En el año de Lutero: C. Reina y la Biblia del Oso (con A. Ropero)
“Símbolo del protestantismo hispano”
La Biblia del Oso y su autor
La traducción de Reina, “todo un logro de la literatura religiosa”
La Biblia del Oso constituye la Vulgata de todos los protestantes de habla española, que se resisten a admitir cualquier otra versión
Quizá el mayor impacto de la “reforma” de Lutero y de su obra en España (en el mundo de lengua castellana) se ha concretado a través de la “Biblia del Oso“ de Casiodoro de la Reina, que realizó la primera traducción completa de la Biblia al castellano.
Así lo ha puesto de relieve la tesis doctoral que Constantino Bada (imagen 1) ha defendido en la Universidad Pontificia de Salamanca, bajo la dirección del Prof. J. M Sánchez Caro, el pasado 25 de enero.
Cf. http://labibliadeloso.blogspot.com.es, en Facebook, y en la noticia de prensa http://salamancartvaldia.es/not/139169/constantino-bada-prendes-defiende-tesis-doctoral-biblia-oso/
Ésta es buena noticia cultural, ecuménica, literaria, no sólo para los que hemos estudiado la obra de C. de la Reina, y para los “protestantes” de lengua castellana, sino para los cristianos y para los hombres de cultura, pues la Biblia del Oso forma parte del mejor patrimonio religioso, social e intelectual del mundo hispano.
Pero la gran noticia no es la tesis de C. Bada (¡felicidades!), con ser muy buena, sino la traducción de la Biblia de C. Reina (y Valera) … que seguimos utilizando cientos de miles de cristianos y estudiosos (y que forma parte del mayor “portal” de estudio bíblico del mundo: Bible Works)
Así me lo ha hecho saber mi amigo Alfonso Ropero, quizá el más conocido de los pensadores protestantes de España (director de publicaciones de la Editorial Clie, autor del Diccionario Enciclopédico de la Biblia….) quien amablemente me ha enviado una nota sobre Casiodoro Reina. Para enmarcar su reflexión ofrezco al fin de esta postal una pequeña nota mía sobre la Biblia de Reino y Valera.
Gracias, Alfonso, buen domingo a todos.
Alfonso Ropero
LA BIBLIA Y DEL OSO Y SU AUTOR
El pasado 25 de Enero tuvo lugar un acto muy importante para todos los amantes de la Biblia, y en especial, para los protestantes españoles, ya que el sacerdote asturiano Constantino Bada Prendes culminaba un largo proceso de investigación sobre la traducción de la Biblia de Casiodoro de Reina, conocida como Biblia del Oso, todavía en uso por todo el protestantismo español e iberoamericano. Revisada por Cipriano de Valera y con posteriores revisiones que culminan en 1960 —a la que siguen otras más—, constituye la Vulgata de todos los protestantes de habla española, que se resisten a admitir cualquier otra versión, por más que responda a un trabajo más profundo y académico, con recurso a un aparato científico más completo. Naturalmente, hay otras versiones que poco a poco van ganando terreno en muchas iglesias, pero sin lograr desbancar el prestigio de la Reina-Valera 1960.
Ese 25 de Enero, en el Aula de Grados de la Universidad Pontificia de Salamanca, Constantino Bada defendió públicamente su tesis doctoral titulada: “La Biblia del Oso de Casiodoro de Reina; Primera Traducción completa de la Biblia al castellano”, dirigida por el Dr. José Manuel Sánchez Caro.
“Esta es la primera monografía sobre esta magna obra de Reina, tesoro de nuestra cultura hispánica —dijo el doctorando en tan memorable ocasión—; era necesario un abordaje de esta traducción tan importante para el mundo cristiano”, y joya de la literatura española.
Como muchos sabrán, Casiodoro de Reina fue un monje de monasterio de San Isidro del Campo, que abrazó las ideas luteranas junto a un buen número de frailes. Descubierto este foco de luteranismo en España, Casiodoro y los suyos tuvieron que darse prisa para abandonar el país, perseguidos por la Inquisición. Los que no lograron hacerlo a tiempo terminaron en la hoguera, o bien disciplinados, según el grado de su implicación.
Huido a la Ginebra de Calvino, Casiodoro pronto advirtió que aquella tampoco era su tierra prometida. Espíritu libre y sensible tuvo pasar por innumerables trances para sobrevivir en aquel de mundo sospecha constante, de desconfianza generalizada del otro por cuestiones doctrinales. Aun así, Casiodoro fue capaz de, en solo diez años, y por su propia cuenta dar a luz una versión de Biblia que es todo un logro de la literatura religiosa.
Por si fueran poco las penurias económicas, cuando ya estaba casi a punto de imprimir y ver la luz su edición de la Biblia, cayó gravemente enfermo teniendo que permanecer en cama durante cinco semanas, debatiéndose entre la vida y la muerte. “Me producía no poca tristeza —escribió posteriormente— el pensamiento de mi mujer y de mis hijos pequeños, a quienes parecía haber traído conmigo a Basilea únicamente para que empezaran un nuevo exilio lejos de nuestros amigos y conocidos, y sobre todo, privados de mí. Pero incluso esta tristeza la alejaba fácil y rápidamente encomendándolos a la Providencia de Dios que, primero a mí y después a ellos conmigo, nos había hecho experimentar su cuidado paternal en medio de tantas dificultades y frecuentes trabajos”.
Casiodoro es ejemplo de unos de esos espíritus nobles del reformismo español. De ningún modo estaba de acuerdo con el castigo capital del “hereje” o disidente religioso. Se dice que lloraba cada vez que pasaba cerca de la colina de Champel porque le traía a la memoria la terrible muerte en la hoguera sufrida por su compatriota Miguel Servet. Esta simpatía hizo que algunos calvinistas lo sometieran a vigilancia.
También en doctrina Casiodoro parece que daba más importancia a los matices éticos y prácticos que a los especulativos y teológicos. Ocurre que muchos reformadores comenzaron proclamando la salvación por gracia, por fe sola, pero en la práctica bien pronto cayeron en la gnosis, la salvación por el conocimiento correcto de la doctrina sobre la gracia, la fe sola o la predestinación, el bautismo o la Santa Cena; todos ellos motivos para jugarse la vida en la contienda. El criterio de fe verdadera ya no venía asegurado por la fe y la vida piadosa, sino por la doctrina y la ortodoxia, o más bien, la fidelidad a la doctrina del grupo.
Casiodoro abandonó Ginebra por Londres (1558), donde esperaba encontrar un ambiente más propicio a la expresión libre de su fe. Durante un tiempo gozó de tranquilidad para dedicarse a sus labores pastorales y hasta formar una familia (1561). Pero su espíritu liberal y comprensivo levantaba sospechas. Pese a los años transcurridos desde su salida de España, la Inquisición le seguía los pasos mediante agentes que informaban de cada actividad que realizaba. Por otra parte, sus hermanos de fe no terminaban de fiarse de él. El grupo calvinista criticaba sus creencias y sus simpatías con Servet y Castellio; con el luteranismo y la corriente anabaptista.
El odium theologicum, que es un fuerte sentimiento que no repara ante nada, ideó la mejor manera de desacreditar a Casiodoro y meterlo en un serio aprieto. En 1563 fue acusado del delito de sodomía. Los acusadores hicieron correr la versión de que Reina antes de su matrimonio había mantenido relaciones homosexuales con un mozo llamado Jean de Bayonne. Fue acusado formalmente por los pastores calvinistas de las iglesias francesa y holandesa en Londres. Reina negó la acusación como totalmente falsa. De nada le valió, bien pronto se inició el juicio, primero por cuestiones doctrinales, después por el susodicho cargo de sodomía.
Sospechando que la decisión ya estaba tomada en su contra, Casiodoro huyó Inglaterra, iniciando así un peregrinaje que le llevaría a varios países, entre ellos, Holanda, Alemania, Francia y Suiza. Durante quince años tuvo que soportar el cargo de sodomita, que pendía sobre él como espada de Damocles.
Por fin, se sometió a un nuevo juicio en el mismo Londres para zanjar el asunto. Fue exonerado de todos los cargos y declarado inocente (1579). Una cuidadosa revisión del expediente y los antecedentes de sus acusadores evidenció que los testigos que señalaron a Reina de sodomía, los españoles Francisco de Ábrego y Gaspar Zapata, habían sido agentes encubiertos al servicio de la Inquisición española e incluso salieron a la luz los pagos recibidos por ser parte del complot contra Casiodoro. Pero sus correligionarios, llevados por el odio teológico prefirieron creer antes a los agentes de la Inquisición que al propio Casiodoro.
La injusta persecución de que fue objeto, la humillación de repetir una y otra vez su confesión de fe para contentar la ortodoxia de los guardianes de verdad, no lo detuvo para entregarse sacrificadamente a la traducción de la Biblia en castellano, que con mucho esfuerzo y dificultades fue publicada en 1569, destinada a convertirse en el símbolo del protestantismo hispano y memoria eterna de este singular personaje.
Puede consultarse la siguiente bibliografía, en espera de la pronta publicación de la obra de Constantino Bada Prendes por la Universidad Pontificia de Salamanca, y de la proyectada biografía de Casiodoro por la historiadora española Doris Moreno Martínez:
Raymond S. Rosales, Casiodoro de Reina, patriarca del protestantismo hispano, Editorial Concordia, Saint Louis, Missouri, 2002, Manuel Gutierrez Marín, Historia de la Reforma en España. Producciones Editoriales del Nordeste, Barcelona 1973; Enrique Fernández Fernández, Las Biblias castellanas del exilio. Editorial Caribe, Miami, Florida, 1976; José C. Nieto, El Renacimiento y la otra España. Visión sociespiritual. Librairie Droz, Ginebra, 1997; Ignacio Javier García Pinilla, “El foco reformador de San Isidoro del Campo”, en Actas Simposio San Isidoro del Campo, 1301-2002, 61-91. Consejería de Cultura, Sevilla 2004; y la clásica de A. Gordon Kinder, Casiodoro de Reina: Spanish Reformer of the Sixteenth Century. Tamesis Books ltd., Londres 1975.
X.Pikaza
Biblias protestantes del siglo XVI. Reina-Valera
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