Archivo

Entradas Etiquetadas ‘Concilio Vaticano II’

Domingo 26 de Julio de 2020, 17º tiempo ord. Tesoro escondido (Mt 13, 44): última oportunidad para encontrarlo

Domingo, 26 de julio de 2020
Comentarios desactivados en Domingo 26 de Julio de 2020, 17º tiempo ord. Tesoro escondido (Mt 13, 44): última oportunidad para encontrarlo

2 Fragmento del Rollo de Cobre Foto Cluechaser (4)(parte del Rollo del Templo: Mapa de tesoros de Qumrán anterior a Jesús)

Del blog de Xabier Pikaza:

Tesoro escondido en el campo. Ésta es quizá la última oportunidad para encontrarlo en una tierra que estamos convirtiendo en mercado de negocios para algunos y campo de muerte para todos.

Tesoro escondido en nuestra vida. Ésta es quizá la última oportunidad para encontrar (dejarnos encontrar) por nuestra infinita riqueza interior pues otros llenan nuestra vida de imágenes de consumo que nos consumen.

Sólo podemos encontrar ese tesoro si “vendemos todo”, para así encontrar (dejarnos encontrar así) por la Vida El día en que no podamos ni queramos encontrar el tesoro moriremos.

Ésta es una parábola corta, pero enigmática y actual.  

  1. Jesús conocía sin duda las historias de inmensos tesoros escondidos en el campo tras guerras y saqueos (de eso trata el Rollo de Cobre del Templo de Qumrán, ofreciendo indicaciones fascinantes para encontrar unos 70 tesoros escondidos entre Galilea y el Desierto de Judea).
  2. Pero Jesús habla de otro tesoro que todos podemos encontrar, desde el más rico de Roma hasta el más pobre de la aldea. Él quiso que los hombres y mujeres fuéramos buscadores de tesoros, ligeros de equipaje para hallarlos, gozosos y llenos de vida para disfrutar del gran tesoro, quizá al alcance de la mano.
  3. Hoy, año 2020, estamos dilapidando el gran tesoro escondido en el campo que es la tierra, y que nosotros mismos somos, en una tierra, en una vida que es (debía ser) por sí misma el tesoro que nos busca, nos hace ser personas. De todo esto trata esta bellísima y fuerte parábola
  1. Tesoro escondido (13, 44).

13 44 En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo; y uno, encontrándolo, lo esconde y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra aquel campo[1].

Esta parábola del reino como tesoro escondido proviene probablemente de Jesús, pero sólo ha sido transmitida por Mateo y así ha de entenderse desde el conjunto de su evangelio, que incluyen varios textos relacionados con la riqueza, desde parábolas (cf. talentos: Mt 25, 14-30) hasta relatos ejemplares (recaudadores de impuestos: 9, 9-13).

Quizá el más importante es Mt 6, 19-21 (cf. Lc 12, 22-32): “No acumuléis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen…”, pasaje que evoca una transformación interior, un cambio radical en la manera de entender la vida, con sus prioridades y valores, en un momento en el que los hombres más ricos de Israel y Roma estaban “ocupando” las propiedades de los pobres, convirtiendo la tierra de Dios (de todos) en objeto de mercado.

También es importante el relato donde Jesús dice al hombre que quiere seguirle: “Vete, vende lo que tienes y tendrás un tesoro en los cielos, y ven y sígueme” (19, 21, tomado de Mc 10, 17-22). En ese contexto, Jesús aparece como un líder campesino, pero no con violencia armada (no fue jefe de una banda militar), sino con gran fuerza profética, El Reino cielos es un tesoro superior, y sólo quien lo vende todo por él puede conseguirlo.

La riqueza del hombre es, por tanto, el mismo Reino, que supera con mucho todos los bienes de este mundo, pero que puede compararse con el “tesoro material” que un hombre de pocos escrúpulos encuentra en un campo ajeno. Se ha especulado en oriente, con cierta frecuencia, sobre tesoros escondidos, a causa de guerras, cambios de poder y ladrones, como hace El rollo de cobre de Qumrán, escrito al parecer poco antes de Jesús, con una descripción fantástica de grandes tesoros de reyes (o del templo de Jerusalén) escondidos en lugares marcados con precisión (de forma realista o imaginaria, discrepan los autores), que los investigadores siguen estudiando y queriendo descifrar todavía[2].

     Por otra parte, ya Mt 6, 19-21 hablaba de tesoros que, por bien guardados que estén, acaban siendo presa de ladrones (buscadores de riquezas ocultas y escondidas). En ese contexto se entiende esta parábola que, en principio, parece ambigua, pues no se sabe si el hombre que encuentra un tesoro que nadie guardaba (nadie, al parecer, conocía su existencia) es un buscador de riquezas ocultas o un simple afortunado que pasa por allí y descubre el tesoro escondida por casualidad.

El texto no ofrece ninguna valoración moral, si es justo o injusto el proceder de este “cazador de tesoros” en un campo ajeno y, en vez de decírselo a su dueño, lo compra con engaño. Ciertamente, ha de obrar con astucia, volviendo a ocultar el tesoro, de forma que nadie sospeche; tiene que vender lo que tiene y comprarlo, para convertirse de esa forma en dueño del tesoro (si intentara llevarlo del campo sin comprarlo, podrían verle y denunciarle). Leer más…

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , , , , ,

Parábolas para tiempo de crisis (final). Domingo 17 Ciclo A.

Domingo, 26 de julio de 2020
Comentarios desactivados en Parábolas para tiempo de crisis (final). Domingo 17 Ciclo A.

Jesus_Mafa_Hidden_Treasure_Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

 En los dos domingos anteriores, el discurso en parábolas ha respondido a tres preguntas que se hace la antigua comunidad cristiana y que nos seguimos planteando nosotros:

1) ¿Por qué no aceptan todos el mensaje de Jesús? (parábola del sembrador).

2) ¿Qué hacer con quienes no lo aceptan? (el trigo y la cizaña).

3) ¿Tiene futuro esta comunidad tan pequeña? (el grano de mostaza y la levadura)

Quedan todavía otras dos preguntas por plantear y responder.

¿VALE LA PENA?

La pregunta que puede seguir rondando en la cabeza de los segui­dores de Jesús es si todo esto vale la pena. A la pregunta responden dos parábolas muy breves, aparentemente idénticas en el desarrollo y con gran parecido en las imágenes. Por eso se las conoce como las parábolas del tesoro y la perla. Lo que ocurre en ambos casos es lo siguiente:

a) El protagonista descubre algo de enorme valor.

b) Con tal de conseguirlo, vende todo lo que tiene.

c) Compra el objeto deseado.

Sin embargo hay curiosas diferencias entre las dos parábolas, empezando por los protagonistas.

El suertudo y el concienzudo

El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

El protagonista de la primera es un hombre con suerte. Mientras camina por el campo, encuentra un tesoro. Su primera reacción no es llevarlo a la oficina de objetos perdidos (que entonces no existe) ni poner un anuncio en el periódico (que tampoco existen). Ante todo, lo esconde. Repuesto de la sorpresa, se llena de alegría y decide apropiarse del tesoro, pero legalmente. La única solución es comprar el campo. Es grande y caro. No importa. Vende todo lo que tiene y lo compra.

perlaEl protagonista de la segunda parábola es muy distinto. No pierde el tiempo paseando por el campo. Es un comerciante concienzudo que va en busca de perlas de gran valor. Por desgracia, la traducción litúrgica ignora este aspecto: en vez de “El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas”, debería decir “a un comerciante en busca de perlas finas”. No la encuentra por casualidad, va tras ella con ahínco. Como buen comerciante, calculador y frío, no salta de alegría cuando la encuentra, igual que el protagonista de la primera parábola. Pero hace lo mismo: vende todo lo que tiene para comprarla.

La perla y el comerciante

Otra diferencia curiosa es que la primera parábola compara el Reino de los Cielos con un tesoro, pero la segunda no lo compara con una perla preciosa, sino con un comerciante. Este detalle ofrece una pista para interpretar las dos parábolas.

Ni bonos basura ni timo de la estampita

No olvidemos que estas parábolas se dirigen a un comunidad que sufre una crisis profunda y se pregunta si ser cristiano tiene valor. En términos modernos: ¿me han vendido bonos basura o me han dado el timo de la estampita? La respuesta pretende revivir la experiencia primitiva, cuando cada cual decidió seguir a Jesús. Unos entraron en contacto con la comunidad de forma puramente casual, y descubrieron en ella un tesoro por el que merecía la pena renunciar a todo. Otros descubrieron la comunidad no casualmente, sino tras años de inquietud religiosa y búsqueda intensa, como ocurrió a numerosos paganos en contacto previo con el judaísmo; también éstos debieron renunciar y vender para adquirir.

Las parábolas, aparte de infundir ilusión, animan también a un examen de conciencia. ¿Sigue siendo para mí la fe en Jesús y la comunidad cristiana un tesoro inapreciable o se ha convertido en un objeto inútil y polvoriento que conservo sólo por rutina?

Al mismo tiempo, nos enseñan algo muy importan­te: es el cristiano, con su actitud, quien revela a los demás el valor supremo del Reino. Si no se llena de alegría al descubrir­lo, si no renuncia a todo por conseguirlo, no hará perceptible su valor. Estas parábo­las parecen decir: «Cuando te pregunten si ser cristiano vale la pena, no sueltes un discurso; demuestra con tu actitud que vale la pena».

¿QUÉ OCURRIRÁ A QUIENES ACEPTAN EL REINO, PERO NO VIVEN DE ACUERDO CON SUS IDEALES?

A esta última pregunta responde la parábola de la red lanzada al mar.

El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

copoNo queda claro si se habla de toda la humanidad, donde hay buenos y malos, o de la comunidad cristiana, donde puede ocurrir lo mismo. Ya que el tema del juicio universal se ha tratado a propósito del trigo y la cizaña, parece más probable que se refiera al problema interno de la comunidad cristiana. Interpretada de este modo, empalmaría muy bien con las dos anteriores. Hay gente dentro de la comunidad que no vive de acuerdo con los valores del evangelio, que no mantiene esa experiencia de haber descubierto un tesoro o una perla. ¿Qué ocurrirá con ellos? La respuesta es muy dura («a los malos los echarán al horno encendido») pero convie­ne completarla con la última parábola del evangelio de Mateo, la del Juicio final (Mt 25,31-46), donde queda claro cuáles son los peces buenos y cuáles los malos. Los buenos son quienes, sabiéndolo o no, dan de comer al hambriento, de beber al sediento, visten al desnudo, hospedan al que no tiene techo… Los que ayudan al necesitado, aunque ni siquiera intuyan que dentro de ellos está el mismo Jesús.

CONCLUSIÓN

¿Entendéis bien todo esto?»

Ellos le contestaron:
― Sí.

Él les dijo:

― Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.

Mateo termina las siete parábolas comparando al predicador del evangelio con un un padre de familia. Parece un nuevo enigma, esta vez sin explicación. En sentido inmediato, el escriba que entiende del reinado de Dios es Jesús. Para exponer su mensaje ha usado cosas nuevas y viejas. Del baúl de sus recuerdos ha sacado cosas antiguas: alguna alusión al Antiguo Testamento, la técnica parabólica y el lenguaje imaginati­vo de los profetas. Pero la mayor parte consta de cosas nuevas, fruto de su experiencia y de su capacidad de observación: la vida del campesino, del ama de casa, del pescador, del comerciante, de la gente que lo rodea, le sirven para exponer con interés su mensaje. Por eso, la comparación final es también una invitación a los discípulos y a los predicadores del evangelio a ser creativos, a renovar su lenguaje, a no repetir meramente lo aprendido.

LA PRIMERA LECTURA

La primera lectura nos invita a pedir a Dios esta sabiduría, igual que Salomón se la pidió para gobernar a su pueblo.

En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo:
― Pídeme lo que quieras.
Respondió Salomón:
― Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues, ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?
Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo:
― Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti.

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , , , , ,

26 de Julio. Tiempo Ordinario. Domingo XVII. Ciclo A

Domingo, 26 de julio de 2020
Comentarios desactivados en 26 de Julio. Tiempo Ordinario. Domingo XVII. Ciclo A

TO-D-XVII

“El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.”

(Mt 13, 44-52)

Y este domingo también tenemos varias parábolas. Jesús quiere darnos a conocer el Reino. Busca, incansable, numerosos ejemplos. Comparaciones. Muchas imágenes. Para que podamos comprenderlo.

Dos de las parábolas de hoy: la del tesoro y la de la perla, nos hablan del valor del Reino. Descubrir el Reino, descubrir el Rostro de Dios que Jesús vino a mostrarnos es una suerte. Una inmensa alegría.

Algo por lo que vale la pena vender todo lo demás. Quizá durante demasiado tiempo en la Iglesia le hemos dado mucho protagonismo a la renuncia. Al sacrificio. Pero el Reino de Dios, el mensaje de Jesús no es cuestión de renuncia. Es cuestión de elección.

Cuando elegimos algo en la vida es porque lo deseamos, porque nos gusta. Nos parece valioso. Elegimos una carrera, un oficio, un lugar donde vivir. Y también cosas más pequeñas: un móvil, un pantalón o un plato de comida.

Nuestra vida está llena de elecciones y cada elección implica un esfuerzo y también una renuncia.

Cada elección que hacemos, por pequeña que sea, nos hace ejercitar nuestra libertad. Nos obliga a decidir.

No conozco a nadie que haya comprado algo que le hiciera ilusión (un teléfono, un coche…) que salga triste de la tienda pensando que solo se ha podido comprar uno y ha tenido que dejar los demás.

Sin embargo mucha gente te mira con condescendencia cuando haces una opción de vida por el Reino, como es ser monja. Y te preguntan: “¿no te da pena no poder…?”

¡No!, no me da pena. He hecho una elección. He elegido aquello que pienso que puede llenar plenamente mi vida. ¡Cierto! dejo muchas cosas, muchas otras posibilidades, el concesionario se queda lleno de coches cuando compramos uno. Pero lo que he elegido me llena de alegría. Si tuviera que llevarme todos los coches del mercado sería absurdo y agobiante. Me quedo con uno y lo disfruto, lo cuido y se lo enseño con alegría a todo el mundo.

Y con el Reino de Dios es aun mejor porque no pierde valor al salir del concesionario, no contamina y no se estropea. Tiene garantía indefinida.

Oración

Trinidad Santa, danos la alegría y el convencimiento de quien ha hecho una elección libre y decidida por tu Reino.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , , , , ,

No somos un campo que contiene un tesoro.

Domingo, 26 de julio de 2020
Comentarios desactivados en No somos un campo que contiene un tesoro.

the-sower-webMt 13, 44-52

El evangelio de este domingo nos propone las tres últimas parábolas del capítulo 13 de Mt. comentaremos el tesoro y la perla, que tienen un mismo mensaje. Si descubrimos lo que más vale, daremos a nuestra voluntad un objeto claro, porque la voluntad no puede ser movida más que por el bien, y en el caso de dos bienes siempre será movida por el mayor. Lo que Dios es en mí, es el tesoro, es la perla. No se trata de un conocimiento discursivo o racional, sino de una experiencia profunda y viva. Seguimos empeñados en descubrir a un Dios que está fuera y que nos dé seguridades desde allí.

Menos mal que la comunidad de Mt no se atrevió a alegorizarlas. No lo tenía fácil. El mensaje es idéntico en las dos pero tiene matices significativos. Una diferencia es que en un caso el encuentro es fortuito. Y en el otro, es consecuencia de una búsqueda. Otra es que en la primera se identifica el Reino con el tesoro, pero en la segunda se identifica con el comerciante que busca perlas. Puede ser una pista para descubrir que la comparación no es con uno ni con otro, sino que hay que buscarla en el conjunto del relato. Las dos opciones se hacen con un grado de incertidumbre. Los dos se arriesgan al dar el paso.

La parábola no juzga la moralidad de las acciones narradas; simplemente propone unos hechos para que nosotros nos traslademos a otro ámbito. En efecto, tanto el campesino, como el comerciante, obran de forma fraudulenta y por lo tanto injusta (aunque legal). Los dos se aprovechan de unos conocimientos privilegiados para engañar al vecino. No actúan por desprendimiento sino por egoísmo. “Renuncian” a unos bienes para conseguir bienes mayores. No es su objetivo vivir de otra manera, sino conseguir una vida material mejor. Da un ejemplo material pero en el orden espiritual las cosas no funcionan así.

En estas dos parábolas vemos claro cómo no todo lo que dicen es aprovechable. Jesús en el evangelio advierte una y mil veces del peligro de las riquezas; no puede aquí invitarnos a conseguirlas en sumo grado. El mensaje es muy concreto. El punto de inflexión en las dos parábolas es el mismo: “vende todo lo que tiene y compra”. Sería sencillamente una locura. Si vende todo lo que tiene para comprar la perla, ¿qué comería al día siguiente? ¿Dónde viviría? Esa imposibilidad radical en el orden material, es precisamente lo que nos hace saltar a otro orden, en el que sí es posible. Ahí está la clave del mensaje.

Hay dos matices interesantes. El primero es el abismo que existe entre lo que tienen y lo que descubren. El segundo es la alegría que les produce el hallazgo. Yo la haría todavía más simple: Un campesino pobre, que solo tiene un pequeño campo, en el que cava cada vez más hondo, un día encuentra un tesoro. O un comerciante de perlas que un día descubre, entre las que tiene almacenadas, una de inmenso valor. Evitaríamos así poner el énfasis en la venta de lo que tiene, que solo pretende indicar el valor de lo encontrado. Todo lo contrario, se trata de un minucioso cálculo, que les lleva a la suprema ganancia.

No damos un paso en nuestra vida espiritual porque no hemos encontrado el tesoro en lo que ya somos. Sin este descubrimiento, todo lo que hagamos por alcanzar una religiosidad auténtica, será pura programación y por lo tanto inútil. Nada vamos a conseguir si previamente no descubrimos lo que somos. Nuestra principal tarea será tomar conciencia de esa Realidad. Si la descubrimos, prácticamen­te está todo hecho. La parábola al revés, no funciona. El vender todo lo que tienes, antes de descubrir el tesoro, que es lo que siempre se nos ha propuesto, no es garantía ninguna de éxito.

Un ancestral relato nos ayudará: cuando los dioses crearon al hombre, pusieron en él algo de su divinidad, pero el hombre hizo un mal uso de esa divinidad y decidieron quitársela. Se reunieron en gran asamblea para ver donde podían esconder ese tesoro. Uno dijo: pongámoslo en la cima de la montaña más alta. Pero otro dijo: No, que terminará escalándola y dará con él. Otro dijo: lo pondremos en lo más hondo del océano. Alguien respondió: No, que terminará bajando y la descubrirá. Por fin dijo uno: ¡Ya sé dónde lo esconderemos! La pondremos en su corazón. Allí nunca lo buscará.

Tenemos que aclarar que el tesoro no es Jesús, como deja entender Pablo, y sobre todos los santos padres. Jesús descubrió la divinidad dentro de él. Éste es el principal dogma cristiano. “Yo y el Padre somos uno”. Tampoco la Escritura puede considerarse el tesoro. En muchas homilías, he visto estas interpretaciones de las parábolas. La Escritura es el mapa que nos puede conducir al tesoro, pero no es el tesoro. Tampoco podemos presentar a la Iglesia como tesoro o perla. En todo caso, sería el campo donde tengo que cavar (a veces muy hondo) para encontrarme a mí mismo.

Jesús no pide más perfección sino más confianza, más alegría, más felicidad. Es bueno todo lo que produce felicidad en ti y en los demás. Solamente es negativa la alegría que se consigue a costa de las lágrimas de los demás. Cualquier renuncia que produzca sufrimiento, en ti o en otro, no puede ser evangélica. Fijaos que he dicho sufrimiento, no esfuerzo. Sin esfuerzo no puede haber progreso en humanidad, pero ese esfuerzo tiene que sumirme en la alegría de ser más. Lo que el evangelio valora no es el hecho de renunciar. Lo que me tiene que hacer feliz es descubrir la plenitud que ya soy.

El tesoro es el mismo Dios presente en cada uno de nosotros. Es la verdadera realidad que soy, y que son todas las demás criaturas. Lo que hay de Dios en mí es el fundamento de todos los valores. En cuanto las religiones olvidan esto, se convierten en ideologías esclavizantes. El tesoro, la perla no representan grandes valores sino una realidad que está más allá de toda valoración. El que encuentra la perla preciosa, no desprecia las demás. Dios no se contrapone a ningún valor, sino que potencian el valor de todo. Presentar a Dios como contrario a otros valores, es la manera de hacerle ídolo.

Vivimos en una sociedad que funciona a base de trampas. Si fuésemos capaces de llamar a las cosas por su nombre, la sociedad quedaría colapsada. Si los políticos nos dijeran simplemente la verdad, ¿a quién votaríamos? Si los jefes religiosos dejaran de meter miedo con un dios justiciero, ¿qué caso haríamos a sus propuestas? En cambio, si de la noche a la mañana todos nos convenciéramos de que ni el dinero ni la salud ni el poder ni el sexo ni la religión eran los valores supremos, nuestra sociedad quedaría purificada. Los intereses materiales y egoístas son lo que de verdad mueven los hilos de la sociedad.

Tener claro que soy el tesoro supremo, la perla más valiosa, me permite valorar en su justa medida todo lo demás. No se trata de despreciar el resto sino de tener claro lo que vale de veras. El “tesoro” nunca será incompatible con todos los demás valores que nos ayudan a ser más humanos. Es una constante tentación de las religiones ponernos en el brete de tener que elegir entre el bien y el mal. Esta postura es radicalmente equivocada. Lo que hay que tener muy claro es cuales son las prioridades, dentro de los valores. Debemos tener claro dónde está el valor supremo y qué valores son relativos o falsos.

Meditación

Eres el mayor tesoro que puedas imaginar.
Si aún no te has dado cuenta,
es que has buscado algo imaginado por ti
o que no has bajado al centro de tu ser.
Una vez descubierto lo que hay de Dios en ti,
todo lo demás es coser y cantar.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , , , , ,

Vivir el Evangelio.

Domingo, 26 de julio de 2020
Comentarios desactivados en Vivir el Evangelio.

hidden-treasure“Son muchos los que ni siquiera hacen el esfuerzo de imaginar el tesoro que duerme en el corazón de los demás”.

26 de julio. DOMINGO XVII TO

Mt 13, 44-52

El reinado de Dios se parece a un mercader en busca perlas finas, y al descubrir una de gran valor, va, vende todas sus posesiones y la compra.

El entorno presupone que alguien ha enterrado un tesoro y más tarde murió, y el propietario actual del campo no es consciente de su existencia.

El buscador, tal vez un trabajador agrícola, tiene derecho a ella, pero es incapaz de extraer convenientemente a menos que compre el campo. Para un campesino, un descubrimiento de tal tesoro representaba el gran sueño.

El hombre, que encontró el tesoro, descubrió lo que no buscaba. No se entra en el reino de Dios por los propios méritos, sino que se trata de un don que pide una respuesta y a los afortunados del hallazgo les queda una vida para ello.

Esta parábola se interpreta generalmente como ilustrando el gran valor del reino de los cielos, y por lo tanto tiene un tema similar a la parábola de la perla.

John Nolland comenta que la suerte del hallazgo refleja un privilegio especial y una fuente de alegría, pero también un desafío. El hombre de la parábola renuncia a todo lo que tiene afirmando que el tesoro encontrado es mayor.

Y la mejor manera de guardarlo, no es llevándolo al Banco, sino a la caja fuerte del corazón, que es donde sin duda estará más seguro.

 

Las dos primeras de estas parábolas están destinadas a instruir a los creyentes a preferir el reino de los cielos antes que todo lo que hay en el mundo, y por lo tanto les invita a negarse a sí mismos todos los deseos de la carne. Nada puede evitar la obtención de tan valiosa posesión que representa el tesoro de Israel.

Por lo tanto, aquellos que llevan su tesoro abiertamente, que vigilen, porque los ladrones van a intentar robarle en el camino.

Y cuando digo esto; no quiero decir que nuestros vecinos no vean nuestras obras, sino que en lo que hacemos, no hay que buscar la alabanza desde el exterior.

El evangelista Mateo nos lo recuerda igualmente cuando dice que… El reinado de Dios se parece a un mercader en busca perlas finas, y al descubrir una de gran valor, va, vende todas sus posesiones y la compra.

El reino de los cielos se compara con las cosas de la tierra para que la mente pueda pasar de cosas familiares a cosas desconocidas, y pueda aprender a amar lo desconocido por lo que conoce. Se ama cuando se conoce y cuando se ama, lleno de gozo, se vende todo lo que se tiene.

En mi libro Yo amo la Tierra, escribí este poema:

El violín del Evangelio
sonaba en las cuerdas de mis venas.
Jesús, estaba trepidante
como siempre en ellas.
……………………………
Sobre los trastes
de la guitarra del Planeta,
unos dedos divinos
pulsan las temblorosas cuerdas.
Evangelio y Planeta hechos Uno,
hacen sonar la Canción de la Tierra:
“Atesora la abundancia de vino
en tu bodega”.
Lo escribió Gustav Mahler
cuando le brumaban las penas.
También cantó:
“Te llenarás de flor en primavera”.

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , , , , ,

El tesoro más valioso, por el que merece la pena venderlo todo.

Domingo, 26 de julio de 2020
Comentarios desactivados en El tesoro más valioso, por el que merece la pena venderlo todo.

cost_of_being_disciple

Mt 13, 44-52

Vivimos rodeados y rodeadas de ofertas seductoras de consumo que nos ofrecen una falsa, efímera y parcial sensación de felicidad a cambio de dinero. La lógica del reino es a la inversa. Su valor es la gratuidad y la integralidad. Por eso abrirnos a su don requiere estar dispuestos y dispuestas a venderlo todo, como el mercader de perlas finas o el campesino al que se refiere este texto. Poner nuestra seguridad no en el dinero, en la apariencia o en el poder, sino en los valores del Evangelio: la libertad, la hondura del ser, la autenticidad de las relaciones, la bondad del corazón, la confianza, el valor del encuentro humano, la solidaridad y el compromiso con la liberación del sufrimiento.

El contexto de pandemia global que atravesamos y la incertidumbre radical que se nos impone como compañera de camino nos fuerza como personas y como comunidades cristianas a hacernos preguntas incómodas y desinstaladoras. Una de ellas sin duda es ¿cuál es hoy nuestro tesoro? porque sólo desde ahí entenderemos también que es lo que nos moviliza, donde están nuestros miedos, nuestros riesgos, nuestras confianzas, ya que como   nos recuerda también el Evangelio donde esta nuestro tesoro esta nuestro corazón (Mt 6,19-23).

Nuestros aparatos ideológicos pueden autoengañarnos, pero hay un criterio de objetividad que desvela siempre la realidad y desnuda nuestros discursos y opciones es el criterio de los afectos: las razones del corazón. Las convicciones son importantes, pero más poderosas que ellas son el amor y la fuerza de los vínculos: historias de vida, relaciones, geografías, concretas que nos ayudan a descubrir que el Evangelio es verdad y entre quienes decidimos aventurar la vida más allá de todo pragmatismo y calculo.

En un contexto en el que impera un mercado salvaje y no se distingue valor y precio el Evangelio encarnado en las vidas de los y las descartables se nos revela como un bien mayor  irreductible  por el que merece la pena apostarlo todo, aunque no suponga más “ventaja” que la propia libertad y plenitud de una vida colmada más allá de todo pronóstico y calculo económico.

Pepa Torres

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , , , , ,

Buscar el tesoro que somos

Domingo, 26 de julio de 2020
Comentarios desactivados en Buscar el tesoro que somos

Ciervo-almizcleroDomingo XVII del Tiempo Ordinario

26 julio 2020

Mt 13, 44-52

La metáfora del tesoro escondido u oculto, presente en diferentes tradiciones sapienciales, constituye una invitación a encontrar o descubrir aquello que, aun sin saberlo, anhelamos: lo que realmente somos.

          Y contiene varias indicaciones valiosas: el tesoro está ahí todo el tiempo, se trata simplemente de descubrirlo; no es algo separado de nosotros ni algo de lo que carezcamos, sino justamente aquello que somos; cuando se descubre, todo lo demás empieza a ser visto como algo secundario; y ese descubrimiento se traduce en alegría estable.

          Todo ser humano añora ese tesoro. De hecho, es ese anhelo el que nos mueve, nos hace iniciar la búsqueda y recorrer diferentes caminos, atraídos siempre por su aroma de plenitud.

          Sin embargo, en esa búsqueda puede suceder de todo: nos despistamos y terminamos enredados; nos conformamos con pequeñas “golosinas” o nos entretenemos con “juguetes”, olvidando el tesoro real; acallamos la voz del anhelo aturdiéndonos con múltiples ruidos; nos decimos a nosotros mismos que el anhelo es inventado y que es necesario ser “prácticos” y no creer en “cuentos” ilusorios…

          Y aun en el mejor de los casos, cuando la búsqueda se apoya en una fuerte determinación, no resulta fácil superar la trampa que nos incita a buscar el tesoro en “algo” fuera, lejos o en el futuro.

          Lo cual me trae a la memoria el relato del ciervo almizclero. Fascinado por un olor exquisito cuya procedencia ignoraba, inició una carrera alocada por atraparlo. Por más que corría, el olor no lo abandonaba, aunque tampoco conseguía descubrir su procedencia. En un salto desafortunado, el ciervo se golpeó en el pecho con una rama puntiaguda, muriendo en el acto. Su pecho abierto guardaba el perfume que equivocadamente había buscado fuera.

          Como el ciervo, no podemos negar el “olor” de la plenitud. Pero nuestra mente, al reducirnos a la “forma” de nuestra persona –al identificarnos con el yo separado–, nos hace creer que la plenitud se halla fuera y ahí empezamos la carrera que no conduce a ninguna parte.

          La parábola nos recuerda: tú –en tu verdadera identidad– eres ya lo que estás buscando. No corras hacia fuera, porque donde tienes que llegar es a ti mismo. Acalla la mente y, si tienes paciencia y perseveras en ello, el silencio te mostrará el tesoro que desde siempre has añorado. Cuando eso ocurra, la búsqueda habrá concluido: has descubierto lo que siempre has sido y que, sin embargo, te permanecía oculto.

¿Cómo vivo la búsqueda? ¿Qué, dónde, cómo busco?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , , , , ,

¿Qué es lo más importante en mi vida?

Domingo, 26 de julio de 2020
Comentarios desactivados en ¿Qué es lo más importante en mi vida?

OLYMPUS DIGITAL CAMERADel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

Si nos preguntásemos ¿qué es lo que más interesa de la vida? ¿Cuál es el tesoro, lo que más aprecio de la vida? ¿Qué me gustaría que me diera la vida? ¿Qué nos contestaríamos a nosotros mismos?

Muchos de nuestros contemporáneos contestarían “pidiendo a la vida”: dinero, algunos logros políticos (poder), quizás notoriedad y fama, quizás el sueño de la patria, el placer … ¿Cuál es tu tesoro, cuál es la perla de tu vida? ¿Por qué estarías dispuesto a dejarlo todo?

Hemos llegado a una situación en la que ni tan siquiera interesa ya la cultura, ni la sabiduría; lo que interesa es un título académico o unos conocimientos pero en función de obtener un puesto de trabajo bien remunerado (dinero). Ya no se trata ni de saber, ni de cultura, sino de que te den una cartulina (título) en una universidad con la que puedas obtener un cargo político, eclesiástico, empresarial. El mismo trabajo (por desgracia dentro de la escasez y crisis que estamos atravesando), ya no es un medio de realización personal y una satisfacción de hacer las cosas bien y de colaborar con Dios en la tarea de la “conclusión” de la creación, sino que el trabajo se ha convertido únicamente en un medio de obtener un sueldo, un dinero. (Marx tenía razón cuando decía que el obrero vende su trabajo al capital).

No digamos nada de otros valores cómo la libertad, la honradez, la justicia, etc. A mí me que me den un buen sueldo a fin de mes y déjame de libertades, conciencia, lealtad, honradez, jugar limpio en la vida, etc.

Lo más importante que hacemos muchos conciudadanos es comprar, es decir: llenar el carro en las “grandes superficies”, lo cual no deja de tener algunas similitudes con las prácticas religiosas: no dejan de ser “ritos profanos”. Ir a “Eroski” para muchos ciudadanos es el “rito satisfactorio religioso” de nuestro tiempo.

Pero una persona y un pueblo son grandes no por lo que comen y consumen, sino por lo que piensan, por sus utopías e idealismos, por aquello que alienta su alma y su vida. Estamos en un momento en el que nos ha podido el “sanchopanzismo” más burdo y los idealismos ya no son más que un “quijotismo“, una mera quimera para nuestra cultura.

El ser humano siempre tiende a religarse (religión) con algo o con alguien. No podemos vivir por largo tiempo y sensatamente sin algo que estructure nuestra vida. Los humanos necesitamos siempre vivir en referencia a una realidad última. Esa ultimidad es como la piedra angular que sostiene todo el edificio humano. La fe, la religación es absolutamente necesaria no para ser buenos, sino para ser personas. Siempre tiene que darse algo en torno a lo cual el ser humano estructura su vida. Conviene no equivocarse a la hora de escoger esa ultimidad que tradicionalmente hemos concretado en Dios. Dios es el nombre de la preocupación última del ser humano. Dios, el Reino de Dios y lo que ello supone para nosotros es un tesoro, una perla: algo valioso, definitivamente valioso por lo que merece la pena dejarlo todo y seguir a Cristo. Si la ultimidad, si el tesoro y la perla del ser humano no son Dios y lo que Dios significa, otra realidad se alzará como dios-ídolo y nos esclavizará. Viviremos esclavos del consumismo, de la raza, del placer. ¿Nuestro dios será el vientre que decía San Pablo?


¿Cuál es la realidad última de nuestra vida? ¿Cuál es nuestro tesoro, nuestra perla?

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , , , , ,

Creer

Jueves, 9 de julio de 2020
Comentarios desactivados en Creer

C823F1EF-D0AF-4920-B949-9D9DFBE08A55

Es uno de los principales capítulos de la doctrina católica, contenido en la Palabra de Dios y enseñado constantemente por los Padres, que el hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios y que, por tanto, nadie puede ser forzado a abrazar la fe contra su voluntad. Porque el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza, ya que el hombre, redimido por Cristo Salvador y llamado en Jesucristo a la filiación adoptiva, no puede adherirse a Dios, que a ellos se revela, a menos que, atraído por el Padre, rinda a Dios el obsequio racional y libre de la fe.

Está, por consiguiente, en total acuerdo con la índole de la fe el excluir cualquier género de imposición por parte de los hombres en materia religiosa. Por consiguiente, un régimen de libertad religiosa contribuye no poco a favorecer ese estado de cosas en el que los hombres puedan ser invitados fácilmente a la fe cristiana, a abrazarla por su propia determinación y a profesarla activamente en toda la ordenación de la vida.

*

Concilio Vaticano II,
Dignitatis humanae, 10.

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , ,

‘Invisibles’: las mujeres del Concilio, a través de la mirada de Isabel Gómez Acebo

Jueves, 21 de noviembre de 2019
Comentarios desactivados en ‘Invisibles’: las mujeres del Concilio, a través de la mirada de Isabel Gómez Acebo

9788428557931La teóloga y colaboradora de RD publica su nueva novela en San Pablo

RD ofrece algunos extractos de la nueva obra de Gómez Acebo

También se las invitó a participar en todas las comisiones «que tuvieran importancia para ellas». Sin necesidad de ponerse de acuerdo, pensaron que no había nada en la Iglesia que no las concerniera, por lo que estaban dispuestas a personarse en todo”

“Algún obispo que las vio sentadas en la tribuna comentó con sorna que pensaba haber encontrado un puesto seguro alejado de las mujeres en San Pedro, pero que ahora el templo había dejado de serlo. ¿Se sentiría amenazado? ¿Qué peligro concebía este santo padre de unas religiosas vestidas con amplios hábitos, o de unas seglares con traje negro largo y mantilla cubriendo su cabeza?”

Un pequeño grupo de mujeres participó, casi de incógnito, en el Concilio Vaticano II. Nombradas en contra de la voluntad de muchos padres conciliares, se embarcaron en la gran aventura eclesial del siglo XX en medio de un ambiente hostil, machista y discriminador. Recibieron muchas veces un “no” por respuesta. Pero se enfrentaron a todas las trabas e hicieron escuchar su voz contra todo pronóstico. Su historia ha permanecido prácticamente invisible hasta nuestros días.

Isabel Gómez Acebo inaugura la colección de narrativa Parábola, de San Pablo con Invisibles. Las mujeres del ConcilioNovelando las peripecias que vivieron estas grandes desconocidas en una cita que debió cambiar la historia de la Iglesia, y que está todavía pendiente de hacerse realidad. A continuación, ofrecemos unos extractos del nuevo título de la teóloga y colaboradora de RD:

“El hogar familiar fue la casa de mi abuela en el barrio madrileño de Argüelles. Nadie sabía muy bien cómo se las arreglaba económicamente la mujer. Vivía de una pensión, y es poco probable que su hija migrante en Francia proveyera para los gastos de sus hijos (···) Como ingresaba una cantidad fija todos los meses, mi abuela me empujó a independizarme con el argumento de que una chica joven tenía que vivir su vida y no estar pendiente de una mujer mayor”

“Las personas mayores que viven solas tienen ganas de hablar… y de ser escuchadas.

La historia a la que se agarró ese jueves, y que iba a desarrollar a lo largo de unas cuantas semanas, pues era un tema largo, aparecía en una revista que tenía encima de la mesa y que hablaba del aniversario de un concilio. El concilio Vaticano II.

—¿Qué concilio, abuela?”

“Como superiora general de las Hermanas de Loreto, Mary Luke Tobin quiso cambiar el hábito por uno más moderno, para lo cual debía recibir la autorización del cardenal Antoniutti. Aprovechó su estancia en Roma y le llevó una foto, con una monja muy bien escogida, porque era más bien gordita y fea, para que viera cómo quedaría el hábito nuevo”

“Como mujer, Isabel, tienes que conocer que en esa asamblea eclesial de obispos, por primera vez en la historia, se admitieron mujeres, es verdad que sin derecho a voz ni a voto, pero estuvieron presentes y con posibilidad de maniobrar entre bambalinas. Nos llenamos de ilusión pensando que este hecho suponía una ventana entreabierta y que el futuro traería más protagonismo eclesial femenino dentro de la Iglesia. Pero no fue así”

“Madame Monnet se instaló en el hotel Columbus, muy cerca del Vaticano. Fue la primera auditora que se incorporó al Concilio. Aunque las invitaciones se mandaron a la vez, ella estaba viviendo en Roma. El matrimonio Álvarez Icaza alquiló un apartamento grande en la vía de la Croce, esquina a la vía Boca del León. Tenían 10 hijos, pero solo llevaron a las dos pequeñas a Italia. Su hogar se convirtió en una casa familiar para muchos padres conciliares”

“También se las invitó a participar en todas las comisiones «que tuvieran importancia para ellas». Sin necesidad de ponerse de acuerdo, pensaron que no había nada en la Iglesia que no las concerniera, por lo que estaban dispuestas a personarse en todo lo que pudieran”

“El lugar donde fueron ubicadas era la tribuna de San Andrés, colocada a la derecha del altar y opuesta a la tribuna donde se sentaban los observadores protestantes”

“Algún obispo que las vio sentadas en la tribuna comentó con sorna que pensaba haber encontrado un puesto seguro alejado de las mujeres en San Pedro, pero que ahora el templo había dejado de serlo. ¿Se sentiría amenazado? ¿Qué peligro concebía este santo padre de unas religiosas vestidas con amplios hábitos, o de unas seglares con traje negro largo y mantilla cubriendo su cabeza? ¿O era una bromita pronunciada en un entorno masculino? Como también se las veía por los pasillos, en uno de los encuentros que tuvo con ellas el padre Henry de Lubac, regaló a sus colegas una frase: «Mon Dieu, les dames»”

“Como superiora general de las Hermanas de Loreto, Mary Luke Tobin quiso cambiar el hábito por uno más moderno, para lo cual debía recibir la autorización del cardenal Antoniutti. Aprovechó su estancia en Roma y le llevó una foto, con una monja muy bien escogida, porque era más bien gordita y fea, para que viera cómo quedaría el hábito nuevo. El prelado, sin mirarla apenas, cogió una pluma con la que trazó una línea que bajaba la manga hasta la muñeca, la falda hasta el suelo y el velo cubría el nacimiento del pelo (···) En la clausura, el prelado, consciente de las malas relacio-nes que habían tenido los dos, se le acercó para decirle: «Sor, yo lo hacía todo en nombre de la Iglesia», a lo que la monja respondió: «Eminencia, yo también lo hacía en nombre de la Iglesia»”

Fuente Religión Digital

Biblioteca, Iglesia Católica , , , ,

Del silencio habitado… a los caminos.

Lunes, 28 de octubre de 2019
Comentarios desactivados en Del silencio habitado… a los caminos.

villimar-burgosMagdalena Bennasar, SFCC,
Bilbao.

ECLESALIA, 30/09/19.- Cuando Lillanna Kopp se preguntó durante las sesiones del Concilio Vaticano II, ¿a dónde van?, ¿por qué se van?, en su corazón de profeta estábamos nosotras y nosotros. Ella escuchó a la Ruah, como mujer no le era permitido hablar durante el Concilio, pero sí escuchar, rezar, pensar, estudiar, crear.

Había que actualizar todo. Era una obra gigantesca. Sin amedrentarse, asumió su responsabilidad. Y puso su persona: mente, corazón y fuerzas, al servicio de aquel momento histórico, bisagra entre el pasado oscuro ya, y, la emergente: nueva comunidad cristiana.

Se van, se iban, nos vamos, porque el vino nuevo es para gente nueva, para comunidades nuevas.

Corría el año 1970, era la vida religiosa, sobre todo la femenina, en USA y Canadá -donde ella se movía y facilitaba “una puesta al día”– según palabras de los Padres Conciliares, la que sufría una hemorragia de gente joven y preparada.

¿A dónde van? Se saben llamadas a vivir en profundidad los consejos evangélicos, pero están buscando algo que todavía no tiene forma, estaba en gestación en el corazón de diferentes mujeres y hombres del momento.

Y con la humildad de quien se sabe hija de Dios y empoderada hasta los dientes de una fuerza creativa, dadora de vida, -eso es lo que el celibato es-, Lillana lanza una iniciativa, y un grupo de unas 30 mujeres dan a luz, desde su búsqueda e insatisfacción con lo existente, a una forma nueva de vida consagrada, que se abrirá también, en igualdad al laicado.

Tendrá que ser no canónica: dentro de las iglesias, pero libre del control directo de las jerarquías, para que pueda crecer con libertad y creatividad, para que pueda dar respuesta, sobre todo, a la demanda de cientos de mujeres preparadas, entregadas, que se sentían languidecer en estructuras cargadas de polvo de siglos.

Así nace Las Hermanas Para la Comunidad Cristiana. Comunidad abierta, no canónica por ser ecuménica: abierta a personas de otras iglesias cristianas, colegial, profética, respuesta del Espíritu a un momento histórico.

Mujeres, hombres, consagrados, casadas, viudas, solteros, separados, jóvenes, menos jóvenes… en los cinco continentes, unas 3.000 personas nos llamamos Hermanas Para la Comunidad Cristiana (S/BFCC: Sisters/Brothers For Christian Community). Personas con varios doctorados, jueces, empresarias, profesores, educadoras, teólogas, médicos, cajeras, obispos, ordenadas, barrenderos… de todas las razas.

Llegó a España el año pasado a través de nosotras, Carmen y Magdalena y queremos compartir la experiencia con vosotras y vosotros.

Es con “temor y temblor” y mucho gozo, que hoy, en mi oración del amanecer, sentía que la Ruah, a través de las palabras de nuestra hermana y fundadora Lillanna Kopp, me decía lo mismo: ¿A dónde van?

Veo multitudes asistiendo a retiros, encuentros, espacios de silencio, tantos, que nuestros obispos se ponen nerviosos porque no pillan, como jerarquía, que la gente se mueva hacia dónde se mueve la vida. La iglesia nos dio algo de doctrina… pero no espiritualidad profunda.

Es otro paradigma. Los pioneros de la historia saben que éste es el vino nuevo del Espíritu para este momento histórico: una espiritualidad nueva, personalizada, impregnada de palabra y de vida y de justicia y de igualdad. Pero, sobre todo, una espiritualidad sin gurús.

No podemos sustituir la figura del cura por un maestro espiritual, por buenísimo que sea. Sustituir el “oír misa” por “oír a otros y otras”.

El paradigma actual nos indica un camino de colegialidad e igualdad. Claro que la formación que estas personas proporcionan es un regalo de Dios. El peligro está en hacernos consumidores de, sin encontrar cómo nosotros y nosotras, pueblo llano, podemos desarrollar todas nuestras capacidades y talentos para la humanidad.

Esa formación nos da la fuerza para escuchar a Dios directamente. Nos quita las inseguridades y nos abre al Espíritu que nos habla desde ese silencio habitado. Desde ahí, tenemos fuerza y motivación para abrir caminos desandados, como peregrinas y peregrinos; ligeros de mochila y llenas de esperanza.

Al descubrir, “on line”, a través de un artículo, la comunidad S/BFCC, nosotras iniciamos un proceso de verificar que no era un sueño. Las dos hemos cumplido los 60. Somos soñadoras con los pies en el suelo.

Ha sido año y medio de conocimiento mutuo y de estudio orante de su ideología. Este verano, después de dejar la comunidad a la que habíamos pertenecido 40 años, hicimos nuestro compromiso final con esta nueva comunidad.

Reconocemos que España nos resulta difícil. Después de vivir años en Australia, y sobre todo en USA… aquí la unión iglesia-estado nos ha dejado un panorama bastante desolador si lo comparamos con otros países. En USA hemos hecho pastoral universitaria seria, entre otras pastorales, y sin éxitos superficiales, hemos experimentado sobre todo menos agresividad e indiferencia.

Pero estamos aquí, aquí aceptamos ser enviadas. Y posiblemente portadoras de esa Vida Nueva que experimentamos a través de una comunidad que no tiene jerarquía de ningún tipo, todo se decide colegialmente después de orar y estudiar los temas a tratar. No tenemos propiedades en común como desnudez evangélica. Cada persona trabaja para su sustento y cada persona es apoyada al máximo en que desarrolle los talentos recibidos para la humanidad.

Es por todo ello que sentimos la responsabilidad de compartir tanta riqueza, y proponemos hacerlo, además de desde un estilo de vida… de forma estructurada en 4 fines de semana a lo largo del año, para que podáis participar. También ofrecemos mucho contenido “on line”; incluso la Pascua de este año 2019, con más de 3.000 entradas gracias a la publicación del enlace por Eclesalia y Fe Adulta, además de nuestro blog  y página web.

El objetivo es presentar una comunidad alternativa, con humildad y generosidad. Regalo de la Ruah para el siglo XXI. Iniciada por una mujer que falleció hace muy poco, que como tú y como yo era una buscadora, enamorada de Jesús y peligrosamente abierta al Espíritu. El contenido es tan liberador, tanto, que aunque no te interese lo más mínimo conocer otra comunidad, simplemente por abrirte a algo con sabor a madurez evangélica, merece la pena.

En España y Latinoamérica, en la lengua de Cervantes, nos sentimos invitadas a salir al encuentro de tantas y tantos que “somos buscadores de caminos y respuestas para nosotros y para nuestros hijas y nietos”.

Educadores, familias, personas sensibles a la vida, a la naturaleza: es para vosotros. Cuatro fechas:

  • Noviembre: Escuchar.
  • Febrero: Amar.
  • Abril (Pascua): Servir.
  • Agosto: Celebrar-gozar.

Desde nuestros talentos personales, lo ofreceremos todo desde una eco-espiritualidad responsable: los temas, la música, la danza contemplativa. Todo envuelto con el mimo y cariño que inspira algo tierno, recién nacido en nuestra tierra. ¡Queremos que viva!

Las personas que lo deseéis y podáis, todos los meses una mañana de Sábado en Vizcaya. Y para todos y todas, tenemos salud y fuerza, podemos viajar y ofrecer estos programas y esta vida que nos desborda, en otros lugares.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Espiritualidad, Iglesia Católica , ,

Javier Elzo: “Dentro del profundo respeto que me merece la figura de Benedicto XVI, me chirrían algunas de sus afirmaciones”, por Javier Elzo

Martes, 16 de abril de 2019
Comentarios desactivados en Javier Elzo: “Dentro del profundo respeto que me merece la figura de Benedicto XVI, me chirrían algunas de sus afirmaciones”, por Javier Elzo

124121CF-F40A-4092-B0B0-7F316C11F719Un breve comentario al texto de Benedicto XVI, “La Iglesia y el escándalo del abuso sexual”

“Pacelli, Montini, Wojtyla, Ratzinger y Bergoglio son hijos de su tiempo y de su país, lo que explica no poco de sus planteamientos”

“Un triste texto cuya publicación es difícil de entender”

“¿Por qué decide publicar este texto, cuando durante siete años, prácticamente no ha dicho esta boca es mía?”

Pikaza: La iglesia y los abusos sexuales (un triste documento). “Un ex Papa merece mejor memoria”

El “huracán Benedicto” incendia los medios: ¿Papa manipulado?

José Ignacio Calleja: “En mi opinión, el texto no es de Benedicto XVI”

Este texto del Papa Benedicto en castellano del original en alemán, que nos ofrece Aci Prensa, exige, de entrada, una buena traducción. La espero para una relectura más sosegada. Algunas frases de la traducción actual no se entienden.

Pero creo que está claro lo que quiere decir. En este comentario de urgencia, para mí lo esencial está en estas frases del punto 2 que resumo así: “Hasta el Concilio Vaticano II, la teología moral católica estaba ampliamente fundada en la ley natural, mientras que las Sagradas Escrituras se citaban solamente para tener contexto o justificación. En la lucha del Concilio por un nuevo entendimiento de la Revelación, la opción por la ley natural fue ampliamente abandonada, y se exigió una teología moral basada enteramente en la Biblia”. (….)

“Al final, prevaleció principalmente la hipótesis de que la moralidad debía ser exclusivamente determinada por los propósitos de la acción humana. Si bien la antigua frase “el fin justifica los medios” no fue confirmada en esta forma cruda, su modo de pensar si se había convertido en definitivo.

En consecuencia, ya no podía haber nada que constituya un bien absoluto, ni nada que fuera fundamentalmente malo; (podía haber) solo juicios de valor relativos. Ya no había bien (absoluto), sino solo lo relativamente mejor o contingente en el momento y en circunstancias”.

Estas afirmaciones vienen después del muy breve, pero muy importante punto 1, donde Benedicto apunta claramente al cambio cultural (también en su dimensión sexual y en la forma de entender el niño) de los años 60 del siglo pasado. Tema que me ocupa en estos momentos tras la lectura del último libro de Olivier Roy (“Si Europa es cristiana”, en francés, Seuil 2019) tras el de Cuchet sobre el derrumbe del cristianismo (que comenté en varios portales el año pasado y se puede consultar en mi blog) y la lección de Vidal-Beneyto cuando le hicieron Dr. Honoris Causa en la Universidad de Valencia, sobre la importancia capital de los años sesenta del siglo pasado.

Es la contextualización, de la que también habla Francisco y a la que hice referencia, hablando precisamente de la pederastia en el clero, en varios de mis textos con el rechazo de algún comentarista. Pero cuando uno se acerca a los 80 años, no puede no pensar que Pacelli, Montini, Wojtyla, Ratzinger y Bergoglio son hijos de su tiempo y de su país, lo que explica no poco de sus planteamientos.

Dentro del profundo respeto que me merece la figura de Benedicto XVI, a mí me chirrían algunas de sus afirmaciones. Ya me chirriaba cuando al final de “Caritas in veritate” afirmaba que “El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano”. No otra cosa dice en este texto de abril de este año. Y desde ahí explica todo. También la pederastia en el clero.

Así, acercándose al final de su texto leemos esto: “¿Por qué la pedofilia llegó a tales proporciones? Al final de cuentas, la razón es la ausencia de Dios. Nosotros, cristianos y sacerdotes, también preferimos no hablar de Dios porque este discurso no parece ser práctico”. La explicación me queda muy, muy corta.

Y me pregunto por qué decide publicar este texto, cuando durante siete años, prácticamente no ha dicho esta boca es mía. Un triste texto cuya publicación es difícil de entender.

Fuente Religión Digital

Iglesia Católica , , , , ,

Polémico documento de Ratzinger sobre la pederastia: Benedicto XVI culpa al Concilio Vaticano II de la explosión de abusos en la Iglesia

Viernes, 12 de abril de 2019
Comentarios desactivados en Polémico documento de Ratzinger sobre la pederastia: Benedicto XVI culpa al Concilio Vaticano II de la explosión de abusos en la Iglesia

124121CF-F40A-4092-B0B0-7F316C11F719Sencillamente o ha perdido el juicio o es la mala persona que todos sospechábamos… Y el papa Francisco, como un don Tancredo cualquiera permite esta barbaridad que busca, ¡cómo no! culpabilizar al colectivo LGTBI. ¡Qué asco, Dios mío! ¿No saben que llevaban siglos maltratando y abusando?

¿Grupos de homosexuales en los seminarios? No tiene vergüenza… algunos no tuvieron la suerte de designar a dedo a un secretario “tan cachas...

El Papa emérito rompe su silencio con un texto de 18 páginas en el que sostiene que tras mayo del 68 “la teología moral católica sufrió un colapso que dejó a la Iglesia indefensa ante estos cambios en la sociedad

“En varios seminarios se establecieron grupos homosexuales que actuaban más o menos abiertamente, con lo que cambiaron significativamente el clima que se vivía en ellos”, denuncia Ratzinger, quien llega a hablar de veto a sus libros durante el postconcilio

El texto, que ha sido publicado con el consentimiento tanto del secretario de Estado, Pietro Parolin, como del Papa Francisco, a quien Ratzinger no ha pedido permiso, se centra en la cumbre antipederastia celebrada el pasado mes de febrero

A sus 92 años, Benedicto XVI ha vuelto a romper su silencio. Y lo ha hecho con un durísimo escrito, de 18 páginas, en el que culpa al Concilio Vaticano II de la crisis de abusos en la Iglesia, al entender que tanto Juan XXIII como Pablo VI permitieron una moral laxa frente a “la revolución sexual” de mayo del 68.

La teología moral católica sufrió un colapso que dejó a la Iglesia indefensa ante estos cambios en la sociedad”, se puede leer en ‘La Iglesia y los abusos sexuales‘, un texto que se publicará en la revista mensual “Klerusblatt” dedicada el clero católico en Baviera y ha sido adelantado hoy por varios medios de comunicación, entre ellos el “Corriere della Sera” o en español por Aciprensa.

El texto, que ha sido publicado con el consentimiento tanto del secretario de Estado, Pietro Parolin, como del Papa Francisco, a quien Ratzinger no ha pedido permiso, se centra en la cumbre antipederastia celebrada el pasado mes de febrero.

Maciel, Estados Unidos, Irlanda…

En el mismo, Benedicto traza una tesis rupturista con las reformas del Vaticano II, sin caer en la cuenta de que depredadores como Maciel comenzaron sus abusos en los años 40, que la crisis de abusos en EE.UU hunde sus raíces en los años 30 del siglo pasado o que el drama de la pederastia en Irlanda, por poner algunos ejemplos, se prolongó durante casi un siglo.

Para Ratzinger, que durante años fue el encargado de tramitar y juzgar los casos de abusos, la Iglesia dispuso una “justicia garantista” para con los curas pederastas durante años. Aunque no da pautas sobre cómo erradicar esta lacra en la Iglesia, sí subraya que los abusos han alcanzado estas proporciones “ante la ausencia de Dios”.

El documento está dividido en tres partes, en las que Raztinger analiza el contexto histórico que, en su opinión, llevó a la plaga de los abusos. “Intento mostrar que en la década de 1960 ocurrió un gran evento, en una escala sin precedentes en la historia. Se puede decir que en los 20 años entre 1960 y 1980, los estándares vinculantes hasta entonces respecto a la sexualidad colapsaron completamente”, denuncia el Papa emérito, quien asegura que, tras el Concilio, se fomentó “la libertad sexual total, una que ya no tuviera normas”.

Grupos homosexuales en los seminarios

Frente a ello, denuncia Benedicto XVI, “la teología moral católica sufrió un colapso que dejó a la Iglesia indefensa ante estos cambios en la sociedad”, hasta el punto de que “en varios seminarios (el Papa emérito se centra en Alemania) se establecieron grupos homosexuales que actuaban más o menos abiertamente, con lo que cambiaron significativamente el clima que se vivía en ellos”.

“Parte de la fisionomía de la Revolución del 68 fue que la pedofilia también se diagnosticó como permitida y apropiada”, afirma, tajante, el Papa emérito, quien sostiene que “hasta el Concilio Vaticano II, la teología moral católica estaba ampliamente fundada en la ley natural, mientras que las Sagradas Escrituras se citaban solamente para tener contexto o justificación. En la lucha del Concilio por un nuevo entendimiento de la Revelación, la opción por la ley natural fue ampliamente abandonada, y se exigió una teología moral basada enteramente en la Biblia”.

“Al final, prevaleció principalmente la hipótesis de que la moralidad debía ser exclusivamente determinada por los propósitos de la acción humana. Si bien la antigua frase «el fin justifica los medios» no fue confirmada en esta forma cruda, su modo de pensar si se había convertido en definitivo”, subraya Ratzinger

“De hecho, en muchos lugares se entendió que las actitudes conciliares tenían que ver con tener una actitud crítica o negativa hacia la tradición existente hasta entonces, y que debía ser reemplazada por una relación nueva y radicalmente abierta con el mundo”, lamenta Benedicto XVI, quien afirma que “un obispo, que había sido antes rector de un seminario, había hecho que los seminaristas vieran películas pornográficas con la intención de que estas los hicieran resistentes ante las conductas contrarias a la fe”.

Francisco-Benedicto-Vaticano_2003509659_12200527_660x371¿Qué, pibe, nos marcamos un tango si nos deja George…?

“Mis libros fueron escondidos”

Ratzinger, que durante décadas condenó a multitud de teólogos, se queja amargamente que, durante el postconcilio, “en no pocos seminarios, a los estudiantes que los veían leyendo mis libros se les consideraba no aptos para el sacerdocio. Mis libros fueron escondidos, como si fueran mala literatura, y se leyeron solo bajo el escritorio”.

En otra de las partes del documento explica que “el garantismo”, un sistema basado “en garantizar por encima de todo los derechos del acusado” llegó “hasta el punto en que se excluyera del todo cualquier tipo de condena”. Fue entonces, sostiene, cuando “de acuerdo con el papa Juan Pablo II” se decidió que era “adecuado asignar estas ofensas a la Congregación para la Doctrina de la Fe”, que Ratzinger dirigía entonces. Ello hizo posible “imponer la pena máxima, es decir la expulsión del estado clerical, que no se habría podido imponer bajo otras previsiones legales”.

Éste es el documento completo, según la traducción de Aciprensa.

Fuente Religión Digital

General, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , , , , , , , , ,

Hans Küng, 91 años en camino: “Libertad conquistada”

Jueves, 28 de marzo de 2019
Comentarios desactivados en Hans Küng, 91 años en camino: “Libertad conquistada”

HansKung01El teólogo suizo y sus relaciones con Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco

“La etapa del cardenal Ratzinger al frente de la Congregación para la Doctrina de la fe fue una de las de mayor rigidez doctrinal y moral, de más dura persecución a las teólogas y los teólogos del Concilio Vaticano II, de la teología de la liberación, de la teología feminista, de la teología del pluralismo religiosos y de la teología moral”

No quiero dejar pasar el 91 cumpleaños de mi maestro, amigo y colega Hans Küng sin expresarle mi felicitación y mi reconocimiento por la “libertad conquistada” durante su larga y fecunda existencia. Y lo hago ofreciendo algunas imágenes de su vida que reflejan su coherencia, honestidad e integridad. Hans Küng tenía 34 años cuando fue nombrado por Juan XXIII perito del Concilio Vaticano II, junto con otros prestigiosos teólogos como Karl Rahner, Yves M. Congar, Bernhard Häring, Henri de Lubac, Gérald Philips, Joseph Ratzinger, etc.

Todo cambió diecisiete años después con el Papa Juan Pablo II, quien le retiró la licencia eclesiástica para enseñar por haber cuestionado la infalibilidad papal. Lo cuenta el propio Küng refiriéndose abiertamente a la Inquisición:

“En 1979 años experimenté personalmente la Inquisición bajo otro papa. La Iglesia me retiró el permiso para la enseñanza, pero aun así mantuve mi cátedra y mi Instituto (que quedó segregado de la Facultad Católica)”

(La iglesia católica, Mondadori, Barcelona, 2002, 14). El teólogo suizo considera dicha condena “jurídicamente impugnable, teológicamente infundada y políticamente contraproducente”.

Sin embargo, la condena no consiguió destruir su reputación ni dentro de la Iglesia católica entre el pueblo creyente y los colegas teólogos y teólogas, ni en el mundo intelectual del pensamiento crítico, y menos aún en el diálogo ecuménico entre las iglesias cristianas, donde el reconocimiento teológico de Küng era muy elevado. Sucedió todo lo contrario: la condena contribuyó a abrir el debate sobre la infalibilidad, generó una corriente cálida de sintonía expresada a través de numerosas declaraciones de solidaridad con el teólogo sancionado y de denuncia de los comportamientos inquisitoriales del Vaticano.

Lo que la condena evidenciaba no era otra cosa que el retroceso producido en el Vaticano del pontificado de Juan XXIII al de Juan Pablo II en apenas tres lustros, que pasaba del anatema al diálogo, de la reforma a la restauración, de la evolución a la involución, del respeto al pluralismo teológico a la uniformidad, del cristianismo a la cristiandad, de la libertad de investigación y expresión a la represión, del pensamiento crítico al pensamiento cautivo, del lenguaje simbólico al lenguaje dogmático.

Con todo, Küng no identifica el sistema romano con la Iglesia católica, sino que establece una clara y lúcida distinción entre ambos: “A pesar de mis experiencias sobre cuán flexible puede resultar el sistema romano, la Iglesia católica, esa hermandad de creyentes, ha seguido siendo mi hogar espiritual hasta el presente” (La Iglesia católica, p. 13).

Francisco llama a Hans Küng “Querido Hermano”

La relación del Vaticano con Hans Küng cambió en 2016. El teólogo suizo publicó UnLlamamiento al papa Francisco en varios diarios de diferentes países pidiéndole que abriera un debate “imparcial y libre de prejuicios” sobre el dogma de la infalibilidad, en la consideración de que “sin una re-visión constructiva del dogma de la infalibilidad apenas sería posible una verdadera renovación [de la Iglesia católica]” (El País, 9 de marzo de 2016). Unos días después Francisco le respondió. El clima eclesial había sufrido una importante mutación: se dejaba atrás el lenguaje del anatema y se volvía a transitar por la senda del diálogo, que nunca debiera haberse interrumpido.

La carta estaba firmada por el propio Papa, que se dirigía a Küng en cursiva y en alemán con un “lieber Mitbruder” (“querido Hermano”). En ella demostraba haber leído atentamente su Llamamiento y valoraba positivamente las reflexiones que le habían llevado a la publicación del quinto volumen de sus obras completas, precisamente el dedicado a la infalibilidad.

Agradecimiento a Ratzinger y sinceros deseos de felicidad

En el prólogo a su libro La Iglesia Küng expresa un agradecimiento cordial a Joseph Ratzinger por la valiosa ayuda prestada siendo colegas en la Facultad de Teología de la Universidad de Tubinga. Con el paso de los años, la colaboración se tornó distanciamiento, sobre todo a partir del momento en que Ratzinger accedió al episcopado, se convirtió en hombre de confianza de Juan Pablo II y asumió la presidencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Hubo un fugaz intento de acercamiento entre ambos por iniciativa de Hans Küng. Fue en Castelgandolfo durante el verano de 2005 siendo ya Papa Jospeh Ratzinger, que le recibió a petición del teólogo suizo. Pero todo quedó en un encuentro puntual sin continuidad. En su ejercicio del ministerio papal Ratzinger fue escorándose hacia posiciones integristas que Küng y los teólogos fieles al concilio Vaticano II no podíamos compartir.

La etapa del cardenal Ratzinger al frente de la Congregación para la Doctrina de la fe fue una de las de mayor rigidez doctrinal y moral, de más dura persecución a las teólogas y los teólogos del Concilio Vaticano II, de la teología de la liberación, de la teología feminista, de la teología del pluralismo religiosos y de la teología moral.

En la última de las lecciones dictadas en el semestre de invierno de 1995-1996 en la Universidad de Tubinga cuenta Hans Küng que un colega católico le preguntó, tras las primeras clases, si no hubiera podido hacer mucho bien también dentro del sistema romano, escribiendo, por así decir, una teología primero para el Papa y desde ahí también para la Iglesia y el mundo. Es una pregunta que también él se planteó, si bien afirma que no creció como antagonista del sistema romano. Tras más de medio siglo de itinerario teológico creativo e innovador, su respuesta fue la siguiente:

“No podía ir por otro camino, no sólo en honor a la libertad, que siempre tuve en gran aprecio, sino en honor a la verdad, que para mí está por encima incluso de la libertad. Si hubiera seguido ese otro camino, así lo veo ahora y así lo vi entonces, hubiera vendido mi alma por el poder de la Iglesia. Quisiera en este momento confiar (y lo digo sin el menor asomo de ironía) en que mi compañero en edad y en gran parte del camino, Joseph Ratzinger, que escogió otro camino y que también será nombrado profesor emérito este año, al mirar hacia atrás y a pesar de lo sufrido, esté tan contento y feliz como yo”.

¡Qué elegancia! ¿Podrá decir lo mismo Ratzinger, hoy Papa emérito?

Juan José Tamayo

Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones. Universidad Carlos III de Madrid. Su último libro es: De la Iglesia colonial al cristianismo liberador en América Latina (Tirant, València, 2019)

General, Iglesia Católica , , , ,

“Profeta”. 3 Tiempo ordinario – C (Lucas 1,1-4; 4,14-21)

Domingo, 27 de enero de 2019
Comentarios desactivados en “Profeta”. 3 Tiempo ordinario – C (Lucas 1,1-4; 4,14-21)

973BFAAA-8F7E-4DB4-8D9D-BC310988551BEn una aldea perdida de Galilea, llamada Nazaret, los vecinos del pueblo se reúnen en la sinagoga una mañana de sábado para escuchar la Palabra de Dios. Después de algunos años vividos buscando a Dios en el desierto, Jesús vuelve al pueblo en el que ha crecido.

La escena es de gran importancia para conocer a Jesús y entender bien su misión. Según el relato de Lucas, en esta aldea casi desconocida por todos, va a hacer Jesús su presentación como Profeta de Dios y va a exponer su programa aplicándose a sí mismo un texto del profeta Isaías.

Después de leer el texto, Jesús lo comenta con una sola frase: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír». Según Lucas, la gente «tenía los ojos clavados él». La atención de todos pasa del texto leído a la persona de Jesús. ¿Qué es lo que nosotros podemos descubrir hoy si fijamos nuestros ojos en él?

Jesús actúa movido por el Espíritu de Dios. La vida entera de Jesús está impulsada, conducida y orientada por el aliento, la fuerza y el amor de Dios. Creer en la divinidad de Jesús no es confesar teóricamente una fórmula dogmática elaborada por los concilios. Es ir descubriendo de manera concreta en sus palabras y en sus gestos, en su ternura y en su fuego, el Misterio último de la vida que los creyentes llamamos «Dios».

Jesús es Profeta de Dios. No ha sido ungido con aceite de oliva como se ungía a los reyes para transmitirles el poder de gobierno o a los sumos sacerdotes para investirlos de poder sacro. Ha sido «ungido» por el Espíritu de Dios. No viene a gobernar ni a regir. Es profeta de Dios dedicado a liberar la vida. Solo lo podremos seguir si aprendemos a vivir con su espíritu profético.

Jesús es Buena Noticia para los pobres. Su actuación es Buena Noticia para la clase social más marginada y desvalida: los más necesitados de oír algo bueno; los humillados y olvidados por todos. Nos empezamos a parecer a Jesús cuando nuestra vida, nuestra actuación y amor solidario puede ser captado por los pobres como algo bueno.

Jesús vive dedicado a liberar. Entregado a liberar al ser humano de toda clase de esclavitudes. La gente lo siente como liberador de sufrimientos, opresiones y abusos; los ciegos lo ven como luz que libera del sinsentido y la desesperanza; los pecadores lo reciben como gracia y perdón. Seguimos a Jesús cuando nos va liberando de todo lo que nos esclaviza, empequeñece o deshumaniza. Entonces creemos en él como Salvador que nos encamina hacia la Vida definitiva.

José Antonio Pagola

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

Pablo VI: un papa muy criticado y no debidamente apreciado

Martes, 21 de agosto de 2018
Comentarios desactivados en Pablo VI: un papa muy criticado y no debidamente apreciado

pppablovi“En el aniversario de su muerte tenemos la responsabilidad de recordar que es posible otra Iglesia”

*

“Permitió que un cierto aire fresco entrara en la Iglesia propiciando otra forma de comunidad cristiana”

*

“El pontificado de Pablo VI estuvo presidido por tres grandes objetivos: la renovación de la Iglesia, la promoción de la justicia y la evangelización del mundo”

(Jesús Martínez Gordo, teólogo).- El pasado 6 de agosto se han cumplido cuarenta años de la muerte del papa Pablo VI (1978). A él le tocó liderar un tiempo eclesial complicado, pero, a la vez, creativo y esperanzador. Tras la muerte de Juan XXIII, y una vez finalizada la primera sesión conciliar (1963), se inicia su pontificado, teniendo que finalizar la recién iniciada Asamblea Episcopal y, sobre todo, proceder a su aplicación.

Su pontificado es objeto -cuando menos- de dos valoraciones: la que entiende que es quien pone las bases -por su comportamiento ambivalente, incluso en la misma aula conciliar- para una lectura involutiva del Vaticano II y la que considera que activa -tímidamente, por supuesto- una cierta renovación de la Iglesia que será frenada en los siguientes pontificados.

Los participantes en el XXI Congreso de Teología celebrado en Madrid del 8 al 11 de septiembre de 2011 tuvieron la oportunidad de escuchar el sincero y conmovedor testimonio de Giovanni Franzoni sobre su participación en el Vaticano II y, en palabras suyas, la penosa historia de su traición a manos de Pablo VI sin, siquiera, haber sido clausurado. La recepción involutiva del Vaticano II no arrancó, como habitualmente se suele entender, con el pontificado de Juan Pablo II y auxiliado por J. Ratzinger, sino en el aula conciliar, siendo el papa Montini el sucesor de Pedro. Con palabras del mismo G. Franzoni: “fue el mismo Pablo VI quien puso las premisas para que el Concilio pudiera ser, al menos en parte, ‘domesticado’ y el postconcilio ‘enfriado'”. Y un poco más adelante abunda en la misma tesis: el papa Montini “tomó decisiones que amputaron el Concilio en sus potencialidades, y puso las premisas para una interpretación reductiva de los documentos del Vaticano II”.

Avalaban esta conclusión, cuando menos, siete polémicas intervenciones suyas a lo largo de los trabajos conciliares y también en el tiempo inmediatamente posterior a la clausura de la Asamblea Episcopal:

1.- La famosa “Nota explicativa previa” a la Lumen Gentium (concretamente, al capítulo tercero) que va al final del documento conciliar, aguando -cuando no, disolviendo- la colegialidad episcopal.

2.- La proclamación de María -siguiendo al episcopado polaco- como “Madre de la Iglesia” y desoyendo el parecer mayoritario de los padres conciliares que la veían como “Madre en la Iglesia”, es decir, como discípula de Jesús y no “sobre” la Iglesia.

3.- La reserva papal de la cuestión del celibato de los presbíteros ante la petición de algunos padres conciliares para que se ordenaran hombres maduros, (los que serán llamados más adelante, “viri probati”), es decir, padres de familia y con una vida profesional asentada.

4.- La reserva sobre la cuestión de los medios moralmente lícitos para regular la natalidad.

5.- La asignación de una responsabilidad meramente consultiva a los Sínodos de Obispos, dejando al Papa libre para acoger o rechazar sus propuestas. En realidad, semejante decisión obedecía a una estrategia que -alimentada, una vez más, por la curia vaticana- pasaba por “de-potenciar” el Concilio y, particularmente, la colegialidad episcopal.

6.- El desinterés por dotar a la Iglesia de las instituciones adecuadas en las que visibilizar y concretar la afirmación conciliar de la Iglesia como “pueblo de Dios”. Podría haber erigido algo así como un senado de la Iglesia católica en el que estuvieran representados obispos, sacerdotes, monjes, monjas, religiosos, religiosas, laicos, hombres y mujeres, para debatir los grandes problemas. Nada de eso vio la luz.

7.- Finalmente, su negativa a que las mujeres pudieran acceder al sacerdocio.

G. Franzoni entendió que la gran mayoría de estas intervenciones papales obedecieron a una bienintencionada preocupación por evitar la ruptura de la comunión, sobre todo, entre la minoría y la mayoría conciliar. Sin embargo, le resultaba incontestable que su “obra de mediación terminó por limitar o cancelar la libertad del Concilio y, sobre todo, difirió al futuro problemas que más tarde reventarían, provocando consecuencias desastrosas. Montini estaba obsesionado por la búsqueda de una unanimidad moral sobre todos los textos conciliares: noble propósito, que sólo habría adormecido, más no cancelado, tensiones punzantes”. Es cierto que este severo juicio no le impidió reconocer también algunos puntos positivos en su pontificado tales como su inequívoco compromiso en favor de la paz y la justicia en el mundo o la renuncia a la tiara papal, símbolo arrogante del poder temporal (también político) del papado; aunque semejante renuncia no supusiera el abandono de un modelo de gobierno absolutista, heredado de la historia.

Sin negar los hechos reseñados por G. Franzoni, no comparto su valoración del pontificado de Pablo VI porque entiendo que lo poco que se ha podido experimentar de lo mucho y bueno que hay en el Vaticano II -al menos, hasta Francisco- se lo debemos a él. Éste es un importante punto que G. Franzoni no tuvo debidamente en cuenta ni, por ello, lo resaltó como era debido. Muy probablemente porque los testigos directos de determinados acontecimientos -en este caso, de relevancia mundial- tienen dificultades para marcar distancias y valorar una gestión con perspectiva histórica. Tal fue la situación (o, si se quiere, el contexto vital), así lo entiendo, de la inestimable aportación de G. Franzoni.

A diferencia de él, creo que el pontificado de Pablo VI estuvo presidido por tres grandes objetivos que el mismo papa Montini explicitó en sendos documentos de indudable calado y que siguen marcando (para bien) nuestro actual momento eclesial: la renovación de la Iglesia (“Ecclesiam suam”, 1964); la promoción de la justicia (“Populorum progressio“, 1967) y la evangelización del mundo (“Evangelii nuntiandi”, 1975).

Y, en consonancia con tales objetivos, tomó relevantes decisiones en diferentes campos. Retengo algunas de las referidas a la renovación de la Iglesia, a pesar de la psicología hamletiana que, al decir de sus críticos, le caracterizaba: la reforma litúrgica que va propiciando desde el año 1963 hasta 1969; la institución del Sínodo de los Obispos (1965); el reconocimiento de la plenitud de poderes episcopales (1966); el Directorio Pastoral para los Obispos (1973), probablemente el texto más logrado de su pontificado desde el punto de vista jurídico y pastoral; una reforma -cierto que muy limitada- de la curia Vaticana (1967); la creación de la Comisión Teológica Internacional (1969); la renovación de la vida religiosa (1966) y, sin ánimo de ser exhaustivo, el gran impulso que experimenta el ecumenismo en su pontificado. Estas decisiones de indudable calado van acompañadas de la creación de instituciones tales como el Consejo del Presbiterio, el Consejo Pastoral y los vicarios episcopales. Además, limita la edad en el ejercicio ministerial a los 75 años y, sobre todo, pone en marcha las Conferencias Episcopales, dotándolas de un estatuto.

Es cierto que el papel de las Conferencias Episcopales resulta todavía muy modesto, pero nadie cuestiona que presenta un considerable interés ya que favorece el desarrollo de una conciencia de iglesia regional -abierta a desempeñar el día de mañana un papel semejante al desarrollado por los patriarcados- y permite expresar con mayor eficacia la comunión eclesial en el seno de la catolicidad. Su limitada capacidad para incidir en el gobierno de la Iglesia va a ser objeto de muchos recelos y tensiones, sobre todo, a partir de las reacciones que provoca la publicación de la encíclica “Humanae Vitae” sobre el control de la natalidad (1968).

Merecen un tratamiento menos elogioso sus reservas -como ya se ha expuesto antes de ahora- al control artificial de la natalidad, así como su negativa a que las mujeres pudieran acceder al presbiterado; un cierre provisional, a la espera de estudios mejor fundados; por tanto, no “definitivo”, como así sucederá con Juan Pablo II.

Es cierto que Pablo VI llegó a sostener en alguna ocasión que el humo de Satanás se había infiltrado en la Iglesia. Sin embargo, también lo es que se trató de una referencia más ocasional, y casi anecdótica, en los últimos (y tristes) años de su pontificado. Lo cierto es que puso en marcha -insisto, tímidamente- el concilio Vaticano II. Y eso fue un enorme trabajo, no siempre valorado en la importancia que tiene. El papa Montini dejó entreabiertas -al menos, institucionalmente- las puertas que había abierto de par en par Juan XXIII. Al proceder de esta manera, permitió que un cierto aire fresco y primaveral entrara en la Iglesia propiciando -por supuesto, que con dudas y reticencias- otra forma de comunidad cristiana y de gobierno eclesial.

No es una mera anécdota que siga siendo todavía en nuestros días, sobre todo, para los sectores más involucionistas, el principal responsable de una supuesta disolución de la Iglesia en el postconcilio y, por tanto, un pontificado que superar y olvidar cuanto antes. En general, las suyas fueron reformas que, a pesar de la moderación desplegada, reconducirá Juan Pablo II con la ayuda del Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, J. Ratzinger, posteriormente Benedicto XVI.

En esto radica mi mayor distancia con la valoración de G. Franzoni: donde él vio al primer muñidor de la involución eclesial yo percibo a un papa tímidamente reformador, a la vez que angustiado por una posible ruptura de la comunión. Entiendo que es este temor -juntamente con su horror a propiciar una reforma excesivamente rupturista con los pontificados anteriores al de Juan XXIII- lo que le hizo ser excesivamente complaciente con la minoría conciliar. Pero también creo que semejantes cautelas no le impidieron poner en marcha muchas iniciativas reformadoras que hoy nos parecen, en su fragilidad, admirables; sin dejar de ser, por ello, tímidas y, a veces, hasta timoratas. Ni le bloquearon en su relación con el mundo, una relación impregnada -así lo entiendo- de “empatía crítica” y, por ello, muchas veces nada complaciente, no sólo en lo relativo a la sexualidad, sino también, y de manera particular, en todo lo referente a la promoción de la justicia y la paz.

En este verano de 2018 en el que conmemoramos el cuarenta aniversario de su fallecimiento, creo que tenemos la responsabilidad de recordar que es posible otra Iglesia. Y es posible, no porque se fundamente en las fantasías de algunos teólogos, sino porque ya lo fue, aunque tímidamente, durante la celebración del Vaticano II y en una buena parte del pontificado de Pablo VI.

Fuente Religión Digital

General, Iglesia Católica ,

El Credo de Pablo VI

Sábado, 21 de julio de 2018
Comentarios desactivados en El Credo de Pablo VI

credopablovi-320x19550 años del texto, atribuido a Jacques Maritain

El filósofo estuvo a punto de ser condenado por el Santo Oficio

“Símbolo del Concilio Vaticano II… en el nombre de la Santa Trinidad, para llevar el Evangelio y abrir en la Iglesia el necesario aggiornamento y el aire fresco de la Buena Nueva a toda la humanidad”

(Josep Miquel Bausset).-  Hoy 30 de junio se cumplen 50 años de la proclamación del “Credo del papa Pablo VI“, redactado en gran parte (a partir, evidentemente, del texto de Nicea), por el filósofo francés Jacques Maritain.

Del 22 de febrero de 1967 al 30 de junio de 1968, la Iglesia, por expreso deseo del papa Montini, celebró el Año de la Fe, para así recordar a los santos Pedro y Pablo, con motivo del XIX centenario del martirio de estos apóstoles. Aquel Año Santo concluyó el 30 de junio de 1968, hoy hace 50 años, con la proclamación del “Credo del Pueblo de Dios, que desarrollaba el texto del Concilio de Nicea, con una seria de complementos.

El 12 de enero de 1967, el cardenal y teólogo suizo Charles Journet escribió una carta a Maritain para comunicarle que pronto se reuniría con el papa Pablo VI. El filósofo francés respondió al cardenal, que tenía una idea que quería proponerle: “Que el papa redactara una profesión de fe completa y detallada, en la cual se explicitara todo lo que contiene el Símbolo de Nicea. Esta sería en la historia de la Iglesia, la profesión de fe de Pablo VI”.

El cardenal Journet, sin que lo supiese Maritain, enseñó al papa una fotocopia de la carta que le había escrito el filósofo Maritain proponiéndole esta idea de la redacción del Credo.

pablo-vi-y-jacques-maritainPablo VI, con Jacques Maritain

El 14 de diciembre del mismo año 1967, Pablo VI recibió de nuevo al cardenal Journet, que le presentó otra vez la idea de Maritain sobre la redacción de un Credo. El papa Montini le comentó al cardenal, que al final del Concilio Vaticano II ya le habían aconsejado promulgar un nuevo Símbolo de la Fe, y que el papa había pedido al teólogo francés Yves Congar que preparase un texto, que finalmente quedó archivado.

Fue entonces cuando Montini dijo al cardenal Journet: “Prepárenme ustedes un esquema de lo que piensen que haya de ser hecho”. Journet pasó a Maritain este encargo del papa y el filósofo, al inicio de 1968, en París, redactó un texto que pasó al cardenal y éste, de nuevo, al papa.

De hecho, el texto de Mariatin quería ser solamente un esbozo para ayudar al cardenal Journet a redactar un escrito completo. Pero el cardenal envió al papa el Credo de Maritain, sin ninguna más añadidura. Hace falta recordar que durante los años cincuenta, el filósofo Maritain estuvo a punto de ser condenado por el Santo Oficio debido a su pensamiento filosófico, sospechoso de “naturalismo integral”. Si la condena no prosperó, fue en buena parte, por la defensa que Montini (en aquel momento Sustituto de la Secretaría de Estado) hizo va de Maritain.

Así las cosas, el 6 de abril llegó a Roma una carta del teólogo Benoit Duroux, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, elogiando el texto del Credo de Maritain. De esta manera, el 30 de junio de 1968, hoy hace 50 años, el papa Pablo VI pronunció solemnemente en la plaza de San Pedro el Credo del Pueblo de Dios, basado fundamentalmente en el texto que había escrito Maritain, con unas pocas variaciones.

pablo-viEl Credo de Pablo VI, que proclama la fe en la Santa Trinidad y desarrolla el Símbolo de Nicea, comienza proclamando la fe en un único Dios, “Creador de las cosas visibles y de las cosas invisibles y también Creador, en cada hombre, del alma espiritual e inmortal”. Este Dios, que “es amor”, engendró el Hijo, “por el cual han estado hechas todas las cosas”, y que “habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad”. Es Jesús quien “anunció y fundó el Reino de Dios” y quien “nos dio su mandamiento nuevo”, enseñándonos “el camino de las bienaventuranzas evangélicas”. Jesús, como “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, murió por nosotros y resucitó por su propio poder al tercer día”. El Credo de Pablo VI también proclama la Virgen Madre de Dios como la “nueva Eva” y por lo tanto, “Madre de la Iglesia”.

El Credo, además, afirma que el Espíritu Santo “ilumina, vivifica, protege y rige la Iglesia”. Este texto, que confiesa “un solo bautismo instituido por Jesucristo para el perdón de los pecados”, proclama la fe en “la Iglesia edificada por Jesucristo sobre la piedra que es Pedro”. Una Iglesia que es “el cuerpo místico de Cristo, Pueblo de Dios que peregrina aquí en la tierra”. El Credo de Pablo VI, que afirma que también “fuera de la estructura de la Iglesia se encuentran muchos elementos de santificación y de verdad”, destaca que “la misa es realmente el sacrificio del Calvario”.

El Credo de Pablo VI nos recuerda el comentario al Credo que hizo mossèn Josep Mª Rovira Belloso, fallecido el pasado día 16, donde este teólogo proclamaba su fe como una actitud que “da lugar a la esperanza plena de vida eterna y a la caridad eficaz y universal“. También este Credo de Pablo VI nos recuerda el “Credo que ha dado sentido a mi vida”, del P. Josep Mª Díez Alegría.

Este texto, del cual hoy conmemoramos los 50 años de su solemne proclamación, fue como el símbolo del Concilio Vaticano II, reunido de 1962 a 1965 en el nombre de la Santa Trinidad, para llevar el Evangelio a todo el mundo y para abrir en la Iglesia el necesario aggiornamento que llevara el aire fresco de la Buena Nueva a toda la humanidad.

Fuente Religión Digital

Cristianismo (Iglesias), Iglesia Católica , , , , , , , ,

Nostalgias católicas actuales.

Martes, 3 de julio de 2018
Comentarios desactivados en Nostalgias católicas actuales.

el-sindrome-de-las-iglesias-vacias_560x280(Gregorio Delgado del Río).- Desde hace siglos -otra cosa es que algunos no han querido enterarse-, era un hecho constatado la manifiesta decadencia y retroceso progresivo del papel que desempeñaban de hecho los sistemas religiosos, las Iglesias oficiales y, en definitiva, la religión.

Las diferentes Iglesias y tendencias cristianas que tan intensamente habían intervenido en la visión occidental de la identidad humana y de su función en el mundo, fueron, de modo gradual, “perdiendo el control sobre la sensibilidad y la existencia cotidiana” (Steiner). En el fondo, “el núcleo religioso del individuo y la comunidad degeneró en convención social (…). Para la gran mayoría de hombres y mujeres pensantes -incluso allí donde la asistencia a la Iglesia continuaba-, las fuentes vitales de la teología, de una convicción doctrinal sistemática y transcendental, se habían agotado” (Ibidem).

Al menos esto era así en una visión generalizada de la sociedad occidental. En esa dirección, marcharon durante mucho tiempo las preocupaciones e inquietudes humanas. Con diferente intensidad -es cierto- en lugares distintos, pero indudable. Se produciría una gran vacío como consecuencia de la erosión de la teología, que pretendió sustituirse con nuevas energías y visiones de la realidad.

En ese marco general de cierta descomposición de la doctrina cristiana, surgió lo inevitable: la reforma luterana. El Primado romano no supo aceptar la verdad de muchos de los certeros ataques de que fue objeto y reaccionó con una enemistad (anatema excluyente) sin parangón. Toda la Iglesia entró en shock ultradefensivo y estéril. Se consolidó la división religiosa. Se bloqueó todo intento de reforma sensata y se inutilizó para una presencia efectiva en el mundo moderno y, por tanto, en los grandes cambios y transformaciones, que iban a producirse hasta nuestros días.

Es más, también se ha de reconocer que el intento de llenar el vacío existente mediante nuevas energías sustitutorias (‘mitologías‘) fracasó igualmente y no han sido otra cosa que ilusiones. Así lo ha interpretado Steiner: “La promesa marxista ha fracasado cruelmente. El programa de liberación freudiana se ha cumplido sólo muy parcialmente. El pronóstico de Lévi-Strauss es de irónico castigo”. Tales mitologías religiosas se han mostrado y llegado a nosotros -utilizando el veredicto de Steiner para el marxismo- como “una de esas grandes iglesias vacías”. Sin embargo, el problema de fondo subsistió: el hambre de lo absoluto del ser humano.

recuerdos-de-juan-xxiiiHubo, sin embargo, una muy limitada oportunidad con Juan XXIII y el Concilio Vaticano II. Pero, se malogró. Siguieron muy activas ciertas fuerzas internas, empeñadas en neutralizar sus efectos reformadores (airear las estancias) a fin de ‘relativizar’ y ‘aguar’ el impulso conciliar. A fuer de objetivo, he de reconocer que tuvieron pleno éxito. La política restauracionista de los últimos papas legó al Cardenal bonaerense una Iglesia muy gravemente enferma. Precisamente, en base a este diagnóstico, se explica el encargo que se le hizo: aplicarle una ‘terapia causal’, como había recetado Hans Küng. Esto es, ir a las verdaderas causas de la enfermedad, combatir los procesos patógenos y, en caso necesario, extirpar ciertos abscesos. Había que cambiar el rumbo. No se podía seguir en la misma dinámica.

Diagnosis de ciertos rumbos

Ahora bien, no conviene engañarse. La realidad es muy tozuda. Ciertas cosas ya no volverán. La descristianización de la sociedad es realidad palpable en todo Occidente. Las Iglesias están vacías. Los católicos no rigen su vida temporal de acuerdo con su fe y apenas están presentes en las decisiones sociales y políticas.

Tal descristianización también se aprecia en otros países en la medida en que acceden a un cierto desarrollo económico. Estamos ya en un contexto post secular en el que prima el pluralismo en todos los ámbitos y una civilizada laicidad. No hay que darle vueltas ni hacerse la ilusión de ‘volver atrás’. Los tiempos pasados que tanto añoran algunos no volverán. Tales “nostalgias” son, como ha subrayado el cardenal Angelo Scola, meros “sueños abstractos”.

¡Sabía reflexión! Ya no tienen sentido muchos anhelos y aspiraciones de tantos fundamentalismos e integrismos. Son pasado. ¿Por qué no se acepta esta realidad con todas las consecuencias que conlleva?

Tampoco la Iglesia, en mi opinión, podrá imponer a la sociedad su visión sobre el hombre, el mundo y las relaciones humanas. En todo caso, no en el modo en que parece percibirse cuando uno escucha voces y propuestas de cierta Jerarquía y/o de creadores de opinión pública, supuestamente en sintonía con Francisco. El estado actual democrático y de derecho -no se debe de olvidar- es muy plural y, por tanto, es laico. En esta línea, se puede aspirar (difícil empeño) a concertar con el poder político una cierta recomposición y redimensión de las actuales relaciones mutuas. Esto es, se puede buscar el activar (dentro del marco legal) un mayor compromiso político del católico, una efectiva cooperación en orden a proponer (oferta) junto con otras fuerzas concurrentes ideas y acciones concretas al servicio de la dignidad del hombre, Pero -no nos equivoquemos- el Estado no es teocrático: no se rige por el Evangelio. Con el noble afán de influir en la sociedad del momento, tan descristianizada, se corre el riesgo de hacerlo -en nombre de Francisco- en los mismos términos que ciertos integrismos.

homosexuales-en-la-iglesiaEn la vigente situación de postsecularismo, en efecto, me parece que la respuesta de la Iglesia (al anhelo de absoluto del hombre) debería orientarse prioritariamente a “dar testimonio” del mensaje cristiano (Cardenal Scola)., esto es, a sembrar. Francisco ha insistido proféticamente en ello desde el primer momento de su pontificado. El Cardenal Tobin lo ha expresado de modo inequívoco: “El reto más grande al que la Iglesia se enfrenta hoy es el abismo entre la fe y la vida”. También en la misma dirección se puede aludir al reciente libro (Sólo el Evangelio es revolucionario) del Cardenal Maradiaga y a las reflexiones (RD) de José Antonio Pagola: su tarea es sembrar, no cosechar o “Tarde o temprano, los cristianos sentiremos la necesidad de volver a lo esencial. Descubriremos que solo la fuerza de Jesús puede regenerar la fe en la sociedad descristianizada de nuestros días”.

Entiendo que abrazar este último rumbo (el del testimonio) es complicado. Obliga a mucho en el modo de vivir la vida. Es más fácil decir a los demás (sermonear) qué han de hacer o qué se ha de reformar. Se suelta y punto. Lo difícil es cambiar la vida personal (conversión) en coherencia con la fe que decimos profesar. Esta es la verdadera reforma pendiente.

Sólo cuando los cristianos seamos capaces de volver a lo esencial (testimonio de vida), seremos creíbles y fiables (respetados) en el mundo. A partir de aquí, gozaremos de autoridad para concurrir en la sociedad con nuestra visión del hombre, del mundo y de las relaciones humanas en todos sus ámbitos. Eso sí, siempre en forma de propuesta y oferta.

Fuente Religión Digital

Espiritualidad, Iglesia Católica , , , , ,

“Los miedos de la Iglesia”, por José Arregi

Lunes, 7 de mayo de 2018
Comentarios desactivados en “Los miedos de la Iglesia”, por José Arregi

40605431345_7694456216_oLeído en su blog:

Tendría que venir Jesús el viviente resucitado, figura de todos los vivientes que resucitan sin cesar, y volver a decirnos aquello que tan insistentemente repite en los evangelios: ¡No tengáis miedo! No temáis por lo que podáis comer o beber o vestir. Ni a los que os puedan matar. Mirad a los pájaros del cielo y a los lirios del campo. No busquéis en la tumba, no os aferréis al pasado, no temáis el futuro. Id a Galilea, a la vida cotidiana, a sembrar, a crear, a vivir. Sed libres del ego y de todas las doctrinas”.

El miedo es un mecanismo biológico fundamental de defensa de la vida. Está presente en el cerebro reptil que aún llevamos los humanos en la base de los otros dos cerebros: el mamífero y el humano. El miedo nos alerta de los muchos peligros que amenazan la vida. Sin el miedo, seríamos ciegos e imprudentes, incluso crueles. Sin el miedo, habríamos muerto hace mucho tiempo, aunque la muerte a su vez es transformación y tampoco sin ella puede sobrevivir la vida. Si queremos vivir y que la Vida perdure en todas sus formas, es, pues, necesario aprender a morir. Sí, pero también es necesario aprender a temer. Como aquel muchacho del cuento de los Hermanos Grimm que no conocía el miedo y salió al mundo para experimentarlo.

Aprender a temer significa entre otras cosas liberarnos del miedo, máxime de aquellos miedos, las fobias, que amenazan más que preservan la vida. Los estragos del miedo en nuestra vida, en nuestra sociedad, en nuestro mundo, son terribles. El miedo explica casi todos los desastres: complejos y angustias, celos y envidias, codicia, corrupción y mentira, el terrorismo y el antiterrorismo, y la guerra más terrorista y asesina de todas que es la economía de la especulación y el mercado.

También las Iglesias cristianas, la Iglesia católica en particular, se muestran presas del miedo. Así fue durante siglos desde muy pronto, desde que la Iglesia se hizo poderosa, aliada con unos poderes y enfrentada a otros. A la llegada del mundo moderno con la razón y la ciencia, la reivindicación de la libertad y de la liberación de todos los oprimidos, su miedo se volvió pánico. Mientras más temía más se atrincheraba, y mientras más se atrincheraba más débil se volvía.

En eso llegó Juan XXIII y dijo: Abramos las ventanas. Que sople el Espíritu. Que callen los profetas de calamidades. Es hora de usar la medicina de la misericordia y no de la severidad”. Fue una bocanada de aire fresco.

Una bocanada breve y pasajera, pues muy pronto se volvieron a cerrar las ventanas y se frustraron los sueños del Vaticano II (1962-1965). Pablo VI (1963-1978) fue un hombre de grandes horizontes, pero lleno de miedos, tanto durante como después del Concilio. Y luego vino Juan Pablo II, el papa polaco dispuesto a reponer las cosas en su sitio. “No tengáis miedo” fueron sus primeras palabras desde la ventana del Vaticano en la plaza de San Pedro, y esa fue la consigna más repetida de su pontificado. Sin embargo, a lo largo de sus 27 años de mandato, en su severidad y contundencia se traslucía miedo. Sus muchas condenas revelaban mucho miedo.

Hoy todavía prevalecen los miedos: el miedo al cambio, el miedo a renunciar a la posesión de la verdad y al control de la moral, el miedo a la duda, el miedo a la herejía (siendo así que la herejía más peligrosa es el miedo), el miedo a perder el poder e incluso los dineros, el miedo a la laicidad, el miedo a la diversidad, el miedo al pluralismo tachado de relativismo, el miedo a la libertad, el miedo tan masculino a la mujer, el miedo a la perspectiva de género, el miedo a la homosexualidad y a toda identidad y orientación sexual que no sea la consagrada por la convención en nombre de la religión, el miedo al ser humano en su devenir tan abierto, el miedo al Espíritu libre, el miedo a lo nuevo, el miedo a la muerte, en una palabra, el miedo a la vida.

¿Podrá el papa Francisco abrir un nuevo tiempo a la Iglesia, si no afronta todos esos miedos con mayor decisión, si no promueve reformas mucho más radicales en el Derecho Canónico, en el modelo clerical y patriarcal de Iglesia, en tantas doctrinas teológicas incomprensibles para los hombres y mujeres de hoy?

La Iglesia se encuentra tal vez en la mayor encrucijada de su historia bimilenaria: o se libera de sus miedos o perecerá en ellos.

Espiritualidad , , , , , ,

Javier Elzo: Los textos de la Iglesia son ininteligibles para la inmensa mayoría de creyentes. “

Lunes, 30 de abril de 2018
Comentarios desactivados en Javier Elzo: Los textos de la Iglesia son ininteligibles para la inmensa mayoría de creyentes. “

iglesiavacia-blog_imagen“¿Un Credo del siglo IV? ¿Salmos de hace treinta y más siglos?”

La gente sencilla, sin estudios, no se reconoce en la Iglesia post-conciliar”

¿Hora de cambiar el lenguaje de la Iglesia?

Guillaume Cuchet es profesor de historia contemporánea en la universidad de Paris-Est-Creteil. Este libro (“Comment notre monde a cessé d’être chrétien. Anatomie d’un effondrement“. Ed du Seuil, Paris, febrero de 2018) impacta por la erudición que muestra el autor, con conocimiento de casi todos, si no todos, los estudios socio-religiosos de Francia hasta el Concilio Vaticano II. Así como por los medios de los que dispuso para redactar su libro. Pura envidia, lo admito.

El libro se centra en Francia, pero muchas de sus realidades son aplicables entre nosotros.

Datos para Francia

Si hacia 1965 el 94 % de la población francesa estaba bautizada y el 25 % iban a misa todos los domingos, en la actualidad solamente el 2% va a misa (y la mayoría de edad avanzada) y no pasa del 30 % los menores de 7 años que están bautizados.

Una iglesia conservadora, de gente mayor, y de derechas. Los católicos de izquierda (“les cathos de gauche”, de hace dos o tres décadas) han desaparecido en la iglesia, o son una minoría muy minoritaria en medios urbanos e intelectuales, con casi nula capacidad de influencia social. Están ahora, secularizados, en las ONGs progresistas o en partidos claramente de izquierdas o verdes.

Su tesis de fondo: Más allá de mayo del 68 (fuera de la iglesia) y de Humanae Vitae (dentro de la Iglesia, el mismo año 1968, el 25 de julio), el Concilio Vaticano II, desencadena (más que impulsa o genera) el desplome del cristianismo en Francia. El año 1965 sería el año de inflexión.

Pero el tema viene de lejos. Desde la revolución francesa, dice Cuchet. Desde la Ilustración, digo yo. En mi opinión el tema de fondo es el derrumbe, no tanto del cristianismo, sino del Estado de cristiandad.

Chuchet apunta varias causas, razones o motivos de este derrumbe que yo completo con ideas propias.

En las páginas que siguen, en su mayor parte sigo el trabajo de Cuchet pero me permito, aquí y allá, insertar mis propias ideas o comentarios al texto y reflexiones de Cuchet. Distingo, por mi cuenta, argumentos extra-eclesiales e intra-eclesiales. A veces telegráficamente, a veces con cierta extensión, pero siempre breve. Habrá algunas, pocas, pero centrales, ideas repetidas.

1. Algunos factores socio culturales, más allá de la evolución interna de la Iglesia Católica

Las consecuencias de la Revolución Francesa. Marca la cartografía socio religiosa francesa todavía hoy en día.

La lectura de la ciencia como respuesta valida a determinadas prácticas religiosas (las rogativas) con efecto de arrastre a otras cuestiones.

Una sociedad que está terminando de salir del estado de cristiandad. Una sociedad que se dice secular (pero secular, añado yo, de lo religioso cristiano, pues aceptando otras sacralidades: políticas, deportivas, vestimentarias, alimenticias…).

En Francia al menos, (y creo que en España también) antes del Vaticano II se vivió el boom demográfico lo que hizo que, en los años del Concilio y hasta una década después en España, hubiera más niños y menores que hacía difícil percibir la caída de la práctica religiosa.

La transmisión en general, luego también la familiar en particular ha cambiado: se aplaude la moral autónoma sobre la heterónoma, incluso familiar (en el terreno religioso particularmente).

Transformaciones en las uniones familiares: del matrimonio canónico a las parejas de hecho.

Las relaciones sexuales más allá de la reproducción. Reivindicación del eros, por sí mismo.

Es capital tener en cuenta las diferencias socioculturales en general y socio-religiosas en particular a la hora de abordar la evolución de la religiosidad de la gente. Euskadi no es Andalucía, ni Oyarzun Irún.

Más allá de la infravaloración de la práctica religiosa por parte de determinadas corrientes en alza en la Iglesia católica dominante en los años del Concilio, también cambió la significación social y sociológica de la práctica religiosa. Básicamente, es mi hipótesis de fondo, porque se está dejando atrás el estado de cristiandad y se avanza, resueltamente hacia la era secular que diría Charles Taylor.

En ámbitos sociológicos, en muchos lugares de España y Francia, se hable del catolicismo sociológico, un catolicismo de herencia histórica, correspondiente a un momento en el que se era “naturalmente” católico.

En la sociología francesa, pensando en Europa Occidental en general y en Francia más en particular, suelen distinguir tres momentos en los cambios socioculturales después de la segunda guerra mundial (no quiero repentizar aquí, ahora, algo similar para España o Euskadi):

– 1945-1949, la reconstrucción en la inmediata postguerra

– 1950- 1960, modernización de los países

– De 1960 en adelante el gran cambio cultural con un punto álgido, en Francia, en mayo de 1968

2. Algunos factores socio culturales que contribuyeron, directamente, a la mutación socio-religiosa

El final de las reservas de la ruralidad religiosa por el éxodo hacia las ciudades. La religión católica, a diferencia de la protestante, es una religión de masas, comunitaria.

La caída de la natalidad, también, entre los católicos practicantes. En este aspecto me parece esencial recordar el papel clave, fundamental a mi juicio, que supuso la generalización de la píldora anticonceptiva que hacía, por primera vez en la historia de la humanidad, a la mujer dueña de la procreación. Que coincidiera, en el tiempo, con Humanae Vitae fue devastador para la Iglesia Católica.

Los efectos de la inmigración, aunque no suficientemente estudiados, han tenido consecuencias para los inmigrantes (a menudo con convicciones diferentes en la segunda generación y tercera generación de inmigrantes respecto de la primera) y en los países de acogida que, en principio, los recibían con recelo, pero no podían no preguntarse por el ardor religioso de algunos de los inmigrantes. El pluralismo religioso era más que una teoría: una realidad cotidiana, como insiste Peter Berger.

Estadísticamente se da una concomitancia entre el auge de la televisión en las familias y el desmoronamiento de la practica social de la religión. Algo similar cabe decir también del aumento del parque automovilístico y los desplazamientos de fin de semana y el desplome de la práctica religiosa. Pero de ahí no cabe concluir en una relación de causalidad pura. Veamos.

En el caso de la televisión, en Francia, ya desde los años 60, en un canal mayoritario (A2), las mañanas de los domingos estaban reservadas a las confesiones religiosas: judaísmo, iglesias de la reforma y la Iglesia católica con una misa mayor a las 11.00 que se podía presentar como “la primera parroquia de Francia” que logró “recuperar a una parte del público practicante desestabilizado por las transformaciones post-conciliares” a decir de Cuchet (p. 157), aunque no tengo el recuerdo de que esas celebraciones televisadas fueran pre-conciliares, en absoluto. Pero si es cierto que la misa era seguida, casi exclusivamente, por personas enfermas o de edad avanzada. Ya se había producido el desenganche de los más jóvenes.

La idea del derrumbe de la práctica dominical, en razón del auge del parque automovilístico y de los desplazamientos de fin de semana, fue sostenida durante un tiempo por el inmenso estudioso del fenómeno socio-religioso en Francia, el canónigo Boulard, heredero del pionero en estas lides, Gabriel Le Bras.

La influencia de estos dos estudiosos traspasó los límites de Francia. Recuerdo haberlos estudiado en Lovaina de la mano de Jean Remy, entre otros, que publicó un libro importante junto a Boulard. Pero la tesis de la correlación entre el auge de los desplazamientos de fin de semana con el derrumbe de la práctica religiosa dominical sufre un mentís rotundo al constatar que no son las clases pudientes, las que en mayor proporción pudieron comprarse un coche y utilizarlo para el recreo de los fines de semana, quienes en mayor proporción abandonaron la práctica religiosa dominical. (No continuo aquí en las correlaciones entre clase social y práctica religiosa, que me llevaría demasiado espacio. Baste decir que estas correlaciones varían en razón del lugar considerado y del transcurso del tiempo).

3. Algunos factores internos a la propia Iglesia (de forma telegráfica)

Una iglesia elitista cuando todavía era rural. Minusvaloración de la religiosidad popular. La gente sencilla, sin estudios, no se reconoce en la iglesia post-conciliar.

Un Iglesia marcadamente clerical y masculina, aun diciendo valorar al laico y a la mujer.

Infravaloración, por parte de la Iglesia, de las prácticas religiosas y de la dimensión cultual de lo religioso, tras el Vaticano II: la misa y la confesión, de entrada: no hace falta ir a misa para ser un buen cristiano, ni pasar por el confesonario. Después, de forma sorpresiva, no pensada ni querida, y sin solución de continuidad, caída del matrimonio religioso y del bautismo. Ahora ya los funerales: el último bastión.

Una teología y unos lenguajes de otros tiempos y contextos. Hoy obsoletos. Un Credo del siglo IV. Salmos de hace treinta y más siglos. Textos ininteligibles para la inmensa mayoría de creyentes.

Dificultad de la generación del Concilio Vaticano II en admitir que, al menos cronológicamente, haya coincidido con la caída espectacular de las prácticas religiosas. Además, admitirlo supondría dar la razón a la rama más conservadora y tradicional de la Iglesia que había quedado en minoría en el Vaticano II.

En algunos sectores y en algunos momentos en la Iglesia se vivía, como una necesidad, de ocultación o, al menos, de no excesiva visibilización de la matriz cristiana de determinadas obras, en cuya fuente u origen estaba la Iglesia. Lo viví el año 1986 en el Congreso Mundial Vasco, en la sección de drogodependencias, cuando un periodista nos preguntó por qué ocultábamos que “Proyecto Hombre” había venido a Gipuzkoa de la mano de la Iglesia, “Proyecto Hombre” donde, en su cuna en Italia, estaba la figura de un sacerdote. La argumentación era doble: la Iglesia no buscaba colgarse medallas, y, sobre todo, en las obras de la iglesia no se hacía acepción de personas. Además, visibilizar la marca iglesia en Proyecto Hombre podría retraer a posibles drogodependientes no creyentes.

Este rasgo de ocultación, de retraimiento se ha manifestado también en la dificultad para muchas personas de manifestar públicamente sus convicciones religiosas o, más simplemente, de ser tenido por católico. Todavía hoy en día, para muchos creyentes, es más fácil decirse cristiano que católico. Por muchas razones o motivos. Su connotación de retrogrado, en gran parte. Por considerar que se trata de algo íntimo y personal que no debe por qué tener visibilidad social, aunque habrá menos dificultad, o ninguna dificultad en decirse nacionalista (según donde), de izquierdas, progresista etc., etc. En otras palabras, ser católico no está en el aire del tiempo.

4. Primer avance de elementos para una hipótesis global

Durante los años del Concilio Vaticano II, los años anteriores y los inmediatos posteriores, en el interior de la Iglesia se impuso un modelo, digamos progresista, sobre otro minoritario, tradicional que se reflejó también en los propios documentos conciliares. La Iglesia estaba en ebullición, con planteamientos enfrentados. En pocos años se produce, en la cúspide de la Iglesia, un cambio radical: una serie de teólogos y pensadores católicos que habían tenido dificultades con el Santo Oficio, de pronto, se vieron reconocidos y aparecieron en Roma, durante el Concilio, como grandes asesores y redactores de algunos de los documentos que después refrendarían los obispos en el Aula Conciliar con sus votaciones.

En gran parte del catolicismo pensante de matriz progresista se vivieron aquellos años con auténtica efervescencia. Se miraba el futuro con esperanza. Se esperaba un renacer de la Iglesia y de su presencia en el mundo. Pero muy pronto, coincidiendo con la conclusión del Concilio, en 1965, se produce de forma brusca un cambio importante, una ruptura sobre lo de siempre que, sin embargo, cuesta ver, pues apunta a cambios imprevistos. Más todavía, a cambios en el sentido contrario a los previsto antes del inicio del Concilio. Algunas notas de esa ruptura serían las siguientes:

La caída en picado de las prácticas religiosas, particularmente de la eucaristía y de la confesión individual (aun me veo yendo de la escuela a la iglesia, todos a una, a confesarnos los primeros jueves de mes, de preferencia con D. Pedro, de avanzada edad, algo sordo, breve en sus prédicas y benévolo con la penitencia).

Cambios en la piedad: las novenas, las adoraciones al santísimo, los primeros viernes de mes (no puedo olvidar la iglesia llena de jóvenes en la misa de las 8.30 de la mañana en mi parroquia de Beasain), las imágenes de santos circulando de casa en casa, el rezo del rosario en familia y un largo etcétera, desaparecieron de la noche a la mañana quedando como residuos de tiempos pasados en algunos centros, como excepciones de otro modo de ver la piedad.

Cambios en las creencias religiosas empezando por la idea misma de Dios. Pasar del Jaungoikoa (El Señor de arriba) que todo lo ve, y todo lo juzga, al Dios de Jesus, amigo de los excluidos, azote de los poderosos, es un salto que no se da sin más ni más. Añádase el trastueque total que se ha vivido con el imaginario del más allá.

La reforma de la liturgia. La desaparición del latín en la misa, celebrada de cara al público, sin boato alguno (desaparecen las campanillas, no se eleva la casulla al sacerdote cuando se arrodilla en la consagración, el incensario prácticamente desaparece, la comunión se hace mayoritariamente en la mano, etc., etc.,) modifican la antropología y la psicología religiosa del creyente. Una cierta aura del más allá, de lo radicalmente otro, se difumina, quedando una celebración más pedestre, más terrenal.

La dimensión mistérica de lo religioso queda suplantada por encuentros dominicales en los que lo racional impera sobre lo emocional. Esto último fue particularmente llamativo en la suplantación de cánticos populares, ciertamente de teología del siglo XIX, con modernas composiciones que no llegaban al corazón de los fieles. Cabría también hacer un inciso al intento de misas con guitarras, flautines etc., en un intento de animar a los más jóvenes a participar en las celebraciones dominicales.
Leer más…

Cristianismo (Iglesias), General, Iglesia Católica , , , , , , , , , , ,

Recordatorio

Cristianos Gays es un blog sin fines comerciales ni empresariales. Todos los contenidos tienen la finalidad de compartir, noticias, reflexiones y experiencias respecto a diversos temas que busquen la unión de Espiritualidad y Orientación o identidad sexual. Los administradores no se hacen responsables de las conclusiones extraídas personalmente por los usuarios a partir de los textos incluidos en cada una de las entradas de este blog.

Las imágenes, fotografías y artículos presentadas en este blog son propiedad de sus respectivos autores o titulares de derechos de autor y se reproducen solamente para efectos informativos, ilustrativos y sin fines de lucro. Por supuesto, a petición de los autores, se eliminará el contenido en cuestión inmediatamente o se añadirá un enlace. Este sitio no tiene fines comerciales ni empresariales, es gratuito y no genera ingresos de ningún tipo.

El propietario del blog no garantiza la solidez y la fiabilidad de su contenido. Este blog es un espacio de información y encuentro. La información puede contener errores e imprecisiones.

Los comentarios del blog estarán sujetos a moderación y aparecerán publicados una vez que los responsables del blog los haya aprobado, reservándose el derecho de suprimirlos en caso de incluir contenidos difamatorios, que contengan insultos, que se consideren racistas o discriminatorios, que resulten obscenos u ofensivos, en particular comentarios que puedan vulnerar derechos fundamentales y libertades públicas o que atenten contra el derecho al honor. Asimismo, se suprimirá aquellos comentarios que contengan “spam” o publicidad, así como cualquier comentario que no guarde relación con el tema de la entrada publicada. no se hace responsable de los contenidos, enlaces, comentarios, expresiones y opiniones vertidas por los usuarios del blog y publicados en el mismo, ni garantiza la veracidad de los mismos. El usuario es siempre el responsable de los comentarios publicados.

Cualquier usuario del blog puede ejercitar el derecho a rectificación o eliminación de un comentario hecho por él mismo, para lo cual basta con enviar la solicitud respectiva por correo electrónico al autor de este blog, quien accederá a sus deseos a la brevedad posible.

Este blog no tiene ningún control sobre el contenido de los sitios a los que se proporciona un vínculo. Su dueño no puede ser considerado responsable.