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Los obispos de México y Estados Unidos, unidos contra la construcción de muro en la frontera

Domingo, 29 de enero de 2017
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la-ruta-por-el-desierto-de-arizonaJoe Vásquez, obispo de Austin: “Pondrá innecesariamente en peligro las vidas de inmigrantes”.

Anuncian que seguirán “apoyando cercana y solidariamente” a los migrantes a ambos lados

(Jesús Bastante/Agencias).- Los obispos mexicanos y estadounidenses se han unido en contra del muro con el que Donald Trump quiere “proteger” a su país de la inmigración. En dos comunicados, los prelados del norte y el sur del Río Grande mostraron su profundo dolor” por el anuncio del presidente de EE.UU., que “pondrá innecesariamente en peligro las vidas de inmigrantes”.

En su nota, la Conferencia del Episcopado Mexicano calificó el muro de “inhumana interferencia” en la vida de millones de personas. Al tiempo, advierte a Trump que la Iglesia, en México o en EE.UU. “seguirá apoyando cercana y solidariamente a los migrantes a ambos lados de la frontera, como llevan haciéndolo desde hace más de dos décadas.

la-frontera-que-separa-mexico-de-arizonaExpresamos nuestro dolor y rechazo a la construcción de este muro, e invitamos respetuosamente a hacer una reflexión más profunda acerca de los modos como puede procurarse la seguridad, el desarrollo, la activación del empleo y otras medidas, necesarias y justas, sin provocar más daños de los que ya sufren los más pobres y vulnerables”, afirma el comunicado de la CEM.

“Seguiremos apoyando cercana y solidariamente a tantos hermanos nuestros que provienen de Centro y Sudamérica, y que van en tránsito a través de nuestro país hacia Estados Unidos”, recalca el episcopado mexicano, que concluye pidiendo a las autoridades del país que continúen “en la búsqueda de acuerdos” que el país vecino para que “se salvaguarde la dignidad y el respeto” de los migrantes, quienes sólo buscan “mejores oportunidades de vida”.

Por su parte, los obispos de Estados Unidos señalaron que la construcción del muro prometido por Trump en la frontera con México “aumentará significativamente la detención y deportación de inmigrantes” y hará “caso omiso de la sentencia de cumplimiento de la ley estatal y local sobre la mejor manera de proteger a sus comunidades”.

misa-en-la-frontera-de-arizonaEl obispo Joe Vásquez, presidente del Comité de Migración y Obispo de la Diócesis de Austin, declaró: “Estoy descorazonado porque el presidente ha dado prioridad a construir un muro en nuestra frontera con México y porque “esta acción pondrá innecesariamente en peligro las vidas de inmigrantes”.

“La construcción de ese muro solo hará que los migrantes, especialmente las mujeres y niños, sean más vulnerables a los traficantes y a los contrabandistas” dijo. Y añadió que “la construcción de un muro de tales dimensiones desestabiliza a muchas comunidades vivas y muy bien conectadas entre ellas que viven en paz a lo largo de la frontera”.

“En lugar construir ahora muros, mis hermanos obispos y yo continuaremos a seguir el ejemplo de Francisco. Nosotros buscaremos construir puentes entre las personas, los puentes que nos permiten romper las barreras de la exclusión y la explotación“, indicó.

Consideró además que “el anunciado incremento de espacio de detención para inmigrantes y las actividades de control de la inmigración es alarmante”, porque desgarrará a familias y provocará miedo y pánico en las comunidades”.

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“Respetamos el derecho de nuestro gobierno federal de controlar nuestras fronteras y garantizar la seguridad para todos los estadounidenses, pero no creemos que una acción en gran escala para la detención de inmigrantes y el creciente intensivo uso de control en comunidades inmigrantes sea el camino para obtener esas metas”, afirma el obispo.

“Seguiremos -concluye el comunicado- apoyando y solidarizándonos con las familias inmigrantes. Recordamos a nuestras comunidades y a nuestra nación, que estas familias tienen un valor intrínseco como hijos de Dios. Y a todos los afectados por la decisión de hoy, de que estamos aquí para caminar con ellos y acompañarlos en esta ocasión”.

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Mensaje de los obispos mexicanos:

Con profundo dolor, a través de los medios de comunicación recibimos la noticia sobre la orden ejecutiva que el Presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, firmó para dar inicio a la construcción del muro fronterizo.

Los Obispos de la frontera norte de México y la frontera sur de Estados Unidos hemos venido trabajando, desde hace más de veinte años, por la mejor atención a los fieles que habitan dos países hermanos, enmarcados propiamente en una sola ciudad; comunidades de fe atendidas por dos Diócesis (como Matamoros y Brownsville o Laredo y Nuevo Laredo, por ejemplo).

Lo primero que nos duele es que muchas personas que viven su relación de familia, fe, trabajo o amistad, quedarán bloqueadas aún más por esta inhumana interferencia.

Unimos nuestro pensar y sentir a lo expresado por el Obispo Joe Vasquez, Presidente del Comité de Migración de la Conferencia del Episcopado Americano (USCCB) y Obispo de la Diócesis de Austin, quien declaró:

“Estoy desalentado porque el Presidente (Donald Trump) ha priorizado la construcción de un muro en nuestra frontera con México. Esta acción pondrá las vidas de inmigrantes innecesariamente en peligro. La construcción de ese muro sólo hará que los migrantes, especialmente las mujeres y los niños vulnerables, sean más susceptibles a los traficantes y contrabandistas. Además, la construcción de tal muro desestabiliza a muchas comunidades llenas de vida y bellamente interconectadas que habitan pacíficamente a lo largo de la frontera. En vez de construir muros, en este momento, mis hermanos obispos y yo seguiremos actuando a ejemplo del Papa Francisco. Queremos construir puentes entre personas, puentes que nos permitan romper los muros de la exclusión y de la explotación”.

Como Iglesia que camina en México seguiremos apoyando cercana y solidariamente a tantos hermanos nuestros que provienen de Centro y Sudamérica y que van en tránsito a través de nuestro país hacia los Estados Unidos. Expresamos nuestro dolor y rechazo a la construcción de este muro, e invitamos respetuosamente a hacer una reflexión más profunda acerca de los modos como puede procurarse la seguridad, el desarrollo, la activación del empleo y otras medidas, necesarias y justas, sin provocar más daños de los que ya sufren los más pobres y vulnerables.

Pedimos a nuestras autoridades que en los diálogos y búsqueda de acuerdos con los Estados Unidos, aboguen por caminos justos, que salvaguarden la dignidad y el respeto a las personas, sin importar su nacionalidad, credo y, sobre todo, apreciado la riqueza que aportan en su búsqueda de mejores oportunidades de vida. Cada persona tiene un valor intrínseco e invaluable como hijo de Dios.

Respetamos el derecho del gobierno de los Estados Unidos de cuidar sus fronteras y sus ciudadanos, pero no creemos que una aplicación rigurosa e intensiva de la ley, sea la manera de alcanzar sus objetivos, y que por el contrario estas acciones son generadoras de alarma y temor entre los inmigrantes, desintegrando muchas familias sin mayor consideración.

Que nuestra Madre de Guadalupe, Emperatriz de toda América, acompañe a quienes tienen la responsabilidad de las negociaciones en ambos países, y que Ella, “la que está mirando bien a todas las naciones” (Nican Mopohua), brinde consuelo y protección a nuestros hermanos migrantes.

+ Guillermo Ortiz Mondragón
Presidente de la Dimensión Episcopal de Movilidad Humana de la CEM
y Obispo de Cuautitlán.

+Alfonso G. Miranda Guardiola
Secretario General de la CEM
y Obispo Auxiliar de Monterrey.

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La Iglesia mexicana pide un debate a fondo sobre la legalización de las bodas gay

Viernes, 20 de mayo de 2016
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los-obispos-mexicanosLes ha faltado tiempo… Si hubieran sido tan rápidos ante las atrocidades del pederasta y delincuente Marcal Maciel…

Las uniones entre personas del mismo sexo “no pueden equipararse sin más” al matrimonio

Peña Nieto presentó una propuesta de ley ante el Parlamento del país

La Iglesia mexicana afirmó hoy que las uniones entre personas del mismo sexo “no pueden equipararse sin más al matrimonio” y pidió un debate a fondo de la propuesta del presidente Enrique Peña Nieto de legalizar en todo el país el matrimonio homosexual.

“Estamos seguros que en la pluralidad que caracteriza nuestra Nación, todas las voces deberán ser escuchadas con seriedad y espíritu de diálogo constructivo, en pleno respeto a las instituciones”, expresó la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Los obispos mexicanos señalaron en un comunicado que toda persona, independientemente de su orientación sexual, debe ser respetada y tratada “con compasión y delicadeza”.

Sin embargo, indicaron que “sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una función social plena, por ser un compromiso estable y por hacer posible la fecundidad”.

Peña Nieto anunció el martes, en el día de la lucha contra la homofobia, la presentación de una iniciativa de reforma constitucional y de modificación al Código Civil para que legalizar el matrimonio de personas del mismo sexo. La propuesta fue enviada hoy al Congreso.

“Lo hago con la convicción de que el Estado Mexicano debe impedir la discriminación por cualquier motivo y asegurar la igualdad de derechos para todas las personas”, afirmó.

En respuesta la Iglesia señaló que las iniciativas dan comienzo a todo un proceso legislativo y democrático en el cual “es necesario estudiar a fondo todas las consecuencias que conllevan”.

En México, donde más del 80 por ciento de los 120 millones de habitantes se declara católico, existe actualmente el matrimonio entre personas del mismo sexo en Ciudad de México y en los estados de Coahuila, Nayarit y Quintana Roo. En Campeche se aprobaron estas uniones, pero la ley aún no ha sido promulgada.

La Suprema Corte de Justicia emitió a mediados del año pasado un criterio por el cual consideró que es discriminatorio e inconstitucional vincular los requisitos para el matrimonio con las preferencias sexuales y la procreación.

El pasado enero, por otra parte, la SCJN aprobó invalidar el artículo del Código Civil del estado de Jalisco que establecía que el matrimonio solo era válido si era contraído entre un hombre y una mujer, abriendo además la puerta a que estos matrimonios pudiesen celebrarse sin necesidad de un amparo judicial previo.

Comunicado de la Conferencia Episcopal Mexicana

Los Obispos de México valoramos todas las propuestas y acciones que promuevan el reconocimiento y protección de los derechos de todos y el deber que cada persona tiene de respetar la dignidad de los demás.

Frente a los anuncios dados a conocer por el Ejecutivo Federal el día 17 de mayo de 2016, en los que manifiesta su compromiso con la construcción de un México que reconoce en la diversidad, una de sus mayores fortalezas, reconocemos que es prioritario evitar toda discriminación.

Es importante reafirmar, de acuerdo a la Declaración del Consejo de Presidencia de la CEM, del 18 de junio del 2015, y en plena sintonía con las palabras del Papa Francisco expresadas en la última Exhortación Apostólica, “La alegría del Amor”, y en concordancia con la enseñanza de la Iglesia Católica recogida en diversos documentos magisteriales, sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer. También consideramos que ante las iniciativas dadas a conocer y que dan comienzo a todo un proceso legislativo y democrático, es necesario estudiar a fondo todas las consecuencias que conllevan.
Estamos seguros que en la pluralidad que caracteriza nuestra Nación, todas las voces deberán ser escuchadas con seriedad y espíritu de diálogo constructivo, en pleno respeto a las instituciones.

Reiteramos que toda persona, independientemente de su orientación sexual, ha de ser respetada en su dignidad, y tratada con compasión y delicadeza, procurando evitar «todo signo de discriminación injusta, y particularmente cualquier forma de agresión y violencia. (Amoris Letitia 250; Cat. Ig. C. 2358).

La Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona… Y hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir ninguno. Su lenguaje y sus gestos deben transmitir misericordia para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a reencontrar el camino de vuelta al Padre. (Misericodia Vultus 12).

Por lo que se refiere a las familias, se debe tratar de asegurar un respetuoso acompañamiento, con el fin de que aquellos que manifiestan una orientación sexual distinta puedan contar con la ayuda necesaria para comprender y realizar plenamente la voluntad de Dios en su vida. (AL 250)

En una sociedad en la que ya no se advierte con claridad que sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una función social plena, por ser un compromiso estable y por hacer posible la fecundidad, reconocemos la gran variedad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad, pero las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, por ejemplo, no pueden equipararse sin más al matrimonio. Ninguna unión precaria o cerrada a la comunicación de la vida nos asegura el futuro de la sociedad. (AL 52).

Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada.( AL 56).

México ha seguido desde el año 2009 un camino jurisprudencial y también legislativo en el que atendiendo criterios jurídicos de instancias internacionales ha reconocido como discriminatoria cualquier ley que impida a las parejas de personas del mismo sexo acceder al matrimonio civil. Frente a ello, debe afirmarse que «no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia” (AL 251).

Aprovechamos la oportunidad para recordar nuestra voluntad de servir en la construcción una sociedad mejor en la que nadie se sienta discriminado y solo.

† José Francisco Cardenal Robles Ortega

Arzobispo de Guadalajara y Presidente de la CEM

† Alfonso G. Miranda Guardiola

Obispo Auxiliar de Monterrey y Secretario General de la CEM

Fuente Religión Digital

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Obispos de México rechazan uniones homosexuales y el obispo mexicano de Nuevo Laredo Gustavo Rodríguez Vega, prefiere ir a la cárcel que casar parejas homosexuales

Domingo, 21 de junio de 2015
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Monsenor-Gustavo-Rodriguez-Vega_MILIMA20150601_0397_8Pues nada, va a estar monísima su Ilustrísima con la mitra a rayas… Y Francisco sigue con su ambigüedad… gestos de buen rollito pero nombrando obispos cañeros.

La Iglesia mexicana carga contra el matrimonio igualitario

Ha supuesto un fuerte avance en la lucha por los derechos civiles y se adelanta a Estados Unidos 

Los obispos se enfrentan a la Suprema Corte y piden vetar los enlaces entre personas del mismo sexo como se prohíbe “el voto a los menores”

Aunque la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ha declarado inconstitucionales las prohibiciónes para legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo en todo el país, la Iglesia católica toma una postura más conservadora, tal como declara el obispo de Nuevo Laredo, Gustavo Rodríguez Vega, que acaba de ser nombrado por Francisco como arzobispo de Yucatán, quien dice que  prefiere ir a la cárcel antes que entrelazar a una pareja que no esté conformada por un hombre y una mujer.

Subrayó que aunque los homosexuales puedan casarse por lo civil, los eclesiásticos no deben darles la bendición ya que se trata de una “aberración” defendida por una ley terrenal, que la Iglesia católica tiene que tolerar.

En sus declaraciones hechas al periódico Excelsior, el obispo dijo: Que la Corte meta a la cárcel a quien quiera, pero la Iglesia no puede ir contra la ley de Jesucristo. Pues asegura que el matrimonio entre un hombre y una mujer es una tradición de hace más de 2 mil años, y su finalidad es la de procrear.

Gustavo Rodríguez Vega, obispo de Nuevo Laredo y arzobispo de Yucatán, recordó que la Biblia asegura que el matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer que quieren procrear.

“La postura oficial de la Iglesia, respetuosos de las instituciones de nuestro país, y de las diversas formas de sentir, pensar y vivir, reiteramos nuestra convicción basada en razones científicas, antropológicas, sociales y religiosas, de que la Biblia, cédula de la sociedad, se fundan en matrimonio un hombre y una mujer, como consta en la tradición jurídica milenaria de occidente, tradición de 2 mil años; es la unión de un hombre y una mujer que quieren procrear. Definitivamente es un parteaguas y no todo mundo va a estar de acuerdo y la Iglesia no está de acuerdo con esta definición”, dijo.

Dijo que si al estar en contra de lo que ellos llaman una “verdadera aberración”, nadie los puede obligar a casar a hombres con hombres o mujeres con mujeres, porque esa acción no la contempla la Iglesia católica y es una ley terrenal.

“Sabemos que podemos ir a la cárcel, si alguna pareja decide casarse por el civil, pero nosotros no le daremos la bendición; esta ley no puede obligar a la Iglesia, la Iglesia no puede ir contra sus principios y de hecho vendrán a la Iglesia solamente quienes compartan nuestros principios. No se puede obligar a una institución como esta Iglesia a ir contra sus principios. Que la Suprema Corte meta a la cárcel a los obispos y a los sacerdotes, a quien quiera, pero la Iglesia no puede ir contra la ley de nuestro Señor Jesucristo, aclaró.

*

Como vemos, la Iglesia mexicana ha vuelto a la carga. La histórica decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de avalar los matrimonios homosexuales y dotarlos de plenos derechos ha desatado las iras de los obispos. En una calculada declaración pública, la conferencia episcopal clama por la finalidad procreativa de las bodas y niega a los jueces la capacidad para decidir sobre las nuevas formas de matrimonio. “Los obispos reiteramos nuestra convicción, basada en razones científicas, sociales y religiosas, de que la familia, célula de la sociedad, se funda en el matrimonio de un hombre con una mujer, que por su capacidad procreativa garantizan la supervivencia de la sociedad”, indica la nota. En su argumentario, los prelados se acogen a la “tradición bimilenaria de Occidente”, apelan al Código Civil de 1870 y llegan a comparar el rechazo a los matrimonios homosexuales con la prohibición del voto a los menores o a los extranjeros.

La Suprema Corte ha declarado la inconstitucionalidad de cualquier norma que establezca que la finalidad del matrimonio es la procreación o que lo defina como unión entre un hombre y una mujer. Con este paso, los jueces han puesto fin a la dispersión legal que reina en México, donde sólo en tres estados (Coahuila, Quintana Roo y el Distrito Federal) es legal y de pleno derecho este tipo de unión. El resto del país ofrece un puzle normativo que va desde el rechazo al reconocimiento parcial. “Ninguna norma, decisión o práctica de derecho interno, tanto por parte de las autoridades estatales como de particulares, pueden disminuir o restringir los derechos de una persona a partir de su orientación sexual”, sostienen los magistrados.

La resolución, de obligado cumplimiento en todo el territorio, ha supuesto un fuerte avance en la lucha por los derechos civiles. Con esta base jurídica, México se adelanta a Estados Unidos y se equipara a Argentina, Brasil y Uruguay. Pese a ello, el fin de la discriminación a los homosexuales ha sido acogida con enorme frialdad por los grandes partidos políticos, responsables de las dubitativas legislaciones estatales. Ninguna de las formaciones ha mostrado su apoyo oficial a la decisión de los jueces.

Frente a este silencio, la única declaración institucional de peso ha procedido de la Iglesia. Pero el texto, pese a la irritación que refleja, está escrito con mano fría. A diferencia de las explosivas notas de antaño, en sus líneas se aprecia la llegada a la Santa Sede de Francisco, impulsor de una nueva narrativa católica. Los obispos, cuya influencia aún es notable en las zonas más conservadoras del país, no sólo se muestran respetuosos con las “diversas formas de pensar y vivir” sino que intentan despolitizar sus palabras y llevarlas, aunque con dificultad, al terreno jurídico. En esta sentido, apelan en su escrito a la cultura “bimilenaria de Occidente” y a los códigos civiles de Benito Juárez (1870) y de Plutarco Elías Calles (1928). Bajo este paraguas tradicionalista, intenta soslayar la discriminación que supone impedir el matrimonio a los homosexuales comparándolo con la prohibición que tienen los extranjeros o los menores de votar. “En estos casos no se atenta a sus derechos sino que se salvaguarda la nación. La discriminación es una distinción injustificada, que en este caso no se da, ya que el matrimonio ha sido entre siempre entre personas de diferente sexo, hombre y mujer”, sostienen los obispos.

Esta postura de la Iglesia mexicana, una institución sometida desde hace décadas a una constante pérdida de seguidores, dista de contar con un amplio apoyo popular. Las encuestas del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación revelan que el 70% de la ciudadanía es favorable al reconocimiento de los derechos homosexuales. Y la realidad de los estados donde ya es legal muestra que su pleno reconocimiento es perfectamente asumible por una sociedad incardinada en el siglo XXI.

A continuación, El comunicado de los obispos mexicanos, que no tiene desperdicio…

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México, D.F, 18 de junio de 2015

DECLARACIÓN DEL CONSEJO DE PRESIDENCIA Y DE LA COMISIÓN EPISCOPAL PARA FAMILIA, JUVENTUD, LAICOS Y VIDA DE LA CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO RESPECTO AL DICTAMEN DE LA SUPREMA CORTE

Los cristianos obedecen las leyes establecidas, pero con su vida las sobrepasan (Carta a Diogneto, V, siglo II).

El 3 de junio, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que: “La Ley de cualquier entidad federativa que, por un lado, considere que la finalidad del matrimonio es la procreación y/o que lo defina como el que se celebra entre un hombre y una mujer, es inconstitucional”. Esta jurisprudencia, avalada sólo por 4 ministros, deberá ser acatada por todos los jueces del país.

Los obispos, respetuosos de las instituciones y de las diversas formas de pensar y vivir, ejerciendo nuestro derecho a la libertad de expresión, reiteramos nuestra convicción, basada en razones científicas, sociales y religiosas, que la familia, célula de la sociedad, se funda en el matrimonio de un hombre con una mujer, que por su capacidad procreativa garantizan la supervivencia de la sociedad. De ahí que, por ser de eminente interés social, el derecho civil confiera a esta unión un reconocimiento institucional, que el Estado ha de promover y tutelar para el bien común.

Esta convicción consta en la tradición jurídica bimilenaria de Occidente, recogida y profundizada a lo largo de nuestra historia por legisladores y juzgadores de diversas corrientes de pensamiento e ideologías, la cual se ve reflejada ya desde el Código Civil de 1870 emanado bajo el gobierno del presidente Benito Juárez, del Código Civil Federal de 1928 promulgado por el presidente Plutarco Elías Calles, y en la mayoría de los actuales Códigos Civiles o Familiares de los Estados de la República.

Por eso, como ciudadanos, consideramos que la sentencia de la Suprema Corte, además de romper con esta sólida tradición jurídica y el bien social que custodia, contraviene los principios del federalismo y la razón de ser de los diversos códigos civiles, que pretenden responder a la realidad concreta de cada entidad federativa y su pluralidad, lo que debe reflejarse en las acciones de los jueces.

Todos los seres humanos, por el hecho de serlo, tenemos dignidad y derechos. Y dado que toda persona es idéntica a sí misma y diferente a las demás, han de derivarse tratos variados según esas diferencias. Con esta convicción, la Iglesia sostiene que el matrimonio solo puede celebrarse entre un hombre y una mujer, y defiende este valor para el bien de las personas y de toda la sociedad.

La discriminación es una distinción injustificada, que en este caso no se da, ya que el matrimonio siempre ha sido entre personas de diferente sexo, hombre y mujer. No corresponde a la Suprema Corte crear nuevas formas de matrimonio, porque ya no sería matrimonio, sino otro tipo de unión. En el caso que nos ocupa, sí se justifica la distinción, como la hay, por ejemplo, al no permitir el voto a un menor de edad o a un extranjero, ya que no atenta a sus derechos políticos, sino salvaguarda la Nación.

Si bien valoramos que nadie deba ser objeto de discriminación, tal como lo consigna el artículo primero constitucional, esto no significa que deba modificarse la esencia del matrimonio, ni que se olvide el espíritu del Constituyente que en el artículo cuarto, primer párrafo de la propia Ley Fundamental reconoce la igualdad del varón y la mujer y establece el deber legal de proteger el desarrollo y organización de la familia.

Fuente Excelsior y Conferencia del Episcopado Mexicano

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