“Como lámpara encendida”
“El lampadario”
Hoy día hay lampadarios para todos los gustos. Los hay electrónicos, que se activan con una moneda, y hasta los que pueden encenderse a larga distancia, incluso por Internet. Pero a mí me gustan los lampadarios de toda la vida, donde la vela se consume ante la imagen del Cristo o la Virgen como un trasunto de la propia existencia. Se quema la cera como me voy quemando yo, disminuyéndome con el paso del tiempo, las penas y alegrías de mi peripecia humana.
Cuando enciendo la llama, es como si tomara conciencia de que soy luz en la medida en que me voy gastando en iluminar en mi entorno y llegar a ser cera derretida un día, tarde o temprano; pasar de luz temporal, a reencontrarme con la luz total de la que broté.
En estos lampadarios entre las sombras entrañables de las iglesias de pueblo, con la moneda y la candela dejo mi plegaria y mi no-ser para ser, donde me igualo a la pobre viuda del evangelio, al publicano humilde, y al Cireneo que se arrima al dolor de los demás, y a cualquiera que vela vigilante en oración en medio de la noche. Quizás estos pensamientos movían al santo jesuita José María Rubio a exhortarnos a vivir “como lámpara encendida”.
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Pedro Miguel Lamet
Leído en 21rs:
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