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Juan José Tamayo: “España: ¿Adiós a la cristiandad?”

Sábado, 29 de agosto de 2020
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tiempos-cristiandad-volveran_2022707787_12121600_660x371“43 años después, la Iglesia no ha encontrado todavía su verdadera ubicación en la democracia”

“Una muestra de colaboración y apoyo sincero de la jerarquía católica a la laicidad del Estado y de sus instituciones, como demandan organizaciones cristianas de base y colectivos de teólogas y teólogos españoles, sería que fuera ella quien tomara la iniciativa en la renuncia a los privilegios”

“Entonces sí podríamos decir que la reforma de Francisco ha pasado los Pirineos. Mientras tanto, tengo dudas razonables de que así sea. Espero y deseo pasar de la duda a la confirmación del cambio de actitud de la jerarquía católica, que vaya de la defensa de sus propios intereses al servicio del bien común”

En julio de 1980 se aprobó la Ley Orgánica de Libertad Religiosa (LOLR), que hoy resulta a todas luces anacrónica en una sociedad secularizada, con una amplio pluriverso de religiones y espiritualidades y en un clima generalizado y creciente de increencia en sus diferentes manifestaciones: ateísmo, agnosticismo e indiferencia religiosa.

En enero de 1979 se habían firmado los Acuerdos entre el Estado Español y la Santa Sede –Concordato encubierto-, que mantenían buena parte de los privilegios educativos, económicos, fiscales, culturales, sociales e incluso militares concedidos a la Iglesia católica en el Concordato franquista y nacionalcatólico de 1953, sin contrapartida alguna de la Iglesia católica. En realidad eran una actualización del Concordato nacional-católico. No pocos juristas consideraron dichos acuerdos preconstitucionales e incluso anticonstitucionales.

Contradicciones de La Constitución española en materia religiosa

Cuatro décadas después, la religión, y más concretamente la Iglesia católica, no ha encontrado su lugar en la sociedad española, ni su encaje en la estructura del Estado. La razón de tal situación hay que buscarla, en mi opinión, en el propio texto constitucional, que incurre en una crasa contradicción en el mismo artículo, el 16. Por una parte, reconoce el derecho a la libertad religiosa a nivel individual y comunitario y la no confesionalidad del Estado: “ninguna confesión tendrá carácter estatal”. Por otra, no respeta los principios de laicidad, neutralidad del Estado y de igualdad de todas las religiones ante la ley al colocar a la Iglesia católica en una situación de precedencia: “los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones religiosas”.

Lucha por la hegemonía

Desde el comienzo de la Transición viene salvándose una lucha por la hegemonía en la esfera pública entre el poder político, que con frecuencia ha dado muestras de debilidad y sumisión ante la jerarquía católica, y esta, que ha aprovechado la debilidad de los sucesivos gobiernos de la democracia –fueran de izquierda, de derechas o de centro- para obtener más privilegios sin contrapartida alguna y una relevancia política que no le corresponde en un Estado democrático. Más aún, se ha querido erigir en cuarto poder, y en algunos casos lo ha ejercido de hecho, e incluso en el primer poder, sobre todo en los terrenos moral, legislativo y judicial. En cierto sentidos e puede decir que durante los 43 años de democracia los Gobiernos han sido rehenes de la Iglesia católica y han aceptado esa situación sin resistencia alguna.

El último ejemplo de la pugna por la hegemonía en el espacio público por parte de la jerarquía católica fue el de los dos funerales por las víctimas de la covid-19. El Gobierno español anunció la celebración de un funeral de Estado y le puso fecha. La Conferencia Episcopal Española, conocedora de dicha iniciativa, se adelantó a la fecha propuesta por el gobierno y celebró un funeral católico en la Catedral de la Almudena por todas las víctimas, que contó con la oposición expresa de algunos familiares, que pidieron expresamente no ser incluidos en el mismo y el desacuerdo de algunos colectivos dentro de la propia Iglesia católica, que vieron en el acto un desafío el Gobierno.

Los obispos quisieron convertir el acto religioso en funeral de Estado con la  invitación al Rey, Felipe VI, que asistió en calidad de Jefe del Estado, y al Gobierno español, que estuvo representado por la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo.  Así fue entendido por los sectores conservadores y por una parte de la oposición política, y esa fue la imagen que quedó en el imaginario social. La lucha católica por la hegemonía y la confesionalización del dolor en una situación dramática como la que estamos viviendo no puede ser el camino para apoyar a las víctimas y consolar a sus familiares.

La lucha católica por la hegemonía y la confesionalización del dolor en una situación dramática como la que estamos viviendo no puede ser el camino para apoyar a las víctimas y consolar a sus familiares

La respuesta está en el acompañamiento personal y comunitario en el dolor, la compasión con las personas que sufren, la puesta en marcha de proyectos de solidaridad con quienes están soportando de manera más acusada las consecuencias de la covid-19 para ayudarles a salir de la situación de precariedad en la que los ha puesto la pandemia, así como la puesta a disposición de las personas enfermas y sus familiares de todos los recursos institucionales y personales sanitarios, sociales y religiosos de la Iglesia católica.

Restos de Cristiandad y cambios hacia un Estado laico

Cuarenta años después de la LOLR es hora de decir adiós definitivamente a la Cristiandad, de la que todavía quedan importantes restos en la práctica política y religiosa, y reubicar la religión en el espacio público, que creo no ha encontrado todavía su verdadera ubicación en la democracia cuarenta y tres años después de iniciada la transición política. Ello implica:

– reformar los artículos 16.3 y 27.3 de la Constitución, que mantienen una confesionalidad católica encubierta del Estado;

– derogar los Acuerdos con la Santa Sede, contrarios a la laicidad, a la igualdad de las religiones ante la ley y a la neutralidad del Estado en materia religiosa;

– derogar la LOLR, elaborar una ley de Libertad de Conciencia y un Estatuto de Laicidad en el ámbito nacional, autonómico y municipal para evitar la confusión de planos de lo religioso y lo político;

– devolver sin dilación los bienes inmatriculados por la jerarquía católica y ponerlos al servicio de la ciudadanía (por ejemplo, la Mezquita de Córdoba, Patrimonio Cultural de la Humanidad, del que se ha apropiado y se beneficia beneficiado el obispados con pingües ingresos);

– eliminar la enseñanza de la religión confesional en la escuela e introducir la enseñanza de la historia de las religiones;

– la renuncia de la Iglesia católica a las distintas formas de financiación estatal, por ejemplo, a la asignación tributaria, a las exenciones fiscales, etc.

Renuncia evangélica de la jerarquía católica a sus privilegios

Una muestra de colaboración y apoyo sincero de la jerarquía católica a la laicidad del Estado y de sus instituciones, como demandan organizaciones cristianas de base y colectivos de teólogas y teólogos españoles, sería que fuera ella quien tomara la iniciativa en la renuncia a los privilegios de los que viene gozando desde tiempos inmemoriales y no empeñarse en seguir defendiéndolos con uñas y dientes como si fueran derechos, con una argumentación jurídica falaz, que carece de base bíblica, de fundamento teológico y de justificación política en una sociedad secularizada y un Estado democrático.

Sería, además, un ejemplo de coherencia evangélica, amén de una prueba incontestable del necesario giro que debe dar la Conferencia Episcopal Española bajo la nueva presidencia del cardenal Omella, que se presenta como seguidor del Papa Francisco y debe demostrarlo con el apoyo al Estado laico, que es el espacio jurídico, político y cívico en el que cabemos todas y todos y no admite discriminación religiosa alguna. Entonces sí podríamos decir que la reforma de Francisco ha pasado los Pirineos. Mientras tanto, tengo dudas razonables de que así sea. Espero y deseo pasar de la duda a la confirmación del cambio de actitud de la jerarquía católica, que vaya de la defensa de sus propios intereses al servicio del bien común.

Pasos positivos hacia el Estado laico y dudas sobre la voluntad política del PSOE

Dos pasos importantes del Gobierno de coalición PSOE-PODEMOS en la buena dirección de la laicidad del Estado han sido la promesa de los ministros y ministras en la toma de posesión de sus cargos sin la presencia de la Biblia y el Crucifijo, y la celebración laica del Funeral de Estado en recuerdo de las víctimas de la covid-19. Ambos actos rompen con cuarenta años de confesionalización católica de dos momentos importantes de la vida política española.

En esa dirección parecen ir las entrevistas que está manteniendo la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, con los dirigentes –en su mayoría, varones, lo que demuestra el carácter patriarcal de las religiones- de las diferentes organizaciones religiosas: Iglesia Católica, Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España, Federación de Comunidades Judías de España, Comisión Islámica de España, Unión Budista de España-Federación de Entidades Budistas de España, Testigos de Jehová, Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Iglesias Ortodoxas de España, etc. Espero que no se tuerzan y desemboquen en un trato igualitario a todas las confesiones religiosas.

Aunque también tengo mis dudas sobre la voluntad política del PSOE en torno a la laicidad del Estado, ya que son muchos los años que vienen prometiéndola y, tras casi un cuarto de siglo gobernando, los avances han sido exiguos y los privilegios hacia la Iglesia católica siguen casi intactos, e incluso en materia económica considerablemente mejorados. Esperemos que esta vez las promesas se cumplan.

Dimensión crítico-pública de las religiones al servicio de las víctimas

¿Apostar por la laicidad del Estado y de sus instituciones significa recluir a las religiones en los lugares de culto y en la esfera privada? En absoluto. Las religiones tienen una dimensión crítico-pública irrenunciable que deben ejercer, pero no reclamando privilegios y prebendas, ni al servicio del poder, ni como cogobernantes y colegisladoras, sinoal servicio de las víctimas, es decir, de las personas, sectores y colectivosmás vulnerables de la sociedad.

Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría” de la Universidad Carlos III de Madrid. Su último libro es Hermano Islam (Trotta, Madrid, 2020, 2ª ed.).

*Este artículo es un desarrollo más amplio y argumentado del publicado en el diario EL PAÍS el 21 de agosto de 2020 bajo el título Adiós a la Cristiandad.

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Los obispos temen que un futuro Gobierno PSOE-Unidas Podemos acabe con sus privilegios fiscales y educativos

Martes, 19 de noviembre de 2019
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Sala-Plenaria-Conferencia-Episcopal-Espanola_2060803987_9921766_660x371Sala de la Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE)

¿Ahora se preocupan? Quien siembra vientos…

El futuro tras el resultado electoral, uno de los puntos calientes de la Asamblea Plenaria que ayer arrancó

Hemos jugado con fuego, y ahora podemos quemarnos”, lamenta un obispo, haciendo referencia a la histórica ligazón de la Iglesia oficial con la derecha

Los prelados temen que, ante el ascenso de la ultraderecha, el Ejecutivo avance en la laicidad del Estado: PSOE y Unidas Podemos llevan en sus programas la denuncia del Concordato

Los obispos no felicitaron a Pedro Sánchez tras el 11N, pero se espera el presidente de la CEE, Ricardo Blázquez, se refiera a su triunfo en la sesión plenaria de este lunes

Hemos jugado con fuego, y ahora podemos quemarnos. Un obispo español resume de este modo la preocupación que se respira en la Conferencia Episcopal Española (CEE) ante el anuncio del preacuerdo entre Unidas Podemos y el PSOE para formar un Gobierno progresista. Un Ejecutivo que, de llevarse a cabo la investidura, querrá imponer una agenda social y en las antípodas de una ultraderecha en ascenso. “Y en ese juego, la Iglesia tiene todas las de perder”, apunta el prelado.

La Asamblea Plenaria del Episcopado que arranca este lunes estará copada por el análisis del resultado electoral y las repercusiones que este podría tener para la Iglesia. Tanto es el miedo que, por primera vez en décadas, el presidente de la CEE, Ricardo Blázquezno ha enviado la preceptiva felicitación al vencedor en las urnas, Pedro Sánchez.

Se espera que el lunes, durante el discurso inaugural, Blázquez sí felicite al líder del PSOE y apunte algunas de las claves de las relaciones entre la Iglesia y el futuro Gobierno que los expertos consultados resumen en dos: “Sana independencia y mutua colaboración”.

Inmatriculaciones, IBI, clase de Religión, conciertos…

Otro prelado, esta vez de la línea moderada, calcula que en pocos meses, el nuevo Gobierno podría abordar algunos de los privilegios de la Iglesia. Desde las inmatriculaciones al pago del IBI, pasando por el futuro de la clase de Religión o la regulación de los conciertos educativos. E incluso la famosa casilla de la Iglesia en la declaración de la renta.

De hecho, en la sesión reservada del próximo miércoles, los obispos debatirán, a puerta cerrada, la estrategia que seguirán. De momento, continúan siendo mayoría los que apuestan por oponerse al Ejecutivo, frente a la línea francisquista que aboga por tender la mano, esperar acontecimientos y no mezclarse en política. Algo difícil de pensar en el caso de la Iglesia española.

Curiosamente, esto sucede tras una campaña electoral en la que no se habló para nada de la Iglesia –tan sólo el PSOE recuperó su histórica denuncia de los Acuerdos entre la Iglesia y el Estado, y las inmatriculaciones–, ni de las cuestiones más polémicas: aborto, fiscalidad, educación, eutanasia… La asistencia en el fin de la vida ha sido el único punto, junto al de la Memoria Histórica, del preacuerdo PSOE-Unidas Podemos que afecta directamente a los “valores irrenunciables” de los que habla la ultraderecha eclesial.

Después de varias décadas de amagar sin dar, parece que en esta ocasión los socialistas sí parecen dispuestos a denunciar los Acuerdos Iglesia-Estado (negociados a la par que la Constitución), y cambiarlos por un convenio internacional con el Estado Vaticano, que regule las relaciones con la Iglesia católica, pero sin los privilegios actuales, siguiendo las pautas de una sociedad laica

El modelo es Francia, aun siendo conscientes que los vecinos galos llevan más de un siglo con una ley (1905) que consagra la laicidad, hasta el punto de que las iglesias son propiedad del Estado, como se ha comprobado en el reciente incendio de Notre Dame.

Privilegios en cuestión

Por el momento, y sin que se hayan formado las Cortes, la ministra de Educación en funciones, Isabel Celáa, ya prendió la mecha de los convenios de la enseñanza concertada y sus declaraciones sobre que la libre elección de centro, uno de los mantras de la concertada católica, no está amparado por la Constitución. También está pendiente de resolver el tema de la asignatura de Religión, que la LOMCE elevó a evaluable y cuya nota cuenta para el promedio, algo que podría cambiar con la anunciada modificación de la ley de José Ignacio Wert.

La publicación del esperado informe sobre las inmatriculaciones de la Iglesia durante la vigencia de la Ley Aznar (1998-2015) podría ser otra de las medidas de los primeros meses de Gobierno. Otra cuestión pendiente, y no menor, es la casilla de la Iglesia en la Renta, que podría ponerse en cuestión.

¿Denuncia de los Acuerdos? El PSOE quiere hilar fino

En un último término aparece la denuncia de los Acuerdos con la Santa Sede, aunque en este punto el PSOE quiere hilar fino, pues el Vaticano es un Estado legítimo, uno de los más antiguos del mundo, con convenios diplomáticos con casi todos los países.

Además, tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias reconocen la capacidad de liderazgo internacional del Papa Francisco. El líder de Podemos incluso estuvo a punto de materializar una audiencia con Bergoglio hace un par de años, frustrada solo en el último momento.

Con la mirada puesta en la incertidumbre económica y en los ataques de Vox a los inmigrantes, el nuevo Ejecutivo quiere mantener los lazos con el tercer sector y las grandes organizaciones, muchas de ellas católicas, que lideran el trabajo de promoción social y la acogida a los refugiados y migrantes. La relación con la cúpula del clero es otra cosa, y también dependerá de qué mirada política acabe pesando más en el centro de poder de la iglesia española.

Fuente Religión Digital

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Rebus sic stantibus

Miércoles, 23 de enero de 2019
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Acuerdos-Iglesia-Estado-TW-768x528Juan Zapatero Ballesteros
Sant Feliú de Llobregat (Barcelona).

ECLESALIA, 11/01/19.- El día 3 de enero se cumplieron cuarenta años de la firma de los acuerdos entre el Gobierno español y la Santa Sede. Los acuerdos que se firman hay que cumplirlos (pacta sunt servanda). A este principio muchos añaden el otro, también de origen latino y vigente en derecho, que dice que debe ser así “rebus sic stantibus”; es decir, siempre y cuando no se vean alteradas las circunstancias que llevaron a que se establecieran dichos acuerdos o pactos.

Y, en estas estamos. Mientras la Iglesia española insiste en lo primero (pacta sunt servanda), es decir, el Estado debe cumplir con los acuerdos que se firmaron entonces. Algunos partidos políticos, también diversos grupos sociales, y entidades de diferentes tipos, etc., se posicionan del lado de lo segundo; es decir, hay que revisar dichos pactos, porque las circunstancias, concretamente la realidad de la sociedad española, (rebus sic stantibus) han cambiado, y mucho, desde aquel 3 de enero de 1979. Creo, por ello, que no estaría de más traer a la mente dos aspectos que nos aportarían bastante luz en este asunto.

En primer lugar, el aspecto jurídico. Conviene recordar que, para muchas personas, aquellos pactos fueron “preconstitucionales”; pues, a pesar de haber sido firmados con la Constitución ya en vigor (después de haber sido refrendada en referéndum por el pueblo español el 6 de diciembre de 1978, sancionada por el rey Juan Carlos I el 27 de diciembre y publicada en el BOE el 29 de diciembre del mismo año), no podemos perder de vista que desde bastantes meses antes el Gobierno español y la Santa Sede venían manteniendo ya numerosas reuniones en las que discutían e intercambiaban puntos de vista principalmente sobre el “qué” de dichos acuerdos; justamente mientras los “padres” de la Constitución se encontraban discutiendo sobre los principios en que se había de fundamentar la misma hasta llegar  a su redacción final. Aunque, a decir verdad, pienso que no es atrevido pensar que el entonces ministro de Asuntos Exteriores español, Marcelino Oreja, iría poniendo en antecedentes al también entonces Secretario de Estado Vaticano, cardenal Villot, sobre por donde estaban yendo más o menos los derroteros de la Constitución que, a la postre, serviría de marco a los acuerdos que se estaban llevando a cabo. Ahora bien, el valor que podemos dar a todo esto son el de ser sencillamente hipótesis y conjeturas, nada más.

El segundo se centraría más en la cuestión social. La España de 1979 era, querámoslo o no, una España que, si bien ya no la podíamos definir como “nacional católica”, puesto que la Constitución ya había dejado claro (Art. 16, 3.2) que “Ninguna confesión religiosa tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”. Sin embargo, en la práctica las manifestaciones religiosas, tanto a nivel público como privado, seguían arrastrando de alguna manera una rémora bastante fuerte en este sentido. A pesar, todo hay que decirlo, de que ciertos sectores eclesiales, principalmente de base, no cesaban en su empeño de hacer todo lo posible de cara a construir una Iglesia que se alejase cada vez más del Derecho Canónico y de todo lo que pudiera sonar a obligación y “cumplimiento” para acercarse, a su vez, a los valores del Evangelio y de la libertad de conciencia.

Después los diferentes gobiernos, principalmente del Partido Socialista con apoyo de otros grupos políticos y asumidas por un sector muy amplio de la sociedad, irían aprobando leyes que dejarían muy claro que aquellos años de la Transición (en la que se firmaron precisamente dichos Acuerdos) se iba pareciendo muy poco o nada a la realidad tal y como iba transcurriendo la sociedad. Simplemente, por citar las más relevantes, mencionar las leyes del Divorcio, la despenalización del Aborto, el matrimonio Homosexual, etc.

Está claro, por tanto, que en la actualidad el “rebus sic stantibus” es muy otro a aquel en qué se redactaron dichos Acuerdos. Por ello, yo como católico, desearía que se revisasen ya y se introdujeran los cambios pertinentes que estuvieran más en consonancia con la sociedad del momento y con el tipo de Iglesia en la que muchas personas que nos consideramos católicas creemos o nos gustaría creer. Menciono algunos simplemente como ejemplo.

En primer lugar, hacer constar que el Estado español es un Estado “aconfesional”. Omito lo de “laico”, porque para algunos, no es mi caso, supondría entrar en un terreno un tanto resbaladizo y dar pie a la polémica que de ello puede llegar a derivarse, como son el fenómeno del “laicismo” y la “laicidad”, entre otros. Y esto, por tanto, mencionarlo de forma explícita, redactando de manera diferente el artículo 16,3.2 de la Constitución, diciendo, por ejemplo, que el Estado español mantendrá relaciones de cooperación con todas las confesiones religiosas, sin mencionar de manera expresa a ninguna de ellas.

En segundo lugar, que se dieran todos los pasos necesarios en la dirección de conseguir un “pacto por la aconfesionalidad” (por la “laicidad”, para quienes así lo pensamos) entre las confesiones religiosas y el Estado, garantizando la neutralidad ideológica del último, lo que supondría, entre otras cosas, eliminar todo tipo de simbología religiosa en los actos oficiales y en lugares y edificios de titularidad pública, así como cualquier presencia oficial de autoridades civiles o militares en los actos religiosos. Pudiendo asistir, ¡sólo faltaba!, a título personal e individual, si así lo consideraban oportuno.

En tercer lugar, implantar, aquí sí, la “laicidad en la Escuela”, apostando por una educación que tenga como objetivos centrales la formación integral de la persona, sin pretender ningún tipo de proselitismo ni adoctrinamiento, implícita o explícitamente, por parte de ninguna de las confesiones con quienes el Estado español tiene firmados acuerdos en este ámbito, en la actualidad y en el futuro. Y, dado el cambio social tan importante que se viene dando en España desde hace bastantes años, con el consiguiente pluralismo religioso y social, eliminar como asignatura en el sistema educativo la enseñanza de la Religión Confesional Católica, así como también de todas las demás confesiones religiosas, sustituyéndola por una asignatura cuyo contenido  tratase del “hecho religioso en general” y que podría pasar a llamarse, por ejemplo, “Fenomenología de  la religión”, “Historia de las religiones” u “Otras”.

En cuarto lugar, denunciar el actual sistema de financiación de la Iglesia Católica por parte del Estado español, promoviendo medidas urgentes y necesarias de cara a avanzar en el proceso de autofinanciación de la Iglesia Católica. Lo cual no estaría en contra, ni mucho menos, con el hecho de seguir colaborando por parte del Estado con aquellas entidades dependientes de la Iglesia católica que tienen por objetivo la acción social, especialmente con las personas más desfavorecidas.

Potenciar la autonomía civil frente a la exclusiva moral religiosa. Es verdad que para quienes nos sentimos cristianos, católicos en este caso, el Evangelio nos presenta unas exigencias morales muy concretas. Sin embargo, ello no tiene que suponer que dichas exigencias sean las que deban regir en y para toda una sociedad plural y secularizada; sino que esta ha de regirse por códigos morales basados en principios de Ética Civil Común o Universal, que se derivan de valores fundamentales como: afirmación de la vida, libertad, paz, justicia, verdad, pluralismo, respeto, dignidad, igualdad, etc. Por tanto, no tiene sentido que los dirigentes eclesiásticos y religiosos pretendan imponer su moral y visión de la vida a toda una sociedad, que debe regirse, como acabo de mencionar, por la ética civil universal.

Por todo ello, solamente me resta decir que “los pactos deben ser cumplidos”, pero solo y cuando las circunstancias en que se fundamentaron no hayan cambiado, lo que no sucede precisamente en el caso que nos atañe. De ahí la preeminencia en este caso del “rebus sic stantibus” sobre el “pacta sunt servanda”.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Crueldad vaticana: El obispo de Cádiz vuelve a prohibir al joven transexual ser padrino de bautizo de sus sobrinos

Jueves, 3 de septiembre de 2015
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trans_270x250Tras consultar con Doctrina de la Fe, Zornoza ve “evidente” que “no lleva una vida conforme a la fe”

El 6 de agosto, la diócesis había dado marcha atrás, permitiendo a Salinas participar en el acto

La negativa vaticana a que Álex Salinas sea padrino de su sobrino confirma la transfobia de la iglesia de Francisco

El transexual al que se le niega finalmente ser padrino ha decidido apostatar

Alex Salinas afirma que su hermana ha decidido no bautizar a su niño y educarle “en la fe cristina” pero al margen de la Iglesia Católica.

Carla Antonelli se declara también “profundamente defraudada con el papa Francisco”.

Esperpéntico… y asco, mucho asco el que sentimos ante tamaña muestra de crueldad: el obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza Boy, ha dado una nueva y al parecer definitiva vuelta de tuerca al caso de Álex Salinas, el joven transexual de San Fernando que pidió ser padrino de bautismo de su sobrino. En un comunicado emitido anoche (justo después de que Salinas tratara, sin éxito, de poner fecha a la celebración), Zornoza asegura que la petición “no puede ser aceptada” porque es “evidente” que “no posee el requisito de llevar una vida conforme a la fe y al cargo de padrino”, recogido en el Código de Derecho Canónico (CIC). El obispo asegura haber consultado a la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Hartazgo, asco, repugnancia. Es lo que nos produce el juego hipócrita de la jerarquía católica, que ahora vuelve a denegar a Álex Salinas la posibilidad de ser padrino del bautizo de su sobrino por su condición de hombre transexual, “contraria a la naturaleza del hombre”. La decisión adoptada por la Congregación de la Doctrina de la Fe ha sido hecha pública en un comunicado por el obispado de Cádiz, que además refuerza la argumentación aludiendo a la reciente encíclica “ecologista” del papa Francisco en la que este cargaba contra la transexualidad.

Recordamos la historia: solo seis meses después de que –haciendo gala de su magistral habilidad para los gestos mediáticos– el papa Francisco recibiera en Roma a Diego Neria, hombre transexual y católico practicante, el obispado de Cádiz negaba a Álex Salinas, otro hombre transexual y también católico practicante, ser el padrino del bautizo de su sobrino, tal y como deseaba su hermana, madre del niño. El revuelo mediático y social generado propició la aparente marcha atrás del obispado, decisión tras la cual el propio Salinas, en entrevista a dosmanzanas, reconoció sentirse muy emocionado. “No empecé a ser consciente hasta que empezaron a llamarme familias con niños pequeños trans para darme las gracias… ¡es muy emocionante!”, nos contaba el joven de San Fernando. “Incluso muchas madres de niños trans han definido lo sucedido como la ‘transrevolución’”, añadía. En términos parecidos se expresaba en otra entrevista en Cáscara amarga.

Pero el asunto no quedaba cerrado, lamentablemente. Lo explica el propio obispo de Cádiz en el referido comunicado: “por la complejidad y relevancia mediática alcanzada por este asunto, teniendo en cuenta las posibles consecuencias pastorales de cualquier decisión al respecto, he elevado una consulta formal ante la Congregación para la Doctrina de la Fe”.

La respuesta de la institución vaticana, heredera directa del desaparecido Santo Oficio, no admite dudas:

Sobre este particular le comunico la imposibilidad de que se le admita. El mismo comportamiento transexual revela de manera pública una actitud opuesta a la exigencia moral de resolver el propio problema de identidad sexual según la verdad del propio sexo. Por tanto resulta evidente que esta persona no posee el requisito de llevar una vida conforme a la fe y al cargo de padrino, no pudiendo por tanto ser admitido al cargo ni de madrina ni de padrino (CIC can 874 §3). No se ve en ello una discriminación, sino solamente el reconocimiento de una objetiva falta de los requisitos que por su naturaleza son necesarios para asumir la responsabilidad eclesial de ser padrino.

El obispado de Cádiz, para reforzar la negativa, alude también a la reciente encíclica Laudato si’ (“Alabado seas”) de Francisco:

En efecto, el Papa Francisco ha afirmado en varias ocasiones, en continuidad con el Magisterio de la Iglesia, que esta conducta es contraria a la naturaleza del hombre. En su última encíclica acaba de escribir: “La ecología humana implica también algo muy hondo: la necesaria relación de la vida del ser humano con la ley moral escrita en su propia naturaleza, necesaria para poder crear un ambiente más digno. Decía Benedicto XVI que existe una «ecología del hombre» porque «también el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo». En esta línea, cabe reconocer que nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y con los demás seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación. Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana. También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De este modo es posible aceptar gozosamente el don específico del otro o de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse recíprocamente. Por lo tanto, no es sana una actitud que pretenda «cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma»” (Laudato si, n.155).

Por estas razones, se ha hecho saber a los interesados que no puede aceptarse su solicitud.

Ya lo confirmamos. La encíclica de Francisco sobre el medio ambiente (que tantas alabanzas recibió…) contiene un claro mensaje de LGTBfobia, muy especialmente dirigido en este caso contra las personas transexuales. Es, en concreto, en el punto 155 de la encíclica, donde el papa aprovecha para considerar que el respeto a la ecología incluye “la aceptación del propio cuerpo como don de Dios” y su “valoración en su femineidad o masculinidad” para “reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente”. Según el argentino, ”cancelar la diferencia sexual” no es una actitud sana.

“Me siento utilizado y engañado por mi propia Iglesia (…) Mi hermana ya me ha dicho que como esto sea verdad no bautizará a su hija”, ha declarado Álex Salinas al diario El Mundo tras conocer la noticia. “Me están alejando de la Iglesia, ya no me espero nada de ellos”, añade.

“Mi sobrino ya no se bautiza”, subrayó esta misma mañana, en una entrevista en la cadena Ser, Álex Salinas. La familia ha tomado la decisión después de que el obispo de Cádiz le haya comunicado personalmente a Álex por teléfono que no podrá ser el padrino de su sobrino “por su condición de transexual”.

“Me dijo que lo importante es que fuera un buen cristiano. ¿Cómo me pueden decir eso si ellos no son ni buenos cristianos ni buenas personas“. Salinas dice que no quiere saber a partir de ahora nada de la Iglesia y que va a apostatar. Finalmente, Alex Salinas, ha decidido apostatar porque “la Iglesia católica me ha demostrado que no me quiere”. Yo la fe la voy a seguir aparte, tal y como se debe, amando a las personas y tal como son, no prohibiéndoles estar en una iglesia porque sean gays, lesbianas o transexuales”, concluye. El joven transexual ha explicado también que su hermana, madre del niño del que él quería apadrinar, también ha decidido no seguir adelante con su intención de bautizar a su niño y educarle “en la fe cristiana” pero al margen de la Iglesia Católica.

Carla Antonelli: “absolutamente perverso”

“Te quedas sin palabras de como se puede ser tan inmisericorde y trilero, jugando con los sentimientos de Álex Salinas, le dicen que sí generándole la ilusión de ser el padrino y ahora le comunican que la Congregación de la Doctrina de la Fe (Antigua Inquisición -literal-) y el mismísimo papa ha dicho que no puede serlo porque su propia existencia va en contra de ser cristiano”, expresaba en un breve comunicado, nada más conocer la noticia, la diputada socialista en la Asamblea de Madrid y activista Carla Antonelli.

“Ante tanta crueldad solo te queda pensar que la verdadera incongruencia es de quienes dicen ser los representantes de la doctrina que predica respeto y amor al prójimo pero que la aplican para dar rienda suelta a los odios, fobias y machacar al semejante; en una palabra, indignos representantes del dogma en origen. Profundamente defraudada con el papa Francisco y los cantos de sirena que te arrojan sobre Escila y Caribdis. Absolutamente perverso”, añade.

La Asociación de Transexuales de Andalucía-Sylvia Rivera (ATA-Sylvia Rivera) exige la retirada del concordato con la iglesia católica

La Asociación de Transexuales de Andalucía-Sylvia Rivera (ATA-Sylvia Rivera) denuncia la postura del Obispado de Cádiz, que califica de transfobia, al denegar a un joven transexual poder ser padrino en el bautizo de su sobrino.

Esta asociación ha declarado a través de un comunicado que no pide caridad ni compasión para “lavar la cara” a una institución que se destaca por su misoginia y lgtbifobia, aludiendo a la iglesia católica, exigiendo el cumplimiento y respeto a las leyes civiles y constitucionales.

Ante las declaraciones hechas en el día de ayer por el Obispo de Cádiz y Ceuta donde de nuevo, bajo pretexto de un dogma moral, justifica la negación de ser padrino a Alex Salinas, declaraciones publicadas en la web de la diócesis de Cádiz y Ceuta, esta asociación exige la retirada del concordato con la iglesia católica, para poner fin al privilegio fiscal e impunidad ante reiteradas actuaciones y declaraciones que incitan al odio y menoscaban los derechos civiles.

Asimismo, le recuerdan a la Fiscalía de Igualdad y contra delitos de odio de Cádiz la petición realizada por esta entidad con fecha 31 de julio para que interviniera en este caso por si fuera constitutivo de delito, ya que consideran que es un acto de transfobia.

“La libertad religiosa no puede entrar en conflicto con los Derechos Humanos”, declara Mar Cambrolle, Presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía, quien añade “La Iglesia debe ser responsable de sus reiteradas prácticas lgtbfóbicas que incitan al odio y al menoscabo de derechos y por tanto, el Estado de Derecho debe proteger a las personas que son victimas de estas prácticas”.

Ante el aumento de delitos y violencia hacia las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, ATA-Sylvia Rivera insiste en la necesidad de una ley autonómica como la Catalana y la Extremeña, que proteja y sancione los delitos de odio, así como una ley estatal de transexualidad que unifique criterios y garantice derechos por igual a todas las personas transexuales del Estado Español, teniendo como referente la Ley Trans de Andalucía.

La obsesión de la Iglesia católica con la transexualidad

Lo sucedido con Álex Salinas refuerza la idea a la que ya hemos hecho mención en anteriores entradas: a la enfermiza fijación contra las relaciones entre personas del mismo sexo, la jerarquía católica añade ahora la condena a las personas trans, tradicionalmente ignoradas por la institución. En España tenemos el ejemplo del obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, que no ha dudado en incluirlas en sus diversas diatribas. La última de la que nos hicimos eco ocurrió en diciembre, cuando incluyó a la “despatologización de la así llamada transexualidad” en la lista de supuestos objetivos de una perversa agenda LGTB.

Otro ejemplo es el del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que en enero de 2013 difundía su mensaje tránsfobo en una carta pastoral en la que criticaba la “ideología de género” que “rompe todo lazo del hombre con Dios a través de su propia naturaleza” y “sitúa al hombre por encima de Dios” “La ideología de género es una filosofía, según la cual el sexo ya no es un dato originario de la naturaleza, que el hombre debe aceptar y llenar personalmente de sentido, sino un papel social del que se decide autónomamente”, añadía.  “Ya no valdrían las ecografías que detectan el sexo de la persona antes de nacer. Esperamos un bebé. ¿Es niño o niña? La ecografía nos dice claramente que es niña. No. Lo que vale es lo que el sujeto decida. Si quiere ser varón, puede serlo, aunque haya nacido mujer. Y si quiere ser mujer puede serlo, aunque haya nacido varón. No se nace, se hace. Al servicio de esta ideología existen una serie de programas formativos, médicos, escolares, etc. que tratan de hacer ‘tragar’ esta ideología a todo el mundo, haciendo un daño tremendo en la conciencia de los niños, adolescentes y jóvenes”, aseguraba el obispo de Córdoba.

De hecho, en noviembre de 2006, Fernández ya había publicado otra carta titulada “Dios ama también a los homosexuales” (sic) en la que calificaba a la ley de identidad de género, que permite a las personas transexuales modificar su identidad registral sin necesidad de proceso judicial, como “contraria a la verdad del hombre” y “extorsión del plan de Dios”.

“Pensemos en las armas nucleares, en su capacidad de aniquilar en unos pocos instantes un alto número de vidas humanas. Pensemos en la manipulación genética, en la manipulación de la vida, o en la teoría de género, que no reconocen el orden de la creación. Con esta actitud, el hombre comete un nuevo pecado contra Dios el Creador”, expresaba por su parte el papa Francisco solo unos meses antes de su última encíclica.

Comunicado del obispo de Cádiz

En relación con las declaraciones aparecidas en diferentes medios en referencia a la denegación o aceptación como padrino de bautismo de una persona que se presenta como transexual, tengo el deber pastoral de manifestar pública y definitivamente lo siguiente:

En relación con las declaraciones aparecidas en diferentes medios en referencia a la denegación o aceptación como padrino de bautismo de una persona que se presenta como transexual, tengo el deber pastoral de manifestar pública y definitivamente lo siguiente:

Los padrinos del Sacramento del Bautismo asumen, ante Dios y su Iglesia y en relación con el bautizado, el deber de cooperar con los padres en su formación cristiana, procurando que lleve una vida congruente con la fe bautismal y cumpla fielmente las obligaciones inherentes. En vista de esa responsabilidad, el Catecismo de la Iglesia Católica pide que los padrinos sean “creyentes sólidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado … en su camino de la vida cristiana”(CEC, n. 1255). Por todo ello, al ser una función eclesial la ley de la Iglesia exige, entre otras condiciones, que sólo sea admitido como padrino o madrina quien tenga capacidad para asumir seriamente estas responsabilidades y lleve un comportamiento congruente con ellas (cf.CIC, can. 874 §1, 3). Si no fuera posible hallar una persona que reúna las cualidades necesarias, el párroco puede conferir el Bautismo sin padrinos, que no son necesarios para celebrar este Sacramento.

Ante la confusión provocada entre algunos fieles al haberme sido atribuidas palabras que no he pronunciado, y por la complejidad y relevancia mediática alcanzada por este asunto, teniendo en cuenta las posibles consecuencias pastorales de cualquier decisión al respecto, he elevado una consulta formal ante la Congregación para la Doctrina de la Fe, cuya respuesta ha sido: “Sobre este particular le comunico la imposibilidad de que se le admita. El mismo comportamiento transexual revela de manera pública una actitud opuesta a la exigencia moral de resolver el propio problema de identidad sexual según la verdad del propio sexo. Por tanto resulta evidente que esta persona no posee el requisito de llevar una vida conforme a la fe y al cargo de padrino (CIC can 874 §3), no pudiendo por tanto ser admitido al cargo ni de madrina ni de padrino. No se ve en ello una discriminación, sino solamente el reconocimiento de una objetiva falta de los requisitos que por su naturaleza son necesarios para asumir la responsabilidad eclesial de ser padrino”.

En efecto, el Papa Francisco ha afirmado en varias ocasiones, en continuidad con el Magisterio de la Iglesia, que esta conducta es contraria a la naturaleza del hombre. En su última encíclica acaba de escribir: “La ecología humana implica también algo muy hondo: la necesaria relación de la vida del ser humano con la ley moral escrita en su propia naturaleza, necesaria para poder crear un ambiente más digno. Decía Benedicto XVI que existe una «ecología del hombre» porque «también el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo». En esta línea, cabe reconocer que nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y con los demás seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación. Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana. También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De este modo es posible aceptar gozosamente el don específico del otro o de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse recíprocamente. Por lo tanto, no es sana una actitud que pretenda «cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma»” (Laudato si, n.155).

Por estas razones,se ha hecho saber a los interesados que no puede aceptarse su solicitud.

La Iglesia acoge a todas las personas con caridad queriendo ayudar a cada uno en su situación con entrañas de misericordia, pero sin negar la verdad que predica, que a todos propone como un camino de fe para ser libremente acogida.

Fuente Dosmanzanas, Cáscara Amarga y Religión Digital

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