Madre tierra, madre.
Hace algo más de dos años inicié la lectura lenta de un buen puñado de poemas que escribí entre los años 1995 y 1999. La impresora me ayudó a hacerlos tangibles, llevaban mucho tiempo durmiendo en un archivo del ordenador esperando no a un príncipe encantado que los despertara, sino a que la que los escribió cubriera las justas etapas de la vida como para lanzarlos al exterior, obedeciendo una consigna interior que cada vez se hacía más sonora: “Comparte, ya es hora”. Ya tiene cuerpo… de libro, y alas para volar, como hacen los hijos siguiendo las leyes de la naturaleza.
Hay un poema titulado “Madre Tierra, Madre” (*) que me sorprendió. Lo reconocía perfectamente; recordaba el momento en que lo escribí, viajando en tren a finales de 1998. Quizás, entonces, fue una intuición; hoy, es la realidad que nos circunda y el peligro que amenaza, fruto de la irresponsabilidad de una forma de vida que arrasa lo que toca, incluida la vida humana.
Del 2 al 13 de diciembre se celebra en Madrid la Cumbre del Clima 2019 y quiero contribuir de alguna manera, aunque sólo sea poética.
Madre Tierra, Madre.
Preñada de Vida,
en continuo momento de parto.
Generando continuidad,
respetando el mandato divino:
Multiplicación, diversidad, color…
fluido eterno.
Madre Tierra, enferma,
Te falta el oxígeno;
en cada contracción
el dolor aumenta,
Tu respiración falla.
¡Oxígeno… devolvedle el oxígeno!
Madre Tierra, herida,
Balazo de oro negro,
úlceras en tu piel, antes verde.
Y el ritmo del parto…
Implacable.
La vida llama a la vida,
¡dejadla parir tranquila!
Madre Tierra, agonizante.
Tus hijos, frutos de amor:
Célula, árbol, flor,
Insecto, ardilla, águila,
Gorrión, delfín, caracol…
Agua, piedra, azúcar,
Vino, leche, néctar,
Hombre, mujer….
todos exterminados.
Los bastardos del desamor:
egoísmo, ambición y ceguera,
sólo escuchan los tambores
que llaman a muerte.
Esgrimen banderas
de progreso y mercado,
mientras arrasan y esquilman.
Traman reventar tu vientre
Al grito de guerra:
¡Que la Luz no dé a luz a la Luz!
¡Pobre Madre Tierra!
Fecundada por el Amor,
Embarazada de Esperanza…
¡Jadea… vamos… jadea!
¡Vencerás!
*
Mari Paz López Santos
(*) Entre el Sueño y el no sueño
ESEPÉ Ediciones (Ed. San Pablo)
Págs. 148-149
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