Jesús. La mujer curada, es la primera cristiana de la historia. Ésta es la casa cristiana de la resurrección y del servicio mutuo, donde el primer “ministro” (obispo o papa) es una mujer.
— El sábado (cf. 1, 21). Para los judíos es día sagrado en que nadie se afana en cosa externa (trabajo material). Parece irrelevante que ese día una mujer enferme, pues no tiene labor que realizar entre las obras o trabajos de la casa. El sábado no hay servicio, da igual que la mujer esté enferma. Pues bien, Jesús la toma de la mano y la levanta en día de sábado.
Ésta es una experiencia eclesial: superada por Jesús la fiebre (signo de muerte), la enferma se levanta y transforma el sábado en día pascual de servicio a los demás. Jesús no le manda. Es ella la que asume la iniciativa y saca las consecuencias, descubriendo el valor del servicio mutuo, por encima de la sacralidad del sábado judío; sirve, da de comer, actúa a favor de los demás. Ha entendido a Jesús, es cristiana.
— Ella les servía (diêkonei autois: 1, 31). La diakonía era el signo primordial de los ángeles de Dios que, en vez de descansar, sirven a Jesús en el desierto (Mc 1, 13) y define a las mujeres que al fin del evangelio aparecen como servidoras mesiánica (Mc 15, 41).
La suegra de Simón interpreta el don que ha recibido; su servicio no se puede entender como trabajo inferior, que era de ordinario propio de mujeres, bajo el dominio de varones ociosos, sino como ministerio (el Ministro de la Iglesia es Diakonos según el NT y la literatura cristiana primitiva), servicio creador de la nueva familia de Jesús. Por eso, la curada es la primera servidora de Jesús. En el origen de toda obra eclesial se encuentra esta mujer, conforma a Marcos.
La suegra curada y Jesús comparten una misma liturgia.
Él la cura en sábado, levantándola del lecho.
Ella le (les) asiste en gesto que inaugura la nueva sacralidad cristiana del servicio mutuo; nadie se lo ha dicho; no ha tenido que aprender de alguna exégesis rabínica muy alta; ella lo ha sabido al recibir la ayuda de Jesús y al responderle, precisamente en sábado. Su diakonía o servicio en la casa está al principio de todo el evangelio (los demás no han hecho todavía nada).
Simón y los restantes discípulos no lo entenderán hasta la pascua: no querrán hacerse servidores los unos de los otros (cf. Mc 9, 35; 10, 43), en contra del Hijo del humano, que ha venido a servir y dar la vida por todos (10,45). Ella, en cambio, lo sabe ya: ha superado el judaísmo de los escribas y se ha vinculado a Jesús; en el fondo ya es cristiana diaconisa, servidora de la iglesia reunida en la casa de su yerno.
2. Ante la casa.
Milagros en la noche tras el sábado (Mc 1, 32-34)
Al atardecer, cuando ya se había puesto el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. 33 La población entera se agolpaba a la puerta. 34 Él curó entonces a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero a éstos no los dejaba hablar, pues sabían quién era.
Frente a la sinagoga de los endemoniados surge aquí la iglesia que está a la puerta de la casa de Simón donde en plena calle, al anochecer, se junta la multitud de aquellos que quieren escuchar y ser curados. A la puesta del sol, terminado el descanso inútil de estos judíos (escribas incapaces de curar), las gentes del entorno vienen trayendo ante la casa de Simón a sus enfermos para que Jesús les cure (1, 32-34), pues son muchos los que siguen oprimidos por el mal, endemoniados. Leer más…
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