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Santa María Madre de Dios. Martes 01 de Enero de 2025

Miércoles, 1 de enero de 2025

De Koinonia:

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Números 6,22-27

Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré

El Señor habló a Moisés:

“Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:

“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti
y te conceda la paz”.

Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.”

*

Salmo responsorial: 66

El Señor tenga piedad y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.

*

Gálatas 4,4-7

Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer

Hermanos:

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: “¡Abbá! (Padre).” Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

*

Lucas 2,16-21

Encontraron a María y a José, y al niño.

A los ocho días, le pusieron por nombre Jesús

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.

Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

*

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*

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(1 de enero de 1978)

Amados hermanos, amados radio-oyentes:

Con el saludo bíblico que Dios mandaba cuando se dirigía a su pueblo, ya que los cristianos hoy somos el Israel espiritual de Dios, somos el pueblo de Dios, y para nosotros es este precioso augurio de Año Nuevo: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”, no podía hacerse un saludo más oportuno y espléndido para el año nuevo que estas palabras que la Biblia pone a nuestra consideración esta mañana, y al mismo tiempo unir a esta buena voluntad de Dios la presencia de María, la Virgen Madre.

Hay una fiesta oficial de la Iglesia en honor de María y es hoy, 1º de enero. Ocho días después de dar a luz al Redentor del mundo la Iglesia quiere llamar la atención de todos sus hijos para celebrar la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Así se inicia el año bajo la bendición directa de Dios y bajo este título que es toda una inspiración de confianza en el poder de la Virgen, por ser de Dios. Leer más…

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“Alegría para todo el pueblo”. Santa María, Madre de Dios – C (Lucas 2,16-21)

Miércoles, 1 de enero de 2025

IMG_9158Hay cosas que solo la gente sencilla sabe captar. Verdades que solo el pueblo es capaz de intuir. Alegrías que solamente los pobres pueden disfrutar.

Así es el nacimiento del Salvador en Belén: No algo para ricos y gente pudiente; un acontecimiento que solo los cultos y sabios pueden entender; algo reservado a minorías selectas. Es un acontecimiento popular. Una alegría para todo el pueblo.

Más aún. Son unos pobres pastores, considerados en la sociedad judía como gente poco honrada, marginados por muchos como pecadores, los únicos que están despiertos para escuchar la noticia. También hoy es así, aunque, con frecuencia, los más pobres y marginados hayan quedado tan lejos de nuestra Iglesia.

Dios es gratuito. Por eso es acogido más fácilmente por el pueblo pobre que por aquellos que piensan poder adquirirlo todo con dinero. Dios es sencillo, y está más cerca del pueblo humilde que de aquellos que viven obsesionados por tener siempre más. Dios es bueno, y le entienden mejor los que saben quererse como hermanos que aquellos que viven egoístamente, encerrados en su bienestar.

Sigue siendo verdad lo que insinúa el relato de la primera Navidad. Los pobres tienen un corazón más abierto a Jesús que aquellos que viven satisfechos. Su corazón encierra una «sensibilidad hacia el Evangelio» que en los ricos ha quedado con frecuencia atrofiada. Tienen razón los místicos cuando dicen que para acoger a Dios es necesario «vaciarnos», «despojarnos» y «volvernos pobres».

Mientras vivamos buscando la satisfacción de nuestros deseos, ajenos al sufrimiento de los demás, conoceremos distintos grados de excitación, pero no la alegría que se anuncia a los pastores de Belén.

Mientras sigamos alimentando el deseo de posesión no se podrá cantar entre nosotros la paz que se entonó en Belén: «La idea de que se puede fomentar la paz mientras se alientan los esfuerzos de posesión y lucro es una ilusión» (Erich Fromm).

Tendremos cada vez más cosas para disfrutar, pero no llenarán nuestro vacío interior, nuestro aburrimiento y soledad. Alcanzaremos logros cada vez más notables, pero crecerá entre nosotros la rivalidad, el conflicto y la competencia despiadada.

José Antonio Pagola

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Octava de Pascua, la fiesta de María 1.1.22. Santa María, madre de Dios: Iniciadora, Amiga, Hermana (Propuesta mariana para el 2025)

Miércoles, 1 de enero de 2025

IMG_9247El Año del Señor a.D. (anno Domini) 2025, ha comenzado con la Solemnidad de María, Madre de Dios, a quien la tradición ha llamado Ianua Coeli, Puerta del Cieloy Virgen de Enero, mes de la Puerta del Cielo, Ianua Coeli Dios que es María.

Pero de hecho, siendo la más importante de las fiestas de María (viene del IV d.C.) apenas se conoce, pues, gran parte del mundo católico pasa directamente de la Navidad a la Epifanía (Reyes).

Es una fiesta antigua, reinstaurada tras el Vaticano II y fechada (con el nuevo Ordo Litúrgico) el 1 de Enero, Octava de la Navidad, que solía dedicarse a la Circuncisión de Jesús.

Es importante recuperar la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios (del siglo IV-V d.C.) y así lo hago insistiendo en tres de sus notas y presentándolas como deseos (propuestas) eclesiales para el año 2022.

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   Ésta es una fiesta poco conocida. Eso se debe, quizá, a que la renovación litúrgica del Vaticano II no ha culminado y al hecho de que los nuevos movimientos apostólicos(como Acción católica, Caritas, HOAC, Cristianos por el Socialismo, Hijas de María, Legión de María, Opus Dei, Cursillos de Cristiandad, Neopentecostales, Neocatecumenales, Focolares, Comunión y Liberación, Comunidad de San Egidio, Legionarios etc.), variados y distintos entre sí, no han creado ni impulsado, que yo sepa, una nueva y verdadera mariología(devoción mariana),  que pueda encarnarse en formas populares.

Por otra parte, el “marianismo” de algunos de algunos movimientos resulta menos evangélico (incluso regresivo), no logra conectar con el movimiento de Reino de Jesús, ni con la nueva misión la Iglesia, en línea de gozo real de la vida, de amor-amistad, en valoración de la mujer, fraternidad y justicia etc.

Por poner un ejemplo, el último libro “serio” sobre mariología publicado en castellano es el Nuevo Diccionario, del año 1988. Desde entonces estamos en un desierto, con fugaces espejismos que el viento borra en un momento, y con una mariología a servicio de un poder y de una devoción poco evangélica.

  BD669384-F356-4284-8457-5E17185E35CFEvidentemente, no se puede resolver el tema de un modo general, aunque pienso que puedo ofrecer algunas indicaciones, en la línea de un trabajo publicado en RD sobre la devoción mariana, con la semblanza sobre el Diccionario de Mariología y lo que he dicho ayer sobre el fin de año con María. En ese contexto quiero presentar de nuevo unas ideas tomadas de la entrada “Libertad”, que publique en el diccionario.  Tres son, a mi juicio, los rasgos que puede destacar esta fiesta de Santa María, Madre de Dios, puerta de enero, puerta de renovación cristiana este año 2022:

1.María es, ante todo, iniciadora de Fiesta, como destaca Jn 2, en el relato de las Bodas de Caná. Ella “pone en marcha” la celebración del Reino de Jesús, el paso del agua de las purificaciones penitenciales al vino de la vida. Seguimos en una iglesia más penitencial y legalista que festiva. No proclamamos y vivimos el evangelio como fiesta de vino y libertad. Es como si María no estuviera ya en Caná de Galilea.

2.María es, en segundo lugar, madre-amiga del discípulo amado, amiga de los creyentes de Jesús, como ha puesto de relieve Jn 19, 25-27: Ella forma parte de la “casa del amigo”, de los compañeros de Jesús que tienen en el mundo la tarea de celebrar el amor. Ella parece secuestrada por una iglesia de observantes legales “pietistas”, pero sin humanidad. No parece tampoco que éste sea animadora y amiga de los que aman la vida y la regalan a los otros.

3.María es, finalmente, la hermana más significativa de los hermanos de Jesús, que forman la iglesia, conforme al relato de Pentecostés (Hch 1,12-14). Según el texto de los Hechos ella está entre todos y con todos (apóstoles, parientes de Jesús y las mujeres amigas), como hermana universal, la gran Hermana, como signo de arraiga en la vida y de entrega por la comunión de todos.

          Éstos son mis deseos “marianos” para el 2025, con María, Madre de Dios: (a) que se extienda la fiesta del vino de la vida a todos los “impotentes y oprimidos” afectivos, sociales… (b) Que se extienda la iglesia del “amado”, que se extienda por la Iglesia la comunidad de los aman y son amados. (c) Que triunfe la fraternidad, entre todos, apóstoles, hermanos de Jesús, mujeres…

(Imagen 1: Madre de Dios,centro de la Iglesia (icono del Monasterio de S. Catalina del Sinaí, con San Teodoro y san Jorge, siglo VI).  Imagen 2: María, Salus Populi romani( icono romano del siglo VI-VII).

 1.MARÍA INICIADORA DE LA FIESTA. BODAS DE CANÁ

   Esas bodas son un compendio de la historia de Jesús y de los hombres. Lógicamente, “la madre de Jesús estaba allí”, representando al pueblo de Israel, el pueblo de los primeros invitados (cf. Jn 2,1). Jesús viene después, cuando se ha empezado a celebrar la fiesta. María actúa en esas bodas como iniciadora-animadora de la fiesta de Jesús, realizando un programa de vida (de liberación) semejante al que realiza, en otro plano, en el Magníficat de Lc 1, 46-55.

 Viene Jesús, pero el ayuno sigue porque los novios de este mundo no han podido conseguir el vino de la vida, como indica certeramente la madre (2,3): solamente tienen el agua de las purificaciones judías, el agua de los ritos y las leyes, que limpia una vez, externamente, para que volvamos a descubrir después que las manos siguen estando manchadas, como ha precisado en un contexto semejante la carta a los hebreos (9,23-10,18).

Pues bien, sobre ese fondo de ayuno, de insuficiencia israelita y de bodas que no pueden culminar viene a situarse la palabra de María. Ella habla precisamente como madre (Jn/02/01-05), es decir, como persona que está abierta al nuevo nacimiento. Habla por dos veces.

En esta primera palabra ella explícita su solidaridad respecto a los que viven de manera insuficiente, incompleta sobre el mundo: sabe que los hombres han sido creados para celebrar las fiestas del amor, para En primer lugar, se dirige hacia Jesús, indicándole la necesidad de los hombres:

 “¡No tienen vino!” no pueden celebrar la fiesta de las bodas (2,3).

las bodas del vino escatológico, y por eso sufre al verlos incompletos, deprimidos, sometidos al agua de los ritos y las purificaciones de este mundo.

La respuesta de Jesús parece dura: “¡Qué tenemos que ver tú y yo, mujer; aún no ha llegado mi hora!” (Jn 2,4). Ciertamente lo es, si la miramos desde una perspectiva intimista, como expresión de ruptura con la madre: ¡Jesús está en manos de Dios y no puede recibir mandatos de María! Sin embargo, si miramos a más profundidad, descubriremos que en la misma respuesta va implicado un asentimiento implícito: Jesús no rechaza la observación de su madre, no niega la carencia de vino. Simplemente indica que la solución del problema no depende ahora de las palabras de su madre, sino de la hora (voluntad de Dios).

Así lo ha entendido la madre. Respecto a Jesús ya ha cumplido su misión: ya le ha indicado que no existe vino de amor y libertad sobre la fiesta de la tierra. En ese aspecto está tranquila, confía en Dios y en la promesa mesiánica del Cristo. Por eso, ahora, sólo le queda una cosa: ponerse al lado de los hombres (servidores del banquete) y advertirles:

“¡Haced lo que él os diga!” (2,5).

 Esta es la palabra de su fe suprema: es la palabra de una fe personal, que confía en la acción salvadora de Jesús allí donde Jesús le dice que no es ella la que tiene que marcarle su camino; es la palabra de una fe expandida y misionera que se pone al lado de los “servidores” del banquete y les prepara, de manera que también ellos estén dispuestos a cumplir la voluntad de su hijo Jesucristo, allí donde el agua del mundo (leyes judías) se convierte en gracia de las bodas, vino del reino. Leer más…

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Fiesta de Santa María, Madre de Dios

Miércoles, 1 de enero de 2025

ppvirgenmaria-726630Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Hacía el año 500 comenzó a celebrarse en las iglesias orientales una fiesta de Santa María, Madre de Dios. La iglesia católica romana la aceptó, y fijo su celebración el 11 de octubre; pero en 1970 se trasladó al 1 de enero para relacionarla más estrictamente con la Navidad y comenzar el año bajo la protección de María. El 1 de enero se cumplen también los ocho días desde el nacimiento, fecha en la que había que circuncidar a un niño judío; por eso el evangelio termina haciendo referencia a la circuncisión de Jesús.

¡Feliz Año Nuevo! (Números 6,22-27)

            A pesar de lo dicho sobre la Virgen, el saludo que más se repetirá el 1 de enero será: ¡Feliz Año Nuevo! ¿Qué nos deseamos? ¿Salud, dinero y amor, como dice la canción? ¿Quién nos va a garantizar algo de eso? ¿Y si ocurre algo muy distinto, incluso lo contrario? La primera lectura de hoy, tomada del libro de los Números (en hebreo tiene un título más bonito: “En el desierto”), ofrece unas pistas muy buenas:

            El Señor habló a Moisés:

            Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:

“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz.” Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.»

             Ante todo, hay alguien que garantiza lo bueno que deseamos: el Señor. Dos veces se lo nombra, y los seis verbos de la bendición lo tienen como sujeto. Podemos agrupar las peticiones en dos bloques: 1) El Señor te bendiga, ilumine su rostro sobre ti, se fije en ti. 2) Te proteja, te conceda su favor, te conceda la paz.

            El primer bloque se refiere a la actitud de Dios con cada uno de nosotros. Cabrían tres posibilidades: que no nos bendijera, que nos mostrase un rostro airado, que se desinteresase de nosotros. Se pide su bendición, su actitud benévola, su interés.

          El segundo bloque indica los tres grandes regalos: no son salud, dinero y amor, sino protección, favor y paz. A alguno le resultará demasiado etéreo. Preferirá cosas más concretas. En la práctica, cuando el año nos enfrente a situaciones difíciles, no habrá nada mejor que la protección, el favor y la paz de Dios.

De esclavos a hijos (Gálatas 4,4-7)

Hermanos:

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su hijo nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

Cómo sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba! (Padre). Así que ya no eres esclavo sino hijo, y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

            El texto se ha elegido porque es el único de las cartas de Pablo que hace referencia a María («nacido de una mujer»). Pero se relaciona perfectamente con el anterior del libro de los Números. Pedía la bendición de Dios, su benevolencia, y el Señor responde enviando a su Hijo para liberarnos de la esclavitud y convertirnos en hijos suyos y herederos.

Tres actitudes para el nuevo año (Lucas 2,16-21)

             En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.

            Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores.

            Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

            Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.

             Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

             El texto relaciona dos acontecimientos muy distintos, separados por ocho días de distancia. El primero, la visita de los pastores, es el que leímos el 25 de diciembre en la segunda misa, la del alba. En la escena se distinguen diversos personajes:

* Empieza y termina con los pastores, que corren a Belén y vuelven alabando y dando gloria a Dios. La visita de los pastores simboliza lo que dirá Jesús más tarde: “Te alabo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla”.

* Está también presente un grupo anónimo, que podría entenderse como referencia a la demás gente de la posada, pero que probablemente nos representa a todos los cristianos, que se admiran de lo que cuentan los pastores.

* Finalmente, el personaje más importante, María, que conserva lo escuchado y medita sobre ello. En los relatos de la infancia, Lucas ofrece dos imágenes muy distintas de María. En la anunciación, Gabriel le comunica que será la madre del Mesías, y ella termina entonando el Magnificat, alabando las maravillas que Dios ha hecho en ella. Cuando Jesús nace, Lucas habla de María de forma muy distinta. A partir de ese momento, todo lo relacionado con Jesús le resulta nuevo y desconcertante: lo que dicen los pastores, lo que dirá Simeón, lo que le dirá Jesús a los doce años cuando se quede en Jerusalén. En esas circunstancias, María no repite “proclama mi alma la grandeza del Señor”. Se limita a callar y meditar, igual que hará a lo largo de toda la vida pública de Jesús.

            Estas tres actitudes se complementan: la admiración lleva a la meditación y termina en la alabanza de Dios. Tres actitudes muy recomendables para el próximo año.

            La segunda escena tiene lugar ocho días más tarde. Algo tan importante y querido para nosotros como el nombre de Jesús lo cuenta Lucas en poquísimas palabras. Su sobriedad nos invita a reflexionar y dar gracias por todo lo que ha supuesto Jesús en nuestra vida.

En vez de propósitos y buenos deseos, una buena compañía

            El comienzo de año es un momento ideal para hacer promesas que casi nunca se cumplen. La liturgia abre el año ofreciéndonos la compañía de Dios Padre, que nos bendice y protege, de Jesús, que nos salva, de María, que medita en todo lo ocurrido.

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01 Enero. Solemnidad de Santa María Madre de Dios

Miércoles, 1 de enero de 2025

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María guardaba todos estos recuerdos y los meditaba en su corazón”

(Lc 2,16-21)

Comenzamos el año de estas dos maneras: contemplando a María de Nazareth como madre de Jesús, Dios y hombre, y orando por la paz. Si tenemos en cuenta que Jesús es el príncipe de la paz, enseguida nos puede venir la idea de que su madre sería la reina de la paz. Por pura lógica; lógica puramente humana.

Muchas veces se nos olvida que la lógica de Dios va por otra parte muy diferente a la nuestra. Tiene mucho que ver, o todo, mejor dicho, que ver con el amor, la humildad y la sencillez. No se trata de títulos, riquezas, ni de adornos; tampoco de tener ni de hacer. Va más bien por ser, solo y complicadamente: ser y dejarse hacer.

Volvamos de nuevo nuestra mirada hacia María, la mujer bendita de Nazareth. Para ello te propongo una imagen y una canción. La imagen nos sitúa en Israel, concretamente Ain Karen, en el lugar en el que la tradición cristiana ubica el encuentro de María con su prima Isabel. Se trata de una escultura que representa a dos mujeres judías embarazadas, una frente a otra agarrándose con ternura. No hay distinción entre ambas, ni adornos, ni riquezas. Nada indica quién es quién.

En cuanto a la canción, describe ese encuentro y bien podría ser la banda sonora de la imagen anterior: “Risas en el aire, gozo hecho canción; música de encuentro, danza de dos cuerpos al ritmo de un abrazo, dos vidas multiplicadas por el AMOR…”. Ser y dejarse hacer.

Así es María de Nazareth, toda una mujer de paz; la que guarda en su corazón diversos momentos, situaciones, sean buenos o no tan buenos, y no deja que pasen sin más, sino que vuelve a ellos para mirarlos con ternura.

 

Oración

Trinidad Santa, bendícenos y guárdanos;

haz brillar tu rostro sobre nosotras y concédenos tu favor;

muéstranos tu rostro y danos la paz. Amén.


*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Año nuevo María madre: Dios está más allá del concepto de Padre y de Madre

Miércoles, 1 de enero de 2025

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AÑO NUEVO 3 MARÍA MADRE (C)

Lc 2,16-21

Hoy tenemos cuatro frentes abiertos: La circuncisión, la paz, María Madre y el tiempo. Empezaremos hablando de la circuncisión. Era el signo de pertenencia del pueblo judío. Para nosotros es imposible tomar conciencia de lo que la circuncisión significó y sigue significando para un judío. Es mucho más que un rito de iniciación. Significa la seña de identidad religiosa. Debemos desmontar el mito del “pueblo judío”. Un examen genético ha demostrado que no hay tal raza judía. Los judíos no vinieron de ninguna parte. Surgieron en la misma Palestina y se fueron aislando del resto. No tienen por padre a Abrahán ni a David. Tampoco es realista hablar de pueblo elegido.

A todos se nos llena la boca hablando de la paz, pero a nadie le interesa afrontar los retos que plantea. Todos pedimos a Dios que nos libre de la guerra, de los conflictos, de las peleas, pero no estamos dispuestos a exigir en nuestro entorno justicia y libertad, que son las condiciones de una auténtica paz. Luchar por la paz haciendo la guerra garantiza el fracaso. El concepto de guerra preventiva es perverso. El ser humano se puede defender de toda agresión sin tener que luchar contra nada ni contra nadie.

Juan XXIII, en su encíclica “Pacis in terris”, advirtió que la paz será la consecuencia de la Verdad, la Justicia, la Libertad y el amor. Esto lleva consigo tener claro que ningún ser humano es más que otro. Mientras no nos enteremos de esto, mientras haya un solo hombre, grupo o nación que se sienta superior, no podrá haber paz. Esta utopía debía ser el fundamento de toda relación humana. Hay muchas personas que intentamos ser justos, ser amables, ser comprensivos, pero con la condición de que no se ponga en duda nuestra superioridad. Esta postura tan generalizada es de auténtica hipocresía.

Unos buscamos la paz de los cementerios: ¡Que nadie se mueva! ¡Ay de aquel que se atreva a vivir! Ahí están los “vivos” de siempre, impidiendo el más ligero signo de vida a los demás. Otros nos contentamos con la paz romana: todos bajo la bota del imperio. Una paz que responde a la ley del más fuerte, sostenida con las armas. Que mueren personas inocentes, “daños colaterales”. Que quedan seres humanos destrozados, da lo mismo, lo importante es cumplir el objetivo. Paz conseguida gracias a que la inmensa mayoría no tiene capacidad de reivindicar los más elementales derechos y libertades.

La que debíamos buscar todos es la paz armonía, fruto de la Justicia. Pero el mayor enemigo de la justicia es la legalidad que unos pocos privilegiados imponemos a todos, buscando siempre nuestro provecho. ¿Qué pasaría si las leyes del comercio mundial las hicieran los países más pobres, en los que pasan hambre hasta la muerte? El primer objetivo de las grandes coaliciones entre las naciones es defender sus intereses económicos. ¿Contra quién? Es demencial. Y encima tenemos que estar oyendo todos los días que somos los buenos. ¡Qué iba a ser del mundo, si no fuera por nosotros!

María Madre. Es la fiesta más antigua de María que se conoce. Pablo VI la recuperó del olvido. Es bonito empezar el año mirando a María Madre, sobre todo si aprendemos a verla sin capisayos y abalorios. Se cree que la primera imagen que se tuvo de Dios fue la de Madre. María suple las carencias que conllevaba la idea de un Dios exclusivamente Padre. La maternidad de María es un dogma, definido en Éfeso en el 431. Es interesante constatar que ese dogma tuvo que ser aclarado y en cierto modo limitado, veinte años después por el concilio de Calcedonia (451) afirmando que María era madre de Dios “en cuanto a su humanidad“. Seguimos interpretando mal lo que el dogma quiso decir.

El dogma se definió para confirmar que el fruto del parto de María fue una única persona, contra la tesis nestoriana que afirmaba dos personas en Jesús. Fue una definición cristología, no mariológica. María no era aún motivo de la reflexión teológica. No debemos olvidar que este concilio lo promovió Nestóreo para condenar a Cirilo, que proclamaba una sola persona en Cristo y por lo tanto que María era con pleno sentido, madre de Jesús. A punto estuvo de condenarse como herejía el dogma definido.

La expresión “Theotokos” (que pare a Dios) se ha entendido mal, porque no se ha tenido en cuenta el sentido de la palabra en aquel contexto. Es ejemplo de cómo, conservando la palabra, estamos diciendo algo completamente distinto de lo que se quiso definir. En aquella época se creía que la nueva criatura procedía solo del padre. La madre no tenía otra misión que la de ser recipiente donde se desarrollaba la semilla. No se tenía ningún inconveniente en aceptar que alguien pudiera ser hijo de un dios naciendo de una mujer.

En la concepción de Jesús, no podemos mezclar lo biológico y lo divino. Se trata de dos planos de naturaleza distinta que no tienen posibilidad de interferir uno en otro. En el orden espiritual, lo biológico no tiene ninguna importancia. Hay que defender con rotundidad que lo que Jesús fue y significó, solo podía ser obra del Espíritu. Eso nadie lo pone en duda. En los relatos del nacimiento y bautismo, se ve con claridad: “Concebido por el Espíritu Santo”; “Nacido del Espíritu Santo”; “Ungido por el Espíritu Santo”; “Movido por el Espíritu Santo”; “El Espíritu es el que da vida, la carne no vale nada”.

Lo que estamos celebrando es que María hace presente a Dios (Emmanuel). S. Agustín dice que María fue madre de Dios, no por su relación biológica, sino por haber aceptado el proyecto de Dios. En eso, María puede seguir siendo modelo porque todos tenemos a Dios en el centro de nuestro ser y todos tenemos que dar a luz a Dios (Eckhart). Los primeros padres llamaban a la Iglesia partera, porque su misión era ayudar a los seres humanos a alumbrar a Dios. Dios sigue dándose a todos y cada uno de los hombres. Experimentar ese don es la tarea más importante que puede llevar a cabo un ser humano.

El cuarto tema es el tiempo (Año Nuevo). El comienzo del año nos tiene que hacer pensar en el tiempo y en la eternidad. Como seres construidos de materia, formamos parte del tiempo, del devenir, de la evolución. Pero a la vez, la eternidad, de alguna manera, nos está atravesando. Si camináramos por el tiempo con los ojos bien abiertos, descubriríamos horizontes de eternidad en la misma temporalidad. El concepto de eternidad que manejamos, como algo que está más allá del tiempo, nos está jugando una mala pasada. Alcanzaremos la eternidad sumergiéndonos en la temporalidad hasta el fondo.

En el NT se manejan dos conceptos muy distintos de tiempo. Uno es “Chairos” el tiempo astronómico (la medida del movimiento), que nos permite conectar con la realidad material y sentirnos inmersos en la contingencia. El otro concepto es el “Kairos”, que sería el tiempo psicológico o espiritual. Este nos permite ir más allá de lo temporal y experimentar en cualquier momento lo trascendente, lo divino, la eternidad. Para nuestra mente cartesiana es imposible hacernos a esta idea, pero es la base de toda espiritualidad.

 

 

 

familia tradicional

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Se admiraban de lo que les habían dicho los pastores.

Miércoles, 1 de enero de 2025
IMG_9168Estas narraciones de los evangelios de la infancia de san Lucas necesitan ahondamiento para sacarles todo el provecho espiritual. Son muchos más que simples anécdotas.

Los pastores son en esta narración algo más que unas figurillas del Belén. Tienen un papel preponderante: anuncian, incluso a María y a José, el sentido del nacimiento de Jesús.

Tengamos en cuenta de que ser pastor era en aquel contexto social ejercer uno de los oficios considerados malditos porque los pastores vivían al raso descuidando a sus mujeres en casa durante la noche (eso decían), no iban a los rezos de la sinagoga, eran considerados ladrones, andaban siempre con vísceras y sangre, etc. Gente sin honor, los que no cuentan. Resulta que ellos son los mensajeros del nacimiento. Tiene la cosa metralla: los menos honorables son los mensajeros.

¿Qué mensaje traen esta gente de mal vivir? Que un envuelto en pañales y puesto en un pesebre es el que puede salvar. Que un humano pobre tiene la clave de la dicha y del éxito. Que lo humano, con toda su pobreza, es el camino para dar sentido a esta vida nuestra. Que la clave está en lo humano.

Algunos cristianos espirituales tuercen el gesto cuando se les dice que la clave de todo está en si eres humano o no. Piensan que la fe es algo más grande. Pero el asunto del creer es una cuestión de humanidad. Esa es la señal: unos pañales y un pesebre. Lo humano nos salva. ¿Cómo?

· Si piensas con humanidad: que es lo mismo que si piensas con bondad. Si dentro de ti hay uno que piensa con bondad, con amabilidad, con humanidad estás en la fe de Jesús.

· Si tienes un corazón sensible: si te importan los sufrimientos ajenos, si te conmueven las lágrimas de los pobres, si te mueves en la dirección de las pobrezas estás en la fe de Jesús.

· Si brota en ti la empatía: si conectas con la persona sencilla, si escuchas con agrado, si te interesas por el otro, si ayudas en lo que está en tu mano estás en la fe de Jesús.

Los pensadores de hace siglos, del tiempo de Jesús (Plinio el Viejo) decían ya que Dios se hace visible cuando un mortal ayuda a otro mortal. La sensatez nos dice que la cuestión religiosa, por la que a veces discutimos y clasificamos a las personas, se resuelve en algo tan simple: ayuda o no ayudas, cuidas al necesitado de cuna y pañales, al humano, o no lo cuidas.

Siguiendo las buenas tradiciones, muchos de nosotros ponemos en nuestra casa un sencillo belén que nos recuerda el nacimiento de Jesús. Está muy bien. Pero el verdadero belén es este que dicen los pastores: reconoce en el humano frágil la presencia de Dios. Y si la reconoces, ayúdale si lo necesita. Siempre dando vueltas a la misma masa. ¿Pero es que hay otra?

Fidel Aizpurúa Donazar

1 de enero de 2025

Fuente Fe Adulta

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María arquetipo de una espiritualidad para nuestro tiempo.

Miércoles, 1 de enero de 2025

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(Definimos arquetipo como prototipo ideal que sirve como ejemplo o pauta para reproducirlo).

Hoy, primer día del año 2022. Empieza un año en nuestro calendario: para la fe, es una continuidad, para el planeta es una millonésima de segundo en el conjunto de los billones de años del Universo. Y aquí estamos, muy puestos en decidir quién es quién en el conjunto de nuestro planeta: Quién toma las decisiones de quién vive y quién se extingue… también en la comunidad cristiana, nuestras decisiones pueden decidir quién se conecta con el Dios Vivo o quién sigue apoyando una religiosidad moribunda.

Y la liturgia de hoy nos viene enmarcada en una gran Bendición o decir-bien, de todo, y ello nos recuerda el deseo y cariño de una madre, lo que necesitamos ser para gestar la nueva humanidad. Empieza así:

…El Señor te bendiga y te proteja,

ilumine su rostro sobre ti

y te conceda su favor;

el Señor se fije en ti,

y te conceda la paz.

(Números 6, 22-27)

El tiempo actual no es muy distinto del de los orígenes del Cristianismo, por su complejidad socio-política y también religiosa.

El Evangelio de Lucas nos cuenta al principio de su relato que un anuncio al sacerdote del templo, Zacarías, no acogido, le deja mudo, porque interrumpe la comunicación con Dios al no fiarse de su Palabra, él, el que rezaba en nombre de todo el pueblo.

Entiendo la mudez también como el que hablando no dice nada, homilías repetitivas… ausencia de profetismo también en los responsables del templo de hoy.

La mudez de Zacarías, contrasta con la fe de su anciana esposa, que se atreve a creer contra toda lógica, y concibe y da a luz a un profeta, el cual, aprendió de su madre a serlo, anunciando con su vida que venía otro a quien él sólo preparaba el camino.

Esta fue la experiencia de Isabel, que recibe la visita inesperada de Miriam de Nazaret que también está gestando la vida que viene del Espíritu- Ruah.

Ellas toman otra ruta, y fecundadas por el Espíritu del Dios vivo, caminan y corren y se abrazan y danzan y denuncian la injusticia, anunciando un tiempo nuevo.

Isabel acoge el anuncio, y también la joven Miriam, quién a diferencia de Zacarías –el cual pide garantías– pregunta con inteligencia y apertura, cómo será aquello, y en ese diálogo –primera escuela de oración cristiana– la mujer de tú a tú con Dios, es la que propicia la presencia humana del Abba: Jesús.

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer… como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: Abbá, Padre. Así que ya no eres siervo sino hijo, y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios (Gal 4,4-7)

Los signos son para que entendamos por dónde anda Abba. Y nos hablan de una cueva, lugar que solemos esconder, tal vez lo identificamos con nuestra sombra, sin saber que ahí está la luz. Y nos hablan de unos astrólogos que siguiendo las estrellas se encuentran con Su estrella. Y nos dicen por dónde ir para encontrarla y por donde no ir.

Está claro, el único camino es el que evitamos.

Evitamos bajar a nuestra cueva, evitamos la intemperie por donde andan los pastores, los que también se dejan acompañar por las estrellas.

¡Qué poco nos gusta la noche! y sin embargo, es en el único espacio donde se pueden contemplar y disfrutar de las estrellas. Sólo que haya una luz artificial, ya brillan menos, y como consecuencia, nos cuesta discernir por dónde seguir.

Y nos dice Lucas, que la señal es encontrar a un niño envuelto en pañales…maravillosa descripción de la humanidad de Dios. Y a una chica: María que conservaba el recuerdo de todo esto, meditándolo en su interior (Lc 2,19).

Y yo sugiero que esta es una señal para nuestro mundo vacío de espiritualidad, cansado de una religión casi muda, o a veces, preferentemente muda.

La señal es que al inicio del cristianismo, está UNA MUJER QUE MEDITA.

Ella nos lo dice todo. Este es el arquetipo que hemos obviado y que mientras no lo atendamos y cultivemos, no veremos las estrellas, ni niños en las fronteras, ni mujeres consagrando la vida. Tampoco la madre de Jesús es digna del sacerdocio, por ser mujer (???)

Ella consagra su vida a educar al que nos dará la siguiente clave, la que llena la meditación silenciosa de Vida y futuro:

Al principio ya existía la Palabra, y la palabra era Dios. Ella contenía vida y la vida era la luz para la humanidad: esa luz brilla en la tiniebla y la tiniebla no la ha apagado… a los que la aceptan los hace capaces de hacerse hijos de Dios: a esos que mantienen la adhesión a su persona… (Jn 1, 1ss)

María encuentra en el silencio reflexivo el consuelo, el camino y la fuerza para gestar la Palabra, como nosotros, cuando oramos desde el silencio, escuchando la Palabra que, como en ella, toma la forma del Cristo.

María nos abre el camino, hoy, primer día de un año, que se nos regala, y que es un gran interrogante, para que lo vivamos en plenitud, como hijas de Dios.

Que el Señor nos bendiga y proteja. Que nos ilumine y se fije en nosotrxs para que merezcamos ser llamadxs hijxs de Dios.

La meditación es la llave que abre la puerta a la cueva y que nos conduce a la Fuente. Es en ese silencio donde nos unimos con todas las personas de bien, de todas las religiones y espiritualidades, que han descubierto ahí la vida. Es la gran herramienta que puede enderezar el eje de nuestra vida y el del Planeta. Y, como siempre, todo empieza con una mujer. Feliz Año todas las mujeres, que como María de Nazaret bendecís, consagráis, predicáis, acompañáis la Vida.

¡Feliz y bien-empezado 2025!

Magda Bennásar Oliver, SFCC

www.espiritualidadintegradoracristiana.es

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Santa María, Madre de Dios. Encontraron al recién nacido acostado en el pesebre.

Miércoles, 1 de enero de 2025

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Lc 2,16-21

La mujer está presente en la trama, en el tejido de la historia de la salvación. Así como la mujer ocupa un lugar central y único en la existencia de los seres humanos -la madre, la esposa, la hija, la hermana, la novia, la compañera-, así también en la historia de Dios ella tiene un lugar irreemplazable.

Dios actúa a través de realidades y mediaciones concretas que él ha creado, desde ellas y en ellas, encarnándose y encarnado en el mundo real. Por eso, para la llegada del Mesías, la mujer abrirá la puerta cerrada, la puerta de los tiempos mesiánicos. No sólo el hombre, el Bautista. Los dos primeros capítulos del evangelio de san Mateo y san Lucas están dominados por la mujer concreta: “Su nombre era María”.

La acción de la mujer en la historia santa es absolutamente personal. Reposa sobre un acto de confianza, de fe, de intrepidez, de coraje. No es meramente biológica, no se reduce a la gestación. No es una colaboración pasiva, sino eminentemente activa.

De esta historia la mujer recibe un impulso decisivo para emanciparse de la secular situación de humillación y discriminación; para asumir en sus propias manos las riendas de su destino; para entrar en diálogo con el hombre, como interlocutor de igual dignidad y personalidad. Todos los argumentos que esgrime la Iglesia católica sobre la mujer se nos caen de las manos. La relación de la iglesia institucional con las mujeres va más allá del consabido “papel de la mujer en la Iglesia”. Es algo de más calado. Atañe no sólo a la credibilidad de ésta sino a los pilares de la fe. ¿No han entendido el discipulado de iguales que Jesús inaugura? ¿Cuántos años más harán falta para superar la brecha de género fomentada por los discursos teológicos, homilías y formulaciones litúrgicas que promueven la inequidad, la resignación, la sumisión, en definitiva, la opresión, el único pecado que existe? ¿Hace falta crear una comisión para profundizar sobre el diaconado, el sacerdocio femenino y tantos otros planteamientos que atañen a más de la mitad de la humanidad y que no son más que una cuestión de poder? ¿Qué consecuencias se derivan de ello? ¿Cómo están afectando a las comunidades cristianas?

Nuestro Dios, que es comunicación y relación, entra en diálogo con la humanidad. Llegada la plenitud de los tiempos, la Palabra se hace uno de los nuestros, planta su tienda entre nosotros (Jn 1,12-14). El Pueblo de Dios escucha y se abre a esa Palabra, se deja iluminar por la luz que emana de ella. Oramos, pues, con la Palabra hecha carne, con la Luz que nos hace hijas e hijos de Dios.

En la primera lectura recordamos la bendición que ofrece Dios a los israelitas por mediación de Moisés (Nm 6,22-27). Bendecir es poner el nombre de Dios en la asamblea. Dios es la fuente de toda bendición y ésta abarca todo bien material o espiritual, siempre signo de la donación de Dios, de su protección, gracia y paz. “El Señor te bendiga y te proteja, haga brillar su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te dé la paz. Así invocarán mi nombre y yo los bendeciré”. El reconocimiento de su hondura y significado lo enaltece como revelador.

El nombre de Jesús quiere decir “Dios salva, libera”, aludiendo a Moisés el liberador del pueblo de Israel contra la opresión del faraón. El cristianismo sólo se comprende desde un serio compromiso de liberación humana en todos los sentidos.

Los pastores representan a los sencillos, a los descartados y con no muy buena fama… que están vigilando su rebaño en la noche. Están en la noche quienes aún viven en la ignorancia de su ser sagrado, original. ¿No es lamentable escuchar todavía el relato del pecado original (que leímos el día de la Inmaculada), que es un mito narrado en un género literario y con un lenguaje simbólico, y no haber tenido una pedagogía de los orígenes como el encuentro de Dios con la humanidad, sin el sesgo de culpa, sexual?

Volviendo al texto, un ángel del Señor, presencia de Dios en el ser humano que se abre a lo trascendente, se les aparece y les da la señal: “Encontraréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Ellos acuden corriendo y encuentran a María, a José y al niño. ¿A qué se está refiriendo Lucas? ¿No es lo lógico que un recién nacido esté acostado?

En las Escrituras todo tiene un significado profundo, a veces oculto, no tan evidente. Encontrar al Niño implica que la persona, el ser humano concreto, no necesita salir de sí mismo, para encontrar la Verdad, pues Él ya puso su morada en el interior de cada criatura desde el principio. No es tanto buscarlo sino descubrirlo, reconocerlo en el propio corazón, en el hondón de la existencia, e ir retirando las capas que envuelven el preciado tesoro del Dios con nosotros/as para asombrarnos y sobrecogernos en la contemplación del Ser que nos habita, nos sostiene y nos nutre.

¿Cómo entramos en diálogo con él en la vida cotidiana? ¿Le hacemos un hueco, un espacio en medio de las prisas, trabajos estresantes, atender a la inmediatez de las redes sociales, ocupaciones, reuniones…? Un “yo” que, aliado con mis deseos, mis quehaceres, mis miedos, mis necesidades materiales e incluso espirituales, me evade, me desvía o me aleja del descubrimiento de lo esencial: Dios en mí, en nosotros/as, porque todo ello son capas, envolturas que deben ser reconocidas como lo que son, una ilusión de “ser”, que ocultan y ahogan la Verdad. Una vez metido en esa maraña de cosas y urgencias, supeditado al canto de sirenas del mundo y la sociedad actual, el ser humano no puede por menos de sentir un gran vacío que tratará de llenar creando una identidad que le dé seguridad, defensa y una excusa para no implicarse.

El Yo real permanece, pues, ignorado, oculto. Solo una mirada interior como la de María, una fe confiada que le impulsa a pronunciar su “Hágase en mí”, es capaz de gestar y alumbrar la Luz, la Verdad, el Amor que todo lo invade, que todos/as esperamos y necesitamos. “Y de repente, -escuchamos en lo escondido, en la intimidad de nuestro Ser- se juntó al ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres y mujeres que gozan de su amor”.

“María guardaba todos estos recuerdos y los meditaba en su corazón”. Como María, la comunidad cristiana, reunida para celebrar y reavivar la memoria de Jesús, de su acción liberadora y emancipatoria, hace presente hoy, cada día, la gesta de Jesús en favor de todas y todos los que viven esclavizados, marginados. La vida del cristiano/a con su lucha y participación en favor de la libertad, actualiza la memoria dinámica de la historia de la salvación.

¡Gracias María, Hija de la Promesa, Madre de Jesús, vecina de Nazaret, María de Pentecostés y compañera del Pueblo de Dios que caminas a nuestro lado!

¡Shalom!

Mª Luisa Paret

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Año Nuevo: el tiempo humano tiene nostalgia de la eternidad de Dios

Miércoles, 1 de enero de 2025

IMG_9167Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

Tres motivos celebramos en este día 1 de enero: El año nuevo, María como madre de Dios y la jornada por la paz.

01.- Feliz año nuevo.

        En primer lugar feliz tiempo, feliz año nuevo, feliz vida.

La duración del ser humano es el tiempo, la duración de Dios es la eternidad. El tiempo tiene nostalgia de eternidad. Los seres humanos tenemos nostalgia de Dios

        Nos hará bien comenzar el año y continuar en la vida con la bendición que hemos escuchado en la primera lectura (Dios le dice a Moisés para que Aarón bendiga al pueblo): que el Señor nos bendiga y nos proteja

02.- Jornada por la Paz

Fue Pablo Vi quien hace 58 años estableció el día de año nuevo como jornada de la paz.

La paz, don y quehacer

  1. En la noche de Belén y en la noche de la historia resuena el cántico: gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz.
  2. La paz no es ausencia de guerra (mera tregua) ni equilibrio de fuerzas adversarias (guerra fría) ni situación de calma impuesta (orden público), ni dominio de alguna potencia.

La paz es «Shalom», armonía con Dios, con los hermanos y con la creación: es serenidad espiritual consecuencia de la justicia, la libertad y el amor.

La paz es un don de Dios en Cristo: creador de la paz. Cuando nace Jesús, el mensaje del cielo, la buena noticia (de los ángeles) es: “paz a los hombres que Dios ama“.

La paz es consecuencia del respeto a la dignidad personal; es cultura solidaria, bienes compartidos, sociedad justa.

Pero la paz es un quehacer. La paz se ve continuamente está amenazada constantemente por el pecado personal y social.

03.- María

Hoy celebramos también a María como madre del Señor.

        María vio y vivió muchos acontecimientos de su hijo Jesús que no entendía, o que seguramente le chocaban mucho, por eso fue la “primera creyente”. Desde el nacimiento de su hijo, Jesús, hasta su muerte (y resurrección), muchas cosas le resultaban chocantes e inexplicables. De ahí que María guardara todas estas cosas en su corazón y les daría más de cuatro vueltas.

María (y José) se muestran contemplativos y silenciosos ante la vida y actividad de Jesús.

Esa misma actitud puede ser la nuestra, cuando la sorpresa y el asombro ante los acontecimientos nos superan y “nos dejan sin palabras”.

La actitud contemplativa de María y José pudiera ser también la nuestra vivir en Silencio orante ante el misterio de Dios.

        María guardaba en su corazón lo vivido en el tiempo. La memoria, el corazón son el lugar del tiempo, de lo vivido, del kairós.

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”Conectar con la María de los evangelios”, por Consuelo Vélez

Miércoles, 1 de enero de 2025

IMG_8849De su blog Fe y Vida:

Solemnidad de Santa María Madre de Dios 01-01-2025

Esta festividad nos conecta con la figura de María pero también con la divinidad de Jesús

Los pastores, los sencillos de aquel lugar, son los que reconocen en ese niño al Hijo de Dios

Que conectemos con la María del evangelio y con el Hijo de Dios hecho ser humano con todas las consecuencias

Fueron rápidamente y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre.  Al verlo, les contaron lo que les habían dicho del niño.  Y todos los que lo oyeron se asombraban de lo que contaban los pastores.  Pero María conservaba y meditaba todo en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto; tal como se lo habían anunciado.  Al octavo día, al tiempo de circuncidarlo, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de que fuera concebido (Lucas 2, 16-21)

Comenzamos el año con la festividad de Santa María Madre de Dios. No hay tantos textos bíblicos que hablen de María y esta proclamación como “Madre de Dios” es un dogma que pretende remarcar la divinidad de Jesús más que engrandecer la figura de María. Por supuesto, es importante reconocer el papel que ella jugó en hacer posible la encarnación del Hijo de Dios y como podemos considerarla la primera creyente, la primera discípula, la que supo abrirse a la acción del Espíritu para realizar la obra de Dios en el mundo.

Por lo tanto, el texto que Lucas nos ofrece para este domingo, tiene una referencia a María, pero no es lo más importante de todo el texto. Este, en continuación con el nacimiento de Jesús que consideramos en navidad, nos presenta las primeras respuestas ante el Niño que nació en Belén. Y, en coherencia con los destinatarios del evangelio de Lucas -los últimos y despreciados- los que se acercan al pesebre son los pastores a quienes el ángel les había dado la buena noticia del nacimiento de Jesús y ellos, creyendo, van a reconocerlo en el pesebre. Es decir, es un diálogo de pastores pobres con un Niño que nace pobre. Pero allí encontramos la fe sencilla que glorifica y alaba a Dios y produce que todos los demás se asombren por lo que ellos relatan. El texto continúa contando la costumbre judía: llevar al niño a circuncidarlo a los ocho días y ponerle el nombre de Jesús como lo había dispuesto el ángel. Recordemos que el nombre Jesús significa “Dios salva”, precisamente porque, con Jesús, llega la salvación al mundo.

Pero volvamos a la figura de María. De ella se dice que “conservaba y meditaba todo en su corazón”. Desde una lectura patriarcal estas palabras nos llevarían a pensar en la figura de una María sumisa, callada, sufrida, capaz de aguantarlo todo, como se ha pedido a las mujeres en la sociedad patriarcal, para que no pierdan su lugar -en lo privado, no en lo público- y que contribuyan al devenir del mundo desde la aceptación callada, aunque, implique sufrimiento. Pero desde la hermenéutica feminista, reconocida hoy como hermenéutica necesaria e indispensable para rescatar la presencia de las mujeres en la Biblia y su protagonismo en la historia de salvación, estas palabras nos llevan a pensar en una María que reflexiona, medita, busca razones y sentidos a todo lo que vive. Es decir, tiene una actitud proactiva que manifestará a lo largo de la misión de su Hijo, incluso al pie de la cruz, y que da fundamento a lo que luego podemos proclamar de ella.

Que esta celebración de María como Madre de Dios, nos conecte también con la María del evangelio, la que por meditar todo en su corazón, supo también levantar su voz profética, colaborando activamente en la vivencia del reino de Dios en nuestra historia.

(Foto tomada de: https://jabenito.blogspot.com/2013/12/navidad-maria-con-pobres-panales-y-una.html)

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“María de Nazaret, Madre del Hijo y Madre de la Iglesia”, por Joseba Kamiruaga Mieza CMF

Miércoles, 1 de enero de 2025

IMG_9185María de Nazaret, Madre del Hijo y Madre de la Iglesia. Una reflexión mariana para el 1 de enero de 2025.

La solemnidad de hoy nos ayuda a reconsiderar la figura de María de Nazaret en su calidad de «Madre de Dios».

Los sobrios relatos bíblicos sobre María dejan margen a la interpretación para acomodar esta figura central del cristianismo entre la invocación (actitud más católico-ortodoxa) y la evocación (actitud más protestante).

Pero no cabe duda de que ya desde los primeros años del siglo II, para todos los cristianos María desempeña un papel decisivo en la vida de Cristo y de sus discípulos. En el siglo II, en efecto, la mención de la «concepción virginal» de Jesús, hijo de María, entra en las confesiones de fe y no vuelve a salir de ellas.

Hay que señalar, sin embargo, que tanto el Símbolo de los Apóstoles (entre los más antiguos, aunque sin fecha) como el Símbolo de Nicea-Constantinopla asocian la mención de María al nombre de Pilato. En efecto, los protagonistas son tres: el Espíritu Santo, María y Pilato.

Tres sujetos que expresan tres dimensiones diferentes: dejando de lado la presencia dinámica de Dios (el Espíritu Santo), conviene recordar la tensión/relación entre María y Pilato; el testimonio y la participación activa de María contrastan con la total pasividad e indiferencia de Poncio Pilato.

La participación de María está en orden no sólo a la encarnación, sino también al «homo factus est», al hacerse hombre de Jesús; la pasividad total y laxa de Pilato, un vulgar administrador romano, está en relación con la muerte.

Creo que estos dos polos son interesantes para comprender la «maternidad activa», por un lado, y la «crueldad indiferente», por otro.

Pero hay otro contraste que esta vez nos viene de la narración bíblica: la oposición María-Pilato, dos maneras de vivir y de llegar a ser, se relacionan claramente con otro contraste: la escena tierna, dulce, casi anónima y ordinaria de Lc 2,1-7 revive en Lc 2,8-14: la gloria cantada por «un ejército celestial» y anunciada a los pastores. Y el «signo» sigue siendo el mismo: un niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Toda persona lo es cuando es real; y toda mujer y todo hombre lo son cuando no permanecen indiferentes, como María.

María es quien guarda y construye lo que le caracteriza;

María es la que fortalece la determinación de crecer;

María es la que libera las buenas energías;

María es la que canaliza el buen coraje en la dirección correcta.

Pilato es aquel que ama por deber;

Pilato es aquel que espera sin compartir;

Pilato es aquel que no permite presencias ajenas sin instrumentalizarlas;

Pilato es aquel que deja su propia felicidad a la suerte.

No cabe duda, sin embargo, de que María no se queda sólo en un símbolo, sino que es una presencia mansa y humilde que nos acompaña en la historia; esa historia de uno mismo que, sin embargo, permanece en nuestras manos, que no han de lavarse en la prisa, en la distracción, en la rivalidad.

Y bajo el signo de la ‘gloria del niño nacido‘, la liturgia nos ayuda hoy a cantar, a participar en la historia, sin lavarnos las manos anónima y pasivamente, afrontando las guerras con determinación para alcanzar la ‘paz‘, el ‘shalom‘, que traducimos como ‘salvación‘.

Y ‘hoy‘ la salvación ha entrado en la historia y estamos en ella acompañados por María, ‘Madre del Hijo‘ y ‘Madre de la Iglesia‘.

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Joseba Kamiruaga Mieza CMF

(Remitido por el autor)

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Natividad del Señor

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

05-navidad (C) cerezo


Leído en Koinonia:

Misa del día

Isaías 52,7-10

Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: “Tu Dios es rey”! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

***

Salmo 97

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.

Tañed la cítara para el Señor
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.

***

Hebreos 1,1-6

Dios nos ha hablado por el Hijo

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado que los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: “Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado”, o: “Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo”? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: “Adórenlo todos los ángeles de Dios.”

***

Juan 1,1-18

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros

En principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. [Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.] La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. [Juan da testimonio de él y grita diciendo: “Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”” Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.]

***

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(25 de diciembre de 1977)

Hoy llega a nosotros la noticia del nacimiento de Cristo a través de su Iglesia. Cómo María, como nos cuenta el evangelio, al irse los pastorcitos que vinieron invitados por los ángeles a adorar al Niño Jesús, María se quedó reflexionando todo esto en su corazón. Para una comunidad cristiana la Navidad no tiene sentido si no es a base de una profunda reflexión, por eso para muchos cristianos la Navidad no es más que una fiesta que se espera y que luego pasa efímera, como la pólvora que se quema, y no deja más que basura en las calles. Para el cristiano es algo más que un cohetillo, es la gran noticia que debe reflexionarse y comprometer al hombre con este episodio en que Dios se hace hombre, no en una forma transitoria, sino para siempre, y el hombre debe también reflexionar ante el Señor.

Ese Cristo en Belén lo podemos representar hoy en esta homilía con este título: Cristo manifestación de Dios, Cristo manifestación del hombre y en tercer lugar, la Iglesia manifestación de Cristo.

PROLONGAR LA ENCARNACIÓN

Por eso la Iglesia, que prolonga la encarnación, o sea el Dios hecho hombre, no puede prescindir de la historia. Desde aquel momento Dios ha asumido la humanidad y ha dejado ese encargo de seguir asumiendo hacia Dios a todos los hombres, a la Iglesia, la cual, por tanto, peregrina en la historia, va recogiendo, no puede dejar de vivir las circunstancias en las cuales ella va prolongando esa encarnación. Por eso hermanos, estas noticias en las cuales yo reflejo lo más sobresaliente de la semana, no es con el afán de hacer aquí un noticiero. Lo hace mucho mejor cualquier instrumento de comunicación social, sino que es simplemente decirles a todos mis queridos hermanos, que vivimos en esta semana, en esta hora, que esta Navidad de 1977, siendo la eterna Navidad de Cristo, se ha vivido aquí en El Salvador en estas circunstancias de las cuales no podemos prescindir.

NAVIDADES TRISTES

Así es como tienen un sentido profundo, en medio de tarjetas y telegramas de Navidad, me hayan llegado cartas que son lamentos profundos, por ejemplo de aquellas madres y esposas que “en esta celebración de Navidad que con júbilo espera todo el pueblo cristiano, nosotras expresemos no una Navidad sino el profundo dolor de un calvario al albergar en nuestro corazón esa separación insuperable de nuestros hijos y esposos”. En otra carta parecida dice: “Estamos angustiadas y tristes por el llanto de nuestros hijitos que a cada momento que se despiertan en la noche están llamando a sus padres y de ellos no nos dan ninguna razón en los cuerpos de seguridad”. Y cartas de expresión así dolorosa, pues, son muchas las que llegan. Por nuestra parte hemos tratado de hacer todo lo que está a nuestro alcance recurriendo a recursos jurídicos y estamos dispuestos siempre, pues, a ayudar el dolor de la humanidad. Leer más…

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“Una noche diferente ”. Natividad del Señor – C Natividad del Señor – C (Mateo 1,1-25; Lucas 2,1-14; Juan 1,1-18)

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

IMG_9170La Navidad encierra un secreto que, desgraciadamente, escapa a muchos de los que en esas fechas celebran «algo» sin saber exactamente qué. No pueden sospechar que la Navidad ofrece la clave para descifrar el misterio último de nuestra existencia.

Generación tras generación, los seres humanos han gritado angustiados sus preguntas más hondas. ¿Por qué tenemos que sufrir, si desde lo más íntimo de nuestro ser todo nos llama a la felicidad? ¿Por qué tanta frustración? ¿Por qué la muerte, si hemos nacido para la vida? Los hombres preguntaban. Y preguntaban a Dios, pues, de alguna manera, cuando buscamos el sentido último de nuestro ser estamos apuntando hacia él. Pero Dios guardaba un silencio impenetrable.

En la Navidad, Dios ha hablado. Tenemos ya su respuesta. No nos ha hablado para decirnos palabras hermosas sobre el sufrimiento. Dios no ofrece palabras. «La Palabra de Dios se ha hecho carne». Es decir, más que darnos explicaciones, Dios ha querido sufrir en nuestra propia carne nuestros interrogantes, sufrimientos e impotencia.

Dios no da explicaciones sobre el sufrimiento, sino que sufre con nosotros. No responde al porqué de tanto dolor y humillación, sino que él mismo se humilla. No responde con palabras al misterio de nuestra existencia, sino que nace para vivir él mismo nuestra aventura humana.

Ya no estamos perdidos en nuestra inmensa soledad. No estamos sumergidos en pura tiniebla. Él está con nosotros. Hay una luz. «Ya no somos solitarios, sino solidarios» (Leonardo Boff). Dios comparte nuestra existencia.

Esto lo cambia todo. Dios mismo ha entrado en nuestra vida. Es posible vivir con esperanza. Dios comparte nuestra vida, y con él podemos caminar hacia la salvación. Por eso la Navidad es siempre para los creyentes una llamada a renacer. Una invitación a reavivar la alegría, la esperanza, la solidaridad, la fraternidad y la confianza total en el Padre.

Recordemos las palabras del poeta Angelus Silesius: «Aunque Cristo nazca mil veces en Belén, mientras no nazca en tu corazón estarás perdido para el más allá: habrás nacido en vano».

José Antonio Pagola

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“Natividad del Señor. Tres misas el mismo día”. 25 de diciembre

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

IMG_9146Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Natividad del Señor

Tres misas el mismo día

La celebración de tres misas el día de Navidad debe de ser muy antigua, porque la famosa misa del Gallo, por la noche, se remonta al siglo V. Sigue la misa de la aurora y se termina con la del día. Cada una de ellas tiene sus lecturas propias, las mismas en los tres ciclos (A, B, C). No es normal que la gente asista a las tres misas. Por eso indico brevemente el mensaje global de los tres evangelios.

El de la misa del Gallo nos habla de un niño que nace muy pobremente, sin nada que envidiarle a los más pobres de la actualidad. Pero, inmediatamente después, un ángel nos presenta a ese niño como Salvador, Mesías y Señor.

El de la misa de la aurora indica diversas reacciones ante ese niño: los pastores corren a visitarlo y vuelven alabando y dando gloria a Dios; los presentes se admiran; María medita todo lo que oye.

El evangelio de la misa del día, el Prólogo de Juan, dice de ese niño algo más grande que el ángel a los pastores: es el Verbo de Dios, que lo acompaña desde el principio, antes de la creación. Y, aunque fue ignorado por el mundo y rechazado por su propio pueblo, se hizo carne, habitó entre nosotros y nos concede poder ser hijos de Dios.

Misa de media noche

Aunque desconocemos el día y la hora en que nació Jesús, imagino que fueron estas palabras del libro de la Sabiduría las que animaron a situar el nacimiento a medianoche: «Un silencio sereno lo envolvía todo, y al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó desde el trono real de los cielos» (Sab 18,14-15).

En cualquier caso, el papa Sixto III (siglo V d.C.), introdujo en Roma la costumbre de celebrar en Navidad una vigilia nocturna, a medianoche, «en seguida de cantar el gallo», en un pequeño oratorio situado detrás del altar mayor de la Basílica de Santa María la Mayor. Ya que los antiguos romanos denominaban Canto del Gallo al comienzo del día, a la medianoche, se quedó con el nombre de Misa de Gallo la que se celebraba a esta hora.

La liturgia, con tres lecturas preciosas y muy ricas de contenido, suponen un desafío para quien pretenda comentarlas sin agotar al auditorio.

Tres motivos de alegría (Isaías 9,2-7)

En El Danubio rojo, película ambientada en la Segunda Guerra Mundial, la noche de Navidad, en medio del frío y la nieve, un grupo numeroso de soldados y refugiados comienza a cantar en un tren el villancico «Noche de Dios». Ese es el ambiente más adecuado para entender la primera lectura. El profeta se dirige a un pueblo que camina en tinieblas, que ha sufrido durante un siglo la opresión del imperio asirio, y le anuncia un cambio prodigioso: un mundo de luz y alegría. Por tres motivos:

el fin del opresor, el imperio asirio, que oprime a Israel con el yugo y el bastón, como si fuera un animal de carga; será derrotado, igual que lo fueron los madianitas en tiempos de Gedeón;

el fin de la guerra, simbolizado por la desaparición, no de lanzas y espadas, sino de los elementos menos peligrosos del soldado: bota y túnica;

la aparición de un niño, que se puede interpretar como el nacimiento de un príncipe o su entronización. Influido por el ritual egipcio, se coloca sobre sus hombros un manto que simboliza el poder, y se le dan diversos nombres: en Egipto eran cinco, aquí son cuatro, que expresan las cualidades más admirables que se pueden esperar de un gobernante: que sepa aconsejar, que sepa defender, que se comporte como un padre con sus súbditos, que traiga un reinado de paz. Por último, abandonando el influjo egipcio y con mentalidad plenamente judía, se relaciona a este niño con David. Y su labor de paz, justicia y derecho, aparentemente imposible, será obra del celo de Dios.

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;

Habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló.

Acreciste la alegría, aumentaste el gozo:

Se gozan en tu presencia, como gozan al segar,

como se alegran al repartirse el botín.

Porque la vara del opresor, el yugo de su carga, el bastón de su hombro,

los quebrantaste como el día de Madián.

Porque la bota que pisa con estrépito y la túnica empapada en sangre

serán combustible, pasto del fuego.

Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado:

lleva a hombros el principado, y es su nombre:

«Maravilla de Consejero, Dios fuerte,

Padre de eternidad, Príncipe de la paz».

Para dilatar el principado con una paz sin límites,

sobre el trono de David y sobre su reino.

Para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho,

desde ahora y por siempre.

El celo del Señor del universo lo realizará.

Dos motivos de compromiso (Carta a Tito 2,11-14).

El autor une la primera venida de Jesús («se ha manifestado la gracia de Dios») con la segunda y definitiva («la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo»). ¿Motivos de alegría? Sin duda. Pero estas dos venidas son también motivo de compromiso. Amor con amor se paga. Hay que renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos, llevar una vida sobria y honrada, esperar la vuelta del Señor, dedicarse a las buenas obras.

Querido hermano: Se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, llevemos ya desde ahora una vida sobria, justa y piadosa, aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo, el cual se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo de su propiedad, dedicado enteramente a las buenas obras. 

 

¿Un niño pobre o un personaje maravilloso? (Lucas 2,1-14)

El evangelio de esta noche consta de dos escenas radicalmente distintas, pero que se complementan.

El nacimiento de un niño pobre

Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad. También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.

La primera escena, que se desarrolla únicamente en la tierra, contrasta a poderosos y débiles. Empieza hablando del emperador Augusto, con autoridad para dar órdenes a todos sus súbditos, y del gobernador de Siria, Cirino, que manda empadronarse a la población de su provincia, cada cual en su ciudad, sin preocuparle las molestias que eso puede causar.

Frente a los poderosos, los débiles, representados por una familia muy modesta, a la que solo le cabe obedecer, aunque la esposa deba recorrer, embarazada, los 150 km de Nazaret a Belén. Según Lucas, cuando llegan a su destino no encuentran alojamiento y deben pasar algunos días en la parte baja de una casa, donde están los animales. Son pobres, y para ellos no hay sitio en el piso de arriba («la posada»).

Los «nacimientos» que se montan actualmente en iglesias, casas particulares y otros sitios, ofrecen un pesebre bonito y limpio. Lucas piensa en uno muy distinto, en el que habrá comido un animal poco antes, arreglado aprisa para recostar al niño.

Es una escena de pobreza y humillación. Basta pensar en José, un padre que no tiene otra cosa que ofrecer a su mujer y a su hijo. La escena no se presta a comentarios románticos, sino a preguntas candentes: ¿por qué Gabriel no le dijo a María toda la verdad? ¿Por qué le anunció que su hijo sería el rey de Israel sin advertirle que no tendría riqueza ni poder? ¿Por qué elige Dios el camino de la pobreza y la humillación? ¿Por qué rechazamos los cristianos a quienes no pueden pagarse un pasaje en avión o en barco para llegar hasta nosotros? ¿Por qué no imaginamos que Dios pueda nacer en una chabola de mala muerte, en una familia pobre que trabaja recogiendo la aceituna? ¿Se puede esperar algo de este hijo de emigrantes, que no tendrá cultura ni formación?

El Salvador, el Mesías, el Señor 

En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente, un ángel del Señor se les presentó, la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo:

-No temáis, os anuncio una buena noticia, que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial que alababa a Dios diciendo:

-Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.

La segunda escena se desarrolla en cielo y tierra. Es también de poderosos y débiles, de ángeles y pastores. La profesión de pastor, aunque a algunos le recuerde a los antiguos patriarcas de Israel, era de las más despreciadas y odiadas en aquel tiempo, sobre todo por los campesinos. En la escala social de la época, los pastores ocupan el penúltimo lugar, el de las clases impuras, porque su oficio se equipara al de los ladrones. Y pasar la noche al aire libre, vigilando el rebaño, no es la ocupación más agradable. El hecho de que el ángel se dirija a ellos deja clara la «política incorrecta» de Dios. El gran anuncio del nacimiento del Mesías no se comunica al Sumo Sacerdote de Jerusalén, ni a los sacerdotes y levitas, ni a los estudiosos escribas, ni a los piadosos fariseos.

Por otra parte, el anuncio modifica totalmente la imagen de la escena anterior. El niño que ha nacido no es un simple niño pobre. Su nacimiento supone «una gran alegría para todo el pueblo», porque es Salvador, Mesías y Señor. Este ángel anónimo es muy escueto. No comenta ninguno de los tres títulos. Pero es más sincero que Gabriel. No oculta que, a pesar de su grandeza, el niño está envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

Afortunadamente, los pastores no son especialistas en la Biblia ni teólogos. En tal caso habrían preguntado de inmediato de qué o de quién iba a salvar ese niño; si era un mesías-rey, como David, o un mesías-sacerdote, como Aarón; si su señorío era igual que el de Dios o que el del César; si los pañales y el pesebre debían ser interpretados de forma real o simbólica… y cómo se compagina la «gran alegría para todo el pueblo» con el hecho de que, años después, el pueblo termine alejándose del Calvario golpeándose el pecho. En realidad, los pastores no tienen tiempo de preguntar nada porque, de pronto, aparece una legión del ejército celestial alabando a Dios y proclamando la paz.

¿Qué harán los pastores? Quien desee saberlo tendrá la respuesta en el evangelio de la Misa de la Aurora.

Pero el lector del evangelio puede ponerse en su lugar y advertir el mensaje que le está proponiendo Lucas. La vida de Jesús se puede interpretar de dos formas muy distintas: desde una óptica puramente humana o desde la fe. La primera resulta descarnada y dura. La segunda puede parecer ingenua; si no de cuento de hadas, de cuento de ángeles. Si se mantiene en la primera, terminará viendo a Jesús como un personaje peligroso y considerando justa su condena a muerte. Si acepta la segunda, a pesar de todas las dudas, terminará creyendo en él como su Salvador.

25 de diciembre

Misa de la aurora

El evangelio de la misa del Gallo nos dejaba con una duda: ¿qué harán los pastores tras escuchar al ángel y al coro celeste? No han recibido ninguna orden, solo una buena noticia. Lucas no se limita a contar su reacción.

Tres reacciones ante la noticia (Lucas 2,15-20)

Sucedió que, cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha comunicado». Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores.

María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.

El evangelio empieza y termina con los pastores, que corren a Belén y vuelven alabando y dando gloria a Dios. Esta gente, tan despreciada socialmente, corre hacia Jesús, cree que un niño envuelto en pañales y en un pesebre puede ser el futuro salvador, aunque ellos no se beneficiarán de nada, porque, cuando ese niño crezca, ellos ya habrán muerto. La visita de los pastores simboliza lo que dirá Jesús más tarde: «Te alabo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla».

Está también presente un grupo anónimo, que podría entenderse como referencia a la demás personas de la posada, pero que probablemente representa a todos los cristianos, que se admiran de lo que cuentan los pastores.

Finalmente, el personaje más importante, María, que conserva lo escuchado y medita sobre ello. En los relatos de la infancia, Lucas ofrece dos imágenes muy distintas de María. En la anunciación, Gabriel le comunica que será la madre del Mesías, y ella termina alabando en el Magnificat las maravillas que Dios ha hecho en ella. Sin embargo, cuando Jesús nace, Lucas habla de María de forma muy distinta. A partir de ese momento, todo lo relacionado con Jesús le resulta nuevo y desconcertante: lo que dicen los pastores, lo que dirá Simeón, lo que le dirá Jesús a los doce años cuando se quede en Jerusalén. En esas circunstancias, María no repite: «proclama mi alma la grandeza del Señor». Se limita a callar y meditar, igual que hará a lo largo de toda la vida pública de Jesús.

Estas tres actitudes se complementan: la admiración lleva a la meditación y termina en la alabanza de Dios.

Lucas juega con el lector, lo desafía. ¿Qué salvador les ha nacido a los pastores? ¿Qué señal portentosa puede ser un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre? Al día siguiente, los pastores estarán de nuevo con el rebaño, vigilando en medio del frío. Pero su vida ha cambiado, y la dureza de su vida no les impide alabar y dar gloria a Dios. Con ello se convierten en un ejemplo perfecto para el cristiano.

El Señor hace oír esto hasta el confín de la tierra:

«Decid a la hija de Sión: Mira a tu salvador, que llega.

El premio de su victoria lo acompaña, la recompensa lo precede».

Los llamarán «Pueblo santo», «Redimidos del Señor»,

y a ti te llamarán «Buscada», «Ciudad no abandonada».

Una buena noticia para Jerusalén y la Iglesia (Isaías 62, 11-12)

Este breve pasaje recoge una imagen típica de la época del destierro en Babilonia: Jerusalén como esposa y madre. Como esposa, su marido, el Señor, la ha abandonado; como madre, ha perdido a su hijos, ha quedado despoblada. El profeta le anuncia un cambio radical: su marido vuelve, como salvador, acompañado de sus hijos.

La liturgia aplica este anuncio de la llegada de un salvador al nacimiento de Jesús. Y en los pastores podemos ver a ese «pueblo santo» y a «los redimidos del Señor». Cuando se piensa en los millones de cristianos que celebran la Navidad, vemos cómo se cumple la antigua profecía.

Una buena noticia para nosotros (Carta a Tito 3,4-7)

El evangelio habla de tres reacciones ante el nacimiento de Jesús. La carta de Pablo se centra en Dios y en nosotros.

Ante todo, lo ocurrido es una manifestación de la bondad de Dios y de su amor al hombre. Como diría el cuarto evangelio: «De tal manera amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único» (Juan 3,16). Si la gente se admiró de lo que decían los pastores, igual debemos admirarnos nosotros de esta prueba del amor de Dios. Sobre todo, teniendo en cuenta que no es algo que nosotros hayamos merecido ni ganado por nuestros propios méritos.

Además, la salvación que entonces tuvo lugar se actualiza en nuestro bautismo, que nos hace nacer de nuevo, nos concede abundantemente el Espíritu Santo, y nos hace herederos de la vida eterna, donde «estaremos siempre con el Señor» (1 Tesalonicenses 4,17).

Querido hermano: Cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo, que derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, seamos, en esperanza, herederos de la vida eterna.

25 de diciembre

Misa del día

La misa de la aurora nos presentó a María meditando lo que han contado los pastores. Es una pena que Lucas, que transmitió en el Magnificat su reacción a las palabras de Isabel, en este caso guarde silencio. Dos teólogos cristianos, los autores del cuarto evangelio y de la carta a los Hebreos, sí nos dejaron su reflexión sobre Jesús y su nacimiento. La liturgia les antepone la visión de un profeta-poeta.

«El Señor ha consolado a su pueblo» (Isaías 52,7-10)

El texto de Isaías de la misa de la aurora presentaba a Jerusalén como esposa y madre, que recupera a su esposo y sus hijos. Este la presenta como ciudad, sin rey y en ruinas después de la caída en manos de los babilonios. Pero el mensaje de esperanza es el mismo: Dios vuelve a ella como rey, y las ruinas, reconstruidas, cantarán de alegría. Como en el caso anterior, la liturgia aplica la venida de Dios-rey a Jesús, que nace como Mesías y Salvador.

Qué hermoso son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia, que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!». Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén. Ha descubierto el Señor su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios. 

«El Señor nos ha hablado por su Hijo» (Hebreos 1,1-6)

Imaginemos al autor de la carta ante el pesebre. Pero el niño no acaba de nacer, él escribe bastantes años después. Es mucho lo que ya se ha dicho y discutido sobre Jesús. Y él comienza su carta con un resumen ambicioso, que abarca desde el comienzo de los siglos hasta la glorificación del Señor.

Lo primero que destaca es la novedad de que Dios nos hable a través de su Hijo, no a través de profetas. Un hecho tan grande que no debemos esperar algo distinto y mayor: estamos en la «etapa final».

Luego acumula palabras para describir la dignidad del Hijo. Retrocede del momento en el que hereda todo (se supone que tras la resurrección) al momento en el que intervino en la creación del mundo. Habla de su identidad e identificación con Dios con expresiones misteriosas: «reflejo de su gloria, impronta de su ser». Dedica una frase, casi de pasada, a la vida terrena, en la que solo sugiere, de forma velada, su muerte, que purifica nuestros pecados. Y termina con su triunfo a la derecha de la Majestad y su encumbramiento por encima de los ángeles.

San Ignacio de Loyola, al hablar del nacimiento de Jesús, sugiere al ejercitante pensar cómo el Señor nace en suma pobreza «y al cabo de tantos trabajos, de hambre, de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz» (Ejercicios espirituales, nº 110). El autor de la carta a los Hebreos tiene una perspectiva más amplia. No menciona aquí los sufrimientos y la muerte (tema que desarrollará más adelante) sino su triunfo y su gloria.

En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos.

Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy»; y en otro lugar: «Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo»? Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios».

La historia del Verbo de Dios (Juan 1,1-5.9-14) (forma breve)

Dos advertencias:

1. Según muchos comentaristas, el autor del cuarto evangelio utilizó al comienzo un himno sobre el Verbo Dios, introduciendo por medio, en dos ocasiones, sendas referencias a Juan Bautista. La liturgia permite elegir entre la forma larga, con todo el texto actual, y la breve, que suprime lo referente a Juan. Es esta la que comentaré brevemente, presentando el himno como una historia del Verbo de Dios en cinco etapas.

2. Para comprender esta historia habría que conocer las reflexiones sobre la Sabiduría de Dios en los dos siglos antes de Jesús. En el segundo domingo después de Navidad se vuelve a leer el prólogo de Juan, y la lectura que lo acompaña es, con razón, la del libro del Eclesiástico.

Primera etapa: la Palabra junto a Dios

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios.

«En el principio creó Dios el cielo y la tierra». Así comienza el libro del Génesis. Para el autor del prólogo, en ese momento existía ya el Verbo, junto a Dios. Es lo mismo que se dice de la Sabiduría en el libro de los Proverbios y en el Eclesiástico.

Segunda etapa: el Verbo y la creación

Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.

Aunque parece una nueva matización del Génesis, supone un desarrollo. Allí se dice que Dios crea por su palabra («dijo Dios») y su acción. Aquí, esa palabra se convierte en compañera suya imprescindible durante el acto creador. Todo fue creado por el Verbo: sol, luna, estrellas, montañas, mar, animales de toda especie, ser humano. Además de habernos creado, es también nuestra vida y nuestra luz. Dos términos claves en la teología del cuarto evangelio, que presentará a Jesús como «el camino, la verdad y la vida». En esa misma teología encaja la referencia a la tiniebla como símbolo de la oposición a Jesús y a Dios.

Tercera etapa: el mundo, creado por el Verbo, lo ignora.

En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.

El mundo no se refiere aquí a los seres inanimados sino a las personas que ignoran a Dios, no lo adoran, o prescinden de él. El autor del Prólogo piensa en los pueblos paganos, que podrían haber conocido al Dios verdadero, pero que habían caído en diversas formas de idolatría.

Cuarta etapa: la Palabra se instala en Israel; unos lo rechazan, otros la acogen.

Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.

¿Qué hará el Verbo cuando se vea ignorado por el mundo? Para un judío, la respuesta es clara: refugiarse en Israel, el pueblo elegido, igual que hacía la Sabiduría: «Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad». Pero el Verbo se encuentra con una desagradable sorpresa: «los suyos no lo recibieron». Da la impresión de que un autor posterior consideró esta afirmación demasiado pesimista y añadió que algunos lo recibieron, convirtiéndose en hijos de Dios. Pero este aparente añadido destruye el dramatismo del himno primitivo.

Quinta etapa: el Verbo se hace carne y habita entre nosotros. 

La Palabra ha sufrido dos derrotas: el mundo la ignora, su pueblo la rechaza. ¿Qué haría cualquiera de nosotros en su lugar? Quedarse junto a Dios y olvidarse de todos. Afortunadamente, Dios no es así. El Verbo toma la decisión más asombrosa que se puede imaginar.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Reflexión final

El fiel cristiano que haya acudido a la iglesia pensando escuchar unas lecturas bonitas y sencillas sobre Jesús niño y los pastores se encuentra en la misa del día con unas lecturas muy teológicas, pero que le recuerdan la dignidad e importancia de ese niño que ve en el pesebre

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25 Diciembre- Solemnidad de la Natividad del Señor

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

Navidad-ciclo-C


“… y habitó entre nosotros”

(Jn 1, 1-18)

Te voy a contar una situación real. Una chica cristiana, no practicante, bastante indiferente ante la iglesia, empezó a trabajar en un centro de educación religioso. A comienzos de diciembre la directora le estuvo enseñando el belén, que ella misma había estado colocando durante el fin de semana con algunos familiares. Un belén muy grande, puesto con mucho cariño y gusto, a sabiendas de que lo iban a admirar los alumnos, los trabajadores del centro, las familias de los alumnos… Tenía un sinfín de detalles, hasta un huerto con calabazas. Esta chica, a pesar de su fe adormilada, estaba enamorada de las fiestas navideñas. Las comidas familiares, cenas con amigos, las luces de las calles, los adornos, villancicos, la cabalgata de los reyes magos, hasta del cortylandia; de todo ese ambientillo que se crea y respira estos días.

Ahí estaba ella, entusiasmada con el belén que tenía delante, cuando se dio cuenta de que faltaba el Niño. Dudó entre decírselo o no a la directora ya que pensaba que se le había olvidado. Al final le preguntó: “¿y el niño?”. La religiosa no disimuló su sorpresa ante la pregunta y tras unos momentos de silencio contestó: “Es que todavía no ha nacido Jesús, lo pondré el día 24 por la tarde”. Más sorprendida se quedó la chica por esa ocurrencia de esperar hasta el día de Nochebuena para poner al Niño en su pesebre, hasta entonces vacío.

Ya ha llegado el día, es Navidad. Y esto de caer en la cuenta de cuándo ponemos al Niño en el belén, puede ser un buen termómetro que nos indique desde dónde celebramos la Navidad: desde el dejarnos llevar por lo externo o desde la fe. Porque, ¿qué celebramos en realidad?, ¿el nacimiento de Jesús, sin más, o que esa Palabra que ya existía en el principio se hizo uno de los nuestros? Sí, uno de los nuestros, un ser humano con su proceso, como tú y yo; desde su nacimiento, hasta la muerte, y, mientras, habitando entre nosotros. Esa Palabra, que es Dios mismo, hoy vuelve a nacer con el deseo de vivir la realidad del mundo, la nuestra.

Oración

Bendita seas, Trinidad Santa.
La que eras en el principio, la que eres hoy y la que serás por todos los siglos.
Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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La vida De Dios que se manifiesta en Jesús es la misma que hay en mí.

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

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NAVIDAD (C)

Jn 1,1-18

En el texto de Lucas de anoche encontramos un relato folclórico del nacimiento de Jesús. En el de Juan que acabamos de leer, afrontamos un relato metafísico. Es imposible comprender racionalmente que hacen referencia al mismo hecho. En ambos se quiere comunicar el misterio de la encarnación. Pero al hablar de Dios, una sutil variación puede marcar diferencias abismales. Decir que nace Dios es excesivo. Nace un niño divino, como todos. Decir que nos nace un salvador es incorrecto, porque nos mete en la dinámica de una salvación que tiene que venirnos de fuera.

El primer versículo nos dice ya tres cosas sobre Dios y el Logos: Que el Logos está en el origen (En el principio ya existía la Palabra). Que los dos estaban volcados el uno sobre el otro. (La Palabra estaba junto a Dios). Que, aunque distintos uno y otro eran lo mismo (La Palabra era Dios). No se trata de conceptos trinitarios posteriores a Nicea. El texto de Juan, al comenzar con la misma palabra que el Génesis, nos está diciendo que la encarnación no es el comienzo de algo nuevo, sino la culminación de Todo. El Logos no comenzó, porque es el origen de todo. Luego se hace carne (comienza a ser en el tiempo) para terminar la creación del hombre.

Al traducir de ‘Logos’ por Palabra, se pierde la originalidad del concepto que quiere expresar el texto. La palaba ‘Logos’ ya existía, pero el concepto que Juan aporta es nuevo. ‘Logos’ se encuentra por primera vez en Heráclito. s. VI a C, (precisamente en Éfeso, donde se escribió este evangelio) y significaba la realidad permanente dentro de todo lo que fluye. La utilizan los estoicos, Platón, y Filón de Alejandría que la emplea 1.200 veces. En NT tiene un amplísimo significado; desde palabra engañosa hasta el sentido cristológico del prólogo que estamos comentando.

Repito que aquí el concepto es original; no deducible de las distintas tradiciones. No se repite más, ni siquiera en Juan. El concepto es incomprensible sin la experiencia pascual. Sin una profunda experiencia mística no se puede acceder el significado que se quiere expresar. Podíamos decir que es el Proyecto eterno que esa comunidad descubrió realizado en Jesús. Es muy interesante la expresión: “junto a Dios”, en griego: vuelto hacia…, volcado sobre… Expresa proximidad, pero también distinción. Está en íntima unión por relación, pero no se confunda con Dios.

Por medio de la Palabra se hizo todo”. En el AT Dios crea siempre por su Palabra. No se trata de un sonido que emite Dios. Otra vez tenemos que ir más allá del significado primero de las palabras. Quiere decir que Dios al concebir una idea, está creando lo que significa esa idea. Nos está diciendo que el Logos es origen de todo. Con una redundancia, intenta llevarnos más allá de la misma palabra. Al margen de Dios y del Logos, no existe nada. No se trata solamente de lo que existe en el tiempo, sino de todo lo que existe en absoluto sea material o espiritual.

En la palabra había vida y la vida era la luz de los hombres. No me explico por qué tenemos tantas dificultades para entender esto correctamente. El texto no dice que la luz me llevará a la Vida, sino al revés, es la Vida la que me tiene que llevar a la luz, es decir, a la comprensión. No es el mayor o mejor conocimiento lo que me traerá la verdadera salvación, sino la vivencia dentro de mí. Dios que es Vida está en mí y me comunica esa misma Vida; todo lo demás es consecuencia de vivir esta realidad. Lo que salga de mí, será la manifestación de esa Vida-salvación.

Y la tiniebla no la recibió. El mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Esta insistencia tiene que hacernos reflexionar. En Juan se percibe esa lucha incesante entre la luz y la tiniebla. Era una idea que flotaba en el ambiente de la época. En un escrito de Qunrám se dice: “Que la luz no sea vencida por las tinieblas”. Ni siquiera los suyos fueron capaces de descubrirla. Tenemos aquí el primer reproche al pueblo judío que no fue capaz de ver en Jesús la Vida que podía llevarle a la comprensión de la ley. Dudo que lo hayamos descubierto nosotros

Pero a cuantos la recibieron… Vemos que lo anterior era una exageración. Unos no la recibieron, pero otros sí la recibieron. Se habla aquí de creer en sentido bíblico. No se trata de la aceptación de verdades sino de la aceptación de su persona. Sería: a los que confían en lo que significa Jesús y lo viven, Les da poder para ser hijos de Dios. Tenemos aquí la buna noticia. El que cree descubre que es engendrado como hijo de Dios. En Juan, se advierte una diferencia clara en el concepto de hijo cuando se dice de Jesús y cuando se dice de otros. Se descubre que Jesús es Hijo porque actúa como Dios, no porque identifiquemos su naturaleza con la de Dios.

Y la Palabra si hizo carne. Meta de toda lo anterior. Se trata de una nueva presencia de Dios. Dios no está ya en el templo, ni en la tienda del encuentro ni en el Arca. Ahora está en Jesús. No se identifica Palabra y Jesús. Se deja una margen al misterio. En la antropología semita, el hombre se podían apreciar cuatro aspectos: hombre-carne, hombre-cuerpo, hombre-alma, hombre-espíritu. Se hizo hombre-carne; limitado pero susceptible de Espíritu. Se hizo carne sin dejar de ser Logos. Sin dejar de estar volcado sobre Dios se identifica con lo más bajo del hombre.

Los cristianos no hemos sido aún capaces de armonizar la trascendencia con la inmanencia en Dios y en nosotros. En nuestra estructura mental cartesiana, no cabe que una realidad sea a la vez material e inmanente y trascendente. Nuestra razón no puede comprender las realidades que están más allá del tiempo y el espacio. Por eso nuestro lenguaje sobre Dios es siempre ambiguo. Dios está más allá que toda realidad, pero a la vez es el fundamento de todo, está siempre encarnándose. En Jesús esa encarnación se manifestó claramente. De esa manera nos abrió el camino para vivirla nosotros. Nos da poder para ser hijos de Dios.

En la eucaristía, tomando conciencia de nuestras limitaciones, patentes en nuestra manera de actuar. Si descubrimos la actitud de Dios para con nosotros, amor que nos acepta como somos, por lo que Él es, no por lo que somos nosotros, tomaremos conciencia de su presencia en lo hondo de nuestro ser y nos identificaremos con esa parte divina de nuestro ser. Desde ahí, intentaremos que nuestra vida esté de acuerdo con ese ser descubierto. Se trata de dejar que nuestro actuar, surja espontáneamente de nuestro verdadero ser. Si no descubrimos y nos identificamos con nuestro verdadero ser, nuestra vida cristiana seguirá siendo artificial y vacía de verdadero sentido cristiano. Seguiremos intentando ser fieles a una programación.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Para ver a Dios, mirad ese niño

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

IMG_9135Lc 2, 1-14

«Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».

Ella estaba encinta, anochecía y se acercaba su hora. Recorrían las posadas pidiendo alojamiento, pero no había sitio para ellos. María aguantaba como podía el dolor y la zozobra. José suplicaba impotente y desgarrado, consciente del sufrimiento de su esposa. Al fin, un posadero les ofreció la cuadra para que María pudiese dar a luz con alguna intimidad.

Tras el parto se acurrucaron en un rincón sonriendo al niño que acababa de nacer. Algún pastor de los alrededores oyó su llanto en aquel lugar insólito y se acercó. Vio a María y José sonrientes en su rincón de la cuadra, pero ateridos de frío y extenuados de cansancio. Fue en busca de sus compañeros y volvieron con mantas y algo de alimento que llevaban en sus zurrones. Hicieron fuego y todos pudieron participar de la paz infinita de aquel momento. El niño dormía.

Pasó lentamente la noche y llegó el alba. Parecía que todo seguía igual, pero todo había cambiado, porque el mundo, que caminaba en tinieblas, se había visto envuelto en una gran claridad. Como dijo el ángel a los pastores: «En la ciudad de David, ha nacido un salvador: el Mesías, el Señor».

Que Jesús hubiese nacido así es una magnífica señal. Si hubiera nacido en el Templo de Jerusalén, hijo de reyes y rodeado de gente importante, todos podríamos decir: “más de lo mismo” … Pero nace desapercibido para todos los poderes y anunciado a los marginales; y ésa es la mejor señal de que todo ha cambiado. Es la señal de que por fin Dios está con los que le necesitan, que Dios está para salvar, no para oprimir, que ningún poder opresor tiene nada que ver con Dios; que Dios no está con los poderosos para asegurar su poder, sino con las víctimas de su poder para liberarlos.

Como decía Ruiz de Galarreta: «El signo de la Navidad es la luz en la noche vista solo por los más sencillos. La noche sigue siendo noche, sigue habiendo dolor, vejez y desgracia, nos siguen apeteciendo mil cosas que destrozan nuestra vida… Vivimos en la noche, pero en la noche hay luz para ver mejor y poder caminar mejor por la vida».

«Aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre»Excelente señal…

Para ver a Dios, mirad a ese niño.

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer un artículo de José E. Galarreta sobre un tema similar, pinche aquí

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La auténtica Natividad está en nosotr@s

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

IMG_9138COMENTARIO AL EVANGELIO Jn 1, 1-18

25 de diciembre de 2024

¡¡Feliz Navidad, herman@s!! No conozco otra manera mejor para narrar el verdadero sentido de la Navidad que este prólogo de Juan. Nos regala uno de los textos más bellos y profundos. Poco hay que predicar, son palabras para gustar internamente y conectar con la fuerza de los tres pilares que sostienen este relato: PALABRA, VIDA Y LUZ.

Tal vez pensemos que la Encarnación de Dios en Jesús es algo excepcional, que solo le ocurrió a él y que nada tiene que ver con nosotros. Si de verdad nos creemos que somo hij@s en el Hijo, primogénito de toda criatura, estamos hablando de que compartimos unos genes inscritos en nuestra identidad más profunda. En Jesús está proyectada toda la humanidad, cada ser humano está hecho de Encarnación de la dimensión divina en su verdadera naturaleza.

La Encarnación de lo divino en lo humano procede de la PALABRA; Dios es Palabra, como expresa la narración de Juan; somos llamados a la existencia a través de la Palabra, ella es la que crea y genera la Vida. Nuestro ser está constituido por una Palabra comunicada que nos hace vivir y nos capacita para ser Palabra en esta realidad humana. La Palabra, la comunicación auténtica, nos saca de nuestro ego exagerado cuya palabra, a veces, es simple, neutra, sarcástica, soberbia, incluso puede generar dolor y una dominación sobre otr@s; Aunque, ciertamente, también los silencios matan, dañan y bloquean la Vida.

La Encarnación de lo divino en lo humano genera la VIDA. Juan nos introduce en el profundo sentido de nuestra existencia. Nuestro nacimiento verdadero no procede de un impulso pasional o por deseo del ser humano, según expresa este relato. El verdadero nacimiento, como le hizo saber Jesús a Nicodemo, nace del soplo de Dios y, esa vida, se convierte en fuerza que nos mantiene en el Ser. Reducir la vida a los roles que nos toca vivir no puede ser más castrante y pobre. Es importante trascender para comprender esta natividad en su más auténtico y profundo significado.

La Encarnación de lo divino en lo humano se convierte en una LUZ interior que ni siquiera las tinieblas pueden sofocar y que se proyecta en el mundo. La Luz refleja lo que esencialmente somos y lo que esencialmente transmitimos. Ser personas de luz tiene mucho que ver con la conexión con el foco interior de donde nace la verdadera Luz. Desenchufarnos de este foco nos lleva a una oscuridad en la que la Vida y la Palabra se convierten en una amenaza y no en una Bendición.

Si el mundo se sintiera sostenido por la Palabra, la Vida y la Luz, ya estaríamos hablando de una nueva Humanidad en la que tod@s somos incluidos e igualados en una misma dignidad. ¿Te atreves a facilitar esta Encarnación?

Nuevamente ¡¡Feliz Navidad, herman@s!! Permitamos que la Natividad de la Palabra, la Vida y la Luz conduzca nuestra existencia desde lo esencial que somos.

Rosario Ramos

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Navidad: Dios es aquel que “menor”, no puede ser pensado.

Miércoles, 25 de diciembre de 2024

373E8536-DE88-47B8-9E91-6A78092F1B28Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- Palabra: logos: sentido

        El comienzo, el prólogo del evangelio San Juan es un himno solemne, un mosaico de gran densidad humano-cristiana.

        Mateo y Lucas componen sus evangelios con los relatos del nacimiento y de la infancia de Jesús: La Anunciación, la Visitación, Belén, los Magos, Herodes, los inocentes, la huida a Egipto, etc.:

  • San Mateo que escribe a cristianos provenientes del judaísmo hace descender a Jesús de Abraham, padre del pueblo judío.
  • San Lucas (evangelio para comunidades cristianas del mundo pagano) remonta la genealogía de Jesús hasta Adán (padre de la humanidad).
  • El Evangelio de Juan remonta la existencia de Jesús al “origen, al principio”. Antes de que “todo” fuese, antes de la creación, existía ya la Palabra… Y la presencia de Dios entre nosotros, la Palabra se hizo carne (sarx – debilidad).

        Este comienzo del evangelio de San Juan es un canto al humanismo, a lo humano, que se construye sobre lo biológico. Es un canto a la Palabra: la razón, la sensatez, la luz, la vida y el sentido de la vida. Todo eso -y más- significa logos (Palabra). Desde el comienzo existe la Palabra, el logos, es decir, el sentido de la vida.

02.- Principio y palabra (logos)

        San Juan despliega una meditada y densa meditación sobre el sentido de la vida (Palabra / Logos) desde JesuCristo.

        JesuCristo es palabra y esta Palabra estaba y es- Dios, por tanto es luz y vida.

        Principio no es tanto la primera página de un libro. El principio es en griego es arquetipo (arjé). El cosmos, la vida, la humanidad desde su origen y arquetipo tienen Palabra, sentido. Desde antes del big bang originario del universo hasta el Apocalipsis, todo transcurre en la armonía de Dios…

        Creemos que desde el principio todo, la creación, la historia, la vida tienen sentido, Palabra, y esa Palabra es luz y vida para el camino de la vida. Desde el Éxodo hasta Emaús la vida, la historia humana es un camino pleno de sentido (también de pecado). Desde Adán hasta el fin de los tiempos la historia camina con sentido.

        Detrás de estas cosas hay muchas preguntas para las que no tenemos respuesta: ¿Qué hubo antes de la creación, antes del Universo? ¿Había tiempo antes de la creación? ¿Qué existía antes del big bang? ¿Había luz, sol y estrellas antes de esos orígenes? ¿Quiénes eran y dónde estaban Dios y JesuCristo?

        Son cosas que se nos escapan y quizás nuestra actitud sea la de Job ante la inmensidad de Dios. He hablado como un necio… y humildemente, como Job, terminamos confiando en Dios.

        Estas cuestiones y otras hoy afloran pero ya no en la serenidad de la Navidad (del pensamiento religioso), sino en la depresión, en el hundimiento personal, en el suicidio, en la psiquiatría, en la nada…

        Ante las preguntas, dudas e inquietudes propias de nuestra condición humana nos hace bien pensar que “todo está en orden”, todo tiene sentido”, la luz y la vida nos vienen de la Palabra…

        No sé cómo ni quién pero haríamos bien en la Iglesia, en la diócesis transmitir que la vida tiene sentido. En nuestras homilías, en las catequesis a los niños / adolescentes, etc… sería muy valioso recordarnos unos a otros que desde el principio, por principio la vida tiene sentido…

Lo primero es el sentido. La sed es la que nos conduce a las fuentes de agua viva. El sentido de la vida es Dios.

03.- Lo que Dios nos quería decir es JesuCristo (Palabra).

        Que Dios sea Palabra nos está indicando su voluntad de hablar con nosotros: sentarse a la mesa de la vida para hablar con nosotros. Dios quiere dialogar con nosotros.

        Llama amablemente la atención que el evangelio de San Juan no narra ningún relato de la infancia (como Mateo y Lucas: Belén, Nazaret, la posada, los pastores, los Magos, Egipto, etc…). Sin embargo San Juan subraya con energía que la Palabra se hizo carne, debilidad (sarx)

        Decía San Anselmo (1033-1109) en su conocido argumento sobre Dios que: Dios es aquel que mayo no puede ser pensado. Podríamos darle la vuelta y decir que: Dios es aquel que menor no puede ser pensado.

        Navidad es que Dios se ha hecho barro, debilidad como nosotros, y esa es la palabra, el sentido, la luz y la vida.

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