Celibato de Jesús y misión LGBT, con Cristóbal RH y Fernando Cordero
Fernando Cordero y Cristóbal Rodríguez
Del blog de Xabier Pikaza:
“La tesis de Cristóbal Rodríguez es digna de ser reseñada”
Cristóbal Rodríguez Hernández, presbítero de la Iglesia de Tenerife, buen amigo, ha defendido en la U. Gregoriana de Roma su tesis doctoral “¿Cristianos de segunda categoría? Presencia de los creyentes LGBT en la Iglesia: acompañamientos e itinerarios de vida cristiana”.
Fernando Cordero, del Gobierno General de la Congregación de los Sagrados Corazones, también amigo, ha publicado en su canal You Tube, “Cruzando fronteras”, una entrevista con Cristóbal RH sobre la comunidad LGBT y su presencia en la Iglesia.
Imagen 1: Fernando Cordero y Cristóbal R. H., entrevistado sobre la tesis y el tema. La reflexión que sigue sirve para situar bíblicamente el tema de la tesis de Cristóbal RH y está tomado de mi libro la Familia en la Biblia.
Los cristianos LGBT no son toda la iglesia, pero son muy significativos. Por su forma de articular la fe y dar testimonio del Reino en un contexto con frecuencia marginado, y por el aval de la Univ. Gregoriana, la tesis de Cristóbal es digna de ser reseñada y situada en este blog. Cristóbal conoce bien mi forma de ser y pensar en la iglesia. Hace unos años me invitó a compartir su amistad y su mesa, con el apostolado que realiza en la parroquia de la Braña Alta, de la isla de la Palma en Canarias. Fueron para mí unos días importantes de aprendizaje y encuentro, con alumnos y colegas, en un contexto único de mar y tierra, de lava, de volcán. Gracias, Cristóbal por todo y en especial por tu amistad.
No quiero comentar tu tesis, ellas se comenta por sí misma, y viene con el aval de Gregoriana, la institución de estudio y enseñanza más significativa de la iglesia romana. Sirva, además, de introducción la entrevista de Fernando Cordero, periodista amigo y colega. En este contexto para mis amigos de RD y FB adjunto aquí las páginas que siguen, tomadas de mi libro La Familia en la Biblia y de una editorial de Madrid que me ha pedido unas páginas sobre el celibato y misticismo de Jesús.
JESÚS, MÍSTICA DE FAMILIA EUNUCO POR EL REINO
Jesús de Nazaret no cursó estudios oficiales, pero tuvo una aguda conciencia de la identidad israelita y de su tarea al servicio del Reino de Dios, a cuya llegada dedicó su vida. Fue yahvista radical, asumió las promesas de Israel (Antiguo Testamento) y quiso cumplirlas de manera radical. No se educó en una escuela de rabinos, ni en el templo de Jerusalén, sino en su familia y trabajo (fue artesano, en tiempos de grandes dificultades de subsistencia, como supone Mc 6, 4), pero un día abandonó casa y trabajo, para hacerse discípulo de Juan Bautista, compartiendo su mensaje y anunciando el juicio de Dios y la conversión.
Después se separó de Juan y comenzó a proclamar la inminencia del Reino de Dios y a preparar su llegado, escogiendo un grupo de discípulos con los que inició una fuerte “campaña” mesiánica, que le llevó a Jerusalén, donde fue ajusticiado por las autoridades del Templo y la administración romana. En ese fondo se entienden los dos apartados de este capítulo, que retoman dos elementos importantes de la vida de Jesús, en línea de familia:
- Eunuco por el Reino, una familia mesiánica. Para entender su proyecto debemos empezar evocando su estado social en el momento en que anunciaba su mensaje. Los evangelios le presentan como célibe, no por ascesis o compromiso de separación del mundo, sino por opción evangélica de entrega al servicio del Reino de Dios.
- Ruptura de familia. Ésta fue quizá su mayor ruptura (novedad): Quiso superar un tipo de familia de poder qu definía la vida y pensamiento israelita, no por afán de destrucción, sino para anunciar e iniciar el surgimiento de un nuevo modelo y camino de familia, abierta a los expulsados de aquella sociedad patriarcal.
01.- Proyecto de Reino, familia mesiánica
Tras haber dejado a Juan, para anunciar, provocar e iniciar el Reino de Dios, Jesús no se ocupó de sí mismo, sino de los pobres, excluidos, enfermos y hambrientos de su entorno galileo. Probablemente, se consideraba nazoreo, descendiente de David, pero eso no le situaba en un plano de de superioridad, sino que le hacía ponerse al servicio los otros, especialmente de los pobres y marginados (sin familia), a quienes anunciaba y ofrecía el Reino. En este contexto se entiende su celibato.
Invocó a Dios Padre, y se consideró su hijo (como verdadero israelita), pero eso no le distanció o separó, sino que le unió con otros hombres y mujeres, pues se sintió llamado a compartir con ellos su camino. Vivió para los demás, como hijo de Dios, siendo hermano y amigo de los carentes de familia, de forma que tras su muerte en cruz «aquellos que antes le habían amado, no dejaron de hacerlo…» (Josefo, Ant. XVIII, 63-64). En ese contexto se entiende su celibato, como forma de ser y vivir para el Reino, en libertad de amor y en servicio de vida para crear una fraternidad universal, a partir de los marginados, apareciendo así como eunuco por el Reino de los cielos.
Parece que fue célibe. La tradición israelita suponía que tanto el varón como la mujer debían casarse y tener hijos, pero ya Sab 3, 13‒4, 6 había incluido una alabanza al eunuco y a la mujer soltera/estéril, si eran fieles a Dios (cf. Is 56, 3-5). En esa línea, algunos movimientos judíos de origen helenista y palestino (terapeutas y esenios), habrían podido aceptar e incluso apoyar un celibato, vinculado al descubrimiento de Dios o a motivos de pureza y cercanía escatológica, pero casi siempre en clave de ascetismo “varonil” y de “nobleza” espiritual.
Pero Jesús no ha sido célibe en esa línea, por pureza o espiritualismo (huída del mundo), ni para cultivar de esa manera una “virtud” más alta, como varón liberado para el servicio de los auténticos “valores”, sino para identificarse con los pobres, en especial con aquellos que no podían crear familia estable según ley, pues no contaban con medios materiales, sociales o personales que les permitieran casarse (=mantener una casa), y así pudieron vincularle con los “eunucos” a quienes en general se acusa de “falta de hombría”.
En principio pudo haberse casado antes de hacerse discípulo del Bautista, pero la tradición no ha conservado recuerdo de ello, en un contexto donde su matrimonio no hubiera creado dificultades para la Iglesia posterior, que tuvo, sin embargo, aprietos para situar y entender la función de su madre y sus hermanos, en un contexto donde podían haberle acusado de abandonar a su esposa (abandono que iba en contra de su opción de reino, en Mc 10, 1-9).
Un texto de tradición antigua (Mc 6, 4) le presenta como artesano (tektôn), pero no conocemos su estilo de vida anterior, y el conjunto del Nuevo Testamento (cuidadoso en situar a su madre y hermanos en la Iglesia) no ha transmitido la memoria de su esposa o de sus posibles hijos, como haría si los hubiera tenido. Un pasaje muy significativo le presenta como “eunuco por el Reino” (Mt 19, 12), en un contexto donde esa palabra tiene un carácter peyorativo.
Eso, y su modo de vida, está indicando a, mi entender, que era célibe, no por opción espiritual (intimista), sino por experiencia y voluntad de comunión con miles de personas que no podían mantener un tipo de familia patriarcal y porque buscó otro tipo de comunicación donde cupieran los excluidos, solitarios, enfermos, y de un modo especial los eunucos, con las prostitutas. Su celibato no se entiende, ni tiene importancia por aislado (¡los evangelios ni lo mencionan!), sino por la forma concreta en que Jesús debió vivirlo, como expansión y consecuencia de su opción de Reino. No fue un presupuesto ni expresión de una condena de los lazos familiares (o del sexo), sino una experiencia que le vinculaba con los más pobres. No era un tipo de vida que le liberaba de las “pasiones de la carne”, ni de las ataduras que supone un tipo de familia, sino una experiencia de solidaridad con grupos y personas despreciadas de su tiempo.
Jesús fue célibe por su vinculación con los pobres sin casa posibilidad de casamiento y familia (leprosos, prostitutas, enfermos, abandonados), que no podían mantener una relación de vida estable, socialmente reconocida como indica su respuesta sobre de los eunucos que los son desde el vientre de su madre y de aquellos que han sido castrados por los hombres, comparándose con ellos, y presentando a sus discípulos como “eunucos por el Reino de los cielos” (cf. Mt 19, 12).
En su forma actual (inserto en la disputa sobre el matrimonio) ese logion o palabra puede haber sido recreada por una comunidad posterior, con tendencias ascéticas (en la línea de un celibato honorable, que permite crear una “casta” de funcionarios eficientes al servicio de la Iglesia), y así se ha entendido en parte de la tradición cristiana. Pero, en su origen, conserva un recuerdo de Jesús y de su grupo, pues su celibato (eunucato) no nació por ascesis, sino por despliegue de una afectividad no patriarcal, que le permitió vivir en solidaridad con los marginados y pobres (y en especial con los eunucos). Leer más…
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