Comentarios desactivados en El Poder Judicial peruano dejó sin protección explícita a las personas LGBTI+
Por Verónica Ferrari
Foto: Esteban Marchand
El Consejo Ejecutivo del Poder Judicial, una de las más altas instancias del sistema de administración de justicia en el Perú, decidió adherirse a las “100 Reglas de Brasilia sobre Acceso a la Justicia para Personas en Condición de Vulnerabilidad”, pero excluyendo de forma explícita y particular a la población LGTBIQ+. Esta decisión homofóbica fue tomada en enero del presente año, pero recién circuló en julio cuando la Resolución N° 002-2020-CE-PJ llegó a las oficinas de todos los jueces del Perú.
El juez supremo Javier Arévalo Vela sustentó esta decisión señalando en su escrito que la orientación sexual, en condiciones normales, es heterosexual, y que cualquier otra situación se debe a causas psicológicas y sociales. En pocas palabras, llamó a las personas LGTBIQ+, anormales, enfermas mentales o con algún trauma social, lo que es un delito pues en el Código Penal peruano, desde el 2017, se sanciona la discriminación por orientación sexual e identidad de género. Además es anticonstitucional, pues la Constitución Política del Perú protege y garantiza la dignidad de todos y todas sus ciudadanas.
La Resolución fue publicada el día de hoy en el Diario Oficial El Peruano. Esto causó conmoción en el activismo LGTBIQ+ y en algunos jueces que venían sacando adelante una serie de actividades alrededor del reconocimiento de la población LGTBIQ+. Por ejemplo, el primer Congreso Nacional de Acceso a la Justicia para Personas Víctimas de Discriminación y Violencia por motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género, realizado en 2019. Este evento fue aprobado por el mismo Consejo que ahora decide retirar a la población LGTBIQ+ del acceso a justicia. Al respecto, el juez supremo provisional Carlos Calderón, organizador de este evento, señaló para Presentes que “esta resolución es un retroceso, un olvido total de las sentencias de la CorteIDH y un hecho doloroso, frustrante y triste a la vez”.
La jueza Janet Tello, presidenta de la Comisión Permanente de Acceso a la Justicia de Personas en Condición de Vulnerabilidad, envió una solicitud de reconsideración a los consejeros. Allí señala que no es posible que desconozcan la reciente condena al Perú por el caso Azul Marín (2008), en donde la CorteIDH, en abril de este año, señala que los operadores de justicia no tuvieron la debida diligencia y sus prejuicios homofóbicos actuaron en contra de la joven trans torturada y violada en una comisaría, lo que no le permitió alcanzar justicia hasta doce años después.
La adhesión a las Reglas de Brasilia permitía que se realizaran protocolos de atención para cada población en situación de vulnerabilidad, documentos que ya estaban siendo elaborados por los juzgados determinados. En este caso, el protocolo de acceso a la justicia para personas LGTBIQ+ lo estaban realizando las cortes de Ucayali, Madre de Dios, Huancavelica, Áncash y Lima, que frente a esta situación se han quedado en el vacío.
Presentes se comunicó con Jonatan Basagoitia, juez superior de la Corte Superior de Justicia de Ucayali, encargada de elaborar el protocolo para población LGTBIQ+, quien también lamentó lo ocurrido: “Ha sido una decisión arbitraria y homofóbica del Consejo Ejecutivo, ha sido un retroceso porque es Ucayali quien está elaborando el Protocolo de Acceso a la Justicia para la población LGTBIQ+, y es el Consejo el que tenía que aprobar este protocolo, felizmente ya se ha presentado el recurso de reconsideración que todavía da tiempo para que resuelvan en pro de la comunidad. En caso se desestime la reconsideración, solo queda ir a un proceso de amparo”.
Un amparo contra la propia justicia peruana que hoy decidió negar la dignidad de las personas LGTBIQ+.
Comentarios desactivados en Leonardo Boff: “¿Vale más el lucro o la vida? Lo que nos está salvando es lo que le falta al capitalismo: la solidaridad, la cooperación”
“El capitalismo se caracteriza por explotar hasta el límite la fuerza de trabajo, por el pillaje de los bienes y servicios de la naturaleza, en fin, por la mercantilización de todas las cosas”
“¿Debemos salvar la economía o salvar vidas humanas? Si hubiéramos seguido la lógica del capital, todos estaríamos en peligro”
“Los que buscan una transición paradigmática, dentro de la cual me sitúo yo, deben proponer otra forma de habitar la Casa Común”
Para comprender el significado del coronavirus, tenemos que encuadrarlo en su debido contexto, no verlo aisladamente bajo la perspectiva de la ciencia y de la técnica siempre necesarias. El coronavirus viene da la naturaleza, contra la cual los seres humanos, particularmente a través del capitalismo global desde hace siglos, llevan a cabo una guerra sistemática contra esta naturaleza y contra la Tierra.
El capitalismo neoliberal gravemente herido
Concentrémonos en la causa principal que es el orden capitalista. Conocemos la lógica del capitalismo. Él se caracteriza por explotar hasta el límite la fuerza de trabajo, por el pillaje de los bienes y servicios de la naturaleza, en fin, por la mercantilización de todas las cosas. De una economía de mercado hemos pasado a una sociedad de mercado. En ella las cosas inalienables se transforman en mercancía: Karl Marx en su Miseria de la Filosofía de 1847, lo ha descrito bien: «Cosas intercambiadas, dadas pero jamás vendidas… todo se ha vuelto venal como la virtud, el amor, la opinión, la ciencia y la conciencia… todo se ha vuelto vendible y llevado al mercado». Él llamó a esto el “tiempo de la corrupción general y de la venalidad universal” (ed.Vozes 2019, p.54-55). Es lo que se implantó desde el fin de la segunda guerra mundial.
Nosotros seres humanos, bajo el modo de producción capitalista hemos roto todos los lazos con la naturaleza, convirtiéndola en un baúl de recursos, considerados ilusamente ilimitados, en función de un crecimiento considerado también ilusamente ilimitado. Resulta que un viejo y limitado planeta no puede soportar un crecimiento ilimitado.
La Tierra viva, Gaia, un superorganismo que articula todos los factores para continuar viva y producir y reproducir siempre todo tipo de vida, ha empezado a reaccionar y a contraatacar mediante el calentamiento global, los eventos extremos en la naturaleza, y el envío de sus armas letales, que son los virus y las bacterias (gripe porcina, aviar, H1N1, zika, chikungunya, SARS, ébola y otros), y ahora el de la COVID-19, invisible, global y letal.
Este virus ha puesto a todos de rodillas, especialmente a las potencias militaristas cuyas armas de destrucción masiva (que podrían destruir toda la vida varias veces) resultan totalmente superfluas y ridículas.
A propósito de la COVID-19 ha quedado claro que cayó como un meteoro rasante sobre el capitalismo neoliberal desmantelando su ideario: el beneficio, la acumulación privada, la competencia, el individualismo, el consumismo, el estado mínimo y la privatización de la cosa pública y los bienes comunes. Ha sido gravemente herido. Ha producido demasiada iniquidad humana, social y ecológica, hasta el punto de poner en peligro el futuro del sistema-vida y del sistema-Tierra.
Mientras, planteó inequívocamente la disyuntiva: ¿vale más el lucro o la vida? ¿Debemos salvar la economía o salvar vidas humanas? Según el ideario del capitalismo, la elección sería salvar la economía en primer lugar y luego las vidas humanas. Pero hasta hoy nadie ha encontrado la fórmula mágica para articular las dos cosas: producir riqueza y evitar la contaminación de los trabajadores. Si hubiéramos seguido la lógica del capital, todos estaríamos en peligro.
Lo que nos está salvando es lo que le falta a él: la solidaridad, la cooperación, la interdependencia entre todos, la generosidad y el cuidado mutuo de la vida de unos y otros y de todo lo que vive y existe.
Alternativas posibles para el poscoronavirus
El gran desafío que se nos plantea a cada uno de nosotros, la gran pregunta, especialmente a los dueños de las grandes corporaciones multinacionales es: ¿Cómo continuar? ¿Volver a lo que era antes? ¿Recuperar el tiempo y los beneficios perdidos?
Muchos dicen: volver simplemente a lo que era antes sería un suicidio, porque la Tierra podría volver a contraatacar con virus más violentos y mortales. Los científicos ya han advertido que dentro de poco podemos sufrir un ataque aún más feroz si no aprendemos la lección de cuidar la naturaleza y desarrollamos una relación más amistosa con la Madre Tierra.
Enumero aquí algunas alternativas, pues los señores del capital y las finanzas están en una furiosa pugna entre ellos para salvaguardar sus intereses y sus fortunas. La primera alternativa sería volver al sistema capitalista neoliberal pero ahora de forma extremadamente radical. El 0,1% de la humanidad, los multimillonarios, serían quienes utilizarían la inteligencia artificial con capacidad para controlar a cada persona del planeta, desde su vida íntima a la privada y la pública. Sería un despotismo de otro orden, cibernético, bajo la égida del control/dominación total de la vida de las poblaciones.
Esta alternativa no ha aprendido nada de la COVID-19, ni ha incorporado el factor ecológico. Bajo la presión general puede asumir una responsabilidad socioecológica para no perder beneficios ni seguidores. Pero siempre que hay un poder dominador surge un antipoder incluso con rebeliones causadas por el hambre y la desesperación.
La segunda alternativa sería el capitalismo verde, que ha sacado lecciones del coronavirus y ha incorporado el hecho ecológico: reforestar lo devastado, conservar la naturaleza existente al máximo. Pero no cambiaría el modo de producción ni la búsqueda de beneficio.
Lo verde no discute la desigualdad social perversa y haría de todos los bienes naturales una ocasión de ganancia. Ejemplo: no sólo ganar con la miel de abejas, sino también con su capacidad de polinizar otras plantas. La relación con la naturaleza y la Tierra es utilitaria y no se le reconocen derechos, como declara la ONU, ni su valor intrínseco, independiente del ser humano. Sigue todavía antropocéntrico.
La tercera sería el comunismo de tercera generación, que no tendría nada que ver con las anteriores, poniendo los bienes y servicios del planeta bajo una administración colectiva y central. Podría ser posible, pero supone una nueva conciencia, además de no dar centralidad a la vida en todas sus formas. Seguiría siendo antropocéntrico. Está en parte representado por los filósofos Zizek y Badiou. Debido a los perjuicios existentes y al recuerdo de lo que fue el comunismo de Estado del imperio soviético, controlador y represor, tiene pocos seguidores.
La cuarta sería el eco-socialismo, con mayores posibilidades. Supone un contrato social global con un centro plural de gobierno para resolver los problemas globales de la humanidad. Los bienes y servicios naturales limitados y muchos no renovables se distribuirían equitativamente entre todos, con un consumo decente y sobrio que incluiría también a toda la comunidad de la vida, que también necesita medios de vida y de reproducción.
Esta alternativa estaría dentro de las posibilidades humanas, a condición de desarrollar una sólida conciencia ecológica, volverse un dato de toda la sociedad con responsabilidad por la Tierra y la naturaleza. A mi juicio es todavía sociocéntrico. Le falta incorporar la nueva cosmología y los datos de las ciencias de la vida, de la complejidad, viendo a la Tierra como un momento del gran proceso cosmogénico, biogénico y antropogénico: Tierra como Gaia, un superorganismo que se autorregula y garantiza la vida de todos los vivientes.
La quinta alternativa sería el buen vivir y convivir, ensayada durante siglos por los pueblos andinos. Es profundamente ecológica, porque considera a todos los seres como portadores de derechos. El eje articulador es la armonía que comienza con la familia, con la comunidad, con la naturaleza, con todo el universo, con los antepasados y con la Divinidad. Esta alternativa tiene un alto grado de utopía pero quizás la humanidad, cuando se descubra a sí misma como una especie viviendo en una única Casa Común, sea capaz de lograr el buen vivir y convivir.
Conclusión de esta parte: Está claro que la vida, la salud y los medios de vida están en el centro de todo, no el beneficio y el desarrollo (in)sostenible. Se exigirá más Estado con más seguridad sanitaria para todos, un Estado que satisfaga las demandas colectivas y promueva un desarrollo que obedezca a los límites y al alcance de la naturaleza.
Como el problema del coronavirus es global se hace necesario un contrato social global, con un cuerpo plural de dirección y coordinación, para implementar una solución global. O salvamos a la naturaleza y a la Tierra o engrosaremos la procesión de los que se dirigen al abismo.
¿Cómo buscar una transición ecológica, exigida por la acción mortífera de la COVID-19? ¿Por dónde empezar?
No podemos subestimar el poder del “genio” del capitalismo neoliberal: él es capaz de incorporar los datos nuevos, transformarlos en su beneficio privado y usar para ello todos los medios modernos de robotización, la inteligencia artificial con sus miles de millones de algoritmos y eventualmente las guerras híbridas. Puede convivir sin piedad, indiferente, con los millones y millones de hambrientos y arrojados a la miseria.
Por otra parte, los que buscan una transición paradigmática, dentro de la cual me sitúo yo, deben proponer otra forma de habitar la Casa Común, con una convivencia respetuosa de la naturaleza y cuidado con todos los ecosistemas, deben generar en la base social otro nivel de conciencia y nuevos sujetos portadores de esta alternativa. Para esa inmensa tarea tenemos que descolonizarnos de las visiones del mundo y de falsos valores como el consumismo inculcados por la cultura del capital. Tenemos que ser antisistema y alternativos.
Presupuestos para una transición bien sucedida
El primero es la vulnerabilidad de la condición humana, expuesta a ser atacada por enfermedades, bacterias y virus. Dos factores están en el origen de la invasión de microorganismos letales: la excesiva urbanización humana que ha avanzado sobre los espacios de la naturaleza destruyendo los hábitats naturales de los virus y las bacterias, que saltan a otro ser vivo o al cuerpo humano. El 83% de la humanidad vive en ciudades.
El segundo factor es la deforestación sistemática debida a la voracidad del capital, que busca la riqueza con el monocultivo de soja, de caña de azúcar, de girasol o con la producción de proteínas animales (ganado), devastando bosques y selvas, y desequilibrando el régimen de humedad y de lluvias en extensas regiones como la Amazonía.
Segundo presupuesto: la inter-retro-relación de todos con todos. Somos, por naturaleza, un nudo de relaciones orientado hacia todas las direcciones. La bioantropología y la psicología evolutiva han dejado claro que la esencia específica del ser humano es cooperar y relacionarse con todos. No hay ningún gen egoísta, formulado por Dawkins a finales de los 60 del siglo pasado sin ninguna base empírica. Todos los genes están interrelacionados entre sí y dentro de las células. Nadie está fuera de la relación. En este sentido, el individualismo, valor supremo de la cultura del capital, es antinatural y no tiene ninguna sustentación biológica.
Tercero presupuesto es el cuidado esencial: Pertenece a la esencia de lo humano el cuidado sin el cual no subsistiríamos. El cuidado es además una constante cosmológica: las cuatro fuerzas que sostienen el universo (la gravitatoria, la electromagnética, la nuclear débil y la nuclear fuerte) actúan sinérgicamente con extremo cuidado sin el cual no estaríamos aquí reflexionando sobre estas cosas.
El cuidado supone una relación amiga de la vida, protectora de todos los seres porque los ve como un valor en sí mismos, independiente del uso humano. Fue la falta de cuidado de la naturaleza, devastándola, lo que hizo que los virus perdieran su hábitat, conservado durante miles de años y pasaran a otro animal o al ser humano. El ecofeminismo ha aportado una contribución significativa a la preservación de la vida y de la naturaleza con la ética del cuidado desarrollada por ellas, porque el cuidado es del ser humano, pero adquiere una especial densidad en las mujeres.
Cuarto presupuesto: la solidaridad como opción consciente. La solidaridad está en el corazón de nuestra humanidad. Los bioantropólogos nos han revelado que este dato es esencial al ser humano. Cuando nuestros antepasados buscaban sus alimentos, no los comían aisladamente. Los llevaban al grupo y servían a todos empezando por los más jóvenes, después a los mayores y luego a todos los demás. De esto surgió la comensalidad y el sentido de cooperación y solidaridad. Fue la solidaridad la que nos permitió dar el salto de la animalidad a la humanidad. Lo que fue válido ayer también vale para hoy.
Esta solidaridad no existe sólo entre los humanos. Es otra constante cosmológica: todos los seres conviven, están involucrados en redes de relaciones de reciprocidad y solidaridad de forma que todos puedan ayudarse mutuamente a vivir y co-evolucionar. Incluso el más débil, con la colaboración de otros subsiste, tiene su lugar en el conjunto de los seres y coevoluciona.
“El ecofeminismo ha aportado una contribución significativa a la preservación de la vida y de la naturaleza con la ética del cuidado desarrollada por ellas”
El sistema del capital no conoce la solidaridad, solo la competición que produce tensiones, rivalidades y verdaderas destrucciones de otros competidores en función de una mayor acumulación. Hoy en día el mayor problema de la humanidad no es ni el económico, ni el político, ni el cultural, ni el religioso, sino la falta de solidaridad con otros seres humanos que están a nuestro lado. El capitalismo ve a cada uno como un consumidor eventual, no como una persona humana con sus preocupaciones, alegrías y sufrimientos.
Es la solidaridad la que nos está salvando ante el ataque del coronavirus, empezando por el personal sanitario que arriesga desinteresadamente su vida para salvar otras vidas. Vemos actitudes de solidaridad en toda la sociedad, pero especialmente en las periferias, donde la gente no puede aislarse socialmente y no tiene reservas de alimentos. Muchas familias que recibieron canastas de alimentos las repartían con otros más necesitados.
Pero no basta con que la solidaridad sea un gesto puntual. Debe ser una actitud básica, porque está en la esencia de nuestra naturaleza. Tenemos que hacer la opción consciente de ser solidarios a partir de los últimos e invisibles, de aquellos que no cuentan para el sistema imperante y son considerados como ceros económicos, prescindibles. Sólo así deja de ser selectiva y engloba a todos, porque todos somos coiguales y nos unen lazos objetivos de fraternidad.
Transición hacia una civilización biocentrada
Toda crisis hace pensar y proyectar nuevas ventanas de posibilidades. El coronavirus nos ha dado esta lección: la Tierra, la naturaleza, la vida en toda su diversidad, la interdependencia, la cooperación y la solidaridad deben ser centrales en la nueva civilización si queremos sobrevivir.
Parto de la interpretación siguiente: que nosotros fuimos los primeros que atacamos a la naturaleza y a la Madre Tierra durante siglos, pero ahora la reacción de la Tierra herida y la naturaleza devastada se está volviendo en contra nuestra. Tierra-Gaia y naturaleza están vivas y en tanto que vivas sienten y reaccionan a las agresiones. La multiplicación de señales que la Tierra nos ha enviado, empezando por el calentamiento global, la erosión de la biodiversidad del orden de 70-100 mil especies por año (estamos dentro de la sexta extinción masiva en la era del antropoceno y del necroceno) y otros eventos extremos, deben ser captados e interpretados.
O cambiamos nuestra relación con la Tierra y la naturaleza en el sentido de sinergia, cuidado y respeto, o la Tierra puede no querernos más sobre su superficie. Y esta vez no hay un arca de Noé que salve a algunos y deje perecer a los demás. O todos nos salvamos o todos pereceremos.
Casi todos los análisis de la COVID-19 se centraron en la técnica, la medicina, la vacuna para salvar vidas, el aislamiento social y el uso de mascarillas para protegernos y no contaminar a los demás. Todo eso hay que hacerlo y es indispensable.
Rara vez se habla de la naturaleza, aunque el virus vino de la naturaleza. Eso lo hemos olvidado. La transición de una sociedad capitalista de superproducción de bienes materiales a una sociedad que sustente toda la vida con valores humano-espirituales como el amor, la solidaridad, la compasión, la interdependencia, la justa medida, el respeto y el cuidado no se producirá de la noche a la mañana.
Será un proceso difícil que requiere, en palabras del Papa Francisco en su encíclica “Sobre el cuidado de la Casa Común”, una “conversión ecológica radical”, que nos llevará a incorporar relaciones de cuidado, protección y cooperación: un desarrollo hecho con la naturaleza y no contra la naturaleza.
El sistema imperante puede conocer una larga agonía, pero no tendrá futuro. En mi opinión, no seremos nosotros los que lo derrotaremos para siempre, sino la propia Tierra, negándole las condiciones para su reproducción al haber excedido los límites de los bienes y servicios de la Tierra superpoblada. Este colapso se verá reforzado por la acumulación de críticas y de prácticas humanas que siempre se han resistido a la explotación capitalista.
La incorporación del nuevo paradigma cosmológico, biológico y antropológico
Para una nueva sociedad posCOVID-19 hay que asumir los datos del nuevo paradigma, que ya tiene un siglo de existencia pero que hasta ahora no ha logrado conquistar la conciencia colectiva ni la inteligencia académica, ni mucho menos la cabeza de los “decision makers” políticos.
Este paradigma es cosmológico. Parte del hecho de que todo se originó a partir del big bang ocurrido hace 13.7 mil millones de años. De su explosión salieron las estrellas rojas gigantes y con su explosión, las galaxias, las estrellas, los planetas, la Tierra y nosotros mismos. Todos estamos hechos de polvo cósmico. La Tierra que tiene ya 4.3 mil millones de años y la vida unos 3.8 mil millones de años están vivas. La Tierra, y esto es un dato de ciencia ya aceptado por la comunidad científica, no sólo tiene vida en ella sino que está viva y produce todo tipo de vidas.
El ser humano que apareció hace unos 10 millones de años es la porción de la Tierra que en un momento de alta complejidad comenzó a sentir, a pensar, a amar y a cuidar. Por eso hombre viene de humus, de tierra buena.
Inicialmente mantenía una relación de coexistencia con la naturaleza, luego pasó a intervención en ella a través de la agricultura y en los últimos siglos ha llegado a la agresión sistemática mediante la tecnociencia. Esta agresión se ha llevado a cabo en todos los frentes hasta el punto de poner en peligro el equilibrio de la Tierra y ser incluso una amenaza de autodestrucción de la especie humana con armas nucleares, químicas y biológicas.
Esta relación de agresión está detrás de la actual crisis de salud. De seguir adelante, la agresión podría traernos crisis más fuertes hasta aquello que los biólogos temen: The Next Big One, aquel próximo gran virus inatacable y fatal que llevará a la desaparición de la especie humana de la faz de la Tierra.
Para evitar este posible armagedón ecológico, es urgente renovar con la Tierra viva el contrato natural violado: ella nos da todo lo que necesitamos y garantiza la sostenibilidad de los ecosistemas. Y nosotros, según el contrato, le devolvemos cuidado, respeto a sus ciclos y le damos tiempo para que regenere lo que le quitamos. Este contrato natural ha sido roto por ese estrato de la humanidad que explota los bienes y servicios, deforesta, contamina las aguas y los mares.
Es decisivo renovar el contrato natural y articularlo con el contrato social: una sociedad que se siente parte de la Tierra y de la naturaleza, que asume colectivamente la preservación de toda la vida, mantiene en pie sus bosques que garantizan el agua necesaria para todo tipo de vida, regenera lo que fue degradado y fortalece lo que ya está preservado.
La relevancia de la región: el biorregionalismo
Dado que la ONU ha reconocido a la Tierra como la Madre Tierra y los derechos de la naturaleza, la democracia tendrá que incorporar nuevos ciudadanos, como los bosques, las montañas, los ríos, los paisajes. La democracia sería socio-ecológica. Solamente Bolivia y Ecuador han inaugurado el constitucionalismo ecológico al reconocer los derechos de la Pacha Mama y de los demás seres de la naturaleza.
La vida será el faro orientador y la política y la economía estarán al servicio no de la acumulación sino de la vida. El consumo, para que sea universalizado, deberá ser sobrio, frugal, solidario. Y la sociedad estará suficiente y decentemente abastecida.
Para finalizar, una palabra sobre el biorregionalismo. La punta de lanza de la reflexión ecológica se está concentrando actualmente en torno a la región. Tomando la región, no como ha sido definida arbitrariamente por la administración, sino con la configuración que ha hecho la naturaleza, con sus ríos, montañas, bosques, llanuras, fauna y flora y especialmente con los habitantes que viven allí. En la biorregión se puede crear realmente un desarrollo sostenible que no sea meramente retórico sino real.
Las empresas serán preferentemente medianas y pequeñas, se dará preferencia a la agroecología, se evitará el transporte a regiones distantes, la cultura será un importante elemento de cohesión: las fiestas, las tradiciones, la memoria de personas notables, la presencia de iglesias o religiones, los diversos tipos de escuelas y otros medios modernos de difusión, de conocimiento y de encuentro con la gente.
Pensando en un futuro posible con la introducción del bioregionalismo, la Tierra sería como un mosaico hecho con distintas piezas de diferentes colores: son las diferentes regiones y ecosistemas, diversos y únicos, pero todos componiendo un único mosaico, la Tierra. La transición se hará mediante procesos que van creciendo y articulándose a nivel nacional, regional y mundial, haciendo crecer la conciencia de nuestra responsabilidad colectiva de salvar la Casa Común y todo lo que le pertenece.
La acumulación de nueva conciencia nos permitirá saltar a otro nivel donde seremos amigos de la vida, abrazaremos a cada ser porque todos, desde las bacterias originales, pasando por los grandes bosques, los dinosaurios, los caballos, los colibríes y nosotros, tenemos el mismo código genético, los mismos 20 aminoácidos y las 4 bases nitrogenadas o fosfatadas. Es decir, todos somos parientes unos de otros con una fraternidad terrenal real como afirman la Carta de la Tierra y la encíclica Laudato Si sobre el cuidado de la Casa Común del Papa Francisco. Será la civilización de la “felicidad posible” y de la “alegre celebración de la vida”.
Comentarios desactivados en Una trabajadora trans de Burger King muere en EE.UU. por COVID y sus jefes culpan a “las hormonas”
Los empleados de un Burger King en California se declaran en huelga tras la muerte de una trabajadora trans que fue presuntamente obligada a trabajar a pesar de mostrar síntomas de la enfermedad.
Con los positivos y las muertes disparándose por las nubes y con Donald Trump pasando olímpicamente de todo (total, él no se va a quedar sin respirador si le hace falta) es normal ver que en un país sin sanidad pública los ricos de derechas salen a manifestarse en contra de las mascarillas mientras los pobres (de derechas o de izquierdas) se ven obligados a seguir trabajando si no quieren perderlo todo.
Angela Martínez Gómez era una de esas trabajadoras que, según parece, fue obligada por sus jefes a seguir trabajando a pesar de llevar una semana mostrando síntomas de la COVID-19. Hasta que murió. Eso es lo que denuncian el resto de empleados del Burger King de Santa Mónica (California) en el que Angela llevaba 15 años trabajando. Lo peor no es solo que la obligaran a trabajar o que la empresa no tomara ninguna medida de protección (lo que lleva a que ahora haya, como mínimo, otra empleada infectado con el coronavirus). Lo peor es que tras la muerte de Angela, y siempre según los trabajadores, los responsables del local aseguraron que la muerte de Angela, una mujer trans, la provocó el “inyectarse hormonas“.
“Burger King nos mantiene escondidos y ahora nuestras vidas y las de nuestras familias están en riesgo“, añade Yolanda, “Burger King no nos explicó que había casos confirmados o sospechosos de COVID-19 y no están siendo sinceros sobre lo que le ocurrió a Angela y Mariela.“
Según los trabajadores, en huelga tras la muerte de Angela, ni siquiera se ha puesto en cuarentena a otros trabajadores, el local no se ha cerrado para realizar una desinfección a fondo y la dirección no ha enviado a casa a otra trabajadora, identificada como Mariela, que muestra claros síntomas. El pasado viernes un grupo de empleados se concentró para mantener una vigilia portando pancartas en las que se leía “Say her name” y “Trans Live Matters“.
BREAKING: @BurgerKing workers are ON STRIKE after Angela Martinez Gómez, a trans co-worker, died after working with COVID-19 symptoms
BK denied Angela died of COVID, despite having symptoms.
Pero esos trabajadores temen ahora que Burger King tome represalias contra ellos por haber denunciado las condiciones de trabajo de Angela y la actitud de la empresa tras su fallecimiento. Aún así exigieron a la multinacional que pusiera en cuarentena con paga a los trabajadores y que se aseguraran de que todos tuvieran material de protección al reabrir. Y también han exigido al estado de California “que tome las medidas necesarias para hacer responsable a Burger King por las condiciones peligrosas y mortales en las que ha ordenado que trabajemos.”
Un portavoz de Burger King envió un comunicado a una televisión asegurando que les entristece profundamente la muerte de Angela, “que trabajó en Burger King durante más de 15 años“. Y ya.
¿Y sobre las medidas de seguridad? Desinfectaron el local la misma tarde en que aparecieron en televisión… y lo reabrieron al día siguiente.
Muy a menudo nos quejamos de que los ritos en la celebración de la Eucaristía están poco relacionados con la vida, que son poco expresivos.
De repente con el coronavirus nos hemos encontrado con unas eucaristías que han añadido gestos expresivos y significativos. Nos ayudan más a celebrar la entrega de Jesús y nuestra propia entrega.
Como no nos podemos dar la paz con la mano, nos volvemos hacia todos los presentes en el templo y nos miramos con cara sonriente. Es un gesto que resulta expresivo y que crea relación. Antes, al darnos la mano, solamente veíamos al vecino y al de nuestro banco o al de adelante.
Usamos y nos damos repetidas veces gel. No para purificarnos, sino para suavizar nuestras manos y que así nuestra relación con los demás, y el recibir la eucaristía, esté llena de amabilidad, de suavidad. Suavizar nuestras manos para eliminar toda animadversión, envidia o lejanía.
Y sobre todo, llevamos puesta la mascarilla. No podemos hablar, pero durante la celebración somos conscientes de la realidad social que estamos viviendo y lo hacemos presente en la ofrenda de los dones a Dios. También la palaba de Dios recae sobre esa realidad.
Es más fácil ir reflexionando qué nos dice Jesús en su Palabra para nuestras realidades de dolor, de ayuda, de servicio, de entrega. No hacemos ofrenda de dinero sino de algo más importante, que es nuestra vida, ésta que estamos viviendo con dificultades.
Y al final de la misa, limpiamos con gel los asientos en los que hemos estado sentados. Toda una expresión. Lo que hemos oído, hemos celebrado, no es para dejarlo ahí en el banco sino para llevarlo a la vida y con su fuerza transformar nuestra realidad.
Nos tenemos que colocar cada día en un sitio con cierta distancia. Somos peregrinos, caminantes, en busca de Dios. Así nos sentimos celebrando la Cena del Señor.
En el templo donde yo participo, nos sirven las formas consagradas en una bandeja de donde vamos recogiendo cada uno. Un regalo, un don que recibimos de Dios, que nos lo va ofreciendo todos los días.
Es una oportunidad. La realidad del virus nos va ayudando a unas celebraciones vivas, actuales, implicadas. Ojalá seamos capaces de ir creando y viviendo eucaristías con gestos que nos impliquen en nuestra vida y que nos hagan celebrar la vida, muerte y Resurrección de Jesús y también nuestras vidas, con las luchas, los logros, los dones y los esfuerzos.
Jesús nos ayuda a “tomar el pan, a repartirlo y a compartirlo”. Así nos resulta más fácil vivir en positivo el coronavirus.
Comentarios desactivados en Consuelo Vélez: Distanciamiento social y amor cristiano.
De su blog Fe y Vida:
“El amor que se hace obra ha de pensar en otra economía posible”
¿Qué hacer para combinar esa necesidad indiscutible del distanciamiento social con esa necesidad -también indiscutible- de afecto real, palpable, sentido, experimentado? ¿Puede la fe darnos algún horizonte que ayude a esta situación actual?
“Ese tocar de Jesús suponía cambiar la situación de enfermedad, discriminación y exclusión que sufrían los destinatarios de sus milagros”
Poco a poco las ciudades se van abriendo a la vida productiva y vamos retornando a una “relativa” normalidad. Pero una de las consignas para este nuevo momento es el “distanciamiento social”. Este es uno de los remedios “efectivos” para evitar el contagio. Justamente, parece lo contrario de lo que la vida cristiana proclama en tantos pasajes bíblicos como, por ejemplo, el del Buen Samaritano: “Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él y al verle tuvo compasión y acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él” (Lc 10, 33-34). También muchos de los milagros conllevan ese contacto físico entre Jesús y el enfermo. Al ciego de nacimiento Jesús lo cura untándole barro en los ojos (Jn 9, 6), a un leproso lo cura extendiendo su mano, tocándolo y diciéndole “queda limpio” (Mc 1, 41); a la suegra de Pedro la toma de la mano y ella se levanta (Mc 1, 31) y así podríamos recordar algunos otros milagros e, incluso, lo contrario, como es el caso de la mujer hemorroísa que toca el manto de Jesús porque creía que con solo tocar su vestido quedaría curada. Jesús siente que alguien ha tocado su vestido y pregunta quién lo ha hecho. La mujer le contó la verdad y Él alaba su fe y la cura de su enfermedad (Mc 5, 25-34).
También la psicología afirma que un abrazo cura mucho más que una medicina (sin quitarle valor a los medicamentos sino por el significado afectivo que esto implica) y, bien sabemos, que algo que ha costado mucho en la cuarentena, ha sido la soledad, la falta de relación con los demás, esa imposibilidad de sentir, tocar, palpar, mirar a los ojos, pronunciar palabras de manera cercana y directa. Los medios de comunicación han ayudado a mantener las relaciones, pero no suplen la distancia física, ni logran transmitir todo el afecto y cariño que se consigue en el contacto directo.
Y, entonces ¿qué hacer para combinar esa necesidad indiscutible del distanciamiento social con esa necesidad -también indiscutible- de afecto real, palpable, sentido, experimentado? ¿Puede la fe darnos algún horizonte que ayude a esta situación actual?
Sin duda, el amor cristiano se expresa en ese tocar y acercarnos a los demás -como los textos que recordamos antes- pero no podemos olvidar que ese tocar de Jesús suponía cambiar la situación de enfermedad, discriminación y exclusión que sufrían los destinatarios de sus milagros. San Pablo en el himno a la caridad de la primera carta a los Corintios no ofrece esos ejemplos gráficos del tocar pero va a lo profundo del amor que se hace efectivo en las relaciones con los otros: “el amor es paciente, es servicial, no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe, es decoroso, no busca su interés, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra de la injusticia, se alegra con la verdad, todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no termina nunca” (13, 4-8).
Mucho me temo que volveremos a la normalidad y habrá de nuevo abrazos y encuentros, pero la injusticia de nuestro mundo que, ha quedado tan evidente, no se habrá modificado. Es decir, nuestro amor se habrá quedado más en gestos que en obras. Porque el amor que se hace obra ha de pensar en otra economía posible que distribuya en verdad las riquezas, comenzando por los más necesitados; el amor que se hace obra ha de pensar en una organización social que privilegie los sistemas de salud y que garantice los servicios públicos para todos; el amor que se hace obra ha de promover un mundo sin racismo -ni la pandemia impidió que se levantará de nuevo el grito de los negros por tantos siglos de discriminación-; un mundo sin violencia contra las mujeres y sin exclusión de lugares de decisión; un mundo donde los indígenas sean reconocidos con sus culturas y sabidurías ancestrales; un mundo donde la orientación sexual no sea motivo de rechazo e incomprensión. En otras palabras, el amor que se hace obra no enfrenta la economía con la vida, sino que pone la economía al servicio de la vida, así ahora, los economistas y políticos nos convenzan de que la pobreza actual se dio por parar la economía y no digan nada de las consecuencias del sistema neoliberal y competitivo imperante, que en estos momentos difíciles ha sacado a la luz la injusticia y pobreza de las mayorías, fruto de este modelo económico.
Deseamos que se acabe el distanciamiento social, pero ojalá sea para un acercamiento a los demás desde el amor que no se queda en una afectividad sensorial, sino que se compromete con la construcción del bien común y se dispone al servicio incondicional para hacerlo posible.
Comentarios desactivados en Programa y el himno del Orgullo 2020 de Madrid: “Piensa en positivo”
Si bien en un principio se había decidido aplazar el Orgullo LGTBI 2020 de Madrid, finalmente se decidió organizarlo de manera online por la seguridad de todas, todos y todes. Por eso hoy os contamos las novedades que harán de este Orgullo el más especial de su historia bajo el lema: Piensa en positivo.
AEGAL (Asociación de Empresas y Profesionales LGTBI de Madrid y su Comunidad) ha creado una versión coral de la canción de Fangoria Piensa en positivo, como himno de este Orgullo.
Este himno cuenta con las voces de La Prohibida, Vega, Aleks Syntek, Agoney, Ricky Merino, Ana Mena, Kika Lorace, Paco Clavel, Delaporte, Buika y Fran Perea, Jaime Summers, Sara Pérez, Siloé, Jorge Megó, Miguel Lara, Molina Molina, Rafa Sánchez, he Porto Sisters y Varry Brava; junto coros de la Escuela Janna y con la producción de Juan Sueiro.
El objetivo es lanzar un mensaje de ánimo y positividad a todos los que estamos sufriendo las consecuencias de la pandemia del COVID-19.
Pero, como y habíamos comentado, esta pandemia no ha logrado frenar las actividades que tradicionalmente organiza AEGAL en los escenarios del MADO. Todas ellas se realizarán de forma online en la web oficial de MADO (www.madridorgullo.com), en donde se accederá virtualmente a los diferentes espacios con actuaciones de varios artistas. La noticia es que aquellos artistas que más visualizaciones tengan serán los elegidos para actuar ‘en vivo’ en la próxima edición del MADO.
Desde el 28 de junio también tendremos disponible el pregón. Este año será un pregón coral que ya tiene confirmadas a las actrices protagonistas de Veneno y a Víctor Gutiérrez (waterpolista), pero que irá sumando durante estos días a más artistas.
En cuanto al certamen Mr Gay Pride España, se transmitirá una programación especial para recordar los mejores momentos de los últimos años de este certamen.
El homenaje de este año en el Premio MADO 2020, será para todos los afectados de esta pandemia y sus familias, pero especialmente a todos aquellos que han luchado en primera fila contra el COVID-19: personal sanitario, de limpieza, cuerpos de seguridad, personal de locales de alimentación, transportes, farmacias y todos aquellos que estuvieron al frente durante estos últimos meses.
Como cada año, también habrá actividades culturales, infantiles y diferentes iniciativas. Entre ellas se encuentra un coaching LGTBI, a cargo del coach Pedro Serrano, y diferentes charlas coordinadas por Workingay sobre intergeneracionalidad. Si querés saber que nuevos valores y retos nos esperan en esta nueva normalidad, definitivamente deberás agendarte estas charlas.
El Madrid Summit con La Conferencia Internacional de Derechos Humanos será, nada más y nada menos, que un webinar en donde activistas, líderes del colectivo y políticos debatirán sobre los derechos LGTBIQA+ en el horizonte de la Agenda 2030, la inclusión social y el reto de las migraciones, entre otros temas.
Happy to announce the schedule of #MadridSummitStreamingSessions before 3rd edition of Madrid Summit International LGTBIQA+ Human Rights Conference on the 3th July. Don’t miss the dates from today. We will discuss some important points for the LGTBIQA+ community during COVID-19. pic.twitter.com/khqEYydEVw
MADO Madrid Orgullo 2020 también será parte del Global Pride el día 27 de junio. El evento es organizado por InterPride y participan más de 200 organizadores del Orgullo de todo mundo. La embajada virtual del Orgullo de Madrid contará con personalidades como Olivia Newton-John, Pabllo Vittar, Ava Max y Deborah Cox, entre otros.
Por último, pero no menos importante, la manifestación del Orgullo LGTBI estatal la podremos disfrutar de manera virtual el sábado 4 de julio a las 19 horas, momento en el que sabemos que todo Madrid estará compartiendo, desde sus casas, este especial Orgullo 2020 bajo el himno Piensa en positivo.
Comentarios desactivados en Julio Puente López: Para el cristiano es esencial dar culto a Dios cuidando a su prójimo, no las doctrinas y ritos.
“Sin perdón mutuo el mundo no tiene futuro”
“Simplificando y purificando sus complejas estructuras la Iglesia podría responder mejor a las necesidades del mundo actual”
“Debe llegar a ser una asamblea fraterna donde la mujer tenga el reconocimiento y la posición que le corresponde, donde no existan dos clases de cristianos, los clérigos y los laicos”
“Uno duda, por ejemplo, del cristianismo de aquellos que, ante la tragedia que supone para miles de familias el cierre de Nissan en Barcelona, solo se fijan en la lengua en que se hacen las protestas”
| Julio Puente López
La pandemia ha sido un terremoto que ha sacudido muchas conciencias y, aunque nada nos garantiza que no volvamos a la cómoda rutina anterior, deberíamos ser capaces en adelante de vivir el cristianismo con más autenticidad. El deseo de muchos es que la Iglesia sea más samaritana, que renuncie, por ejemplo, a pautar con sus fiestas religiosas, obligaciones y devociones la vida de la sociedad civil, que simplificando y purificando sus complejas estructuras pueda responder mejor a las necesidades del mundo actual. La Iglesia debe llegar a ser una asamblea fraterna donde la mujer tenga el reconocimiento y la posición que le corresponde, donde no existan dos clases de cristianos, los clérigos y los laicos, y donde ningún cristiano sea discriminado. Porque entre nosotros no debe ser así (cf. Mt 20, 26).
A lo largo de los siglos, un exceso de doctrina, de cánones, de devociones y ritos ha hecho que el cristianismo quede en manos de los clérigos especializados. Pero en este tiempo de pandemia el confinamiento nos ha mostrado aquello que no era esencial en la vida del cristiano: la mediación de los clérigos y el sometimiento de los fieles, la fría y aparatosa liturgia de los templos, tan lejos de lo que dice el evangelio de Juan en 4, 21-24. Porque no es esencial aquello de lo que se puede prescindir en circunstancias excepcionales.
Hay cosas, sin embargo, que son imprescindibles, como la salud, el pan, el trabajo y la solidaridad. Y para el cristiano es esencial dar culto a Dios cuidando a su prójimo, al igual que la oración y el arrepentimiento que concede el Espíritu de Dios también a los no cristianos y que lleva a la vida (cf. Hch 11, 18).
Después de abrir los ojos a lo que sucede a nuestro alrededor, -y para ello basta leer esa impactante crónica en RD sobre los “ataúdes de cartón para cuerpos desechables” de Irene López Alonso-, causa desazón ocuparse de temas menos relevantes. Pero hay que liberarse de lo que William Schweiker llama la “peligrosa lógica del camino de la vida y del camino de la muerte, de los salvados y de los condenados, que va de la Didajé al terrorismo fanático de nuestros días” (Theological Ethics and Global Dynamics). Horroriza pensar que la única respuesta que pueda tener algún cristiano ante la pandemia sea la doctrina de los novísimos y los ritos sacramentales. Los sacramentos no son ídolos.
La Iglesia de Cristo tiene que “ponerse la mascarilla” y atender al hombre que sufre. Sin hacer acepción de personas. Uno duda, por ejemplo, del cristianismo de aquellos que, ante la tragedia que supone para miles de familias el cierre de Nissan en Barcelona, solo se fijan en la lengua en que se hacen las protestas. Deberían recordar que el idioma del sufrimiento humano es único y común. Frente al coronavirus, por fortuna, ha habido más humanidad y nadie se ha empeñado en que una parte de la población siga siendo invisible. La comunidad cristiana, representada por tantos sanitarios, ha sabido atender al enfermo. Los trabajadores de los hospitales son los que ofrecen al enfermo los gestos reveladores de la cercanía de Dios, a veces, los últimos gestos y palabras, los últimos sacramentos. Su cuidado es oración por el que sufre (cf. St 5, 14-15). Tuvieran o no presente la enseñanza del Evangelio en Mateo 25, 36, o la parábola en Lucas 10, 29-37, esos trabajadores son bendecidos por Dios.
Todo esto no nos hace olvidar que el mal sigue existiendo. Lo hemos comprobado estos días en la actuación criminal que costó la vida al ciudadano estadounidense George Floyd y originó las subsiguientes explosiones de violencia que incendiaron muchas ciudades. Pero la solicitud solidaria ha prevalecido en estos tiempos del coronavirus y hemos de interpretar estos signos de nuestro tiempo como una llamada a cambiar nuestra forma de gestionar los asuntos temporales. “La espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar la preocupación de perfeccionar esta tierra” (GS 39). La muerte y el sufrimiento no agotan la verdad de la vida humana.
Tenemos, pues, que replantearnos nuestras prácticas religiosas. ¿Cómo celebrar la eucaristía si el pan no llega a todos y “el lujo pulula junto a la miseria”, hoy lo mismo que en tiempos del Vaticano II? ¿Y cómo alcanzar el perdón de Dios si seguimos recurriendo a la violencia para resolver nuestros problemas? Sin perdón mutuo el mundo no tiene futuro. Y es en los hospitales y en las casas de las familias confinadas donde unos a otros se han administrado el sacramento del perdón, donde se ha compartido el pan y se ha agradecido la vida a Dios. Son gestos esenciales en el cristianismo. Pero esta crisis nos ha mostrado que ya no podemos seguir celebrando los sacramentos de la confesión y de la comunión de la misma manera. ¿Tendrán los fieles que llevar las obleas desde sus casas, mostrarlas en sus manos extendidas en el momento de la consagración para comulgar luego a la vez que el sacerdote? Tal vez habrá que pensar en una celebración doméstica al estilo de los primeros cristianos. Una comida entre cristianos debería ser siempre una eucaristía.
Después de haber visto tanto sufrimiento y tanta muerte tenemos que tener “entrañas de misericordia”. No podemos seguir cargando “pesados fardos sobre las espaldas de la gente” (Mt 23, 4). La ineludible distancia social ha desdibujado, por ejemplo, el papel del clérigo confesor. Las necesidades rituales que hemos creado en las conciencias de los fieles nos obligan a usar ahora en los confesionarios las mascarillas, pero también convendría recordar estas palabras del Vaticano II: “sepan que están especialmente unidos a Cristo, paciente por la salvación del mundo, aquellos que se encuentran oprimidos por la pobreza, la enfermedad, los achaques y otros muchos sufrimientos” (LG 41). Y si están unidos a Cristo no precisan de la confesión ante el sacerdote, un gesto que hoy podría ser letal.
El don de Dios que es el arrepentimiento y el perdón no podemos hacerlo depender de un rito fijado por la jerarquía. La confesión de los pecados a un sacerdote podría ser algo opcional, simplemente una alternativa a la celebración comunitaria de la penitencia. Recurrir a la tecnología con ideas peregrinas, pensar, por ejemplo, en máquinas expendedoras de obleas en las iglesias o en confesiones y absoluciones a través de los móviles, algo que podría interpretarse como un espurio interés por seguir manteniendo los poderes sagrados del clero, no indicaría más que la profunda cosificación y deshumanización de la práctica religiosa. Evitemos que los fieles crean que los virus se vencen con chamanes, amuletos y estampitas. Ese tipo de religión debe quedar atrás.
“¿Cómo celebrar la eucaristía si el pan no llega a todos y “el lujo pulula junto a la miseria”, hoy lo mismo que en tiempos del Vaticano II?”
Nuestro mundo celebra que “la pauta de la espiritualidad” de la Iglesia sea la del buen samaritano del evangelio, como dijo del Vaticano II el papa Pablo VI en su discurso de clausura del concilio, y como defiende hoy el papa Francisco. Pero no hay que olvidar que el hombre moderno considera irrenunciable que se haya reconocido la justa autonomía de la ciencia y de la realidad temporal (cf. GS 36). Esta pandemia entonces debe servirnos para acertar tanto en la reforma de la Iglesia como en la organización de la convivencia civil.
Ciertamente seguirá habiendo religiosidad popular, pero con más conciencia de lo que es verdadero cristianismo. Y volveremos al ocio y a la cultura, intentaremos ser felices, pero ahora sabemos que sin solidaridad, sin investigación y trabajo serio no es posible una vida mejor para todos.
Comentarios desactivados en Leonardo Boff: “Cuando pase la pandemia, volver a la ‘normalidad’ es autocondenarse”
Si no hacemos una “conversión ecológica radical”, en palabras del Papa Francisco, la Tierra viva podrá reaccionar y contraatacar con virus aún más violentos capaces de hacer desaparecer a la especie humana
Necesitamos un contrato social mundial, porque seguimos siendo rehenes del obsoleto soberanismo de cada país
Cuando pase la pandemia del coronavirus no nos estará permitido volver a la “normalidad” anterior. Sería, en primer lugar, un desprecio a los miles de personas que han muerto asfixiadas por el virus y una falta de solidaridad con sus familiares y amigos. En segundo lugar, sería la demostración de que no hemos aprendido nada de lo que, más que una crisis, es una llamada urgente a cambiar nuestra forma de vivir en nuestra única Casa Común. Se trata de un llamamiento de la propia Tierra viva, ese superorganismo autorregulado del que somos su parte inteligente y consciente.
El sistema actual pone en peligro las bases de la vida
Volver a la anterior configuración del mundo, hegemonizado por el capitalismo neoliberal, incapaz de resolver sus contradicciones internas y cuyo ADN es su voracidad por un crecimiento ilimitado a costa de la sobreexplotación de la naturaleza y la indiferencia ante la pobreza y la miseria de la gran mayoría de la humanidad producida por ella, es olvidar que dicha configuración está sacudiendo los cimientos ecológicos que sostienen toda la vida en el planeta. Volver a la “normalidad” anterior (business as usual) es prolongar una situación que podría significar nuestra propia autodestrucción.
Si no hacemos una “conversión ecológica radical”, en palabras del Papa Francisco, la Tierra viva podrá reaccionar y contraatacar con virus aún más violentos capaces de hacer desaparecer a la especie humana. Esta no es una opinión meramente personal, sino la opinión de muchos biólogos, cosmólogos y ecologistas que están siguiendo sistemáticamente la creciente degradación de los sistemas-vida y del sistema-Tierra. Hace diez años (2010), como resultado de mis investigaciones en cosmología y en el nuevo paradigma ecológico, escribí el libro Cuidar la Tierra-proteger la vida: cómo evitar el fin del mundo (Record). Los pronósticos que adelantaba han sido confirmados plenamente por la situación actual.
El proyecto capitalista y neoliberal ha sido rechazado
Una de las lecciones que hemos aprendido de la pandemia es la siguiente: si se hubieran seguido los ideales del capitalismo neoliberal –competencia, acumulación privada, individualismo, primacía del mercado sobre la vida y minimización del Estado– la mayoría de la humanidad estaría perdida. Lo que nos ha salvado ha sido la cooperación, la interdependencia de todos con todos, la solidaridad y un Estado suficientemente equipado para ofrecer la posibilidad universal de tratamiento del coronavirus, en el caso del Brasil, el Sistema Único de Salud (SUS).
Hemos hecho algunos descubrimientos: necesitamos un contrato social mundial, porque seguimos siendo rehenes del obsoleto soberanismo de cada país. Los problemas mundiales requieren una solución mundial, acordada entre todos los países. Hemos visto el desastre en la Comunidad Europea, en la que cada país tenía su plan sin considerar la necesaria cooperación con otros países. Fue una devastación generalizada en Italia, en España y últimamente en Estados Unidos, donde la medicina está totalmente privatizada.
Otro descubrimiento ha sido la urgencia de un centro plural de gobierno mundial para asegurar a toda la comunidad de vida (no sólo la humana sino la de todos los seres vivos) lo suficiente y decente para vivir. Los bienes y servicios naturales son escasos y muchos de ellos no son renovables. Con ellos debemos satisfacer las demandas básicas del sistema-vida, pensando también en las generaciones futuras. Es el momento oportuno para crear una renta mínima universal para todos, la persistente prédica del valiente y digno político Eduardo Suplicy.
Una comunidad de destino compartido
Los chinos han visto claramente esta exigencia al promover “una comunidad de destino compartido para toda la humanidad”, texto incorporado en el renovado artículo 35 de la Constitución china. Esta vez, o nos salvamos todos, o engrosaremos la procesión de los que se dirigen a la tumba colectiva. Por eso debemos cambiar urgentemente nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza y con la Tierra, no como señores, montados sobre ella, dilapidándola, sino como partes conscientes y responsables, poniéndonos junto a ella y a sus pies, cuidadores de toda la vida.
A la famosa TINA (There Is No Alternative), “no hay (otra) alternativa” de la cultura del capital, debemos confrontar otra TINA (There Is a New Alternative), “hay una nueva alternativa”. Si en la primera alternativa la centralidad estaba ocupada por el beneficio, el mercado y la dominación de la naturaleza y de los otros (imperialismo), en esta segunda será la vida en su gran diversidad, también la humana con sus muchas culturas y tradiciones la que organizará la nueva forma de habitar la Casa Común. Eso es imperativo y está dentro de las posibilidades humanas: tenemos la ciencia y la tecnología, tenemos una acumulación fantástica de riqueza monetaria, pero falta a la gran mayoría de la humanidad y, lo que es peor, a los Jefes de Estado la conciencia de esta necesidad y la voluntad política de implementarla. Tal vez, ante el riesgo real de nuestra desaparición como especie, por haber llegado a los límites insoportables para la Tierra, el instinto de supervivencia nos haga sociables, fraternos y todos colaboradores y solidarios unos con otros. El tiempo de la competencia ha pasado. Ahora es el tiempo de la cooperación.
La inauguración de una civilización biocentrada
Creo que inauguraremos una civilización biocentrada, cuidadosa y amiga de la vida, como algunos dicen, “la tierra de la buena esperanza”. Se podrá realizar el “bien vivir y convivir” de los pueblos andinos: la armonía de todos con todos, en la familia, en la sociedad, con los demás seres de la naturaleza, con las aguas, con las montañas y hasta con las estrellas del firmamento.
Como el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz ha dicho con razón: “tendremos una ciencia no al servicio del mercado, sino el mercado al servicio de la ciencia”, y yo añadiría, y la ciencia al servicio de la vida.
No saldremos de la pandemia de coronavirus como entramos. Seguramente habrá cambios significativos, tal vez incluso estructurales. El conocido líder indígena, Ailton Krenak, del valle del Río Doce, ha dicho acertadamente: “No sé si saldremos de esta experiencia de la misma manera que entramos. Es como una sacudida para ver lo que realmente importa; el futuro es aquí y ahora, puede que mañana no estemos vivos; ojalá que no volvamos a la normalidad” (O Globo, 01/05/2020, B 6).
Lógicamente, no podemos imaginar que las transformaciones se produzcan de un día a otro. Es comprensible que las fábricas y las cadenas de producción quieran volver a la lógica anterior. Pero ya no serán aceptables. Deberán someterse a un proceso de reconversión en el que todo el aparato de producción industrial y agroindustrial deberá incorporar el factor ecológico como elemento esencial. La responsabilidad social de las empresas no es suficiente. Se impondrá la responsabilidad socio-ecológica.
Se buscarán energías alternativas a las fósiles, menos impactantes para los ecosistemas. Se tendrá más cuidado con la atmósfera, las aguas y los bosques. La protección de la biodiversidad será fundamental para el futuro de la vida y de la alimentación, humana y de toda la comunidad de la vida.
¿Qué tipo de Tierra queremos para el futuro?
Seguramente habrá una gran discusión de ideas sobre qué futuro queremos y qué tipo de Tierra queremos habitar. Cuál será la configuración más adecuada a la fase actual de la Tierra y de la propia humanidad, la fase de planetización y de la percepción cada vez más clara de que no tenemos otra casa común para habitar que ésta. Y que tenemos un destino común, feliz o trágico. Para que sea feliz, debemos cuidarla para que todos podamos caber dentro, incluida la naturaleza.
Existe el riesgo real de polarización de modelos binarios: por un lado los movimientos de integración, de cooperación general y, por otro, la reafirmación de las soberanías nacionales con su proteccionismo. Por un lado el capitalismo “natural” y verde y por otro lado el comunismo reinventado de tercera generación como pronostican Alain Badiou y Slavoy Zizek.
Otros temen un proceso de brutalización radical por parte de los “dueños del poder económico y militar” para asegurar sus privilegios y sus capitales. Sería un despotismo de forma diferente porque se basaría en los medios cibernéticos y en la inteligencia artificial con sus complejos algoritmos, un sistema de vigilancia sobre todas las personas del planeta. La vida social y las libertades estarían permanentemente amenazadas. Pero a todo poder le surgirá siempre un contrapoder. Habría grandes enfrentamientos y conflictos a causa de la exclusión y la miseria de millones de personas que, a pesar de la vigilancia, no se conformarán con las migajas que caen de las mesas de los ricos epulones.
No pocos proponen una glocalización, es decir que el acento se ponga en lo local, en la región con su especificidad geológica, física, ecológica y cultural pero abierta a lo global que involucra a todos. En este biorregionalismo se podría lograr un verdadero desarrollo sostenible, aprovechando los bienes y servicios locales. Prácticamente todo se realizará en la región, con empresas más pequeñas, con una producción agroecológica, sin necesidad de largos transportes que consumen energía y contaminan. La cultura, las artes y las tradiciones serán revividas como una parte importante de la vida social. La gobernanza será participativa, reduciendo las desigualdades y haciendo que la pobreza sea menor, siempre posible, en las sociedades complejas. Es la tesis que el cosmólogo Mark Hathaway y yo defendemos en nuestro libro común El Tao de la Liberación (2010) que fue bien acogida en el ambiente científico y entre los ecologistas hasta el punto de que Fritjof Capra se ofreció a hacer un interesante prefacio.
Otros ven la posibilidad de un ecosocialismo planetario, capaz de lograr lo que el capitalismo, por su esencia competitiva y excluyente, es incapaz de hacer: un contrato social mundial, igualitario e inclusivo, respetuoso de la naturaleza en el que el nosotros (lo comunitario y societario) y no el yo (individualismo) será el eje estructurador de las sociedades y de la comunidad mundial. El ecosocialismo planetario encontró en el franco-brasileño Michael Löwy su más brillante formulador. Tendremos, como reafirma la Carta de la Tierra así como la encíclica del Papa Francisco “sobre el cuidado de la Casa Común”, un modo de vida verdaderamente sostenible y no sólo un desarrollo sostenible.
Al final, pasaremos de una sociedad industrial/consumista a una sociedad de sustentación de toda la vida con un consumo sobrio y solidario; de una cultura de acumulación de bienes materiales a una cultura humanístico-espiritual en la que los bienes intangibles como la solidaridad, la justicia social, la cooperación, los lazos afectivos y no en última instancia la amorosidad y la logique du coeur estarán en sus cimientos.
No sabemos qué tendencia predominará. El ser humano es complejo e indescifrable, se mueve por la benevolencia pero también por la brutalidad. Está completo pero aún no está totalmente (terminado). Aprenderá, a través de errores y aciertos, que la mejor configuración para la coexistencia humana con todos los demás seres de la Madre Tierra debe estar guiada por la lógica del propio universo: este está estructurado, como nos dicen notables cosmólogos y físicos cuánticos, según complejas redes de inter-retro-relaciones. Todo es relación. No existe nada fuera de la relación. Todos se ayudan mutuamente para seguir existiendo y poder co-evolucionar. El propio ser humano es un rizoma (bulbo de raíces) de relaciones en todas las direcciones.
Si se me permite decirlo en términos teológicos: es la imagen y semejanza de la Divinidad que surge como la relación íntima de tres Infinitos, cada uno singular (las singularidades no se suman), Padre, Hijo y Espíritu Santo, que existen eternamente el uno para el otro, con el otro, en el otro y a través del otro, constituyendo un Dios-comunión de amor, de bondad y de belleza infinita.
Tiempos de crisis como el nuestro, de paso de un tipo de mundo a otro, son también tiempos de grandes sueños y utopías. Ellas son las que nos mueven hacia el futuro, incorporando el pasado pero dejando nuestra propia huella en el suelo de la vida. Es fácil pisar la huella dejada por otros, pero ella no nos lleva a ningún camino esperanzador. Debemos hacer nuestra propia huella, marcada por la inagotable esperanza de la victoria de la vida, porque el camino se hace caminando y soñando. Así pues, caminemos.
*Leonardo Boff es ecoteólogo, filósofo y ha escrito: Cuidar la Tierra-proteger la vida: cómo escapar del fin del mundo, Record, Rio 2010.
Comentarios desactivados en Lanzan segunda encuesta para medir impacto del Covid-19 en población LGBTI de Chile
La primera fue aplicada en abril, cuando había pocas personas en cuarentena. Ahora se busca conocer si la situación de las personas LGTI se mantiene, ha empeorado o mejorado en los últimos dos meses
“Cuando aplicamos el primero sondeo los efectos del Covid recién comenzaba a sentirse y había pocas comunas en cuarentena.De hecho, tras el sondeo durante un tiempo se comenzó a hablar de nueva normalidad. Es decir, la situación ha cambiado mucho en poco tiempo, lo cual amerita una nueva investigación que permita conocer la realidad LGBTI en distintos momentos de la pandemia”, señalo la vocera del Movilh, Daniela Andrade
Añadió que “la primera investigación arrojó, entre otros, un aumento del 38% de la violencia contra personas LGBTI su casas o barrios, así como temor respecto a que los derechos de la diversidad sexual y de género se vean postergados. ¿Cuánto ha cambiado eso con más comunas en cuarentena y en un escenario crítico del Covid, pues Chile ya suma más de 138 mil casos y 2264 personas fallecidas? Es un gran interrogante, que eventualmente tiene implicancias específicas en la calidad de vida de las personas LGBTI”
Comentarios desactivados en Félix Placer: “Se hace ahora especialmente urgente una teología con Espíritu”
“En nuestro afán de mayor velocidad productiva y consumista”
“Desde una teología holística, en diálogo, implicada en el sufrimiento, vivir se comprende como solidaridad, es compartir, dar y recibir; en última instancia, amar y ser amado”
“Es necesario comprender que lo importante no es dominar/poseer, sino relacionarse/dar; que no somos el centro de todo”
“Necesitamos otra visión del mundo, recuperar y cultivar valores de relación con los demás, de respeto y cuidado de la naturaleza”
| Félix Placer Ugarte, teólogo
En varias ocasiones ha insistido el Papa Francisco que una ‘Iglesia en salida’ debe estar en los lugares donde el sufrimiento se hace presente, que sea un ‘hospital de campaña’, que se le encuentre allí donde la gente sufre y pide ayuda, cercanía, apoyo. Ahora la pandemia global que ha conmocionado al mundo y ha generado una radical incertidumbre, profunda inseguridad, preocupante indefensión, plantea preguntas y pide respuestas urgentes, por supuesto, sanitarias, pero también otras que afectan a nuestra manera de vivir, a nuestras formas de relacionarnos, de comprendernos, de encontrar sentido y orientación ante la vulnerabilidad y levedad profundas de nuestra existencia, de toda la humanidad y del sentido de la afirmación de Dios.
Estas preguntas ponen de manifiesto y exigen apremiantes respuestas. En este caso, por supuesto, la atención sanitaria es imprescindible y urgente; pero también otras y, entre ellas, las que den razón de esta situación, parte visible de un profundo iceberg contra el que hemos chocado en nuestro afán de mayor velocidad productiva y consumista, de salvaje competitividad por conseguir beneficios incontrolados, de injusto enriquecimiento a costa de la pobreza de muchos y depredación de la naturaleza.
¿Cómo interpretar este estado de cosas? ¿Cómo responder a los dramas y sufrimiento que este proceso vírico está generando y, por supuesto, a un futuro próximo de incertidumbre? Pienso que la teología puede abrir horizontes de sentido, proponer pautas éticas que marquen caminos nuevos y fundamenten una esperanza teológica profundamente humana en el crítico momento actual. Para ello necesita encontrar su lugar teológico en esos hospitales del dolor, ser hospital de campaña.
Esta teología debe ser elaborada, por tanto, en el compromiso con la experiencia humana actual, ahora en este proceso pandémico tan complejo y doloroso, y desde ahí ofrecer respuestas con su testimonio y ayudar a descubrir el sentido de lo que significa el ser humano, ser personas, ser humanidad en un mundo y universo donde todo es relación e interdependencia en Dios.
No es una teología nueva. Teólogos y teólogas actuales la están elaborando y ofrecen respuestas que tratan de abrir caminos de sentido, compromisos y actitudes solidarias. Su línea fue ya abierta por otros teólogos que ofrecieron con su vida y pensamiento importantes y decisivas aportaciones para una teología comprometida. Subrayo ahora dos inolvidables compañeros recientemente fallecidos: Johann Baptist Metz (1928-2019) y Juan de Dios Martín Velasco (1934-2020).
El conocido teólogo alemán ofreció una teología desde el holocausto de Auschwitz y desde el sufrimiento del mundo que le indujeron a elaborar un pensamiento creyente implicado en lo político para afrontar un esfuerzo colectivo hacia la justicia, la libertad y la paz; sin pretender dar respuesta a todas las preguntas que brotan del dolor humano y que, afirmaba, aunque algunas sean incontestables, nunca pueden olvidarse. Por eso propuso una ‘mística de ojos abiertos’, es decir, una solidaridad espiritual con la justicia que conduce al compromiso concreto.
El fenomenólogo y teólogo abulense abogó por una teología del encuentro de Dios en los hombres dentro de la problemática social y cultural desarrollando el diálogo con otras religiones sin exclusivismos ni inclusivismos sino unificadas en una mística que se vive y realiza en la vida diaria a través de cuyos acontecimientos entramos en relación con Dios.
Desde estos lúcidos planteamientos la primera constatación teológica es, a mi entender, experimentar nuestra carencia como individuos. Aunque poseamos y consumamos sin límite, no estamos llenos; somos vacío, es decir, una realidad abierta que no se satisface con tener cosas, poder, dinero, como una falsa promesa de un mundo feliz, si asumíamos sus imperativos de sometimiento y que hubiera condenado a muerte a Jesús hoy: ¿acaso el sistema global capitalista no lo está haciendo con tanta gente pobre del mundo?
Ese vacío existencial (que no es carencia de cosas) solo se realiza en la apertura comunicativa y relación ética con los demás, con la naturaleza, con el cosmos de cuya energía vivimos; donde Dios es sentido, compasión, esperanza y fortaleza. Desde esta teología holística, en diálogo, implicada en el sufrimiento, vivir se comprende como solidaridad, es compartir, dar y recibir; en última instancia, amar y ser amado.
La respuesta auténticamente teológica nos abre entonces a soluciones solidarias y trasformadoras, también políticas, a un progreso creativo que se está realizando en el cosmos y al que contribuimos desde nuestro lugar, desde la sencillez de nuestra vida, tejiendo con nuestras relaciones una urdimbre de pluralidad y diálogo desde la diversidad, la atención y cuidado, la ternura, el amor.
Necesitamos, por tanto, una teología entendida como reflexión que parte de la vida, de la experiencia y de su implicación dialogante y comprometida con ella; que nos ayuda a contactar con los acontecimientos, a interpretarlos, a descubrir su sentido, a aprender y emprender acciones creativas y solidarias, como ahora las del mundo sanitario, con su entrega profesional ejemplar, y de otras muchas personas según sus posibilidades, donde está actuando la energía liberadora de Dios.
Albert Camus concluye en su libro ‘La peste’: “Algo se aprende en medio de las llagas: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio… El final de la peste no fue una victoria definitiva… Hay que seguir haciendo contra el terror y su arma infatigable a pesar de los desgarramientos personales… La alegría está siempre amenazada porque el vacilo de la peste no muere ni desaparece jamás”.
Esta constatación del premio nobel nos ayuda a comprender que hay algo profundo en el ser humano, que aparece en estas situaciones límite, revelándonos lo que somos en el fondo, más allá de las falseadas convicciones trasmitidas por intereses egoístas. En definitiva, nos descubre la energía profunda que nos mueve, el espíritu que nos alienta y nos impulsa y motiva, desde la alteridad reconocida, a superar todo dualismo, para experimentar la unidad y la felicidad que no consiste en poseer y estar lleno, sino en la relación con todo lo que es. Nos une, por tanto, a todas las personas, a toda la tierra, al cosmos en el que vivimos y somos; desde esta experiencia holística, desde esta espiritualidad, podemos intuir las razones de nuestra existencia y su inspiración latente más profunda: Dios.
Pero la pregunta inmediata permanece: ¿cómo resolver ahora, con humanidad y eficacia, la urgencia de situaciones tan urgentes y dolorosas para tantas personas? Es indudable que esta teología nos motiva a la solidaridad y sinergia, a la cooperación y ayuda mutua, a ser hospital de campaña, al diálogo como conducta básica para encontrar respuestas comunes, a la ayuda, colaboración, solidaridad.
Aun así y de todas formas permanece una pregunta inquietante. Este episodio se superará, aunque con un elevado coste humano; pero vendrán otros, como recordaba el autor de ‘La peste’. Además sus graves consecuencias económicas, políticas, sociales son de largo alcance. Es necesario, en consecuencia, un cambio cualitativo de mentalidad, otro modo de pensar y de vivir, de creer.
Las respuestas, por tanto, no pueden ser ocasionales. Necesitamos otra visión del mundo, recuperar y cultivar valores de relación con los demás, de respeto y cuidado de la naturaleza. La teología puede aproximarnos a orientaciones y formas nuevas de pensar, ofrecernos una hermenéutica que nos abra a nuevos sentidos; proponernos una profunda motivación, otras convicciones, una interiorización personal y colectiva que nos lleve a afrontar lo real en toda su complejidad y totalidad, a situarnos ante la vida con responsabilidad compartida, a comprender y comprendernos en Dios. Es decir, se hace ahora especialmente urgente una teología con Espíritu que, junto a las grandes tradiciones religiosas (J.M. Velasco), nos abra a la profunda conexión de todas las cosas; que nos descubra que la persona, la tierra, el cosmos están animados por el Espíritu que les confiere unidad y conduce a experimentar una conciencia vital para buscar la relación consigo mismo en todas sus dimensiones, con los demás, con la tierra, con Dios.
“La urgencia nos impulsa a la cooperación y al diálogo como conducta básica para encontrar respuestas comunes”
En el universo, tal como lo conocemos, la mujer y el hombre son la expresión histórica más acabada del dinamismo cósmico; con sus grandes limitaciones, ciertamente, constituyen la única existencia concreta capaz de interpretar la vida, de tomar conciencia de ella, de expresarla simbólicamente, de sentirse libres, de progresar, de trascenderse, de amar. Para ello es necesario comprender que lo importante no es dominar/poseer, sino relacionarse/dar; que no somos el centro de todo, sino parte de un todo dentro de una inmensa complejidad: que estamos dentro del cosmos, de su vida y el cosmos y su vida están en nosotros.
En esta espiritualidad la persona se siente ella misma y da razón del sentido de su existencia. En ella expresa su conciencia relacionada que implica corporeidad, interioridad y aliento vital. Significa los valores más profundos y vitales que nos animan a vivir, a actuar, a amar. “Es la fuerza inspiradora del pensar, del sentir y del actuar de una determinada persona o comunidad”, como la describe Marià Corbí .
Esta forma de espiritualidad nos lleva a interpretar de una nueva manera los acontecimientos positivos y negativos y a afrontarlos con un sentido diferente al que el individualismo y el egocentrismo nos han habituado; nos abre al biocentrismo que nace como energía desde lo más profundo del cosmos, superando dualismos y antropocentrismos. Nos conduce a una ética cósmica de relación con las personas y pueblos, con la tierra y el universo, buscando y creando bien común, humanismo planetario donde cambia el sentido de la economía, de la política. Es una ecoética liberadora de solidaridad, de igualdad, de dignidad sin exclusiones.
Cuando nuestro modo de vida se ha desestabilizado profundamente, no solo por el COVID-19, sino porque nuestra civilización occidental había ya causado ese profundo desequilibrio con un desarrollo suicida, esta pandemia ha provocado un dramático shock que ha conmovido al mundo. Esta traumática y dolorosa experiencia puede ser comprendid desde esa mística de ojos abiertos (J.B.Metz) que nos abre, nos convierte a un nuevo modo de vida y descubre un mundo de esperanza donde la seguridad anhelada no viene de la posesión y acumulación de bienes, sino de la solidaridad; donde el bienestar no es aislamiento y egoísmo, sino relación y encuentro (J.M. Velasco); donde vivir no es consumir, sino compartir; donde la tierra no es un instrumento inanimado y explotable sin límites, sino un ser vivo, generador de vida, que debe ser cuidado y querido, porque ella nos cuida y quiere; donde la fuente de la vida no está en el dinero acumulado, en la producción ilimitada y en el consumo desenfrenado de unos pocos a costa de la pobreza de muchos, sino en la igualdad y la justicia; donde, en definitiva, el hombre-mujer no son el centro del mundo, sino una profunda relación holística donde nadie puede prescindir de los demás en la tierra que habitamos, donde personas y pueblos debemos ser hospital de acogida y sanación para todos.
En última instancia, tanto la teología que interpreta la vida, como la espiritualidad que la vive, nos disponen a una radical conversión hacia el ‘buen vivir’que despliega actitudes creativas de cercanía, amistad, hospitalidad, colaboración, sinergia, confianza, solidaridad. Ahí iremos buscando con garantía de éxito las respuestas a los decisivos desafíos a los que la situación de nuestro mundo nos confronta, descubriéndonos su raíz más honda y abriéndonos a respuestas holísticas que laten en la energía espiritual que nos mueve, anima y envuelve en el misterio de la Pascua cósmica.
“Nuestro modo de vida se ha desestabilizado profundamente, no solo por el COVID-19, sino porque nuestra civilización occidental había ya causado ese profundo desequilibrio con un desarrollo suicida”
Comentarios desactivados en #GlobalPride2020: Una celebración virtual y global del Orgullo LGTBIQ+ en tiempos de coronavirus
El coronavirus ha roto por completo nuestro ritmo de vida normal en todos los ámbitos: salud, trabajo, economía, rutinas, hobbies, relaciones sociales… y también ha afectado a la celebración de los Orgullos. En todo el mundo, 500 orgullos han sido cancelados o pospuestos. En Madrid, el MADO ha anunciado que se celebrará online, en los mismos días que estaba previsto, del 1 al 5 de julio.
Pero además, este año, podremos disfrutar de un orgullo a nivel mundial que, claro, también se celebrará online. Se trata del Global Pride 2020 que, bajo el lema «Exist. Persist. Resist.», pretende ser una celebración mundial, y virtual, que durará 24 horas el próximo 27 de junio.
kalcetin.es
Organizado por Interpride, EPOA (Asociación de Organizadores de Orgullos europeos) y con la colaboración de varios orgullos de diferentes paises, el equipo de Global Pride está formado por voluntarios representantes de orgullos de Canadá, USA, México, Reino Unido, Alemania, Noruega, Suecia, Holanda, Letonia, Bulgaria, España, Suiza, Grecia, South África y Australia.
Aunque la programación completa aún no se ha publicado, ya se han anunciado algunos nombres que formarán parte del elenco de artistas y ponentes de #GlobalPride2020. Entre ellos, Courtney Act, Steve Grand, Olivia Newton John, Ava Max, Pabllo Vittar o Dixie Chicks. Igualmente, participarán Carlos Alvarado Quesada (Presidente de Costa Rica), Erna Solberg y Xavier Bettel (Primeros Ministros de Noruega y Luxemburgo respectivamente) y el Príncipe Manvendra Singh Gohil de India.
«Las celebraciones del Orgullo pueden haber sido canceladas, pero su espíritu sigue vivo». Con esta idea se ha puesto en marcha este evento global que espera sumar más de 300 millones de espectadores de todo el mundo.
Comentarios desactivados en Reportan a la CIDH incumplimiento de la Ley de Identidad de Género tras el Covid-19
El Movilh denunció también el aumento de la violencia intrafamiliar contra personas LGBTI luego del inicio de las cuarentenas.
El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) reportó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Movilh) los diversos problemas que están enfrentando las personas lesbianas, gays, bi, trans e intersex (LGBTI) en Chile, tras la notificación del primer caso de Covid-19 en Chile y del inicio de las cuarentenas.
El reporte se dio el marco del Foro Social de la Sala de Coordinación y Respuesta Oportuna e Integrada a la pandemia del COVID-19 (SACROI COVID-19) que CIDH implementa desde el comienzo de la crisis, generando reuniones virtuales con organizaciones y movimientos de diversos países con el fin de recopilar antecedentes sobre el impacto del virus.
En el foro con grupos chilenos, efectuado el pasado viernes, el Movilh denunció que las personas trans no han podido cambiar su nombre y sexo legal, mientras que muchos/as de quienes iniciaron tal proceso no lo han terminado, pues el Registro Civil no ha implementado un plan de asistencia virtual para cumplir con la Ley de Identidad de Género.
“Todo ello impide y/o dificulta día a día que las personas trans puedan cumplir con las exigencias sanitarias de las cuarentenas y de los toques de queda, pues carecen de un cédula acorde a su identidad de género para efectuar trámites y solicitar permisos en Comisaría Virtual”, señaló el Movilh.
El organismo reportó también a la CIDH que la discriminación contra personas LGBTI en sus casas o barrios ha aumentado un 40% desde el inicio de las cuarentenas, pero “el Estado no ha efectuado ninguna campaña de sensibilización sobre la materia, pese a ser necesario y urgente intervenir este problema y contribuir a buscar soluciones integrales”.
Los movimientos y organizaciones que se reunieron con la CIDH, esperan que dicho órgano efectúe recomendaciones a Chile para superar los problemas que denuncian.
Comentarios desactivados en Chile: Más de 50 personas trans denuncian que el Registro Civil obstaculiza el cambio de su nombre y sexo legal
“El Registro Civil simplemente no está ofreciendo audiencias virtuales para el cambio de nombre y sexo legal”, denunció el Movilh. Esto le ha impedido a personas efectuar trámites básicos como compra de comida o asistir al médico o farmacias en período de cuarentenas, lo que contraviene la Ley de Identidad de Género, las recomendaciones de la CIDH y, por cierto, las exigencias sanitarias.
Las denuncias de personas trans a las cuales el Registro Civil les ha negado su derecho a cambiar su nombre y sexo legal han aumentado en los últimos días, subiendo a 54 los casos reportados al Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), informó hoy dicha organización
La situación es gravísima, pues ya es un hecho que el Registro Civil está negando horas de audiencia a personas trans para que cambien su nombre y sexo legal con la excusa del Covid-19, aún cuando la CIDH ha dicho que justamente por la pandemia estos procesos deben agilizarse, no demorarse”, señaló el dirigente del Movilh, Ramón Gómez, tras precisar que “si solo nuestra organización ha recibido 54 denuncias, imaginamos que el drama es mucho, mucho mayor”.
Añadió que “junto a la negación para dar hora de audiencia se suman otros problemas: a alguna personas les modificaron su fecha de audiencia con fecha indefinida, también con la excusa del Covid-19. En otros 3 casos, las personas denuncian que pese a haber iniciado el proceso aún no le entregan la cédula. Más aún, muchas personas que ya cuentan con su carnet en mano, denuncian que el Registro Civil no ha notificado del cambio a otras instituciones contenidas en la Ley de Identidad de Género; como son las de Salud o Educación, las policías, el SII o entidades financieras; lo cual incrementa el drama al no ser reconocida la identidad de género”.
El Movilh explicó que “recientemente enviamos al director del Registro Civil, Jorge Álvarez Vásquez, una carta pidiendo solución a todos estos problemas, pero ellos se limitaron a resolver solo el caso de una persona a la que durante 4 meses tuvieron sin carnet y solo porque le enviamos los datos puntuales de ella, no dando respuesta a nuestra demanda de solución integral para todos/as los/as afectados/as. Además nos enviaron un correo que nadie firmaba. Más grave aún, el Registro Civil llegó al extremo de trasladar a terceros una denuncia confidencial que le hicimos llegar, informando primero a personas ajenas a este hecho de eventuales soluciones, antes que a los directamente involucrados/as, lo cual demuestra un manejo irresponsable de esta situación”.
“En inhumano e inconcebible que en momentos cuando más se necesita una cédula de identidad para pedir permisos en Comisaría Virtual y cuando más aumenta el control policial, con un cuerpo de carabineros con un largo historial de transfobia, el Estado no asegure la mínima dignidad a las personas trans para cumplir con las exigencias sanitarias de las cuarentenas”, apuntó el Movilh.
“Exigimos una vez más al Registro Civil que dé soluciones concretas, para todas las personas. Esto pasa, por dar audiencias virtuales, dar fechas de audiencias a quienes las han pedido, acelerar la entrega de cédulas a quienes comenzaron el proceso y, a hasta alturas, también es necesario el ofrecimiento de disculpas públicas por todo el daño causado”, finalizó el Movilh.
El Movilh recordó por último que en el marco del Covid-19 la Comisión Interamericana de DDHH (CIDH) solicitó el pasado 20 de abril a todos los Estados que garanticen “mecanismos legales sencillos y expeditos que posibiliten a toda persona registrar y/o cambiar, rectificar o adecuar su nombre y los demás componentes esenciales de su identidad como la imagen, o la referencia al sexo o género, de una manera prioritaria durante la pandemia”.
Comentarios desactivados en José María Castillo: “Los seres humanos no necesitamos un ‘Dios curandero’, ni nos hace falta un ‘Jesús milagrero’”
De su blog Teología sin Censura:
“¿Qué nos vienen a decir esos 67 relatos de curaciones y remedios que Jesús aportaba a la sociedad humana?”
“A partir del “Dios humanizado” (que es Jesús), nos enteramos de lo que ese Dios nos quiere decir sobre el ser humano, sobre la vida humana, sobre la sociedad humana”
Es un hecho que los dos problemas más preocupantes, que nos ha planteado el coronavirus, son el problema de la salud y el problema de la economía. De los dos, habla todo el mundo. Porque nos enfrentan a dos cuestiones básicas y decisivas en la vida de los individuos y de la sociedad.
¿Tiene el cristianismo algo que decir sobre estos dos problemas tan determinantes en la vida de los individuos y de la sociedad? Sin duda alguna, tiene que decir. Y mucho, por supuesto. El Papa Francisco se refiere a estos dos asuntos constantemente. Y antes que el Papa, quien con más insistencia y fuerza se enfrentó a estos dos problemas fue Jesús el Señor. El Evangelio, la Buena Noticia de Dios al mundo, nos dejó constancia abundante de este doble problema: la salud y la economía. Y ambos, muy relacionados entre sí. Pero, por claridad y orden, hablaré aquí, en primer lugar, de la salud; después, de la economía.
Quienes leen los evangelios saben que, en esos cuatro libros, se relatan con frecuencia episodios de curaciones milagrosas de enfermos. Exactamente, los relatos que, en los cuatro evangelios se refieren al problema de la salud son 67. La mayoría de estos relatos se refieren a hechos concretos. En otros casos (no muchos), se trata de “sumarios”, en los que se dice genéricamente que Jesús curaba a enfermos, lisiados, personas endemoniadas (o sea, que padecían enfermedades del cuerpo o de la mente. Cf. O. Böcher, TRE VIII, 279-286).
Así pues, y sin duda alguna, se puede afirmar que la primera y más destacada preocupación de Jesús fue el problema de la salud humana. Como es lógico, esto quiere decir que Jesús, el “Dios encarnado” y por tanto el “Dios humanizado”, vio claramente que el primer problema, que tiene que resolver la humanidad, es el problema de la salud. Y fue a eso, a lo que más, ante todo, se dedicó Jesús, si nos atenemos a más de 60 relatos evangélicos.
Esto quiere decir – entre otras cosas y como parece lo más lógico – que las curaciones prodigiosas, que relatan los evangelios, no son sencillamente “milagros”, mediante los cuales Jesús demostraba que él era Dios (cf. John P. Meier, Un judío marginal, vol. II/2, 598-602). No es eso. El problema, que plantean y resuelven los hechos prodigiosos de Jesús, es otra cosa. Y nos dice otra cosa.
Un Dios humanizado
Me explico. No se trata de que, a partir de los milagros, queda demostrado que Jesús es Dios y así conocemos a Dios. No. Se trata, al contrario, de que, a partir del “Dios humanizado” (que es Jesús), nos enteramos de lo que ese Dios nos quiere decir sobre el ser humano, sobre la vida humana, sobre la sociedad humana.
O sea, en los milagros y mediante los milagros, lo que importa y lo decisivo no es conocer la “historicidad” de esos hechos (si sucedieron o no sucedieron), sino enterarnos de la “significatividad”, que tales hechos tienen para nosotros. Por tanto, la pregunta clave, que tenemos que hacernos al leer esos relatos extraños y hasta desconcertantes, es ésta: ¿qué nos vienen a decir esos 67 relatos de curaciones y remedios que Jesús aportaba a la sociedad humana?
La respuesta, si no estamos ciegos, es clara y elocuente: lo primero y lo más importante, que Jesús nos enseñó (mediante las “obras” que realizaba) fue esto: ante todo, la salud humana, aliviar el sufrimiento de los que padecen, remediar el dolor de los lisiados, hacer la vida más feliz y más llevadera. Los seres humanos no necesitamos un “Dios curandero”. Ni nos hace falta un “Jesús milagrero”.
Lo que ante todo define a un ser humano, que cree en Jesús y toma en serio el Evangelio, es la persona honrada y buena que, ante todo, centra su vida en aliviar el sufrimiento de los demás y hacer más feliz la existencia humana.
Por esto da pena leer tantos y tantos comentarios eruditos, que llenan bibliotecas del saber, que matizan al detalle problemas que no resuelven nada. Pero son ya demasiados los sabios que saben lo indecible. Cuando en realidad no resuelven nada importante y serio en la vida. ¿Para eso Dios “se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, haciéndose uno de tantos“? (Flp 2, 6-7). El Papa Francisco nos habla de una “Iglesia en salida”. Ya es hora de que en el Evangelio busquemos y encontremos esa “salida”. La Iglesia que sale de sus propios intereses y da respuesta a tantas preguntas que nos angustian.
En una reflexión posterior trataré el tema de “Jesús y la economía”.
Comentarios desactivados en Líderes religiosos turcos vinculan los arcoíris de los niños turcos contra el coronavirus a un «plan gay»
Líderes religiosos de Turquía piden acabar con un icono mundial de esperanza ante la crisis del coronavirus. Algunas juntas escolares del país ya han recomendado que niñas y niños turcos no dibujen arcoíris y los expongan en público. La razón no es otra que la LGTBIfobia.
El fanatismo vuelve a hacer de las suyas. Como ya pasara en España con la campaña de odio de HazteOír contra niñas y niños trans y sus familias, los sectores más conservadores de la sociedad turca ponen en su punto de mira a los más pequeños. Esta vez el objetivo concreto de sus iras son los arcoíris que, tras una iniciativa promovida originalmente por el Museo de Arte Moderno de Estambul, se cuelgan de ventanas y balcones como símbolo de resistencia y de ánimo para hacer frente al confinamiento y restricciones impuestas por las autoridades para frenar la pandemia del coronavirus.
La gran duda es hasta qué punto desde el Gobierno de Erdoğan se apoya activamente el llamamiento a boicotear los arcoíris. No sería de extrañar, ya que, como recogimos recientemente, la Dirección de Asuntos Religiosos turca ha abierto una guerra contra la comunidad LGTBI acusándola de, por ejemplo, ser la causante de enfermedades como el VIH/sida. Algo que fue contestado desde las organizaciones defensoras de los derechos humanos y respondido por el presidente Erdoğan en estos términos: «Cualquier ataque al director de Asuntos Religiosos es un ataque al Estado».
«Por desgracia, este tipo de mentalidad anti-LGTBQ está muy extendida, incluso sin que la gente corriente vea una conexión entre los dibujos de los niños y los derechos gais», ha declarado Meral Gülsen, representante del sindicato Eğitim Sen. Sea como sea, las niñas y niños turcos han dejado de ser libres para pintar sus arcoíris porque desde diversas instituciones se ha acabado politizando el gesto y convirtiéndolo incluso en un símbolo «contrario a las tradiciones turcas».
Y todo esto en un clima político en el que Erdoğan y su partido, el islamista AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), han perdido en el año precedente algunos de sus bastiones (como la alcaldía de Estambul) en favor de la oposición más laica y moderada. Oposición que también denuncia estrategias de bloqueo con la crisis del coronavirus como excusa. Acusaciones que se repiten desde organismos independientes.
Comentarios desactivados en Buenos Aires: Cuarentena sin Ramona y con furia travesti en la Villa 31
Por Alma Fernández*
Fotos: Alma Fernández y archivo Presentes/Ariel Gutraich
Este fin de semana la villa se partió en dos, como mi corazón y como la esperanza con que seguimos esperando la ayuda anunciada en estos tiempos de pandemia, pero nunca llega; y cuando llega, es para pocxs. Los festejos por el Día de la Madre (en Paraguay y otros países de la región, que se viven a pleno en el barrio) este domingo se vieron opacadxs por el fallecimiento de Ramona Medina, la leona villera de La Poderosa en la 31.
A algunxs no les importó el ocaso ni la pena de esta referenta que venía denunciando el hacinamiento, la falta de agua y el rápido aumento de casos de coronavirus en el barrio Carlos Mugica. El virus también terminó matándola a ella, pero no fue solo el virus.
Solía verla organizándose en tiempos neoliberales, porque Ramona fue una de las tantas mujeres que se las ingenió para darle de comer a lxs propixs y lxs ajenxs con dos cebollas, una papa y kilo de pan. Ahora que todo duele pienso: qué lindo hubiera sido ver a Ramona gestionando en los ministerios. Qué lindo es verla ahora convertirse en bandera. Pero también y sobre todo: qué triste. Qué injusto es no poder escapar a ese destino que se re-escribe una y otra vez como mandato obligatorio en cierta clase de vidas: nuestras vidas, las de quienes llegan a tener más importancia justo cuando nos morimos.
Marcha del orgullo villero en la 31 de Retiro, noviembre de 2019
El lunes 18 de mayo, mientras nos preparábamos para asistir a una conferencia de prensa en la capilla, organizada y anunciada por los curas villeros, las fuerzas policiales también tenían preparada su actividad a la hora programada. Así lxs vecinxs que habitamos en las manzanas ventitrés y ventitrés bis fuimos aislados con una orden terminante: no salir de nuestras casas hasta que nos hicieran el hisopado y ver si teníamos coronavirus. A lo largo de todo el día estuvimos esperando que vinieran a analizarnos. A veces sin luz y a veces con miedo.
En medio de tanto flagelo, desconcierto y combate invisible, las travas y las personas excluidas, volvemos a ser carne de cañón. Lxs dueñxs de la moral y las buenas costumbres hacen cola para que las travestis y trans seamos las primeras en marchar a hacernos el testeo. Y ay si una de nosotras resulta infectada. Porque automáticamente será apedreada, alejada y quemada en la hoguera de las personas pobres que resisten a esta pandemia que es cruel con los que menos tienen, indiferente al género y a la orientación sexual.
Marcha del orgullo villero en la 31, noviembre de 2019.
Me toca esperar en silencio a que me llamen los médicos para el testeo. Miro por la ventana entre la escalera de hierro y pienso “Nada cambió en absoluto. Nunca las calles estuvieron vacías en la villa. A veces pienso que voy a despertar y esto será como un sueño, que nunca pasó.
Observo a los pibes víctimas del paco, cómo caminan agarrándose de las paredes, pasados de cansancio, las manos sucias, los ojos rotos y achinados, abrazando el abandono, como buscando algo que los ayude a superar este momento, este tiempo que sin saber los agarró y de repente todo -o nada- cambió. Esos pibes saben que no hay opción en el parador, como también saben que no tuvieron precaución, que no le dieron importancia a la cuarentena, que les dió lo mismo. Que cuando empezó esto decían que era una enfermedad de ricos. Recuerdo esos primeros días de confinamiento: la ciudad estaba llena de controles, y en el barrio, la policía ni circulaba por la villa, no hacía controles.
Ahora que estamos llegando a los 1000 contagios, empezaron a trasladar a lxs pobres al Hospital Muñiz para aislamiento y para hacer la cuarentena. Es aquí donde se nota más la diferencia: para nosotres no habrá un hotel adónde ir. Van a hacinarnos en el hospital. El mismo hospital especialista en enfermedades infecciosas en el que perdí a un montón de amigas. Un hospital donde a veces no hay agua ni insumos para las travestis.
Me pregunto cuál será la suerte de una de las nuestras, cuando al final el destino inevitable sea éste. Sabemos que en términos de políticas públicas y a la hora de salvarnos,siempre seremos las últimas. La categoría que nos asignó el Gobierno de la Ciudad a la hora de gestionar y resolver el tema habitacional es la de indigentes travestis/trans. Pero para lo único que te alcanza un subsidio habitacional en la Ciudad de Buenos Aires, la más rica del país, es para alquilar en alguna villa porteña. Ahí es cuando el virus se vuelve funcional al genocidio trans.
Marcha del orgullo villera y plurinacional en la villa 31 de Retiro, Bs As. Noviembre de 2019.
Con barbijo y sin abrigo: no ser más está humanidad
Nosotras sabemos: es mejor cuidarnos por nuestros propios medios. Entre nosotras aprendimos de la experiencia que nos da ser sobrevivientes de muchas cosas, entre ellas de la prostitución. Cuando el VIH/sida rondaba por las llamadas zonas rojas, al ver cómo se nos morían una a una las nuestras, nos consoló decir: “todas lo tenemos”. ¿Aplicaremos la misma fórmula para esto?
Porque cuando pase el Covid-19 tendremos que empezar de nuevo, una vez más, desde abajo. Eso también lo tenemos aprendido. Ahora no hay tiempo para pensar en el amor, ni para construir un proyecto de vida. Sabemos que nos toca sobrevivir y seguir soñando con salir adelante, aunque duela la silicona, te lastime el rechazo y falte el pan. Seguir viva es lo más importante, ¡siempre!Con barbijo y sin abrigo seguimos queriendo no ser más está humanidad. Con barbijo y con hambre postergamos sueños, anidando recuerdos de un pasado de mariposas libres volando alto y con furia.
*Alma Fernández es activista travesti y vive en la 31, Retiro, Ciudad de Buenos Aires.
Comentarios desactivados en Argentina: Es virtual y es real: discurso de odio a personas trans aumentó durante la cuarentena
Por LG y MEL
Ilustración: Florencia Capella
Un informe del INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, el Racismo y la Xenofobia) advierte que en el contexto del aislamiento social obligatorio han recrudecido las conductas discriminatorias. Y señala que la discriminación -en especial por identidad de género- aumentó en cuarentena en las redes sociales. También en los medios de comunicación.
El trabajo, que se dio a conocer este mes, se basa en información relevada por el Observatorio contra la Discriminación y en la recepción de denuncias de la ciudadanía en las que se documentan situaciones de estigmatización y discriminación en redes sociales y medios. Y anticipa que en el Mapa Nacional de la Discriminación 2019 (aún en elaboración por parte del INADI), “se registra un alto nivel de percepción de las redes sociales/internet como un ámbito en el que se discrimina mucho o bastante”. El informe concluye con una serie de recomendaciones de cómo reaccionar a actos discriminatorios en redes sociales y cómo construir una comunicación responsable para erradicar esas expresiones.
El informe de INADI parte de la recepción de prácticas estigmatizantes y discriminatorias en redes sociales contra el colectivo LGBTTIQ+, “en particular contra la comunidad travesti y trans”. Y analiza que las prácticas discriminatorias en el uso de las TIC ́s (Tecnologías de la Información y la Comunicación) provienen de tres grandes grupos: usuaries de redes sociales, personas vinculadas a la industria del entretenimiento (influencers) y medios de comunicación.
“Lo que notamos en general con el comienzo de cuarentena y el estar todes en las casas es que la actividad de redes sufrió un aumento y por ende la discriminación, se ven más comentarios y posteos de este tipo”, explica Karina Iummato, coordinadora de Investigaciones y Observatorios contra la Discriminación de la Dirección de Políticas y Prácticas contra la Discriminación del INADI. Agrega que no se atacan a nuevos colectivos sino que se perpetúan el LGBTodio y racismo, entre otros.
Desde el Observatorio están trabajando en una campaña audiovisual “para trabajar en qué es discurso social discriminatorio y en qué se manifiesta”. Iummato explica que esto no solo implica los contenidos de los comentarios sino cómo interactuamos con ellos: “Cuando uno pone ‘me gusta’ o comparte una publicación en donde se está discriminando, estigmatizando, hay un efecto en las personas y en los colectivos que lo sufren”.
Violencia en redes sociales
La navegación web aumentó un 70 % en cuarentena, señala el informe, basándose en datos públicos de la Consultora Kantar. Según la misma fuente, la participación en las redes sociales se incrementó en un 61 % sobre las tasas de uso normales y la visualización de televisión tradicional aumentó en un 63 %.
“Como resultado del incremento del uso de las redes sociales, también se registró un aumento de las prácticas discriminatorias, especialmente a través comentarios y de la difusión de “memes” estigmatizantes”, dice el informe del INADI. Y puntualiza: “la identidad de género ocupa los primeros lugares como tipo de discriminación presente tanto en los comentarios como en las publicaciones”.
Y analiza un caso que tuvo gran impacto en las redes sociales: una transmisión donde el youtuber Yao Cabrera ridiculizó a la influencer trans Kiara Acosta, mostrando una foto de sus genitales. Cabrera cuenta con más de 6 millones de seguidores en Youtube y 3.4 millones en Instagram. Allí hizo comentarios ofensivos contra la identidad de Kiara. Apareció “disfrazado”, según dijo, con prendas femeninas y maquillaje, y luego mostró la foto.
La escritora y activista trans Barbie Di Rocco hizo la captura del video que estaba siendo visto por aproximadamente 70 mil usuarios y lo difundió en sus redes. Consultada por Agencia Presentes, Di Rocco resaltó lo dañino que resultan estos mensajes de odio para el colectivo travesti y trans. “Cuando vos influenciás a todo un grupo de jóvenes y les mostrás desde los 9 años que está bien reírse de una travesti, cargarla con un nombre de hombre, con su voz, es un retroceso total. Si a los 9 años te dicen todo eso, a los 20 te pegan un tiro”, explicó la escritora. Luego de denunciar este video y viralizarlo, también recibió todo tipo de agresiones transodiantes, en especial de un sector de usuarios menor de entre 9 y 12 años, el target de edad que consume los videos de Yao Cabrera.
El youtuber uruguayo, quien junto a un grupo de personas tiene otro canales en la red de videos con un público en su mayoría sub-18, ya ha tenido denuncias anteriormente que van desde intento de abuso hasta corrupción de menores.
Barbie Di Rocco (quien escribió libros que buscan concientizar en temas trans y VIH) realizó las denuncias ante el Inadi, el Ministerio Público Fiscal y las divisiones de Ciberdelitos. “Necesitamos visibilidad de las problemáticas trans”, explicó Di Rocco en relación a la situación del colectivo especialmente agravada en esta pandemia de Covid-19.
Qué hacer si nos exponen en redes
Difundir contenidos privados es las redes es una de las situaciones previstas en la ley penal como delitos informáticos. “A veces la gente no se reconoce como víctima pero si alguien te obliga a hacer, no hacer o a tolerar algo hay que denunciarlo”, explica Hernán Navarro, presidente de Grooming Argentina. En los casos en los que se sufre una extorsión o se expone material íntimo en redes se puede pedir a la red social que la baje, que active el protocolo conforme a estándares internacionales pero la denuncia, explica el especialista debe ser penal.
Muchas personas no saben qué se puede hacer respecto a estos delitos. Fuentes judiciales consultadas por Presentes también resaltaron la importancia de hacer la denuncia en cualquier órgano competente. Existen Fiscalías Especializadas en Delitos Informáticos. También se puede acudir a fiscalías de género. Todo depende del tipo de delito: si existen amenazas se puede acudir a la Justicia nacional. Uno de los problemas de la violencia en redes sociales es que suele quedar impune, o se ampara en la libertad de expresión. Para actos de discriminación, se puede realizar una denuncia no penal ante el INADI.
En casos de grooming –acoso virtual a menores de edad y adolescentes por parte de adultos- además de estas vías de denuncia suma la app Gapp que sirve para prevenir y denunciar casos de acoso y abuso sexual virtual contra niños y adolescentes en tiempo real.
Discursos de odio en los medios
El confinamiento por COVID-19 fue y es también un caldo de cultivo para noticias falsas, discursos de odio y mensajes discriminatorios contra distintos grupos en medios de comunicación de llegada masiva. “Lo observamos en nuestros monitoreos y también en la mayor recepción de denuncias tanto al Observatorio de la Discriminación en Radio y Tv (observatorioradioytelevision@inadi.gob.ar ) como al Observatorio de la Discriminación en Internet (observatoriointernet@inadi.gob.ar)”.
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Comentarios desactivados en El antiguo tiempo del mundo
Mari Paz López Santos
Madrid
ECLESALIA, 11/05/20.- Hace poco tiempo vivíamos de otra manera. De pronto, en un instante, que también es tiempo, todo cambió.
El tiempo se dio media vuelta y lo que era cotidiano dejó de serlo. Las urgencias del día a día pasaron a segundo plano y otras, desconocidas, se instalaron en primera línea de vida y transformaron el tiempo.
Hace 57 días con sus respectivas noches, contados hacia atrás desde el momento en que empiezo a escribir para hablar del tiempo, comenzamos a vivir sin proyectarlo, lo que jamás pensamos que pudiera suceder: un bicho infinitamente pequeño nos ha confinado en casa y ha trastocado el supuesto orden de vida normal, habitual y social a nivel mundial.
En aquel tiempo, antes de los últimos 57 días, hablábamos mucho del tiempo: “¡no tengo tiempo!”, “¡no me da tiempo!”, “¡si tuviera tiempo! Parece ser que habíamos perdido el control sobre nuestro tiempo.
Quizás nos habían robado el tiempo, pero hay que reconocer que tenemos una parte de la culpa: dejamos la puerta abierta de par en par para que entrara un ladrón que mide la realidad a precio de oro, realidad que es cada segundo de vida humano.
De pronto ha sucedido lo inesperado, lo imprevisto, lo inconcebible desde el punto de vista de quienes supuestamente teníamos todo controlado: el bicho invisible y sibilino llegó y se instaló en nuestra zona de confort y campa a su aire, a sus anchas, con una capacidad de contagio infinita. Ayudado por la capacidad de movimiento que tenemos en las sociedades occidentales.
El bicho es muy democrático. Le da igual un banquero que una persona que viva en la calle; no distingue categoría sociales, políticos, pobres, ricos, jóvenes, ancianos; salta fronteras como un atleta de élite, que se han ido cerrando a base de toses y estornudos.
Lo que no es tan democrático también lo ha dejado a la intemperie el bicho: no todos podemos vivir el encierro de la misma forma, porque no es lo mismo una amplia casa con espacio suficiente, que treinta metros cuadrados para una familia con tres niños pequeños, por poner un ejemplo. Tampoco es lo mismo seguir cobrando el sueldo haciendo tele-trabajo en casa, que quedándose sin trabajo en los primeros momentos de la pandemia. La vida, el tiempo… no es igual para todos y el bicho nos lo confirma.
Toma posesión de un territorio, nuestra zona de confort, que aplicando la imaginación podemos ver como un holograma en forma de etéreos círculos concéntricos, en perfecto orden desde el interior al exterior: ego, casa, trabajo, ciudad, país, mundo…
En menos tiempo que dura un telediario nos hemos sumergido en la realidad de un cambio radical del uso del tiempo y del espacio. Esto dicho con cierta elegancia, pero a las bravas: el bicho nos ha puesto la vida patas arriba y se nos ha plantado de frente a modo de espejo, retándonos con la frívola “pregunta-escudo” de quien no le interesa lo más mínimo la respuesta: ¿Todo bien?
Y ahora lo que hacemos o no, lo que hablamos o no, lo que sufrimos o más, lo que pensamos, soñamos, tememos o dejamos de lado, lo que compartimos o guardamos para tiempos mejores, creo que es una fuerza que hemos de almacenar con exquisito cuidado. Podrá llegar a ser energía positiva para cuando este tiempo ya no sea presente, y nos dispongamos a poner en pie una normalidad que no se parezca a la de antes. También nos ayudará a no olvidar lo vivido en estos 57 días y los que queden antes de deshacernos del bicho infinitamente pequeño e invisible.
Este tiempo de confinamiento nos muestra, a modo de gran puzzle, piezas de colores en forma de solidaridad, entrega, trabajo, dolor, sufrimiento, muerte, paciencia, empatía, creatividad, cariño, profesionalidad, acompañamiento, dignidad, amor y aplausos. Pero también piezas oscuras de egoísmo, rivalidad, mentiras, enfrentamiento, bulos, manipulación, etc.
El ahora ya Antiguo Tiempodel Mundo no permitía mucho tiempo para estar en familia, quedar con los amigos, cuidar de los mayores. Los modos y maneras de la normalidad del AntiguoTiempodel Mundo inducían al consumo con demasiada reiteración; muchos no se cuestionaban los abusos hacia la Naturaleza, el deterioro del Planeta. En el Antiguo Tiempo del Mundo si el mercado financiero tenía un tropezón, los que lo pagaban siempre eran los de abajo que no entiende de este tipo de mercadeo. También la corrupción hacía mella en el Antiguo Tiempo del Mundo empobreciendo sectores sociales como la Sanidad, la Educación, la Ciencia y las Pensiones.
Si la salida de la crisis sanitaria por causa del coronavirus (nombre que me recuerda a la rana con corona del cuento), o COVID-19 que tiene nombre de robot de la Guerra de las Galaxias, desemboca en una crisis económica que vuelvan a pagar los mismos que la anterior (dos crisis en menos de 20 años), estamos en peligro.
“¡Enséñanos a contar nuestros días para que entre la sensatez en nuestra cabeza!”, recuerdo aquí lo que dice el salmo (90,2), para que se bajen los humos. ¡Qué poco somos, qué poco tiempo vivimos y cuánto nos complicamos o nos dejamos complicar la vida.
Que cuando acabe esto, la sensatez y el sentido común sean el antídoto para dejar atrás el Antiguo Tiempo del Mundo. Y salgamos por ahí a comunicar que…
El tiempo del mundo* no te permite espacios sagrados.
La prisa del mundo acelera el organismo ciega, bloquea, mata.
Los valores del mundo desintegran el sentido quieren que olvides el origen:
Nada se compra nada se vende todo se tiene.
Porque se es, todo se siente porque se está … el principio.
Moverse en el mundo sin ser del mundo.
Meterse en la vorágine sin que te succione.
Que te duela el mundo sin que rompa tu esperanza … y luchar por volver cada día a la fuente al silencio, a la intimidad a las profundas aguas del amor y la amistad.
Comentarios desactivados en Enrique Martínez Lozano: Vivir en tiempos de Pandemia (III). Problema global, cambios globales.
Una pandemia no conoce fronteras. El coronavirus es un problema colectivo que requiere respuestas compartidas y que vayan hasta la raíz. Respuestas que es urgente comprender y poner en marcha. La filósofa alemana Carolin Emcke afirma que su mayor inquietud es “que no aprendamos nada de la crisis”, de una crisis que está poniendo de manifiesto “que el Estado no puede retraerse infinitamente de su responsabilidad, que hacen falta infraestructuras públicas, bienes públicos, una orientación hacia el bien común. Me preocupa sobre todo que el aprendizaje que estamos haciendo, doloroso y amargo, caiga en el olvido cuando todo haya pasado. Que reconstruyamos nuestras sociedades con las mismas injusticias, la misma inestabilidad”.
Tal como yo lo veo, la crisis del coronavirus, afectando a todo el planeta, constituye una llamada de atención sobre lo que venimos haciendo y una invitación grave a modificar nuestra acción colectiva.
Una llamada de atención
Sin ánimo de ser exhaustivo, la presencia del coronavirus nos alerta de tres errores: el maltrato infringido al planeta, la injusticia de un sistema económico que mantiene en la pobreza a una masa ingente de personas y un estilo de vida marcado por un afán de crecimiento tan ilimitado como irresponsable e injusto, el estrés y el consumo desenfrenado.
Algo estamos haciendo muy mal cuando nos hemos acostumbrado a convivir con una desigualdad sangrante entre los seres humanos, adormeciendo nuestra conciencia para asumir como “inevitable” lo que no es sino consecuencia de un sistema socioeconómico estructuralmente injusto. Tal vez porque tememos que si cuestionamos este sistema nos veríamos perjudicados nosotros mismos.
Algo estamos haciendo muy mal cuando no somos capaces de poner freno efectivo al daño ecológico. Parece que los gobiernos no se atrevieron a tomar medidas eficaces que frenaran el calentamiento global porque ello habría supuesto un descenso del PIB en torno al 2%. Pues bien, los efectos de esta pandemia pueden provocar que en Europa esa caída, según datos de la Comisión Europea y del FMI, sea superior al 7,5%. (Por lo que se refiere a nuestro país, el descenso en el primer trimestre ha sido del 5,2%, y el Banco de España pronostica para este año una caída entre el 6,6 y el 13,6%). La escritora brasileña Eliane Brum ha escrito lo siguiente: “El efecto de la pandemia es el efecto concentrado y agudo de lo que la crisis climática está produciendo a un ritmo mucho más lento. Es como si el virus nos hiciera una demostración de lo que viviremos pronto”.
La crisis del coronavirus es también una bofetada a nuestra arrogancia. El periodista y bertsolari vasco Xabier Euskitze ha sabido expresarlo poéticamente, con tanta verdad como crudeza. Tras constatar nuestra impotencia ante el virus, escribe: “Mientras tanto, la vida sigue. Y es hermosa. Únicamente ha recluido en jaulas al género humano y creo que quiere enviarnos un mensaje. Es este: «No sois necesarios. El aire, la tierra, el agua y el cielo están bien sin vosotros. Cuando regreséis no olvidéis que sois mis invitados y no mis dueños»”.
¿Hasta cuándo seguiremos los humanos manteniendo un sistema que agudiza la desigualdad entre nosotros y que agrede violentamente al planeta?
A veces se escucha que “de la crisis saldremos mejores”. No lo veo tan sencillo. La experiencia nos dice que los cambios que nacen del miedo duran poco, solo hasta que pasa la percepción de la amenaza.
Para que se produzca un cambio efectivo se requiere que, además de la crisis que revela nuestros engaños, crezca la comprensión de lo que estamos haciendo –a partir de la cual podamos reorientar nuestras acciones– y, más aún, la comprensión profunda de lo que somos. En una palabra, el cambio real únicamente puede venir de una transformación de la consciencia, en concreto, del paso de la errónea consciencia de separación que gira en torno al yo o ego a la consciencia de unidad en la que nos reconocemos compartiendo la misma identidad. No conozco motivación más poderosa para vivir la fraternidad que el reconocimiento de que compartimos la misma identidad, no en un sentido metafórico, sino absolutamente real.
Una invitación grave al cambio
El problema global requiere un cambio global: en las prioridades políticas, fortaleciendo los sectores básicos –alimentación, educación, sanidad, renta mínima…–, en el sistema socioeconómico –para superar el neoliberalismo depredador en aras de una economía centrada en la persona–, en el terreno ecológico –situando la lucha contra el cambio climático en el centro de cualquier programa de recuperación–, en el estilo de vida –pasando del derroche a la austeridad, del individualismo a la cooperación, del estrés a la serenidad–…
Se hace necesaria una atención privilegiada a las personas y colectivos más vulnerables y a quienes se van a ver más afectados por los efectos de esta situación.
La crisis está mostrando que solo saldremos adelante en la medida en que seamos capaces de trabajar unidos. Es cierto que, como nos ocurre cuando somos víctimas del miedo, la amenaza puede activar un comportamiento narcisista del “sálvese quien pueda”. Pero esas actitudes tienen un recorrido muy corto.
Ahora bien, todos estos cambios solo serán posibles en la medida en que crezcamos en una consciencia de unidad. Lo cual requiere, a su vez, ir superando el narcisismo, individual y colectivo, para que emerja una actitud solidaria.
Tal consciencia de unidad se pone de relieve en las crisis, plasmándose en muestras de solidaridad, servicio, entrega… Necesitamos hacerla más explícita para que provoque un cambio duradero en nosotros, que oriente nuestras actitudes y comportamiento hacia una solidaridad efectiva.
Del narcisismo a la solidaridad
Los expertos señalan que vivimos en una cultura marcadamente narcisista. Lo cual parece confirmarse cuando dirigimos la mirada hacia gran parte de los líderes políticos en la mayor parte del mundo. Si, en una forma u otra, los políticos son un reflejo de la sociedad en la que aparecen, el retrato no deja lugar a dudas.
El narcisismo funciona como un mecanismo de defensa que busca protegernos de nuestra propia inseguridad y que, en su vertiente neurótica, hace que la persona y los colectivos vivan girando constantemente en torno a sus necesidades, sus miedos y sus intereses.
En este sentido, el narcisismo es el reverso de la consciencia de unidad. Una personalidad narcisista es incapaz de sentir empatía y compasión: ¿cómo habría de vivir solidaridad? Las sociedades narcisistas buscan protegerse y asegurar su propio bienestar por encima de cualquier otro objetivo y a costa, si es necesario, del sufrimiento de otros.
Con lo cual, el cambio global al que nos invita esta crisis solo será posible si nace de una nueva consciencia colectiva, de la comprensión de la unidad que somos.
En lenguaje espiritual, eso significa reconocer que cada cual nos estamos experimentando en una persona única e irrepetible, pero que nuestra identidad es solo una y la misma. Así como todas las gotas son solo formas que el agua adopta, nosotros somos igualmente formas en las que la consciencia –vida o presencia consciente– se despliega. Por eso puede afirmarse con razón que no somos iguales, pero somos lo mismo. Nos falta integrarlo experiencialmente y vivir en coherencia con ello.
Si me reduzco a la “gota”, es probable que vea a todas las demás como rivales y eso me lleve a protegerme, aislarme o imponerme sobre ellas. Si, por el contrario, me reconozco como “agua”, sentiré que lo que le sucede a cada gota me está sucediendo a mí mismo.
La creencia de que somos un yo separado nos encierra y mantiene en el miedo. La comprensión de que compartimos la misma identidad –el paso de la consciencia de separatividad a la consciencia de unidad– nos expande, modifica radicalmente nuestra mirada y da un giro de ciento ochenta grados a nuestro modo de tratarnos y de actuar en el mundo.
¿Qué somos? –se preguntaba el sabio Raimon Panikkar–: ¿la gota de agua o el agua de la gota? La respuesta adecuada solo puede ser una: las dos cosas. Aunque de una forma asimétrica, si se me permite la imagen. La “gota” es nuestra personalidad; el “agua”, nuestra identidad.
Dicho con otra metáfora: somos agua con un contorno delimitado. La identidad es el agua (H2O) pero, siendo agua, nos estamos experimentando en el “contorno” concreto de nuestra persona.
La sabiduría consiste en vivir en la forma –como personas– desde la conexión profunda con lo que realmente somos. Esa es la consciencia de unidad, de donde brota empatía, compasión, solidaridad, comunión…, la única “tierra” de donde habrán de brotar una sociedad y una humanidad nuevas.
Comentarios desactivados en Enrique Martínez Lozano: Vivir en tiempos de Pandemia (II). Miedo y Confianza.
Ante la amenaza se despierta el miedo, como pieza básica de nuestro sistema de defensas que nos alerta para poder escapar del peligro.
Sin embargo, con mucha frecuencia, lo que es una alerta necesaria y beneficiosa, se convierte en algo patológico, que termina en parálisis, hundimiento y pánico. Eso ocurre cuando el miedo se apodera de nuestra persona.
Cuando aparece el miedo
Nuestro miedo aparece cuando se producen –o se teme que se produzcan– pérdidas de todo tipo: de bienes, de salud, de afectos… Es la nube del qué será de mí.
O cuando nos vemos sumidos en la incertidumbre: acerca de nuestra salud, nuestro trabajo, nuestro futuro. Es la nube del qué pasará.
O cuando caemos en la cuenta de que, ciertamente, no controlamos nada. Ha bastado un virus insignificante para que todo el planeta se sienta amenazado y surja un escenario que nunca hubiéramos imaginado. Es la nube del cómo terminará todo esto.
El miedo “fantasma” nos arrebata lucidez, secuestra la paz, genera intenso sufrimiento y lleva a culpabilizar a otros de nuestro malestar. Aun sin ser conscientes de ello, el miedo –por la frustración que supone para nuestra necesidad de bienestar– genera agresividad, que fácilmente proyectamos fuera, en un mecanismo perverso de culpabilización.
La persona feliz es buena. La persona asustada es como un animal enjaulado, que fácilmente alimenta enfado hacia sí y odio hacia los demás.
La relación de la mente con el miedo
Los estudiosos del cerebro han comprobado que este reacciona igual ante la amenaza real que ante la que es solo imaginada. En cierto modo, no distingue una de otra.
Esto significa, al menos, dos cosas importantes: que podemos sufrir por amenazas que nunca serán reales y que la mente tiene poder para crear escenarios atemorizadores o “miedos fantasmas”.
Significa también la importancia de cuidar el modo como nos relacionamos con la mente, porque de ello dependerá que sea nuestra gran aliada en tiempos de crisis y dificultad o, por el contrario, nuestra mayor enemiga y fuente de sufrimiento desproporcionado e inútil.
¿Cómo vivo la mente? ¿Cómo servidora o como dueña? Recordemos una vez más el conocido dicho: “La mente es el mejor de los siervos y el más tirano de los dueños”.
La mente-dueña es aquella que me acapara hasta identificarme con los pensamientos. Aun sin ser consciente de ello, creo que la realidad es como mi mente la ve, olvidando aquello que los neurocientíficos han comprobado: que nuestra mente nunca ve la realidad, sino solo una imagen mental. Confundido con mi mente, porque no he aprendido a tomar distancia de ella, me veré sacudido por los movimientos mentales y emocionales que aparezcan en cada momento.
Los pensamientos generan sentimientos, a la vez que estos alimentan aquellos. De modo que puede crearse la “tormenta perfecta”: pensamientos de temor alimentan un miedo descontrolado que, a su vez, dan pábulo a ideas e imágenes cada vez más negras.
La mente-servidora, por el contrario, es una preciosa y eficaz herramienta a nuestro servicio y por ello una gran aliada. Es la mente observada. Y la vivimos así cuando somos capaces de tomar distancia de ella, sin dejar que nos maneje. Con la práctica, me voy dando cuenta de cómo funciona en mi caso, pero no me creo todo lo que me dice.
Higiene mental y acceso a “otro lugar”
Al tomar distancia de la mente, me libero de su dominio y empiezo a comprender lo que son los pensamientos. Estos no me dicen “la verdad” de lo que ocurre. Son solo propuestas neuronales, que mi cerebro me lanza a partir de las experiencias vividas en el pasado y de los patrones mentales que aquellas han configurado.
Ahora bien, en el momento mismo en que descubro que mis pensamientos son únicamente propuestas cerebrales, empiezo a perderles el respeto y puedo mirarlos con un punto de humor. Y con esa misma práctica, empiezo a desarrollar una poderosa capacidad: aquella que consiste en dejar caer o soltar todos aquellos pensamientos que me producen sufrimiento mental.
No se trata en absoluto de negar la realidad ni de evitar el dolor –de hecho aquella práctica no funcionará si no se basa en la lucidez–, sino de no ser marioneta en manos de una mente que no hace sino repetir mensajes de acuerdo con los circuitos neuronales.
Parece claro que nuestra mente volverá a aquellos pensamientos que más alimentamos o en los que nos entretenemos con más frecuencia. Ello significa que terminará por no traernos obsesivamente aquellos que dejamos caer una y otra vez.
He hablado de observar la mente, tomando distancia de ella, como condición de nuestra libertad y como medio para dejar de sufrir inútilmente. Pero para observarla, se requiere empezar a familiarizarse con “otro lugar” que no sea la mente y desde el que podamos mirarla.
La psicología transpersonal, tomando prestado un término de la sabiduría hindú, denomina a ese lugar la Consciencia-Testigo, o el Testigo a secas.
Como cada cual puede experimentar, encontramos en nosotros “dos lugares”: la mente que piensa y “algo” que la observa. Ese “algo” es el Testigo. Esto me parece tan evidente que si en nosotros hubiera solo pensamiento ni siquiera sabríamos que estábamos pensando. Hay otra instancia que se da cuenta de que pensamos. Dicho de otro modo: el Testigo es el que nos hace reconocer que no somos esa voz que habla en nuestra cabeza. Porque eso, para nosotros, es solo un objeto, es decir algo que podemos observar.
Con ello, la práctica de observar la mente no solo nos conduce a vivirla como una herramienta a nuestro servicio –evitando la trampa de reducirnos a ella–, sino que nos abre la puerta para acceder a nuestra verdadera identidad: no somos la mente –o el yo– que observamos; somos Eso que observa.
La experiencia de ese “otro lugar” se revela fundamental en el proceso de crecimiento de la persona, de la liberación del sufrimiento mental y de la comprensión de lo que realmente somos.
El miedo le afecta al yo –y habrá que elaborar todos los miedos que aparezcan–, pero no al Testigo. El Testigo es ecuánime en toda circunstancia y se halla siempre a salvo.
La salida del miedo: la confianza
El miedo es lo opuesto a la confianza: recientes investigaciones neurocientíficas parecen demostrar que ambos utilizan los mismos circuitos neuronales, por lo que si uno de ellos está activo mantiene al otro alejado: donde hay miedo no hay confianza, y donde hay confianza no hay miedo.
El miedo se activa en situaciones de amenaza, tiende a agravarse –como hemos visto– cuando se hace presente cualquier tipo de pérdida, cuando aparece la incertidumbre y cuando tenemos la sensación de no controlar algo.
Pero, en realidad, la raíz del miedo es más profunda. Nace de nuestra idea de que somos un yo separado y, en último término, de la ignorancia acerca de nuestra verdadera identidad.
El miedo acompaña al yo desde su mismo nacimiento, tal como advirtiera Hobbes: “El día que yo nací mi madre parió gemelos: yo y mi miedo”. Donde hay un yo separado habrá miedo.
Esto significa que si el origen del miedo es la ignorancia acerca de lo que somos, la liberación del miedo –la confianza profunda– únicamente podrá venir de la mano de la comprensión de nuestra verdadera identidad.
Cuando vamos haciendo la experiencia de pasar del “yo” al “Testigo” estamos dando un paso decisivo en ese camino de comprensión. Y puede darse que, en la medida en que vayamos acallando el “griterío” de nuestra mente, en el silencio, notemos que hay “algo” en nosotros que nos invita a confiar. Si seguimos abiertos a ello, es fácil que escuchemos una voz que susurra incansablemente en nuestro interior: “Confía”.
Como el amor, la alegría, la gratitud…, la confianza es un arte. Lo cual indica que se puede cultivar. Y que crece en la medida en que la practicamos. Al entregarnos a la vida, en la aceptación profunda, experimentamos que la confianza no defrauda: hay un “Fondo” que no sostiene en todo momento; ese Fondo es lo que somos.
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