Comentarios desactivados en Cardenal Simoni: “Celebré misas en las alcantarillas, delante de 200 personas. Si alguien me hubiera acusado, me habrían ahorcado”
El “mártir viviente” de Albania recibe el calor del Papa
“La edad se cuenta con los años, pero la salud está en manos del Señor. Se llora cuando alguien muere pero la materia muere, el espíritu es inmortal”
“El homenaje del Santo Padre es una flor para toda la Iglesia”
“Estoy vivo gracias a Dios. Incluso cuando era párroco en las montañas de Albania, muy lejos, cuatro veces corrí el riesgo de caer a mil metros del abismo a causa del hielo. Y me salvé… Todo es providencia divina”
En la misa había musulmanes llorando: amigos, muy buenos amigos, con grandes lágrimas porque el Espíritu Santo los atraía. Un profesor musulmán muy simpático y su mujer agarraban uva de la nevera. Y las exprimíamos para hacer vino”
| Salvatore Cernuzio
(Vatican News).- Mientras habla con los medios de comunicación vaticanos en una sala de la Casa Santa Marta, donde se encuentra como huésped, el teléfono del cardenal Ernest Simoni –el cardenal albanés que sobrevivió a las persecuciones del régimen comunista y hoy es citado por el Papa en la audiencia general como un “mártir viviente“- suena al menos una docena de veces.
“Tengo dos teléfonos móviles: uno para Europa y otro para América. Me llaman de todo el mundo… Casi 120 llamadas al día“. Unas cincuenta son peticiones de exorcismos u oraciones de liberación. Las pronuncia en latín, la misma lengua que utilizaba para celebrar misa clandestinamente desde la celda en la que había sido encerrado por ser un “enemigo” de lo que el entonces presidente Enver Hoxha había declarado el “primer Estado ateo del mundo“.
Cardenal Ernest Simoni el día de su ordenación sacerdotal en Scutari, en la Catedral. Era el 7 de abril de 1956. El arzobispo Ernest Çoba, que sería asesinado por el régimen en 1979, le impuso las manos.
De aquellos días, el cardenal, franciscano conventual, guarda un vivo recuerdo: las misas a las dos de la madrugada o entre rejas con pan cocido en la cocina y vino prensado de racimos de uvas; las liturgias en las alcantarillas y los “amigos” musulmanes que lloraban porque se sentían “atraídos por el Espíritu Santo“. Hoy, a sus 95 años, Simoni “sigue sirviendo a la Iglesia“, como dijo el Papa. Lo hace rezando continuamente, practicando exorcismos, acudiendo a santuarios (este martes 13 de febrero a la misa con la Guardia Suiza, el jueves estará en Arezzo para el homenaje a la “Madonna del Conforto“) en Italia, en Europa, en Estados Unidos. No está cansado y no se atribuye ningún mérito: “Todo es gracia y protección divina“. Le gusta hablar y contar, gesticulando o juntando los dedos nudosos como si rezara. A veces parece hablar con dificultad, sin terminar nunca una frase que no contenga un agradecimiento a Jesús y a la Virgen o una cita literal de la Biblia.
Eminencia, hoy el Papa le ha saludado y dado las gracias delante de todos los fieles en el Aula Pablo VI, llamándole “mártir viviente“. ¿Qué efecto tienen en usted estas palabras?
Con el Santo Padre nos encontramos anoche en la cena, aquí, para saludarnos, y hablamos sobre cuestiones de fe. Hoy, de una forma que yo no creía, este homenaje… Pero ha sido una flor para la Iglesia, el pueblo y Jesús, que es el padre de todos los hombres. Es Él quien me salvó de la muerte de una manera especial. Estoy vivo gracias a Dios. Incluso cuando era párroco en las montañas de Albania, muy lejos, cuatro veces corrí el riesgo de caer a mil metros del abismo a causa del hielo. Y me salvé… Todo es providencia divina, todo es gracia divina.
Saludo del Papa al Cardenal Ernest Simoni, el 14 de febrero de 2024
Usted vivió el horror del encarcelamiento, el aislamiento, la persecución y la tortura. ¿Qué recuerda de aquella época, de aquel largo período?
No quiero alargarme, pero muchas cosas… Dos veces antes de que me detuvieran celebramos misa a las dos de la madrugada, por ejemplo, y las dos veces muchos fieles vieron una estatua de San Antonio llorando. Luego, también gracias al Señor que me guardaba y protegía, pude celebrar la misa clandestinamente en la cárcel, de memoria, en latín. Conozco el latín como la lengua albanesa, teníamos un método al estilo alemán, así que aprendimos las lenguas clásicas. En la misa había musulmanes llorando: amigos, muy buenos amigos, con grandes lágrimas porque el Espíritu Santo los atraía. Un profesor musulmán muy simpático y su mujer agarraban uva de la nevera. Y las exprimíamos para hacer vino.
¿Y el pan?
Teníamos pequeñas cocinas para comer en la cárcel y con el pan que nos daban hacíamos hostias. Celebrábamos dentro de las condiciones posibles… También celebré misas en las alcantarillas, delante de 200 personas. Si alguien me hubiera acusado, me habrían ahorcado. Era la protección divina, en todas sus formas. Ningún mérito mío.
Usted perdonó inmediatamente a sus verdugos. ¿Por qué?
¡Por la fe católica! Porque Jesús con infinito amor amó y ama a todos los hombres y dice que la mayor alegría en el cielo será por un pecador que se convierta y se salve y no por miles de millones de ángeles y santos. “He venido por los pecadores…“. El que tiene un cerebro puro debe poner a Jesús en primer lugar.
El saludo del Papa al Cardenal Simoni tuvo lugar hacia el final de la Audiencia General, cuando el Santo Padre dirigía unas palabras a los peregrinos en lengua italiana.
A las personas que, como usted, sufren persecución hoy -el Papa ha hablado esta mañana de tantos mártires-, ¿qué estímulo le gustaría darles?
Jesús dijo: “Como a mí me persiguieron, también a ustedes los perseguirán“. Pero, cuidado, su sufrimiento se convertirá en alegría. Nadie podrá quitarles la alegría. Está todo aquí, porque somos viajeros, pasajeros….
En cambio, en este momento histórico del mundo herido por las guerras, ¿qué le gustaría decir?
Fraternidad, fraternidad, fraternidad, amor fraternal. Predicar el amor supremo a la humanidad. El Cielo nos espera a todos. Me refiero al amor infinito de Dios y de Jesús por todos los hombres, de toda fe, de todos los pueblos del mundo. Él es el padre de todos, derramó su sangre por todos.
Usted tiene 95 años y sigue sirviendo a la Iglesia, como ha dicho hoy el Papa…
Siempre es gracia de Dios que pueda ir a Italia, a Europa, a América. He estado 25 veces en América, he celebrado muchas misas, 700.000 católicos albaneses viven allí. Llevo 55 años ordenado, nunca pensé que sería cardenal, doy gracias al Señor porque me ha dado la gracia especial de estar cerca de las almas, de reconciliarlas espiritualmente. También agradezco siempre a la Virgen, al Padre Pío y a Juan Pablo II, que me ayuda en los exorcismos: algunos me han dicho que lo han visto… Como dice san Agustín, no pasa un día sin que haya una línea, un dedo, por la vida eterna. ¿Por la salud? La edad se cuenta con los años, pero la salud está en manos del Señor. Se llora cuando alguien muere pero la materia muere, el espíritu es inmortal.
Comentarios desactivados en Gonzalo Haya: “La conciencia de un comunista ateo”.
Frecuentemente he defendido que la conciencia ética es nuestro punto de conexión permanente con Dios. La mística, según Panikkar es “el punto tangencial con la eternidad”, una breve experiencia de la Vida indefinida en su plenitud. La conciencia es algo más modesto; no percibe la Vida eterna en su plenitud, sino el rayo de luz que ésta enfoca sobre las realidades temporales; es la voz de Dios.
Alguna vez he descrito la conciencia como la interfaz que Dios se ha reservado para comunicarse con cada uno de nosotros en sus circunstancias de época y cultura. En otra ocasión la presenté como el ombligo que nos une a Dios nuestra madre. Incluso he imaginado que el mismo Dios es la conciencia universal que se hace presente en cada ser humano.
Las religiones en cambio (incluido el cristianismo) son estructuras humanas, nacidas de una conciencia sensible a esa voz de Dios, para socializar la manifestación de esas conciencias en grupos humanos, en cuanto a comportamientos, expresiones emocionales, y explicaciones intelectuales.
La conciencia por tanto, según todos los moralistas, es el criterio definitivo que tiene el ser humano para tomar sus decisiones, aun por encima de la autoridad de la Iglesia o del Papa, si es necesario (Ver Gaudium et Spes n.º 16). “Mejor equivocarse siguiendo la propia conciencia que acertar contra ella”(Cardenal Newman).
No obstante, como todo lo temporal y humano, la conciencia puede equivocarse, sufrir distorsiones por nuestros egoísmos; por eso la conciencia, antes de adoptar su última palabra, debe ser humilde y contrastar su juicio con sus grandes referentes éticos y espirituales (Jesús, Buda, Confucio, Mahoma…).
Un comunista ateo
¿A qué viene esta larga introducción? Pues porque en la novela “Dime quién soy” he encontrado un pasaje en que se plasma muy vivamente lo que vengo defendiendo sobre la conciencia. La autora es Julia Navarro, periodista y escritora de novelas históricas, aunque ella dice que la historia sólo es el escenario (muy bien documentado) en que se mueven sus personajes.
Krisov es un funcionario soviético, entusiasta convencido del ideal de justicia social de la revolución rusa, y jefe de un grupo de espías diseminados por el mundo, entre los que se encuentra Pierre. Ahora ha cambiado el jefe superior, y el nuevo está eliminando al equipo de su predecesor; Krisov sabe que tiene puesta la vista en él y en su equipo. Por eso va a Buenos Aires a advertir a Pierre.
“- ¿Me está diciendo que ha venido a Buenos Aires a decirme que debo desertar?
– No le estoy diciendo que deserte, le estoy exponiendo cuál es la situación, y ahora es usted quien debe decidir lo que hace. Yo he cumplido con mi obligación.
– No quiera hacerme creer que ha desertado pero que se ha sentido en la obligación de venir a avisarme antes de desaparecer. Eso es pueril – dijo Pierre levantando la voz.
– Tener conciencia es un inconveniente y yo, amigo mío, la tengo, nunca he podido desprenderme de ella. Soy ateo, he borrado de mi mente todas las historias que mis padres me contaban de niño, y las que el pope se empeñaba en que aceptáramos como única verdad. No, no creo en nada, pero me quedó grabada una conciencia en algún lugar de mi cerebro, le aseguro que me hubiera gustado prescindir de ella porque es la peor compañera que puede tener un hombre” (p. 282-283).
Julia Navarro ha descrito muy bien a sus personajes. Son entusiastas de la revolución rusa y sacrifican su vida por este ideal. Sin embargo la arbitraria injusticia de algunos jefes supremos les hace desertar y desaparecer del alcance de la extensa red de espionaje. Han visto la condena a Siberia o la ejecución de algunos compañeros por la mera desconfianza de su jefe.
Krisov sigue fiel al ideal de la revolución, pero huye de la arbitraria crueldad de su nuevo superior. Se reconoce como comunista y ateo, pero es fiel a su conciencia que le exige lealtad con aquellos colaboradores que han colaborado y confiado plenamente en él, y se arriesga a que Pierre “cumpliendo su obligación” denuncie su paso por buenos Aires y facilite su captura y ejecución.
La conciencia es algo superior a él mismo, y le exige que arriesgue su vida para cumplir “la obligación” (el imperativo categórico) de avisar a su colaborador.
Comentarios desactivados en “ ¿Jesús fue comunista?: El Evangelio y la preocupación por los pobres”, por Javier Sánchez
“Y Monseñor Romero, los mártires de la UCA, don Helder Cámara, Pedro Casaldáliga, Rutilio Grande…”
”No podemos entender el evangelio de Jesús y su proyecto de vida por antonomasia, si no es desde la preocupación que tiene, el Hijo de Dios, por los pobres, los sufridos, los desgraciados, los que en definitiva no contaban en su sociedad y siguen sin contar en la nuestra”
“El poder es el que da muerte a Jesús de Nazaret, justamente porque no aguanta que alguien, desde abajo, desde la llamada “exousía”, o la autoridad moral que tiene, les pueda arrebatar lo que para ellos es el sentido de su vida: el poder como opresión”
“Hace unos días, la vicepresidenta del gobierno español, Yolanda Díaz, fue recibida por el papa Francisco, y desde la derecha reaccionaria y poderosa, se tachó esa visita de ‘cumbre comunista'”
“Si ellos son comunistas, ojalá yo también lo sea, si ellos viven el evangelio desde ahí, ojala también yo sea capaz de vivirlo así. Y toda la comunidad de cristianos y cristianas”
| Javier Sánchez, capellán de la cárcel de Navalcarnero
Cuando pensamos en el Evangelio y en lo que supone la persona de Jesús, quizás, desde algunos sectores, siempre parece que nos viene a la cabeza la figura de alguien muy “angelical”, en el sentido de una persona “que no se metía en problemas de ningún tipo”, y que su objetivo era “dedicarse a las cosas de su Padre”, entendiendo precisamente por esas cosas, “las del cielo”, es decir lo que está apartado del mundo y de la vida de cada día. Pero entender así a Jesús, el Evangelio y el proyecto que El llamó “Reino de Dios”, y que le llegó a costar la vida, es no entender nada, a mi juicio, de quién es realidad Jesús de Nazaret, y cual es realmente su proyecto de felicidad para todos los hombres y mujeres del mundo.
El proyecto de Jesús, el llamado Reino de Dios, solo puede entenderse desde el texto que El mismo proclama en lo alto del monte, según el Evangelio de San Mateo (lugar típico de encuentro con Dios en el mundo judío), y en un llano, según el Evangelio de San Lucas ( entendiendo por llano el lugar donde está la persona, el ser humano, y donde en ese lugar se encuentran Dios y el hombre). Pero lo que está claro es, que en cualquiera de las dos versiones, no podemos entender el evangelio de Jesús y su proyecto de vida por antonomasia, si no es desde la preocupación que tiene, el Hijo de Dios, por los pobres, los sufridos, los desgraciados, los que en definitiva no contaban en su sociedad y siguen sin contar en la nuestra.
Los pobres y los marginados, los que nadie quiere, son los preferidos del Jesús del Evangelio, y son por ellos por los que Jesús da la vida. Por ellos es vilmente asesinado y por eso son precisamente los pobres, los que entienden el mensaje de Jesús. Y frente a ellos, los ricos, los poderosos, los que se creen los buenos y cumplidores de la fe judía, son los que no solo no lo entienden, sino que son los que precisamente lo asesinan.
El poder es el que da muerte a Jesús de Nazaret, justamente porque no aguanta que alguien, desde abajo, desde la llamada “exousía”, o la autoridad moral que tiene, les pueda arrebatar lo que para ellos es el sentido de su vida: el poder como opresión, incluso desde su mismo “sillón religioso”. Ese poder encarnado en los que detentan la fuerza a nivel civil y religioso en la sociedad judía de su tiempo: sumos sacerdotes, fariseos, escribas….Y es curioso, que ese mismo poder es el que sigue matando a millones y millones de seres humanos en todo el mundo.
Ese poder sigue haciendo que cada día la brecha entre pobres y ricos, sea cada vez mayor. Y por eso igual que a Jesús, a los que se ponen de su parte también se les martiriza y se les llega a asesinar. El poder de cualquier tipo e institución, no entiende “de lavar los pies”, sino solo entiende “de comer del fruto prohibido”, para llegar a ser como Dios, porque desde ese poder llegan a considerarse auténticos dioses, que atentan como Caín, contra aquel que quiere solo insinuar que todos somos iguales, que todos nos merecemos lo mismo, que todos somos Hijos e Hijas de Dios y que “no hay distinción entre judíos, y gentiles, esclavos y libres” ,en el lenguaje paulino de Gálatas (Gal 3, 28).
Dichosos los pobres, y Ay de vosotros los ricos, llegará a decir el Evangelio, dichosos los que lloran y son perseguidos por causa de la justicia, y ay de aquellos satisfechos que tenemos de todo. Y esas palabras le causaron a Jesús de Nazaret la entrega de la vida; el Jesús del Evangelio no puede soportar que sean los ricos los que avasallen y que los poderosos sean siempre los primeros. Por eso la comunidad lucana pone en boca de María el maravilloso himno del Magnificat, después de su visita a Isabel: “Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos” (Lc 1, 52-53). Y no entender esto, en el fondo es no entender el Evangelio, aunque vayamos a misa “todos los domingos y fiestas de guardar”. No entender esto, significa no entender la causa auténtica de la muerte de Jesús: su preocupación por los pobres y crucificados de la tierra y su crítica feroz hacia los poderosos que crean millones de desheredados cada día, en la sociedad judía de entonces y en el hoy de nuestro mundo.
Pero tuvieron que pasar muchos siglos, para que surgiera un pensador, llamado Carlos Marx, ateo como el se confesaba, que criticaba profundamente la religión y la manera de entender equivocadamente a Dios, y ese pensador creara el marxismo, para decirnos a los creyentes que había cosas que nuestro Dios no podía entender, y que a nuestro Dios seguro que le dolían: la brecha entre pobres y ricos, tan criticada por Marx, hizo que la Iglesia también se fuera preguntando en aquella sociedad de mediados del siglo diecinueve, cuál era su papel en esa sociedad dividida y dual que estábamos creando los seres humanos. Pero Marx, no fue el autor de ese pensamiento, ya lo había dicho el Evangelio, muchos siglos antes. Ya había dicho Jesús que Dios y el dinero eran incompatibles y que no se podía servir a dos señores. Ya el Evangelio de San Mateo había juzgado a aquellos que “no asistían a los pobres, los encarcelados, los hambrientos, los sedientos, los enfermos, los desnudos….”(Mt 25, 31 ss ) .
Y por eso, desde que Marx nos lo recordó, parece que todos los que se preocupan por el destino y la vida de los pobres, son tachados de comunistas, y de ir en contra del Evangelio. Esta crítica no es nueva, no es de los que ahora lo dicen. Y son tachados de ellos por los que tienen el poder y la riqueza; en tiempos de Jesús, El era tachado de blasfemo por el poder establecido, en nuestros tiempos, los que así actúan son tachados de comunistas, por los mismos que detentan el poder en nuestro tiempo.
Hace unos días, la vicepresidenta del gobierno español, Yolanda Díaz, fue recibida por el papa Francisco, y desde la derecha reaccionaria y poderosa, se tachó esa visita de “cumbre comunista”. Pero precisamente porque ha tenido que venir un papa del hemisferio sur, un papa del otro lado del atlántico, a recordarnos que la Iglesia tiene que estar al servicio de los pobres, y que solo cuando es pobre y acoge en su seno a los más pobres, es la auténtica Iglesia de Jesús. Desde el comienzo de su pontificado, así lo anuncio Francisco, en su mismo nombre , diciendo que la Iglesia es la comunidad de los pobres, es el espacio de acogida para todos. Y a lo largo de todos estos años, así lo ha ido manteniendo; su preocupación fundamental son los inmigrantes, los encarcelados, los enfermos… los que nadie quiere. En el fondo, los mismos a los que prefirió Jesús de Nazaret. De nuevo los poderosos, no lo entienden, y quizás no se atreven a asesinarlo, como hicieron con el maestro, pero si se atreven a difamarlo y a crear corrientes en su contra, por la misma razón: porque se les quita su poder, porque son criticados por hacer del poder el eje de su vida, incluso a algunos eclesiásticos, que también lo detentan hoy sí.
Es conocida la anécdota del papa Francisco, en el cónclave donde fue elegido papa: “En las elecciones, tenía a mi lado al arzobispo emérito de Sao Paulo, el cardenal Claudio Humes, un gran amigo. Cuando la cosas se iba poniendo peligrosa (iba ganando), él me confortaba, ja ja… Y cuando los votos llegaron a los dos tercios, vino el aplauso porque había sido elegido papa. Y él me abrazó, me besó y me dijo: no te olvides de los pobres. Y aquella palabra entró aquí (señalándose la cabeza). Los pobres, los pobres. Mientras continuaba el recuento, pensé en San francisco, el hombre de la paz. Y así llegó el nombre a mi corazón. El hombre de paz. El hombre pobre. ¡Cómo desearía una Iglesia pobre y para los pobres…!”.
Y sin duda que está siendo el eje de su vida y su desvelo en cada momento. Por eso es criticado. Y por eso también ha sido criticada esta visita con la vicepresidenta del gobierno español, y ella misma ha dicho que con el papa le unen muchas cosas y planteamientos.
No ha sido al único que han tachado de comunista, en los últimos tiempos, incluso desde dentro de la propia Iglesia. Son conocidas las palabras del gran don Helder Cámara, obispo de Brasil, “Cuando doy pan a u pobre, dicen que soy un santo. Cuando pregunto por qué el pobre no tiene pan, me llaman comunista”. Este hombre que vivió y murió para los pobres fue tachado por eso de lo mismo, cuando lo único que hacia era llevar a cabo , a la vida de cada día el Evangelio de Jesús.
De la misma manera se hablaba del comunismo de San Romero de América, la voz de los sin voz en América latina, que fue asesinado por los poderosos de El Salvador, mientras celebraba la Eucaristía. Muchas veces dijeron que era un “obispo comunista”, incluso también le han criticado ahora al papa Francisco que lo haya canonizado. San Romero, canonizado por los pobres de El Salvador, desde el mismo momento de su asesinato, ha tenido que esperar a que venga un papa del otro hemisferio para reconocer lo que los pobres ya hicieron. Lo que la misma Iglesia le negó, es lo que ahora Francisco ha reconocido.
Porque lo más espectacular de su asesinato es que, como en el caso de Jesús de Nazaret, Romero fue asesinado por el poder opresor de los mismos creyentes. A Jesús lo mató el poder judío, a Romero lo mató el poder de los falsos cristianos de la sociedad salvadoreña, que se sentían criticados por él. “ El cristiano no debe tolerar que el enemigo de Dios, el pecado, reine en el mundo. El cristiano tiene que trabajar para que el pecado sea marginado y el Reino de Dios se implante. Luchar por esto no es comunismo. Luchar por eso no es meterse en política. Es simplemente el Evangelio que le reclama al hombre, al cristiano de hoy, más compromiso con la historia” (Homilía 16 de Julio de 1977). La misma derecha poderosa que criticó y apoyó Santo de América, y que sin duda estuvo detrás de su asesinato, es la que critica ahora de cumbre comunista, el encuentro entre el papa Francisco y Yolanda Díaz.
Los “mismos comunistas” que fueron asesinados en la UCA, en El Salvador, en la madrugada del 16 de noviembre de 1989, simplemente por defender que los pobres tienen algo que decir, y que los ricos son los causantes de que el mundo haya crucificados. Los poderosos tampoco pudieron soportarlos, y por eso los asesinaron vilmente, junto a Elba, la mujer que los cuidaba, y su hija Celina, de 16 años. Su asesinato, como el de muchos mártires, fue por causa de la justicia y por hacer del Evangelio la norma de su vida, en todo momento.
De comunista fue también tachada la llamada “Teología de la liberación”, que surgió en la década de los 70 en el continente latino americano, y que era simplemente una manera nueva de leer el evangelio desde los pobres. “He oído el clamor de mi pueblo”, que dice el texto del Exodo, es lo que oyeron esos teólogos y teólogas que intentaron vivir esa experiencia del evangelio, a partir de la realidad crucificada y machada por el poder de los poderosos en ese continente. Teólogos como Jon Sobrino, que se salvó milagrosamente de la matanza de la UCA, ha sido calumniado y difamado, incluso desde el interior de la misma Iglesia católica.
El otro Santo de América, Pedro Casaldáliga, fallecido hace poco más de un año fue también “apodado de comunista”, por su lucha en favor de los sin tierra brasileños, y haciendo de su episcopado y de su poder como obispo, un servicio al pueblo, a los más débiles, a los más sufrientes de su diócesis. Cuando se jubiló quería “dedicarse a los más pobres”, quería ir a morir a Africa, porque él decía que allí eran aun más pobres que en su América, donde vivió siempre . La enfermedad terrible del parkinson se lo impidió, pero resulta emocionante que alguien que ha vivido como él en el Brasil pobre, diga que quiere irse con los pobres, muchos pensamos, dónde había estado toda su vida; el obispo sin anillo y sin mitra tradicionales vivió, y murió entre los desheredados, y con ellos encontró la “plena bienaventuranza y felicidad de la que habla el Evangelio”; hizo carne en su vida el proyecto de Jesús: conseguir que todos fuéramos felices, desde la igualdad y el servicio a los más débiles.
El 12 de marzo de 1977 asesinaron “a otro comunista” en la carretera de Aguilares a El Paisnal, Rutilio Grande, y su único delito fue decir y anunciar que todos somos iguales, que Dios no acepta la pobreza, y que los ricos son responsables de la pobreza de muchos seres humanos. Rutilio fue asesinado, acribillado su coche a balazos, junto a un campesino de 72 años, Manuel, y un adolescente de 15, Nelson Rutilio y un niño. Los pobres de Aquilares le recuerdan como un “hombre tremendamente humano que se comprometió con la causa y la vida de los pobres”. Fueron asesinados cuando iban a celebrar la Eucaristía en medio de su pueblo, y su asesinato tanto conmovió a Monseñor Romero que fue capaz de producir en él, el gran milagro.
Romero, amigo personal de Rutilio descubre un nuevo rostro de Dios al contemplar el cadáver de su amigo asesinado. Y desde ahí comienza una andadura nueva que le llevará a él también al martirio. Ahora “el comunista Rutilio”, va a ser beatificado por el papa Francisco; será el segundo santo salvadoreño, que el pontífice venido de América beatifique. Muchos serán también los que incluso dentro de nuestra iglesia critiquen este acontecimiento, porque el padre Tilo, como así le llamaban popularmente a Rutilio, tuvo la osadía de hacer vida el mensaje de Jesús en el Evangelio. Y de nuevo será, Francisco, el que después de más de cuarenta años, reconozca que este hombre, modesto, pobre, humilde y ejemplar sacerdote de Jesús, es modelo para los que queremos seguir al Jesús del Evangelio.
Y habrá quien siga diciendo que “de nuevo un comunista, beatifica a otro comunista, el próximo 22 de enero de 2022”. Será beatificado en la catedral de San Salvador, donde yace también Monseñor Romero, su amigo íntimo y personal, y seguramente a esa celebración, además de acudir obispos, sacerdotes y gente venida de otros países, acudirá “todo el pobrerío salvadoreño”, como llamaba cariñosamente Monseñor Romero a los pobres. El pobrerío por el que Rutilio se sacrificó, será el auténtico protagonista de la celebración, como lo fue hace más de dos mil años en aquel calvario de Jerusalén, donde fue crucificado el mártir Jesús de Nazaret.
Pero hace apenas unos días me decían lo mismo de un sacerdote jesuita, salvadoreño, discípulo de Monseñor Romero, que tiene como único lema de su vida sacerdotal y cristiana la entrega al evangelio. Miguel Vasquez, jesuita de Arcatao, en el departamento de Chalatenango, uno de los sitios más vapuleados en la cruenta guerra civil salvadoreña, me decía: “Me trasladan a Honduras, porque el obispo le ha dicho a mi provincial que yo soy más político que pastor”. De nuevo la Iglesia impoluta, que no quiere mancharse, que nunca va a ser criticada ni asesinada, es la que quiere lavarse las manos, como Pilato, en la causa de los pobres y del Evangelio.
¿Cumbre comunista la celebrada hace unos días en Roma? ¿Comunistas Jesús de Nazaret, Monseñor Romero, los mártires de la UCA, don Helder Cámara, Pedro Casaldáliga, la monjas estadounidenses asesinadas en El Salvador, los miles de catequistas salvadoreños asesinados, los maristas del Congo, Rutilio Grande, los teólogos y teólogas de la liberación, Monseñor Agrelos, Miguel Vasquez….? Si ellos son comunistas, ojalá yo también lo sea, si ellos viven el evangelio desde ahí, ojala también yo sea capaz de vivirlo así. Y toda la comunidad de cristianos y cristianas.
Ojalá que el poder establecido, desde cualquier institución, política, religiosa, militar, económica, cultural…. No tape el auténtico poder que emerge de las bienaventuranzas y del lavatorio de pies del jueves santo, porque sólo así los cristianos, me parece, entenderemos el auténtico sentido del Evangelio. “Lo que hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mateo 25, 40)
Comentarios desactivados en Un senador ruso dice que legislar contra la crueldad animal les llevará a aceptar a los gais
Un parlamentario ruso se niega a aprobar una ley contra el maltrato animal porque cree que es el primer paso para seguir las modas occidentales y acabar defendiendo los derechos de los homosexuales.
Sergei Kalashnikov, un senador comunista que dice que legislar contra la crueldad animal es el primer paso para defender a los homosexuales.
El portavoz del parlamento ruso, Vyacheslav Volodin, presentó hace un tiempo una ley para prohibir el maltrato animal cuando se entrenen perros para la caza. Y aunque Volodin asegura que la ley tiene el apoyo de Vladimir Putin el parlamento la ha rechazado porque algunos parlamentarios han presentado argumentos muy convincentes para justificar que se siga maltratando a los animales.
Sergei Kalashnikov, diputado del Partido Comunista, dijo que aprobar una ley como ésta era un peligro para la sociedad rusa porque es el primer paso para volverse homosexual. Según Kalashnikov lo de estar en contra del maltrato animal es una “moda occidental” y ellos las “modas occidentales” las tratan “con humor“: “Y eso incluye la corrección política, los derechos de las minorías sexuales y otras. Cualquier idea, por muy humanitaria que sea, se vuelve absurda cuando se la lleva a su conclusión lógica.”
A Kalashnikov le parece que aprobar una ley que castigue el maltrato animal les llevará a acabar igual que esos países occidentales de los que tanto se ríen: “No sólo aprobaríamos una ley que no funcionaría por muchas razones, también estaríamos demostrando que seguimos el mismo camino, por así decir, de los que defienden los derechos de las minorías sexuales.”
Obviamente. Se empieza legislando que no se maltrate a los perros y lo siguiente es aprobar el matrimonio igualitario. Lo normal.
Stepan Zhiryakov, el vicepresidente del Comité Agrícola, respondió a Kalashnikov y fue aún más ofensivo que Kalashnikov y dijo que le parecía fatal que el parlamentario hiciera esa comparación porque “los perros no deberían compararse a las minorías sexuales.”
Eso es Rusia, un país en el que el parlamento valora más a un perro que a un homosexual… y aún así le parece bien maltratar y asesinar al perro.
La ley, por cierto, fue rechazada y ahora un comité la revisará para ver si finalmente se vuelve a presentar o si en Rusia van a seguir matando perros (y homosexuales) sin problema.
Comentarios desactivados en Madeleine Delbrel: El Evangelio en los barrios obreros de París
Ahora que estoy leyendo su libro “Nosotros gente común y corriente“, quiero compartir la biografía y espiritualidad de una gran mística moderna metida en el corazón de los barrios obreros de París, laica, asistente social, Sierva de Dios desde 1996 y que pronto podría ser beatificada:Madeleine Delbrêl.
Madeleine Delbrêl nació el 24 de octubre de 1904 en Mussidan, pequeña ciudad de Francia. Fue hija única de una familia de la pequeña burguesía. Heredó de su padre el dinamismo, el sentido de la organización y el don de la comunicación; y de su madre, la sensibilidad, la firmeza y el encanto cautivador.
Su padre fue ferroviario. Por eso, la familia hubo de trasladarse de un lugar a otro; la educación de Madeleine iba siendo confiada a profesores particulares. Fue iniciada en el cristianismo en la adolescencia e influenciada por los ambientes literarios y filosóficos en los que su padre la introdujo. Se dejó seducir por el ateismo y el positivismo.
Las consecuencias desastrosas de la primera guerra mundial la llevaron a dudar de la existencia de Dios. A sus 17 años reflexionaba sobre cuestiones existenciales; escribió entonces: “Alguien dijo, Dios ha muerto. Y, si es una verdad, hemos de tener la honestidad de no vivir en adelane como si Dios estuviera vivo… Dios era eterno. Hoy lo único eterno es la muerte… Es más convincente agotar la propia inquietud en la secuencia de los placeres inmediatos….”.
Madeleine, por ello, danzaba, saltaba, vivía con un intenso amor por la vida. Se sentía libre, apasionadamente libre. Asistió a cursos de Historia y Filosofía en la Sorbona, donde sobresalió por su profunda capacidad de análisis. A los 18 años conoció a un impetuoso, alegre y pensativo universitario, Jean Maydieu. Se enamoraron y proyectaron casarse. Pero, de impriviso él la abandonó para entrar en el noviciado de los Dominico. Este encuentro y ruptura con Maydieu le hicieron a Madeleine confrontar su ateismo con las certezas de fe de este hombre. En este tiempo su padre enfermó y se quedó ciego. Su madre trabajaba en exceso. Madeleine se preguntó: ¿Por qué tanto sufrimiento? ¿Cómo es que alguien puede preferir a Dios sobre cualquier otra cosa? Decidió entonces cambiar de perspectiva en su búsqueda de Dios.
“¿Y si Dios existiese?. Decidí rezar… Después, reflexionando , encontré a Dios; rezando sentí que Dios se encuentra conmigo y que Él es real y vivo, que puede ser amado como se ama a una persona”.
Emprendió entonces Madeleine su camino de conversión:
“… El mundo entero me parecía pequeño e irracional y el destino de los hombres, estúpido y malo. Cuando supe que existías, te agradecí que me hubieras hecho vivir”
Madeleine descubrió su vocación de cristiana en la ciudad, de misionera sin barcos. El desierto urbano se convirtió en un espacio de contemplación, las calles de la ciudad en su campo de misión.
Con un grupo de amigas, Susana y elena, Madeleine inicia un proyecto innovador y profético: laicas consagradas, inserta en el mundo y libres de estructuras rígidas. Iniciaron un proyecto de vida comunitaria el 15 de octubre de 1933 en Ivry, polígono industrial al sur de París,ciudad declaradamente comunsta, llena de problemas como la tuberculosis, el alcoholismo, el desempleo. Ellas quería “testimoniar que la caridad de Jesús no tiene laintención de parar a nadie en el camino”. Quiere la libertad de vivir junto a la gente, participando de las actividades pasorales de l parroquia, quieren estar junto a quienes sufren y están desesperados.
Ivry-sur-Seine es una barriada obrera en la periferia sur de París que en aquel tiempo pasaba por ser la “capital” del comunismo francés. Allí vivía Maurice Thoréz, el famoso jefe del comunismo francés. Allí se queda Madeleine Delbrel a lo largo de 30 años, hasta su muerte. Es una cristiana convertida a los veinte años, que llevada por su pasión misionera opta por salir a mar abierto; quiere evangelizar el mundo obrero. Madeleine, sin abandonar el estado laical, se consagra a Dios con el voto de castidad y va a vivir a Ivry con unas compañeras que también son asistentes sociales y viven de su trabajo. El alcalde comunista la pone al frente de los servicios sociales de la comuna. Durante la Segunda Guerra Mundial tiene a su cargo la dirección de todos los servicios sociales del departamento; una vez finalizada la guerra, el alcalde le pide que siga.
En el cinturón obrero de Ivry Madeleine queda impactada frente a la miseria de las clases sumergidas, a la injusticia social, a la desocupación, a las condiciones inhumanas de trabajo (12 horas por día en la fábrica y toda la semana, con excepción del domingo), a la falta total de previsión social.. Esto la obliga a orar de otra manera, partiendo de la realidad; a leer el Evangelio “desnudo, crudo, orado”, como ella decía (“no sé cuantas veces he leído los evangelios de arriba a abajo; al Evangelio hay que leerlo todos los días como se come el pan…“). Al comienzo encuentra hostilidad y pedradas. Pero poco a poco descubre en los comunistas “generosidad, desinterés, sacrificio”. Ella afirma: “El marxismo es una doctrina sin corazón”. Pero a la vez sabe que los comunistas son personas y tienen un corazón; por lo tanto hay que amarlos. Ella jamás “excomulgó” a los comunistas, sin por ello dejar de denunciar sus errores.
A Madeleine le preocupaba la ausencia y el silencio de la Iglesia; que los empresarios católicos dueños de las fábricas de Ivry y bienhechores de la parroquia, fueran los que peor trataban a los obreros; que las comunidades parroquiales vivieran encerradas en sí mismas. Ella observaba como en los ambientes cristianos tradicionales se había llegado a cambiar la Fe por una simple “creencia en Dios” y los valores cristianos por las que son las virtudes de las “personas honradas”. Madeleine deseaba que los cristianos fueran “personas para las que Dios es suficiente, en un mundo en el que Dios parece no servir para nada”; personas capaces realmente de amar.
En la Iglesia de aquel tiempo había un enorme muro que separaba a la Iglesia del pueblo, a los creyentes de los ateos, a los católicos de los comunistas. Madeleine quiere derribar ese muro y por eso cruza la frontera pasando al otro lado. No lo hace con el afán de convertir a nadie; ella quiere dar testimonio del amor de Dios, hasta llegar a levantar las montañas de la desconfianza y voltear los muros del odio. “Lo que yo quería era poder vivir codo a codo con la gente del pueblo, con el mismo almanaque, con las mismas preocupaciones, los mismos relojes”. Su gran preocupación era que la Iglesia “se presentara amable y cordial a los ojos de los que no la conocen. Y no con una supuesta caridad indescifrable”. Fue pionera de ese fenómeno profético que en América Latina hoy se ha llamado “inserción en los medios populares”de parte de los religiosos y de la Iglesia en general.
Pero Madeleine no se conforma con un simple testimonio y le repite a sus compañeras una consigna de san Pablo: “No hay que avergonzarse del Evangelio”. Ella se presenta como cristiana que colabora con los marxistas en objetivos comunes pero sin vínculos orgánicos y manifestando claramente sus convicciones; justamente esto hace que se gane mayormente el aprecio y la amistad de muchos militantes comunistas. El libro: “Ciudad marxista, tierra de misión”, Madeleine lo dedicó al alcalde marxista de Ivry, Venise Gosnat, con el cual había hecho por muchos años un enorme trabajo social, sobre todo en los terribles días de la guerra bajo los bombardeos. “A Venise Gosnat, del cual soy una mala alumna en marxismo, pero también una amiga fiel, respetuosa de su bondad y de su generosidad concreta, ofrezco de corazón este libro, segura de que, aunque no lo apruebe, lo comprenderá”. El amigo leyó y releyó el libro y le contestó agradecido: “A pesar de las diferencias ideológicas , como amigo le aseguro que la comprendo. La he visto luchar en situaciones dramáticas. Conozco su sinceridad y bondad y lo que más la caracteriza: un amor sin límites para con su prójimo. Somos entonces amigos y enemigos al mismo tiempo; realmente me ha puesto en un lío. El ‘profesor’ no olvidará de todas maneras la calidad de corazón y la delicadeza de su ‘mala alumna en marxismo’”.
A quienes la acusaban de dialogar con los comunistas ella respondía:
Jesús nunca dijo: amarás a tu prójimo como a tí mismo, excepto a los comunistas…. mi prójimo inmediato son los comunistas”
“Jesus no nos dejó la obligación de convertir, de transmitir la fe. Ésta es una misión que Él se reserva para sí mismo. El único testimonio que Él exige de nuestra vida es que nos amemos entre nosotros. Sin este aor, los hombres no nos reconocerán como sus mensajeros. El apostolado que Jesús nos dejó fue el de anunciar la fe, repetir y proclamar aquello en lo que creemos y que Él nos enseñó. No somos responsables de la incredulidad de nuestro prójimo; pero sí somos responsablers de su ignorancia” (Madeleine Delbrêl, Conferencia a los Estudiantes, UNESCO, 1961)
Esta coexistencia, hasta fraternal, con los marxistas, tenía límites infranqueables: “Me he rehusado trabajar con ellos cuando había que ir en contra de mi conciencia; cuando ha habido necesidad, siempre he recurrido a las palabras de Cristo que rechaza el odio y la violencia“. Madeleine se había anticipado a las palabras famosas de Juan XXIII que invitaba a no confundir el error con el que erra y a “subrayar lo que une a los hombres para hacer junto a ellos, todo el camino posible“( de un discurso de 1961).
El drama de los Curas Obreros
En Ivry, Madeleine ayuda a todas las víctimas de la injusticia y de la violencia, vengan de donde vengan. Se la encuentra respaldando a los exiliados antifranquistas españoles; es ella quien se presenta al presidente de la República, Vicent Auriol, liderando un comité popular de Ivry para pedir la excarcelación injusta de Juan Grant y la obtiene, y la que va con una delegación a ver al cardenal de París para defender a los exiliados. Eran los años de la “Misión de France“. Ésta había nacido en el corazón del cardenal Emmanuel Suhard de París que también había lanzado el mismo grito de Madeleine: “Hay un muro que separa a la Iglesia del pueblo” (cada vez más descristianizado). Suhard convence a los obispos de Francia para que envíen sacerdotes a un Seminario Nacional en Lisieux para la reevangelización del pueblo; la “Misión de France” nace en 1942. Al año siguiente, el abbé Godin lanza su famoso libro: “Francia:¿tierra de misión?“. A fines de ese mismo año (1943) empieza la experiencia de los “curas obreros”. Madeleine acompaña con entusiasmo esta experiencia que ella vive desde hace tiempo. Es invitada a dar charlas y cursos. Tenía 40 años y un joven sacerdote recuerda el impacto de sus palabras, sobre todo porque salían de una mujer laica.
Es sabido cómo terminó la experiencia de los curas obreros. El 6 de setiembre de 1953 el Seminario Nacional de la “Misión de France” (con 244 seminaristas) debe cerrar sus puertas por orden del Vaticano y los curas obreros dejar su trabajo en las fábricas. Sólo la mitad de los curas obreros obedece. Madeleine invita a la obediencia, aun si “comprender esta lluvia de disposiciones negativas, resulta difícil”. E invita a la autocrítica; para ella “no se supo tener en cuenta los peligros de esta experiencia” y finalmente llega a la conclusión de que “a los curas obreros les ha faltado la base fundamental de la oración. Han querido ser como un obrero más sin anunciar el Evangelio; y a la fe no hay que ostentarla, pero tampoco ocultarla”. Aun así ella trata de hablar, salvar lo que es posible, relanzar la experiencia sobre nuevas bases; por eso recibe críticas y calumnias, hasta se le llega a negar la comunión. Ella no se desanima y , gracias a una donación, hace una peregrinación de oración a Roma en tren. Llega a la estación de Roma por la mañana y en seguida va a la basílica de San Pedro donde reza durante nueve horas “a corazón perdido”; la misma noche retoma el tren para París. Ella quiere ser fiel a la Iglesia y reza por ella desde el corazón de la misma, apoyada a una columna frente a la tumba de San Pedro y al altar del Papa.
Fue como una tormenta en la vida de Madeleine. Pero pasó. Y al poco tiempo tuvo la felicidad de tener una entrevista con el papa Pío XII y recibir un amplio y fraterno apoyo por parte del card. Veuillot y del card. Montini. Un gran amigo de Madeleine fue el p. Jacques Loew, un cura obrero que trabajaba de descargador en el puerto de Marsella y que había obedecido con prontitud al Papa. El p. Loew, que se transformó después en un gran maestro de espiritualidad, dijo de Madeleine que era una “mujer teologal” y la incluyó en su famoso libro: “En la escuela de los grandes orantes”. Madeleine quería vivir “con las manos agarradas a la persona de Nuestro Señor y los pies bien plantados en medio de la muchedumbre de los que no creen“. Para ella “la oración es el bien más grande que se puede hacer al mundo; en nuestra sociedad se precisan hombres de adoración, que arranquen todos los días un tiempo para la oración”. En su comunidad, además de la misa en la parroquia, había tres horas de meditación diaria y oración, desde las primeras luces del alba. En 30 años Madeleine no se tomó un día de vacaciones, pero encontraba todos los días un largo tiempo para orar.
Su pensamiento sobre el tema de la espiritualidad laical se refleja en cantidad de escritos que han tenido una enorme difusión en estos años, sobre todo en sus tres libros póstumos: “Nosotros, gente de la calle”, “El gozo de creer”, “Comunidades según el Evangelio”. Para ella Dios se revela en la vida cotidiana, en donde Él nos ha puesto, en la calle. Ella es una maestra de la oración para la gente trabajadora, para los que no tienen tiempo para rezar. “Hay que aprender a estar solos con Dios cada vez que la vida o la jornada nos reserva una pausa, y no malgastarla: en el metro, en un café, en un comercio, esperando el bus, en la cocina…”. Maravillosa es su oración: “Liturgia de los sin oficio”, donde resalta el poder de la oración de intercesión del cristiano común. En el mismo sentido, toda ocasión también es buena para amar. Para ella “cada mañana Dios nos ofrece una jornada entera preparada por Él mismo; no hay nada de más ni nada de menos, nada inútil. Esta jornada es una obra maestra que Dios nos pide que vivamos. Cada minuto de la jornada permite a Cristo vivir a través de nosotros en medio de los hombres”. Según ella, son “las paciencias” de todos los días, las que construyen la santidad; es haciendo nuestros “minúsculos deberes” que encontramos “las chispas de la voluntad de Dios”. Ella invita al cristiano laico a “quitarse las sandalias porque la tierra que pisa todos los días es tierra santa y allí está Dios escondido detrás de la zarza“.
Madeleine muere el 13 de octubre de 1964 durante el Concilio. Aquel día en el aula conciliar, un laico, presidente de la JOC internacional, toma la palabra por primera vez frente a toda la Iglesia y lo hace en nombre de los trabajadores cristianos que viven y luchan en las fábricas y en los barrios obreros de las grandes ciudades.
Comentarios desactivados en El cardenal de Letonia Janis Francis Pujats, pone a Hitler y Stalin como ejemplo de políticas en materia de sexualidad
Este cardenal debiera estar ya cesado y en la cárcel por incitación al odio. Si Francisco mantiene a gentuza como esta se convierte en cómplice de sus declaraciones. Ya me gustaría saber cuál fue su papel bajo el Nazismo y el Comunismo.
Los regímenes nazi y comunista prohibieron la homosexualidad
“Sus políticas fueron mejores que las adoptadas por la Unión Europea”
El cardenal Janis Francis Pujats, el clérigo católico más importante de Letonia, ha desatado este lunes la polémica al afirmar que la prohibición de la homosexualidad por parte de Adolf Hitler y Josef Stalin fueron mejores que las políticas adoptadas por la Unión Europea (UE) en materia de libertades sexuales.
“Puede que parezca duro decirlo, pero ni los regímenes de Hitler y Stalin se atrevieron a hacer política de estado de las leyes de sodomía. La UE ha lanzado una cruzada contra la fe cristiana“, ha agregado, según ha informado el diario letón ‘Kasjauns‘.
Pujats ha hecho estas declaraciones durante una comparecencia ante el Parlamento en el marco de la investigación del derrumbe del tejado de un supermercado en 2013.
Sus palabras han sido criticadas inmediatamente por algunos de los presentes, que le han recordado que su comparecencia debía ceñirse únicamente a asuntos relacionados con la tragedia.
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