Comentarios desactivados en Norman Pérez, el joven de la mochila que caminaba con los pobres
Del blog de Jesús Herrero, Santoral popular:
Desde sus años de bachillerato manifestó una tendencia a la acción social y política. Primero se hizo parte de la asociación Estudiantil Sogamoseña (ASES). Luego se integró al movimiento juvenil Kigwe-Yacta (Tierra de Hermanos), cuya sede fue allanada y Norman con otro compañero fueron detenidos.
En esos años vivió en el barrio José Antonio Galán de Bosa. Allí, junto con los Misioneros Claretianos formaron una comunidad eclesial de base, de la cual él era el coordinador. Este compromiso cristiano lo mantuvo hasta el final de su vida.
Lo más probable es que el asesinato de Norman no quepa dentro de los cánones normales que usa la Iglesia para calificar a alguien como mártir o santo.
“Caminamos seguros de que el Señor sabrá convertir tanto dolor, sangre y muertes, que en el camino de la historia van dejando nuestros pueblos y nuestra Iglesia. Los últimos años han sido duros y violentos en América Latina. Esperamos que el Señor los convierta en semillas de resurrección”.
| Jesús Herrero Estefanía
Norman Pérez Bello nació en Sogamoso (Colombia) el 29 de junio de 1967, tierra de dioses chibchas, hijo de la tierra, el maíz y el agua, guerrero por naturaleza. Cristiano y revolucionario por convicción.
Hizo sus primeros estudios y su bachillerato en establecimientos públicos. Se graduó de bachiller en el Instituto Integrado Joaquín González Camargo, de Sogamoso, en el año 1986.
Desde sus años de bachillerato manifestó una tendencia a la acción social y política. Primero se hizo parte de la asociación Estudiantil Sogamoseña (ASES). Luego se integró al movimiento juvenil Kigwe-Yacta (Tierra de Hermanos), cuya sede fue allanada y Norman con otro compañero fueron detenidos.
Norman se destacó por su espíritu de servicio y solidaridad. Familiares y amigos recuerdan como en esos tiempos, lideró a sus compañeros para que bloquearan la calle y le exigieran al alcalde que la arreglara, porque se inundaba cada vez que llovía. También ante la catástrofe de Armero organizó una campaña de solidaridad para enviar ropa y alimentos a los sobrevivientes.
En junio del 1988 ingresó a la Universidad Nacional a estudiar Psicología, al tiempo que trabajaba para sostenerse. Al final del 1989 se vinculó al trabajo pastoral de la parroquia San Bernandino, en el Barrio José Galán de Bosa. En esos años vivió en el barrio José Antonio Galán de Bosa. Allí,junto con los Misioneros Claretianos formaron una comunidad eclesial de base, de la cual él era el coordinador. Este compromiso cristiano lo mantuvo hasta el final de su vida.
Desde enero de 1990 vivió en Bosa, junto con otros compañeros, dedicado a estudiar Ciencias Sociales en la Universidad Distrital y animar diferentes grupos de pastoral.
En esa época el país terminaba con éxito un proceso de paz con el M19, pero también lamentaba el asesinato de varios dirigentes sociales y políticos. En 1991 se había hecho la Constitución y la esperanza se apoderaba de todos entre la muerte y las ilusiones. Es en ese contexto donde tiempo después, iban a asesinar a Norman Pérez, el líder juvenil de la mochila y de las comunidades eclesiales de base, el sensible hombre que caminaba con los pobres.
El 5 de junio de 1992 participó en la Asamblea Regional de las Comunidades Eclesiales de Base. Allí fue elegido para hacer parte de la delegación de Bogotá a la Asamblea Nacional que se celebraría al final del mismo mes en Cali. Este compromiso lo llenó de ilusión.
No alcanzó a participar en ese Encuentro porque el 10 de junio, hacia las 4 de la tarde, cuatro balas asesinas acabaron con su vida en la ciudad de Bogotá.
Al día siguiente se divulgó la noticia. Los habitantes de Bosa acudieron masivamente a una Eucaristía que se celebró en el templo parroquial. Sus familiares lo trasladaron esa misma noche a Sogamoso. Esto no fue obstáculo para que sus numerosos amigos fueran a acompañarlo con cantos y oraciones hasta su última morada. Así demostraron el inmenso cariño que le tenían. Sus familiares quedaron admirados al ver que el corto camino recorrido por Norman caló tan hondo, dejando a su paso una huella de amor, fraternidad y compromiso con la sociedad.
Norman fue una víctima más de la locura terrorista del Estado colombiano, que cometió el la represión y el exterminio de miles de compatriotas, sólo porque no eran parte de los partidos tradicionales y querían buscar nuevos caminos con justicia, paz y dignidad.
Lo más probable es que el asesinato de Norman no quepa dentro de los cánones normales que usa la Iglesia para calificar a alguien como mártir o santo. Sin embargo, en la Conferencia de Medellín (1968), se dice que: “América Latina se encuentra, en muchas partes, en una situación de injusticia que puede llamarse de violencia institucionalizada, cuando poblaciones enteras faltas de lo necesario, viven en una tal dependencia que les impide toda iniciativa y responsabilidad, lo mismo que toda promoción cultural y de participación en la vida social y política, violándose así sus derechos fundamentales… Allí donde encuentran injustas desigualdades sociales, políticas, económicas y culturales, hay un rechazo del don de la paz del Señor, más aún, un rechazo del Señor mismo”.
Y en la Conferencia de Puebla (1979) se señala que:“Caminamos seguros de que el Señor sabrá convertir tanto dolor, sangre y muertes, que en el camino de la historia van dejando nuestros pueblos y nuestra Iglesia. Los últimos años han sido duros y violentos en América Latina. Esperamos que el Señor los convierta en semillas de resurrección”.
Es evidente que, para la Iglesia Latinoamericana, luchar contra un estado de cosas injustas es luchar por el Reino de Dios que Jesús anunció y practicó. Y eso es lo que hizo Norman Pérez, un santo del Pueblo.
Comentarios desactivados en Los poderosos cultivan fundamentalismos
“Fundamentalismo es la corriente religiosa o ideológica que promueve la interpretación literal de sus textos sagrados fundacionales, o la aplicación intransigente y estricta de una doctrina o práctica establecida” (Wikipedia). Se trata de una actitud vital contraria a cualquier cambio en las doctrinas y las prácticas que se consideran esenciales e inamovibles en un sistema ideológico, especialmente religioso.
Los fundamentalistas interpretan sus textos fundacionales (Biblia, Corán…) al pie de la letra, sin tener para nada en cuenta la cultura de las épocas en las que se escribieron los textos, su marco histórico, las evoluciones progresivas de los mensajes, ni los desafíos actuales de las ciencias.
Exigen ser gobernados por líderes infalibles y leyes inamovibles. Sólo así se sienten seguros. Los cambios les aterrorizan. Su verdad es la única y, por consiguiente, su militancia se concreta en amargos desprecios y crueles violencias.
Las grandes religiones monoteístas con mucha frecuencia han mantenido actitudes fundamentalistas. Todas en su historia están manchadas de despreciada sangre inocente. Y todos los dictadores se han aupado sobre ideologías fundamentalistas.
El fundamentalismo mantiene al pueblo idiotizado, sin posibilidad de construir nada nuevo. Es como una religión universal, intercultural, que permite y fomenta el mantenimiento de gobiernos religiosos y políticos dictatoriales, para que se mantenga todo fijo y único, sin posibilidad de cambios.
Las intuiciones de Rockefeller
En cuanto un sector del pueblo comienza a desprenderse de sus enfoques fundamentalistas, los grandes de la tierra se ponen muy nerviosos. El Concilio Vaticano II (1962-65) y su aterrizaje en Latinoamérica con los documentos Justicia y Paz de Medellín (1968) fomentaron un poderoso despertar del pueblo. La Biblia, por primera vez en manos de este pueblo creyente y oprimido, superados básicamente los fundamentalismos, potencializó fuertemente la concientización y organización popular.
En esta misma época, en 1968, el magnate Nelson Rockefeller, vicepresidente entonces de Estados Unidos, después de una gira por Latinoamérica informaba que la Iglesia Católica no era ya “un aliado seguro para Estados Unidos”. Cincuenta años antes el presidente Roosevelt había alertado que: “Será larga y difícil la absorción de estos países por Estados Unidos, mientras sean países católicos”.
Entre los campesinos paraguayos, y de algunos otros países, este despertar se concretó en las Ligas Agrarias Cristianas. En Latinoamérica en general fue cuajando en diversos tipos de Comunidades Eclesiales de Base. Y ello les asustó a Rockefeller y compañía. Según su visión este tipo de catolicismo era “un centro peligroso de revolución potencial”. No les agrada ver que la Iglesia Católica de entonces “educa a los pueblos, les da cultura, les hace pensar y les anuncia la inalienable dignidad de los hombres”. Por ello planificaron cómo reemplazar a los católicos latinoamericanos por “otro tipo de cristianos”.
Los documentos de Santa Fe
Son documentos de la CIA redactados en la ciudad de Santa Fe, capital del Estado de Nuevo México, entre los años 1980 y 2000, que planifican la proyección del poder global de Estados Unidos. Cada Documento venía a tener una vigencia de 4 ó 6 años. En mayo de 1980 se hizo “Santa Fe I” dirigido a Ronald Reagan. A finales de 2000 vio la luz “Santa Fe IV”.
Analizan concienzudamente la realidad económica, política y cultural de Latinoamérica, amenazada, según ellos, por una influencia creciente del comunismo, enmascarado en los nuevos tipos de católicos.
A pesar de que su contenido es esencialmente económico-político, les preocupa el factor religioso, especialmente las nuevas vivencias de la Iglesia Católica.
El documento de 1980 advierte que la presencia de determinadas tendencias en la Iglesia Católica y algunos textos de las conferencias episcopales latinoamericanas eran peligrosos para la política exterior de Estados Unidos.
El cuarto, en el 2000, pide “combatir por todos los medios a la Teología de la Liberación y controlar los medios de comunicación de masas…”
Para ello, recomiendan la promoción de sectas fundamentalistas desencarnadas de la realidad: neo-pentecostales, mormones, Testigos de Jehová y aun la secta Moon. El presidente Nixon apoyó el proyecto totalmente. Y el Congreso financia un creciente envío de misioneros fundamentalistas, especialmente mormones, que han llenado el continente de capillas de línea espiritualista, enemigas de todo tipo de compromiso socio-político.
Reacciones vaticanas
Los medios de comunicación –los de los poderosos- desarrollaron una fuerte campaña de desprestigio y demonización de la Teología de la Liberación, y de los teólogos y obispos que la desarrollaban. Y, por supuesto, de las organizaciones populares que la vivían. Se les acusaba de infiltración marxista, de ingenuos idiotas útiles o directamente de comunistas infiltrados en la Iglesia… La insidiosa campaña, bien orquestada, fue produciendo desconfianzas, recelos, distanciamientos de las autoridades eclesiásticas… Y dolorosos desconciertos entre el pueblo. Leer más…
Comentarios desactivados en Ezequiel Ramin, mártir de la opción por la tierra y por los pobres
Del blog de Luis Miguel Modino:
El pasado viernes se cumplieron treinta años del martirio del comboniano
Su memoria continúa presente en las organizaciones populares
Se cumplen, este 24 de julio, treinta años del martirio del comboniano italiano Ezequiel Ramin. Nacido en Padua el 9 de febrero de 1953 y ordenado sacerdote en 1980, siempre tuvo como aspiración dedicar su vida a la misión entre los más pobres y abandonados, por quienes derramo su sangre en Cacoal, estado de Rondonia, amazonia brasileña.
El Padre Ezequiel Ramin llegó a la diócesis de Ji-Paraná cuando ésta estaba comenzando. Monseñor Antonio Possamai, obispo diocesano en aquella época, señala que encontró allí diversas realidades, la primera la multitud de inmigrantes llegados de todo Brasil, incentivados por el gobierno brasileño, que hacía creer que aquella tierra era El Dorado brasileño. Mucha gente vendió todo y fue a comenzar una nueva vida, pensando que en poco tiempo todos iban a ser ricos. Pero llegando a Rondonia, todavía en plena dictadura militar, la realidad era totalmente diferente y el prometido apoyo del gobierno no existía. Cada uno tenía que arreglárselas como podía.
En esta situación las Comunidades Eclesiales de Base se convirtieron en lugar de resistencia. Era, en opinión de Monseñor Possamai, una diócesis pobre en clero, pero muy rica en laicos, muy comprometidos con la Iglesia y en la lucha por la liberación del pueblo. Juntarse para rezar y construir una pequeña capilla era una de las primeras cosas que los recién llegados hacían.
Dentro de este contexto, los combonianos asumen la misión, en la diócesis de Ji-Paraná, para poder hacer realidad una Iglesia diferente, que amase a aquella gente, una Iglesia que caminase con el pueblo, comprometida con los pobres y atenta a las cuestiones sociales, como orientaba el Vaticano II.
En los primeros meses de 1984, el Padre Ezequiel llega a la comunidad de Cacoal. La gente veía en él a alguien joven, lleno de vida y expectativas y con muchas ganas de trabajar. Rápidamente va a descubrir las grandes desigualdades existentes, incrementadas por el abuso y violencia de los poderosos que invadían las tierras de los pequeños agricultores para aumentar sus latifundios.
Eran tiempos en los que la situación era tensa, lo que, unido al espíritu profético de Ezequiel Ramin, provocaba preocupación entre la gente y los miembros de su congregación, que le pedían que tuviese más paciencia. Su valentía, ganas de seguir en frente y hacer realidad la causa del Evangelio, le convirtieron, en poco tiempo, en un personaje muy popular y con gran carisma. Pero al mismo tiempo en alguien a quien los poderosos consideraban peligroso, pues su mayor alegría era ayudar al pobre, por lo que, en una tierra sin ley, la persecución contra él comenzó.
La hacienda Catuva era una propiedad inmensa en la que se habían instalado un grupo de campesinos sin tierra, que fueron amenazados de muerte. Como todavía reconocen los que en aquel momento estaban acampados en la hacienda, el Padre Ezequiel era quien aconsejaba y defendía a los pequeños, agricultores e indígenas, que luchaban por el reconocimiento de sus tierras.
El día 23 de junio de 1985, el padre Ezequiel, junto con Adilio de Souza, presidente del Sindicato de los Trabajadores Rurales de Cacoal en la época, visita la comunidad de Santa Lucia, donde las esposas de los que estaban acampados en la hacienda Catuva le piden que vaya a aconsejar a sus maridos para evitar entrar en conflicto.
Varias son las personas que le desaconsejaron emprender ese viaje, pero el amor que él manifestaba por el pueblo habló más alto, convirtiéndose en testigo de ese amor de Dios que da la vida por los otros. Llegado a la hacienda entabla una conversación con los campesinos que allí se encontraban e intenta dialogar con los pistoleros que continuamente vigilaban a los acampados, quienes por sorpresa y a traición acabaron con su vida a tiros.
La lectura de las Bienaventuranzas resonó entre las cuatro paredes de una Iglesia abarrotada, en cuanto una cruz, de la que colgaba la camisa ensangrentada que el Padre Ezequiel vestía en la hora de su martirio, entraba pausadamente en medio de una fuerte tensión popular. Católicos, evangélicos, indígenas, campesinos, los pobres de Yahveh…, clamaban y se rebelaban ante la muerte del profeta de la opción por la tierra y por los pobres. Todavía recuerdo con emoción la entrada de esa misma camisa en el Intereclesial de las Comunidades Eclesiales de Base que tuvo lugar en 2009, en Porto Velho, capital del estado de Rondonia, donde él murió.
Monseñor Antonio Possamai señala que “la sangre los mártires es semilla de nuevos cristianos, hubo muchas persecuciones, en muchos lugares, pero también hubo un tiempo de florecimiento en la cantidad, en el compromiso, en el nacimiento de pequeñas comunidades, en centros de formación…”
La memoria del Padre Ezequiel Ramin continúa presente en las organizaciones populares, que sienten su valentía en la lucha por la liberación del pueblo, de alguien que no tuvo reparo en dar la propia vida para defender la causa de los más pobres y oprimidos, siendo llamado a sembrar justicia, esperanza y vida, desde la fidelidad a Dios. Es la vieja lucha por Tierra, Techo y Trabajo, que algunos siempre enfrentaron desde la fe, y que hoy asume, sin reparos, aquel a quien el Señor le confió conducir la Barca de Pedro.
Que la letra del Padre Nuestro de los Mártires, compuesto por Cireneu Kunh, religioso del Verbo Divino, viendo la foto del Padre Ezequiel acribillado a balazos, y que siempre está presente en la vida de la Comunidades Eclesiales de Base, pueda ayudar a seguir descubriendo la presencia de Dios en los que continúan dando la vida por el Reino:
Padre nuestro, del pobre y del marginado,
Padre nuestro, de mártires y torturados.
Tu nombre es santificado en aquel que muere al defender la vida,
Tu nombre es glorificado, cuando la justicia es nuestra medida,
Tu reino es de libertad, de fraternidad, paz y comunión,
Maldita toda violencia que devora al hombre por la represión.
Hágase tu voluntad, en el ser verdadero Dios liberador,
No vamos seguir la doctrina amañada por el poder opresor.
Pedimos el pan de la vida, pan de la esperanza, el pan de los pobres.
El pan que trae humanidad y reconstruye al hombre en vez de cañones.
Perdónanos cuando por miedo quedamos callados delante la muerte,
Perdona y destruye el reino de la corrupción como ley más fuerte.
Protégenos de la maldad, de los prepotentes, de los asesinos
Dios Padre revolucionario, hermano del pobre, Dios del oprimido.
Comentarios desactivados en San Romero de América, pastor y mártir en defensa de los pobres
¡Alegrémonos! El sábado 23 de mayo tendrá lugar en San Salvador la ceremonia de beatificación de Óscar Arnulfo Romero, que fuera arzobispo de esa ciudad desde 1977 hasta su asesinato, a los 62 años, mientras celebraba la eucaristía, el 24 de marzo de 1980. Su vida y su muerte nos interpelan a los que formamos parte de Redes Cristianas a vivir el cristianismo con coherencia y poniendo en primer lugar a los pobres y a los que sufren por la violencia y la injusticia, y a seguir trabajando por una iglesia cuyas prioridades sean las que tuvo Monseñor Romero, cuya sangre -en un mundo sediento de testimonio- ha sido la mejor “teología narrativa” que podíamos recibir de un obispo:
«Como pastor estoy obligado por mandato divino a dar la vida por quienes amo, que son todos los salvadoreños, aun por aquellos que vayan a asesinarme. Si llegaran a cumplirse las amenazas, desde ya ofrezco a Dios mi sangre por la redención y resurrección de El Salvador.»
Su beatificación, y su eventual canonización posterior, devolverá –como dice su postulador- a los hombres de buena voluntad el legítimo derecho a enarbolar el ideal del amor a los otros hasta el extremo. “Y para los cristianos-católicos, lo hayamos conocido o no, será la expresión personificada del creyente que, con la coherencia de su testimonio y los principios fundamentales de su fe, entendió e hizo suya, con plena conciencia, la opción incondicional por la vida”.
Siguiendo el intrincado protocolo que nuestra Iglesia exige para seleccionar ejemplos existenciales que proponernos, el camino de San Romero de América (tal como lo bautizó Casaldáliga, recogiendo una costumbre popular iniciada el mismo día de su muerte) ha sido largo. En vida, sufrió por sus difíciles relaciones con algunos de sus hermanos obispos. Y, tras su muerte, sólo uno de los miembros de la Conferencia Episcopal Salvadoreña asistió a su funeral. Jon Sobrino nos cuenta que, aún años después, en marzo de 1996, monseñor Revelo (que fue en el pasado obispo auxiliar de Romero, y su gran adversario) le criticó, en un almuerzo con Juan Pablo II, por ser responsable de nada menos que “los 70.000 muertos que se dieron en este país”. Así que no es de extrañar los treinta y cinco años necesarios para llegar aquí. A pesar de que en pocas figuras se produce como en él la aclamación del pueblo sencillo con la que tradicionalmente se elegía a los santos. Y aunque contraste con lo notorios que han resultado, en décadas recientes, algunos procesos de beatificación y canonización desarrollados de forma fulminante, y que obviaron las controversias que ensombrecían a algunos de sus protagonistas. Ha sido, sin duda, decisivo -y muy de agradecer- el impulso dado al proceso por el papa Francisco, que en febrero pasado autorizó la promulgación del decreto para declararlo mártir de la Iglesia… Un obispo asesinado por «odio a la fe». Y, para escándalo de muchos, ¡a manos de otros cristianos!
Óscar Romero fue a lo largo de su vida un notable cristiano, sacerdote y obispo, de talante conservador, que tomó posesión del cargo de arzobispo de San Salvador el 22 de febrero de 1977, en una época particularmente convulsa en su país. El asesinato, unas semanas después, de su íntimo amigo, el jesuita Rutilio Grande, párroco comprometido con las Comunidades Eclesiales de Base y la organización de los campesinos, le llevó a convocar –en contra de la opinión del nuncio apostólico y de otros obispos- una misa única, para mostrar la unidad de su clero. Esta misa, celebrada en la plaza Barrios de San Salvador, fue el inicio de un profundo cambio personal, de una coherente radicalización, y de tres años de “vida pública” que –como a Jesús de Nazaret- le llevaron al martirio.
Monseñor Romero dijo la verdad pública, vigorosa, insistente, larga, repetida y responsablemente, con autoridad, y en fidelidad total al Evangelio. Las palabras de la homilía pronunciada la víspera de su asesinato son memorables:
«En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡cese la represión!»
Treinta y cinco años después, celebramos con el pueblo salvadoreño y con la Iglesia universal, mediante su proclamación como beato, lo que ya Ellacuría dijo en el funeral pronunciado en la UCA pocos días después del asesinato: “con Monseñor Romero, Dios pasó por El Salvador”.
Miles de salvadoreños recuerdan al obispo mártir en murales, estatuas y llaveros
San Romero de América: “Nunca van a callar la voz de un santo”
Todo preparado para la multitudinaria beatificación de este sábado en San Salvador
Monseñor Óscar Arnulfo Romero, símbolo de una Iglesia cercana a los pobres, será beatificado el sábado, aunque los salvadoreños ya lo arropan como un santo al que rezan por un país más justo y lo recuerdan en murales, estatuas y hasta llaveros.
Monseñor Romero será proclamado beato en una multitudinaria ceremonia en la plaza Salvador del Mundo de la capital salvadoreña.
“Monseñor Romero fue un hombre extraordinario, preocupado por su rebaño y es un ejemplo claro al mundo de un pastor que vivió y que sufrió junto a los más pobres”, reseñó monseñor Jesús Delgado, quien fue secretario personal de Romero.
El 23 de marzo de 1980, monseñor Romero en una homilía hizo un vehemente llamamiento a los soldados a desobedecer órdenes de disparar contra el pueblo: “Les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios, cese la represión“. Un día después del emotivo llamamiento, un francotirador de la extrema derecha le disparo en el pecho cuando oficiaba la misa ante en la capilla del hospital para cancerosos La Divina Providencia, en el norte de la capital.
El 30 de marzo, la multitud que acudió a su funeral fue dispersada a balazos por soldados que dejaron numerosos muertos.
El magnicidio de Romero, fue el detonante de una guerra civil que duró doce años (1980-1992) y dejó 75.000 muertos.
Su vida y la iglesia
Romero nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, un pueblo cafetalero en el departamento de San Miguel, a 156 kilómetros al noreste de San Salvador.
Su vida religiosa comenzó en 1931, cuando ingresó al seminario menor de San Miguel, donde fue conocido como ‘El niño de la flauta’, por el pequeño instrumento de bambú que heredó de su padre.
En 1937, fue aceptado en el seminario mayor San José de la Montaña, en San Salvador, y siete meses más tarde, viajó a estudiar teología en Roma, donde presenció las calamidades de la Segunda Guerra Mundial y fue ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942.
El 21 de junio de 1970, fue nombrado obispo auxiliar de la capital y, más tarde, obispo de Santiago de María, Usulután, el 15 de octubre de 1974, en momentos que comenzaba la represión contra campesinos organizados.
Conocido entonces por su postura conservadora, Romero fue ungido arzobispo el 23 de febrero de 1977, a sus 59 años.
En marzo de 1977, el asesinato de su amigo el sacerdote Rutilio Grande, junto a dos campesinos, transformó a Romero, quien hizo de la denuncia su bandera. Por las denuncias que transmitía por la radio católica YSAX y el semanario Orientación, Romero llegó a ser conocido como ‘La voz de los sin voz’.
Sencillo y admirado
Muchos salvadoreños lo recuerdan como un hombre sencillo, que disfrutaba de fotografiar escenas de la vida cotidiana. “Era sencillo, le gustaba el contacto directo con la gente. Me dolió su muerte, pues es de los pocos que he conocido que vivió íntegramente el Evangelio”, recuerda el artesano de la madera Fernando Llort, quien conoció personalmente a monseñor Romero. Llort recuerda que Romero visitó varias veces su taller en la ciudad de La Palma, a 86 kilómetros al norte de San Salvador y en una ocasión le pidió que le hiciera un báculo para usar en las misas.
Otros que quizás no lo conocieron en vida visitan a diario la cripta de Romero, en el sótano de la Catedral, donde los fieles se arrodillan, depositan flores, prenden velas y le rezan para pedir mejores tiempos en el país. Uno de tales visitantes, don Guadalupe Navarro, un albañil de 77 años devoto del pastor rememoró: “el día que lo mataron, lloré, perdíamos la esperanza de cambios en el país, pero hoy vemos una luz y esa luz es nuestro San Romero, nunca van a callar la voz de un santo“. Hoy, la imagen de Romero se multiplica en estatuas, murales, camisas, llaveros, y tazas con su rostro que se venden en las calles.
Ante su tumba han desfilado personalidades como el fallecido papa Juan Pablo II en 1983. Años después, en 2011, lo visitó Barack Obama.
Una Comisión de la Verdad creada por la ONU, culpó al fallecido mayor del ejército Roberto d’Aubuisson, fundador de la entonces gobernante Alianza Republicana Nacionalista, de derecha, de ser el responsable de “organizar y supervisar” el asesinato.
La causa para canonizar a Romero se abrió en la Iglesia Católica local en 1994 y en Roma en 1997. En abril de 2013, el papa Francisco desbloqueó el proceso y el 3 de febrero de 2015 firmó el decreto que reconoce a Romero como mártir de la iglesia.
Por su parte, y tal y como informa Radio Vaticana, el coordinador regional de Caritas en América Latina y el Caribe, el padre Francisco Hernández Rojas de Costa Rica explica cómo funciona esta red de Caritas en Latinoamérica compuesta por 22 conferencias episcopales y destaca la importancia de monseñor Óscar Arnulfo Romero quien será beatificado el próximo 23 de mayo en El Salvador. “Caritas América Latina y el Caribe es un órgano de comunión adscrito al Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) dentro del departamento de justicia y solidaridad del CELAM” en los que desarrollan varios ejes de trabajo, como el del medio ambiente, la gestión de los riesgos y las emergencias.
Otro de los ámbitos en los que trabajan es la ‘Dignidad, derechos humanos y construcción de paz’ del cual el padre Francisco Hernández explica que “el punto de partida siempre es la dignidad humana en la misma perspectiva que nos señala el Magisterio social de la Iglesia y desde allí queremos construir una perspectiva de derechos donde todos los seres humanos seamos sujetos de derechos, y también de deberes, y que puedan ser respetados y que podamos ser constructores y sujetos de nuestra propia historia…”.
En esta línea, el sacerdote costarricense señala a Radio Vaticano que “monseñor Óscar Arnulfo Romero es la expresión de la búsqueda de una sociedad justa, fraterna y solidaria como el ‘mínimo de la caridad’ así como nos enseña el Magisterio social de la Iglesia, expresado muy bien, magistralmente, por el Papa Benedicto XVI en -la Encíclica- Caritas in Veritae”. “Monseñor Romero es esa expresión de la entrega en la caridad de una Iglesia que quiere proteger a sus hijos, a sus hijas, que quiere defenderlos, que quiere que todos, cada uno de sus hijos y de sus hijas tengan iguales oportunidades, haya una sociedad equitativa, donde todos puedan encontrar los elementos necesarios para una vida humana tal como lo expresa el documento de Aparecida”.
(RD/Agencias)
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Por otra parte, crece la polémica por la organización de la beatificación de Mons. Romero. Organizaciones romeristas cuestionan el slogan de “Mártir por amor”. También critican que sectores que trabajaron por Romero no estén invitados al acto.
Cecilia Morales/ Antonio Soriano
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Organizaciones como Articulación Nacional de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBES), Tutela Legal María Julia Hernández, Comité Nacional Monseñor Romero, Comunidad Monseñor Romero Cripta, entre otras, alzaron ayer sus voces para cuestionar la organización de los actos de beatificación de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, programada para el próximo sábado.
Las organizaciones dicen sentir “temor” porque se desfigure el legado de Romero ahora que es una “marca oficial”. Critican el eslogan “Mártir del amor”. Dicen que puede ser cualquier cosa y que no dice nada del mártir por su pueblo. Recuerdan que el decreto del vaticano dice “por odio a la fe”. Este eslogan, según el colectivo, refleja a un Romero sin compromiso.
“Monseñor dio la vida en defensa de los pobres, de los excluidos, de los marginados, de las víctimas de violaciones de derechos humanos y ahora se lo pueden convertir en un santo totalmente pasivo”, expresó José Roberto Lazo Romero, uno de los miembros del colectivo y exempleado de Tutela Legal del Arzobispado. Lazo también criticó la forma de distribuir las zonas para el acto de beatificación al reservar un espacio para “pobres/campesinos” y no cree que la gente deba asistir al acto como una estadística. “La iglesia jerárquica debe tener más sensibilidad y le va a llevar bastante tiempo asumir este legado, su pensamiento, su pastoral y su opción preferencial por los pobres”.
Por su parte, el presbítero, Simeón Reyes, dijo que respeta la opinión de las organizaciones y lamentó que el acto esté creando divisiones. No obstante, defendió el trabajo que están haciendo las organizaciones del evento. Sobre el jingle de “Mártir por amor” se refiere a que Monseñor fue mártir “por amor a los pobres” o mártir por “amor a la justicia”. “Mártir por amor lo que hace es concentrar todos estos motivos fundamentales por los que Monseñor da la vida, que hayan algunos que no están de acuerdo, bueno lo respetamos”, declaró a Diario El Mundo.
El vocero de la organización rechazó que estén haciendo un uso mediático de Monseñor Romero. “Todo católico debe alegrarse por lo que está sucediendo, un beato, un santo no divide sino que ayuda a estar en más en comunión unos con otros, pueden estar en desacuerdo, pero es que es difícil estar en acuerdo con todos”, reflexionó el padre Reyes sobre las críticas a la ceremonia.
“Estamos en medio de una crisis eclesial donde importantes sectores intermedios importantes obstruyen el proyecto de Iglesia del Papa, una Iglesia “en salida”. Para destrabar el proceso y llevar adelante el proyecto es indispensable la movilización de las bases eclesiales que sólo ganarán fuerza en la medida que los sectores de la liberación y los sectores carismáticos caminaran juntos “, dice Pedro A. Ribeiro de Oliveira, sociólogo, en artículo publicado a continuación.
Pedro A. Ribeiro de Oliveira tiene un doctorado en Sociología por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Es profesor en la Maestría en Ciencias de la Religión de la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais – PUC-Minas, consultor ISER-Asesoría. Entre sus obras, destacamos Fe y Política: Fundamentos(Aparecida: Ideas & Letters, 2004), Fortaleciendo la red de una Iglesia misionera (San Paulo: Paulinas 1997) y Religión y dominación de clase (Petropolis: Vozes, 1985).
Aquí está el artículo.
El Papa asombró all mundo con su visita a Lampedusa, donde se solidarizó con los migrantes que buscan ilegalmente una mejor vida en Europa, Francisco mostró su proyecto de pontificado: una Iglesia “en salida”. Explicitó este proyecto en la exhortación “La Alegría del Evangelio” (# 20-24), donde dice preferir “una Iglesia accidentada, herida, embarrada por haber salido a las calles, a una Iglesia enferma por estar encerrada (# 49). Este proyecto está ganando la simpatía y el entusiasmo de muchas personas, dentro y fuera de la Iglesia Católica, pero hay fuertes indicios de resistencia a él dentro de la jerarquía católica, porque va en la dirección opuesta a la línea de los dos pontificados anteriores, centrados en el proyecto que se puede llamar restauración identitaria. Haciendo un análisis de coyuntura de la situación, me parece que estos dos proyectos están ahora en “empate técnico”. ¿Es posible desbloquear el impasse que impide la actualización de la Iglesia propuesta del Concilio Vaticano II que viene? Analizar el problema desde el punto de vista sociológico es el propósito de este artículo (1).
La elección de Juan Pablo II marca el comienzo del proceso de restauración identitaria de la Iglesia Católica: proyecto de reafirmación de la Iglesia y de sospecha de todo lo que no tuviera la marca católica. Su propósito no era volver al pasado tridentino, pero imponer la interpretación del Concilio Vaticano II desde el Concilio Vaticano I, que convirtió la autoridad del Papa suprema e incontestable sobre toda la Iglesia Católica. Contando con la participación del teólogo Joseph Ratzinger, que le sucedió en el papado, Juan Pablo II utilizó varios instrumentos eclesiásticos para implementar este proyecto, siendo el principal: el nombramiento de obispos en sintonía con la misma línea, la reforma del derecho caónico y la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica y las normas restrictivas para la liturgia.
Este proyecto encontró apoyo en los movimientos eclesiales como el Opus Dei, Comunión y Liberación, Focolares, Camino Neocatecumenal, Renovación Carismática Católica y otros de un alcance más pequeño a nivel global. La gama de alianzas formadas por el Papa, la Curia Romana, los obispos de su confianza en las diócesis clave, y los Movimientos eclesiales procedieron a difundir su propia interpretación de los documentos promulgados por el Concilio como la única interpretación auténtica, mientras que descalificaban a cualquier divergencia.
Así, Juan Pablo II y Benedicto XVI reforzaron la tradición tridentina que ve en la salvación individual de las almas la misión propia de la Iglesia – como dijo Benedicto XVI al episcopado brasileño, 12 de mayo 2007 – mientras que la población católica quiere protección, cura y seguridad (catolicismo popular), una alegre convivencia y cercanía con lo divino (catolicismo carismático) y la reafirmación de la fe en otro mundo posible donde la Justicia y la Paz se abracen ( catolicismo de la liberación). Sin darse cuenta que la salvación de las almas a través de los sacramentos está perdiendo terreno, minada por paradigma técnico-científico de la modernidad, el hedonismo favorecido por el acceso al mercado de consumo, por la valoración y apreciación de la vida terrena y la incredulidad en el infierno, la Iglesia ve la reducirse el número de sus fieles, especialmente entre los jóvenes (2).
Dada esta falta de coincidencia, la Iglesia busca atraer fieles ofreciéndoles espectáculos religiosos que combinan entretenimiento, misa y devociones (marianas, los santos y el Santísimo). Estaciones de radio y televisión, así como los santuarios se convierten en el escenario de este espectáculo religión-media donde los sacerdotes atrajeron mucho público, pero más allá de las emociones del espectáculo, cada uno vuelve a su vida cotidiana sin fortalecer sus lazos con la Iglesia.
Todo esto debilitó el impulso de las innovaciones introducidas por el Concilio (la actitud ecuménica e interreligiosa, Teología de la Liberación, las Comunidades Eclesiales de Base, los órganos colegiados, la liturgia inculturada, la renovación de la vida religiosa, la apertura de los seminarios, y otros), pero sin implementar un nuevo modelo de Iglesia Católica capaz de diálogo con el mundo contemporáneo. La rigidez de la Iglesia para insistir en su convicción de ser eportadora de la verdad absoluta en contraposición al “relativismo” del mundo ha creado una barrera de comunicación entre ellos. Por un lado estaba el cuerpo clerical facultado por el proyecto de restauración identitaria; y del otro estaba la gran masa de laicos y laicas reducidos a la condición de auxiliares de los curas, sino de simples usuarios de los servicios religiosos.
El fracaso del proyecto de restauración identitatira llevó a la renuncia de Benedicto, pero no desmanteló su red de apoyo: ella tiene todavía tiene adeptos en la Curia romana – su bastión principal – en los Movimientos eclesiales que explícitan o disimuladamente cultivan la tradición tridentina, entre muchos obispos, sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas formados para ese modelo de iglesia. Aunque estos sectores declaran su obediencia piadosa al Papa, hay indicios de que a ellos les desagradan tanto las críticas de Francisco a la ostentación mundana de las personas consagradas, como su aliento a una Iglesia pobre y servidora de los pobres.
Por otra parte, no se puede olvidar la importancia del patrimonio y activos económicos acumulados por la Iglesia: ellos pueden asegurarle una sobrevida independientes de los fieles.
Ante esta situación de “empate técnico” entre los dos proyectos, ¿Cómo será la forma de un desempate para la Iglesia “en la salida”? Como se dijo antes, este desempate se decidirá ante la base formada por la gran comunidad católica, más que en los tribunales eclesiásticos. Es entonces necesario examinar qué sectores de la comunidad católica tienen afinidad con el proyecto de Francisco.
La Iglesia “en salida” no puede contar ni con los Movimientos tradicionalistas, ni con los oriundos de Renovación Carismática que vuelven a los tiempos de Pío XII – como Shalon, Toca de Assis, Nueva Canción y otros. Tampoco puede contar con los fieles practicantes del catolicismo popular- devocionales y protector. El apoyo de la Iglesia “en salida” sólo puede residir en sectores cuyas raíces se encuentran en el Concilio Vaticano II: por un lado, el sector polarizado por las Comunidades Eclesiales de Base y Pastoral Social; y por el otros, los diversos grupos congregados por el Movimiento carismático. Veamos esto más de cerca.
El catolicismo de la liberación es fruto de la recepción latinoamericana del Concilio Ecuménico de 1962 a 1965 y tuvo importancia por el desempeño de las Comunidades Eclesiales de Base – CEB – Pastoral Social junto con los movimientos sociales. Tiene su fundamentación en la Teología de la Liberación que, mientras era descalificada en espacios eclesiales oficiales, se mantiene muy viva en la sociedad brasileña. Aunque minoritario tiene,en el episcopado, el clero y sobre todo en la intelectualidad católica
El catolicismo carismático es hoy la forma hegemónica de la Iglesia en Brasil. Introducido en la década de 1970 por la Renovación Carismática Católica – RCC – que combina la oración de alabanza, la música y la curación. Su organización a través de los grupos de oración apoyados por equipos de servicio le dan una gran autonomía respecto a las autoridades eclesiásticas, mientras que su énfasis en la práctica de los sacramentos favorece su integración en las estructuras parroquiales. En la década de 1990 el movimiento carismático se dividió en dos partes: uno asume la pastoral de las parroquias dándole el tono carismático, mientras que los otros forman “comunidades de vida” y ” de alianza”, que poco a poco retornaron al catolicismo de la salvación individual revestido con un estilo carismático. Es necesario tener en cuenta esta distinción, porque la RCC no se identifica con esos Movimientos ni con los sacerdotes mediáticos y si con los grupos de oración. También hay que señalar que si bien la forma carismática es hegemónico hoy en la mayoría de las parroquias y las diócesis de Brasil, su fundamentación teológica sigue siendo frágil.
Obsérvese que tanto el catolicismo de la liberación como el carismático nacieron del Concilio Vaticano II, a pesar de que han tomado caminos divergentes: mientras que los sectores polarizados por la CEB y la Pastoral Social, buscan hacer realidad el Reino de Dios en el mundo de los pobres, los sectores sintonizados con RCC quieren implantarlo en el corazón de cada persona; mientras unos realizan celebraciones que nutren la relación entre la fe y la política, los otros hacen celebraciones de alabanza. Tales diferencias, sin embargo, no implican necesariamente incompatibilidad entre estos dos frutos del Concilio Vaticano II, pues son como dos hermanos separados por las circunstancias históricas y no por enemistad o antagonismo de fondo. En este sentido, hay que recordar dos cosas: crece tanto el número de animadores CEBs que son miembros de grupos de oración carismáticos, como el número de personas que participan activamente en las luchas sociales sin abandonar el camino de la oración carismática.
Llegamos a la conclusión de este análisis de coyuntura eclesiástica recordando que Francisco comenzó su pontificado – con la construcción de puentes – pidiendo que oren por él. Pero no sólo orar. También es necesario movilizar a la comunidad católica para la realización de su proyecto. Después de años habituados a entender la “misión” como rebaño de personas atraídas por la Iglesia para llevarlos a la práctica de los sacramentos, asumir el proyecto de la Iglesia “en salida” requiere elaboración teórica y acciones prácticas. Teórica, porque se trata de recuperar y actualizar la visión del Concilio Vaticano II; practicar, porque se trata de construir una “nueva manera de ser Iglesia” no desde el templo, sino de las casas y la calle.
Francisco es sin duda el personaje principal de este proyecto, pero sólo podrá lograrlo con la ayuda de los sectores intermedios de la iglesia – obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas – y la movilización de las bases. En esto radica el punto clave de este análisis: de la participación activa de laicos y laicas depende el éxito del proyecto de Iglesia “en salida”. En este sentido, es esencial la reconciliación y el entendimiento entre los sectores católicos polarizados por las CEBs y Pastorales Sociales y los sectores de los y grupos agregados de oración de raíces carismáticas. Desde allí se puede hacer crecer su cooperación en favor del éxito del proyecto de Iglesia “en salida”.
Estamos en medio de una crisis eclesial donde sectores intermedios importantes obstruyen el proyecto papal de Iglesia “en salida”. Para desobstruir el proceso y llevar adelante el proyecto es indispensable y esencial movilizar a las bases de la Iglesia que sólo ganarán fuerza en la medida que los sectores de la liberación y los sectores carismáticos caminaran juntos. Esta tarea no es fácil, pero es en la crisis que somos más creativos.
¿Cómo puede suceder esto? ¿Será posible, celebrar la Eucaristía, sin pan y sin vino? ¿Cuál es el efecto del rito y los símbolos en una celebración? ¿Acaso no perderá la liturgia su sentido? ¿Quién o quienes pueden dar sentido a la Liturgia Eucarística?
Un rito, con símbolos, estáticos, sin motivación, sin explicar, es una liturgia sin vida, y lleva a que los fieles se duerman.
La Eucaristía, tiene el encanto de lo divino, del saber compartir, con todos los hermanos/as. Es través del rito y los símbolos, hacer presente lo invisible de la Esencia Divina, entre nosotros/as. Esto es posible, si hay una participación activa La Eucaristía además de ser agradecimiento, es un compromiso, en el que todas/os estamos invitados a realizar de manera concreta. La entrega y el compromiso no es solo de quien preside, nos atañe a todas/os.
Todo parte del conocer y vivenciar nuestro Bautismo. Allí se inicia, el proceso de nuestro crecimiento en la fe y compromiso con la Iglesia Pueblo de Dios.
Es el momento del Ofertorio. ¿Qué vamos a ofrecer? Quien preside, presenta el cáliz y la patena, sin pan y sin vino. “Todos somos responsables de las injusticias, pobreza y violencia que se vive en el mundo. Si hemos venido a celebrar la Eucaristía, qué vamos a ofrecer, a la Esencia Divina, que le vamos a presentar?” El cáliz y la patena, se fue pasando de mano en mano, en silencio…hubo lágrimas.Cada uno de los participantes, fue sintiendo el desafío de su compromiso: “Ofrezco mis debilidades”, “mis temores”, “mis cobardías”, “mi silencio cómplice”, “mi falta de compromiso”, para que la Esencia Divina de la Vida; “me sane”, “me liberé”, “me de coraje”. “La ausencia de pan y vino, nos habla de pobreza, hambre, injusticias, corrupción, egoísmo, marginación, falta de amor, paz y generosidad.” Alguien dijo: “es hora a celebrar verdaderamente la Eucaristía y hacerla realidad, es hora de renovar nuestro compromiso bautismal y entregarnos en cuerpo y alma”. Somos cada uno de nosotros/as quienes nos debemos presentar al Cielo, sin intermediarios, que nos estropeen la relación con el Divino.No podemos desconocer la Iglesia Pueblo de Dios como comunidad cristiana adulta, como lo expresa Vaticano II:
“En la Iglesia hay una admirable variedad, pero es uno solo el Pueblo de Dios, sin desigualdades de los fieles en Cristo y en la Iglesia…” L.G 32.
La parábola del Buen Samaritano así nos lo reafirma: no se necesitan sacerdotes, ni intermediarios, espacios sagrados ni instituciones; hombres y mujeres que encontremos en nuestro camino, ellas/os son el templo de Dios. (Lucas 10:30-37). La Esencia Divina, esta presente en nosotros/as.”Hemos sido creados a su imagen y semejanza”.
A medida que se van escuchando estas intervenciones, sientes la presencia Divina y los pelos se nos ponen de punta. Es hora de hacer los cambios, y no esperar que los van a hacer por nosotros/as. Presentimos que al terminar la celebración, no vamos a salir iguales, en el fondo de nuestros interior, la Esencia Divina no ha estado sacudiendo.
La Comunidad es invitada a participar en la Consagración extendiendo sus manos sobre el Pan y el Vino, diciendo las palabras de la consagración con la persona que preside la liturgia eucarística.
Cuando todas/os estamos participando, se activa la presencia de Dios, en cada uno de nosotras/os. Su Presencia fluye de manera extraordinaria en cada uno/a inundándonos de energía, coraje, amor y ternura, haciéndonos sentir que todos somos importantes, y todos/as nos necesitamos los unos/as de los otros/as, por eso delante de Dios y de la Comunidad, nos damos el abrazo de Reconciliación y de Paz. Somos hermanos/as, somos una sola familia! Sentimos que se eleva, la autoestima de los presentes. Sienten que ellos/as también tienen algo que decir, algo que compartir, algo que aportar, no son desconocidos/as, son familia reunida convocados/as por la Palabra de Dios, (Mateo 18:20): “Allí donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, Yo estoy en medio de ellos”.
Cautivando la atención de los presentes, haciéndoles una motivación a participar activamente, rompiendo la timidez y mutismo, en que nos han sumergido, el clericalismo, nos atrevemos a celebrar la Eucaristía, ofreciendo el pan y el vino, símbolos de vida, de alegría, de abundancia, de salud, de energía. Cristo esta presente y nos invita: “hagan esto en memoria mía”: 1 Corintios 11:24.
Mujeres y hombres, con sentido religioso,en todos los tiempo, han buscado su relación con el Dios Creador, en todos los pueblos (indígenas y afros) los hemos encontrado en sus ritos y símbolos, evocando su Presencia.
Es fascinante descubrir, el poder influyente del rito, sus símbolos y sus beneficios en la Comunidad. El símbolo es capaz de hacernos transcender, al Infinito. Es la unión entre el Cielo y la Tierra, es el acceso a la Esencia Divina. No pueden ser acartonados, o estáticos, exigen flexibilidad y movimiento. Son la presencia de Dios, hecha luz, a través de nuestra fe.
“Que la Iglesia sea el lugar de la misericordia y de la esperanza de Dios, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado, animado a vivir la vida buena del evangelio. Y para que el otro se sienta acogido, amado, perdonado, alentado, la Iglesia debe estar con las puertas abiertas, para que todos puedan entrar. Y nosotros tenemos que salir de aquellas puertas y anunciar el evangelio.”
Comentarios desactivados en “Dimensión política de la Cuaresma y la Semana Santa”, por Arnaldo Zenteno S.J.- Comunidades Eclesiales de Base (CEB), Nicaragua.
Jesús fue ejecutado por ser ciudadano participativo lo religioso-político y en lo político.
Introducción.
La Cuaresma y la Semana Santa con toda razón las consideramos como un tiempo especialmente importante en nuestra vida cristiana. Y le solemos dar mucha importancia al modo como hacemos las Celebraciones de este tiempo. Esto es bueno sobre todo si hacemos las Celebraciones participativas y con bastante creatividad y encarnadas en la vida de nuestro Pueblo. Pero hay un riesgo importante que conviene tener muy en cuenta. El riesgo está en que hagamos estas celebraciones al margen o prescindiendo del contexto en que Jesús vivió esto que ahora celebramos. Y en el caminar histórico de Jesús, lo que celebramos tuvo un contexto cargado de la dimensión política de la vida.
Esto es evidente. Simplemente pensemos en que Jesús no muere de enfermedad, ni por un accidente, sino que es condenado y ejecutado por las autoridades religioso-políticas y por la autoridad política de su tiempo. Y el compromiso de Amor con que Jesús entrega la vida claramente asume esta situación desde que a lo largo de su vida va asumiendo los conflictos con esas autoridades como parte esencial de su compromiso por el Reino. En el evangelio de Marcos a los comienzos (cap.3) tiene el enfrentamiento por el sábado, y se unen los “buenos fariseos” con los “malos” herodianos para buscar cómo eliminarlo. En su vida pública, y esto es muy fuerte Jesús llega a llamar “zorro” a Herodes. Y podíamos analizar otros muchos ejemplos, pero mejor los invito a que vayamos analizando diversos momentos de la Cuaresma y de la Semana Santa.
Podríamos empezar con el Miércoles de Ceniza, pero ya pasó. Simplemente quiero recordar o notar que en gran parte aun siendo masiva en algunos lugares esa celebración, tiene un muy marcado acento individual- cada una-uno recibimos la Ceniza en señal de convertirnos, pero se pierde la dimensión colectiva, ya que el llamado de Jesús a la conversión por el Reino, es personal individual, pero también esencialmente es comunitario y es un llamado también a la Iglesia como tal. En esta Cuaresma una pregunta clave es ¿cómo Iglesia de qué tenemos que convertirnos?
Retomo pues algunos escritos que fui haciendo en el 2009 y 2010 y les doy unidad en torno a la dimensión política de la Cuaresma y Semana Santa, y de nuestra propia vida.
I) LA CUARESMA Y LOS POLÍTICOS. LAS TRES TENTACIONES DE JESÚS Y LAS TENTACIONES DE LOS POLÍTICOS
En las Lecturas de Cuaresma el Evangelio nos presenta tres tentaciones que enfrentó y superó Jesús. Eran tentaciones que querían desviarlo de su misión como Mesías al servicio del Pueblo. Y esas mismas tres tentaciones aunque las tenemos todas las personas de modo especial las enfrentan los políticos. ¿Podrán vencerlas?
1ª tentación: El provecho propio. Si eres Mesías, si eres dirigente, haz que estas piedras se conviertan en pan para saciar no el hambre del Pueblo, sino tu propia hambre. Es la tentación de usar su mesianismo en su propio provecho. No se busca en primer lugar la voluntad de Dios, el Amor y la Justicia, sino que en primer lugar se ven las necesidades personales del dirigente. Jesús multiplicó los panes, pero para el Pueblo y no para él mismo.
Y ¡Cuántos políticos usan su poder en beneficio propio! No ven las necesidades del Pueblo con hambre, sino que ellos que ya están hartos, acumulan más y más bienes, mejores y mejores salarios en dólares.
2ª tentación: El Prestigio. El tentador invita: Si eres el Mesías, tírate de lo alto del Templo. Muéstralo en obras llamativas, prodigiosas, de prestigio. Ese Mesías sería muy distinto del que nos presenta Isaías y encarna Jesús, o sea sería muy distinto del Mesías Servidor Fiel y humilde que está dispuesto a dar la vida.
Pero ¡cuántos políticos lo que buscan es la fama, el prestigio, el renombre, el aparecer en las inauguraciones de los centros de lujo o lo que buscan es que por sus buenas y desinteresadas obras les llamen bienhechores!
3ª tentación: El Poder. Satán promete: te daré la riqueza y el poder sobre las naciones, si postrándose me adoras. La respuesta de Jesús es tajante: solamente al Señor adorarás. Y en la última cena Jesús lava los pies a los discípulos y nos dice que “El no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida en rescate. El que quiera ser el primero que se haga el último y el servidor de todos los demás”. Y Jesús nos advierte:” no sean como los reyes que oprimen al Pueblo y todavía quieren que les llamen Bienhechores”.
Estas 3 tentaciones son tentaciones de todo dirigente y quizá más de los dirigentes políticos: Usar su puesto, su cargo, su influencia en primer lugar en beneficio propio, buscar la fama y el prestigio antes que el bien del Pueblo, y buscar y sacrificar todo para tener más riquezas y más poder. Y estas tentaciones ¿qué tan vigentes están hoy en Nicaragua? La Cuaresma y en especial la Semana Santa son un llamado de Jesús a convertirnos, a cambiar nuestros pasos y a no caer en la tentación. Y son también un llamado a no ser pasivos o indiferentes cuando los dirigentes sociales, religiosos o políticos caigan en esas tentaciones y opriman al Pueblo.
De caer en esas 3 tentaciones, Líbranos Señor.
II) EL CONFLICTO POLÍTICO DEL DOMINGO DE RAMOS
La Semana Santa se puede vivir de muy diversas maneras. Puede vivirse simplemente como días de vacaciones y si se puede pasarlas en el mar. Puede también vivirse con un barniz de Semana Santa viendo en la Tv películas de la Pasión de Cristo o Ben Hur.
Puede ser también simplemente una semana más.
Al decir esto no estoy haciendo ningún juicio moral, ni digo que eso sea malo. Simplemente digo lo que suele pasar. Hay otra manera de vivir la Semana Santa participando en las Celebraciones en los templos o Iglesias o en los Viacrucis en las calles.
Se puede suponer que esta es una buena manera en que los cristianos que lo juzgan conveniente, podemos celebrar la Semana Santa. Esto es verdad, pero todavía dentro de ese marco hay dos maneras bien distintas de Celebrar la Semana Santa. Y en esto quiero detenerme.
Se puede participar con mucha devoción en las tan ricas celebraciones litúrgicas de Semana Santa y también en lo que se vive en la religiosidad popular como La Judea, el Huerto, la procesión del silencio, el santo entierro. Eso está bien y da buenos frutos pues se centra en Jesús y en su inmenso Amor que lo llevó a dar la vida por nosotros en medio de tanto dolor, sufrimiento, traiciones y abandono.
Pero se puede celebrar eso aisladamente de lo que pasa en Nicaragua, y en particular de lo que le está pasando a tantos niños que están en la calle, tantos desempleados y emigrantes que son los crucificados de hoy día. Y lo que es también muy grave, se puede vivir fuera del contexto real en donde vivió Jesús los misterios de la Última Cena, Pasión, Muerte y Resurrección que estamos celebrando. Para remediar el primer aislamiento que menciono, se suelen tomar con razón varias iniciativas, por ejemplo en el Viacrucis en cada estación nos detenemos en el Viacrucis de Jesús y el Viacrucis del Pueblo. Y cada día en las Celebraciones se ora por las distintas necesidades de la población.
Eso está bueno y hay que hacerlo, y no quedarse en celebraciones como en el limbo, fuera del espacio y del tiempo. Recuerdo que en las CEB hace tiempo decíamos: La Misa y la vida siempre unidas. Y Pablo VI al final del Concilio Vaticano II, afirmaba que un mal muy grave de nuestro tiempo es la separación de la Fe y la Vida. Como voy diciendo, el unir la Fe y la Vida hay que hacerlo y seguirlo haciendo con Fe y creatividad.
Pero eso no basta si no tenemos presente el contexto real en que Jesús vivió y padeció lo que estamos celebrando. Por ahora vamos a detenernos a reflexionar en el
Domingo de Ramos.
DOMINGO DE RAMOS. Aquí se da un conflicto de visiones sobre el Mesías, y en torno al Templo. En la religiosidad popular y muchas veces en las celebraciones, se subraya la devoción al Señor del Triunfo o se habla de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y aun se habla de la entrada de Jesús como Rey, un Rey que entra humildemente en un burrito (subrayando la humildad de Jesús). Pero ese enfoque está muy lejos de la realidad que vivió Jesús. Días antes de esa entrada, Jesús va a Jerusalén en medio de amenazas de muerte. Leer más…
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