El VIH ya puede ser detectado una semana después de la infección
Javier Tamayo y Priscila Kosaka. (Joan Costa / CSIC Comunicación
El CSIC ha creado un chip para ello, ahora los investigadores trabajan para conseguir que sirva también para la detección precoz del cáncer.
Un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha desarrollado un chip de alta sensibilidad que detecta el VIH una semana después de que aparezca la infección, es decir, prácticamente en la mitad de tiempo que los dispositivos que hay en el mercado.
Desde el contagio hasta que aparecen los primeros anticuerpos detectables para el VIH en la sangre -la seroconversión- pasan unas cuatro semanas, a partir de ahí, comienzan los daños producidos por la enfermedad como el agotamiento irreversible de los linfocitos CD4 en el intestino, la replicación en el sistema nervioso central y la aparición de reservorios latentes de VIH.
Por eso, la detección temprana del sida es crucial para la salud del individuo. Cuanto antes comience la terapia antirretroviral mejor será la respuesta inmunológica y la recuperación del paciente.
Actualmente, los dispositivos que hay en el mercado detectan la infección unos 15 o 20 días después de la seroconversión.
El trabajo, que se publicó este miércoles en PLOS ONE y que ha sido presentado por sus creadores en una rueda de prensa, describe la alta sensibilidad de este biosensor, capaz de detectar la proteína del VIH P24 en concentraciones hasta 100.000 veces menores que los sistemas actuales.
El dispositivo se ha probado con suero al que se ha añadido la proteína P24, simulando así la muestra de un paciente.
“El chip es una gran combinación de nanotecnología y microtecnología que detecta cualquier biomolécula del torrente sanguíneo con mucha sensibilidad. Es capaz de encontrar una aguja en un pajar“, ha dicho el autor principal del trabajo, Javier Tamayo, investigador del Instituto de Microelectrónica de Madrid (CNM-CSIC).
Además está hecho con un tipo de tecnología accesible, lo que permitiría su producción a gran escala y bajo coste. “Esto unido a su simplicidad lo convierten en un buen candidato para ser usado en países en vías de desarrollo”, según la coautora del estudio Priscila Kosaka (CNM-CSIC).
Por otra parte, la tecnología de este chip está siendo probada ya para la detección precoz de algunos tipos de cáncer.
Y es que el chip funciona igual para las pruebas de VIH o para biomarcadores del cáncer. Lo único que cambia es la parte química, la solución que hay que colocar para que reaccione cuando detecte lo que se está buscando, ya sea un marcador del sida o del cáncer.
De momento se ha probado (y demostrado) en dos tipos de cáncer: el colorrectal y el de próstata, pero no para la detección precoz, sino para tumores avanzados.
Sin embargo, para avanzar en la detección temprana del cáncer hay que encontrar primero biomarcadores que adviertan de la presencia de cáncer con mucha antelación y que permitan hacer diagnósticos precoces, algo en lo que actualmente trabajan los científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).
“Hoy día tenemos el problema que los biomarcadores tumorales que existen no sirven para la detección precoz de la enfermedad, sino para hacer seguimientos de la enfermedad cuando el cáncer está muy avanzado. Por eso, trabajamos con el CNIO para probar los biomarcadores tumorales que podrían ser usados para el diagnóstico precoz”.
El biosensor, patentado por el CSIC, será producido por la empresa Mecwins, una spin-off creada por Javier Tamayo y Montserrat Calleja (coautora del diseño del chip).
Los investigadores confían en que, tan pronto como el biomarcador reciba el visto bueno de la agencia del medicamento americana (FDA), el dispositivo llegará al mercado y a los hospitales unos 3 o 4 años después.
Fuente Cáscara amarga
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