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“Ucrania, Melilla y el buen samaritano”. Domingo 15º. Tiempo ordinario.

Domingo, 10 de julio de 2022
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thumbs_b_c_26ca008b97275d7d46bb64060961c27bDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre:

El domingo pasado, el envío de los setenta y dos discípulos nos hacía pensar en los miles de personas anónimas que difunden el evangelio en todas partes del mundo. Este domingo, la parábola del buen samaritano nos recuerda a tantísima gente que ha puesto en práctica su enseñanza. Cuando comenzó la guerra de Ucrania, hubo conductores que recorrieron miles de kilómetros para salvar a mujeres y niños y ponerlos a salvo entre nosotros. En todos los países de la Unión Europea se ofreció casa, comida, vestidos, cariño. Esto no debe hacernos olvidar lo difícil, casi imposible, que resulta a veces comportarse como el buen samaritano. Pero el contexto actual ayuda a comprender mejor la parábola y la gran dosis de mala idea.

1ª lectura. Una receta rápida para salvarse (Deuteronomio 30,10-14)

¿Existe esa receta? ¿Es fácilmente asequible? La respuesta del Deuteronomio es clara: no hay que subir al Himalaya ni atravesar el Atlántico para saber lo que Dios quiere de nosotros. Está escrito “en el código de esta ley”, que se limita a los capítulos 12-26 del Deuteronomio. No se trata de estudiar mucho sino de convertirse con todo el corazón y toda el alma, y de poner en práctica lo que allí se dice.

Moisés habló al pueblo, diciendo:

            ‒ Escucha la voz del Señor, tu Dios, guardando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el código de esta ley; conviértete al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma. Porque el precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni inalcanzable; no está en el cielo, no vale decir: “¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará para que lo cumplamos?” Ni está más allá del mar, no vale decir: “¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?” El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.

            Pero al Deuteronomio le ocurrió un problema. Aunque el texto era intocable, y nadie estaba autorizado a quitar ni añadir nada, la interpretación de sus normas fue creciendo de forma incontrolada. En tiempos de Jesús, el judaísmo contaba 613 mandamientos (365 prohibiciones y 248 preceptos) capaces de volver loco a cualquier persona.

            Ante este cúmulo de mandamientos, es lógico que surgiese el deseo de sintetizar, o de saber qué era lo más importante. A propósito de los famosos rabinos Shammay y Hillel, que vivie­ron pocos años antes de Jesús, se cuenta la siguiente anécdota. Una vez llegó un pagano a Shammay, famoso por su intolerancia, y le dijo: “Me haré prosélito con la condición de que me enseñes toda la Torá mien­tras aguanto a pata coja”. Él lo echó, amenazándolo con una vara de medir que tenía en la mano. Entonces fue a Hillel, famoso por su tolerancia, que le dijo: “Lo que no te guste, no se lo hagas a tu prójimo. En esto consiste toda la Ley, lo demás es interpreta­ción”. También del Rabí Aquiba (+ hacia 135 d.C.) se recuerda un esfuer­zo parecido de sintetizar toda la Ley en una sola frase: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo; este es un gran princi­pio general en la Torá”.

            En los evangelios hay diversos intentos de simplificar la cuestión con una respuesta breve y drástica. El más famoso es la Regla de oro, con la que cierra el evangelio de Mateo el Sermón del Monte: “Tratad a los demás como queréis que os traten a vosotros. En esto consiste la ley y los profetas” (Mt 7,12). El tema reaparece en el episodio de hoy, cuando le preguntan a Jesús cuál es el mandamiento principal. El relato de Lucas introduce cambios muy significativos en el de Marcos.

El escriba bueno de Marcos

            Los escribas, equivalentes a los doctores de teología actuales, pero con mucho más poder, autoridad y prestigio, no quedan bien en los evangelios. Generalmente aparecen junto a los fariseos, como adversarios de Jesús. Menos en este caso de Marcos, donde un escriba pregunta a Jesús cuál es el mandamiento principal, y él le responde: amar a Dios y amar al prójimo. La reacción del escriba es alabar a Jesús, que le devuelve la alabanza.

El escriba malintencionado de Lucas

            El protagonista del relato de Lucas no viene con buena intención, pretende poner en un aprieto a Jesús; y no plantea una cuestión teórica (“¿cuál es el mandamiento principal?”) sino muy personal: “¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”.

            Jesús no cae en la trampa. En vez de responder, pregunta: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?” Y el legista se ve obligado a reconocer que sabe perfectamente lo que debe hacer: amar a Dios y al prójimo. Jesús, con cierta ironía, le indica que su problema no consiste en saber lo que tiene que hacer, sino en hacerlo.

            Aquí podría haber terminado todo. Pero el legista, que tiene la sensación de haber quedado en ridículo, para justificarse plantea una cuestión filosófico-teológica: “¿Y quién es mi prójimo?” Afortunadamente, Jesús no era alemán. No le da una conferencia de Antropología ni le escribe un Manual de quinientas páginas intentando aclarar esa intrincada cuestión. Se limita a contar una parábola.

            ‒ Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto.

            Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo.

            Lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo

            Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo,

            le dio lástima,

            se le acercó,

            le vendó las heridas,

            echándoles aceite y vino,

            y, montándolo en su propia cabalgadura,

            lo llevó a una posada

                        y lo cuidó.

            Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo:

            ‒ Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta.

           La parábola ofrece dos modelos de conducta: 1) la del sacerdote y el levita, que ante el pobre hombre asaltado y malherido por los bandidos dan un rodeo y pasan de largo, y 2) la del samaritano que siente lástima, se acerca, echa aceite y vino en las heridas, las venda, lo monta en su cabalgadura, lo lleva a una posada, lo cuida y paga su estancia. Son siete acciones, basadas todas ellas en el sentimiento inicial de lástima.

            Al legista podría resultarle ofensivo que le cuenten un cuento. Pero Jesús no le da tiempo a protestar, pasa directamente al ataque, obligándole a reconocer que lo importante es comportarse como prójimo.

            ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos? 

            Él contestó: El que practicó la misericordia con él.

            Díjole Jesús: Anda, haz tú lo mismo.

Lo importante no es discutir sino actuar.

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La mala idea de la parábola

            A muchos les gustaría limitar la parábola al ejemplo del samaritano y dejarnos con buen sabor de boca. Pero Lucas, del que siempre alabamos su bondad, resulta en este caso muy hiriente. No le basta un protagonista, necesita tres. Y los elige con toda la intención: un sacerdote, un levita, un samaritano.

            El sacerdote y el levita, los personajes especialmente consagrados a Dios, hacen exactamente lo mismo: dan un rodeo y siguen su camino. ¿Por qué actúan de este modo? ¿Porque son malos y egoístas? No. Porque si el herido no está herido, sino muerto, basta tocarlo para quedar impuro.

            La ley es tajante: “El sacerdote no se contaminará con el cadáver de un pariente, a no ser de pariente próximo: madre, padre, hijo, hija, hermano o de su propia hermana soltera, no dada en matrimonio. Queda profanado” (Levítico 21,2-4). Si no pueden contaminarse con un pariente, mucho menos con un desconocido al borde de la carretera.

            Y lo que se deduce es trágico: es la ley de Dios la que impide practicar la misericordia y comportarse como prójimo del herido.

            Lucas podría haber buscado como tercer protagonista a un cura progre o a un diácono permanente sin obsesión por la ley. Elige al menos indicado: un samaritano. El personaje más odioso y despreciable para un judío, miembro de un pueblo que, según el libro de los Reyes, “no veneran al Señor ni proceden según sus mandatos y preceptos”. Irónicamente, un representante de este pueblo que no venera al Señor ni procede según sus mandatos y preceptos es quien actúa con misericordia y se comporta como prójimo.

Reflexión actual

Sin caer en la crítica injusta a obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, la parábola nos hace pensar en tantos samaritanos agnósticos, ateos, homosexuales, lesbianas, etc., que se entregan plenamente a personas necesitadas. Pero la realidad actual podría proporcionar una final muy distinto a la parábola.

«Al cabo del tiempo, el legista se presentó a Jesús y le dijo:

– Maestro, he intentado poner en práctica lo que me dijiste. Vi multitud de personas hambrientas, enfermas, desesperadas, intentando huir de la guerra y del hambre. Quise acercarme a ayudarlas, pero tropecé con vallas y muros custodiados por la policía y el ejército.

Jesús miró al cielo, suspiró y le dijo:

– Llegará un día en el que no habrá vallas ni muros. Mientras, busca en otras partes. Siempre encontrarás gente a la que ayudar.

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Domingo XV del Tiempo Ordinario.10 julio, 2022

Domingo, 10 de julio de 2022
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“…, al llegar junto a él y verlo sintió lástima. Se acercó y le vendó las heridas, después de habérselas curado con aceite y vino; luego lo montó en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él.”

(Lc 10, 25-37).

Es llamativo pero las tres historias la del sacerdote, la del levita y la del samaritano empiezan casi de la misma manera: “al verlo”. La diferencia es que el samaritano al mismo tiempo que lo ve ya está llegando “junto a él” y los otros dos, antes de acercarse lo ven y se alejan definitivamente.

Cuando vemos las cosas “desde lejos” es más fácil “pasar de largo”. Cuando los acontecimientos nos tocan de cerca es más sencillo que nos impliquemos. Lo que nos convierte en “buenos samaritanos” es la capacidad de sentirnos “cerca” de las demás personas y de sus sufrimientos.

Y esa capacidad es una semilla divina, un rasgo que nos asemeja a Nuestro Buen Dios que quiso hacerse uno de nosotros.

Dios, para la fe cristiana, es el “próximo”, el Cercano. El que se ha mezclado en nuestra historia. En Jesús Dios se ha ENCARNADO y nos invita a acercarnos unos a otros.

Solo cuando “nos acercamos” empezamos a saber lo que tenemos que hacer. Desde lejos es imposible actuar y lo único que vemos con claridad son las dificultades.

Cuando nos quedamos a distancia nos sucede como al sacerdote o al levita: nos invade el miedo. Solo vemos problemas y peligros, y en consecuencia, huimos. Nos alejamos más y más. El miedo nos quita lo más divino que tenemos: el amor compasivo.

Pero cuando además de ver nos acercamos, nos asemejamos más y más a Dios Trinidad. Emerge la misericordia. “Verlo”, ver al hombre caído y conmoverse es nuestra esencia más profunda. Por eso, cuando nos mueve la misericordia hacemos milagros.

Os dejamos el ejemplo actual de Lucia Lantero.

Oración

Conéctanos, Trinidad Santa, con la misericordia que nos asemeja a ti. Permítenos “ver de cerca” para que se conmuevan nuestras entrañas. Amén.

 

*

Fuente:  Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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Si no te aproximas al que te necesita, te alejas del verdadero Dios.

Domingo, 10 de julio de 2022
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DOMINGO 15 (C)

Lc 10,25-37

Hoy la primera lectura nos da la clave para entender el evangelio. La voluntad de Dios no viene de fuera, sino que es una exigencia de nuestro ser. Dios no crea al ser humano y luego le impone unas obligaciones. Dios no tiene “voluntad”, porque no tiene partes ni cualidades ni potencias. Es un “ser” simplicísimo. Lo que Dios espera es que despleguemos esas posibilidades (exigencias) que nacen de nuestro ser más profundo. ¡Cuánto fundamentalismo se evitaría si tuviéramos en cuenta esta simple verdad!

El jurista sabía la respuesta, luego no pregunta para aprender, sino para examinar. Jesús se lo hace ver, haciendo que él mismo responda. Lo que no estaba tan claro era quién era Dios y quién era el prójimo. Aquí sí que había, y sigue habiendo, mucho que aclarar. Jesús habla de superar la Ley como venida de un Dios que desde fuera y desde arriba nos exige normas de conducta que van en contra de nuestros intereses. Como la primera lectura de hoy, Jesús habla de una ley no escrita que llevamos todos dentro y que hay que descubrir.

Solo Lucas narra esta parábola del “buen samaritano”. Como todas, no necesita explicación. Lo único que exige es implicación. El oyente tiene que tomar partido después de oírla. Si no lo hace, la narración carece de sentido. Se nos invita a descubrir una manera nueva de ser religioso, siendo más humanos. No basta tener muy buenas relaciones con el Dios del templo, aunque sea sacerdote o levita, hay que hacerse prójimo. La parábola nos propone dejar de considerarse a sí mismo el ombligo del mundo y poner en el centro al otro.

Cuando pregunto, ¿Quién es mi prójimo?, presupongo que puede haber alguien que no lo es y tendría que amar solo al que lo es. En algunos casos, en el AT, el prójimo tenía este sentido. La religión judía nació como un medio de aglutinar un pueblo en torno a un Dios, con unas obligaciones que le permitían asegurar una cohesión interna capaz de superar el egoísmo destructor. Para nada pensaban en un amor universal, sino en un amor a los pertenecientes al pueblo, con la finalidad de defenderse de los que no pertenecían a él.

La pregunta presupone que el ser o no ser prójimo depende de las circunstancias. Este es el fundamento de la mentalidad legalista que excluye toda aproximación. La ayuda al miserable desde el estricto cumplimiento de la Ley no excluye el sentimiento de superioridad. Cumplo lo mandado pero no me involucro en la situación del otro. Lo hago “por amor a dios”. Esta es la trampa donde hemos caído. Lo que hizo el Samaritano está a años luz de esta actitud. Se aproxima, lo cura, lo venda, lo lleva a la posada…

El relato es típico de la literatura oriental, pero los personajes implicados en él lo convierten en provocador. Los oficiales de la religión están demasiado preocupados por la legalidad y la pureza para preocuparse del otro. Para el sacerdote y el levita, lo primero era la Ley. Para el samaritano, lo primero era el hombre. El hereje, el idólatra, el impuro, odiado precisamente por no ser religioso, no está sujeto a normas externas, lleva la ley en el corazón. La palabra empleada en griego para indicar que se conmueve, nos indica que el Samaritano se dejó llevar por su verdadero ser desde el interior y acabó imitando a Dios.

La parábola, no deja lugar a dudas sobre lo que Jesús entendía por próximo. Prójimo es todo aquel con quien me encuentro en mi camino. Prójimo es aquel que me necesita. Estamos equivocados al pensar que el prójimo lo puedo determinar yo. Jesús nos dice que el prójimo se me impone, aunque yo puedo tomar la decisión de escamotear esa presencia e ignorarlo. Cuando me niego a verlo, estoy fallando, buscando excusas para escapar a esa imposición que me saca de mi programación, de mis planes, a veces tan religiosos ellos.

Estamos equivocados cuando pensamos que si me acerco a otra persona para ayudarla, estoy haciendo una cosa buena, pero que si no la ayudo, no pasa nada, porque yo soy libre de ayudarla o de no ayudarla. No vemos como una necesidad el ayudarla, sino como una posibilidad que se me ofrece y que yo puedo aprovechar. No, debemos sentir esa ayuda, como una urgencia. Soy capaz de programar un prójimo para una hora determinada, pero rechazo instinti­vamente al que se me impone sin mi consentimiento.

Tanto en el AT como en el evangelio, se entiende a Dios como cosa, es decir como alguien que existe al margen de la creación. Hoy sabemos que Dios está en las cosas, no al margen de ellas, ni por encima de ellas. Si pudiéramos ver la creación desde Dios veríamos que no se diferencia en nada de ella. La creación es la manifestación de Dios. Vista desde la criatura, sí hay diferencia, pero no por lo que la creación es, sino por lo que no es; por sus limitaciones. Dios es infinito, la criatura no, ni por separado ni en conjunto. Si en todas las cosas está Dios, es claro que en cualquier ser humano se está manifestando su presencia.

Aclaremos esta idea con el ejemplo de la luz. La luz no se puede ver. Los espacios intersiderales son inmensos vacíos en absoluta oscuridad, aunque los fotones los traviesan. Solo cuando los fotones tropiezan con la materia, puedo descubrir los reflejos de la luz en ese objeto. Esto pasa con Dios, no se le puede ver más que reflejado. Para cada uno de nosotros no hay más Dios que el que podemos ver en la creación. La conclusión es clara: No puedo pensar en un Dios al margen de la creación, porque sería un ídolo. Por lo tanto, no puede haber dos mandamientos. Amo a Dios solo en la medida que amo a sus criaturas.

Hay una frase que empleamos siempre para justificar nuestro egoísmo, pero que es verdadera: “el amor bien entendido empieza por uno mismo”. Efectivamente, descubriendo la luz que se refleja en mi propio ser, estaré capacitado para verla en los demás. El Dios que descubro en mí, es el mismo que debo descubrir en los demás. Si me doy cuenta de lo que soy en el Todo, veré al otro insertado en el Todo. Si creo que soy una mónada aislada, veré al otro algo distinto de mí, que me estorba, y no encontraré motivos para amarlo.

Cuando tenga claro esto, solucionaré el problema de mi egoísmo. Es falsa la creencia de que yo soy una individualidad aislada, que tengo existencia y consistencia propia. Yo, separado del creador y de las demás criaturas, no soy nada. Lo que constituye mi ser, y lo que constituye el ser de los demás, es la misma Realidad, Dios, que está fundamentando mi propio ser y el de los demás. Por tanto, no puedo ir en contra de los demás sin ir en contra mía. El día que descubra lo que no soy, habré dado un paso hacia el verdadero amor.

El prójimo está siempre ahí, a tu vera. Descubrirlo depende solo de ti. Siempre que te aproximas a otro para ayudarle, lo estás convirtiendo en próximo. Cada vez que haces a uno prójimo, te estás acercando a ti mismo y a Dios. Cada vez que superas tu egoísmo y pones al otro en el centro, te acercas a la plenitud de humanidad. Siempre que das un rodeo para pasar de largo ante el dolor ajeno, te estás alejando de ti mismo y de Dios. La religión que me permite vivir sin preocuparme de los demás será siempre falsa.

Meditación

Prójimo es todo aquel que me necesita
si estoy dispuesto a ayudarlo, a ser más humano.
No debo pensar solamente en las necesidades materiales.
Si creo que puedo amar a Dios desentendiéndome de otro,
es que no he entendido nada del mensaje de Jesús.
Si no descubro a la persona que me necesita,
es que no me preocupo de lo que pasa en mi interior.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Conocimiento… o compasión.

Domingo, 10 de julio de 2022
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Lc 10, 25-37

«Anda y haz tú lo mismo»

Es tan rematadamente sencilla la interpretación de esta parábola que apenas deja resquicio para añadir un comentario. Dos personas sagradas encuentran en el camino a un hombre malherido, se desentienden y siguen adelante. Un hereje samaritano, que también pasaba por allí, lo ve, se conmueve, se acerca, le atiende… Y ya está.

«Haz esto y tendrás la vida», le dice Jesús al letrado pedante que le había hecho una pregunta rebuscada para no quedar desairado delante de los suyos.

La genialidad de Jesús es que con esta historieta tan simple, tan comprensible por todos, nos sitúa ante el núcleo más íntimo de su mensaje; la compasión, pero aquí vamos a resaltar un aspecto concreto que consideramos básico para su seguimiento: el contraste entre la sabiduría estéril del letrado y la compasión activa del samaritano; entre su pregunta artificiosa y la sencillez extrema de la respuesta de Jesús.

«El evangelio es la sabiduría de los sencillos» —decía Ruiz de Galarreta, y la verdad es que el evangelio resulta muy difícil de entender desde el intelecto, porque lo de Jesús tiene poco que ver con el conocimiento, y mucho con el corazón…

Por Jesús sabemos que todo el conocimiento que no lleva al servicio es infecundo; que lo importante no es la teoría sino el comportamiento; que no es el entendimiento ni la razón lo que justifica nuestra vida, sino la compasión; el amor… Y es evidente que amar no tiene nada que ver con filosofar, con entender, sino con sentir, con conmoverse, con acercarse, con implicarse, con servir…

Así lo debieron entender sus primeros seguidores, y nos consta por “Hechos” que fueron consecuentes con su mensaje. Pero llegaron los sabios, quisieron hacer del cristianismo algo más culto, más acorde con las tendencias de la época, olvidaron su estilo, desnaturalizaron su mensaje y se equivocaron. Y nosotros nos volveremos a equivocar si tratamos de convertir su propuesta en algo para eruditos imbuidos de metafísicas doctas, o para iniciados en posesión de un conocimiento que el resto de mortales al parecer no tenemos.

Si algo es de Jesús debe ser comprensible por todos sin excepción alguna, y si no es así, no es de Jesús. Podrá ser algo valioso (o podrá no serlo), pero no de Jesús. Lo de Jesús es tan sencillo que podríamos arriesgarnos a resumirlo en una sola frase: “Dios me quiere y me invita a responder a su amor con amor a los demás” … y asumido esto, el resto de consideraciones que nosotros podamos hacer no dejan de ser simples notas a pie de página…

El letrado de la parábola conocía maravillosamente la ley, pero se quedaba en el conocimiento. El samaritano, un hereje inculto y despreciado, es puesto de ejemplo por Jesús porque lleva la Ley en el corazón, aunque no la conozca, o la conozca mal.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Sin rodeos ante el prójimo.

Domingo, 10 de julio de 2022
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El Evangelio de este domingo nos presenta la parábola del Buen Samaritano como eje central del mensaje. Es una parábola muy conocida y usada en cuestiones de moral social para enseñarnos cómo situarnos ante las personas que están en situación de necesidad. Muchos creyentes sentimos mucho respeto hacia esta parábola no solo por el compromiso con los que sufren, sino por su contenido provocador en cómo vivir coherentemente nuestra fe.

La parábola del Buen Samaritano está situada entre los pasajes que aluden al viaje de Jesús de Cafarnaún a Jerusalén. Es narrada a partir de un encuentro entre Jesús y un maestro de la ley. Este grupo de judíos eran eruditos en el conocimiento de la ley, pero la practicaban poco. El gesto de levantarse este maestro ya indica su posición de poder desde el status que la estructura religiosa judía le había concedido. El maestro de la ley pretende poner a prueba a Jesús. Su manera de acercarse a Jesús ya está condicionada por su objetivo de encontrar argumentos para denunciarle. Claramente se ve en ese diálogo que a Jesús no le interesa entrar en discusión. El maestro de la ley le pregunta qué hacer para alcanzar la vida eterna y Jesús responde remitiéndole a sus conocimientos, a su mundo judío, a encontrar respuesta en sus tradiciones y su universo religioso. El maestro no parece estar satisfecho con la contestación de Jesús porque nada ha dicho que pueda hacer sospechar. Por eso el maestro insiste: ¿Y quién es mi prójimo?Probablemente una respuesta teórica de Jesús hubiera sido motivo claro de enfrentamiento, sin embargo, prefiere una respuesta abierta y susceptible de interpretación. Su inteligente estrategia consiste en responder narrando una parábola. Sobre la cuestión del prójimo no se teoriza, es mucho más que un discurso explicativo, con el prójimo se actúa y no para alcanzar la vida eterna, sino para recuperar su dignidad. Jesús usaba con frecuencia el género literario de la parábola, una composición didáctica que impactaba en el oyente para posicionarse ante diferentes realidades necesitadas de liberación.

En esta parábola aparecen personajes o grupos de personas con sus respectivas actitudes que Jesús pone delante para cuestionarnos en lo que necesitamos mover para vivir más auténticamente nuestra fe.

Por un lado, el hombre herido que es asaltado por unos bandidos. La ruta que hacía este hombre era muy insegura, un camino desértico, solitario y buen refugio para salteadores. Solía haber muchos asaltantes en los bordes de estos caminos, muchos de ellos desesperados ante el empobrecimiento que estaba generando la carga de impuestos que debían pagar al Imperio. Incluso eran grupos organizados y manejados por otros.

El hombre malherido queda medio muerto y es visto por tres personajes que, sin duda, representan tres posiciones que podemos vivir ante la necesidad del prójimo. Estos personajes pasan por donde estaba este hombre y le ven, pero sólo uno reacciona implicándose en la situación. El sacerdote da un rodeo y pasa de largo. Los sacerdotes judíos lo eran por nacer en una familia sacerdotal y no por vocación. Debían vivir en un alto estado de pureza y no tocar a enfermos, sangrados o tener contacto con muertos, muy rigurosos y escrupulosos con estos ritos. Si hubiera tocado a este herido quedaría impuro y no podría celebrar la liturgia. Lo mismo ocurre con el levita. Un levita sería semejante a la figura de un sacristán: para organizar cantos, celebraciones litúrgicas, asistir a los sacerdotes y también lo eran por pertenecer a los descendientes de la tribu de Leví. También ve la situación, igualmente da un rodeo y pasa de largo.

La narración de la parábola se rompe cuando entra en escena un samaritano cuya actitud contrasta y pone en evidencia a los servidores del Templo. Jesús no inventa este personaje de manera casual, hay una clara intención de desmontar los elementos inútiles, perjudiciales y deshumanizadores de la ley. Los samaritanos eran muy mal vistos por los judíos porque creían en otros dioses o en ninguno y no pertenecían al Pueblo elegido. El samaritano no tiene ataduras a la ley, no se centra en su cumplimiento estricto, trasciende las normas paralizantes y es libre de lo más dogmático y cerrado. Su proceso de reacción es una clara referencia a lo que Jesús quiere que vivamos con respecto al prójimo. Primero siente com-pasión, es decir, padecer (sentir) con… Sus emociones se despiertan de una manera empática, se pone en el lugar del malherido y se hace hermano de su sufrimiento. Pero no es suficiente este primer paso. Con frecuencia nos quedamos en este universo emocional, que no está mal, pero raquítico para resolver lo que padecen nuestros hermanos y hermanas sufrientes. Esta com-pasión moviliza al samaritano para actuar. Dice el texto que con miseri-cordia, es decir, poniendo corazón en la miseria y necesidad, actuando de manera concreta y dando de sí mismo mucho más que un sentimiento. Esta es la ruta que Jesús vivió y que somos llamados a vivir todos sus seguidores y seguidoras. Sólo desde esa liberación del ritualismo, del deber hacer de una manera automática, de vivir sometidos a estrechas normas, se puede despertar nuestra capacidad de compromiso auténtico.

No olvidemos que el origen de esta situación parte de un maestro de la ley que busca respuestas para alcanzar la vida eterna, para salvarse. Jesús es radical en su propuesta a través de esta parábola. La salvación o plenitud humana pasa por reconocer mi dignidad y la dignidad de quien tengo al lado, no porque hacer el bien me vaya a “salvar” sino porque es mi hermano, mi hermana, y vamos a “salvarnos” juntos. Mirar al prójimo desde los aspectos más periféricos, sus roles, culturas, ideologías, nos va a conducir a una vida individualista, insolidaria, enfrentada y egocéntrica.

¿Cuáles son esos rodeos que damos en la vida para no hacernos cargo de nuestro prójimo? ¿Qué nos ata de tal manera que nos conformamos con tener la conciencia tranquila porque “sentimos” el dolor del otro? ¿Por qué no terminamos de asentarnos en una fe madura, adulta, comprometida y transformadora? Quizá este domingo sea una oportunidad para intentar liberarnos de aquello que nos paraliza y nos sigue manteniendo en nuestra zona de confort religiosa. Y claro que podemos conseguirlo si conectamos con lo esencial que somos y con quien nos hace SER permanentemente.

FELIZ DOMINGO

Rosario Ramos

Fuente Fe Adulta

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Provocación, Subversión, Compasión

Domingo, 10 de julio de 2022
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2355BAF6-A7D3-46B3-9603-F028831AFD6EDomingo XV del Tiempo Ordinario

10 julio 2022

Lc 10, 25-37

La conocida como “parábola del buen samaritano” constituye una joya universal y atemporal de humanidad, aunando en sí misma provocación, subversión y compasión.

Es un texto provocativo (literalmente, pro-vocar significa “llamar hacia adelante”) que busca desinstalar de creencias y seguridades rutinarias. Trasciende la formulación de la Ley y sus preguntas –“¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”-, llevando al interlocutor del mundo de las creencias a la realidad de la persona necesitada.

Es un texto subversivo, que coloca como prototipo de bondad a alguien (“un samaritano”) que era considerado “hereje” y “pecador” -alguien a quien la religión despreciaba-, al tiempo que muestra al sacerdote y al levita -los hombres del Templo- como errados en su comportamiento legalista.

Es un texto que sitúa la compasión como criterio definitivo de verdad y de acierto. ¿Cómo hacer para acertar en la vida? Brindando ayuda a la persona en necesidad. En ese principio se centra toda la práctica propuesta por Jesús: “Haz tú lo mismo”.

¿Qué lugar ocupa la compasión en mi vida?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Dios es un “buen samaritano”

Domingo, 10 de julio de 2022
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Ferdinand Hodler El buen samaritano, 1885Del blog de Tomás Muro la Verdad es libre:

01.- Compasión

Compasión significa “padecer-con”, “compadecerse”.

Al Evangelio de San Lucas se le conoce como el evangelio de la misericordia, de la bondad. Jesús en este evangelio siente compasión, siente lástima:

  • Jesús siente lástima ante la viuda cuyo hijo ha muerto. (Lc 7,13).
  • El Padre siente compasión ante su hijo perdido (hijo pródigo) (Lc 15,20).
  • El samaritano siente compasión, recoge y ayuda a aquel hombre que había quedado medio muerto en el camino de la vida, (hemos escuchado hoy).

Jesús fue un hombre de misericordia, que siente compasión y lástima ante el sufrimiento humano: sea ante los enfermos físicos o psíquicos, sea ante los pobres y débiles, sea ante la muerte.

Y Jesús es expresión –Palabra- de Dios. Jesús nos refleja quién y cómo es Dios: un Dios de misericordia y compasión. El Dios de Jesús es bueno. Haríamos bien en “cancelar del windows” que nos han enseñado la idea de un Dios justiciero y castigador. El Dios de Jesús es bueno, siente compasión de nosotros.

Sentir cercanía, compasión ante el dolor humano hace bien a todos y ese es el tono vital del cristianismo.

Ser cristiano es ser buen samaritano: sentir compasión.

02.- La religión.

Los sistemas religiosos viven en otros esquemas. El sacerdote (hombre de la ley religiosa) tenía motivos para no mancharse con la sangre del hombre malherido. La sangre le convertía en impuro.

Lo mismo el levita (hombre del Templo y del culto), tenía que acudir a celebrar los ritos religiosos correspondientes.

Por eso pasan de largo ante el hombre malherido, ante el sufrimiento humano. Tienen que cumplir con sus deberes religiosos. Su obligación religiosa se complicaba si atendían al herido.

Muchas veces los ministros del Templo dejamos a la gente malherida. Un hereje (samaritano) es quien se compadece y pone los medios para sanar al maltrecho en la vida.

Solo un hombre extranjero, medio pagano (samaritano), mal considerado por la ley y por el Templo, es quien siente lástima, se conmueve, interrumpe su viaje, su tiempo, su dinero y ayuda al que estaba abandonado en la carretera.

Bonhoeffer (1906-1945; ahorcado por los nazis en 1945) estando encarcelado escribió un puñado de cartas clandestinas a un amigo suyo (E. Betghe). En una de estas cartas dice: Hemos llegado a un tiempo en el que hemos de vivir cristianismo sin religión. La Iglesia del Reich apoyaba e iba hacia el Imperio. La Iglesia testimonial de Bonhoeffer, Betghe, Tillich, etc. propugnaba un cristianismo de misericordia, de salvar vida de los judíos…

    La afirmación: un cristianismo sin religión, causa un cierto vértigo. Pero, tal vez, hemos olvidado lo que es la compasión y la misericordia y nos pasamos la vida discutiendo un dogma, un rito litúrgico, unos modos eclesiásticos y pasamos de largo, como el sacerdote y el levita, ante el sufrimiento humano.

    En la parábola del buen samaritano no aparece ni una sola palabra o gesto estrictamente religioso. No hay alusiones a la ley, al rito, al templo, a los sacrificios, al dogma, etc.

    El samaritano pasaba por allá y sintió lástima, se acercó y le vendó las heridas, lo llevó al “hospital”, lo cuidó, pagó la factura del hospital (dos denarios), se comprometió a volver y puso todo lo que pudo para ayudar al otro.

03.- ¿Qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?

La parábola del Buen Samaritano comienza con la pregunta de un maestro de la ley: qué hay que hacer para tener Vida, vida definitiva, que dirá San Juan.

Si pensamos un poco a fondo es también nuestra cuestión y nuestro problema. ¿Qué hay que hacer en este pueblo y en esta civilización nuestra para tener vida, para poder vivir? Lo que está en juego es la Vida. ¿Cómo vivir bien?

¿Qué hay que hacer en la vida familiar, social, cultural, política, en la vida eclesial  para que podamos vivir, para tener vida?

¿Qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?

Sentir lástima, compasión.

    ¿La vida nos vendrá de la economía, de la democracia, de la sinodalidad, etc…?

La vida nos vendrá de o por la compasión.

Jesús siente lástima, compasión.

    Es casi ilusorio pensar que Ucrania y Rusia sientan compasión. La pacificación de nuestro pueblo, víctimas de la violencia, etc…, encontrarán vida  en la compasión, en sentir lástima por lo sucedido.

    Los viejos conflictos familiares necesitan compasión y sentir lástima.

Lo cristiano -y lo humano- está en la actitud del samaritano: sintió lástima.

Quizás dentro y fuera de la Iglesia, en los ámbitos educativos, políticos y eclesiásticos se nos ha olvidado ya lo que es sentir lástima y misericordia.

Vivimos de otros criterios, de otros valores. Pero se nos ha olvidado lo fundamental: el perdón, la misericordia, sentir lástima, compasión. (Hace unos días Ortega expulsaba de Nicaragua a las misioneras de los pobres de la Madre Teresa de Calcuta).

Gracias a Dios que la Iglesia del papa Francisco recupera la lógica del buen samaritano, de lo viviente, del que sufre, de los refugiados, etc., y Francisco clausura un periodo en el que la religión, la moral y la política estaban enfermas de abstracción y dureza, más interesados en la condición téorica y fantasmal de la corrección dogmática que en el prójimo y el que sufre. La Iglesia de Francisco ha pasado de ser la “santa Inquisición” a ser un hospital de campaña donde se curan heridas.

La profundidad de Dios es que Él mismo, Dios es un buen samaritano que nos acompaña en la vida. La hondura de Dios es bondad, no rito, ley ni dogma.

Prójimo es el malherido y quien sintió lástima y practicó misericordia.

 Anda y haz  tú lo mismo.

Cuando sufre un hombre y llora sin consuelo.
Cuando espera y no se cansa de esperar.
Cuando amamos el sentir de los sencillos.
VA DIOS MISMO EN NUESTRO MISMO CAMINAR.
VA DIOS MISMO EN NUESTRO MISMO CAMINAR.

Oración de los fieles

+   Oramos por los que están caídos, medio muertos por las cunetas de la vida: drogadictos, depresivos, emigrantes, mujeres con malos tratos, encarcelados, pobres, sin techo…

Ayúdanos a ser buenos samaritanos:

anda y haz tú lo mismo.

+   Recordamos con afecto al papa Francisco. Ayúdale, Señor, a devolver a la Iglesia el rostro amable de la bondad.

    Ayúdanos a ser buenos samaritanos:

anda y haz tú lo mismo.

+   Oramos por quienes recibieron una mala y legalista educación religiosa y moral: que descubramos que Tú eres misericordia y buen samaritano.

    Ayúdanos a ser buenos samaritanos:

anda y haz tú lo mismo.

Prefacio y Plegaria Eucarística

Te damos gracias, Padre, por Jesucristo, hijo tuyo y hermano nuestro.

Él es el buen samaritano de la humanidad, que se ha acercado a nosotros, malheridos en la vida.

Tú nos revelas, Padre nuestro, que aunque nos hemos quedado tirados fuera del camino, Jesús camina con nosotros, venda y unge nuestras heridas.

Gracias, Padre, porque no andamos solos por la vida ni marchamos a la deriva y perdidos.

Tú eres presencia constante a nuestro lado.

Te damos gracias por quienes saben pararse para ayudar a quien lo necesita.

Así nos sentimos reconfortados, con ánimo y fuertes.

Con alegría y unidos a la creación, te cantamos:

Kanta dezagun denok hau da egun alaia
Kristo piztu da eta kanta aleluia.
poztu famili, poztu gurasoak,
poztu biziak, poztu hildakoak.

Eres bueno de verdad, Señor, porque has querido que Cristo, tu Hijo, descienda hasta lo más profundo de los infiernos, es decir, hasta lo más hondo del dolor, de la soledad y del abandono.

Nos ha entregado todo, su vida, su esperanza, su Espíritu.

Jesús, la noche en que iba a ser entregado …

Llegando a la encrucijada, Tú proseguías, Señor; Te dimos nuestra posada, techo, comida y calor.

Sentados como amigos a compartir el cenar, Allí te conocimos al repartirnos el pan.

Que el Espíritu nos impulse a salir de nuestras cerrazones, a levantarnos de nuestros hundimientos y caídas y a llegar hasta la casa paterna.

Acuérdate, Padre, de tu Iglesia, y de todas las tradiciones cristianas, de los cristianos perseguidos.

Oramos por las misiones.

Oramos por los que creen y por los que no tienen fe.

Despeja el horizonte de todos los que se hallan desorientados en la vida

Gracias porque, como buen samaritano, acoges a todos los que llegan a Ti malheridos de la vida.

Gracias Padre, Hijo y Espíritu. Amén.

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La Iglesia es el hogar legítimo de los católicos LGBTQ, y estamos aquí para quedarnos

Lunes, 4 de julio de 2022
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brasil-cristo-redentor-rio-de-janeiro-gay-lgtb-sarah-abilleira-ponte-en-mi-pielLa reflexión de hoy es de la colaboradora de Bondings 2.0, Yunuen Trujillo, cuya breve biografía se puede encontrar haciendo clic aquí. Yunuen es el autor del nuevo libro, Católicos LGBTQ: Una guía para el ministerio inclusivo.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el 14º Domingo del Tiempo Ordinario se pueden encontrar aquí.

“La mies es abundante, pero los obreros pocos” (Lucas 10:2)

El pasado fin de semana, la primera Conferencia de Alcance en persona, una reunión de ministros pastorales y católicos LGBTQ patrocinada por America Media y la Universidad de Fordham, atrajo a varios cientos de personas para reflexionar sobre diferentes temas relevantes para el ministerio LGBTQ. Incluyó a muchos panelistas, cada uno de nosotros con una especialidad en el ministerio o presentando un tema adecuado a nuestra experiencia vivida.

Al final de la conferencia, la hermana Jeanine Gramick New Ways Ministry reflexionó sobre el progreso que se ha logrado en el ministerio LGBTQ durante sus más de 50 años de trabajo pastoral LGBTQ. No puedo comenzar a comprender cómo se sintió ser la hermana Jeannine o cualquiera de los otros pioneros del ministerio LGBTQ que estuvieron involucrados antes de que se volviera popular o aceptable, y cuando los trabajadores eran muchos menos que en la actualidad. (Digo “popular o aceptable” con un grano de sal porque todos somos conscientes de cómo la Iglesia institucional en general todavía nos ve con recelo). Todavía queda mucho trabajo por hacer y, como señala la lectura del Evangelio de hoy, todavía muy pocos trabajadores. Sin embargo, es maravilloso ver que hay más manos trabajando y sembrando semillas para las generaciones futuras.

En el Evangelio de hoy, Jesús nos da algunos consejos que pueden ser útiles en el ministerio. Primero, dice, siempre que sea posible, viajar en pareja. Recuerdo haber visto este método practicado a menudo en el ministerio de jóvenes adultos. Muchos de los predicadores que vendrían al grupo de jóvenes adultos al que asistí traerían a un amigo que estaría allí como apoyo u orando en silencio por ellos durante su presentación.

Yo mismo trato de seguir este consejo en el ministerio LGBTQ. Como uno de los Coordinadores de Formación Religiosa del Ministerio de Lesbianas y Gays de la Arquidiócesis de Los Ángeles, a veces “predico y enseño” sobre el ministerio LGBTQ. Históricamente, me he centrado principalmente en el ministerio de habla hispana, aunque ahora también hablo con más grupos de habla inglesa.

Muy pocas personas están haciendo ministerio LGBTQ completamente en español en los EE. UU., y a veces se siente muy solo, especialmente porque los matices raciales y culturales lo hacen un poco más tóxico.

Cuando comencé a hacer el ministerio LGBTQ en español, decidí hacer lo mismo que esos primeros predicadores, trayendo a un amigo a mis talleres para que me apoyara. Sin embargo, ese enfoque pronto se volvió menos práctico cuando los amigos a los que invitaba se sintieron menos motivados debido a la toxicidad que a veces encontraban. Pronto supe que iba a tener que confiar en el Espíritu Santo para que fuera mi compañero. Siempre que voy a algún lugar a predicar o enseñar, siempre digo “vamos a enseñar”, incluso cuando voy físicamente solo. Debido a que todo mi trabajo ministerial es voluntario, esto hace que sea un poco más agotador hacerlo por mi cuenta ya que todavía tengo mi trabajo de tiempo completo, como muchos de nosotros.

Jesús también les recuerda a los discípulos que él está “enviándonos como corderos entre lobos”. Reconoció que a veces los discípulos no serán bienvenidos. ¿Cómo responder? Él nos recuerda que llevemos un mensaje de paz: “primero di ‘paz a esta casa’”. Si una persona pacífica está en ese espacio, la persona será receptiva al mensaje. De lo contrario, todavía se debe estar tranquilo sabiendo que, si el mensaje no es bien recibido, no es porque el mensaje sea problemático o incorrecto, sino porque la tierra no es fértil. Se debe desear bien a la persona, “sacudir el polvo”, e ir a espacios más fértiles.

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En la conferencia de Alcance, alguien me preguntó: ¿qué debemos hacer con las personas que se oponen abiertamente al ministerio LGBTQ? Creo que el 99 % de las veces, las personas que expresan su oposición en realidad están interesadas en aprender más sobre cómo reconciliamos la doctrina o sobre nuestra experiencia vivida, incluso si son un poco tóxicos o conflictivos en su enfoque, no usan el lenguaje correcto o no estés de acuerdo con todo lo que decimos. A ellos debemos ofrecerles lo mismo que estamos pidiendo: encontrarlos tal como son y caminar con ellos en su camino de discernimiento, pero siempre y cuando no sea tóxico para nosotros. Si es tóxico o inseguro, entonces sus pastores pueden caminar con ellos en ese viaje.

Para el otro 1%, las voces verdaderamente opositoras y fuertes, debemos desearles paz, sacudir el polvo y pasar a espacios más fértiles. Eso no significa que debamos dejar la Iglesia. Si les molesta nuestra presencia, la puerta está abierta para que ellos también se vayan. Si bien eso suena duro y no es el resultado ideal, el momento en que los católicos LGBTQ tenían que abandonar la Iglesia para estar seguros o para no incomodar a los demás ha terminado. Este es nuestro legítimo hogar, estamos aquí para quedarnos.

—Yunuén Trujillo, 3 de julio de 2022

Fuente New Ways Ministry

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“Dos consignas de Jesús”. 14 Tiempo ordinario – C (Lucas 10,1-12.17-20)

Domingo, 3 de julio de 2022
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Después de veinte siglos de cristianismo es difícil escuchar las instrucciones de Jesús a los suyos sin sentir sonrojo. No se trata de vivirlas al pie de la letra. No. Simplemente de no actuar contra el espíritu que encierran. Solo recordaré dos consignas.

Jesús envía a sus discípulos por las aldeas de Galilea como «corderos en medio de lobos». ¿Quién cree hoy que esta ha de ser nuestra identidad en una sociedad atravesada por toda clase de conflictos y enfrentamientos? Y, sin embargo, no necesitamos entre nosotros más lobos, sino más corderos. Cada vez que desde la Iglesia o su entorno se alimenta la agresividad y el resentimiento, o se lanzan insultos y ataques que hacen más difícil el mutuo entendimiento, estamos actuando contra el espíritu de Jesús.

Lo «primero» que han de comunicar sus discípulos al entrar en una casa es: «Paz a esta casa». La paz es la primera señal del reino de Dios. Si la Iglesia no introduce paz en la convivencia, los cristianos estamos anulando de raíz nuestra primera tarea.

La otra consigna es más desconcertante: «No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias». Los seguidores de Jesús vivirán como los vagabundos que encuentran en su camino. No llevarán dinero ni provisiones. Caminarán descalzos, como tantos pobres que no tienen un par de sandalias de cuero. No llevarán siquiera una alforja, como hacían ciertos filósofos itinerantes.

Todos podrán ver en su manera de vestir y de equiparse su pasión por los últimos. Lo sorprendente es que Jesús no está pensando en lo que han de llevar consigo, sino precisamente en lo contrario: en lo que no deben llevar; no sea que se distancien demasiado de los más pobres.

¿Cómo se puede traducir hoy este espíritu de Jesús en la sociedad del bienestar? No simplemente recurriendo a un atuendo que nos identifique como miembros de una institución religiosa o responsables de un cargo en la Iglesia. Cada cual hemos de revisar con humildad qué nivel de vida, qué comportamientos, qué palabra, qué actitud nos identifican mejor con los últimos.

José Antonio Pagola

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“Descansará sobre ellos vuestra paz”. Domingo 03 de julio de 2022. 14º Domingo del tiempo ordinario

Domingo, 3 de julio de 2022
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39-ordinarioC14 cerezoLeído en Koinonia:

Isaías 66, 10-14c: Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz.
Salmo responsorial: 65: Aclamad al Señor, tierra entera.
Gálatas 6, 14-18: Yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.
Lucas 10, 1-12. 17-20: Descansará sobre ellos vuestra paz.

Primera lectura. La alegría del pueblo de Israel cuando contempla su renacer después de todas las amarguras del destierro la muestra el tercer Isaías con la figura del parto y los hijos recién nacidos que necesitan de la madre para mamar de sus pechos y recibir sus consuelos, los llevaran en sus brazos y sobre las rodillas los acariciarán. Están en la mano del Señor y como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo.

La figura de Dios Madre es muy querida para los profetas. Sin duda la experiencia familiar del padre, de la madre y de los hijos, es quizás la más admirable y comprensible para todos, cuando se quiere hablar del amor de Dios.

Cuando la Biblia habla de Dios Padre, ciertamente no está determinando el género masculino de la divinidad. Es cierto que esta denominación y esta traducción están condicionadas sociológicamente y sancionadas por una sociedad de carácter varonil. Pero, realmente, a Dios no se le quiere concebir simplemente como a un varón. Sobre todo en los profetas, Dios presenta rasgos femeninos maternales. La noción de Padre aplicada a Dios, debe interpretarse simbólicamente. Padre es un símbolo patriarcal -con rasgos maternales-, de una realidad transhumana y transexual que es la primera y la última de todas.

El profeta Oseas en el capítulo undécimo, trae uno de los textos más bellos del Antiguo Testamento. La experiencia del amor de Dios hace decir al profeta que el Señor ha ejercido las tareas de un padre-madre con el pueblo. También otros profetas presentan a Dios con características materno-paternales: un Dios que consuela a los hijos que se marchan llorando, porque los conduce hacia torrentes por vía llana y sin tropiezos (Jer 31,9); un Dios a quien le duele reprenderlos: ¡Si es mi hijo querido Efraim, mi niño, mi encanto! Cada vez que le reprendo me acuerdo de ello, se me conmueven las entrañas y cedo a la compasión. (Jer 31,20).

Esa ternura del amor de Dios queda expresada de manera inigualable en la figura de la madre:

¿Puede una madre olvidarse de su criatura, dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré (Is 49,15).

Como a un niño a quien su madre consuela, así los consolaré yo (Is 66,13).

Realmente el pueblo se sentía hijo de Yahveh. Desde la primera experiencia salvífica de Dios en la salida de Egipto, el Señor ordenó a Moisés decir al Faraón: Así dice el Señor. Israel es mi hijo primogénito, y yo te ordeno que dejes salir a mi hijo para que me sirva (Ex 4,23). Y esa seguridad que la experiencia de Dios-Padre daba a los israelitas no les permitía sentirse huérfanos porque, si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá (Sal 27, 10).

La paternidad de Dios evocaba también una atención especial y una relación de protección de frente a aquellos que necesitaban ayuda y cuidado. Los profetas muestran la predilección de Dios por los pobres, los pecadores, los huérfanos y las viudas, en una palabra por todos aquellos que sólo podían esperar la salvación de la intervención amorosa del Padre-Madre que se preocupa más por los hijos desprotegidos y abandonados que por los demás.

Segunda lectura. En la despedida de su carta a los Gálatas, Pablo de manera muy sintética reafirma dos de sus temas preferidos. La salvación no se da por la ley, y el hombre en Cristo es una nueva criatura.

La circuncisión era una muestra clara del cumplimiento de la Ley, pero Pablo les dice a los Gálatas que la salvación no proviene de la ley sino de Cristo. Y se apoya en la Cruz, signo de ignominia para los romanos, los paganos y los judíos, que ahora es el signo de la victoria y de la salvación, y por eso Pablo se gloría en ella, como también todos los cristianos, porque de ella brota la vida.

Circuncidarse o no circuncidarse no es lo importante. Lo importante es renacer como nueva criatura. El mundo de la ley ha muerto. Ya no hay diferencia entre judíos y paganos. Ya no hay circuncisos e incircuncisos, lo único que cuenta es el hombre nuevo, el hombre que es capaz de superar la tragedia del pecado y realizar el proceso de la resurrección de Jesús, para vivir como una persona nueva.

Por segunda vez en el evangelio de Lucas, Jesús envía a sus discípulos a la misión. Ahora la época de la cosecha ha llegado y es necesario muchos obreros para recoger la mies; son setenta y dos, un número que evoca la traducción de los Setenta en Génesis 10, en donde aparecen setenta y dos naciones paganas. Jesús va camino hacia Jerusalén, el camino que debe ser modelo del camino de la Iglesia futura. Salen de dos en dos para que el testimonio tenga valor jurídico según la ley judía (cfr. Dt 17,6; 19,15).

La misión no será fácil; debe llevarse a cabo en medio de la pobreza, sin alforjas ni provisiones. La misión es urgente y nada puede estorbarla, por eso no pueden detenerse a saludar durante el camino; tampoco los discípulos deben forzar a nadie para que los escuchen pero sí es el deber anunciar la proximidad del Reino.

Este modelo de evangelización es siempre actual. Ciertamente es una tarea difícil si se quiere ser fieles al evangelio de Jesús. Muchas veces por una falsa comprensión de la inculturación se hacen concesiones que van contra la esencia del evangelio.

Cuando los discípulos regresan de la misión están llenos de alegría. Hay una expresión que merece un poco de atención: Hasta los demonios se nos someten en tu nombre. ¿Qué significado tienen los demonios? Una breve explicación del término se dará al final.

Jesús manifiesta su alegría porque se han vencido las fuerzas del mal, porque él rechaza cualquier forma de dominio, y exhorta a sus discípulos a no vanagloriarse por las cosas de este mundo. Lo importante es tener el nombre inscrito en el cielo, es decir participar de las exigencias del Reino y vivir de acuerdo con ellas (cfr. Ex 32,32).

Hay otro motivo de alegría para bendecir la Padre. Sus discípulos son una muestra de que el Reino se revela a los sencillos y humildes. No son los conocimientos lo que permite la experiencia del Reino. Es esa experiencia de Dios por medio del contacto íntimo con Jesús y su seguimiento. Leer más…

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3.7.22 De dos, sin alforjas ni dinero: De Galilea al fin del mundo (Dom 14; Lc 10)

Domingo, 3 de julio de 2022
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00A41E52-67FF-43EB-95C7-2ABF0CF2BE53Del blog de Xabier Pikaza:

El evangelio de hoy (Lc 10 1-12) recoge y expande el motivo de la primera misión del evangelio en Galilea. Esta misión, anunciada en Mc 16, 1-8 constituye el primero y más profundo (el más actual) de los programas de evangelización del NT y de toda la historia de la Iglesia, hasta el día de hoy (año 2022). Sin volver a ese principio carecen de sentido todos los intentos de renovación eclesial del Vaticano II y del Papa Francisco.

Ese programa ha sido expuesto en dos textos paralelos: Mc 6, 7-11 y Lc 10, 4-10 (con unmotivo básico del documento Q).

El evangelio de Mateo (Mt 10, 1-15) recoge. condensa unifica (agrupa) ambos textos (Mc y Q), para exponer así la misión primitiva de la Iglesia en Galilea, y presentar después (en Mt 29,16-20) la misión universal, desde Galilea a todos los pueblos, después de la pascua.

El evangelio de Lucas mantiene en cambio ambos motivos separados, situándolos en el tiempo de Jesús : (a) Lc 9, 1-4 recoge y expone la misión según Marcos, realizada por los doce apóstoles a las 12 tribus de Israel. Por el contrario, Lc 10,4-10 recoge el tema del Q, con la misión realizada por 72 discípulos y dirigida a todos los pueblos del mundo. En sentido estricto, está segunda misión ha sido realizada por la Iglesia posterior, tal como Lucas dice en Hechos.

02.07.2022 | X Pikaza Ibarrondo

Texto Lc 10, 1-12  

 En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.

Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca  el Reino de Dios…).

Introducción. La misión de Galilea [1].

De todas formas, al tratar de las comunidades galileas, preferimos prescindir de los Doce y de Pedro (que pueden haber hecho un camino especial, más vinculado a Jerusalén) para ocuparnos de aquellos que han sido “específicamente” galileos, es decir, de aquellos que han continuado realizando las obras de Jesús y repitiendo sus palabras anteriores, como portadores y adelantados del Reino de Dios en su patria. Ciertamente, ellos han podido tener una experiencia pascual (de resurrección de Jesús), pero no parece haber sido igual que la de aquellos que se han instalado en Jerusalén, para esperar sin más la venida de Jesús.

Los primeros cristianos de Galilea  no se han limitado a esperar a Jesús, sino que han seguido viviendo como él (hablando y actuando), como si su obra no hubiera llegado a su fin y fueran ellos los que debieran culminarla. Más que testigos de una experiencia pascual que ha cambiado todo su pasado (como el de las mujeres y el de los Doce de Jerusalén), ellos parecen testigos y continuadores del comienzo de la obra de Jesús en su propia tierra, insistiendo así más en lo que ha sido su etapa galilea.

Ciertamente, conocen la muerte de Jesús y mantienen su conexión con los cristianos pascuales de Jerusalén, aceptando de algún modo su experiencia (Jesús resucitado). Pero todo nos permite suponer que, para ellos, la forma de anunciar y expandir la presencia de Jesús es seguir curando como él curaba y proclamando su Reino, como había hecho Jesús  Nazoreo, cuyo camino y empeño asumen como propio.

Se suele afirmar que estos continuadores galileosde Jesús no han formado iglesias pascuales de tipo más jerárquico y patriarcal, como las que surgirán a partir de Jerusalén (con Santiago y con los helenistas).

Estos galileos saben, sin duda, que Jesús ha muerto por fidelidad a su mensaje, en Jerusalén, y están convencidos de que ese mensaje y proyecto sigue siendo válido, pues ha sido ratificado por la muerte del mismo Jesús, a quien ellos veneran como mártir o testigo de Dios. Saben que Jesús es importante, pero a su juicio lo que importa de verdad es su mensaje de Reino, que ellos siguen anunciando y expresando con su vida, hasta que venga el Hijo de hombre de la tradición apocalíptica judía (y quizá del mensaje de Jesús), un Hijo de Hombre a quien ellos empiezan a identificar con el mismo Jesús Nazoreo que anunciaba su venida.

Ellos piensan, por tanto, que Jesús y su obra no han terminado, sino que su Reino vendrá, pues Jesús se ha convertido por la muerte en Hijo de hombre (cf. Pikaza, Historia de Jesús, cap. 13), dando así un sentido nuevo no sólo al Reino, sino a la misma figura del Hijo del Hombre. Parece que estos galileos no han formulado relatos de experiencias pascuales directas, como las de Pablo en 1 Cor 15. Pero en el fondo de su actividad late una experiencia mesiánica intensa (cf. también Historia de Jesús, cap.6) [2].

            El evangelio de Marcos constituye un testimonio importante de la existencia de estos cristianos galileos, pues no sólo conserva parte de sus tradiciones (de milagros), sino que pide, de un modo programático, a las mujeres y discípulos (con Pedro) que «vayan a Galilea» (Mc 16, 7-8), para redescubrir la tarea básica de Jesús y recrear su movimiento.  En una línea convergente se sitúa el documento Q. Esos dos testimonios (Mc y Q) no ofrecen una visión aproximada de los cristianos galileos [3], que así aparecen como sanadores, exorcista y sabios,  es decir, como misioneros itinerantes y pobres, al servició de la nuevas  casas cristianas [4].

Entendido así, el cristianismo no es una religión de recreación social, esto es, de formación casas o comunidades mesiánicas transformación interior, sino de recreación social. Los cristianos itinerantes (misioneros, exorcistas, sanadores, sabios…) realizan su misión con la finalidad de crear (recrear) comunidades sedentarias de cristianos, que se reúnen en casas y/o comunidades cristianas que superan las normas de vida de este mundo (fundadas en el poder y el dinero)  compartiendo casa, trabajo, familia y posesiones, como han puesto de relieve los textos del ciento   por uno (cf. Mc 10, 28-31 par).

            Tanto lo misioneros o itinerantes de Marcos como los del Q (especialmente los del   trasmitirían, el testimonio de Jesús en forma de «palabras de sabiduría», interpretándole (e interpretándose a sí mismos como portadores privilegiado de una experiencia vital, conforme a la visión que ofrecimos en la Historia de Jesús. Ciertamente, estos «cristianos Q» aparecerían también como sanadores (exorcistas), pero ellos se presentarían sobre todo, como «agrupaciones de sabios», es decir, como testigos y trasmisores de una tradición de conocimiento profundo que, en principio, resulta independiente (o, al menos, distinta) de la experiencia pascual de la comunidad de Jerusalén y especialmente de los helenistas y de Pablo, que han destacado más la importancia de la muerte y de la resurrección de Jesús.

Estos “sabios mesiánicos” de Galilea conservarían las «palabras» de Jesús (y reasumirían su ejemplo misionero, anunciando la llegada del Reino de Dios), pero no se ocuparían propiamente de la historia de Jesús, pues su vida personal les parecería menos importante, igual que su destino de muerte y resurrección (aunque esperaban de algún modo que Jesús volvería como Hijo de Hombre). Ellos tenderían pronto a desarrollar, partiendo de las palabras de Jesús, un tipo de sabiduría moral y existencial, en la línea de otros maestros y hombres espirituales de aquel tiempo.

Esta visión «sapiencial» y esta enseñanza de los nazoreos de Galilea tiende a convertir el movimiento de Jesús en una «escuela de sabiduría popular», una escuela de sanación, de expulsión de los demonios y de comunicación de bienes, dirigida básicamente a los campesinos y pobres de Galilea, más que a a los estratos superiores de la población. Lógicamente, en ese contexto no se podría hablar de iglesias establecidas, sino de comunidades o agrupaciones de carismáticos sabios, que conocen y actualizan la lucha de Jesús contra Satán (como muestra Lc 4, 1-13), pero manteniéndose dentro del judaísmo ambiental.

Los seguidores galileos de Jesús siguieron manteniendo su anuncio de Reino, realizando sus signos y esperando la venida del Hijo del Hombre (al que identificaban ya con el mismo Jesús). Ciertamente, ellos recogieron y repitieron muchas palabras de Jesús, pero no para convertirlas en manual de sabiduría interior (como harán los gnósticos posteriores, en una línea ya iniciada en Ev. Tomás, del que hablaremos en La Gran Iglesia), sino para integrarlas en el contexto del Jesús histórico, que proclamó la llegada del Reino de Dios, aquí mismo, en Galilea. Ciertamente, en general, ellos creían en la resurrección de los muertos, al fin de los tiempos (y podían creer en un tipo de cielo superior), pero esperaban, anunciaban y preparaban la llegada del Reino de Dios en esta misma tierra, en Galilea, como lo había esperado Jesús (al que identificaban ya con el Hijo del Hombre).

Ellos tuvieron que mantener y extender el movimiento de Jesús en tiempos turbulentos, marcados por el intento «idólatra» de Calígula, que quiso erigir su estatua en Jerusalén, identificando así el Reino de Dios con el imperio del César (el año 41 d.C.) y, sobre todo, en tiempos posteriores, marcados por el despliegue del movimiento nacionalista violento de los celotas, que culminará en la guerra del 67-70 d.C. Externamente hablando, parece que ellos no triunfaron, porque el conjunto de los galileos no se hicieron cristianos y porque al fin se extendió por Galilea la lógica de la guerra, con la respuesta de la represión de Roma. Pero en otra línea profunda ellos ofrecieron un testimonio muy profundo de fidelidad al mensaje de Jesús y a su camino de Reino, como seguiremos indicando [5].

Itinerantes con autoridad

            Los misioneros  «cristianos de Mc 6y del Q» fueron sabios y apocalípticos, siendo al mismo tiempo exorcistas, como lo había sido su maestro. En ese sentido, como he destacado en cap. 4, su sacramento particular habría sido el exorcismo. Las comunidades de cristianos galileos permanecieron más cerca del proyecto mesiánico más antiguo de Jesús, como mensajero al servicio del Reino. Éstos serían sus rasgos distintivos:

Movimiento mesiánico. Como vengo indicando, antes de la iglesia pascual plenamente establecida de Jerusalén, y luego al lado de ella, ha existido en Galilea un movimiento mesiánico del Reino de Dios, vinculado a Jesús (quizá al lado de otros movimientos mesiánico-apocalípticos, relacionados con otras figuras y signos judíos, como podían los de Henoc o Esdras). Muchos siguieron a Jesús mientras vivía y luego, tras su muerte, algunos mantuvieron su forma de vida y su mensaje de Reino, relacionado con el Hijo del Hombre a quien identificaron pronto con el mismo Jesús (que ha de volver). Por eso, más que la presencia actual (gloriosa) de Jesús resucitado ponían de relieve su venida y le esperaban como portador del Reino, realizando mientras tanto su misma tarea, como sabios (pero también como exorcistas y sanadores) creando familias ampliadas o comunidades abiertas a la gran transformación de Dios. Leer más…

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“Homenaje a los apóstoles anónimos”. Domingo 14 Tiempo Ordinario. CICLO C

Domingo, 3 de julio de 2022
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061C3206-D7B7-47EF-BAB9-5DBC2EB80C75Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre:

La liturgia ofrece la posibilidad de elegir un texto largo u otro breve del evangelio. El motivo es que la segunda parte del discurso de Jesús tiene palabras muy duras contra los pueblos que no acojan a los discípulos; en nuestra época tan políticamente correcta pueden escandalizar a algunas personas. Y las referencias finales a Satanás y a pisotear serpientes y escorpiones resultan lejanas a nuestra cultura. Limito el comentario a la primera parte, aunque al final digo algo de la segunda.

Lectura breve, políticamente correcta (Lucas 10, 1-12)

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:

‒ La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino!

Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. 

Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa.

Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios.” 

            Quien conoce el evangelio de Mateo sabe que Jesús envió a los Doce con instrucciones muy parecidas. Pero Lucas no habla de doce, sino de setenta y dos (6 x 12: otro número simbólico). En su perspectiva, la misión no es obra de un pequeño grupo de selectos; si el mensaje del evangelio se difundió por el imperio romano fue gracias a gran número de personas anónimas, igual que ocurre en nuestros días.

              Curiosamente, lo primero que deben hacer los setenta y dos es rezar para que el Señor envíe operarios a su mies. El tema empalma con el del domingo pasado, a propósito de los tres casos de vocación. Jesús hablaba con tanta dureza que parecía no querer seguidores. Aquí queda claro que son absolutamente necesarios y hay que pedir al dueño de la mies que los envíe. El dueño de la mies no es Dios Padre, sino el mismo que Jesús, que les ordena ponerse en camino. Con una advertencia y unas órdenes.

             La advertencia: no van a una labor fácil ni agradable. Van como corderos en medio de lobos. El peligro no es la dentellada que provoca la muerte sino la que desprestigia y tira por tierra el mensaje del evangelio. El imperio romano estaba repleto de grupos y predicadores religiosos parecidos a muchos de los actuales que utilizan la religión como forma de ganarse la vida. Por eso, la mejor forma de evitar las dentelladas de los lobos es llevar una forma de vida totalmente pobre y austera: No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias. La talega hace referencia al dinero, la alforja al alimento, las sandalias al vestido.

         Luego añade unas palabras que sólo se encuentran en su evangelio: y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Eso mismo le dijo el profeta Eliseo a su criado Guejazí, un día que lo envió a una misión urgente (curar al hijo de la sunamita). Lucas, que conocía el Antiguo Testamento de memoria, pensó que este momento era el adecuado para poner en boca de Jesús las mismas palabras. La misión de los discípulos es urgente, no se puede perder el tiempo charlando a mitad de camino.

                 ¿Qué hacer cuando llegan a un pueblo o aldea? Jesús concede una importancia capital al alojamiento, insistiendo en no cambiar de casa, ya que esto puede provocar muchos celos y tensiones. Probablemente refleja su experiencia personal; y Lucas, la de los primeros misioneros.

            Las palabras siguientes resultan extrañas en este sitio: Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios.” Los discípulos ya habían llegado a un pueblo y habían sido bien acogidos por una familia, que les da de comer. Si Lucas hubiera escrito con ordenador, quizá hubiera marcado bloque, cortado y pegado, cambiando el orden de las frases. O quizá no, porque este orden ilógico deja para el final, dándole mayor importancia, la misión de los discípulos: curar a los enfermos y anunciar la cercanía del Reino de Dios. Exactamente lo mismo que hacía Jesús.

72 discípulos2

Continuación, políticamente incorrecta (Lucas 10,17-20)

Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios.” Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.

[La liturgia omite la condena de Corozaín y Betsaida, dos ciudades galileas que no aceptaron a Jesús].

            Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:

‒ Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.

Él les contestó:

‒ Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

Lectura del libro de Isaías 66, 10-14c

          El texto, muy poético, puede desconcertar al lector moderno. Por eso comienzo con dos aclaraciones:

1) Para un judío, Jerusalén representa infinitamente más que para un católico Roma o el Vaticano. Desde el siglo VI a.C. hasta el tiempo de Jesús, que fueron los siglos más duros en la historia de Judá (dominio sucesivo de babilonios, persas, griegos y romanos), la mayor esperanza se centraba en la gloria y esplendor de Jerusalén. El tema aparece en numerosos textos proféticos y Salmos.

2) Jerusalén es representada como ciudad y como madre. Como ciudad, quedó totalmente destruida después de la conquista de los babilonios en el año 586 a.C. Como madre, se vio desprovista de hijos, porque fueron deportados. Y los hijos, a su vez, están desprovistos del alimento y el cariño de su madre.

En este contexto, el profeta proclama su mensaje utópico, centrado en la vuelta de los hijos a su madre, la mayor alegría para Jerusalén y el mayor consuelo para los desterrados. También habla, en el centro, de la paz y la riqueza que inundarán la ciudad. Un mundo maravilloso de alegría, consuelo, paz y esplendor.

¿Cómo se consigue? ¿Qué deben hacer los judíos? Según este poema, nada. Todo lo hace Dios. Es él quien hace derivar hacia Jerusalén la paz y la riqueza de las naciones; es él quien consuela. Es él quien manifiesta a sus siervos su poder (su mano), como dice la última frase del poema.

Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis, alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto. Mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos, y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes.

Porque así dice el Señor:

«Yo haré derivar hacia ella,  como un río, la paz,como un torrente en crecida,  las riquezas de las naciones.

Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán;como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados.

Al verlo, se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos florecerán como un prado; la mano del Señor se manifestará a sus siervos.

El contraste entre la lectura de Isaías y el evangelio

            El mundo utópico de Isaías, el esplendor de Jerusalén, se realiza sin esfuerzo alguno, por pura obra de Dios. En cambio, el mundo utópico que predican Jesús y los discípulos conlleva mucho sacrificio y esfuerzo. Además, es un mensaje que puede ser rechazado, como le ocurrió al mismo Jesús en Corozaín y Betsaida. Pero la última palabra es de victoria y esperanza: Satanás, símbolo de la oposición al evangelio, cae del cielo como un rayo, mientras que los discípulos triunfan sobre los espíritus inmundos y, sobre todo, sus nombres están escritos en el cielo.

          Además, y esta es la gran aportación de Lucas, esos discípulos enviados a la misión no son un grupo de selectos. Todos hemos conocido gente que nos ha hecho gran bien desde el punto de vista humano y cristiano, que nos han anunciado el Reino de Dios. Y también nosotros hemos llevado y debemos llevar adelante esa tarea, a veces dura, y muchas veces con sensación de fracaso. Pero esto no es motivo para dejar de esperar en el triunfo de la utopía.

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Domingo XIV del Tiempo Ordinario. 03 Julio, 2022

Domingo, 3 de julio de 2022
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«…el Señor designó a otros setenta y los envió por delante». fragilidad

(Lc 10, 1-12.17-20)

Jesús tiene urgencia por anunciar el Reino y se decide a compartir su misión personal con un grupo a quienes envió delante de él. Los seguidores de Jesús somos camino en el Camino, casa en Casa y alegría en la Alegría. Jesús nos habla de ser cauces, puentes de CORRESPONSABILIDAD,  COMUNIÓN, pero antes nos instruye desde el espíritu del amor. Nos advierte de las dificultades, al mismo tiempo que nos abre el camino de la confianza.

“La mies es abundante”: nos habla  de que hay mucho trabajo por realizar, pero no nos dice que nos estresemos y agobiemos, sino que roguemos para que nos envíen ayuda.

“Rogad por tanto al dueño de la mies”: en una sociedad de la inmediatez, donde cada vez somos más autosuficientes, Jesús nos ruega que oremos, que pidamos al Padre, que seamos pequeñas y humildes, sabiendo que nuestra fuerza es LA CONFIANZA en Dios.

“Que envíe obreros”: esto somos los seguidores de Jesús, obreros, personas que trabajamos un campo que no es nuestro. Hij@s que descubren el Reino del Amor y no solo entregan su tiempo, sino  su Vida entera. No nos pertenecemos porque no somos pagados con dinero sino retribuidas con Amor, y el Amar de Dios es calidad.

“Y nos envía como corderos en medio de lobos”: nos habla de vulnerabilidad, de fragilidad, y así somos los seguidor@s de Jesús, pequeñ@s, frágiles  pero sabemos que  la fuerza se realiza en la debilidad. Solo en lo pequeño, en lo frágil y vulnerable Dios actúa, porque ahí es donde nos dejamos acariciar. En lo grande y perfecto, Dios no tiene espacio, se queda fuera.

Oración

Padre, ayúdanos a entregar la vida por el Reino desde nuestra fragilidad.

Descúbrenos el valor de despertenecernos

para ser camino que otr@s transiten hacia Ti.

 

*

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El Reino es Vida, que surge de la Vida.

Domingo, 3 de julio de 2022
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envio-misioneroDOMINGO 14º (C)

Lc 10,1-12; 17-20

Solo Lucas narra este episodio. En el c. 9, había narrado el envío de los 12. Quiere acentuar el carácter universal de la predicación, pero Mateo dice que no entren en tierra de paganos ni vayan a ciudades de Samaría. 70 era el número de las naciones gentiles, según Génesis. Para los demás evangelistas, el límite de la gentilidad estaba en la frontera al norte de Galilea, para Lucas se encuentra ya en Samaria.

El domingo pasado se hablaba del fracaso de los discípulos en su intento de preparar el camino a Jesús en su subida a Jerusalén. Probablemente, Lucas quiere poner este envío de 72 para dejar un buen sabor de boca. Estos tienen mejor acogida que los discípulos y vuelven “muy contentos” de sus correrías. “De dos en dos”, porque para los judíos la opinión de uno solo no tenía ningún valor en un juicio, y los misioneros son, sobre todo, testigos. También, porque el mensaje debe ser proclamado siempre por la comunidad.

No se trata de enviar a unos de especialistas en comunicación ni de destacar a unos cuantos escogidos. Ni siquiera dice que fueran discípulos. Presupone que todo cristiano, por el hecho de serlo, tiene la misión de proclamar la buena noticia de que él vive. El modo de esa predicación puede ser diferente, pero la base, el fundamento de toda predicación, es la vida misma del cada cristiano. Vivir como cristianos es la mejor predicación y la que mejor convence. En cada instante estamos predicando, para bien o para mal.

No es fácil delimitar lo estrictamente histórico de este relato. Además de que solo Lucas lo narra, exigiría un grado de organización que no se percibe en el grupo de los que han seguido a Jesús. El simbolismo del número 12 y 72 nos invita a pensar que son relatos elaborados más tarde por la comunidad. Por otra parte, para predicar El Reino, se necesita haberlo comprendido y experimentado. Los evangelios se encargan de manifestar que antes de la experiencia pascual ni los doce se habían enterado de nada.

Las recomendaciones de Jesús son la clave de todo anuncio del mensaje. Están puestas en boca de Jesús, pero son las condiciones mínimas que debía tener todo cristiano para llevar la Buena Noticia a los demás. En ningún caso se habla de doctrina que tienen que enseñar o de normas morales que deben exigir. Se trata de comunicar lo que Dios es para todos sin excepciones. Esa tarea la cumplió la primera comunidad en todas partes. Es la tarea que tiene que llevar a cabo todo cristiano en cualquier tiempo y lugar.

Poneos en camino”. La itinerancia es la clase de vida que eligió Jesús cuando se decidió a proclamar la buena noticia. El domingo pasado nos decía que no tenía donde reclinar la cabeza. Este desapego de toda seguridad es la actitud básica y fundamental que debe adoptar todo enviado. El anuncio no se puede hacer sentado. Seguir a Jesús exige una dinámica continuada. Nada se puede comunicar desde una cómoda instalación personal. La disponibilidad y la movilidad son exigencias básicas del mensaje de Jesús.

Os mando como ovejas en medio de lobos”. Cuando se escribieron los evangelios, las primeras comunidades cristianas estaban viviendo la oposición, tanto del mundo judío como del pagano. Denunciar la opresión o poder despótico no puede agradar a los que viven desde esa perspectiva, y sacan provecho de ella a costa de los demás. Por desgracia, cuando el cristianismo adquirió poder, se comportó como lobo en medio de corderos. El provecho personal, o el de la institución, no es buena noticia para nadie.

Ni talega ni alforja ni sandalias”. La pobreza material es solo signo del abandono de toda seguridad. Significa no confiar en los medios externos para llevar a cabo la misión. No debemos hacer de la predicación un logro humano. Se trata de confiar solo en Dios y el mensaje. No buscar seguridades de ningún tipo, ni en el dinero, ni en el poder, ni en el prestigio, ni en los medios. Tenemos la obligación de utilizar al máximo los medios que la técnica nos proporciona, pero no debemos poner nuestra confianza en ellos.

No os detengáis a saludar a nadie por el camino”. No se trata de negar el saludo a los que se encuentren en el camino. “Saludar” tenía, para ellos, un significado muy distinto al que tiene para nosotros. El saludo llevaba consigo un largo ceremonial que podía durar horas o días. Esta recomendación quiere destacar la urgencia de la tarea a realizar. Seguramente está haciendo referencia a la inmediata llegada del fin de los tiempos, en que las primeras comunidades cristianas creyeron a pies juntillas.

Decid primero: ¡Paz! Para entender esta recomendación hay que tener en cuenta el sentido de la “paz” para los judíos de aquel tiempo. “Shalóm” no significaba solo ausencia de problemas y conflictos, sino la abundancia de medios para que un ser humano pudiera conseguir su plenitud humana. Llevar la paz es proporcionar esos medios que hacen al hombre sentirse a gusto e invitado a humanizar su entorno. Significa no ser causa de tensiones externas ni internas. Sería ayudar a los hombres a ser más humanos.

Comed y bebed de lo que tengan”. Esto es lo más difícil. Ponerse al nivel del otro. Aceptar sus costumbres, su cultura, su idiosincrasia… Se trata de estar disponible para todos, sin esperar nada a cambio, pero aceptando con humildad lo que den; siempre que sea indispensable. ¡Qué difícil es no imponer lo nuestro! Muchos intentos de evangelizar han fracasado por no tener esto en cuenta. Más difícil es aceptar la dependencia de los demás en las necesidades básicas, no poder elegir ni lo que comes ni con quien comes.

Curad. No se refiere solo a las enfermedades físicas. De hecho los 72 solo hacen alusión a que los demonios se les sometían. Seguimos dando demasiada importancia a la salud corporal, sin enterarnos de que incluso con una grave enfermedad puede un ser humano alcanzar su plenitud. Curar significa alejar de un ser humano todo aquello que le impide ser él. Hoy, las enfermedades físicas están cubiertas por la medicina. Pero ¿qué pasa con las enfermedades psíquicas y mentales que arruinan la existencia de tantas personas?

El Reino está cerca”. Ni teología, ni apologética, ni ideología. Lo único que un ser humano debe saber es que Dios le ama. Predicar el reino, que es Dios, es hacer ver a todos que Dios es algo cercano, que es lo más hondo de su propio ser, que no tiene que ir a buscarlo a ningún sitio raro, ni al templo ni a las religiones ni a las doctrinas ni a los ritos ni al cumplimien­to de la norma. Dios es (está) en ti. Descúbrelo y lo tendrás todo…

Sin estas condiciones, la predicación se hace inútil. No es fácil superar la propaganda y el proselitismo, buscando más el potenciar la institución que servir a las personas. El que proclama el Reino de Dios, tiene que manifestar que pertenece a ese Reino. Tiene que responder a las necesidades del otro. Tiene que estar dispuesto al servicio. No debe exigir nada, ni siquiera la adhesión. Tiene que limitarse a hacer una oferta.

Meditación

¿Cuál es tu preocupación primera?
¿Es la comida, el vestido, la salud, la casa, el prestigio?
De esas necesidades básicas tienes obligación de ocuparte,
siempre que la prioridad sea el desplegar tu humanidad.
Escucha, sobre todo, tu ser profundo;
lo que él te pida, te llevará a plenitud y felicidad.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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La aventura de Dios

Domingo, 3 de julio de 2022
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Lc 10, 1-20

«El Señor designó a otros 72 y lo mandó por delante»

Si nos atenemos al relato científico, hace 13.700 millones de años surgió el cosmos como resultado de una gran explosión cuya causa desconoce la ciencia. La radiación de energía que surgió de ella dio lugar a la materia inerte, aparecieron las estrellas, luego los planetas y hace 4.500 millones de años se formó la Tierra.

En un principio la Tierra presentaba un medioambiente hostil para el desarrollo de la vida, pero más tarde bajó su temperatura, se condensó el vapor de agua que la cubría, se formaron los océanos y apareció la corteza terrestre. En este nuevo escenario, ciertos elementos químicos se combinaron para crear compuestos orgánicos, y estos evolucionaron hasta formar una estructura celular capaz de albergar vida. Hace 3.500 millones de años, la vida se coló —dios sabe cómo— en el seno de una bacteria rudimentaria, que comenzó a vivir y a trasmitir a su descendencia el “principio vital” que ella había recibido y que alienta la vida de todo ser vivo…

Y así empezó la gran aventura que ha culminado en nosotros.

La ciencia es capaz de explicar bastante bien todo el proceso basándose en las Leyes Naturales, pero ignora de donde surgieron dichas Leyes. En buena lógica, de alguna parte tuvieron que surgir, y lo más razonable es pensar que fueron establecidas para producir el efecto que han producido; es decir, para que al final del proceso surgiese —contra toda lógica probabilística— el ser humano. Y es que, como se afirma unánimemente desde la comunidad científica, el mundo podía haber sido de infinitas formas distintas, pero en ninguna de ellas habríamos estado nosotros.

Y ante este enigma podemos abrazarnos a la metafísica del azar, o podemos pensar que el mundo es un proyecto de Dios, y que, para llevarlo a buen término, estableció unos cauces inexorables que nosotros llamamos leyes físicas (o más genéricamente, Leyes Naturales). Galileo Galilei decía que «las matemáticas son el lenguaje en el que Dios escribió el universo», y la propia evolución del cosmos nos invita a pensar que las Leyes Naturales son el nexo de unión entre Dios y el mundo; las que propician la acción de Dios en el mundo; en definitiva, el lenguaje de Dios para dirigir el mundo.

Pero no tiene demasiado sentido que el fin último de todo este despliegue sea la simple aparición del ser humano sobre la Tierra (o sobre otros diez mil millones de planetas; lo mismo da), sino de éste en plenitud; plenamente humano. Y nuestra grandeza está en que Dios nos ha dotado de amor, de tolerancia, de conciencia, de libertad y de voluntad para que asumamos la tarea de culminar con éxito Su proyecto.

Su Espíritu —el espíritu de Dios que alienta en nosotros— nos muestra el camino, pero es en Jesús, el hombre lleno a rebosar de ese Espíritu, donde hemos visto palpablemente los planes de Dios. Hace dos mil años envió a aquellos setenta y dos para que fueran por delante, y hoy es nuestro turno de continuar esa misma misión.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Ligeros de equipaje.

Domingo, 3 de julio de 2022
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envio misioneroCuando después de celebrar la fiesta de Pentecostés, volví a leer el evangelio desde esa perspectiva de vida nueva, de comunidad de seguidoras y seguidores de Jesús, su llamada se me hizo novedosa, y dejando atrás la carga de tantas cosas innecesarias, quise entrar en otra dinámica distinta a la que había vivido hasta ahora.

Jesús me llamaba y esta vez le entendí. ¡No me habría imaginado nunca tanta dicha, tanta libertad! En mi ingenuidad no caí en la cuenta que lo que iba a encontrar en el camino sería sobre todo oposición.

Primero, de parte de los más cercanos, que se desvivían por convencerme de que lo más importante era buscar una “seguridad económica” y un status social siguiendo lo que habían hecho todos durante generaciones. Oposición por parte de la institución que llama a la prudencia, a la tradición, y que sospecha de todo lo que pueda sonar a radical, de todo lo que es diferente. Oposición o más bien indiferencia por parte de la sociedad que juzga como absurda cualquier opción que no busque el beneficio propio.

La opinión de los demás sobre ese caminar es la primera mochila de la que me tuve que deshacer para seguir a Jesús; pesaba mucho y no servía para nada.

Después la invitación fue más allá: despréndete de todo lo que no te permita viajar ligero de equipaje. Las personas que nos hemos mudado mucho de casa sabemos que hay cantidad de cosas de las que podemos prescindir; si siempre estás en el mismo lugar ni te das cuenta de todo lo acumulado… Cuando lo tienes que transportar entonces te quedas sólo con lo necesario que cada vez va siendo menos.

A veces nos agarramos literalmente a las palabras del evangelio y su exigencia nos suena más a carga que a otra cosa; pero fui entendiendo por experiencia que no se refería a una bolsa, ni a una alforja, ni a unas sandalias… hasta los peregrinos necesitan cargar con lo mínimo para llegar a la meta. Andar ligero de equipaje es no acumular: sobre todo títulos, méritos, “medallas”, creyendo que es todo esto lo que me hace ser una persona valiosa, que la gente me quiere y me valora por lo que he logrado en mi vida. Si no lo aprendemos a la primera vuelta siempre hay una segunda en lo que casi todo se cae y nos quedamos con lo esencial.

Al caminar de esta manera me di cuenta que lo que transmitía sin darme cuenta era paz; esa paz que da el no desear más de lo que se tiene, esa paz de querer transmitir ese gran tesoro a lxs demás y que también lo puedan vivir así.

[Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed de lo que os pongan, curad a los enfermos que haya y decidles: “Está cerca de vosotros el reinado de Dios”]. Lc10: 8-9

La llamada se va haciendo concreta, entrar en la vida de los otrxs, compartir el pan, buscar la sanación para quienes se sienten débiles y también saber dejar a aquellos que abiertamente rechazan el mensaje. No nos toca juzgar la calidad de la respuesta de los demás, sólo darlo gratuitamente sin “hacerle las cuentas a nadie”.

La libertad de cada persona para aceptar la Buena Nueva o rechazarla permanece intacta. Un gran misterio el de la libertad personal…

Han pasado los años y a medida que he ido recorriendo los caminos se han ido puliendo mis intenciones, mis búsquedas, mis deseos junto con las tristezas y las alegrías.

¿De qué me siento satisfecha? ¿Por qué me siento feliz? ¿Cuáles son los éxitos? ¿Cuántos los fracasos?

A medida que vamos haciendo camino se van purificando las intenciones, los motivos de la alegría. “Los setenta regresaron muy contentos y le dijeron: –Señor, hasta los demonios se nos someten por tu nombre. –Sin embargo, no sea vuestra alegría que se os someten los espíritus; sea vuestra alegría que vuestros nombres están escritos en el cielo.” Lc 10, 17, 20

Este camino de ir “soltando” equipaje es sin duda un aprendizaje fascinante en el que lo material solo juega una pequeña parte. Dejarlo todo para seguir a Jesús no es renuncia, sino cambio de visión, conversión a lo que es el centro de la predicación de Jesús: el Reino. Y ese Reino solo se va entendiendo en la medida en que vamos caminando con Jesús y lxs hermanxs en la realidad en la que nos toca vivir.

Carmen Notario, SFCC

Fuente espiritualidadintegradoracristiana.es

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Proselitismo y búsqueda de la verdad.

Domingo, 3 de julio de 2022
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51B04A93-132E-49FF-A039-EB77DFD7E5C5Domingo XIV del Tiempo Ordinario

3 julio 2022

Lc 10, 1-9

La consciencia mítica identifica la verdad con la propia creencia. A partir de ahí, considera que el mejor servicio que puede hacer a la humanidad es “traerla” a la verdad, de la que el propio grupo se considera depositario: ha nacido el proselitismo.

Al trascender la consciencia mítica e incluso la identificación con la mente, caemos en la cuenta de que la verdad no puede ser nunca un concepto, una creencia, un dogma o una doctrina. Ni cabe en la mente ni puede ser “poseída” por nadie. La verdad es lo que es; la verdad es lo que somos.

No se trata, por tanto, de transmitir “creencias”, sino de favorecer que la persona descubra la verdad que es. Somos verdad, o mejor, la verdad nos sostiene y nos constituye. Aun velada e incluso oscurecida por múltiples factores, sigue ahí en toda su luminosidad. Solo necesitamos desearla apasionadamente y asumir una actitud de indagación y experimentación.

Las creencias buscan imponerse; la verdad se muestra. Aquellas separan; esta une. Las creencias dividen a las personas -entre creyentes y no creyentes-; la verdad hace que nos encontremos más allá de ideas, más allá del ego.

Este modo de entender la búsqueda de la verdad recuerda a Sócrates y su método mayéutico. Cesa el proselitismo y uno se vive como “partera” que, a través de preguntas, ayuda a “dar a luz” la verdad que yace ya en cada persona.

¿Qué es para mí la verdad?


Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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¿Por qué Dios se reveló tan tarde y a tan poca gente?

Domingo, 3 de julio de 2022
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índiceDel blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

01.- La mies es mucha.

    Jesús nos recuerda en el evangelio de hoy que la mies es mucha y por eso envía a los suyos (que no son los curas, al menos no solamente son los curas), a predicar el evangelio,  a la misión.

La mies

    Ya en la historia de la Iglesia y de la teología se hacían la pregunta: ¿Por qué Dios se reveló tan tarde y a tan poca gente?

La mies es la humanidad y no solamente la humanidad actual, sino toda la humanidad y la evolución hacia la humanidad.

    Pensemos que Jesús vivió hace dos mil años. Al mismo tiempo pensemos que el primer personaje histórico de la Biblia, Abrahán data de dos mil años antes de Cristo. Por otra parte los mitos del origen de otras culturas incorporados a la Biblia: la creación del barro, Caín y Abel, la torre de Babel, etc. puede datar de unos miles de años más.

    Pero la evolución de los que llegarán a ser seres humanos: neanderthal, cromagnon, homo sapiens, etc. parece  que sus orígenes datarían de hace un millón de años. [1] Es decir, que ¿Dios habría hablado (revelación) a una pequeña parte de la humanidad de hace cuatro, seis mil años?

    Por otra parte la Biblia, la Revelación, se centra en una pequeña parte del mar Mediterráneo, en Palestina y poco más.

    Esto significa que Dios habría hablado solamente a unos pueblos en torno al mar Mediterráneo y la humanidad, la mies de África, Asia, de lo que denominamos Latinoamérica han quedado sin una palabra de Dios ¿Dios ha “enviado a la escuela a dos o tres hijos y a los demás nada?

¿No podemos pensar que Dios se ha revelado de alguna manera a otros pueblos, culturas y etapas de la humanidad? ¿No podemos pensar que las culturas, la ética, el arte, los ritos de tantos pueblos constituyen como su “Antiguo Testamento”?

    Sintamos respeto hacia tantos pueblos y gentes que también buscan y llegan a Dios y a la verdad, a la luz, a través de sus propias tradiciones y culturas.

02.- Cuestiones.

La creación como palabra de Dios.

La creación es la primera palabra revelativa.

Después vendrán las formulaciones de esa palabra revelativa. Vendrán las pagodas, el románico, gótico o las mezquitas.

El ser humano como Palabra de Dios

Dios habla a todo ser humano a través de sí mismo, de las personas humanas. La apertura del hombre a Dios, escuchar la voz de la conciencia, es también escuchar la Palabra de Dios.

Hoy está más discutido, pero siempre ha habido una ley y un derecho natural.

Cuando el hombre, la ciencia encuentran tanta potencialidad médica, técnica ¿no es un rumor de la Palabra de Dios que nos habla? ¿Qué otra cosa es la ética sino una huella de la Palabra de Dios?

Las culturas como Palabra de Dios

En principio toda cultura es apta y válida para acoger la revelación. No podemos ser tan totalitarios o tan necios como para pensar que otras culturas y religiones: budismo, sintoísmo, el espiritismo africano, no contienen -cuando menos- fragmentos, destellos, vestigios de la revelación de Dios.

Cuando nos asomamos honestamente a otras culturas y vemos en ellas valores éticos, modos de convivencia, apertura a la profundidad de la vida. ¿qué otra cosa es sino palabra de Dios encarnada -el Verbo, la palabra se hizo carne- en tantos hombres y mujeres, culturas y pueblos más allá de nuestro pequeño mundo greco-latino? ¿Acaso no se dan afinidades entre la poligamia de Abraham y la actual poligamia africana? ¿No hay muchas cercanías entre las tribus de Israel y el sistema tribal africano? ¿Acaso no hay una presencia de Dios en la transcendencia mística budista?

03.- Xto es la palabra plena.Evangelizar no es proselitismo

    Nosotros, que creemos en Cristo, en la Palabra, podemos descansar en que el Señor Jesús es la revelación plena de Dios. Jesús es el Logos (la palabra, el sentido, la expresión de Dios) Y estamos agradecidos.

Agradezcamos que en otros pueblos, culturas y religiones hay también fragmentos de ese logos, de esa luz.

    La misión, evangelizar,  no es proselitismo, ni adoctrinamiento, ni fanatismo, sino conocimiento del amor del Padre

    Las características del envío de Jesús que aparecen en el evangelio de hoy no son para enseñar el catecismo, ni una dogmática, sino que el enviado expulsa demonios: los demonios de la miseria, del hambre, de la injusticia. El misionero transmite pazy vive lleno de alegría; o como dice Isaías comunica consuelo.

    Evangelizar es vivir y transmitir paz, alegría, consuelo.

    Y todo ello porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

    Nos da miedo hablar del cielo, pero es la gran esperanza.

    No hagamos prosélitos doctrinarios, religiosos fanáticos, sino transmitamos serenidad, paz y esperanza del cielo.

Tres breves conclusiones

  1. Agradezcamos la Revelación, la luz que nos ha sido dada sobre todo por JesuCristo.
  2. Respetemos otras tradiciones y culturas diferentes y quizás lejanas a la nuestra.
  3. Transmitamos el Evangelio de JeusCristo.

[1] El homo neanderthalensis podría datar unos 800.000 años. El homínido de la Gran Dolina de Atapuerca podría darse en 780.000 años.

 

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¡Con Dios todo es posible!

Lunes, 27 de junio de 2022
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080A82F2-709D-4960-A19C-11282C646347Christine Zuba.

La publicación de hoy es de la colaboradora invitada Christine Zuba. Christine es una mujer transgénero católica. Es ministra eucarística en la parroquia Saints Peter & Paul en Turnersville, NJ, y preside el Ministerio Transgénero de Fortunate Families.

Las lecturas litúrgicas de hoy se pueden encontrar aquí.

A medida que nos acercamos al final del mes del Orgullo, las lecturas litúrgicas de hoy nos recuerdan lo que debemos hacer como católicos y nos recuerdan como católicos LGBTQ+ que TODOS somos buenos a los ojos de Dios. En la segunda lectura (Gálatas 5:14), San Pablo nos dice “ . . toda la ley se cumple en una sola palabra, amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Y en el evangelio (Lucas 9:51), el evangelista relata las palabras de Jesús: “El hijo del hombre no vino a destruir las almas, sino a salvar”.

Durante los eventos y desfiles del Orgullo de junio, no es raro ver algunos grupos cristianos anti-LGBTQ+ con sus pancartas y megáfonos, predicando el arrepentimiento o la condenación. Tratan de pintarnos como malvados, dignos solo de condenación. Siempre me pregunto: “¿Qué es lo que no entienden de ‘ama a tu prójimo’?”

Hace un año, el Padre Alex Santora me invitó a participar en la 4ª Misa anual del Orgullo en la parroquia Our Lady of Grace en Hoboken, Nueva Jersey, dando la homilía. Sorprendentemente, el padre Alex me había llamado meses antes, en enero, para preguntarme si estaría dispuesta a involucrarme para reflexionar sobre mi vida, mi transición y mi fe como católica transgénero.

Durante ese tiempo también, en junio, mi madre de 95 años ingresó en una residencia. Siete años antes, mamá tenía 88 años y era la última persona en mi vida a la que le dije que era transgénero. Aunque creo que ella nunca entendió del todo, aceptó y amó, y para ella era importante que yo permaneciera cerca de mi fe. Oré para que Dios no la llamara a casa mientras hacía el viaje de dos horas desde su cama en el noreste de Pensilvania hasta Hoboken y de regreso.

Mi disco estaba ocupado por pensamientos sobre mamá y la misa que se avecinaba. Mis comentarios debían incluir mis pensamientos sobre la guerra cultural que cuestionaba mi existencia transgénero, sobre una “ideología de género” de la que supuestamente soy parte, y sobre la decepcionante y palabras potencialmente dañinas hacia las personas transgénero y LGBTQ+ que habíamos escuchado recientemente expresadas por algunos dentro de la Iglesia. También quisiera agradecer a todos los sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos, obispos y cardenales que verdaderamente nos acogen tal como somos y, por supuesto, agradecer al Papa Francisco por su liderazgo.

También me preocupaba cómo comunicaría todo esto sin emocionarme demasiado, diciéndome “no llorar”, lo que podría restarle importancia al mensaje. Amo a Nuestra Señora de Gracia. El mensaje del padre Alex siempre ha sido uno de inclusión para todos y todas las personas marginadas, especialmente la comunidad LGBTQ+. Si bien los problemas de Covid todavía eran motivo de preocupación, la asistencia esa mañana fue buena. La Misa también se estaba grabando en el canal de Youtube de la parroquia. Al comienzo de la misa, cuando comenzamos a caminar por el pasillo, me decía a mí mismo que debía mantener la compostura. Necesitaba hacer esto por mí, por nuestra comunidad y por mi mamá.

Ha pasado un año desde ese día, y reflexiono sobre lo que ha cambiado desde esa hermosa misa. Algunas diócesis adicionales han expresado sus “soluciones” transgénero restrictivas, desde la falta de uso de pronombres y nombres correctos hasta la negación total de los sacramentos. Los políticos han continuado sus ataques con leyes que criminalizan la atención médica transgénero, así como el apoyo de familias y médicos. Los gobiernos estatales han tomado represalias contra negocios y empresas que se atreven incluso a hablar en contra de la legislación anti-LGBTQ+. Después de años de progreso, a veces se siente como si hubiera retrocedido dos pasos.

Sin embargo, también hay buenas noticias. Dentro de nuestra Iglesia, vemos signos de esperanza. Vemos señales de personas que quieren “no destruir, sino salvar almas”. A través del proceso del Sínodo ha habido sesiones de escucha generales y específicas para LGBTQ+, incluso dentro de diócesis que han sido menos acogedoras en el pasado.

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En enero, el Papa Francisco llamó a los padres a “no condenar a sus hijos si son homosexuales”. En mayo, en respuesta a tres preguntas presentadas por el Padre James Martin, S.J., el Papa Francisco respondió que “Dios no desconoce a ninguno de sus hijos. Con respecto a los católicos LGBTQ+ que han experimentado el rechazo de la Iglesia, el Papa Francisco escribió: “Me gustaría que lo reconocieran no como el ‘rechazo de la Iglesia’, sino como ‘personas en la iglesia’. La Iglesia es madre y llama a todos sus hijos”.

El Papa Francisco anunció recientemente que nombraría a 21 nuevos cardenales en agosto, algunos de los cuales han dado la bienvenida a las personas LGBTQ+. El Papa Francisco ahora habrá designado a 83 de los 133 cardenales electores, aumentando así la posibilidad de que su sucesor también refleje sus posiciones en temas clave.

  Sabemos que nuestra Iglesia se mueve lentamente, a menudo como un glaciar. Queremos un cambio y lo queremos rápido. A veces lamentamos nuestro estado actual y cómo están las cosas en nuestro país. Si bien todavía queda mucho trabajo por hacer y hay problemas legítimos que nos molestan, a menudo pienso en lo bendecidos que somos en comparación con muchas personas LGBTQ+ en otras partes del mundo. Lo que me lleva de vuelta a hace un año.

Después de la Misa del Orgullo del año pasado en Hoboken, hubo una pequeña recepción en el centro parroquial de al lado. Una madre se me acercó con sus dos hijos. Tenían unos 10-12 años. Un niño era de género no conforme. Con acento de Europa del Este me agradeció mis palabras durante la Misa.

Ella dijo que eran de Polonia y que “las cosas no son tan buenas para nosotros allí”, y que más tarde en la tarde volarían de regreso a Polonia. Sin embargo, antes de hacerlo, se encargó de llevar a sus hijos allí, esa mañana, a Nuestra Señora de Gracia. ¡Quería “mostrarles lo que ES posible!”

Orgullo feliz, todos los días. Ama a nuestro Dios. Amar a nuestro prójimo. ¡Con Dios todo es posible!

—Christine Zuba, 26 de junio de 2022

Fuente New Ways Ministry

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“Un Cristianismo de seguimiento”. 13 Tiempo ordinario – C (Lucas 9, 51-62)

Domingo, 26 de junio de 2022
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En tiempos de crisis es grande la tentación de buscar seguridad, volver a posiciones fáciles y llamar de nuevo a las puertas de una religión que nos «proteja» de tanto problema y conflicto.

Hemos de revisar nuestro cristianismo para ver si en la Iglesia actual vivimos motivados por la pasión de seguir a Jesús o andamos buscando «seguridad religiosa». Según el conocido teólogo alemán Johann Baptist Metz, este es el desafío más grave al que nos enfrentamos los cristianos en Europa: decidirnos entre una «religión burguesa» o un «cristianismo de seguimiento».

Seguir a Jesús no significa huir hacia un pasado ya muerto, sino tratar de vivir hoy con el espíritu que le animó a él. Como ha dicho alguien con ingenio, se trata de vivir hoy «con el aire de Jesús» y no «al viento que más sopla».

Este seguimiento no consiste en buscar novedades ni en promover grupos de selectos, sino en hacer de Jesús el eje único de nuestras comunidades, poniéndonos decididamente al servicio de lo que él llamaba reino de Dios.

Por eso, seguir a Jesús implica casi siempre caminar «a contracorriente», en actitud de rebeldía frente a costumbres, modas o corrientes de opinión que no concuerdan con el espíritu del Evangelio.

Y esto exige no solo no dejarnos domesticar por una sociedad superficial y consumista, sino incluso contradecir a los propios amigos y familiares cuando nos invitan a seguir caminos contrarios al Evangelio.

Por eso, seguir a Jesús exige estar dispuestos a la conflictividad y a la cruz. Estar dispuestos a compartir su suerte. Aceptar el riesgo de una vida crucificada como la suya, sabiendo que nos espera resurrección. ¿No seremos capaces de escuchar hoy la llamada siempre viva de Jesús a seguirlo?

José Antonio Pagola

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