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Es el momento

Viernes, 14 de abril de 2017
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VIERNES SANTO: MARÍA, LA QUE PERMANECE EN PIE

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Es el momento de dejarse amar y de amar, aún con el alma rota en pedazos.

María permanece al pie de la cruz, paralizada por el dolor y movida por el Amor y la confianza en Dios. María nunca fue una mujer ingenua, era perfectamente consciente en todo momento de que el modo de vivir de Jesús, a la manera de Dios, podía traer consecuencias. María, acepta, desde la fe, abandonarse en Dios, permanecer al pie de la cruz. No es nada fácil, ¡nada fácil! sentirse amada en el dolor y vivir el dolor desde el amor.

(María, al pie de la cruz)

Este momento en que no cabe más dolor
este momento en que no hay más soledad
este momento sin sentido
este momento sin abrigo
este momento de desierto y sequedad

ES EL MOMENTO DE PERMANECER
SEÑOR, NO DEJES FLAQUEAR MIS PIES
CONFÍO EN TU AMOR Y TU BONDAD
NO SÉ SI ESTE DOLOR ACABARÁ
PERO ESTOY AQUÍ,
ESTOY AQUÍ, CONTIGO
Y ES DONDE QUIERO ESTAR

Este momento que me parte en mil trozos
este momento que acaba con planes y gozos
este momento de vacío
este momento sin camino
este momento de querer dejarlo todo

ES EL MOMENTO DE PERMANECER
SEÑOR, NO DEJES FLAQUEAR MIS PIES
CONFÍO EN TU AMOR Y TU BONDAD
NO SÉ SI ESTE DOLOR ACABARÁ
PERO ESTOY AQUÍ,
ESTOY AQUÍ, CONTIGO
Y ES DONDE QUIERO ESTAR
PERO ESTOY AQUÍ
ESTOY AQUÍ, CONTIGO,
Y ES DONDE QUIERO ESTAR

 *

Salomé Arricibita

***

Fuente Fe Adulta

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“La cruz y el crucificado”, por Gabriel Mª Otalora

Jueves, 2 de marzo de 2017
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Bilbao (Vizcaya).

ECLESALIA, 24/02/17.- Aquí estamos acostumbrados a referirnos indistintamente para expresar lo mismo. Lo hacemos en la liturgia y en la manifestación pública de lo cristiano. De hecho, la cruz es el signo cristiano por el que nos reconocen como seguidores de Cristo; también en esto del seguimiento hemos herrado pues tener fe en el Dios cristiano no es creer que Dios existe sino más bien el seguirle con nuestro ejemplo en forma de actitudes y conductas. Ser practicante no es ir a misa -solo- sino actuar a diario conforme al evangelio.

Pero a lo que iba. La cruz y el crucificado los empleamos como sinónimos cuando no deberían serlo. No es en el madero donde ponemos nuestro corazón y nuestra fe sino en Jesús que por amor acabó colgado en él. Su persona es quien nos atrae, como dice Juan: cuando yo sea elevado de la tierra, atraeré a todos sobre mí (Jn 12, 32) dando entender de qué muerte iba a morir.

La cruz es signo de muerte, efectivamente, y fuente de muchos equívocos sobre el sufrimiento cristiano. Dios no quiere sufrir ni que suframos. Murió contra su voluntad, asesinado por mantenerse en su denuncia profética contra quienes impedía la explosión de su Reino de amor para todos.  Su sufrimiento fue la consecuencia no querida del lado más oscuro del ser humano al que respetó en su libertad. Pero Jesús predicó la alegría, la solidaridad, el amor; nunca buscó el sufrimiento como una bendición; al contrario, se dedicó en cuerpo y alma a salvar del sufrimiento a los demás, aunque no se sintieran de los suyos.

Salva el crucificado en un madero y lo hace con su amor.  El madero es santo por el personaje al que se clavó en él. Curiosamente, los protestantes en cambio, no entienden la exaltación del crucificado si Jesús ya ha resucitado. Pero esta es otra discusión.

Cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó en Estrasburgo que la presencia de un crucifijo en las aulas era una violación de los derechos humanos (2009), no rechazaron la cruz. Lo que rechazaron fue al crucificado. Podrán quitarlo de aulas y lugares públicos pero nadie rechaza o se abraza a un madero. No, no es la cruz, es el crucificado. Él es quien nos sigue invitando a remar con audacia hacia el amor que, en definitiva, supone crecer en plenitud humana. Apostar por el bien sobre el mal, la verdad sobre la mentira, la solidaridad frente a la indiferencia egoísta. Nada que ver con la exaltación del sufrimiento.

La vida cristiana es un largo aprendizaje para centrarnos en Cristo crucificado y en lo que significa la Salvación como liberación de las cadenas que atrapan lo mejor del ser humano, siguiendo siempre la senda del evangelio que, como todo el mundo sabe, significa buena noticia; misericordia quiere Dios, no otros sacrificios

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Maldita sea la cruz

Sábado, 22 de octubre de 2016
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Maldita sea la cruz
que cargamos sin amor
como una fatal herencia.

Maldita sea la cruz
que echamos sobre los hombros
de los hermanos pequeños.

Maldita sea la cruz
que no quebramos a golpes
de libertad solidaria,
desnudos para la entrega,
rebeldes contra la muerte.

Maldita sea la cruz
que exhiben los opresores
en las paredes del banco,
detrás del trono impasible,
en el blasón de las armas,
sobre el escote del lujo,
ante los ojos del miedo.

Maldita sea la cruz
que el poder hinca en el Pueblo,
en nombre de Dios quizás.
Maldita sea la cruz
que la Iglesia justifica
– quizás en nombre de Cristo-
cuando debiera abrasarla
en llamas de profecía.

¡Maldita sea la cruz
que no pueda ser La Cruz!

*

Pedro Casaldáliga
Todavía estas palabras, 1994

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Nuestra propia Cruz

Martes, 12 de abril de 2016
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Del blog de Henri Nouwen:

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“Dice Jesús: El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga. (Mateo 16,24). No dice Haced una cruz, o Buscad una cruz. Cada uno tiene una cruz que cargar. No es necesario hacerla ni buscarla. ¡La cruz que cargamos es ya lo bastante dura de llevar para nosotros.! Pero ¿estamos dispuestos a cargarla, a aceptarla como nuestra cruz?

Tal vez no nos es posible estudiar, tal vez somos disminuídos físicos, tal vez sufrimos de depresión, tal vez tenemos conflictos familiares,o tal vez somos víctimas de alguna dolencia o atropello. No es algo que nosotros hayamos elegido, pero estas son nuestras cruces. No podemos ignorarlas, rechazarlas, negarnos a ellas u odiarlas. Pero podemos cargar nuestras cruces y seguir a Jesús con ellas.”

*

Henri Nouwen

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La vida que no puede pararse …

Miércoles, 30 de marzo de 2016
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Del blog Pays de Zabulon:

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El reino de Dios traspasa el mundo

Lo que quiero deciros,
ya lo sabéis como yo lo sé
pero no lo sabemos bastante ni vosotros ni yo.

Es lo que hace el fondo de nuestra vocación cristiana.

Lo que nos será recordado esta noche,
es que Cristo sobre la cruz nos ha dado su vida,
es que sabremos mejor esta noche que esta vida que él nos ha dado
es una vida que ha atravesado la muerte y la ha vencido,
que es la vida resucitada, que es la vida eterna.

Es que esta vida
es la misma que brota de Cristo para salvarnos
como brota sin cesar para seguir creándonos.

Es que esta vida no se puede parar
y, sumergidos por ella,
tenemos que salvar por ella, en ella, con ella.

Pero ya ves,
cuando el reino de los cielos quiere traspasar el mundo
cuando el amor de Dios quiere buscar a alguien que se perdió,
cuando ese alguien es una multitud,
lo que es mucho más importante,
esto es lo que somos, mucho más de lo que uno es;
cómo se hace, mucho más de lo que hacemos.

Para vivir y seguir al Señor Jesús
en las circunstancias de la gente de hoy
hacen falta las mismas cosas esenciales que en todos los tiempos,
sólo es diferente el choque producido entre estas cosas y el mundo.

Puede ser un comerciante de pescado o farmacéutico o empleado de banco;
puede ser un hermanitoo del padre de Foucauld o hermanita de la Asunción;
puede ser guía o jocista …  cada uno en su sitio …
Pero es un lugar al que no se puede cortar, que es para todos nosotros:
– Servir al Señor en primer lugar como un Dios que lleva el mundo;
– Amar al Señor más que nada como un Dios que ama a los hombres;
– Amar a cada ser humano hasta el final;

– Amar a todos los hombres hasta el final porque el Señor los ama y como Él ama.

Y en este sitio, si no somos ingratos… ni idiotas… acostumbrarnos a esta posibilidad prodigiosa que es la nuestra: creer en el Dios vivo que nos ama y poder amarLe amando a los demás como Él nos ama.

*

Madeleine Delbrêl
(a los jóvenes, en el curso de una vigilia pascual)

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Fuente texto: Association des amis de Madeleine Delbrêl
Fuente foto:Thomas Millet – Sans gravité (auto-portraits)

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Viernes Santo.

Viernes, 25 de marzo de 2016
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Camino del CalvarioDe Koinonia:

Isaías 52,13-53,12

Él fue traspasado por nuestras rebeliones

Mirad, mi siervo tendrá éxito,
subirá y crecerá mucho.
Como muchos se espantaron de él,
porque desfigurado no parecía hombre,
ni tenía aspecto humano,
así asombrará a muchos pueblos,
ante él los reyes cerrarán la boca,
al ver algo inenarrable
y contemplar algo inaudito.
¿Quien creyó nuestro anuncio?,
¿a quién se reveló el brazo del Señor?
Creció en su presencia como brote,
como raíz en tierra árida,
sin figura, sin belleza.
Lo vimos sin aspecto atrayente,
despreciado y evitado de los hombres,
como un hombre de dolores,
acostumbrado a sufrimientos,
ante el cual se ocultan los rostros,
despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos
y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo estimamos leproso,
herido de Dios y humillado;
pero él fue traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable cayó sobre él,
sus cicatrices nos curaron.
Todos errábamos como ovejas,
cada uno siguiendo su camino;
y el Señor cargó sobre él
todos nuestros crímenes.
Maltratado, voluntariamente se humillaba
y no abría la boca;
como cordero llevado al matadero,
como oveja ante el esquilador,
enmudecía y no abría la boca.
Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron,
¿quién meditó en su destino?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos,
por los pecados de mi pueblo lo hirieron.
Le dieron sepultura con los malvados,
y una tumba con los malhechores,
aunque no había cometido crímenes
ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación;
verá su descendencia, prolongará sus años,
lo que el Señor quiere prosperará por su mano.
Por los trabajos de su alma verá la luz,
el justo se saciará de conocimiento.
Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos.
Le daré una multitud como parte,
y tendrá como despojo una muchedumbre.
Porque expuso su vida a la muerte
y fue contado entre los pecadores,
él tomo el pecado de muchos
e intercedió por los pecadores.

*

Salmo responsorial: 30

Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R.

Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos;
me ven por la calle, y escapan de mí. /
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cachorro inútil. R.

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: “Tú eres mi Dios.”
En tu mano están mis azares;
líbrame de los enemigos que me persiguen. R.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón, /
los que esperáis en el Señor. R.

*

Hebreos 4,14-16;5,7-9

Aprendió a obedecer
y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación

Hermanos: Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado con todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

 

*

Juan 18,1-19,42

Pasión de N.S.Jesucristo según san Juan

C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús sabiendo todo lo que venia sobre él, se adelanto y les dijo:

+. “¿A quién buscáis?”

C. Le contestaron:

S. “A Jesús, el Nazareno.”

C. Les dijo Jesús:

+. “Yo soy.”

C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: “Yo soy”, retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:

+. “¿A quién buscáis?”

C. Ellos dijeron:

S. “A Jesús, el Nazareno.”

C. Jesús contestó:

+. “Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.”

C. Y así se cumplió lo que había dicho: “No he perdido a ninguno de los que me diste.” Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:

+. “Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?”

* Llevaron a Jesús primero a Anás

C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: “Conviene que muera un solo hombre por el pueblo.” Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:

S. “¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?”

C. Él dijo:

S. “No lo soy.”

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentÁndose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contesto:

+. “Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.”

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:

S. “¿Así contestas al sumo sacerdote?”

C. Jesús respondió:

+. “Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?”

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soy

C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:

S. “¿No eres tú también de sus discípulos?”

C. Él lo negó, diciendo:

S. “No lo soy.”

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:

S. “¿No te he visto yo con él en el huerto?”

C. Pedro volvió a negar, y enseguida canto un gallo.

Mi reino no es de este mundo

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en le pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:

S. “¿Qué acusación presentáis contra este hombre?”

C. Le contestaron:

S. “Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.”

C. Pilato les dijo:

S. “Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.”

C. Los judíos le dijeron:

S. “No estamos autorizados para dar muerte a nadie.”

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. “¿Eres tú el rey de los judíos?”

C. Jesús le contestó:

+. “¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?”

C. Pilato replicó:

S. “¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mi; ¿que has hecho?”

C. Jesús le contestó:

+. “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.”

C. Pilato le dijo:

S. “Conque, ¿tú eres rey?”

C. Jesús le contestó:

+. “Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.”

C. Pilato le dijo:

S. “Y, ¿qué es la verdad?”

C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:

S. “Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?”

C. Volvieron a gritar:

S. “A ése no, a Barrabás.”

C. El tal Barrabás era un bandido.

* ¡Salve, rey de los judíos!

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los saldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:

S. “¡Salve, rey de los judíos!”

C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. “Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.”

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:

S. “Aquí lo tenéis.”

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

S. “¡Crucifícalo, crucifícalo!”

C. Pilato les dijo:

S. “Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él.”

C. Los judíos le contestaron:

S. “Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios.”

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:

S. “¿De donde eres tú?”

C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:

S. “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?”

C. Jesús le contestó:

+. “No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.”

¡Fuera, fuera; crucifícalo!

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

S. “Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César.”

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman “el Enlosado” (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:

S. “Aquí tenéis a vuestro rey.”

C. Ellos gritaron:

S. “¡Fuera, fuera; crucifícalo!”

C. Pilato les dijo:

S. “¿A vuestro rey voy a crucificar?”

C. Contestaron los sumos sacerdotes:

S. “No tenemos más rey que al César.”

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

Lo crucificaron, y con él a otros dos

C. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado “de la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: “Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.” Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

S. “No escribas: “El rey de los judíos”, sino: “Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos.””

C. Pilato les contestó:

S. “Lo escrito, escrito está.”

Se repartieron mis ropas

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a abajo. Y se dijeron:

S. “No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.”

C. Así se cumplió la Escritura: “Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica”. Esto hicieron los soldados.

Ahí tienes a tu hijo. – Ahí tienes a tu madre

C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

+. “Mujer, ahí tienes a tu hijo.”

C. Luego, dijo al discípulo:

+. “Ahí tienes a tu madre.”

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Está cumplido

C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:

+. “Tengo sed.”

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

+. “Está cumplido.”

C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

*Todos se arrodillan, y se hace una pausa

Y al punto salió sangre y agua

C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: “No le quebrarán un hueso”; y en otro lugar la Escritura dice: “Mirarán al que atravesaron.”

Vendaron todo el cuerpo de Jesús, con los aromas

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

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Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy

(24 de marzo de 1978)

Queridos hermanos:

Después de escuchar la palabra de Dios en esta tarde del Viernes Santo, narrándonos la tragedia del Calvario, mejor sería guardar silencio y con el corazón agradecido adorar al Divino Redentor. Pero es necesario, es obligación del celebrante, aplicar esta palabra eterna a los que estamos viviendo esta ceremonia. Y es que la liturgia no es simplemente un recuerdo, la liturgia es actualización; aquí en la Catedral esta tarde de marzo de 1978, Cristo nos está ofreciendo la fuente inagotable de su redención a los que hemos venido con fe, con esperanza, a contemplar este misterio de la redención.

Es como si en este momento lo que se acaba de leer estuviera pasando aquí ante nuestros ojos y fuéramos nosotros los que nos estamos salpicando con esa sangre que se derrama en el Calvario. Las tres preciosas lecturas nos dan la medida sin medida de este gesto de amor que se llama la redención.

La primera lectura nos presenta el abatimiento de Cristo hasta la profundidad de una humillación que no tiene nombre. La segunda lectura, carta a los Hebreos exalta ese personaje humillado en la cruz hasta las alturas del cielo hecho pontífice supremo de nuestra salvación. Y el precioso relato de la pasión que los jóvenes seminaristas acaban de hacer, nos dice cómo sucedió todo esto: la humillación y la exhaltación. Leer más…

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“Vía crucis en directo”, por Carlos Osma

Viernes, 25 de marzo de 2016
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viacrucisDe su blog Homoprotestantes:

El asesinato de Jesús no tuvo nada de especial, ninguna de las personas que lo vieron pasar arrastrando una cruz pensaron que aquel era un momento único en la historia de la humanidad. Mientras Jesús se comportó como un predicador itinerante más o menos provocador en Galilea, su vida no corrió peligro, pero cuando se atrevió a enfrentarse en Jerusalén con los poderes de su tiempo, el religioso y el político, acabó muriendo como muchas otras personas incómodas han acabado a lo largo de la historia. Los discursos liberadores tienen el recorrido que tienen, y son eliminados cuando el poder los considera demasiado peligrosos para su supervivencia.

Podríamos hacer una lectura de corto recorrido, centrada en nuestras miserias, y diríamos que así somos todos los seres humanos cuando detentamos el poder; por pequeño y limitado que sea nunca estamos dispuestos a que nos lo arrebaten. Los egos son lo que tienen, incluso los cobardes intentan mantener a toda costa su espacio de influencia, y sonríen y te llaman hermano mientras te clavan por la espalda el puñal de su impotencia, de su mediocridad. No hay nada más peligroso en este mundo que una persona que vive con el ego herido, esperará el momento más oportuno para traicionar a quien cree puede hacer lo que él jamás se atrevió a ni a pensar.

Pero del asesinato de Jesús no quiero detenerme en las traiciones de los que estaban más cerca, en las personas que no supieron estar a la altura, en los miedos, los egos, las cobardías, en todos aquellos comportamientos que hicieron que al final Jesús se enfrentara sólo al verdadero poder que acabo con su vida. Porque es eso lo que nos ocurre normalmente, que nos quedamos en lo anecdótico y nos olvidamos de poner nombre a los verdaderos responsables de las injusticias.

Vivimos en un mundo donde el poder religioso y el político han perdido su hegemonía, ahora es el poder económico el que hace y deshace, el que se lanza a la yugular de quienes intentan denunciar su tiranía, y si hace falta los crucifica para que sirva de escarmiento. Y esto pasa todos los días, a nuestro lado, delante de nuestras narices, sin que parezca que podamos hacer nada para remediarlo. Y las crucificadas y los crucificados pueden ser cualquiera: una persona que no puede pagar una hipoteca, un partido político que hable de recuperar el estado del bienestar, o un país que prefiere destinar sus recursos a la gente que a pagar las deudas de los bancos.

Esta Semana Santa no es necesario que salgamos a las procesiones o vayamos a la Iglesia para recordar a Jesús cargando con su cruz hacia el martirio. Podemos hacerlo sentados en el sofá de casa, desde allí somos testigos del vía crucis de las millones de personas que huyen de la guerra de Siria. Vemos niños muertos en una orilla, personas que viven en campos de refugiados en condiciones inhumanas, jóvenes que intentan saltar las alambradas con las que una Europa inhumana se defiende. Y podemos creer que no hay otra solución, que es necesario mantener nuestra seguridad. O podemos pensar que es una injusticia y colaborar de alguna manera para arrastrar durante unos días la cruz de los desplazados. Un vía crucis en directo, televisado para todos los públicos, subiendo las audiencias de las televisiones, y creando debate, opiniones enfrentadas, ruido, mucho ruido, mientras comemos patatas fritas y bebemos coca cola en nuestro salón. Ser hoy en día la turba que grita a los crucificados es mucho más interesante y cómodo que en el siglo primero, y además tiene la ventaja de que no nos perdemos ni un solo plano de su agonía.

Si este éxodo sirio hubiese tenido lugar hace diez o quince años cuando Europa no vivía una crisis económica tan fuerte, los refugiados hubieran sido bienvenidos, se les hubiera puesto una alfombra roja para acompañarlos a sus puestos de trabajo. Hace diez o quince años la maquinaría europea necesitaba mano de obra, necesitaba combustible, seres humanos que le permitiesen seguir creciendo y aumentando los beneficios. Pero actualmente los refugiados sirios son una amenaza grave para la recuperación económica. En la zona euro la tasa de paro supera el diez por ciento de la población, pero en países como España es más del doble. Se habla de una tímida recuperación económica, pero hay analistas que vaticinan que estamos avocados a una recesión aún mayor, por eso el poder económico intenta defenderse de quienes lo amenazan. Y esa amenaza, por mucho que nos cueste aceptarlo viéndolos mojados y tiritando de frío por televisión, son los millones de refugiados sirios que vienen a nuestro continente huyendo de la muerte.

Hace unas décadas se nos vendió que la Unión Europea era la mejor manera de avanzar, de construir una Europa más justa, y creo que la mayoría nos lo creímos. Por una parte sabíamos que en el fondo se trataba sólo de una unión económica, pero pensábamos que si la economía iba bien eso se traduciría en una mayor redistribución de la riqueza. La crisis económica de los últimos años nos ha impedido seguir creyendo esa mentira, y nos ha mostrado que lo importante es sólo la economía, no la gente. Lo importante es que las grandes multinacionales, los bancos y los inversores sigan ganando dinero aunque eso signifique recortar derechos o hacer vivir en la indigencia a millones de personas. Actualmente hay una opinión generalizada de que el Estado de Bienestar es insostenible y que las europeas y los europeos tenemos que renunciar a derechos para que la Unión Europea pueda seguir siendo una maquina económica eficiente.

Hoy en día ya sabemos que tal y como esta concebida la Unión Europea es un peligro para quienes vivimos en cualquiera de los países que la conforman. Ha quedado clara su inhumanidad, mirando la bolsa y los balances bancarios antes que el bienestar de sus ciudadanos o de los desplazados que se acercan para pedir ayuda, y haciéndonos creer que es necesario que el poder económico siga teniendo beneficios astronómicos para que se pueda percibir una tímida recuperación en la economía de las familias. La Unión Europea es un arma en manos del poder económico que controla los gobiernos y sus políticas, y es ella misma la que cada día crea más euroescepticismo. ¿Es posible poner a los ciudadanos europeos por delante de los lobbys económicos? ¿Es posible enfrentar el éxodo sirio sin ver en él una amenaza? ¿Es posible una Unión Europea de las personas y no de los mercados? Si fuera posible volveríamos a tener la ilusión que creó en nosotros hace unas décadas su ingreso dentro de ella. Pero si su esencia netamente al servicio de la economía lo hace imposible, sería mejor abandonarla.

Nuestras cruces, esas que arrastramos, o que vemos arrastrar a otras personas, están creadas por intereses económicos. Unos intereses a los que no les importa una familia desahuciada en Barcelona, o otra que se muere de frío en un campo de refugiados en Lesbos. La fe cristiana es de por sí una denuncia de cualquier poder que crucifica a quienes le amenazan. La fe cristiana habla de resucitar a las víctimas, de retornar la dignidad a los crucificados, de reencuentros de los marginados y desplazados con sus familias, sus amigos… La fe cristiana habla de liberación de las personas de cualquier poder opresor. Por eso estos días sólo cabe la denuncia de la Unión Europea que de manera diabólica se olvida de las víctimas y se niega a tratarlas como seres humanos. Si el bienestar de los ciudadanos y las ciudadanas, o de las personas que se acercan a nuestros países, no son el centro de todo, no es lo prioritario; si sólo podemos seguir construyendo más Europa para el beneficio económico de unos pocos, entonces nuestra fe en un Jesús crucificado nos empuja hacia una resurrección fuera de este poder opresor, fuera de la Unión Europea.

Carlos Osma

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Reflexión del Viernes Santo 25 marzo, 2016

Viernes, 25 de marzo de 2016
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jesus-vazquezeroViernes Santo

“Ya sabes tú lo que Dios quiere de ti: que ames tiernamente, que practiques la justicia y que camines humildemente de la mano de tu Dios” (Mi 6,8)

Jesús el Maestro nos ha convocado a cada una/o por nuestro nombre en esta mañana. Se nos ofrece la oportunidad de vivir el desafío del amor, del AMOR con mayúscula.

Es este un día que nos incita a descubrir “lo que Dios quiere de ti, de mí”:

“Que ames tiernamente”.

Tenemos hoy una invitación al amor, a amar sin medida. Una invitación que nos hace Jesús que se entrega.

Las celebraciones de estos días nos van conduciendo paso a paso hacia la Pascua.

Estamos en la mañana del Viernes Santo continuando con la noche de oración-adoración que hemos vivido.

Estamos en territorio sagrado, Cristo está muriendo hoy por nosotros. Y esa muerte ahora mismo se está padeciendo en los muchos calvarios de nuestro mundo.

Mira hoy al crucificado con ojos nuevos, contempla, admira, déjate penetrar por la fuerza que emerge de una cruz en la que pende el AMOR.

Es un día para vivir atentos porque bien puede ser este día para ti “tierra sagrada” en el que Dios quiere comunicarte algo.

El ritmo de este día es de oración, reflexión. Os invito a cada uno a realizar un camino personal de interiorización y encuentro. Por ello os pido un clima de silencio que favorezca ese encuentro.

“Jesús, reunió a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. (Mc 8,34)

Cuando Jesús dice: Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga…, sentimos que Jesús nos está llamando a ser discípulas/ los, nos está llamando a acoger los planes de Dios Padre, y no a aferrarnos a nuestros impulsos, deseos, decisiones, a nuestros limitados sueños; sentimos que nos invita a seguirle…

Realmente Jesús es un enamorado del Reino y no tiene miedo a invitar, a llamar a la gente y a sus discípulos a entregarse a ese Reino, a construir un mundo mejor, a un compromiso radical…

Necesitamos amar tiernamente, también nosotros/as necesitamos enamorarnos del Maestro. Este el camino que hoy se nos ofrece: acoger el amor, la llamada de Jesús. Jesús nos seduce y esa seducción es tan potente que quien se deja cautivar por ella… se hace la pregunta de ¿qué me sirve ganar todo el mundo…?, como se la han hecho tantas y tantos que acabaron dejándolo todo para seguirle.

Amar tiernamente es un reconocer la necesidad que tenemos de amar y entregar el amor. Descubrir que el mundo necesita amor. Que necesita mi entrega-tu entrega al amor. Hoy, aquí, ante la cruz, Jesús nos pide respuesta a ese amor, a esa entrega generosa.

¡Que ames tiernamente! ¡Dios necesita de tu sí!

CONTEMPLAMOS JUNTOS tres actos de Jesús antes de su muerte.

Escucha con corazón abierto este texto del evangelio de Juan:

¡Tengo sed!

Sabiendo, Jesús, que todo se había cumplido, para que también se cumpliese la Escritura, exclamó: -¨tengo sed`. (Jn, 19,28).

Contemplemos hoy este texto dejando resonar en nuestro corazón como un eco: “ya sabes lo que Dios quiere de ti”.

Nos recuerda esto, a otro momento cuando a la mujer samaritana Jesús le dijo: Dame de beber. Y ante su sorpresa siguió ofreciéndole: el don de Dios que es agua viva. Todo el que bebe de esta agua, volverá a tener sed; en cambio el que beba del agua que yo quiero darle, nunca más volverá a tener sed”(Jn4,7,10,13).

Y en otro lugar: “si alguien tiene sed que venga a mí y beba” (Jn7,37).

¿Cómo entender este grito: “tengo sed”?

Algo nos está entregando en esas palabras.

Jesús nos entrega su sed de amar, nos entrega el compromiso de hacer el Reino presente en este mundo, nos entrega su fidelidad al Padre; y nos invita a acoger el “don de Dios que es agua viva”.

Nos pide que calmemos su sed y nuestra sed: “si tienes sed ven a mí y bebe

Nos pide que calmemos la sed de nuestros hermanos, que les manifestemos que Él les ama.

`Todo está cumplido´.

Jesús es consciente de que está llegando al final de su vida. Y es consciente también de su fidelidad al Padre y de su fidelidad al Reino. Por ello puede decir con serenidad “todo está cumplido”. Jesús está completamente afianzado en la presencia del Padre en su vida, “es el Padre que vive en mí, el que está realizando su obra”(Jn14,10. “Yo les he enseñado lo que aprendí de ti”(Jn17,8). Por eso puede exclamar “todo está cumplido”. Esa confianza suya en el Padre la deposita en nuestras manos, nos invita a vivir en esa atmósfera de amistad, de familiaridad. Nos estimula a ir descubriendo en nuestro caminar diario el amor del Padre y a ser conscientes de que “el Padre está realizando su obra” en cada una, en cada uno de nosotros, porque “Él nos lo ha enseñado”. Es un camino hacia la justicia con las hermanas y hermanos. Ser solidarias/ os. No olvidar lo que el Maestro nos enseña acerca de poner el corazón, la mirada en el necesitado.

Entregó el espíritu

Tercera acción de Jesús que realiza antes de morir. Qué puede significar “entregó su espíritu”, más allá del hecho material de llegar a la muerte. Creo yo que Jesús está remarcando que en esa entrega suya de algo tan personal, como es su espíritu, nos está entregando la vocación de discípulas y discípulos suyos. Él, el Maestro, nos está dejando su misión en nuestras manos, como dice (Jn 15,4), “permaneced unidos a mí, como yo lo estoy a vosotros”. Esa entrega de su propia vocación, de su propia misión es una manifestación sugerente de aquellas palabras suyas “no me elegisteis vosotros a mí; fui yo quien os elegí a vosotros”, y de aquellas “lo que yo os mando es esto: que os améis los unos a los otros”.

Es un buen día hoy, ante el Crucificado, recordar a tantos hermanos nuestros que están muriendo mártires por su fe, por su amor a Cristo, por su amor al Padre.

Y para finalizar quiero confiaros lo que bulle en mi corazón:

Estamos en un momento privilegiado, fascinante. El Espíritu está “sacudiendo” a la Iglesia. El Espíritu ha hecho de este momento, un tiempo histórico. A través del Papa Francisco, ese mismo Espíritu, está llamando a la Iglesia a una gran Reforma. El Papa dijo: “la reforma continuará con determinación, lucidez y resolución”. Una Reforma que necesita mucha oración, mucha súplica a Dios Padre.

Esa Reforma, de alguna manera el Papa está invitando a la vida consagrada a empujarla, sostenerla, a afianzarla, a ponerse ella misma en profunda reforma, en la frontera para ser “llamada”- “reclamo” para el resto del Pueblo de Dios.

En mi corazón grita con fuerza que esta gran Reforma os necesita a vosotras/os jóvenes. Os necesita la Iglesia y os necesita la Vida Consagrada. Necesita vuestra entrega, vuestra fortaleza, necesita vuestro SI para ofrecer al mundo un nuevo rostro, una nueva manera de ser cristiana/no. La Vida Consagrada necesita de vuestras utopías, necesita de vuestros grandes sueños, necesita de vuestro amor entregado. Necesita de vuestro “aquí estoy”. La búsqueda de lo profundo, de la entrega es buscar a “un Dios sensible al corazón que hace feliz, y cuyo nombre es alegría, libertad y plenitud”

Esto es un ponernos delante del Dios de Jesús y como el mismo Jesús decirle: “Padre a tus manos encomiendo mi vida” (Lc23,46)

En este momento, dentro del ritmo del Triduo Pascual, podemos decir que estamos acompañando a Jesús en su agonía. ¡A este Jesús! que está agonizando ofrécele tu confianza, tu generosidad, el “aquí estoy” que Él espera.

“La respuesta que Jesús busca de ti no son las palabras. Él busca a las personas. Te busca a ti. No busca definiciones, sino compromiso. Jesús es el maestro del corazón, Jesús no da lecciones, no sugiere respuestas, te conduce con delicadeza a buscar dentro de ti y que puedas responder: ¡encontrarte ha sido la mejor cosa de mi vida! ¡Tú has sido lo mejor que me ha podido suceder”.

No tengas miedo:

“Ya sabes tú lo que Dios quiere de ti: que ames tiernamente, que practiques la justicia y que camines humildemente de la mano de tu Dios”.

Haz de este día un día de silencio y oración.

EN JESÚS LA MUERTE ES VIDA

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No hay cruz sin Cristo (reflexión de Semana Santa)

Viernes, 25 de marzo de 2016
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cruz-vacia_560x280“El odio y la violencia llenan las cruces, abren llagas y rasgan corazones”

“Nosotros, los misioneros, estamos en primera línea todo el año”

(Juan José Aguirre, Obispo de Bangassou).- Una cruz vacía es una cruz imperfecta. Las prefiero con Cristo como la imagen del Cristo de los estudiantes el viernes de pasión por las calles de Córdoba. Creo que una cruz vacía es como un vaso de agua sin agua, es como un universo sin aire, una hoguera sin fuego. Los misioneros, sobre todo en zonas de alto riesgo, de tanto ver, acabamos siendo los especialistas de muchas de las cruces del mundo, de muchos crucificados del planeta, no solo de personas crucificadas por su fe o por la sinrazón de otros, sino también, especialistas del calvario de pueblos enteros crucificados.

Mirando el rostro de los Cristos de la Semana Santa española, con cientos de miles de cofrades y penitentes ¿quién si no, mejor que el pueblo español, debería entender el horror que vive el pueblo Yaziríe en Siria, o la catástrofe de un precioso mar Mediterráneo convertido en un inmenso cementerio de 4.000 marginalizados, o el clamor de ancianos y niños, de mujeres preñadas y de campesinos ardiendo vivos en iglesias del norte de Nigeria por la fiebre asesina de criminales del Boko-haram…?

juan-jose-aguirre-misionero-comboniano-y-obispo-de-banagassouJuan José Aguirre, Obispo de Bangassou

¿Quién podría comprender mejor el torrente de lágrimas de una madre del Kurdistán o la angustia de una travesía a ciegas hacia las costas de la isla de Lesbos o la incertidumbre de una familia que se juega la vida en el campo de refugiados llamado la “jungla” en la ciudad francesa de Calais, que alguien que contempla el cuerpo y el rostro del Cristo de las lágrimas del Parque Figueroa, del cachorro de Sevilla o de las imágenes de pasión de Valladolid?

Nosotros los misioneros estamos en primera línea todo el año. Viernes de pasión en directo, no desde la tele. Tocamos el dolor en caliente desde cuando empieza a desgarrar. A veces te das de bruces con él. A mediados de febrero 2016 fui a recoger un joven a 120 km de Bangassou. Un prófugo. Se escapaba de un infierno, de 4 años viviendo como esclavo con un grupo de rebeldes ugandeses de la LRA. Alain, así me ha dicho que se llama, me ha contado su historia con voz entrecortada, medio K.O., aturdido por haber perdido las referencias y sentirse desubicado, perdido después de 4 años de miseria, suciedad, selva sofocante, testigo de mil crímenes, incluso cómplice de cientos de otros. Me ha contado que lo secuestraron a él, a su mujer y a sus hijos, también a su madre, y la familia entera de su hermano con hijos incluidos del que se separó al poco tiempo. A su madre la perdió cuando fue incapaz de transportar todos los kilos que le habían puesto encima y su columna vertebral de quebró como el cristal. De un machetazo se libraron de ella.

la-ley-del-macheteSu mujer fue a parar al círculo de un comandante rebelde que la “protegía” abusando de ella en todo cuanto podía. La dejó embarazada y Alain me dijo que murió 6 meses después, en una de aquellas extenuantes caminatas transportando bienes robados, de una hemorragia en un mal sitio y en un mal momento. Me dijo que la sangre resbalaba por sus piernas como de un grifo abierto con restos de feto incluido. A sus hijos los perdió de vista hace años y él se escapó a mitad de febrero. Así me fue desgranando pedazos espeluznantes de su corta biografía. No me extraña que esté K.O. Lo dejé en un hospital de donde será evacuado a la capital.

Allí, gente sesuda lo interrogará y exprimirá como un limón hasta que un psicólogo le ayude a rebobinar los mejores momentos de su vida antes del secuestro y a pensar en positivo. Hasta que empiece por si solo a descubrir si queda alguien vivo de su familia… Pido a mi Dios que me dé el don de la empatía, de la compasión, de saber meterme en la piel de un clandestino de los que Mgr Agrelo denuncia sus estremecimientos en Tánger, de una familia que se echa a la mar con niños pequeños para llegar a las costas griegas o de quien quiera que esté sufriendo en esta tierra.

Alain es hoy para mí la cara de nuestro Cristo y en esta Semana Santa, es la imagen de nuestra cruz. Como decía antes, los misioneros, distribuidos por todas las geografías del planeta conocemos al dedillo muchos ejemplos de cruz con Cristo y de un Cristo con rostro, con manos, con pies, con corazón y con alma.

Recuerdo el rostro de una mujer refugiada en la misión, acusada de brujería y amenazada de muerte por una masa de gente histérica y ciega. Recuerdo su rostro apergaminado de arrugas. Un rostro surcado por cien ríos y mil afluentes, un rostro cargado con todas las amarguras de su pasado y las incertitudes del futuro. Un rostro con ojos afilados como un bisturí pero, al mismo tiempo, expertos en vida, testigos de mil muertes en un continente en donde la muerte está barata; cómplices de cien duelos aquí donde acompañar a los muertos en su tránsito final es un deber sagrado; cuajados de lágrimas, símbolo del desconsuelo en que hallaba. El rostro de aquella mujer surcado de arrugas era el rostro de Cristo crucificado, del Cristo atado a la columna y de tantas otras imágenes.

Recuerdo otra foto y unas manos roídas por la vida. Manos de piel cuarteada y venas sinuosas. Las manos se abrían en cruz para agarrar un haz de leña. La leña pesaba sobre la espalda de un hombre y las manos la sostenían mientras el cuerpo se encorvaba y dolía. No eran unas manos bonitas, ni tenían uñas cuidadas, ni brillaban de cremas ni olían de aromas. Eran las manos de uno de los miles de empobrecidos, que por suerte o por desgracia, les toca vivir sólo con el sudor de su frente, sin más ayuda gubernamental que la de permitirles vivir. No se veían en ellas ni el boquete de los clavos ni los raspones de las caídas. Pero se intuían unas manos crucificadas sin clavos, traspasadas por dureza de la vida.

manos¿Qué decir de los pies de Cristo? Los pies de un Cristo clavado, la anatomía deformada por los nervios tetánicos, son una lección de vida. Los pies son el resumen de una biografía, el legado de un pasado, la herencia de un presente y un escrito codificado de lo que ha sido la vida de una persona. Pies contraídos, pies torcidos por el reuma, pies consumidos por el trajín, pies cansados, pies machacados por la carga, pies doloridos del mucho estar de pie. Recuerdo los pies de Madre Teresa en los últimos años de su vida y mas que pies eran un garabato. Aquellos pies resumían el calvario de su preciosa vida. Aunque también reflejaban el mucho bien acumulado, el amor ofrecido y el dolor compartido. Mirad los pies de cualquier Cristo, crucificado o no y leeréis en ellos su maravillosa vida y la fuerza inmensa de su personalidad única e irrepetible.

El corazón del crucificado se le imagina a través de la llaga del costado. Y pienso en las llagas abiertas de la humanidad, ahora más que nunca, cuando el odio del islamismo radical ha salpicado a enteros continentes. Criminales que matan en nombre de Dios son solamente criminales que ponen a la religión como una pantalla para justificar sus crímenes. Los romanos maltrataron a Jesús y lo mataron porque cumplían órdenes. Los radicales lo hacen porque supuran odio irracional, un odio que abre llagas y rasga corazones. La violencia impone la injusticia y la generaliza. Jesús triunfa de la violencia con su mansedumbre y su sentido común.

resurreccionLlagas abiertas en la fe de la vieja Europa en donde, como en un cascarón vacío la fe se desmorona a cachitos, a trozos, una generación tras otra. Llagas abiertas en el continente americano, en la selva de las tribus amazónicas, llagas abiertas por el consumismo a ultranza, por la adoración del dios dinero, llagas putrefactas en zonas del mundo donde se explotan niños, se secuestran niñas, se abusa de jóvenes perdidas o se machaca sin piedad a personas honradas: cada uno de esos momentos son una lanzada en el corazón de nuestro Cristo de la semana santa.

Pero queda el alma de nuestro Cristo que no es otra que la certeza de su resurrección. Un Cristo que no resucita es un pobre cristo, un cristo inacabado, un cristo fallido. Un Cristo resucitado es aquel que inunda de esperanza los rostros, las manos, los pies y las llagas de una humanidad a la deriva. Por eso el alma de la pasión se entrevé también durante las torturas porque la muerte es solamente la antesala de la vida. Cristo es vida porque resucita. Está resucitado cuando salen las cofradías. Resucita cuando la Iglesia vive el Evangelio y no se pliega ante el Dios dinero. Resucita cuando es misericordiosa, cuando los misioneros van por todo el mundo hablando de su muerte-vida y de que somos cristianos cuando hacemos cómo él hizo, vivimos como El vivió, hablamos cómo El habló y sabemos morir, más o menos, con la fe en la vida eterna con la que El murió.

Fuente Religión Digital

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Soledad acompañada

Miércoles, 23 de marzo de 2016
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Del blog de Henri Nouwen:
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 “Cuando Jesús se acercaba a su muerte, era incapaz ya de sentir la presencia de Dios. Clamó diciendo: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?’. (Mateo 27,47). Sin embargo, en amor, se mantuvo firme en la verdad de que Dios estaba con Él y dijo: ‘Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu’ (Lucas 23, 46).

La soledad de la cruz llevó a Jesús a la resurrección. A medida que nos vamos haciendo mayores, Jesús a menudo nos invita a seguir en esta soledad, la soledad en la que Dios está demasiado cerca como para que nuestros corazones y mentes limitados sean capaces de sentirlo. Cuando esto sucede, pidámosle a Dios que nos conceda la gracia de poner entregar nuestro espíritu a Dios, tal como lo hizo Jesús. “

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Henri Nouwen

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Provechosa Semana Santa deseamos a todos los amigos y amigas del blog.

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“No es fácil entender la Pasión”, por José Mª Castillo

Martes, 22 de marzo de 2016
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paul and jesus atheism_thumb[1]De su blog Teología sin Censura:

No resulta fácil entender lo que vemos y vivimos cada Semana Santa. Porque no es fácil entender por qué, cada año y cuando llegan estos días, paseamos por nuestras calles imágenes de dolor, agonía y muerte, en procesiones de respeto y devoción. Y, lo que es más llamativo, exhibimos las imágenes del fracaso en tronos de exaltación triunfal, con música gregoriana, incienso de dioses y bandas de música, tambores y trompetas. Todo eso, que es la expresión más elocuente del empeño incomprensible por hacer, del fracaso más humillante de la vida, el triunfo soñado de nuestras más sublimes ilusiones.

¿Por qué sucede, en el ámbito de la religión, lo que a nadie se le ocurre imaginar en los demás sectores de la vida?

No sé si este fenómeno – tan claramente contradictorio – se produce, con tanta naturalidad, en la historia y las costumbres de otras religiones. En el cristianismo es un hecho, que tiene una historia de siglos, y unas raíces que se adentran en los orígenes de la Iglesia. Y es que, por más vueltas que le demos al asunto, no es fácil entender la pasión de Jesús.

¿Dónde está la clave del problema? En los escritos más antiguos de la Iglesia, los documentos que llamamos el Nuevo Testamento, hay dos teologías, que no se han integrado debidamente la una en la otra, sino que se pensaron y se escribieron independientemente la una de la otra. Y que, en cuestiones muy decisivas, nos vienen a decir cosas que no son fáciles de armonizar. La primera de estas teologías (la que primero se escribió) fue la de San Pablo (entre los años 45 y 55). La segunda fue la de los evangelios (después del año 70, hasta los años 90).

La diferencia más obvia, que se advierte entre estas dos teologías, es que la de los evangelios es una teología narrativa, o sea, está construida sobre la base de una serie de relatos mediante los que se nos explica la forma de vida o el proyecto de vida que llevó el protagonista de tales relatos, un modesto galileo del s. I, Jesús de Nazaret.

La teología de San Pablo es una “teología especulativa”, es decir, está construida sobre la base de una serie de reflexiones religiosas, que no se refieren ya directamente al humilde galileo, que fue Jesús, sino al Hijo de Dios, Mesías y Señor nuestro (Rom 1, 4), que es Cristo, el Resucitado que está junto al Padre del Cielo.

Esto supuesto – y como es lógico – estas dos teologías nos ofrecen dos explicaciones de la pasión y muerte de Jesús. Según la teología de los evangelios, la decisión de la muerte de Jesús la tomó la autoridad religiosa (el Sanedrín: sumos sacerdotes, senadores y maestros de la Ley). Y esta decisión fue aprobada por la autoridad política, el prefecto del Imperio. El motivo de la condena a muerte fue religioso (a Jesús se le acusó de ser un peligro para el templo, ser y actuar como un blasfemo y un delincuente); y fue político (como el gobernador mandó poner sobre la cruz).

Según la teología de San Pablo, Cristo murió en la cruz, no por decisión humana alguna (un asunto que Pablo nunca menciona), sino porque los pecados se expían por la sangre, lo que se refiere a Cristo que soporta la ira desatada de Dios sobre todos los pecadores (Rom 3, 19-20. 25). Así, sobre el Crucificado cayó el juicio destructor de Dios, que, con la muerte de Jesús, condenó “el pecado en su carne” (Rom 8, 3). Lo que representa que, para san Pablo, Jesús se hizo “maldición” (Gal 3, 13) y “pecado” (2 Cor 5, 21) por nosotros. En definitiva, la teología de Pablo viene a ser la aceptación del principio sobrecogedor que presenta la carta a los Hebreos: “sin derramamiento de sangre no hay perdón” (Heb 9, 22).

Resumiendo: la pasión de Jesús, según la teología narrativa de los evangelios, se explica porque Jesús, en el que está presente Dios y se nos revela Dios (Jn 1, 18; 14, 9; Mt 11, 27 par), se enfrentó al sufrimiento humano (enfermedad, pobreza, hambre, marginación, desprecio, humillación, odio…). Según la teología especulativa de san Pablo, la pasión de Cristo se explica porque Dios necesitó el “sacrificio” y la “expiación” de los pecados, para así redimir al hombre pecador.

Ahora bien, aceptando que en el Nuevo Testamento se encuentran estas dos explicaciones de la pasión y muerte de Jesús el Señor, el problema concreto que se suele presentar, en la enseñanzas de la Iglesia y en la vida de los creyentes, está en que la explicación de la pasión, que ofrece Pablo, se ha constituido, se presenta y se le pide a la gente que la viva como el dogma de fe de nuestra salvación. Mientras que la explicación de la pasión, que presentan los evangelios, se le explica a la gente como un criterio de espiritualidad para practicar la devoción y la caridad cristiana.

Por supuesto, sabemos que Pablo insistió en la caridad y el amor cristiano (1 Cor 13, 1-13; Gal 5, 13-24; Rom 13, 8-10). Como sabemos que los evangelios hablan, una y otra vez, de la fe y de la salvación. Pero téngase en cuenta que, cuando Jesús habla de “salvación”, se refiere a la “curación de enfermedades“. Es decir, en los evangelios, “salvar” es remediar el “sufrimiento“.

Por eso, cuando Jesús le decía a alguien: “Tu fe te ha salvado“, lo que en realidad le decía es: “Tu seguridad en mí te ha curado” (Mc 5, 34; Mt 9, 22; Lc 8, 48; cf. Mc 10, 52; Mt 8, 10. 13; 9, 30; 15, 28; Lc 7, 9; 17, 19; 18, 42). Y llama la atención que Jesús elogia la fe de un centurión romano (Mt 8, 5-13; Lc 7, 1-10), de una mujer cananea (Mt 15, 21-28; Mc 7, 24-30) o de un leproso samaritano (Lc 17, 11-19), todos ellos, personas que no tendrían la fe en el Dios de Israel. Sin duda alguna, lo central en la teología de Pablo es la victoria sobre el pecado. Pero, si nos atenemos, a la teología de los evangelios, lo central es la victoria sobre el sufrimiento.

Todo esto supuesto, me atrevo a decir que, mientras este asunto no tenga la debida y autorizada explicación (y aplicación a la vida), la Iglesia no podrá cumplir con su tarea y su misión en el mundo. En definitiva, con una teología desajustada y desquiciada, no podemos tener sino una Iglesia igualmente desajustada y desquiciada. En otras palabras, mientras Pablo siga siendo más determinante que Jesús, en la teología y en la gestión de la Iglesia, ni la Iglesia ni los cristianos vamos a ninguna parte.

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Una semana diferente

Lunes, 21 de marzo de 2016
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BlackJesus

Para algunos será una semana de vacación y ocio. Para otros, semana de fe y de oración, de Cristos yacientes y Dolorosas con lágrimas en los ojos y espadas en el corazón.

Pero si el pueblo recuerda a Jesús no es porque sufrió y murió, sino porque resucitó. Nadie evoca ni celebra la muerte de un fracasado. Ni se entiende el dolor del Viernes Santo, sin la apoteosis del Domingo de Resurrección. Por eso, la Semana Santa, no puede considerarse como una enfermiza y caduca forma de recrearse en el dolor, sino como afirmación rotunda y gozosa de que, a través de la Cruz, se llega a la Pascua.  Que es Luz, Vida y Esperanza para los creyentes. Es la base de nuestra fe cristiana.

Hay algo que los cristianos debemos evitar en Semana Santa: convertirnos en meros espectadores de la Pasión. A este Dios sólo se le entiende cuando sabemos amar a los que sufren, acercarnos a ellos y compartir su Pasión. Como la Verónica y el Cirineo del Evangelio. La Semana Santa es buena ocasión para mirar a nuestro derredor, porque  son muchos los cristos anónimos que cargan con su cruz y suben al Calvario. Arrimar el hombro al dolor de este mundo es el mejor modo de resucitar con Él.

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“Acerca tu mano y métela en mi costado”, por Carlos Osma

Miércoles, 18 de noviembre de 2015
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santo+tomasDel blog de Carlos Osma, Homoprotestantes:

Me sorprende ver tanta energía malgastada en esconder las heridas con las que la heteronormatividad nos ha marcado. Tanta sonrisa falsa, tanto discurso políticamente correcto para hacer creer que no ha ocurrido nada, que todo ha sido fácil, que se ha superado la batalla contra la heterosexualidad obligatoria sin que el dolor y el sufrimiento nos haya empujado en más de una ocasión a la desesperación. Sigo sin entender porqué del armario sólo puede salir liberación y no sufrimiento, porqué nos cuesta tanto salir enteros.

No estoy hablando de mantener discursos de victimización que nos impidan vivir una vida feliz. No hay nada más triste que ver personas que se revuelcan en su dolor sin hacer nada para superarlo. He sido testigo muchas veces de como el dolor, el pesimismo y el sufrimiento son vividos de manera enfermiza, y de cómo algunas personas intentan ganarse el favor de los demás convirtiéndose constantemente en víctimas. Es una experiencia triste, pero no estoy hablando de hacer un espectáculo con el dolor padecido, sino de mostrar la realidad de nuestra experiencia, aunque no sea atrayente y bien vista por el discurso “ I’m a happy gay”.

La experiencia de todas las personas LGTBI que he conocido pasa por un punto que podría llamarse “muerte de las esperanzas heteronormativas”. Todas y todos hemos sido educados para ser unas mujeres o unos hombres que no somos, y eso irremediablemente no ha sido fácil, sino que ha necesitado de una lucha más o menos intensa según el contexto de cada cuál, con las personas que más queríamos y que a la vez podían hacernos más daño. Todas y todos los que vivimos “fuera del armario” hemos acabado muriendo a lo que deberíamos haber sido y hemos vuelto a nacer a lo que somos ahora. Conozco a cientos de personas LGTBI, y ninguna de ellas ha tenido un proceso similar al de cualquier heterosexual para autocomprenserse, sino que todas ellas han vivido en algún momento una ruptura, una muerte a los deseos heteronormativos con los que habían sido educadas. Y antes de esa muerte, siempre ha habido heridas y sufrimiento.

Es por esta razón que las personas LGTBI cristianas nos podemos sentir identificadas con Jesús de Nazaret. Su muerte no fue una paseo triunfal, allí hubo dolor y sufrimiento real, sentimiento de abandono de Dios. Y según nos relatan los evangelios, el Jesús resucitado no escondió las marcas que la muerte había dejado en su cuerpo, de hecho, tampoco negaban su resurrección, sino que eran pruebas irrefutables de que había resucitado. Y pienso que el evangelio con esto nos está diciendo algo importante: que las marcas del dolor que un día padecimos, no dicen nada en contra de nuestra nueva vida, sino que la afirman con rotundidad. Un día fuimos crucificados, pero Dios nos levantó de la muerte, y si lo ha hecho con nosotros, lo puede hacer con todas aquellas personas que viven crucificadas por la heteronormatividad. Nuestras marcas son el signo de la nueva vida para muchas personas, son evangelio, predicación de las buenas noticias, y por eso no deben ser escondidas.

Según el evangelio de Juan, el discípulo Tomás se negó a creer en la resurrección de Jesús hasta que no viera las marcas de los clavos en las manos del resucitado. A ese discípulo Jesús se le apareció y le dijo: “Pon aquí tus dedos y mira mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente[1]”. Jesús no utilizó sus heridas para victimizarse, ni para explicar lo que había sufrido, sino como prueba de que la muerte no tiene la última palabra y la nueva vida es posible. Si queremos acabar con la incredulidad de la heteronormatividad, si queremos llamar a la fe en un Jesús para todas y todos, lo tenemos que hacer también mostrando nuestro costado herido. No por exhibicionismo, sino para anunciar la vida plena.

Del armario hay que salir enteros, y para ello no deberíamos esconder ni minimizar lo que hemos sufrido. La denuncia de la cruz no la pueden hacer personas que borran las marcas de los clavos en sus manos. Que existe vida después de la muerte heteronormativa no lo pueden anunciar quienes esconden su costado traspasado. Que Dios está con nosotros, que nos ha resucitado, no lo pueden gritar quienes esconden que un día fueron crucificados. Si de verdad fuimos azotados, golpeados, traspasados y colgados en un madero, no borremos de nuestro cuerpo la prueba del poder de Dios. No impidamos ver a los demás, que Dios puede levantarles de la muerte.

Carlos Osma

[1] Jn 20,27

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Bendice, Señor, el espíritu quebrantado de los que sufren

Lunes, 16 de noviembre de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

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Bendice, Señor
el espíritu quebrantado de los que sufren,
la pesada soledad de los hombres,
de aquél que no encuentra nunca reposo,
el sufrimiento que nunca se le confía a nadie…
Y bendice el cortejo de las gentes
que en la noche no se dejan amedrentar
por el espectro de los caminos desconocidos.
Bendice la miseria de los hombres que están muriendo ahora.
Dales, Señor, un buen fin.
Bendice los corazones, Señor, los corazones llenos de amargura.
Sobre todo, alivia a los enfermos,
concede el olvido a aquellos a quienes has privado
de su bien más querido.
No dejes que nadie en la tierra  viva angustiado
Bendice a los alegres, Señor y protégeles,
A mí nunca me has librado, hasta ahora, de la tristeza.
Y a veces me pesa demasiado;
pero Tú me das fuerza
y así puedo cargar con ella.

*

Edith Stein,
Extracto de La Ciencia de la Cruz.

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Espinal, o el riesgo de un mártir descafeinado

Lunes, 13 de julio de 2015
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559ef1dd8ba0fVoces. Daniel Mercado. [Información de la Comunidad] El crucifijo que regaló Evo Morales al Papa ha desencadenado un aluvión de comentarios. Muchos medios y las redes sociales se han prodigado en críticas, descalificaciones y hasta furibundas reacciones. “Crucifijo comunista”, “oxímoron”, “regalo insultante” han sido algunas de las expresiones más benevolentes.

No acostumbro a sumarme sin más a la corriente imperante y menos en este caso donde detrás de las críticas hay ideología, no precisamente en la mejor de sus acepciones, y falta de conocimiento, por no llamarle ignorancia.

Para entender el gesto de Morales, es importante, saber que el regalo en cuestión es reproducción de un tallado hecho por Luis Espinal, el mismo jesuita homenajeado por el Papa. Él talló esa imagen en madera y decidió colocar allí el Cristo de la cruz que recibió cuando hizo sus votos. Un gesto muy significativo, porque ponía en contacto el centro de su vocación, Cristo, con el emblema de una ideología que era motivo de muchas de sus inquietudes.

Con el crucifijo de marras, se ha puesto de manifiesto que probablemente se conoce poco de Espinal o que se olvida deliberadamente aspectos esenciales de su vida por incómodos. Espinal no murió por casualidad, fue secuestrado, salvajemente torturado en un matadero, asesinado a sangre fría y finalmente su cadáver fue abandonado en un basurero, como desecho de una sociedad que castiga a quien no le sirve.

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Luis Espinal y su cadáver tras ser torturado y asesinado.

Espinal murió a consecuencia de una vida coherente con el Evangelio, denunciando la injusticia, defendiendo los derechos de las personas, violados sistemáticamente por los poderosos. Murió porque peleó contra la injusticia y del lado de las víctimas, murió porque hubo personas dispuestas a crímenes atroces con tal de proteger sus privilegios.

A los personajes proféticos, las sociedades se las arreglan para domesticarlos. De Luis Espinal se preferiría hacer un mártir descafeinado, quitándole todo lo que incomoda para hacerlo inocuo y dejarlo listo para consumo masivo: una estampita de adorno. El incidente del crucifijo ha puesto en evidencia que muchos recuerdan a Lucho, pero no su significado. Un simple símbolo ideológico ha provocado revuelo y la indignación de algunos, esos a los que no les llama la atención, mucho menos les parece incoherente, un Cristo crucificado en una cruz de oro y piedras preciosas.

Si Luis Espinal sobrevive en nuestra memoria no es para tranquilizar conciencias, darnos una palmada en el hombro mientras ante la injusticia preferimos mirar para otro lado. Su vida, escritos y arte, también el controvertido crucifijo, están ahí interpelándonos. Luis nos recordará siempre, una y otra vez, a todos los creyentes que “una religión que no tenga la valentía de hablar a favor del hombre, tampoco tiene derecho de hablar a favor de Dios”.

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Fuente Blog de Cristianismo y Justicia

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La verdadera Buena Noticia

Jueves, 9 de abril de 2015
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

Camino del Calvario

“Se ha usado y abusado tanto del lenguaje del cristianismo que a veces se desconfía de él: no sabemos si detrás de la palabra ‘cruz’ se encuentra la experiencia de misericordia y salvación, o sólo la amenaza de castigo.

Si mis palabras significan algo para ti, puedo decir que he experimentado que la Cruz significa misericordia y no crueldad, verdad y no engaño, que la nueva de la verdad y el amor de Jesús es, en efecto, la verdadera buena noticia, pero en nuestro tiempo se proclama en lugares extraños.

Y tal vez se anuncie más en ti que en mí; lo digo sin sentir vergüenza ni culpa, porque he aprendido a alegrarme de que Jesús esté en el mundo en personas que no saben que Él está actuando en ellas cuando piensan que están lejos de él, y me alegra decirte que esperes, aunque pienses que para ti toda esperanza es imposible.

Espera, no porque pienses que puedes ser bueno, sino porque Dios nos ama independientemente de nuestros méritos y todo lo bueno que hay en nosotros viene de su amor, no de nuestras obras.

Espera, porque Jesús está con los pobres, marginados y quizá despreciados incluso por quienes deberían buscarlos y cuidar de ellos con el mayor amor, porque actúan en nombre de Dios.

Nadie en el mundo tiene motivos para desesperar de Jesús, porque Jesús ama al ser humano, lo ama en su pecado, y también nosotros debemos amar al ser humano en su pecado.”

*

THOMAS MERTON.
Carta incluída en “El Libro de Las Horas”. Sal Terrae

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En esta tarde, Cristo del Calvario.

Viernes, 3 de abril de 2015
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Cristo-Cellini-Escorial[1]

En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta.

Amén,

*

Gabriela Mistral

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“Crucificados con Jesús”, por Carlos Osma

Viernes, 3 de abril de 2015
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CrucificadoDe su blog Homoprotestantes:

La cruz es el lugar donde se evidenció que Jesús no era el Mesías, o al menos el Mesías que todos esperaban. Las expectativas de sus seguidores, que le habían aclamado a la entrada de Jerusalén pensando que traería un nuevo Reino de justicia, se vieron defraudadas por tan dramático final. La crucifixión fue una decepción, un desengaño, una confrontación con la terrible y dura realidad de siempre. Allí, en el Calvario, se evaporó la ingenuidad de quienes esperaban al Mesías oficial, al proclamado y anhelado desde hacia cientos de años. El Mesías de verdad no era ese, el que dios prometió enviar no podía avergonzar con el fracaso a quienes por tanto tiempo lo aguardaban.

El escándalo de la cruz tiene mucho que ver con nuestro propio escándalo, con el escándalo de las personas LGTBI que han tenido que lidiar con las expectativas que se han depositado sobre ellas. Es muy evidente que, como Jesús, no somos quien se esperaba que fuésemos. No somos los hijos e hijas heterosexuales del dios patriarcal, por mucho que durante años hayamos jugado al despiste. Nuestra manera de ser y sentir nos impide satisfacer los sueños que habían depositado sobre nosotros familiares, amistades e iglesias. No somos las mujeres y los hombres que ellas y ellos esperaban, no lo somos, y es por ello que la cruz siempre nos espera.

Se puede vivir toda la vida con miedo y escondido, es lo que intentaron hacer los discípulos de Jesús cuando a éste lo apresaron. La cobardía es natural, es parte de nuestro instinto de supervivencia. La huída es el primer impulso, el silencio y el ocultamiento vienen siempre después. El temor guía la vida de quienes juegan a ser el Mesías que los demás esperan. Se puede morir así toda la vida, no es una elección fácil enfrentarse a la realidad.

Pero sólo cuando crucificamos con Jesús lo que se nos obliga ser, y sentimos el rechazo y el insulto, descubrimos quienes somos en realidad. Sólo cuando colgados de los maderos que se levantan en las afueras de las casas y de los templos rompemos los sueños y esperanzas que se depositaron sobre nosotros desde que nacimos, podemos llegar a ser quien realmente somos. La cruz es la salida del armario de un Mesías no normativo, y por eso la cruz, el principal símbolo del cristianismo, es el lugar en el que muere de una vez para siempre todo aquello que no somos, todas las mentiras en las que nos hemos escondido, todos los deseos por estar a la altura de quienes dicen amarnos. En el Gólgota nuestra heterosexualidad impostada fue crucificada de una vez para siempre.

Justo en el momento en el que la ley de la sangre nos abandona, cuando empieza a salir a borbotones de nuestras manos, nuestros pies y nuestra frente, empezamos a ver que la cruz tiene un sentido salvífico para las personas LGTBI. Cuando nuestro costado deja de verter sangre y de él mana el agua de la vida, somos conscientes de que ya quedan pocos instantes para que todo lo que deberíamos haber sido, desaparezca para siempre. Ya no hay exigencias imposibles, negaciones estúpidas, odio interiorizado… Cuando por fin levantamos la voz al cielo y gritamos con fuerza al dios que nos atormenta: “dios mío, dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, es entonces cuando sabemos que el antiguo yo heterosexual que nunca llegamos a ser, ha sido crucificado juntamente con Jesús. A partir de ahí, ya no vivirá él, sino Dios en nosotros.

Tras la crucifixión de quienes no somos, viene la resurrección de lo que Dios siempre quiso para nosotros. La resurrección de Jesús por parte de Dios, es la convicción en la que se basa la fe cristiana, pero también el anuncio de que es posible otra vida para las personas LGTBI que han decidido dejar atrás lo que no eran. En Cristo, lesbianas, gays, trans, bisexuales e intersexuales somos levantados de la muerte por Dios. En el hecho principal en el que se apoya el cristianismo, podemos ver el camino que Dios pone por delante nuestro. La vida de verdad viene después de la renuncia, de la perdida, de la cruz. La vida de verdad viene después de la muerte de lo que no somos, cuando hemos sido capaces de renunciar a lo que Dios no quería para nosotros.

Atrás quedan las expectativas que no pudimos satisfacer, las verdades a medias, el sentimiento de haber defraudado a personas queridas, el miedo al rechazo… Atrás, en la cruz queda el Mesías que los demás esperaban, pero que nosotros no éramos. Ahora viene por fin la vida, la capacidad de perdonar, de amarnos a nosotros mismos. Ahora viene por fin nuestro presente y nuestro futuro, que podemos compartir realmente con quienes tenemos a nuestro lado. Ahora llegan nuestros proyectos, ilusiones, esperanzas… Ahora, resucitados juntamente con Cristo, llega lo que no teníamos: la vida.

Carlos Osma

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Una Semana diferente

Lunes, 30 de marzo de 2015
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Para algunos será una semana de vacación y ocio. Para otros, semana de fe y de oración, de Cristos yacientes y Dolorosas con lágrimas en los ojos y espadas en el corazón.

Pero si el pueblo recuerda a Jesús no es porque sufrió y murió, sino porque resucitó. Nadie evoca ni celebra la muerte de un fracasado. Ni se entiende el dolor del Viernes Santo, sin la apoteosis del Domingo de Resurrección. Por eso, la Semana Santa, no puede considerarse como una enfermiza y caduca forma de recrearse en el dolor, sino como afirmación rotunda y gozosa de que, através de la Cruz, se llega a la Pascua.  Que es Luz, Vida y Esperanza para los creyentes. Es la base de nuestra fe cristiana.

Hay algo que los cristianos debemos evitar en Semana Santa: convertirnos en meros espectadores de la Pasión. A este Dios sólo se le entiende cuando sabemos aamar a los que sufren, acercarnos a ellos y compartir su Pasión. Como la Verónica y el Cirineo del Evangelio. La Semana Santa es buena ocación para mirara nuestro derredor, porque  son muchos los cristos anónimos que cargan con su cruz y suben al Calvario. Arrimar el hombro al dolor de este mundo es el mejor modo de resucitar con Él.

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Hacia Tí…

Sábado, 21 de febrero de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

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Jesús, mi bien amado

Todos los que te ven se burlan de ti y te humillan.

Te suplico  Señor mío y Dios mío

volver a tí por tu  camino de cruz y tu crucifixión

presente a nuestras almas.

¡ Que se inflamen de amor!

¡ Que podamos, unidos en un mismo espíritu

abrazar tu cruz de gloria!

*

Christine, sœur de la Communion Béthanie.

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