“¿Y por qué ese niño lleva una ‘t’ a la espalda?”
Una interesante reflexión de su blog El Barón rampante:
¿El fin de una cultura religiosa?
Una sociedad sin memoria y sin pensamiento crítico crea monstruos en blanco y negro, a través de las redes, de las conversaciones perdidas, se convierte en una sociedad líquida, sin futuro
Durante décadas, los obispos se dedicaron a blindar la clase de Religión, sus contenidos y a sus enseñantes, aun a costa de dejar de lado el resto de la educación. Porque no sólo se enseñan valores en la clase de Reli (que también)
Estamos perdiendo el tren moral de una sociedad que va por otra vía. Y preferimos ‘remar mar adentro’ y pensar sólo en ‘los convencidos’, los ‘de casa’… como si el resto fueran unos extraños de los que defenderse. Por defenderse, algunos de los guardianes de las esencias, incluso, llegan a insultar al Papa. Por una entrevista en COPE, hecha por Carlos Herrera. Para mear y no echar gota.
La escena es real. Una más de las muchas que hemos escuchado en los últimos años. Un chico de 12 años, contemplando las últimas procesiones antes del coronavirus en una capital de provincia de la España vaciada. Viernes Santo. Las imágenes del Cristo y la Dolorosa se unen, después de un recorrido por separado, junto a la plaza de la catedral. Varios nazarenos, portando velas y cruces, acompañan a las imágenes. De pronto, en mitad del silencio sepulcral, se escucha la voz del chaval: “¿Y por qué ese niño lleva una ‘t’ a la espalda?”. El asombro se tapa con una sonrisa y un ‘Vamos, venga, calla, que esto es muy importante”.
Otra imagen, también real. Esta tras el primer confinamiento. Ante el imponente Cristo de Velázquez. “Y ese, ¿quién es?”, dice otra voz, también joven, de nuevo sin maldad alguna. Tras la mascarilla miro al padre de la criatura, que no dice nada y sigue avanzando. El niño también. Ocurrirá lo mismo con otras pinturas, de ambientación mitológica. El rostro del padre se va demudando. Porque lo que está ocurriendo ya con la cultura religiosa en nuestro país es algo que ya hemos sufrido con los mitos fundacionales de nuestra civilización.
No busquen adolescentes que hayan leído La Odisea o La Eneida (salvo aquellos que, manga o juego de rol mediante, busquen herramientas para sus juegos). Hemos permitido que la Filosofía o la Historia de las Civilizaciones Antiguas fueran desapareciendo de los currículos escolares. De aquellos polvos, estos lodos.
No es una cuestión baladí: una sociedad sin memoria y sin pensamiento crítico crea monstruos en blanco y negro, a través de las redes, de las conversaciones perdidas, se convierte en una sociedad líquida, sin futuro. El Papa Francisco lo ha denunciado en varias ocasiones. En esta pérdida de valores, la ausencia de lo religioso en la cultura es uno de los puntos más preocupantes.
¿Por qué sucede? Por múltiples razones. La sociedad ha cambiado, ser católico, hoy, ya no es ‘lo normal’. Incluso, si me apuran, se ha convertido en un rasgo que presupone una cierta militancia política, social y educativa. Blancos y negros, ya saben. Pero también, y esto está en nuestro ‘debe’, la terrible obsesión por parte de la jerarquía eclesiástica en ‘proteger’ el ‘cortijo’ de la enseñanza religiosa en la escuela… Durante décadas, los obispos se dedicaron a blindar la clase de Religión, sus contenidos y a sus enseñantes, aun a costa de dejar de lado el resto de la educación. Porque no sólo se enseñan valores en la clase de Reli (que también).
Resulta paradójica que, a fuerza de defender a capa y espada una determinada asignatura, se haya olvidado la necesidad de que ‘lo religioso’ penetrara en una educación integral.
Ahora, la Conferencia Episcopal se devana los sesos para encontrar una fórmula que permita incluir los valores cristianos dentro de un área educativa sobre Valores, cuando durante años se ha negado persistentemente a ello. De aquellos polvos, estos lodos, de nuevo. Resulta paradójica que, a fuerza de defender a capa y espada una determinada asignatura, se haya olvidado la necesidad de que ‘lo religioso’ penetrara en una educación integral.
Porque el episodio de la Semana Santa, o el del Prado, no son anécdotas o notas a pie de página. Son una constante, que se refleja en el descenso brutal del número de matrimonios católicos, los bautizos o las confirmaciones. Apenas aguantan las Comuniones, y en buena medida por ‘San Corte Inglés‘. Estamos perdiendo el tren moral de una sociedad que va por otra vía. Y preferimos ‘remar mar adentro’ y pensar sólo en ‘los convencidos’, los ‘de casa’… como si el resto fueran unos extraños de los que defenderse. Por defenderse, algunos de los guardianes de las esencias, incluso, llegan a insultar al Papa. Por una entrevista en COPE, hecha por Carlos Herrera. Para mear y no echar gota.
Fuente Religión Digital
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