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“Lilith y Clara Campoamor”, por Juan José Tamayo

Martes, 8 de octubre de 2024
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IMG_7897Leído en su blog:

La guerra de los dos sexos es tan vieja como el mundo

“El 1 de octubre se cumplen (cumplieron) 93 años del reconocimiento del voto a las mujeres en España gracias al compromiso feminista de Clara Campoamor”

“Un mes antes había pronunciado un discurso memorable en el Parlamento en defensa de la igualdad política de los hombres y las mujeres apelando al mito bíblico de Lilith … La ignorancia sobre este personaje de la mitología hebrea es casi enciclopédica”

“Creada como Adán, a imagen y semejanza de Dios, se resistió a acatar la voluntad exclusiva del varón y prefirió volver a la nada, a los alvéolos de la tierra; y entonces, en la esplendidez del paraíso, surgió Eva, astuta y dócil para sumisión de la carne y del espíritu

El 1 de octubre se cumplen 93 años del reconocimiento del voto a las mujeres en Españagracias al compromiso feminista de Clara Campoamor. Un mes antes había pronunciado un discurso memorable en el Parlamento en defensa de la igualdad política de los hombres y las mujeres apelando al mito bíblico de Lilith.

Durante mis largos años de estudios de Filosofía, Teología y Biblia, nunca oí hablar de Lilith, cuyo descubrimiento fue muy tardío. La ignorancia sobre este personaje de la mitología hebrea es casi enciclopédica. Cuando explicaba la asignatura de “Las mujeres en el judaísmo” en el curso de Humanidades que impartí desde durante tres lustros en la Universidad Carlos III de Madrid, acostumbraba a preguntar al principio: “¿Quién fue la primera mujer de Adán?”. La respuesta era casi unánime: “Eva”. Pero siempre había una alumna que respondía: “Lilith”.

Y me producía una gran satisfacción, ya que su respuesta me daba pie para empezar la genealogía de la historia de las mujeres con el mito de Lilith como referente del no sometimiento de las mujeres a la voluntad de los varones, incluido el Yahvé hebreo, y como símbolo de la igualdad y del empoderamiento de las mujeres.

Quien sí conocía, y muy bien, el mito de Lilith era Clara Campoamor (Madrid, 1888-Suiza, 1972), abogada y política madrileña y una de las tres diputada de las Cortes Constituyentes de la II República Española, quien, como he indicado al principio, lo citó en su discurso del 1 de septiembre de 1931 en el Parlamento en defensa del voto de las mujeres, teniendo en contra a la diputada Victoria Kent.

IMG_7900En aquel discurso calificó de profunda piedad y de profunda ternura “estatuir el divorcio en España, porque no hay matrimonios deliciosos, y es insensato querer condenar a la indisolubilidad del vínculo cuando no haya manera de que se soporten dos en la vida, arrastrando uno de los cónyuges, o tal vez los dos, el peso de esa cadena, a la manera que arrastraban antiguamente los presidiarios aquellas bolas de hierro que marcaban la perpetuidad de su pena”.

Había diputados que se oponían al divorcio alegando que supondría un ataque a las ideas religiosas. Su respuesta no pudo ser más respetuosa, al tiempo que más coherente. Les reconoció de buen grado el derecho a que la sociedad respete sus creencias y a proteger el sacramento del matrimonio, pero les dijo que a lo que no tenían derecho era a imponer a toda la ciudadanía su criterio y su voluntad.

A dichos diputados les recordó que, en vez de cumplir la doctrina de Cristo, lo que hicieron fue “un pacto con el trono, y los pactos del altar con el trono se han hecho siempre en beneficio del trono y con desdoro del altar”, y que la bandera de las causas humanitarias, “no de caridad”, que ellos no recogieron, es la que se quiere llevar al proyecto de Constitución.

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Les echó en cara que incumplieran su mandato de conciencia, se alistaran con los poderosos y sirvieran al trono. Y les preguntó: “¿cómo podéis quejaros ahora de que nosotros recojamos esa bandera olvidada y caída y tratemos de levantarla para instaurar de una vez […] lo que es deber de ternura hacia los hermanos de todos los órdenes y en todas las esferas”.

Fue en este momento del discurso en el que se refiere a Lilith como prueba de lo vieja que es “la lucha de los sexos y presenta a la mítica primera mujer de Adán como paradigma de mujer que se niega a acatar la voluntad del varón. En dicho mito descansa una parte fundamental de la argumentación de Clara Campoamor. Este es su razonamiento:

Solo voy a haceros un pequeño recuerdo. Esta historia de la guerra de los dos sexos es tan vieja como el mundo. La vieja leyenda hebraica del Talmud nos dice que no fue Eva la primera mujer de Adán, sino Lilith, que se resistió a acatar la voluntad exclusiva del varón y prefirió volver a la nada, a los alvéolos de la tierra; y entonces, en la esplendidez del paraíso, surgió Eva, astuta y dócil para sumisión de la carne y del espíritu. De las diecisiete Constituciones dadas después de la guerra, tanto tres niegan o aplazan el voto de la mujer. Los hombres de esos países han reconocido que Adán no ganó nada con ligarse, en vez de a la mujer independiente, de voluntad propia y de espíritu amplio, a la Eva claudicante y sumisa” (cf. Isaías Lafuente, La mujer olvidada. Clara Campoamor y su lucha por el voto femenino, Temas de Hoy, 2011).

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En 2003, setenta y dos años después del discurso de Clara Campoamor, y quizá inspirándose en él, el cantautor canario Pedro Guerra dedicó una canción a Lilith en su disco “Hijas de Eva”, en la que le reconocía como la primera mujer que se negó a someterse al varón, a dejarse gobernar por él, y se decidió a volar.

“¿Quién fue la primera mujer
la que se hartó de vivir para Adán
y se marchó del Edén?

¿Quién fue la mujer que pasó
del paraíso del bien y del mal
y sin pensarlo se fue?

Ni heroína, ni princesa,
ni voluble, ni perversa,
crece libre y no se deja
someter.

¿Quién fue la mujer que también
surgió del polvo y la arcilla y no fue
hueso del hueso de Adán?

¿Quién fue la mujer que creció
en la subversión y no quiso entender
el sexo sin libertad?

Ni heroína, ni princesa,
ni voluble, ni perversa,
crece libre y no se deja
someter.

Lilith fue la primera mujer,
Lilith fue la primera mujer,
la primera mujer.

¿Quién fue la mujer que cansada
de vivir infeliz y atrapada
se decide a volar?

¿Quién fue la primera mujer
que independiente en su forma de ser
no se dejó gobernar?

Ni heroína, ni princesa,
ni voluble, ni perversa,
crece libre y no se deja
someter.

Lilith fue la primera mujer,
Lilith fue la primera mujer,
la primera mujer”.

IMG_7895Desde mi interpretación feminista, creo que Lilith es hoy uno de los símbolos más luminosos de la lucha contra el patriarcado. Ella es una mujer insubordinada y rebelde. Osa afirmar su propia identidad sin dependencia del varón, cuestiona el rol dominante del hombre y reclama paridad con él. Abandona a su compañero Adán desobedeciendo a Dios, que le manda someterse a él. Se atreve a invocar el nombre de Dios, algo que estaba prohibido en el judaísmo porque invocar su nombre era conocer su esencia y se consideraba un acto de soberbia.

Quebranta lo establecido y niega el orden social de las cosas. Aparece como mujer mala por ser insumisa en oposición a la mujer buena y sumisa asociada con la maternidad (Eva) y con la pureza (María). Abre la puerta a la transgresión e instiga el deseo prohibido. Es apátrida, extraña, autoexiliada. Creo que le es aplicable lo que dice Virginia Woolf de sí misma: “En mi condición de mujer, no tengo patria. Como mujer no quiero patria. Como mujer, mi patria es el mundo entero”.

A lo que la teóloga feminista Jane Schaberg añade: “Como mujer, no tengo religión. No soy judía o cristiana o musulmana o pagana. Como mujer soy judía y cristiana, musulmana y pagana”. Igualmente puede aplicarse a Lilith la descripción que hace Virginia Woolf de su amiga Ethel Smyth, compositora inglesa y dirigente del movimiento sufragista: “Pertenece a la raza de las pioneras, de las que van abriendo camino. Ha ido por delante, y talado árboles, y barrenado rocas, y construido puentes, y así ha ido abriendo camino para las que van llegando tras ella”.

Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las religiones “Ignacio Ellacuría”. Universidad Carlos III de Madrid y autor de ‘Religión, género y violencia’ (Dykinson, 2020, 2ª ed., 3ª reimpresión)

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“Lilith, Clara Campoamor y Pedro Guerra”, por Juan José Tamayo

Miércoles, 6 de octubre de 2021
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156689-clara-campoamorClara Campoamor

El pasado 1 de octubre se conmemoraba el 90 aniversario del reconocimiento del voto a las mujeres en España  

 Durante mis largos años de estudios de Filosofía, Teología y Sagrada Escritura nunca oí hablar de Lilith. Mi descubrimiento fue muy tardío. La ignorancia sobre este personaje de la mitología hebrea -antes, babilónica- es casi enciclopédica

Quien sí conocía, y muy bien, el mito de Lilith era Clara Campoamor (Madrid, 1888-Suiza, 1972). Lo citó en su memorable discurso del 1 de septiembre de 1931 en el Congreso de los Diputados, en defensa del voto de las mujeres

“Esta historia de la guerra de los dos sexos es tan vieja como el mundo. La vieja leyenda hebraica del Talmud nos dice que no fue Eva la primera mujer de Adán, sino Lilith, que se resistió a acatar la voluntad exclusiva del varón y prefirió volver a la nada. Entonces, en la esplendidez del paraíso, surgió Eva, astuta y dócil para sumisión de la carne y del espíritu”

“El 1 de octubre de 1931 se aprobaba en la Constitución de la República el artículo 36 que reconocía a las mujeres el derecho al voto con 161 votos a favor y 121 en contra. Era la primera vez que en la historia de España se lograba tamaña conquista”

Lilith, desde mi interpretación feminista, ella es hoy uno de los símbolos más luminosos de la lucha contra el patriarcado. Quebranta lo establecido y niega el orden social de las cosas

En 2003, poco más de setenta años después del discurso de Clara Campoamor, y quizá inspirándose en él, el cantautor canario Pedro Guerra dedicó una canción a Lilith en su disco “Hijas de Eva” en la que le reconocía como la primera mujer que se negó a someterse al varón, a dejarse gobernar por él, y se decidió a volar

Durante mis largos años de estudios de Filosofía, Teología y Sagrada Escritura nunca oí hablar de Lilith. Mi descubrimiento fue muy tardío. La ignorancia sobre este personaje de la mitología hebrea -antes, babilónica- es casi enciclopédica.

Cuando explicaba la asignatura de “Las mujeres en el judaísmo en un curso de Humanidades de la Universidad Carlos III de Madrid -lo hice durante diez años con una numerosa asistencia, mayoritariamente de alumnas-, acostumbraba a preguntar el primer día de clase: “¿Quién fue la primera mujer de Adán?”. La respuesta era casi unánime: “Eva”. Pero siempre había una alumna que disentía y respondía: “Lilith”. Ella llevaba razón en contra de la mayoría, influida sin duda por la imagen de Eva como la primera mujer de Adán, muy presente en el imaginario social.

Quien sí conocía, y muy bien, el mito de Lilith era Clara Campoamor (Madrid, 1888-Suiza, 1972), abogada y política madrileña y una de las tres diputadas de las Cortes Constituyentes de la II República Española, quien lo citó en su memorable discurso del 1 de septiembre de 1931 en el Congreso de los Diputados, en defensa del voto de las mujeres.

En aquel discurso calificó de acto de profunda piedad y de profunda ternura “estatuir el divorcio en España, porque no hay matrimonios deliciosos, y es insensato querer condenar a la indisolubilidad del vínculo cuando no haya manera de que se soporten dos en la vida, arrastrando uno de los cónyuges, o tal vez los dos, el peso de esa cadena, a la manera que arrastraban antiguamente los presidiarios aquellas bolas de hierro que marcaban la perpetuidad de su pena”.

Había diputados que se oponían al divorcio alegando que supondría un ataque a las ideas y los sentimientos religiosos. Su respuesta no pudo ser más respetuosa, al tiempo que más coherente. Les reconoció de buen grado el derecho a que la sociedad respete sus creencias y a proteger el sacramento del matrimonio, pero les dijo que a lo que no tienen derecho es a imponer a todos su criterio y su voluntad.

lilithLilith

A su vez, a los diputados que se oponían al divorcio apelando a razones de fe cristiana es recordó que, en vez de cumplir la doctrina de Cristo, lo que hicieron fue “un pacto con el trono, y los pactos del altar con el trono…se han hecho siempre en beneficio del trono y con desdoro del altar”, y que la bandera de las causas humanitarias, “no de caridad”, que ellos no recogieron, es la que se quiere llevar al proyecto de Constitución. Les echó en cara que incumplieron su mandato de conciencia, se alistaran con los poderosos y sirvieran al trono. Y les dirigió esta pregunta: “¿cómo podéis quejaros ahora de que nosotros recojamos esa bandera olvidada y caída y tratemos de levantarla para instaurar de una vez…lo que es deber de ternura hacia los hermanos de todos los órdenes y en todas las esferas”.

Es en este momento del discurso en el que se refiere a Lilith como prueba de lo vieja que es “la lucha de los sexos” y la presenta como paradigma de mujer que se niega a acatar la voluntad del varón. En dicho mito descansa una parte fundamental de la argumentación de Clara Campoamor en favor del divorcio. Este es su razonamiento:

“Solo voy a haceros un pequeño recuerdo. Esta historia de la guerra de los dos sexos es tan vieja como el mundo. La vieja leyenda hebraica del Talmud nos dice que no fue Eva la primera mujer de Adán, sino Lilith, que se resistió a acatar la voluntad exclusiva del varón y prefirió volver a la nada, a los alvéolos de la tierra; y entonces, en la esplendidez del paraíso, surgió Eva, astuta y dócil para sumisión de la carne y del espíritu.  De las diecisiete Constituciones dadas después de la guerra, solo tres niegan o aplazan el voto de la mujer. Los hombres de esos países han reconocido que Adán no ganó nada con ligarse, en vez de a la mujer independiente, de voluntad propia y de espíritu amplio, a la Eva claudicante y sumisa  (cf. Isaías Lafuente, La mujer olvidada. Clara Campoamor y su lucha por el voto femenino, Temas de Hoy, 2011).

El 1 de octubre de 1931 se aprobaba en la Constitución de la República el artículo 36 que reconocía a las mujeres el derecho al voto con 161 votos a favor y 121 en contra. Era la primera vez que en la historia de España se lograba tamaña conquista: “Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de 23 años, tendrán los mismos derechos electorales con forme determinen las leyes”.

Volviendo a Lilith, desde mi interpretación feminista, ella es hoy uno de los símbolos más luminosos de la lucha contra el patriarcado. Es una mujer insubordinada y rebelde. Osa afirmar su propia identidad, cuestiona el rol dominante del varón y reclama paridad con él. Abandona a su compañero desobedeciendo a Dios, que le manda someterse a él. Se atreve a invocar el nombre de Dios, algo que estaba prohibido en el judaísmo, porque invocar su nombre era conocer su esencia y se consideraba un acto de soberbia.

526px-Virginia_Woolf_1927Virginia Woolf

Quebranta lo establecido y niega el orden social de las cosas. Aparece como mujer peligrosa por insumisa, en oposición a la mujer buena y sumisa asociada con la maternidad (Eva) y con la pureza (María). Abre la puerta a la transgresión e instiga el deseo prohibido. Es apátrida, extraña, autoexiliada. Creo que le es aplicable lo que dice Virginia Woolf de sí misma: “En mi condición de mujer, no tengo patria. Como mujer no quiero patria. Como mujer, mi patria es el mundo entero”.

A esta afirmación la teóloga feminista Jane Schaberg añade: “Como mujer, no tengo religión. No soy judía o cristiana o musulmana o pagana. Como mujer soy judía y cristiana, musulmana y pagana”. Igualmente puede aplicarse a Lilith la descripción que hace Virgnia Woolf de su amiga Ethel Smyth, compositora inglesa y dirigente del movimiento sufragista: “Pertenece a la raza de las pioneras, de las que van abriendo camino. Ha ido por delante, y talado árboles, y barrenado rocas, y construido puentes, y así ha ido abriendo camino para las que van llegando tras ella”.

En 2003, poco más de setenta años después del discurso de Clara Campoamor, y quizá inspirándose en él, el cantautor canario Pedro Guerra dedicó una canción a Lilith en su disco “Hijas de Eva”, en la que le reconocía como la primera mujer que se negó a someterse al varón, a dejarse gobernar por él, y se decidió a volar.

“¿Quién fue la primera mujer
la que se hartó de vivir para Adán
y se marchó del Eden?

¿Quién fue la mujer que pasó
del paraíso del bien y del mal
y sin pensarlo se fue?

Ni heroina, ni princesa,
ni voluble, ni perversa,
crece libre y no se deja
someter.

¿Quién fue la mujer que también
surgió del polvo y la arcilla y no fue
hueso del hueso de Adán?

¿Quién fue la mujer que creció
en la subversión y no quiso entender
el se*o sin libertad?

Ni heroína, ni princesa,
ni voluble, ni perversa,
crece libre y no se deja
someter.

Lilith fue la primera mujer,
Lilith fue la primera mujer,
la primera mujer.

¿Quién fue la mujer que cansada
de vivir infeliz y atrapada
se decide a volar?

¿Quién fue la primera mujer
que independiente en su forma de ser
no se dejó gobernar?

Ni heroina, ni princesa,
ni voluble, ni perversa,
crece libre y no se deja
someter.

Lilith fue la primera mujer,
Lilith fue la primera mujer,
la primera mujer”.

Ahora se entenderá el porqué del título de este artículo en efemérides tan significativa.

Juan José Tamayo es teólogo feminista de la liberación y autor de ‘Religión, género y violencia’ (Dykinson, 21019, 2ª ed.)

Fuente Religión Digital

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Ángeles Álvarez: ‘No soy la única diputada lesbiana del Congreso’

Lunes, 30 de junio de 2014
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0_v77udlvpÁngeles Álvarez (53) posa en el Congreso de los Diputados, donde tiene escaño desde 2011. Antes, fue concejala en Madrid.BERNARDO DÍAZ

Fuente El Mundo:

Los 50 homosexuales más influyentes de España

Diputada por el PSOE desde 2011, es la primera parlamentaria que ha salido del armario

“Me gustaría saber qué pensaban los gays del PP cuando votaban contra sus derechos”

“La Reina ha vivido lo que cualquier mujer de su edad. Es una buena antena para el Rey”

¿Alcaldesas lesbianas? “Deberían saber que la gente sabe lo suyo”

JOSÉ LUIS ROMO

Angeles Álvarez (53 años) pertenece a la misma estirpe que Clara Campoamor, la de las mujeres que nacieron para ser libres y romper los moldes de la Historia. Menuda, reflexiva y feminista hasta la médula, esta diputada por el PSOE desde 2011 ha sido la primera mujer con ovarios para declararse abiertamente lesbiana en el Congreso. Llegar hasta este momento no ha sido fácil. A los 17 años tuvo que dejar Coreses, su pequeño pueblo de Zamora, y venirse a Madrid, “con una mano delante y la otra detrás”. Pero no le quedaba otra si quería vivir su vida conforme a su manera de entender el mundo.

 Curtida en la causa feminista (ha escrito varios manuales sobre violencia de género) y como concejala del Ayuntamiento de Madrid, ahora recorre con paso ágil todos los rincones de las Cortes, como en su día lo hicieron la propia Campoamor o Victoria Kent. Al posar para la foto, cerca de su escaño, señala irónica la estatua de Isabel La Católica junto a la tribuna. “Es la única mujer que ha estado siempre aquí”.

Ser la primera mujer abiertamente lesbiana del Congreso supondrá un cierto orgullo, ¿pero también soledad?

Te tengo que matizar una cosa: no soy la única lesbiana del Congreso, sí soy la única visible. Por tanto, no siento soledad. Siento que di un paso que me pidió una organización universitaria llamada Arkópolis y que creo que le debía al movimiento. Sí que da satisfacción poner en evidencia que el Congreso de los Diputados es un reflejo de lo que hay en la calle y, por supuesto, en la calle hay muchas más lesbianas de las que se ven.

¿Por qué cuesta tanto encontrar lesbianas visibles en la política?

Bueno también cuesta encontrar varones homosexuales. Digamos que ellos han dado primero el paso porque están más omnipresentes en toda la vida social y por tanto es más fácil.

angeles-alvarez-CONGRESO13¿Cree que es moralmente lícito que los políticos oculten su orientación sexual cuando legislan sobre materias que afectan a la sexualidad de los ciudadanos?

Yo he vivido alguna situación en la que un diputado de otro grupo parlamentario, en debates sobre derechos de gays y lesbianas y ante mi queja por la homofobia del Partido Popular, me miraba con los ojos muy abiertos, como diciendo: “No seas injusta, yo también soy gay”. Bueno, yo creo que eso no vale. Las complicidades políticas se muestran con los hechos políticos, no con la privacidad de cada uno. A mí me gustaría saber qué pensaban los gays y lesbianas del PP cuando votaron contra sus propios derechos o se recurrió el matrimonio igualitario. ¡Eso debe generar una esquizofrenia absoluta!

Pero la ‘armarización’ no es patrimonio de la derecha, Zapatero tuvo varios ministros que se negaron a hablar públicamente de su homosexualidad.

A veces, se siente presión y a la gente le inquieta que su vida política se pueda ver amenazada por manifestarte como gay o lesbiana. Pero este país ha dado los pasos legales suficientes para que la gente deje de tener miedo. El problema es que están en el armario en su vida privada. Quien está en el armario en la vida pública también lo está en la privada.

¿Pero se siente defraudada por compañeros de partido que no han dado la cara?

No, no creo que se deba forzar a la gente. Las personas tienen que entender que no pasa nada, que su vida no se va a ver afectada por eso. La gente de este país tiene interiorizada la normalidad en la vida cotidiana porque tienen amigos y familiares homosexuales. Por tanto, lo más ético es manifestarte como eres.

¿Usted nunca se ha escondido?

No, nunca. También te digo una cosa, cuando entré en el Ayuntamiento de Madrid me preguntaron si podían poner en mi ficha que estaba casada y dije que sí. “¿Pero puedo poner que estás casada con una mujer?”. Les respondí que podían hacerlo si en el resto de fichas ponían el sexo de las personas con las que estaban casadas el resto de concejales. O se pone para todo el mundo o para nadie. Esto es algo que me pasa mucho con mi pareja en la vida cotidiana.

¿Por ejemplo?

Desde que vas al hospital hasta cuando haces el seguro del coche. Siempre hay un señor en la ventanilla que me dice: “Se ha confundido, aquí tiene que poner el nombre de su marido” (ríe). Yo les digo que no. En ese momento la gente hace un click en su cabeza y se da cuenta de que en este país esto ya es algo normal. Estas pequeñas cosas son los gestos revolucionarios que cambian las cosas. De hecho, lo revolucionario no es ser gay ni lesbiana sino vivirlo con normalidad.

Hoy en día, las lesbianas siguen sin tener muchos personajes públicos como referencias…

Ahora, por fortuna está Internet. La primera vez que yo leí algo relacionado con el lesbianismo político fue en mi pueblo en la mítica revista ‘El viejo topo’. A mediados de los 70 era incluso exótico que una chica de un pequeño pueblo la comprase. Es verdad que aquí no hay muchas lesbianas visibles, pero todo está cambiando muy rápido. Cada uno debe escoger el momento, no hay que forzar a nadie. Pero sería aconsejable que lo hicieran.

Esta semana los Reyes se reunieron con ONGs de gays y lesbianas por primera vez en su historia, ¿algo está cambiando en la Corona?

Algo está cambiando en el país y si la Corona quiere ser un elemento de autoridad, respetada e incluso querida por la gente, tiene que estar próxima a la ciudadanía. Si la ciudadanía se compone también de gays y lesbianas, es normal que hagan estos gestos. La verdad es que me agradó mucho leer la noticia. Es el segundo gesto importante que hacen, porque en la proclamación no hubo misa ni acto religioso.

La Reina Sofía en el libro de Pilar Urbano se destapó con comentarios despectivos hacia el colectivo…

Yo creo que aquello fue una equivocación de la Reina si es que de verdad dijo aquello -porque parece ser que hubo interpretaciones respecto a lo que dijo-. Si lo dijo, mal. Si pusieron esas palabras en su boca, peor.

¿Doña Letizia en ese sentido es muy diferente?

Ella ha vivido lo que ha vivido cualquier mujer de su edad en este país. El Rey debe saber que tiene a su lado a una persona que posiblemente tenga una antena conectada con gente con la que tradicionalmente la Corona no ha estado conectada… O sea, que le va a venir muy bien.

Apoya la candidatura de Pedro Sánchez a liderar el PSOE, ¿es el candidato más ‘gayfriendly’?

Yo he trabajado con él en varias actividades relacionadas con esto y lo tiene absolutamente claro. ¡Es gayfriendly!

¿Por qué las alcaldesas no salen del armario?

Bueno, pues no sé por qué, porque yo no soy alcaldesa… Es que no sé en quién estás pensando (ríe). En cualquier caso, las alcaldesas deberían de saber que la gente sabe lo suyo.

¿Qué sintió al ver los insultos que recibió Zerolo cuando anunció su cáncer?

Son cosas absolutamente indignas y las cosas indignas a la gente decente les hace sentir mal. Seas gay o no. Quiero aprovechar que me preguntas por Pedro para decirte que es un hombre imprescindible, que ha hecho algo fundamental: hacer que este país se sienta orgulloso del Orgullo. A mí me emociona siempre hablar de él.

Precisamente, Zerolo ofició su boda con Teresa, su pareja…

Sí, me casé el mismo año que se aprobó la ley, en 2005, creo que fuimos de las primeras mujeres en Madrid que se casaron. La madrina fue Elena Valenciano. La verdad es que fue una boda, boda. Lo pasamos genial. Tanto que nos han pedido que repitamos la fiesta cuando hagamos 10 años. Asistieron los hijos menores de nuestros amigos, niños y niñas de siete u ocho años, que luego fardaron en el colegio de que habían ido a la boda de dos chicas. A mí aquello me pareció lo más. Hoy en día son ya adolescentes con los que tenemos una relación estupenda. Para que veas cómo es la normalización.

¿Se han planteado ser madres?

No, no. Tenemos muchas amigas con hijos adoptados o propios, así que tenemos mucha sobrinada. En Navidad celebrábamos con ellas la fiesta de las reinas magas. Ya han crecido.

Aunque salió del armario públicamente el año pasado, no se ocultaba. ¿Cómo vivió aquella jornada más mediática?

Tuve muchos mensajes de guasa de mis amigos. En plan, “no sabía que habías salido del armario”. Se rieron de mí, pero bueno.

¿Alguna vez se ha sentido discriminada en su carrera política por ser lesbiana?
En absoluto. Jamás.

¿Y en su vida privada?

Siempre me he movido en ambientes feministas y he tenido la suerte de vivir mi lesbianismo con una libertad absoluta. La gente que se ha acercado a mí, siempre ha sabido lo que había.

¿Es consciente de que eso no es lo habitual, y menos en una persona de su generación?

Ya te he dicho que soy de un pueblo pequeño. Sé lo que significa ser lesbiana en un pueblo de Castilla. Lo sé tan bien que me tuve que ir de uno con 17 años.

¿Alguna vez ha imaginado cómo sería su vida si se hubiera quedado allí?

Me hubiera resultado muy difícil vivir en un espacio hostil a cualquier tipo de vida que no fuese el del estereotipo heterosexual. Yo creo que la gente joven que vive en los pueblos pequeños tiene que darse alguna vuelta. Aunque, ahora, por suerte, gays y lesbianas tambien se casan ya en los pueblos. Por eso fue tan importante la ley del matrimonio igualitario de José Luis Rodríguez Zapatero, porque ha cambiado la vida de muchas familias y de su entorno. Creo que nunca una modificación de un artículo del código civil tan corta ha cambiado tanto la vida de tanta gente.

¿Cómo recuerda su llegada al Madrid de final de los 70?

Encontré un Madrid donde aún se vivía la homosexualidad clandestinamente. Había bares que eran auténticos guetos. Al primer bar de ambiente que yo conocí en Madrid se accedía después de cruzar una barra americana. Eran bastante oscuros. El gueto termina haciendo unos ambientes desagradables, feos. La democracia cambió esa situacion rápidamente. Comenzaron a existir otros espacios. Yo regenté durante 10 años un clásico de los años 80 como fue El Barberillo de Lavapiés y ésos ya eran espacios abiertos y dignos.

¿Ha vuelto a su pueblo?

Sí, precisamente el verano pasado, y fue un reencuentro estupendo. Vi a la gente a la que dejé atrás cuando me vine a Madrid. Sentí muchísimo afecto, cariño… y también mucha pena por haber perdido durante todo este tiempo la relación con quien pasé mi infancia. Me gustaría volver a encontrarme con los de mi quinta este verano. Creo que es importante que nos contemos muchas cosas.

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