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Los homosexuales de Indonesia, víctimas de represión y ataques masivos poniendo en peligro el turismo en Bali

Jueves, 3 de marzo de 2016
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indogaysLa comunidad gay representa una “amenaza” y para combatirla hay que utilizar “técnicas de guerra moderna” insistió esta semana el ministro de Defensa Ryamizard Ryacudu.

La homosexualidad es un tema tabú en Indonesia, país musulmán más poblado del mundo.

Una oleada de virulenta homofobia y transfobia se abre paso a un ritmo preocupante en los últimos tiempos en Indonesia. Ya hemos recogido varios ejemplos de ello y en estos días hemos conocido nuevas noticias que confirman el clima de beligerancia creciente en el que, hasta hace no tanto tiempo, era uno de los países de mayoría musulmana menos hostiles con su población LGTB.
La pequeña comunidad homosexual de la conservadora Indonesia, país de amplia mayoría musulmana, sufre una súbita e inesperada campaña de represión, con batidas antigay o ataques ministeriales o religiosos.

El mes pasado, el ministro de Educación superior, Mohamad Nasir, había denunciado el apoyo psicológico propuesto a los estudiantes homosexuales por una universidad. Ello generó un duro debate y inició, según los militantes de derechos homosexuales, una campaña de represión.

Los pronunciamientos quizás más alarmantes, por los cargos de responsabilidad que ostentan, son los de miembros del Gobierno. El pasado mes de enero el ministro de Estudios Superiores, Mohamad Nasir, había denunciado el apoyo psicológico propuesto a los estudiantes homosexuales por una universidad. Ello generó un duro debate y inició, según los militantes de derechos homosexuales, una campaña de represión.abría la veda para el hostigamiento de los alumnos LGTB en las universidades indonesias.

Ahora el titular de Defensa eleva el tono y califica al movimiento LGTB como una amenaza potencialmente más peligrosa que las armas nucleares. Con una argumentación (por llamarlo de alguna manera) que no por ridícula resulta menos familiar, Ryamizard Ryacudu afirmó el lunes pasado que la población no heterosexual es un “arma ideológica” de la que se aprovecharían los enemigos extranjeros para “desviar la mentalidad de nuestra nación”. La comunidad gay representa una “amenaza” y para combatirla hay que utilizar “técnicas de guerra moderna” insistió esta semana el ministro de Defensa Ryamizard Ryacudu. “Es peligroso pues no se puede ver quienes son nuestros enemigos. Pues todo el mundo ha padecido un lavado de cerebro” favorable a los gays, aseguró el ministro al portal de noticias Tempo.

No ha sido la única bravata homófoba por parte de un político indonesio en los últimos días. El pasado viernes, el exministro de Información y Comunicación y actual diputado en el Parlamento Tifatul Sembering publicó un tuit en el que animaba a aplicar la pena de muerte a las personas homosexuales, citando para ello el Corán. Por fortuna, en esta ocasión parte de la propia comunidad musulmana y entre ellos el estudioso Akhmad Sahal rechazaron las palabras de Sembering. Recordaron para ello que citar el libro sagrado del islam para poner en la diana a determinados colectivos es uno de los distintivos del autodenominado Estado Islámico o Dáesh. El exministro reaccionó borrando el tuit pero, lejos de retirar sus palabras, se declaró víctima de una campaña de acoso.

Uno de los principales movimientos musulmanes del país, sin embargo, se ha unido al clima general de hostilidad contra la comunidad LGTB. El Nadhlatul Ulama (UN), organización islámica considerada moderada y que cuenta con más de cuarenta millones de miembros, emitió un comunicado el jueves pasado. En el escrito declaran las orientaciones no heterosexuales como incompatibles con la naturaleza humana e instan al Parlamento indonesio a criminalizar la homosexualidad y la defensa de los derechos LGTB. Por si fuera poco, el NU se permite recomendar la “rehabilitación de cada persona con características LGTB para que puedan volver a la normalidad”.

Para culminar la cascada de noticias negativas, la Asociación de Psiquiatras Indonesia (PDSKJI) ha clasificado recientemente la homosexualidad y la bisexualidad como “problemas psiquiátricos” y la transexualidad como un “trastorno mental”. En dirección contraria al consenso médico plenamente aceptado desde hace años, la PDSKJI afirma ahora que las orientaciones e identidades sexuales no mayoritarias son el resultado de influencias externas y que, por tanto, pueden ser “curadas” mediante tratamientos. Unos peligrosísimos planteamientos que han causado un enorme sufrimiento a sus víctimas en todo el mundo y que vienen a sumarse a la tendencia general de estigmatización de la población LGTB en el país.

El gobierno ha cerrado varios sitios LGBT (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero), prohibido emisiones televisadas y pedido la supresión de los emoticones específicos, como los que representan a hombres de la mano, o con la bandera arcoiris, en las aplicaciones de mensajería instantánea. Además, el gobierno de Indonesia ha legalizado una norma para que las cuentas de Tumblr no sean visibles por su contenido LGTB. Una prohibición que apunta directamente a las redes sociales en especial a la conocida Tumblr que, comenzando por aquellas cuentas que disponían de contenido LGTB, finalmente el gobierno ha tomado la determinación de eliminar el acceso a la misma. Azhar Hasyim, director de comunicaciones del Ministerio de Información, comunicó a todos que había mandando un mensaje a la dirección de Tumblr para afirmar que prohibiría todas las cuentas con contenido LGTB apoyándose en la ley indonesia que no tolera la pornografía y que data del pasado año 2008.

El consejo de los Ulemas de Indonesia, la más alta instancia del Islam, pide la criminalización de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Ya no serán sólo “desviadas” sino inconstitucionales, aseguró. Según la prensa, los parlamentarios reflexionan sobre una ley al respecto.

verry-idham-henyansyahHubo en el pasado ataques físicos y verbales contra los homosexuales. Pero la homosexualidad es legal en la mayoría del territorio, salvo en la muy conservadora provincia de Aceh, y los gays viven generalmente tranquilos.

Las causas de la controversia actual no son fáciles de determinar, pero se producen después de presiones de jefes religiosos y conservadores para reforzar la moral pública, con medidas contra la prostitución, la droga y el alcohol. Los más conservadores temen que la comunidad LGBT busque avances considerados como inmorales y contrarios a la cultura indonesia, como el matrimonio homosexual.

Los que trabajan con la comunidad LGBT aseguran por su lado que hay un aumento de abusos y de acoso a través de internet.

El Frente de defensores islámicos, un grupo radical, llevó a cabo batidas en pensiones de la ciudad de Bandung en busca de parejas del mismo sexo. En Yogyakarta, extremistas se congregaron ante una escuela islámica reputada por acoger a alumnos transgénero, antes de descubrir que éstos ya habían abandonado el lugar. “Es cada vez peor. Se ha convertido en algo peligroso para nosotros”, dice Ryan Korbarri, secretario general de la Asociación de defensa de los gays, Arus Pelangi. Esta campaña choca a los defensores de los derechos humanos en el extranjero.

La última excentricidad del alcalde de Tangerang, Arief R. Wismansyah, se produce durante un seminario sobre embarazos al sugerir que la fórmula de la pasta instantánea y la leche envasada hace que los bebés se vuelvan gays. En realidad se está refiriendo al hecho de que el ritmo de la sociedad actual de Indonesia impide a los padres proporcionar a sus hijos una alimentación más tradicional, abusando en ocasiones de comida preparada. Y según él, esta es la causa de que se hayan multiplicado los homosexuales. Todas estas declaraciones podrían incluso hacer gracia, si no fuera porque culminan una creciente escalada de acciones contra la comunidad LGTB que incluso podría llegar a perjudicar un motor de su economía, como es el turismo en la isla de Bali. Son las contradicciones de un gobierno que fomenta la homofobia, a pesar de que la homosexualidad no es delito en Indonesia.

En las últimas semanas un ofensivo hashtag se hacía popular en las redes sociales: #TolakLGBT, que vendría a significar «rechazar colectivo LGTB». Más recientemente activistas musulmanes lideraron una manifestación en contra de los homosexuales con el lema «LGTB es una enfermedad, no un derecho humano». El líder del Islamic People Forum (FUI), Forum del Pueblo Islámico, Muhammad Fuad, decía que «si se legaliza, esta enfermedad sería más contagiosa y dañina para nuestros hijos. ¿Por qué si quiera piden su legalización?». Por otro lado, en Tugu Yogyakart, una manifestación convocada por Solidaritas Perjuangan Semokras (SPD), Solidaridad para Luchar por la Democracia, convocada en apoyo de los derechos de la comunidad LGTB en Indonesia, terminaba en un enfrentamiento físico cuando la policía intentaba disolverla para evitar un choque más violento con FUI.

A veces es fácil olvidar que Bali, la denominada «isla de los dioses», el lugar donde David Bowie pidió que se esparcieran sus cenizas, está en Indonesia. Lejos de la predominancia musulmana del resto del país, la cultura predominante en la isla es la hindú, cuyo principal objetivo es el de atraer a turistas y viajeros de todo el mundo a un lugar completamente globalizado con la capacidad de hacer creer al viajero que está en un privilegiado espacio único y mágico. Un ambiente en el que una pareja de homosexuales quiso celebrar su matrimonio. De nacionalidad indonesia y estadounidense, lo que la pareja pretendía era una ceremonia simbólica, dado que ya estaban casados legalmente en los Estados Unidos. Siendo ilegal el matrimonio igualitario en Indonesia, lo que no pudieron evitar fue el escándalo entre las autoridades locales cuando las fotos del evento se difundieron a través de las redes sociales. Al no poder hacer nada contra ellos, iniciaron una caza de brujas para castigar a toda aquella persona que hubiera contribuido a la celebración de la boda, como la empleada de la compañía Four Seasons Sayan Resort, que organizó la ceremonia de «purificación de karma», que ha sido acusada de blasfemia religiosa y podría ser condenada a pasar hasta cinco años en la cárcel.

Toda esta escalada de despropósitos no demuestran otra cosa que el aumento de un clima hostil para la comunidad LGTB en Indonesia, lo que ha llevado a algunas multinacionales a modificar la manera en la que hacen sus negocios, y una vuelta a la clandestinidad de gays y lesbianas. Un clima que amenaza los fundamentos de la economía local de un destino como Bali, que mueve hasta 80 millones de dólares al año, que ponen en peligro las políticas del miedo y la discriminación, dado que estamos hablando de uno de los destinos turísticos más populares entre la comunidad gay internacional. De hecho, la escena gay nocturna de Bali es una de las más populares de todo el continente asiático, con su propio distrito gay y legiones de espectáculos de dragqueens y go-gós. Contradictoriamente a estas actuaciones, según las estadísticas, se trata de una de las comunidades homosexuales más amplias en Asia, llegando a constituir hasta la cuarta parte de la población total del país. Un colectivo considerablemente amplio que prefiere seguir viviendo en la clandestinidad, antes de compartir su condición con familia y amigos, según un integrante del grupo Nomadic Boys, por presiones sociales y religiosos.

El presidente indonesia Joko Widodo debe “condenar urgentemente esta retórica anti-LGBT de las autoridades antes de que abra la vía a nuevos abusos” comentó la ONG Human Rights Watch. El presidente permanece en silencio pero muchos miembros del colectivo gay confían en él. En efecto, las promesas de Jokowi, como es llamado en Indonesia, de luchar contra los abusos y defender a las minorías le han valido el apoyo de la casi totalidad de la comunidad LGBT, explica Teguh Iman, de Suara Kita, otra organización de defensa de los derechos homosexuales.

Fuente Agencias/Cáscara Amarga/Universogay/Dosmanzanas

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Entra en vigor en Aceh (Indonesia) la ley que penaliza las relaciones homosexuales con castigos físicos en público

Jueves, 29 de octubre de 2015
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noticias_file_foto_863842_1411568535Un nuevo rincón del mundo se convierte en un lugar aún peor para las personas LGTB, y van… Se trata de la provincia indonesia de Aceh, donde el pasado viernes entró en vigor la ley que su Parlamento aprobó en septiembre de 2014 y que castiga las relaciones homosexuales con la pena de recibir cien azotes en público con una vara de ratán. La ley, además, será de aplicación tanto a musulmanes como a no musulmanes.

Formalmente, la homosexualidad no es delito en Indonesia, el país con mayor número de fieles musulmanes del mundo, que mantiene un código penal heredado de la época colonial neerlandesa. La excepción es la provincia noroccidental de Aceh, en donde rige oficialmente la sharía o ley islámica desde 2005 (gracias a la autonomía que le fue concedida por Indonesia tras firmar la paz con los separatistas, poco después del tsunami que asoló la región) y donde el año pasado su Parlamento aprobó por unanimidad aplicar este degradante castigo físico a los casos, explícitamente descritos, de sexo anal entre hombres y de “frotamiento de partes del cuerpo entre mujeres para la estimulación”. Los azotes en público ya se aplicaban a los condenados por juegos de apuestas, consumo de alcohol y adulterio o muestras de afecto entre personas de distinto sexo fuera del matrimonio. La pena podrá ser conmutada por una multa de mil gramos de oro puro o cien meses (más de ocho años) de prisión y se aplicará tanto a musulmanes como al resto de la población, incluidos extranjeros.

“Los no musulmanes pueden elegir ser juzgados bajo la ‘sharía’ o bajo el código penal normal de Indonesia”, ha asegurado el responsable del departamento legal de la ‘sharía’ del Gobierno provincial, Syahrizal Abbas. La nueva legislación también criminaliza la violación y el acoso sexual. Todos aquellos que sean declarados culpables podrían enfrentarse a penas de al menos 40 latigazos, según una copia del texto a la que la agencia Reuters ha podido acceder.

Durante este tiempo, la esperanza de los activistas en favor derechos humanos de la región era que el Gobierno de Indonesia hiciese uso de su capacidad para bloquear la reforma, pero no ha sido así. Aceh se consolida de esta forma como el rincón más hostil de Indonesia para las personas LGTB. Un peligro adicional, sin embargo, viene dado por la posibilidad de que otras provincias con un perfil social y religioso parecido al de Aceh, como Sumatra Meridional o Java Oriental, sigan su ejemplo.

Grupos de defensa de los Derechos Humanos han advertido de que esta nueva ley podría criminalizar el sexo consensuado y poner obstáculos a la denuncia de violaciones. “Castigar a alguien que ha tenido sexo consentido con hasta 100 latigazos es despreciable”, ha asegurado el director de campañas de Amnistía Internacional en el sureste asiático, Josef Benedict. “Es una violación flagrante de los Derechos Humanos y debe ser derogada de forma inmediata”, ha añadido.

A Aceh se le otorgó en 2005 un estatus especial de autonomía, como parte de un acuerdo firmado con Yakarta para poner fin a décadas de violencia separatista, y fue entonces cuando se le dio la capacidad para introducir la ‘sharía’. A comienzos de año, un distrito de la provincia promulgó una ordenanza municipal que exigía a las escuelas educar a niños y niñas de forma separada, y otra en la que se prohibía a las mujeres sentarse a horcajadas sobre una motocicleta cuando es un conductor el que lleva el vehículo.

Ya antes de la aprobación de esta ley, nos habíamos hecho eco de la situación en Aceh. En el año 2010 relatábamos la indignación de grupos musulmanes ultraconservadores por la celebración de un certamen de belleza para mujeres transexuales, mientras que en 2013 recogíamos una primera iniciativa del ayuntamiento de la capital de la provincia, Banda Aceh, para introducir un castigo físico para quienes mantuviesen relaciones con personas del mismo sexo. Y a principios de este mismo mes de octubre dos mujeres eran detenidas acusadas de mantener relaciones lésbicas. Ellas se habrían librado por poco de recibir los latigazos, pero la policía islámica anunció que serían sometidas a “rehabilitación” en dependencias sociales.

Indonesia: entre lo malo y lo peor

Indonesia presenta una realidad diferente para su comunidad LGTB dependiendo de la región. La de Aceh es desde luego la peor situación, puesto que como decíamos arriba la homosexualidad no es formalmente delito en el resto del país. Ello no significa que en otras partes sea buena. En 2004, las autoridades municipales de Palembang, en Sumatra Meridional, dictaron por ejemplo una regulación en la que aglutinaban la actividad de las personas LGTB como “prostitución”. En virtud de ese reglamento, todas las personas acusadas de cometer cualquiera de esas actividades se enfrentan a la perspectiva de un máximo de seis meses de prisión o 5.000.000 de rupias (360 euros, 380 dólares) de multa.

En otras zonas existe una actitud algo más tolerante, especialmente en zonas urbanas como Yakarta. Con todo, la influencia de los islamistas más radicales se hace sentir cada vez más. En la propia Yakarta las autoridades prohibieron en 2012 un concierto de Lady Gaga, abanderada de los derechos LGTB, por considerarla un personaje diabólico y antirreligioso. Los fundamentalistas también han obligado a cancelar una reunión de la división asiática de la ILGA (International Lesbian and Gay Association) en Surabaya y han amenazado a los organizadores del Q! Film Festival, un festival de cine LGTB, por mencionar otros dos ejemplos.

En marzo de este 2015, el Consejo de Ulemas de Indonesia dictó una fetua en la que se exigía que los actos homosexuales sean castigados con la pena de muerte. Aunque el Consejo de Ulemas no tiene ningún poder legislativo o ejecutivo en Indonesia, su influencia social es elevada. Indonesia también votó el pasado 2014 en contra de la resolución del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas contra la homofobia y la transfobia y ha sido calificado, por su propia población, como un mal lugar para vivir si eres gay o lesbiana (solo un 2% opina lo contrario) en una encuesta de Gallup.

Fuente Dosmanzanas y Ragap

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El Consejo de Ulemas de Indonesia pide la pena de muerte para quien cometa actos homosexuales

Domingo, 22 de marzo de 2015
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Indonesia_Ulema_Council_0El Consejo de Ulemas de Indonesia ha dictado una fetua en la que exige que los actos homosexuales sean castigados hasta con la pena de muerte. Aunque el Consejo no tiene ningún poder ejecutivo, se trata del máximo órgano clerical del islam en Indonesia, el país con mayor número de fieles musulmanes del mundo, por lo que su influencia social es indudable. La fetua también puede afectar a las provincias indonesias donde rige la sharia o ley islámica, como la región de Aceh, donde la homosexualidad ya está castigada con la degradante pena de recibir cien azotes en público.

El pasado 4 de marzo, el Consejo de Ulemas de Indonesia emitió una fetua, o edicto de carácter religioso, en la que se proponían castigos para quienes estuvieran implicados en actos homosexuales, que iban desde la flagelación hasta la pena de muerte. Según Hasanuddin A.F., que preside la comisión de la fetua, “la sodomía, los homosexuales, los gais y lesbianas están prohibidos en la ley islámica. Son actos viles que están castigados con la pena de muerte. No importa si se aman el uno al otro, sigue estando prohibido por la ley. Para la ley islámica es un acto sexual que debe ser fuertemente castigado”.

Ya el pasado mes de enero, el Consejo dictó otra fetua en la que consideraba la homosexualidad como una enfermedad “curable” y la sodomía como un delito punible. También se prohibía la legalización de las relaciones homosexuales. Asrorun Ni’am Sholeh, secretario de la comisión de la fetua, dijo en aquella ocasión que la sodomía era peor que el adulterio y el sexo extramarital y que era castigada con penas más severas según el derecho islámico.

El Consejo de Ulemas no tiene ningún poder legislativo o ejecutivo en Indonesia, pero su influencia social es muy alta. Grupos extremistas como el Frente de Defensores Islámicos, por ejemplo, han justificado los violentos ataques dirigidos contra la comunidad Ahmadía en el hecho de que había sido considerada herética en fetuas emitidas por el Consejo de Ulemas. En regiones como Aceh, donde rige la sharia o ley islámica, el precedente de esta fetua puede traducirse en cambios legales que endurezcan el castigo contra los actos homosexuales, ya fuertemente penados.

Por ello, el alcance del edicto preocupa a activistas LGTB como Hartoyo, para quien “la emisión de una fetua de este tipo es lo mismo que promover el odio y motivar a las personas para que lleven a cabo actos de violencia contra otros. Si al Consejo de Ulemas no le gustan los homosexuales, debería expresar su desaprobación por otros medios, de una manera educada y pacífica. No debe cubrir su mensaje con odio y violencia”.

Haris Azhar, coordinador de la Comisión de Personas Desaparecidas y Víctimas de la Violencia, opina que “la homosexualidad no es un delito, ni una desviación. Se trata simplemente de una preferencia y es algo privado. Además, no es deber del Consejo de Ulemas el determinar la legislación nacional. Se supone que el Consejo de Ulemas debe educar a los musulmanes de Indonesia. Proponer un castigo tan severo es una muestra de mentalidad muy inmadura por parte del Consejo. Como musulmán, aprecio los esfuerzos del Consejo en la expedición de fetuas. Pero, de nuevo como musulmán, estoy en contra de esta fetua porque yo tengo derecho a expresarme a mí mismo y mis preferencias, siempre y cuando no viole los derechos de los demás”.

Para Todung Mulya Lubis, abogado especializado en la defensa de los derechos humanos, el Consejo de Ulemas debe superar el hecho de que la homosexualidad existe en Indonesia, y aceptar también que “nadie debería ver violados sus derechos. Todos somos iguales. Los derechos humanos no difieren entre las personas, sea cual sea su orientación sexual. El gobierno no debe tener favoritismos en la protección de los ciudadanos. Sean heterosexuales, gais, lesbianas o transexuales, todos deben ser protegidos. Todos somos iguales ante los ojos de la ley”.

Indonesia presenta una realidad muy diferente para su comunidad LGTB dependiendo de la región. Formalmente, la homosexualidad no es delito en el país con mayor número de fieles musulmanes del mundo, que mantiene un código penal heredado de la época colonial neerlandesa. La excepción es la provincia de Aceh, donde desde 2005 rige la sharia o ley islámica gracias a la autonomía que le fue concedida al firmar la paz con los separatistas, poco después del tsunami que asoló la región. En el año 2010 saltaba la indignación de grupos musulmanes ultraconservadores por la celebración de un certamen de belleza para mujeres transexuales, mientras que en 2013conocíamos la iniciativa del ayuntamiento de la capital de la provincia, Banda Aceh, de introducir un castigo físico para quienes mantuviesen relaciones con personas del mismo sexo. En septiembre de 2014, fue el Parlamento de la provincia quien aprobó por unanimidad castigar las relaciones homosexuales con la degradante pena de recibir cien azotes en público.

En 2004, las autoridades municipales de Palembang, en Sumatra del Sur, dictaron una regulación en la que aglutinaban toda la actividad de las personas LGTB como “prostitución”, un cajón de sastre que incluye también a la sodomía, los abusos sexuales o la pornografía. En virtud de ese reglamento, todas las personas acusadas de cometer cualquiera de esas actividades calificadas de “prostitución” se enfrentan a la perspectiva de un máximo de seis meses de prisión o 5.000.000 de rupias (360 euros, 380 dólares) de multa.

En otros lugares del país, sin embargo, existe una actitud más tolerante, especialmente en zonas urbanas como Yakarta. Con todo, la influencia de los islamistas más radicales en Indonesia no se limita por desgracia a Aceh. En la propia Yakarta las autoridades prohibieron hace dos años un concierto de Lady Gaga, abanderada de los derechos LGTB, por considerarla un personaje diabólico y antirreligioso. Los fundamentalistas también han obligado a cancelar una reunión de la división asiática de la ILGA (International Lesbian and Gay Association) en Surabaya y han amenazado a los organizadores del Q! Film Festival, un festival de cine LGTB, por mencionar otros dos ejemplos.

Indonesia también votó el pasado 2014 en contra de la resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU contra la homofobia y la transfobia y ha sido calificado, por su propia población, como un mal lugar para vivir si eres gay o lesbiana (solo un 2% opina lo contrario) en una encuesta de Gallup.

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