Según Australian Marriage Equality, los representantes políticos australianos partidarios del matrimonio igualitario ya superarían a los contrarios en ambas cámaras del Parlamento, por lo que, de instarse un proyecto de ley al respecto y permitir la libertad de voto, el matrimonio entre personas del mismo sexo sería aprobado por mayoría tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado. El primer ministro, Malcolm Turnbull, insiste, sin embargo, en la fórmula del referéndum, que tendría lugar en 2017, aunque cada vez hay más críticas a ese procedimiento, que se contempla como inútilmente oneroso y divisorio entre la población. Entre los críticos, la mayoría de los votantes del distrito electoral que representa el propio Turnbull, que en un 63 % se declararan partidarios de la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en vía parlamentaria.
Malcolm Turnbull, miembro del Partido Liberal y primer ministro de Australia desde septiembre de2015, parece hallarse atado, en lo que respecta al matrimonio igualitario, por los compromisos de su antecesor y correligionario, el claramente LGTBfobo Tony Abbott, que bloqueó una y otra vez cualquier intento por aprobarlo. Poco antes de su cese, Abbott planteó la celebración de un referéndum en 2017, tras las nuevas elecciones, propuesta que muchos vieron como un mecanismo más de dilación.
Esa es la medida que sigue defendiendo Turnbull, a pesar de que siempre se había mostrado partidario del derecho al matrimonio de las parejas del mismo sexo, apoyo que creó grandes expectativas dentro del colectivo LGTB tras su nombramiento. Por ello, la presión para que cambie su opinión y utilice la vía parlamentaria para aprobarlo se incrementa día a día. Por ejemplo, el pasado mes de noviembre de 2015, el Senado, cámara donde la oposición es mayoritaria, le hizo una petición formal al respecto.
La presión es tanto política como social. Australian Marriage Equality, grupo que lucha por la aprobación del matrimonio igualitario, comunicaba los resultados de un estudio, según el cual habría una mayoría de representantes políticos en ambas cámaras que votarían a favor de la igualdad de derechos para las parejas del mismo sexo. Siempre se había sospechado que, de darse libertad de voto, existiría esa mayoría, pero ahora se ofrecen datos concretos. Sumando las declaraciones públicas efectuadas por los representantes, más otras recogidas confidencialmente por Australian Marriage Equality, en la Cámara de Representantes votarían a favor del matrimonio igualitario 76 de los 150 diputados. En el Senado, lo harían 41 de los 76 senadores. Y estas serían las cifras más conservadoras.
Son cada vez más las voces que critican un plebiscito que sería oneroso para arcas públicas australianas, pues su coste se calcula en 160 millones de dólares australianos (104 millones de euros, 113 millones de dólares estadounidenses). También se estima que empañaría la próxima campaña electoral, en vez de ser un asunto ya zanjado y fuera del debate político. Además, se teme que se cree un innecesario clima de división, alentado por la minoría social LGTBfoba. Los propios votantes del distrito electoral del primer ministro Turnbull se muestran ampliamente partidarios no solo de la aprobación del matrimonio igualitario, sino de que se efectúe mediante trámite meramente parlamentario. Así lo consideraba el 63 % de los electores del distrito de Wentworth, donde concurre Turnbull, según las últimas encuestas.
Rodney Crome, director de Australian Marriage Equality, estima que “Malcolm Turnbull sabía desde el principio que el referéndum es un intento caro y divisivo de retrasar el matrimonio igualitario, y ahora está claro que sus propios electores están de acuerdo con eso. La postura actual del primer ministro de apoyar el plebiscito está fuera de sintonía con su electorado, y sus votantes quieren que dé un vuelco a la política de Tony Abbott de retrasar el matrimonio igualitario”.
El líder de la oposición, el laborista Bill Shorten, afirma con contundencia que Turnbull está simplemente dando largas al asunto, y que “a quien queremos en el tema del matrimonio igualitario es el viejo Malcolm Turnbull, no al nuevo Malcolm Turnbull”.
Desde el ala más conservadora del Partido Liberal, figuras como Eric Abetz y Cory Bernardi han afirmado que, dado que el referéndum no sería legalmente vinculante, no se debería legislar el matrimonio igualitario aunque los ciudadanos australianos lo votasen favorablemente. El propio ex primer ministro Tony Abbott ha viajado hasta los Estados Unidos para ofrecer una conferencia en defensa de la familia tradicional, invitado por Alliance Defending Freedom, un grupo fuertemente LGTBfobo que no solo aboga por la derogación del matrimonio igualitario en los Estados Unidos, sino que incluso propone que se vuelva a penalizar la homosexualidad.
El primer ministro Turnbull ha tenido que salir al paso de las declaraciones de Abetz y Bernardi, asegurando que “si la mayoría de las ciudadanos con derecho a voto votan a favor de ello en el referéndum, se legalizará el matrimonio entre personas del mismo sexo”.
Una sociedad favorable con líderes contrarios la igualdad
El debate sobre la aprobación del matrimonio igualitario en Australia viene de muy lejos. Ya antes de las elecciones de 2013, que dieron la victoria a Abbott, fueron los laboristas, entonces al frente del Gobierno, los que actuaron como freno. La que hasta junio de ese año había sido primera ministra, Julia Gillard, se oponía, y durante sus años de gobierno no dudó en maniobrar para impedir que los partidarios de la igualdad dentro del Partido Laborista trasladaran su criterio al Parlamento. Y ello pese a que ya en su congreso nacional de 2011 el partido incorporaba la defensa del matrimonio igualitario a su ideario. Ideario que Gillard se encargó de convertir en papel mojado al imponer que los legisladores laboristas –cuyos votos eran todos necesarios, debido a lo ajustado de su mayoría– tuvieran libertad de voto. Una libertad que Tony Abbott negó entonces a los suyos y que desembocó en el fracaso de la iniciativa. De la mano de Gillard, Australia perdía una primera oportunidad histórica.
La impopularidad de Gillard llevó a Kevin Rudd a arrebatarle el liderazgo del partido y el puesto de primer ministro (mediante una maniobra similar a la que ahora ha destronado a Abbott, y que a su vez antes había utilizado Gillard para sustituir a Rudd). Ya por entonces Rudd se había convertido en defensor del matrimonio igualitario, pese a que su anterior etapa como primer ministro se caracterizó también por un rechazo frontal. Pero la sustitución de Gillard no evitó la derrota laborista, y tras las elecciones Abbott (un católico conservador fuertemente opuesto al matrimonio igualitario, pese a tener una hermana abiertamente lesbiana) se convertía en primer ministro. Su victoria alejó las expectativas de aprobación, pese a que un número no determinado de diputados de su partido son partidarios del matrimonio igualitario, y de hecho ya desde el principio el propio Abbott reconoció que en el futuro le resultaría complicado mantener la disciplina de voto en esta materia. Lo consiguió… pero el empeño contribuyó a la gran bajada de popularidad que finalmente acabó por costarle el puesto.
Sin embargo, la parálisis en la tramitación del matrimonio igualitario en Australia continúa, y la oposición pierde la paciencia. El nuevo primer ministro Malcolm Turnbull, que había despertado esperanzas por su posición favorable, no ha cambiado sin embargo los planes de su predecesor de posponer la decisión hasta la celebración de un referéndum sobre la igualdad matrimonial en 2017. Por ello, el Senado australiano le pidió a finales del pasado 2015 que no se demore más y tramite ya un proyecto de ley en el Parlamento con libertad de voto para todos los diputados. Esperemos que el cada vez más claro y evidente apoyo de todos los sectores de la sociedad australiana a la tramitación inmediata de una ley de matrimonio igualitario dé sus frutos, y la igualdad de derechos de la población LGTB no sufra más dilaciones.
Fuente Dosmanzanas
General, Historia LGTBI, Homofobia/ Transfobia.
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