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Cardenal Marx sugiere que una “cultura hostil a la homosexualidad” puede haber agravado los abusos

Lunes, 8 de octubre de 2018
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cardenal-r¿Está identificando homosexualidad con pederastia? ¿No será más bien el celibato y el clericalismo eclesial como forma de poder lo que la provoca, se sea homosexual o heterosexual?

Lleva a las personas a esconderse y tal vez aumenta el problema”, advierte el cardenal

Rechaza que el celibato y la pedofilia estén vinculados, pero propone un “buen diálogo” en la Iglesia sobre la sexualidad en general

(C.D./ANSA).- Ante los abusos sexuales en la Iglesia, los que se escuden en “excusas” como que todo es un montaje anti-católico o que son solo problemas aislados “son tan culpables de causar sufrimiento a las víctimas y se convierten de una forma en cómplices con los perpetradores.

Es la advertencia que ha lanzado el cardenal Reinhard Marx, hombre de máxima confianza del Papa Francisco, quien también ha afirmado que, en cuanto de la respuesta de la Iglesia a las agresiones a menores, “debemos agradecer la presión pública, las críticas y las voces de víctimas… que nos ayudan a mejorar”.

El cardenal Marx, arzobispo de Múnich y presidente de la Conferencia Episcopal alemana, participó la mañana de este viernes en la inauguración del Máster “Salvaguardia de los menores”, promovido por la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma, y explicó sus posturas durante una conferencia de prensa.

Se refirió al estudio sobre casos de abusos de menores en la Iglesia Católica de su país, presentado el pasado 25 de septiembre, que halló pruebas de que casi 3.700 menores fueron abusados por clérigos entre 1946 y 2014.

“Los expertos dicen que no son el celibato en sí mismo, o la homosexualidad en sí, las causas de crímenes pedófilos, pero en realidad son estos aspectos vinculados con otros como la debilidad y la inmadurez los que pueden llevar a abusos”, explicó.

“Los especialistas dicen también que una cultura hostil a la homosexualidad puede llevar a las personas a esconderse y tal vez aumentar el problema”, agregó.

“En lo que a mí respecta son cuestiones que debemos enfrentar, no será aboliendo el celibato como resolveremos el problema pero la sexualidad en general con todas sus cuestiones son temas de los cuales podemos hablar con un buen diálogo, también con los teólogos”, explicó.

El cardenal Marx consideró que el Sínodo de Obispos dirigido a los jóvenes actualmente en curso en Roma es una buena ocasión para hablar.

“Creo que el Sínodo es una buena oportunidad para hablar de este tema. Hay distintas intervenciones al respecto, el tema está presente en todo el mundo”, dijo.

“Nosotros debemos concentrarnos sobre dos cosas esencialmente. Una, la Iglesia debe mostrar que es un lugar seguro para los niños. La segunda, los jóvenes quieren una Iglesia que sea una comunidad abierta, transparente e inclusiva”, concluyó el religioso alemán, advirtiendo a la vez de que solo un “cambio fundamental y sistémico” en la Iglesia evitará que la crisis de abusos vuelva repetirse.

Fuente Religión Digital

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“Mujeres y casados pueden ser ordenados sacerdotes”, por José Mª Castillo

Viernes, 20 de julio de 2018
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sacerdotisas-anglicanasDe su blog Teología sin censura:

El Concilio Vaticano Primero, en la Constitución dogmática “Dei Filius” (año 1870), cap. 3º, definió que “deben creerse con fe divina y católica todas aquellas cosas que se contienen en la palabra de Dios escrita o tradicional (“in verbo Dei scripto vel tradito continentur”), y son propuestas por la Iglesia para ser creídas como divinamente reveladas” (Denzinger – Hünermann, nº 3011).

Toda afirmación (o toda práctica) que no entre en el contenido de esta afirmación dogmática puede ser modificada por la autoridad suprema de la Iglesia. En cuanto a las verdades o actividades, que se justifican por el llamado “Magisterio Ordinario Universal” de la Iglesia, debe tenerse cuidado y no concederles un valor absoluto e intocable, ya que, como es bien sabido y por poner un ejemplo, durante siglos, se pensó que era verdad de fe que el sol daba vueltas en torno a la tierra, hasta el extremo de condenar a Galileo cuando afirmó lo contrario. Y hoy sabemos que quien tenía razón era Galileo.

Un problema importante, que la Iglesia tiene en la actualidad, en lo que se refiere a las “verdades de fe”, está en que se puede (y a veces sucede que) hay hechos “históricos” o “sociológicos” a los que se les concede un “valor dogmático”. Esto exactamente es lo que sucede cuando nos preguntamos si las mujeres o las personas casadas podrán ser sacerdotes.

En cuanto a las mujeres, en la Antigüedad, no tenían los mismos derechos que los hombres. Por eso no podían ser testigos oficiales de nada. Ni tomar decisiones sobre otros. Ni sobre ellas mismas (J. Jeremias, “Jerusalén en tiempos de Jesús”, Madrid 1977, pg. 371-387). Es lógico que, en tales condiciones, no podían ejercer cargos de responsabilidad en instituciones públicas. Hoy la situación social y legal de la mujer es completamente distinta. Y, en todo caso, lo que no se puede hacer es convertir en revelación divina lo que no pasa de ser una situación social ya superada. La Iglesia no tendrá credibilidad mientras siga manteniendo la desigualdad de la mujer en dignidad y derechos respecto al hombre.

En cuanto a las personas casadas, el Evangelio no impone ningún mandato respecto al celibato. Por otra parte, el apóstol Pablo dice que es un derecho de los apóstoles vivir y viajar con una mujer cristiana, como lo hacían Pedro y los parientes del Señor (1 Cor 9, 5). La continencia de los sacerdotes empezó a imponerse a comienzos del s. IV, en el concilio de Elvira (Granada). Y la ley del celibato se impuso progresivamente en la Edad Media. Se fijó como ley a partir del concilio segundo de Letrán (en 1138).

La ley del celibato no tiene fundamento bíblico. Y se basa principalmente en las ideas, sobre el puritanismo, que provenían del estoicismo de los griegos del s. V (a. C) (E. R. Dodds).

¿Cómo justifica la Iglesia el empeño por no cambiar esta ley cuando cada día hay menos sacerdotes y, por tanto, más parroquias y comunidades que no pueden tener su vida cristiana organizada y gestionada como la misma Iglesia impone obligatoriamente? Es urgente que la Iglesia estudie este asunto a fondo y sin miedo. Para buscarle la solución a la que los fieles cristianos tienen derecho. De no hacerse así, resultará inevitable controlar un hecho que ya existe: los grupos de laicos que clandestinamente celebran la eucaristía sin sacerdote.

En este delicado asunto, es de suma importancia tener presente que la doctrina de la Ses. VII del Concilio de Trento, sobre los sacramentos, no contiene definiciones dogmáticas. Por las Actas del Concilio se sabe que los obispos y teólogos, que tomaron las decisiones sobre los sacramentos, no llegaron a ponerse de acuerdo en un punto capital: si condenaban como “herejías” o rechazaban como “errores”, las doctrinas y prácticas que rechazaron en esta Sesión séptima (Denz.-Hün., 1600-1630). La Iglesia, por consiguiente, puede y debe sentirse libre, para tomar las decisiones, en temas de sacramentos y de liturgia, que la misma Iglesia vea como más urgentes y necesarias en este momento, para el mayor bien espiritual y cristiano de los fieles.

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El jesuita James Martin sostiene que los católicos LGBT no están obligados a practicar la castidad

Sábado, 23 de septiembre de 2017
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james-martin-sj-y-la-portada-de-su-nuevo-libroNo han “recibido” la doctrina de la continencia, y por tanto no les es vinculante

“En términos del Catecismo, es una obligación, pero para los LGBT es una imposición” 

(Cameron Doody).- Tras haber aguantado los ataques de los ultras, el jesuita y asesor del Papa Francisco, James Martin, se siente fuerte. Fuerte para seguir predicando sus palabras proféticas para toda la Iglesia, y esta vez insistiendo en que los católicos LGBT no están obligados a practicar la castidad.

En un vídeo colgado este miércoles en YouTube, el padre Martin ha recurrido a la tradición teológica que sostiene que una doctrina no se convierte en tal hasta que sea aceptada por todos los fieles. “Una tradición de la que mucha gente no sabe mucho”, sostiene el jesuita, “ya que apenas se ha hablado de ella los últimos treinta o cuarenta años”.

Este tipo de recepción de una doctrina, ha continuado Martin, sí ha ocurrido en el caso de las doctrinas que subyacen a las fiestas de la Iglesia, por ejemplo, pero no en cuanto a la disciplina sexual.

“Para que una doctrina se convierta en normativa”, ha explicado el jesuita,es de esperar que sea recibida por el pueblo de Dios. Así pasó con la Asunción, por ejemplo. Se declaró la Asunción y la gente la acepta. Van a la fiesta de la Asunción, creen en la Asunción, y es recibida”.

soy-homosexual-tengo-hijos-soy-catolico1Pero “la doctrina que las personas LGBT deben ser célibes toda su vida -no solo antes del matrimonio, como es para la mayoría, sino toda su vida- no ha sido recibida”, ha continuado Martin. Situación que plantea la pregunta “teológica” de qué puede hacer la Iglesia con esta no aceptación por parte de los LGBT de una doctrina dirigida especialmente a ellos, a la que deben prestar atención ya “los obispos y la gente LGBT”.

Y es más: el hecho de que la Iglesia se fije tanto en los asuntos LGBT es el resultado solo de una “mala interpretación” de lo verdaderamente importante en la teología moral. Muchas veces también, ha lamentado, la obsesión con la sexualidad de los gays por parte de católicos de la extrema derecha, que es el resultado de un “miedo” que sienten de su propia “sexualidad compleja”.

Pero al fin y al cabo, ha denunciado Martin, sigue haciendo estragos en la Iglesia la paradoja de que eleve el celibato como uno de los más preciosos carismas evangélicos a la vez que la impone sobre las personas de diferentes orientaciones afectivas. “Se supone que el celibato es un don, o algo que escoges”, ha reflexionado el sacerdote. Pero “en términos del Catecismo, es una obligación, y los LGBT la consideran una imposición”.

Fuente Religión Digital

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“169 años de un ‘martirio cruento’ por el celibato opcional”, por Rufo González

Martes, 22 de agosto de 2017
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ladislao-y-camila_560x280De su blog Atrévete a orar:

¡No podemos olvidar!

“Cuesta trabajo creer que haya en la Iglesia tal apego a una ley que ha producido tantos desmanes durante siglos”

“Fueron asesinados por la autoridad civil con la bendición eclesial. Su delito: abandonar el ministerio sacerdotal y formar una familia. Les mataron a los dos y al hijo concebido, en el octavo mes de gestación”

(Rufo González).- 18 de Agosto de 1848. Un sacerdote de la diócesis de Buenos Aires (Argentina), Ladislao Gutiérrez, y su mujer, Camila 0´ Gorman, fueron asesinados por la autoridad civil con la bendición eclesial. Su delito: abandonar el ministerio sacerdotal y formar una familia. Les mataron a los dos y al hijo concebido, en el octavo mes de gestación. El obispo de entonces, Mariano Medrano y Cabrera, pidió al Gobernador: “en cualquier punto que los encuentren a estos miserables, desgraciados infelices, sean aprehendidos y traídos, para que, procediendo en justicia, sean reprendidos por tan enorme y escandaloso procedimiento”. En su huida hacia Brasil, otro sacerdote avisó a la policía y los detuvieron.

Camino de Buenos Aires, en un juicio sumarísimo, fueron condenados a  muerte y fusilados en la mañana del 18 de agosto en el Cuartel General de Santos Lugares de Rosas (actualmente localidad de San Andrés, General San Martín). Ladislao hizo llegar a Camila este escrito: “Camila mía: Acabo de saber que mueres conmigo. Ya que no hemos podido vivir en la tierra unidos, nos uniremos en el cielo ante Dios. Te abraza tu Gutiérrez”. Sentados en sendas sillas, cargadas por cuatro hombres a través de dos largos palos, les vendan los ojos y, escoltados por la banda de música del batallón, los llevan al patio interior. Camila lloraba. Cuando los soldados los ataban a las sillas, pudieron despedirse, hasta que Ladislao comenzó a gritar: “Asesínenme a mí sin juicio, pero no a ella, y en ese estado ¡miserables…!”. Las balas los silenciaron.

¡No podemos olvidar!

Sobre todo, cuando la ley que permitió tal crueldad, sigue vigente. Este crimen es una consecuencia extrema de preferir la Ley a la libertad del Evangelio. Lo mismo fue la muerte de Jesús: “nosotros tenemos una ley y, según esa ley, debe morir” (Jn 19, 7). Este es un episodio especialmente violento de los muchos que jalonan la lucha por el celibato opcional.

Cuesta trabajo creer que haya en la Iglesia tal apego a una ley que ha producido tantos desmanes durante siglos y aún siga sustancialmente vigente. Por esta ley, sigue habiendo comunidades sin eucaristía, personas rotas vitalmente, escándalos, hijos desprotegidos, mujeres invisibles, destierros impuestos, vicios “contra naturam” (Conc. Lateranense III año 1179, canon 11), abusos “con impúberes de cualquier sexo” (Instrucción 9 junio 1922), etc. etc.

Quienes se oponen a esta ley no niegan en absoluto la posibilidad de un celibato evangélico, siempre que sea libremente mantenido. El celibato opcional contribuye a lograr vidas entregadas al ministerio eclesial, llenas de sentido. Pero también es verdad que en parte de la Iglesia católica -la oriental- hay “presbíteros casados muy meritorios” (PO 16), por su santa gestión del ministerio. Podría haberlos en la Iglesia católica occidental, si esta ley, que ata necesariamente ministerio y celibato, no existiera. A mediados del siglo XX, hay sacerdotes casados en parroquias católicas occidentales, procedentes de otras confesiones cristianas convertidos al catolicismo. Escandaliza el que no sea igual para todos.

La cerrazón autoritaria sigue manteniendo esta ley, a pesar de las masivas deserciones ministeriales -a causa del celibato- en el catolicismo occidental. Los máximos dirigentes de la Iglesia no quieren ver el signo de Dios en dichos abandonos. La Iglesia está cada día más desamparada de vocaciones a estos ministerios, pero no se buscan soluciones verdaderas. No se aceptan ministros ordenados no célibes ni mujeres cristianas, que, con los varones, son “uno en Cristo Jesús” (Gál 3, 28). La inmensa mayoría de la Iglesia -casados y mujeres- tiene vetado su acceso a los ministerios ordenados. ¡Ya está bien de perder el sentido común y eclesial!

Una evidencia: esta ley no procede del Evangelio de Jesús

La ley celibataria tuvo una primera etapa en la “ley de la continencia matrimonial de los clérigos” avalada por el papa Siricio (384-399). Se basaba en las supersticiones judías sobre la impureza de la relación matrimonial. Sigue hoy como “Magisterio de la Iglesia” (cf. H. Denzinger 185) la carta de san Siricio al obispo de Tarragona sobre esta ley de continencia. Sus bases erróneas pueden resumirse:

confusión entre el sacerdocio antiguo y el ministerio de Jesús;
ignorancia sobre la bondad de la sexualidad;
interpretación errónea de “los que están en la carne no pueden agradar a Dios” (Rm. 8, 8);
– creer que Dios no escucha a quien tiene relaciones sexuales con su mujer;
Conclusión lógica, tan aberrante como las premisas: la relación sexual matrimonial indispone para celebrar los sacramentos divinos.

Otra evidencia: esta ley no es voluntad divina ni de “tradición apostólica”

Para atar más la ley -¡qué bien se le da a las tiranías estas argumentaciones!-, pretenden hacernos creer que esta norma es voluntad divina expresada en la vida de Jesús y sus Apóstoles. Incluso se atreven a cargar su imposición al Espíritu Santo que guía a la Iglesia. ¿Cómo puede honradamente sostenerse que la “continencia” es una “tradición apostólica” ante unos textos tan claros como estos?:

“Dios creó al hombre, varón y mujer, a imagen suya… creced y multiplicaos” (Gen 1, 27-28).

“No es bueno que el hombre esté solo; voy hacerle una compañera” (Gen 2, 18).

Jesús no lo exigió a sus apóstoles, ni lo recomendaba:

“no todos entienden esta palabra, sino aquellos a quienes se le ha concedido…” (Mt 19,11-12).

Los apóstoles estarían casados. De Pedro nos consta por casualidad:

“La suegra de Simón Pedro estaba en cama con calentura…” (Mc 1, 30s).

San Pablo claramente dice que “no es ley del Señor“:

“Sobre las vírgenes no tengo precepto del Señor” (1 Cor 7,25).

Pablo da un criterio, en desuso por la ley celibataria, para elegir obispo:

“que gobierne bien su propia familia y se haga obedecer de sus hijos con dignidad” (1Tim 3, 4).
Reconoce que es un derecho tan vital como el alimento y la bebida:

“¿Acaso no tenemos derecho a comer y beber?, ¿acaso no tenemos derecho a llevar con nosotros una mujer cristiana, como los demás apóstoles, incluyendo a los parientes del Señor y a Pedro?…” (1Cor 9,4-5).

“Si no pueden sostenerse, que sea casen; más vale casarse que quemarse” (1Cor 7,9).

“Supongamos que uno con mucha vitalidad piensa que se está propasando con su compañera y que la cosa no tiene remedio: que haga lo que desea, no hay pecado en eso; cásense. Otro, en cambio, está firme interiormente y no siente una compulsión irresistible, tiene libertad para tomar su propia decisión y ha determinado dentro de sí respetar a su compañera: hará perfectamente. En resumen, el que se casa con su compañera hace bien. y el que no se casa, todavía mejor” (1 Cor., 7, 36-38).

“El Espíritu dice expresamente que en los últimos tiempos algunos apostarán de la fe prestando atención a espíritus embusteros y a enseñanzas de demonios, valiéndose de la hipocresía de impostores marcados a fuego en su propia conciencia, que prohíben casarse y abstenerse de manjares que Dios creó… (1Tim 4,1-3).

La ley impositiva actual es fruto del imperialismo eclesial

Nació formalmente en el segundo milenio. Fruto del imperialismo papal surgido al final del primer milenio, una de las épocas más tristes de la Iglesia. Gregorio VII (+1085), el que se atrevió a dictar el “Dictatus Papae”, en que se autoproclamó señor absoluto de la Iglesia y del mundo, no tuvo reparos en imponer que toda persona que desea ser ordenada debe hacer primero un voto de celibato: “Los sacerdotes [deben] primero escapar de las garras de sus esposas” (1074).

Poco después, en 1095, el Papa Urbano II hace vender a las esposas de los sacerdotes como esclavas y sus hijos abandonados. En el siglo XII, en 1123, el Concilio I de Letrán, a instancias del Papa Calixto II, decreta que los matrimonios clericales no son válidos. En 1139, el Papa Inocencio II logra que el Concilio II de Letrán confirme el decreto del anterior Concilio. Todo contrario al espíritu evangélico (Mc 10, 42ss y paral.).

¿Cuándo la Iglesia Católica reconocerá esta libertad del Espíritu Santo?

Muchas Confesiones cristianas rompieron esta ley inicua. ¿Cuándo lo hará la Iglesia católica? Pidamos al Espíritu Santo que haga presente pronto esta libertad. También la Iglesia “cuando se vuelva hacia el Señor, se quitará el velo. Ese Señor es el Espíritu, y donde hay Espíritu del Señor hay libertad” (2Cor 3, 16-17). Vincular ministerio y celibato no es obra del Espíritu. Es obra de la Ley. “Si os dejáis guiar por el Espíritu, no estáis bajo la Ley” (Gál 5, 18).

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Iglesia, comunidades y ministerios: Hacia un modelo de cura no clerical

Viernes, 8 de enero de 2016
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orthodox-calendar-2014-6“Sin esos grupos vivos que comparten su fe no hay Iglesia”

“La opcionalidad (y no la imposición) es más fiel al mensaje liberador de Jesús”

“Es preciso reconocer a estas comunidades el derecho a elegir y encomendar las tareas, servicios y ministerios a las personas que consideren más preparadas y adecuadas para cada tarea, sin distinción de sexo ni de estado. Que puedan de esta forma llegar a ser comunidades abiertas, inclusivas, desde la pluralidad y el respeto mutuo.” Y sin distinción de orientación sexual… ¿verdad hermanos?

(Moceop).- Tras casi cuarenta años de recorrido compartido (7 congresos internacionales, 7 latinoamericanos y otros muchos nacionales), el Movimiento internacional de curas casados en su actual configuración como Federación Latinoamericana y Federación Europea, tras haberse reunido en un congreso en Guadarrama (Madrid, España), bajo el lema “Curas en unas comunidades adultas”, hemos decidido hacer público este comunicado.

A todo el Pueblo de Dios

Acabamos de celebrar el 50º aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II; y las esperanzas y compromisos sembrados por aquel acontecimiento histórico nos han animado a ofrecer una vez más nuestra experiencia y nuestra reflexión como movimiento eclesial y como integrantes de la comunidad universal de creyentes en Jesús de Nazaret.

En nuestro origen está la reivindicación de un celibato opcional para los curas de la Iglesia católica de Occidente: libertad que debería ser reconocida y respetada no sólo por ser un derecho humano, sino también porque la opcionalidad (y no la imposición) es más fiel al mensaje liberador de Jesús y a la práctica milenaria de las iglesias, así como por estar íntimamente relacionado con el derecho de las comunidades a tener servidores dedicados a su atención, hoy insuficientemente satisfecho.

Pero nuestro recorrido como colectivo ha ido ampliando esa perspectiva inicial -centrada en torno al celibato- para aspirar y avanzar hacia un modelo de cura no clerical y un tipo de iglesia no asentada férreamente sobre un cura exclusivamente varón, célibe y clérigo.

Durante esos largos años, quienes hoy hacemos este comunicado, hemos estado integrados y comprometidos, con sencillez y fidelidad, en muchos grupos comunitarios, buscando sentido cristiano a nuestras vidas y ayudando a quienes nos hemos encontrado, a descubrir su dignidad como seres humanos y como hijos de nuestro Padre-Madre Dios.

Desde esos compromisos, nos atrevemos a decir:

1º.- Estamos convencidos -y en ello coincidimos con otras comunidades y movimientos de iglesia, parroquiales y no parroquiales- de que el modelo de cristianismo mayoritariamente imperante está desfasado; y lejos de ayudar a la implantación del Reinado de Dios y su justicia, es con frecuencia un obstáculo para la vivencia de los valores evangélicos. Un nuevo tipo de iglesia y de comunidades es urgente para poder aportar algo válido frente a los retos que el ser humano tiene planteados hoy.

celibato2º.- El eje de este nuevo modelo de iglesia debe ser la comunidad, la vida comunitaria de los creyentes en Jesús. Sin esos grupos vivos que comparten su vida y su fe, que intentan descubrir el Reinado de Dios y vivirlo, no hay Iglesia. Y no podemos ignorar que las estructuras parroquiales en un gran porcentaje son dispensarios de servicios religiosos y cultuales más que comunidades vivas.

3º.- Para la renovación de la Iglesia y de las comunidades de creyentes hacia un modelo activamente comunitario de asamblea del Pueblo de Dios, es preciso un cambio estructural; no son suficientes los meros esfuerzos personales. Hay una inercia de siglos (Estado Vaticano, curias, leyes, tradiciones…) que actúa como un peso muerto y dificulta cualquier reforma progresiva.

4º.- Nuestro recorrido nos ha hecho experimentar y comprender que el motor de esa transformación se encuentra en el interior de las mismas comunidades: solamente unas comunidades adultas, maduras, pueden llevar a cabo esa transformación estructural necesaria y urgente. La estructura actual -preferentemente centrada en la parroquia y el culto- no tiende sino a perpetuar el inmovilismo y a adoptar cambios de forma sin ir al fondo.

5º.- También hemos comprendido y experimentado que los curas -sean célibes o no: no es esa la cuestión principal- no pueden seguir concentrando todo en sus personas y pretender asumir todas las tareas y responsabilidades. Su misma identidad y la calidad de su servicio imponen una evolución hacia una mayor participación y hacia un pluralismo de modelos en función y en dependencia de las comunidades concretas.

6º.- Esas comunidades adultas existen ya; en ocasiones son ignoradas o perseguidas; pero es necesario incentivarlas. Son pequeños grupos de dimensiones reducidas, donde sus componentes se conocen, comparten, viven la igualdad, la corresponsabilidad, la fraternidad y sororidad. Tenemos que seguir luchando por ese estilo de comunidades, perfectamente aceptables dentro de la pluralidad de modelos eclesiales.

7º.- Esa adultez y mayoría de edad les permite adaptarse a las exigencias culturales de nuestro mundo cambiante, vivir y formular la fe de forma y en lenguaje comprensibles y organizarse desde dentro según sus necesidades. Esas comunidades son libres y ejercen la libertad de los hijos e hijas de Dios; no viven ancladas en el pasado. Su referencia no es la obediencia, sino la creatividad desde la fe. Y desde ahí, pueden ser entendidas en nuestras sociedades.

iglesia-de-los-pobres8º.- Desde esta óptica, resulta cada vez más contradictoria e injusta la situación de las mujeres: mayoritariamente presentes en la vida eclesial, pero apartadas tradicionalmente de las tareas de estudio, responsabilidad y gobierno. No existe ningún fundamento para mantener esta discriminación, que además supone la pérdida de un potencial humano irremplazable. Se puede razonablemente esperar al mismo tiempo que su presencia cambiará las estructuras de animación y de gobierno a mejores, más justas y más equilibradas.

9º.- Y, finalmente, es preciso reconocer a estas comunidades el derecho a elegir y encomendar las tareas, servicios y ministerios a las personas que consideren más preparadas y adecuadas para cada tarea, sin distinción de sexo ni de estado. Que puedan de esta forma llegar a ser comunidades abiertas, inclusivas, desde la pluralidad y el respeto mutuo.

Hemos encontrado y participamos en comunidades de este tipo. No son una quimera sino una realidad a pesar de sus deficiencias y dificultades. Y estamos decididos a seguir luchando para que cada día sean más numerosas y auténticas. Este camino no es sencillo. Somos conscientes de que los compromisos que asumimos, pueden crear problemas: en ocasiones bordeamos la ilegalidad, aunque no por capricho o arbitrariedad; y sabemos que, con frecuencia, la vida va muy por delante de la normativa legal y que el Espíritu no está sometido a leyes.

Los retos actuales nos exigen abrir caminos de diálogo y encuentro; y en esos campos tan necesitados de cambio, ser creativos, asumir el protagonismo de las comunidades y hacer así realidad aquellas intuiciones y declaraciones del Vaticano II (vida fraterna, solidaria, ecuménica, comprometida por la paz y la justicia con todos los hombres y mujeres de buena voluntad…) que tanta ilusión despertaron, que fueron arrinconadas como peligrosas y que hoy, con la llegada del papa Francisco, han cobrado actualidad y recuperado su carta de ciudadanía en nuestra Iglesia.

Invitamos a todos los creyentes en Jesús a ser valientes y adentrarse en estas sendas de creatividad, adultez y libertad, para hacer cada día más real el Evangelio de la misericordia y de la responsabilidad ante los seres humanos y ante nuestra Madre Tierra.

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Charamsa, suspendido del ejercicio del sacerdocio por su obispo “por defender postulados contrarios a la fe”

Sábado, 24 de octubre de 2015
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1443906876059El enfoque correcto de todo este caso es, en palabras del propio Krzysztof Charamsa,“En la Iglesia es evidente que un sacerdote no puede salir del armario y declarar públicamente que es gay. No importa si tiene pareja o no. Para la Iglesia declarar la propia homosexualidad significa promocionar la homosexualidad”. Este es el auténtico problema de una Iglesia que se resiste a rechazar, como gato panza arriba,  sus actitudes homófobas…

El decreto impide al teólogo polaco vestir hábito religioso o indumentaria eclesial

“En Polonia, los obispos promueven el lenguaje de odio contra las minorías sexuales”, contesta

El obispo de Pelplin (Polonia), Ryszard Kasyna, suspendió del ejercicio del sacerdocio al cura y teólogo Krzysztof Charamsa, tras hacer pública su homosexualidad y confesar que tenía una pareja. Charamsa pertenecía canónicamente a esta diócesis.

El obispo de Pelplin envió por correo electrónico una carta a Charamsa, quien también era profesor de Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, en la que le comunica su suspensión por defender postulados contrarios a la doctrina de la Iglesia.

El teólogo había sido expulsado de la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano en donde trabajaba. Charamsa ha declarado que en la práctica de la Iglesia no hay ninguna esperanza real de poder presentar recurso ni pedir explicaciones sobre una pena considerada injusta, especialmente cuando no se especifican las razones concretas ni se precisan las causas de dicha pena“.

Charamsa había sido expulsado de la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano donde trabajaba y también era profesor de Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.

El prelado ha prohibido igualmente al sacerdote poder vestir hábito religioso o indumentaria eclesial.

 El sacerdote, que se ha trasladado a vivir a Barcelona, la localidad donde reside su pareja, señaló que “en Polonia los obispos desde hace mucho tiempo promueven, o simplemente no reaccionan, ante el lenguaje católico de odio contra las minorías sexuales“.

El obispo de Polonia ya había anunciado a Charamsa el pasado día 10 que estaba “cometiendo errores doctrinales contrarios a la Sagrada Escritura y a la enseñanza de la Iglesia” y le pidió al sacerdote que recuperara “la correcta enseñanza de la Iglesia”.

Charamsa, al considerar que era una acusación muy genérica, pidió a su obispo que especificara qué verdades de la Escritura y de la enseñanza de la Iglesia no estaba respetando para poder preparar sus alegaciones, al tiempo que solicitaba a los prelados polacos que “dejaran la promoción del lenguaje del odio y violencia propio de la homofobia, que es contrario a la Sagrada Escritura”.

El sacerdote recibió el pasado lunes la respuesta en forma de un decreto de suspensión del ejercicio de sus funciones sacerdotales, lo que, según Charamsa, “confirma la falta de discusión en la Iglesia sobre la natural y sana orientación sexual, la cuestión de las minorías sexuales y sus derechos, tanto en la sociedad como en la Iglesia, y el respeto de la dignidad de las personas que no son heterosexuales”.

En la Iglesia es evidente que un sacerdote no puede salir del armario y declarar públicamente que es gay. No importa si tiene pareja o no. Para la Iglesia declarar la propia homosexualidad significa promocionar la homosexualidad”, dijo Charamsa, que ha recordado que la Congregación de la Doctrina de la Fe ya redactó en 2005 una instrucción que prohíbe a las personas homosexuales acceder al sacerdocio católico.

“En la situación actual no importa si presenté a mi pareja o no. Yo no podía salir del armario de ningún modo sin ser castigado”, afirmó el cura, que, sin embargo, no entiende “cuál es la acusación” por la que ha sido suspendido como sacerdote.

En los diversos escritos que Charamsa ha cruzado con su obispo desde que el pasado 3 de octubre revelara su homosexualidad, monseñor Kasyna pidió al cura el pasado día 12 que se presentara en Polonia, a lo que el sacerdote respondió que no podía hacerlo por falta de recursos económicos.

(RD/Agencias)

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Teólogos de todo el mundo reclaman cambios sobre homosexualidad, aborto, celibato, sacerdocio femenino y divorciados

Jueves, 15 de octubre de 2015
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la-iglesia-y-los-gays“La enseñanza del Magisterio está condicionada por cada momento histórico”

Aun antes del Sínodo dedicado a la Familia, se venían tratando por parte de biblistas, teólogos, juristas y pastoralistas diversos temas dentro de la Iglesia católica, que reclamaban un nuevo planteamiento. La involución posconciliar los consideró descartables de toda posible renovación.

Con el anuncio del Sínodo se acentuó la necesidad de abordarlos de una vez, de manera que se pudieran ajustar a una nueva comprensión y solución en el momento actual. Estamos ya metidos en el Sínodo y vemos cómo ha reaccionado un sector eclesial en contra de todo intento de apertura, como si la renovación cuestionara no sólo ciertos presupuestos de la enseñanza tradicional sino la fidelidad a la doctrina auténtica de la Iglesia y al mismo Evangelio.

En este sentido, con respeto y ponderación, el presente Documento pretende presentar fundadamente la legitimidad de un cambio. No es un tratado ni un mero extracto de conclusiones, sino una exposición suficientemente argumentada, para quienes sufren de cerca el problema y quienes están interesados en su desarrollo histórico hasta el momento actual..

Entendemos que el Documento es resultado de investigaciones, reflexiones y experiencias que vienen de muy atrás y muestran la necesidad de un cambio.

En la Iglesia y Sociedad de hoy, dentro de un marco ético y evangélico, pretendemos aportar fundamentación al replanteamiento y solución de problemas, que parecieran intocables, y sobre los que mucha gente espera urgente renovación:

– La Homosexualidad
– El Aborto
– El Celibato opcional: los curas casados
– El sacerdocio de la mujer
– Los divorciados en la Iglesia.

I -Dos premisas necesarias

1.Norma primera: el seguimiento de Jesús
La Iglesia católica siempre se ha ocupado de la familia por ser parte integrante de su misión. Como asegura el Instrumentum Laboris del Sínodo ” El fundamento del anuncio de la iglesia acerca de la familia radica en la predicación y vida de Jesús”. Procede, por tanto, volver a la norma fundamental del seguimiento de Jesús, que nos propone vivir como él y hacer nuestro su proyecto y que debe guiar la vida de todo matrimonio y familia.

El seguimiento de Jesús, norma simple y universal, conlleva unos valores propios, pero que hoy se nos han diluido en la marea ingobernable de un neoliberalismo consumista. “La moral cristiana, recalca el Papa Francisco, no es una moral estoica, es más que una ascesis , no es una mera filosofía , ni un catálogo de pecados y errores…Sin amor, el edificio moral de la Iglesia puede convertirse en un castillo de naipes” (GE, cfr, 25-39).

Este seguimiento supone abrazar el proyecto de Jesús, apostando por los valores que él luchó y vivió, y que resultan incompatibles con los de otros proyectos. Dichos valores, que nos harán entrar en conflicto por causa de este Hombre, están a la vista en las páginas del Evangelio: todos vosotros sois hermanos; el que aspire a ser el mayor, que sea servidor de todos; los últimos serán los primeros; hacer un bien a los más pequeños es como hacerlo a mí mismo, de modo que al final se os juzgará en base a cómo os habéis portado con los más pequeños.

2.Norma primera y ética universal

El seguimiento de Jesús incluye, como es natural, la ética humana asentada sobre la dignidad de la persona: ” Los pueblos reafirman su fe en los derechos del hombre, en la dignidad y valor de la persona humana y en la igualdad de hombres y mujeres” (Declaración universal de los Derechos Humanos, Preámbulo).

Por donde los que nos profesamos seguidores de Jesús, nos consideramos identificados en esa dignidad fundamental, que nos permite caminar unidos coincidiendo en valores, criterios y actitudes vinculantes para todos. Haciendo uso de nuestra razón y responsabilidad, asumimos la herencia histórica de unas y otras culturas ,de unas y otras religiones, que nos provee de ese hilo que sostiene, teje y entrega esa “dignidad y valor de la persona y de los derechos que de ella derivan”.

Compartimos, por tanto, el hecho innegable de la unidad de la familia humana, que tiene como quicio el respeto total a la persona humana , con el imperativo de procurar a todos un trato humano, -obligatorio para individuos y Estados- y que queda esculpido en la llamada regla de oro: “No hagas a los demás, lo que no quieras para ti”.
Esta unidad no niega las diferencias entre los pueblos, pero que no se sobreponen a lo que es sustantivo y esencial a todos: la dignidad de persona. Sobre esa base, surgen y se elaboran normas -hoy convertidas en Derechos- que posibilitan un consenso universal.

II – Norma evangélica y ética universal ante el reto de problemas de los matrimonios y familias actuales.

1.La enseñanza del Magisterio está condicionada por cada momento histórico, según la evolución de las diversas ciencias

A la norma primera del seguimiento, siguieron en el transcurso de los siglos, multitud de otras normas. Todas ellas se hicieron desde unas circunstancias y razones históricas concretas. Pero, muchas de ellas quedaron obsoletas y fueron impugnadas, porque se mantuvieron contra viento y marea, al margen de la ciencia, del sentir del pueblo, de las nuevas propuestas de numerosos teólogos y moralistas que ya las habían formulado antes, durante y después del concilio Vaticano II y al margen sobre todo del Evangelio.

La indiferencia y alejamiento provenían de estar elaboradas desde paradigmas culturales que no respondían al conocimiento actual – científico y bíblicoteológico- de esos temas . La formulación doctrinal hecha por la Patrística y la Edad Media pudo servir a muchas generaciones para vivir su fe, pero no todas son expresión adecuada y definitiva del Evangelio, siempre universal, sino de presupuestos científicos, antropológicos y cosmológicos evolutivos y perfeccionables.

Quiere esto decir, que la Iglesia debe compartir la verdad del Evangelio sobre la familia con la verdad de la ciencia respetando su autonomía y método propios , así como el significado de la propia investigación bíblico teológica. Esta colaboración no se ha dado como se debiera en el pasado y ha llevado a la Iglesia a deificar muchas veces su magisterio considerándose poseedora de toda verdad.

2.La tarea menospreciada de los teólogos

El concilio Vaticano II se celebró hace 50 años; en él tuvieron parte decisiva muchos teólogos, posteriormente represaliados; de él salieron orientaciones como éstas: “Las recientes adquisiciones científicas, históricas o filosóficas platean nuevos problemas que arrastran consecuencias para la vida y reclaman investigaciones nuevas por parte de los teólogos” (GS, 62), “En el cuidado pastoral deben conocerse suficientemente las conquistas de las ciencias profanas de modo que también los fieles sean conducidos a una vida de fe más genuina y más madura” (GS, 62) .

Sin duda, los obispos deben velar y exponer la doctrina cristiana, de acuerdo con la Revelación, pero ” según lo requiere el cargo y la importancia del asunto, celosamente trabajan con los medios adecuados a fin de que se estudie como se debe esta Revelación y se la proponga apropiadamente ” (LG, 25).

Gratamente reconocemos que el Papa Francisco asume y reafirma lo que durante el largo período posconciliar fue claramente desatendido provocando un desfase de su doctrina y normas con relación al mundo actual:

“El mensaje que anunciamos , siempre tiene algún ropaje cultural, pero a veces en la Iglesia caemos en la vanidosa sacralización de la propia cultura, con lo cual podemos mostrar más fanatismo que auténtico fervor evangelizador” (GE, 117). “La teología -no sólo la teología pastoral- en diálogo con otras ciencias y experiencias humanas, tiene gran importancia para pensar cómo hacer llegar las propuesta del Evangelio a la diversidad de contextos culturales y destinatarios. La Iglesia, empeñada en la evangelización , aprecia y alienta el carisma de los teólogos y su esfuerzo por la investigación teológica, que promueve el diálogo con el mundo de las culturas y de las ciencias. Convoco a los teólogos a cumplir este servicio como parte de la misión salvífica de la Iglesia” ( GE, 131). “Más que el temor a equivocarnos , espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos dice: `¡ Dales vosotros de comer ¡`(Mc 6-37), ( G.E., 46-49).

Desde estas premisas, pensamos que se puede dar solución a problemas ( la homosexualidad, el aborto, el celibato opcional, la ordenación sacerdotal de la mujer, los divorciados en la Iglesia) que hasta el presente se los ha considerado como resueltos desde normas tradicionales inamovibles, sin reconocer las aportaciones de las ciencias ni el cambio y adaptaciones exigidas por la Exégesis y Teología en sus nuevos avances.

El Papa Francisco, si miramos a lo hecho y dicho hasta ahora, se mueve en esta actitud de respeto, colaboración e integración del saber. Muchos queremos las reformas, por ellas hemos luchado fieles al Evangelio y al espíritu del Vaticano II, pero las resistencias pertinaces a nadie como a él le va a tocar verlas, sufrirlas y resolverlas.

Sobre los temas citados, la Exégesis y Teología modernas aportan luces y principios que difícilmente puede ignorar un cristiano de hoy. El Papa Francisco, con la libertad y coherencia que le caracterizan, trata de abordarlos distinguiendo lo que es y pertenece al Evangelio y lo que es y pertenece al bagaje cultural relativo de la humanidad. Ambas cosas -Evangelio y Culturas- se han necesitado y relacionado siempre y en cada momento se han implicado para dar respuesta a la búsqueda y problemas del hombre. Hoy, sin desestimar la herencia del pasado, la cribamos y la enriquecemos con los nuevos conocimientos, que nos alumbran espacios o aspectos inéditos de la realidad.

1.El tema de la Homosexualidad

“Cuando uno se encuentra con una persona gay, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo? (Papa Francisco, a los periodistas en el avión).

En Occidente la homosexualidad ha recibido una valoración muy variada. El Dr. John Boswell en su libro “Las bodas de la semejanza” ( 640 páginas) documenta cómo en la Iglesia católica del siglo VI al XII existía como normal la celebración litúrgica de parejas homosexuales, según ritos y oraciones propias, presididas por un sacerdote. Es, a partir del siglo XIII, que la homosexualidad va revistiendo un carácter de vicio horrible (pecado nefandum= innombrable), tan horrible que lo de innombrable no se aplica a otros hechos más graves: “Asesinato, matricidio, abuso de menores, incesto, canibalismo, genocidio e incluso deicidio son mencionables”. ¿Por qué este horror que convierte la homosexualidad en el peor de los pecados?

Es también muy común la opinión de que se elaboró una construcción bíblico- teológica moral justificatoria de la gravedad de este pecado, hoy demostrada como precientífica y opuesta al contexto y sentido de los textos bíblicos y que la dejan desprovista de este tipo de argumentos para condenarla.

Son de consenso generalizado las conclusiones científicas de que: “Ni desde la medicina, la psicología, la pedagogía, ni con medidas sociales o legales, ha sido posible cambiar la orientación sexual, aunque intentos no han faltado” (Juan L. T. Herreros, Aproximación a la realidad homosexual” pp. 133-134). Los estudios más diversos confluyen en la tesis de no poder calificar la homosexualidad como enfermedad, desviación psicosopática o perversión sexual. La orientación homosexual no afecta a la sanidad mental ni al recto comportamiento en el grupo social.

En razón de ello, la OMS ha suprimido la homosexualidad de la relación de enfermedades. Y el Consejo de Europa insta a los gobiernos a suprimir cualquier tipo de discriminación en razón de la tendencia sexual.

No vale contraponer a estas indicaciones, la existencia de una ética cristiana que las contradice y calificaría la homosexualidad como desordenada e intrínsecamente perversa. Sobre este particular, escribe el superreconocido teólogo E. Schillebeeckx: “En lo que respecta a la homosexualidad no existe una ética cristiana. Es un problema humano, que debe ser resuelto de forma humana. No hay normas específicamente cristianas para juzgar la homosexualidad” (Soy un teólogo felíz, p. 109).

Y, desde la perspectiva teológica, es bien fundada la posición de quienes sostienen que la sexualidad humana no tiene como modelo natural exclusivo la heterosexualidad -ese es un presupuesto no probado- sino que se da también la homosexualidad como una variante natural legítima, minoritaria.

Ciertamente, es un progreso recomendar respeto a los homosexuales, con exclusión de todo lo que sea despectivo o vejatorio. Los homosexuales son personas y, como tales, merecen el mismo respeto que todos los demás.

Pero, la inculcación de ese respeto carece de base, es en cierto modo aparente, si luego se sigue manteniendo que la homosexualidad y la relación entre homosexuales es desviada, intrínsecamente perversa. Por más que se proclame, si yo mantengo que el homosexual es un desviado y un perverso, en el fondo seguiré abrigando distancia, temor y desconfianza.

2. El tema del aborto

El tema del aborto requiere una mirada atenta a todos sus aspectos. No obstante, consideramos posible un acuerdo común en puntos éticos de valor universal. El primero: considerar básico el derecho de todo ser humano a la vida.

Pero defender el derecho a la vida no se identifica con la defensa del proceso embrionario desde su comienzo ni siquiera en pasos posteriores de su ciclo intrauterino. Es una cuestión abierta, científicamente hablando, en el sentido de que unos ponen un ser humano constituido desde el comienzo y otros no lo ponen hasta las ocho semanas, justo cuando el embrión pasa a ser feto.

Muchos estamos convencidos de que, en este punto, puede haber un acuerdo racional, científico y ético prepolíticos, porque la puerta de que disponemos para entrar en esa “realidad” es común a todos, y no es otra que la de la ciencia, de la filosofía y de la ética.

Puerta que vale también para los que se profesan creyentes. La fe, del tipo que sea, no sirve aquí para aclarar el problema del aborto. “No está en el ámbito del Magisterio de la Iglesia el resolver el problema del momento preciso después del cual nos encontramos frente a un ser humano en el pleno sentido de la palabra” (Bernhard Häring, autor de la famosa obra “La ley de Cristo”, y acaso el más reconocido moralista de la Iglesia católica).

“Todo individuo tiene derecho a la vida”, proclama la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art. 3). Y todo individuo tiene el deber de respetar ese derecho. Sin embargo, ¿se puede afirmar con seguridad que el proceso embrionario es desde el inicio un individuo humano? Resulta, por tanto, crucial averiguar si el proceso del embrión varía en su desarrollo, admite establecer dentro de él un antes y un después, un antes en que no es individuo y un después en que lo es. Teoría discutida y discutible, no dogma.

De hecho, siempre existieron en la tradición cristiana teorías diferentes (teoría de la animación sucesiva defendida por Sto. Tomás y teoría de la animación simultánea, defendida por San Alberto Magno) sobre el momento de constitución de la vida humana. Pero, la teología postridentina a la hora de resolver los problemas de la moral práctica ha partido siempre de la animación inmediata.

Las teorías más modernas afirman que el embrión no es propiamente individuo humano hasta después de algunas semanas.

Como escribe el catedrático Diego Gracia:”La mentalidad clásica , que sobrevalora el genoma como esencia del ser vivo, de tal manera que todo lo demás sería mero despliegue de las virtualidades allí contenidas, es la responsable de que la investigación biológica se haya concentrado de modo casi obsesivo en la genética, y haya postergado de modo característico el estudio del desarrollo, es decir, la embriología. Este estado de cosas no ha venido a resolverlo más que la biología molecular. La biología molecular ha llevado a su máximo esplendor el desarrollo de la genética, en forma de genética molecular. Pero, a la vez, ha permitido comprender que el desarrollo de las moléculas vivas no depende sólo de los genes”. (Diego Gracia, Etica de los confines de la vida, III, p.106).

El aserto clásico de que “todo está en los genes” es verdad sólo en parte y se hizo en detrimento de los factores morfológicos y espaciales, tan importantes en el desarrollo del embrión. Sin estos factores, los genes quedarían sin efecto. Los genes tienen capacidad para formar determinados órganos pero no si no hay inducción, lo cual viene a demostrar que el embrión actúa como un gran campo de fuerzas, en el que cada parte es un momento que está codeterminado por otros y a la vez los codetermina.

Se entiende por tanto que, desde este enfoque, el embrión requiera tiempo y espacio para la maduración de su sistema neuroendocrino y que no se halle constituido desde el primer momento como realidad sustantiva. Los genes no son una miniatura de persona. La biología molecular deja bien claro que, para el desarrollo y la ética del embrión, la información extragenética es tan importante como la información genética, que ella es también constitutiva de la sustantividad humana y que la constitución de esa sustantividad no se da antes de la organización (organogénesis) primaria e incluso secundaria del embrión, es decir, hasta la octava semana.

Queda claro de esta manera que quien siga esta teoría puede sostener razonablemente que la interrupción del embrión antes de la octava semana no puede ser considerada como atentado contra la vida humana, ni pueden considerarse abortivos aquellos métodos anticonceptivos que impiden el desarrollo embrionario antes de esa fecha. Esto es lo que, por lo menos, defienden no pocos científicos de primer orden (Diego Gracia, A. García-Bellido, Alonso Bedate , J.M. Genis-Gálvez, etc).

Esta hipótesis, suficientemente demostrada permite, a quien se apoya en ella, defender como no atentatorias contra la vida y como respetuosas de la vida aquellas acciones que se producen en el proceso constituyente del embrión antes de constituirse en feto, es decir, en estructura clausurada.

La teoría expuesta modifica notablemente muchos puntos de vista y establece un punto de partida común para entendemos, para orientar la conciencia de los ciudadanos, para fijar el momento del derecho a la vida del prenacido y para legislar con un mínimo de inteligencia, consenso y obligatoriedad para todos ante el conflicto de situaciones concretas.

Y en un Estado democrático, ninguna instancia civil o religiosa puede atribuirse el poder legislativo, como si dimanase de sí misma al margen de la realidad personal de los ciudadanos. La ética debe determinarse en cada tiempo mediando la racional y responsable participación de los ciudadanos, pues la razón con todo el abanico de sus recursos investigativos es la que, por tratarse de la dignidad humana y de sus derechos, nos habilita para llegar a ellos, explorarlos, entenderlos, valorarlos y acordarlos democráticamente.

Por lo mismo, aunque en el tema del aborto intervengan instancias civiles y religiosas, en este caso desde instancias científico-éticas se recorre un camino común, compartible por todos. Sin negar validez a los credos religiosos, podemos de esta manera convivir acordando entre todos lo mejor y lo más ético para cualquiera de los problemas que se planteen a toda Comunidad civil.

4. El tema de la ordenación sacerdotal de la mujer

“Creo que aún no hemos hecho una teología profunda de la mujer en la Iglesia. En cuanto a la ordenación de las mujeres la Iglesia ha hablado ciertamente y dice no. Lo ha dicho Juan Pablo II, pero con una formulación definitiva. Esa puerta está cerrada. Pero quiero decirles algo: la mujer en la Iglesia es más importante que los obispos y los curas. ¿Cómo? Esto es lo que debemos tratar de explicar mejor. Creo que falta una explicación teológica sobre esto”. (En el encuentro con los periodistas en el avión).
¡Esa es una puerta cerrada! Ciertamente lo es desde hace más de 20 siglos y lo sigue siendo. Pero, en el hoy del siglo XXI, es momento de preguntarse por qué está cerrada y si hay motivos para que siga cerrada.

Todos entendemos que haya podido ser así por razones de una situación histórico-cultural muy distinta a la nuestra. Situación que ha perdurado hasta hoy, pero no porque fuera una tradición “divino-apostólica” sino por ser una praxis introducida desde el principio por motivos hoy bien conocidos y explicables, pero que en modo alguno permitan elevar esta praxis a categoría divina y deducir que la no ordenación de la mujer “forma parte de la constitución divina de la Iglesia”. Las diferencias entre varón y mujer no son razón para someter la mujer al dominio del varón y excluirla de algunas tareas eclesiales.

La Carta Apostólica del Papa Juan Pablo II (30 de mayo de 1994), no aporta nada nuevo, su enseñanza estaba incluida en documentos anteriores, sobre todo en la Declaración del Papa Pablo VI Inter insigniores de 1976. Ni cuestiona para nada las investigaciones históricas o bíblicas. Juan Pablo II tuvo, es cierto, la voluntad de zanjar definitivamente la cuestión entre los fieles de la Iglesia católica. Pero, de inmediato, muchos comentaristas católicos le replicaron que esta es una cuestión abierta, una doctrina ajena a la Escritura y una verdad no revelada.

Por todo ello, no ha podido ser propuesta como una verdad de fe, ni definida como una verdad de magisterio infalible o ex – cathedra.

Los argumentos aducidos por la Carta son más que débiles: el hecho de que Jesús eligiera entonces únicamente a varones, no quiere decir que lo hiciera exclusivamente y para siempre. Esa exclusión a perpetuidad no va incluida en la acción de Jesús. Muchos teólogos y teólogas han probado que no existen objeciones dogmáticas para la admisión de la mujer a la ordenación sacerdotal. Y los obispos alemanes advirtieron al Papa de la “no oportunidad” de la publicación de esa Carta.

No es objeto de esta declaración entrar a describir la enorme literatura teológica que siguió a la publicación de la Carta. Pero queremos destacar algunos aspectos fundamentales.

El sacerdocio más que un derecho personal es una vocación y un servicio a Dios y a la Iglesia. Y queda fuera de toda duda que excluir a la mujer por razón de su sexo del ministerio sacerdotal supone de hecho una grave discriminación dentro de la Iglesia. Cristo no excluyó a la mujer del sacerdocio. Dios no hace distinción de personas.

Como muy bien ha escrito el teólogo Domiciano Fernández: “En la Iglesia católica se ha decidido desde arriba, entre las Congregaciones romanas y el Papa. No se ha tenido suficientemente en cuenta las opiniones de las diferentes Conferencias Episcopales y de los sínodos de los obispos celebrados en Roma. Con los documentos pontificios por delante, se ha limitado la libertad de reflexión y de expresión de las Iglesias locales y de los teólogos” (Ministerios de la mujer en la Iglesia, Nueva Utopía, 2002, pg. 235).

Es precisamente este teólogo, que murió sin que le dejaran publicar su libro. En opinión de teólogos que lo han leído, es un libro espléndido para conocer a fondo esta cuestión, por su rigurosa documentación histórica y por su mesura e imparcialidad en valorar las razones de una y otra parte.

Citamos como conclusión estas sus palabras: “Mi actitud fue desde el principio la de estudiar e investigar estas cuestiones sin prejuicios y sin tomar partido de antemano por ninguna opción concreta, sobre todo en el problema de la posible o no posible ordenación de la mujer. Sin prisas y sin intereses personales de ninguna clase, comencé a estudiar la cuestión de la Sagrada Escritura y en la tradición de la Iglesia, valiéndome las monografías y amplios estudios que han hecho otros autores sobre estos temas y confrontando las fuentes siempre que me fue posible.
Pronto me convencí de que no existía una dificultad dogmática seria que impida la ordenación sacerdotal de la mujer. No existen argumentos serios sacados de la Sagrada Escritura, donde no se plantea esta cuestión. Los argumentos teológicos deducidos de que el sacerdote representa a Cristo varón y el de alianza nupcial entre Cristo y su Iglesia (de los que me ocupo en el capítulo VII) no me parecen convincentes.

Los argumentos que con tanta frecuencia han dado los Santos Padres y los teólogos, fundados en la inferioridad, en la incapacidad y en la impureza de la mujer, son inadmisibles y nos debieran llenar de vergüenza y sonrojo a los crsitianos” (Idem, pp. 11 y 12).

” Muchos años de estudio no han podido convencer ni a los teólogos ni a los biblistas de que sea expresa voluntad de Cristo excluir a las mujeres del ministerio ordenado. Los ministerios los ha creado la Iglesia según las necesidades de los tiempos y según la cultura de la época. Han cambiado y siguen cambiando.

Lo que los biblistas y teólogos rechazan y no ven oportuno ni conveniente es que se quiera zanjar de un modo definitivo la cuestión de principio, cuando no hay argumentos válidos que fundamenten esta decisión. Una decisión del Papa no puede convertir en palabra revelada lo que realmente no lo es. Es un anacronismo invocar el ejemplo de Cristo o de los apóstoles para deducir que se trata de una verdad que pertenece al “depositum fidei”. Y si no se trata de una verdad revelada, el Papa no tiene autoridad para proclamarla como infalible o como verdad de fe. Me parece esencial que haya más diálogo, más libertad, más espíritu de comunión. Que Roma no se limite a proclamar verdades y dar órdenes. Es necesario es cuchar lo que otros dicen. Escuchar para reflexionar y aprender , y no sólo para enseñar. Es importante descubrir lo que Dios nos habla a través de los signos de los tiempos” (Idem, pp. 271-272).

5. El tema de los divorciados en la Iglesia

“La misericordia es más grande para el caso de los divorciados. El cambio de época, unido a otros problemas de la Iglesia, ha dejado muchos heridos. Si el Señor no se cansa de perdonar, nosotros no tenemos más elección que ésta.Y la Iglesia es madre , debe encontrar misericordia para todos. Los divorciados sí pueden hacer la comunión, esto hay que mirarlo en la totalidad de la pastoral matrimonial. Será uno de los temas a consultar con los ocho cardenales. Es además un tema antropológico y también lo es el problema judicial de la nulidad de los matrimonios. Todo esto habremos de revisar” (En el encuentro con los periodistas en el avión).

Viejo tema éste que debiera haber recibido ya solución, de haber atendido las enseñanzas de Jesús. El matrimonio, como realidad humana, existencial, puede presentar dificultades, crisis, incompatibilidades , hasta rupturas. Para estos casos, es donde Jesús habla de no ser crueles e hipócritas ensalzando hasta el absoluto una ley con detrimeto de otras leyes. El propone el proyecto del matrimonio indisoluble, como un proyecto ideal, una meta a conseguir, la mejor. Pero, sin perder de vista la condición humana que, por su debilidad e incorregibilidad, puede en ocasiones hacer imposible el logro de ese ideal.

En tal caso, no se puede seguir afirmando que la indisolubilidad es una norma siempre inderogable. La situación de millares y millares de católicos, divorciados y recasados civilmente, es un grito contra ciertas normas que los condena a vivir fuera de la Iglesia. La connatural libertad y riesgo que acompaña a todo matrimonio hace que no se lo pueda considerar como absolutamente indisoluble y que, llegado el caso de un fracaso serio, se lo pueda enmendar iniciando un nuevo camino. Es un derecho obvio, aunque relativo y condicionado. Y, en este caso, la Iglesia no puede limitarse a dar una solución excepcional para seres excepcionales.

“Todo católico tiene el derecho y la necesidad de recibir la Sagrada Comunión. Todos tienen necesidad de participar activamente en la celebración eucarística, el acto central de la Iglesia católica y a la vez el signo de unidad con Cristo. Tienen derecho a ser recibido con los brazos abiertos y sinceras muestras de bienvenida, en el seno de la comunidad católica y a tomar parte activa plenamente en las tarea s de la comunidad” (S. Keller, ¿Divorcio y nuevo matrimonio entre católicos?, Sal Tarrae, Santander, 1976, 7-8).

En el año 1980, nueve teólogos españoles (José Alonso Díaz, José María Díez Alegría, Casiano Floristan, Benjamín Forcano, Jos I.González Faus, Gregorio Ruiz, Fernando Urbina, Rufino Velasco, Marciano Vidal) hiceron público un documento “Preguntas de unos teólogos a sus obispos”, con ocasión de su publicación “Instrucción ” civil sobre el divorcio. Dichos teólogos destacaban que los obispos:

-No habían tenido en cuenta el sentir real de su comunidad católica,
-Haberse preocupado únicamente del divorcio como si se tratara de una ley meramente civil y política.
– Haber dado a entender que para los católicos no hay ninguna posibilidad de divorcio y ésta era doctrina que debía permancer inmutable.

Y decían los teólogos:
” Por supuesto que nosotros no ponemos en duda la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio tal como aparece en la revelación de Jesús. Está claro que el modelo de matrimonio que Jesús anuncia y exige, como conforme a la voluntad divina, es el matrimonio monogámico, indisoluble y que, fundado en un verdadero amor, tiende a hacerse realmente exclusivo, total e incondicional para toda la vida.
Pero esta doctrina de Jesús debe proponer como un ideal y una meta hacia la que debe aproximarse toda pareja, sin excluir riesgos, equivocaciones y fracasos y no como una ley absoluta, con la cual toda pareja, por el hecho mismo de casarse,se identifica automáticamente, sin posibilidad de conocer rupturas o incompatibilidades o, por lo menos, incompatibilidades que hagan inviable esa ley.

Como católicos deseamos que, en el interior der la Iglesia, se robustezca el derecho a proponer públicamente lo que se piensa, cuando tal pensamiento es no sólo sincero sino objetivamenete fundado., serio, y contribuye a esclarecer la verdacera doctrina de Cristo y a replantear ciertos presupuestos y normas de la Iglesia. ¿Vds. Creen personalmente, cada uno, que la actual disciplina de la Iglesia sobre este punto es la propia del Evangelio, la que responde a la vida y enseñanza de Jesús? No les parece que la Iglesia debería enfrentarse ahí, radicalmente consigo misma”? Tenemos que mirar a lo que pasa en nuestra propia Iglesia, con la realidad de tantos matrimonios fracasados, acaso sin esperanza de recuperación, y por eso ya prácticamente divorciados, pero canónicamente condenados”.

. Nota sobre firmantes

Debido a la urgencia del tiempo, no se ha prendido contar con la respuesta de otros autores, que seguramente asumirían el Documento. ( Muy a pesar nuestro, el intento de comunicación directa con 8 mujeres Teólogas no ha podido realizarse a tiempo).

Acaso pudiera añadirse una segunda remesa con nuevos firmantes.
Para nuestro objetivo, el Documento aporta y refleja fidelidad al espíritu de la Tradición y cultura cristianas, enraizadas en el Evangelio y puede servir para dialogar y determinar soluciones más acordes con la investigación y estudios actuales.
Firman el Documento

Ariel ALVAREZ

Raul LUGO
Xabier ALEGRE

Juan MASIA
José ARREGI

Antonio MONCLUS
Fernando BERMUDEZ

Guillermo MUGICA
Frei BETTO

Jesús PELAEZ
Nicolás CASTELLANOS

Xabier PIKAZA
Benjamín FORCANO

Manuel REYES MATE
Manuel FRAIJO

Julián RUIZ DIAZ

Joan GODAYOL

Manuel SUANCES

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Somos Iglesia: “La Iglesia debe superar la brecha entre doctrina y realidad”

Martes, 13 de octubre de 2015
Comentarios desactivados en Somos Iglesia: “La Iglesia debe superar la brecha entre doctrina y realidad”

media.media.8da8cf18-68f9-410e-b07f-7b26fff02711.normalizedEl portavoz de la organización de católicos laicos “Somos Iglesia”, Christian Weisner, propone que el Sínodo replantee su actitud hacia las parejas de hecho, los curas casados y los homosexuales. En una entrevista con Deutsche Welle, Weisner subraya que la Iglesia debe superar la brecha entre doctrina y realidad.

Señor Weisner, ¿qué espera del Sínodo de la Familia con respecto a los temas del matrimonio y de la familia?

Christian Weisner: La verdadera meta del Sínodo es determinar cómo la gente de hoy puede vivir mejor el Evangelio. Las relaciones económicas, la globalización, los refugiados, la obligación de tener que adaptar la vida familiar a la vida laboral son los grandes retos. Actualmente son polémicos sobre todo los temas sexuales, por ejemplo, la pregunta sobre si personas divorciadas que han vuelto ha contraer matrimonio deberían recibir la comunión o no. Por un lado, queremos atraer de nuevo a las personas al cristianismo y a las iglesias, queremos darles la oportunidad de vivir su fe. Por otro, nuestra Iglesia tiene reglas sexuales tan estrictas que ahuyenta a las personas. Este dilema entre la doctrina tradicional y la realidad debe ser resuelto. Tengo la esperanza de que el Sínodo supere esta brecha.

DW: ¿Qué hay de las personas que atraviesan una crisis matrimonial, de los sacerdotes que se sienten desbordados por el celibato, de los homosexuales? ¿Se trata de pobres pecadores a los que la Iglesia puede dictar cómo tienen que vivir?

En primer lugar, debemos superar la fijación exagerada de la doctrina católica en el pecado. Si, tras una profunda crisis, una pareja casada se separa, emprende un nuevo comienzo con nuevas parejas y crea un nuevo hogar para los hijos, es decir una familia patchwork, entonces se debería ver lo positivo de esto. Si personas homosexuales mantienen una relación de pareja responsable, eso es algo bueno. La Iglesia no debería negarles la bendición.

Si bien el concepto del matrimonio ha cambiado, la indisolubilidad del matrimonio no está realmente a debate. ¿Está la Iglesia atrapada en su dogmatismo?

La indisolubilidad del matrimonio se tiene que entender en el contexto histórico. Jesús se opuso a que solo el hombre se pudiera separar de la mujer antes de que hubiera sido expedida el acta de divorcio. En cierto modo, Jesús quería alcanzar condiciones igualitarias para el hombre y la mujer. Ese es el mensaje principal de la indisolubilidad del matrimonio.

¿Cómo define usted la familia?

Se puede hablar de una familia cuando personas de diferentes generaciones conviven de forma responsable.

¿Es suficiente que la Iglesia trate a los homosexuales con misericordia, como dicta el catecismo?

Eso es lo mínimo que se le puede exigir. Sé que algunos curas -por ejemplo en África- ni siquiera cumplen esta demanda. En cerca de 80 países en el mundo la homosexualidad está penalizada, y en algunos casos incluso es castigada con la pena de muerte. Sería muy importante que la Iglesia católica intercediera en contra de la criminalización de la homosexualidad a nivel mundial. Probablemente el reconocimiento de parejas homosexuales será diferente dependiendo del trasfondo cultural. Sin embargo, sabemos que el papa Francisco aboga por la descentralización. Es decir que el desarrollo de la doctrina religiosa debe ser compatible con las diferentes culturas. Necesitamos diversidad dentro del cristianismo.

Fuente Religión Digital

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Acerca de Monseñor Krysztof Charamsa.

Domingo, 11 de octubre de 2015
Comentarios desactivados en Acerca de Monseñor Krysztof Charamsa.

Sacerdote.version-finalUna interesante reflexión que el hermano Miquel ha publicado en el Foro y que nos parece oportuno traer a la página principal:

El caso de Monseñor Krysztof Charamsa a mi me produce sentimientos y reflexiones contrastantes. Por un lado me ha gustado que ocurriera el caso: así se pone en evidencia, que lo que parece estar “atado y bien atado”, en la Iglesia católica, se les escapa por todos los lados. Hace evidente delante de la sociedad que la Iglesia tiene un tema pendiente que es el de la obligatoriedad del celibato, el de la homosexualidad, y en general el tema de la sexualidad. Además cuando Monseñor habla delante de los medios de comunicación lo hace con un lenguaje nada crispado, lo que da credibilidad a su causa…, al menos en Cataluña parece que todos los medios de comunicación y la mayoría de la gente se ha puesto de su parte; y la Iglesia con todos sus obispos reunidos en el Sínodo de la familia parecen un grupo de carcas, alejados de los verdaderos problemas de la sociedad, que pocas novedades parece nos van a dar.

Por otra parte, algo no me huele del todo bien, cuando alguien alardea de no haber cumplido con sus compromisos. Como si llevar una doble vida durante mucho tiempo fuera algo completamente normal. Como si la honestidad no fuera también un tema a tratar y de capital importancia en el desarrollo de la propia personalidad. Como si para llegar a un puesto en la Congregación para la doctrina de la fe, no hubiera hecho nunca “carrera eclesial” con todo lo que esto supone de hipocresía, falta de discernimiento, y ofensa al Espíritu.

Es verdad que cuando uno no puede seguir con sus compromisos, mejor cambiar. La fidelidad al proyecto elegido con anterioridad no lo es todo, porque la vida da muchas vueltas, y al final la fidelidad a la propia conciencia es lo que vale, porque ser fiel a la Iglesia no siempre significa ser fieles al Reino de Dios. Pero algo de humildad tendría que haber en esta decisión. Un “me equivoqué”, o “no nos hemos entendido”, “ha sido imposible continuar, quizás también fue culpa mía…”. Si no, “toda la culpa es de los otros”. Y esto no me vale. Se ha hecho de Monseñor Krysztof Charamsa un héroe. Y quizás sí que es un héroe… pero también son héroes los que han elegido libremente ser fieles a su celibato por el Reino de Dios, y con penas y trabajos, han conseguido una cierta dignidad y equilibro afectivo, y sus frutos por el Reino son evidentes. Y de estos otros héroes los medios de comunicación no entienden, se les escapa. A la mayoría de la gente que no tienen sensibilidad espiritual se les escapa.

Conclusión: bien por Mon Charamsa, porque ha hecho de su necesidad virtud…porque nos ayuda a todos a luchar con la causa de que la homosexualidad sea reconocida en la iglesia, que vuelva a salir otra vez al debate público el tema del celibato obligatorio, que da mucho sufrimiento innecesario. Por otra mi reconocimiento más reverente a los que con el celibato por el Reino de los cielos, dan un testimonio también de que la sexualidad no lo es todo, que es un medio entre muchos otros, que lo que lo es todo es el amor.

Miquel
religioso, sacerdote

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John Riccardo y las rosquillas…

Jueves, 27 de agosto de 2015
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Ya habíamos publicado la noticia, pero me he encontrado con este artículo sobre el tema en el blog Case des Hommes que responde al cura John Riccardo co ironía y con más espíritu evangélico que el suyo:

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Cuando un joven sacerdote confunde culo y oreja, polla y rosquilla…

En el curso de una conferencia de tres días celebrada recientemente en Plymouth (Michigan), sobre el tema del celibato y la castidad que las personas LGBTI laicos católicos deberían respetar el sacerdote John Riccardo relató cómo responde él a los jóvenes que preguntan por qué “Dios odia a los gays “. No, dice, Dios no los rechaza, pero su sexualidad no es natural. Y el reverendo plantea esta pregunta ridícula: “Si corté un panecillo por la mitad y me hundí una parte en mi oído, ¿qué le dirías?” “No está hecho para!” “¡Exactamente! Esto dañará el canal auditivo …

John Ricardoa_1John Riccardo y beygl yiddish, rollo de firme textura.

Fíjate bien en la foto del sacerdote y los panecillos, que vendrá a usted todo tipo de suposiciones no todas castas o de beneficencia. El Evangelio de Mateo en el Nuevo Testamento dice esto (capítulo 12-34 ..): Se trata de que lo que rebosa el corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro saca cosas buenas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas. Un proverbio japonés resume: Cuando el sapo abre la boca, vemos su estómago. Otra palabra de la Biblia dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo … Para seguir la doctrina de la Iglesia , John Riccardo ha hecho mucho daño. Reforzó la actitud de los fieles homofobos, hizo tímidos a los feligreses que querrían sostener a las personas LGBTI, animó a las persecuciones en los patios escolares.

Como elección personal, el celibato y la castidad son respetables a condición de no ser impuestos desde el exterior. Y ya que la Iglesia insiste tanto en el término natural, resulta que nuestro sexo  forma naturalmente parte de nuestro cuerpo, para que pudiéramos tener todo tipo de experiencias, de sensaciones, de alegrías y también de desgracias que forman parte del aprendizaje de la vida. Si el sacerdote John no estuviera impedido, por contrato, a vivir su sexualidad con una mujer o con de un hombre, sin que su empleador le condene, posiblemente animaría a sus catecúmenos a amar mejor, con más delicadeza, fuerza y sentimiento, en lugar de  condenar a una categoría minoritaria.

Sí, las personas LGBTI somos poco numerosas en comparación con la población que se declara heterosexual.

Entonces ¿por qué estos ataques constantes contra los homosexuales, mientras que hay muchos temas serios e importantes por los que luchar si queremosaportar un poco de paz,  justicia y curación en este mundo? ¡Hágase la pregunta, John Riccardo! Y si su empleo actual no le permite responder, búsquese un patrono más ético que no interferirá en sus asuntos de rosquillas.

André

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El extraño concepto de “gay célibe”

Jueves, 5 de febrero de 2015
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timthumb.phpQue cada uno se “administre” como pueda o quiera, pero este texto que nos ha llegado vía Near Gay, demuestra el daño que puede hacer la homofobia internalizada. La obsesión de los homófobos por “castrarnos” es enfermiza, pero que encima haya homosexuales que se dejen…

Nunca diré de mí mismo que soy un hombre gay, porque sé que debo “reconocer y aceptar” humildemente la naturaleza sexual que Dios me dio: soy un hombre hecho para la mujer. Y no hablo de mí mismo como célibe porque no he hecho voto de no casarme nunca, que es lo que hace una persona célibe.”

Últimamente se ha prestado mucha atención, tanto en medios laicos como cristianos, a quienes se denominan a sí mismos “cristianos gay célibes”. Como hombre atraído por otros hombres y comprometido con la doctrina tradicional de la Iglesia sobre la sexualidad humana, encuentro extraños los conceptos de “gay” y “célibe”. De hecho, en el contexto en el que se enmarca la virtud de la castidad, ninguno de ellos tiene sentido.

El don de las virtudes puede resumirse en las palabras de Cristo: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. “El hombre cristiano”, dice Gaudium et Spes, se conforma “con la imagen del Hijo, que es el Primogénito entre muchos hermanos… [Cristo] manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación” y es “el hombre perfecto” (n. 22). Su vida es paradigma para el hombre y las virtudes son el patrón según el cual vivió Cristo, el hombre perfecto.

Los mandamientos no son unos arbitrarios “haz esto y no hagas aquello”. Más bien son la forma en la que el hombre viviría naturalmente si supiese lo que realmente es. Quienes tienen virtud vivirán espontáneamente según los mandamientos. No las perciben como imposiciones que nos niegan el placer, sino como salvaguardas para evitar que nos hagamos daño a nosotros mismos y a los demás. Así fue el caso de Cristo.

Pese a lo que la mayoría de la gente pueda pensar, la virtud de la castidad, como todas las virtudes, no se refiere principalmente a lo que podemos o no podemos hacer. Más bien, la castidad es la virtud que nos ayuda a ver las cosas verdadera y objetivamente -las cosas como realmente son- en el ámbito de la sexualidad. Esta claridad de visión es necesaria para la verdadera libertad humana y para el verdadero bienestar del hombre. Es la castidad la que nos da la libertad de ordenar nuestros apetitos sexuales y por tanto de tomar decisiones en consonancia con la realidad. Cristo vivió como un hombre casto, no porque siguiese cada punto y cada coma de la ley (lo cual, por supuesto, hizo), sino más bien porque vivió de acuerdo con la verdad de lo que significa ser un hombre hecho a imagen y semejanza de Dios. Como Cristo, un hombre que verdaderamente sabe quién es llevará naturalmente una vida de castidad.

Si aplicamos esto a la homosexualidad, la razón por la cual no debo tener una relación con un hombre no se basa en un capricho arbitrario de Dios. Es inmoral porque es irracional que los seres humanos vivan así, dado el tipo de criatura que son los seres humanos.

Digámoslo de forma más sencilla: la razón por la cual es inmoral para mí vivir según mis deseos e inclinaciones subjetivas es precisamente que no soy, en realidad, un gay.

Ni lo es hombre alguno.

He escrito a menudo sobre las razones por las que rechazo la palabra gay para describirme, y por qué creo que es un error que alguien reivindique esa etiqueta. La cuestión nuclear es antropológica: ¿quién es hombre? ¿Es el hombre un tipo de criatura que puede describirse con propiedad como “gay”?

La razón fundamental por la que rechazo el término “gay”, sin embargo, es la humildad ante mi Creador. En la segunda lectura de la misa del domingo pasado escuchamos las palabras de San Pablo: “¿Es que no sabéis que vuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?” (I Cor 6, 19).

Ese “no os pertenecéis” es básico en esta cuestión. Esto evoca las palabras del Papa Benedicto XVI hablando ante el Bundestag alemán en 2011, cuando dijo: “El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando él respeta la naturaleza, la escucha, y cuando se acepta como lo que es, y admite que no se ha creado a sí mismo. Así, y sólo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana”.

¿Por qué entonces debería denominarme a mí mismo como gay, sólo porque encuentro a los hombres sexualmente atractivos? Está en oposición a la forma en la que Dios me hizo y a la naturaleza que me dio. Independientemente de lo que mis sentimientos puedan decirme, mi cuerpo me revela la verdad de que no soy gay, sino más bien un hombre hecho para una mujer.

El Catecismo es claro sobre nuestra identidad sexual: “Corresponde a cada uno, hombre o mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual. La diferencia y la complementariedad físicas, morales y espirituales están orientadas a los bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar. La armonía de la pareja humana y de la sociedad depende en parte de la manera en que son vividas entre los sexos la complementariedad, la necesidad y el apoyo mutuos” (n. 2333).

Aceptarme a mí mismo como verdaderamente soy me obliga a rechazar la idea de que tengo una identidad sexual distinta de ser un hombre hecho para las mujeres. Reconocer esta verdad sobre quién soy como criatura sexual es fundamental para la virtud de la castidad. Sin embargo, cuando esto se aplica a la homosexualidad, muchos parecen creer que la continencia sexual es el signo distintivo de la castidad. Pero no es así. En la vida de cualquier persona soltera, la continencia es un signo necesario de castidad, pero no expresa la plenitud y la amplitud de esa virtud. La castidad es mucho más que lo que hacemos o dejamos de hacer con nuestros órganos sexuales. El Catecismo nos dice que “la castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual” (n. 2337).

Vivimos una época en la que la unidad del hombre en su ser corporal y espiritual es vista como pasada de moda y obsoleta. “El género está entre tus orejas, no entre tus piernas”, dijo Chastity (Chaz) Bono, hija de Sonny y Cher, en el programa Good Morning, Americatras comenzar su proceso quirúrgico de cambio de sexo.

La idea de que el género y la sexualidad residen en la mente, o pueden ser elegidos a voluntad, se opone al bienestar humano y a la verdadera naturaleza del hombre. Sabiamente, la Iglesia nos ofrece el antídoto contra esa perspectiva por medio de la virtud de la castidad. La Iglesia no habla de género, sino de dos sexos con dos correspondientes identidades sexuales. Lo que nos señala nuestra verdadera identidad sexual es la hermosa diferenciación del cuerpo. Por esa razón agradezco las sabias palabras escritas en 1986 por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, cuando dijo que “hoy, la Iglesia propone un contexto muy necesario para el respeto a la persona humana cuando rechaza considerar a la persona como heterosexual u homosexual, e insiste en que toda persona tiene una identidad fundamental: ser criatura de Dios y, por la gracia, hijo suyo y destinado a la vida eterna”.

Esta verdad sobre mi identidad sexual es la razón por la cual también rechazo denominarme célibe. Aunque vivo una vida de soltero, no soy diferente al resto de mis amigos solteros que todavía no se han casado. Ellos no se definen a sí mismos como célibes, así que yo tampoco tengo por qué hacerlo. Ellos y yo somos solteros. Tampoco formo parte de una “minoría sexual”, como algunos dirían de hombres como yo. Yo soy un hombre, como lo era Adán, como lo era Cristo, como lo son el resto de mis amigos varones.

Como sabiamente dijo en 1986 la Carta sobre la Atención a las Personas Homosexuales de la Congregación para la Doctrina de la Fe, “cualquier persona que viva sobre la faz de la tierra tiene problemas y dificultades personales, pero también tiene oportunidades de crecimiento, recursos, talentos y dones propios” (n. 16). Una de mis dificultades es que sufro la privación del bien de ver a las mujeres como sexualmente deseables, pero ese hecho no me convierte en una especie de hombre distinta a la del resto de hombres del mundo que me rodean. La virtud de la castidad me enseña esta verdad.

Por tanto, pienso que la expresión “gay célibe” rechaza la verdadera naturaleza de aquel a quien Dios hizo hombre en el jardín del Edén. Nunca diré de mí mismo que soy un hombre gay, porque sé que debo “reconocer y aceptar” humildemente la naturaleza sexual que Dios me dio: soy un hombre hecho para la mujer. Y no hablo de mí mismo como célibe porque no he hecho voto de no casarme nunca, que es lo que hace una persona célibe. Aunque creo muy improbable que llegue a casarme, mi naturaleza como hombre y mi humildad ante la dirección de Dios en mi vida deben mantenerme abierto a la posibilidad de que Dios dirija mis pasos hacia la unión en matrimonio con una mujer.

En mi opinión, definirme como “gay célibe” me parece un acto de rebelión contra la forma en la que Dios me dio el ser. Si me defino como “gay”, rechazo mi verdadera identidad sexual, y el tipo de criatura emocional, física y fisiológica que Dios me hizo ser. Definirme “célibe” cuando no he hecho votos de celibato parece un rechazo obstinado a la potencial voluntad de Dios en mi vida, de que Él pueda desear traer hasta mí una mujer con la que pueda realizar mi complementariedad sexual. Sería arrogante cerrar la puerta a la posibilidad de que Dios me llame al matrimonio por el hecho de que mi identificación como “hombre gay” me obligase a vivir una vida de celibato. Eso no tiene sentido.

El concepto de “gay célibe” proviene de una visión empobrecida y confusa sobre la castidad. La castidad no es lo mismo que la continencia sexual, ni se define por el celibato. La castidad consiste en vivir de acuerdo con la verdad de las cosas y de que Dios nos hizo criaturas sexuales. Consiste en vivir la vida con una relación correcta con la realidad, donde vemos nuestra sexualidad a través de “la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual”. Mi cuerpo es una brújula más fiable que mis sentimientos, y siempre indica mi verdadera identidad sexual. Como mi padre, sabiamente, me dijo cuando era niño, “los sentimientos son importantes, pero no siempre nos dicen la verdad”.

Por encima de todo, la castidad consiste en la naturaleza real de las cosas. No tengo que escoger una identidad sexual. Las identidades sexuales no son cosas que puedan elegirse, porque no somos nuestros dueños. Tenemos identidades sexuales dadas por Dios. Podemos aceptar esa verdad y vivir una vida basada en la realidad. Y podemos rechazar esa verdad. Pero si lo hacemos ¿cómo podremos nunca vivir una vida plenamente casta?

Artículo publicado originalmente en Crisis Magazine.
Traducción de ReL.

[Daniel Mattson es una de las tres personas católicas, dos hombres y una mujer, que prestan testimonio sobre su atracción por el mismo sexo en la película El deseo de los collados eternos.]

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“Los sacerdotes casados, signo del espíritu (XXI)”, por Rufo González

Domingo, 7 de septiembre de 2014
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Cura-casadoLeído en la página web de Redes Cristianas

EL CELIBATO NO PUEDE SER ES VALOR SUPREMO, NI LA CONDICIÓN IMPRESCINDIBLE PARA SER SACERDOTE

En la Iglesia Latina: actitud y aptitud para animar, servir y unir a las comunidades no valen para ejercer el ministerio, si se carece del celibato

Los sacerdotes en activo, aunque pierdan dichas actitudes y aptitudes, son mantenidos en el ministerio, si mantienen el celibato

Todo ser humano es “signo del Espíritu”

Escribe un comentarista del post anterior: “Un poco de sensatez y sinceridad nos vendría bien a todos. Incluido al redactor que pone a los sacerdotes casados como signos no solo del tiempo que hace, sino del Espíritu y no de cualquier espíritu soplón veleto sino del Espíritu Santo. Atrevidillo que es el panegirista” (Joel, miércoles 26 marzo 2014, 00:11).

Si “el Espíritu de Dios, que con admirable providencia dirige el curso de los tiempos y renueva la faz de la tierra, está presente en la evolución socioeconómica… y el fermento evangélico en el cora­zón del hombre excitó y excita una irrefrenable exigencia de dignidad” (GS 26), ¿cómo no podemos ver la acción del Espíritu en los sacerdotes casados, personas humanas, amadas por Dios, que piden lo que está de acuerdo con el Evangelio? Es precisamente el “fermento evangélico”, que ellos tienen en su corazón, lo que les “excita a la irrefrenable exigencia de dignidad”, de que sean reconocidas sus actitudes y aptitudes para animar, servir y unir a las comunidades. No vendrá mal recordar lo que el Papa Juan Pablo II, citando al mismo Concilio, decía de todo ser humano: “El hombre, única criatura terrestre que Dios ha amado por sí misma (GS 24), llega al conocimiento y a la realiza­ción de su ser solamente por obra del Espíritu Santo” (Juan Pablo II: encícl. Dominum et vivificantem, 59. Ed. BAC-Documentos. Madrid 1986: “El misterio trinitario”, pág. 196).

¿Por qué se expedienta a un sacerdote en la Iglesia?

Curiosamente estas actitudes y aptitudes no son muy exigidas por la disciplina eclesiástica. ¿Quién no conoce a sacerdotes en ejercicio que carecen de buena parte de actitudes y aptitudes del buen Pastor? Sólo si carece del celibato –cosa que Jesús no tenía en cuenta- se le impide el ministerio. Por el contrario, se mira para otro lado si está apegado al dinero, si es un déspota, si tiene dividida a la comunidad, si es incapaz de coordinar y respetar la participación de todos, si no sabe o no quiere discernir los carismas de los hermanos, si no cuida de los más pobres, si no tiene “consejo pastoral” o “económico”, si gasta el dinero en suntuosidades y vestimenta lujosa, si es vanidoso y soberbio, si no prepara las homilías… Incluso si es poco dado a la oración y a ejercicios espirituales… Nada de esto será motivo de apartarlo del ejercicio ministerial.

¡Pobres sacerdotes de rito oriental!

article-2535114-1A77354700000578-789_964x1148¿Conocéis algún caso en que se expediente a un clérigo en ejercicio por alguna de estas cosas que acabo de citar? No sólo no se le abre un expediente, ni siquiera una monición seria. No sea que se enfade y amenace con “irse a su casa”. Pero si ama a una mujer y quiere vivir en pareja, aunque su corazón esté lleno del amor divino, dirán que tiene el corazón “dividido”, y, por tanto, no puede ejercer el ministerio. ¡Pobres sacerdotes de rito oriental, aunque el concilio Vaticano II les llame “sacerdotes de grandísimo merito”! (PO 16). Por cierto ya en los debates conciliares un buen número de Padres participantes (más de 200, los más conservadores) pedían cambios en esta alusión a los sacerdotes casados: que se suprimiera ese párrafo todo él, porque este párrafo debilitaba cuanto luego se decía sobre el celibato; que se suprimiera el calificativo de “sacerdotes del mérito mejor” (optimi meriti),; incluso que se dijera que los sacerdotes orientales que viven en matrimonio realizan a su modo la perfección sacerdotal, pues esta forma de sacerdocio no es la misma que la de los sacerdotes célibes y goza de distinto valor. La Comisión Redactora respondió que “el párrafo entero no puede suprimirse, pues fue aprobado por la mayoría del Aula”. Se aceptó suprimir los consejos sobre su vida conyugal, sustituyéndolos por una invitación a “perseverar en su santa vocación”. Se mantuvo el elogio de “muy prestigiosos”. No se aceptó la última proposición de hacer distinciones entre los dos sacerdocios, pues es teológicamente inadmisible (Martín Descalzo: “Un periodista en el Concilio”, PPC, 1966 t. IV p. 500-505).

Es aberrante creer que Dios es rival del amor humano

Es muy tradicional el recurso al texto de Pablo para apoyar el celibato ministerial: “quiero que estéis sin preocupaciones; el no casado se preocupa de los asuntos del Señor, cómo agradará al Señor, en cambio el casado se ocupa de los asuntos del mundo, cómo agradará a la esposa, y anda dividido…” (1Cor 7, 32-34). El mismo Vaticano II, en el decreto “sobre el ministerio y la vida de los presbíteros” (n. 16), aduce este texto para hablar de la unión a Cristo con “un corazón indiviso”. Por el contexto, esta alusión de Pablo es una invitación a centrarse en la parusía inminente, tal como se entendía en aquellos momentos. De ninguna manera puede entenderse del celibato, como estado de vida, y menos del obligatorio, y en todos los tiempos. Hoy, con la teología actual de las realidades terrenas, este texto no puede sostenerse. ¿Qué se entiende por “asuntos del Señor” y “asuntos del mundo”? ¿”Agradar a la esposa o al esposo” supone no “agradar al Señor”? El amor a Dios, a Cristo, no puede entrar en rivalidad con el amor a la familia, a la esposa, a los padres, etc. El amor de Dios, no sólo no divide el corazón, sino que lo unifica: en Dios amamos a todos con el amor más limpio y desinteresado que pueda imaginarse.


Sabiamente lo dice K. Rahner y lo explica el psicoanálisis

“No entiendo por qué ahora, para amar más al Señor, sea necesario amar menos o, lo que sería más grave, no amar a otra persona. ¿En qué Dios estamos pensando cuando nos imaginamos o proponemos que amando menos a un ser humano lo amamos más a él? ¿No es una insoportable aberración el solo hecho de proponer que Dios puede ser el rival de nuestro amor y nuestra entrega a otro ser humano? ¿No habrá que decir, más bien, que amamos más a Dios precisamente porque amamos más a otra u otras personas? ¿O es que podemos asegurar tranquilamente que el amor a Dios es una realidad “categorial”, como lo es cualquier relación nuestra con otra persona? (K. Rahner, «Bruderschaft und Brüderlichkeit»: Pastoralchetische Hefte 22. 1964. 9-35). Por lo demás, los psicoanalistas nos han explicado muy bien que, en esos piadosos discursos elogiando el “amor preferencial”, de forma que ese amor así vivido, es más puro y más total, lo que en realidad se esconde es el deseo de poder y dominación de la institución sobre aquellos sujetos a los que quiere tener perfectamente controlados. Cuando leo esos discursos, no puedo evitar que mi recuerdo vaya derecho a la seria y grave afirmación que hizo Pierre Legendre: “la obra maestra del Poder consiste en hacerse amar”. Quienes se ven sometidos en la capacidad más grande que Dios nos ha dado a los humanos, además de someterse, llegan a amar apasionadamente al que les somete. Verdaderamente ésa es la obra maestra del Poder. No ocurre nada tan singular, tan excelso, y también tan extravagante, como eso en este mundo” (Epílogo de “Curas Casados. Historias de fe y ternura”. Coord. Ramón Alario y Tere Cortés. Moceop. Albacete 1910, p. 342-343).

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“Jesús no haría la pastoral vocacional de la Iglesia”, por Rufo González

Martes, 26 de agosto de 2014

21c6d7de73fe003fccf425df1812c02d_620x412Leído en la página web de de Redes Cristianas

¿“Llamaría” hoy Jesús como “llama” la Iglesia?

Cuando se trata de reclutar vocaciones para el Clero, la propaganda eclesiástica también utiliza medias verdades: “le espera un sueldo fijo, un trabajo gratificante y un buen hogar”.
Si esto fuera la verdad completa, la colas del paro se trasladarían de las Oficinas de Empleo a los seminarios o a los palacios episcopales (¡si Cristo lo viera! Mt 11,8; Lc 7,25). Basta preguntar dónde está ese chollo, para desvanecer toda esperanza. Lo primero: olvídate del “hogar”. No puedes casarte, hacer una familia, engendrar hijos, combate toda tu vida los instintos primarios, etc. Leamos la reflexión del buen amigo de este Blog, de Pepe Mallo, que nos obsequia con este artículo veraniego. Gracias.

Escribe Pepe Mallo:

“MUCHOS SON LOS LLAMADOS…” (¿En busca de las vocaciones perdidas?)

Si no lo leo no lo creo

Hace unos días (17 de julio), la Redacción de Religión Digital se destapó con este titular: “En busca de las vocaciones perdidas” y comienza su reseña con este texto:

“El más pequeño del grupo del seminario menor de Sevilla tiene 13 años, si continúa estudiando, le espera un sueldo fijo, un trabajo gratificante y un buen hogar. El sacerdocio ofrece una vida “diferente”, que no quiere decir “rara”, como afirma el rector del Seminario Metropolitano de Sevilla, Antero Pascual. Cuando el pequeño alumno termine sus estudios obligatorios y el bachillerato, si su fe es fuerte y siente la vocación, se ordenará sacerdote tras seis cursos de estudios teológicos y filosóficos.”

Un ilusionado futuro

En tiempo de crisis, tanto económica como eclesial, viene bien este eco publicitario de la Institución como reclamo. Se ofrece generosamente un ilusionado futuro, con un trabajo gratificante (sin riesgo de paro), un sueldo fijo, y sobre todo, un buen hogar (sin hipoteca); o sea, el sacerdocio como “medio de vida”. Para lo cual, sabiamente, se saca a los adolescentes de su hogar familiar, de su entorno escolar, de su ambiente de amigos y amigas y se le interna en un seminario donde el contacto con la familia y la sociedad será escaso o nulo. Con esta expectativa, comienza una vida de incertidumbre para los muchachos “llamados” en plena pubertad. Si después de acabar los estudios secundarios y el bachillerato, tras otros seis años de cursos filosóficos y teológicos, “siente la vocación, será ordenado sacerdote”. ¡¡¡Cuán largo me lo fiáis, Comendador!!!

“Comerciales” deDios

Hace pocos años, al comienzo de la crisis económica, ya la Iglesia española lanzó esta misma campaña el día dedicado al Seminario, casi con las mismas palabras que ha empleado este rector de Sevilla. Y digo yo. ¿La vocación la tiene ya el “aspirante”- lógicamente infundida por Dios- o le va a germinar en el “seminario” (que ya la palabra indica su función)? Si la vocación es una “llamada de Dios”, ¿por qué no “llama más”? Da impresión que Dios tiene poco poder de convocatoria, a pesar de ser todopoderoso. Claro, resulta que es que Dios no llama directamente, sino a través de… O sea que Dios, como cualificado empresario del culto, tiene sus “comerciales” que le simplifican y facilitan la labor de reclutamiento. Y además, son ellos mismos quienes realizan el casting y resuelven infaliblemente quién es realmente llamado por Dios y quién no. Así interpretan la frase “Muchos son los llamados y pocos los elegidos”.

¿Se intenta hacer futuro de un pasado frustrado?

Allá por los años cincuenta del siglo pasado, delegados de seminarios y congregaciones religiosas peinaban los pueblos en busca de vocaciones sacerdotales. (Me tocó vivir esa época). El sacerdote entonces gozaba de gran autoridad y prestigio. Muchos de aquellos chavales pueblerinos buscaban en el seminario una salida a su futuro, para muchos de ellos única alternativa para resolver su vida; comenzaba la crisis del campo y el éxodo rural. Y así se llenaron los seminarios, que llegaron a convertirse en “ciudades-convento”. Una década después, durante los años sesenta, aquellos muchachos estaban estudiando Teología, muchos de ellos sin una clara definición vocacional. En plena transición motivada por el Concilio Vaticano II, la figura del sacerdote va decayendo, los jóvenes se replantean su “proyecto de vida” y comienzan los abandonos. Y los seminarios fueron despareciendo, y sus espléndidas y magníficas construcciones se venden o cambian de cometido.

¿Se trata, pues, de volver hoy, quizás con rabiosa nostalgia, a aquellos añorados, prósperos y florecientes años ya desvanecidos? ¿Se intenta hacer futuro de un pasado frustrado? No lo quiera Dios.

Es evidente que, en este siglo XXI, la vocación sacerdotal no responde a las expectativas de éxito postuladas por la sociedad. La mentalidad y sensibilidad de las jóvenes generaciones crea un estilo juvenil, en general, muy ajeno a las in­quietudes vocacionales. Digámoslo claramente: ser cura no entra hoy como una posibilidad real dentro de las perspectivas vitales de la inmensa mayoría de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. No constituye ni siquiera una alternativa que se considere atenta­mente, aunque sea para descartarla. Es una propuesta que ni siquiera se plantea.

¿Qué convocatoria haría Jesús?

Por eso, a la hora de “convocar”, la respuesta a tal llamamiento dependerá de la diversidad de la oferta. Se habla de seminarios florecientes y de seminarios precarios. Yo creo que todo depende de la forma con que se presente esta convocatoria. Podríamos poner unos ejemplos sugerentes:

Propuesta de seminario: “Joven, Cristo te llama para ser “su elegido”, entre los más dignos de entre todos los cristianos. Serás “hombre de Dios”, instrumento en las manos de Dios. Vas a ser “consagrado” sacerdote, como Cristo, Sumo Sacerdote. Te llamarán padre y (mon)-señor; te harán reverencias y ocuparás los primeros puestos en las celebraciones. Cuando tus manos sean ungidas con el óleo sagrado, signo del Espíritu Santo, serán destinadas a servir al Señor como sus manos en el mundo de hoy. Y las palabras sagradas que pronunciarás serán capaces de transustanciar el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo, el gran sacramento de nuestra fe. El celibato será signo de tu entrega total absoluta y exclusiva a los demás sin sentirte atado por otros lazos que no sean los de Cristo. Tú, como elegido y pastor de almas, impondrás las leyes en tu “feudo”. Atarás y desatarás. Quien te alabe y te pelotee será bendito. Quien te critique y censure será arrojado a las tinieblas exteriores… Y serás dignísimo sacerdote “in aeternum”. ¿Qué respondes a esta oferta?”

Propuesta evangélica: “Joven, Cristo te llama para “servir a la comunidad”, no tanto para servir a Dios ni a los ritos, sino a las personas. El que quiera ser el más importante que sea el “esclavo de todos”. No te dejes llamar padre ni (mon)señor. Y en los acontecimientos solemnes ocupa siempre los últimos puestos. No busques ser alabado. Tampoco lo vas a conseguir dado como está la sociedad. Más bien estarás en boca de todos como objeto de murmuración. No desees prebendas ni privilegios. Eres llamado a ser pastor, a ir tras la oveja perdida… No impongas más cargas sobre las espaldas de las personas; al contrario, echa una mano para aliviar las que ya soportan. Acoge a todos aunque no piensen como tú. No especules tanto en salvaguardar los derechos divinos, como en promover los derechos humanos, porque ante Dios todas las personas son iguales y no establece distinción ni por la raza, ni por el sexo ni por la ideología… Más que “hacer teología” vive el evangelio… Más que hombre de Dios (que lo serás), sé hombre de hombres. ¿Esperamos tu respuesta?” Leer más…

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Francisco: “Es gravísimo. Un dos por ciento de pederastas son incluso obispos y cardenales. Otros conocen estos casos y callan”.

Lunes, 14 de julio de 2014
Comentarios desactivados en Francisco: “Es gravísimo. Un dos por ciento de pederastas son incluso obispos y cardenales. Otros conocen estos casos y callan”.

peder_560x280Francisco se compromete a actuar “con severidad” contra la “lepra” de la pederastia eclesial

Sobre el celibato: “Se requiere tiempo, aunque hay soluciones y las encontraré”

El celibato fue establecido en el siglo X, es decir, 900 años después de la muerte de Jesús. La Iglesia católica oriental permite que sus sacerdotes se casen

Lombardi matiza a La Repubblica

Francisco afirmó que afrontará con toda la “severidad” que requiere los casos de pederastia en el seno de la Iglesia Católica y los tildó de “lepra”, en una entrevista publicada hoy por el diario italiano “La Repubblica”, en la que también habló de la mafia y del celibato.

Francisco señaló que los casos de pederastia son “frecuentes” en la sociedad actual, en la que se perpetran estos “abominables” delitos como consecuencia, entre otras cosas, de que la educación parece haber desaparecido de las casas y de las familias.

“La corrupción de un muchacho es lo más terrible e inmundo que se pueda imaginar y especialmente si, como demuestran los datos que he podido examinar personalmente, gran parte de estos hechos abominables se dan en el entorno de familias o amigos”, indicó.

Un problema que también afecta a la Iglesia Católica, donde se desarrolla como si de una enfermedad infecciosa se tratara, como si fuera “lepra”, dijo.

El papa expresó su preocupación por las estadísticas que le ofrecen algunos de sus colaboradores, que apuntan a que la pederastia podría afectar al 2 % de la Iglesia.

“Lo considero gravísimo. Este 2 % de pederastas son incluso obispos y cardenales. Además, otros conocen estos casos y callan. Encuentro esta situación insostenible y mi intención es afrontarla con la severidad que requiere”, subrayó.

El pasado lunes, el papa pidió “perdón por los pecados de omisión” cometidos por líderes de la Iglesia en relación con los abusos sexuales durante una misa en su residencia vaticana, a la que asistieron seis víctimas de dichos delitos.

“Humildemente pido perdón”, dijo el papa argentino, quien reconoció que los líderes de la Iglesia “no han respondido adecuadamente a las denuncias de abuso presentadas por familiares y por aquellos que fueron víctimas del abuso”.

Otro de los asuntos que abordó durante la entrevista es el crimen organizado, que el pontífice argentino dijo no conocer “a fondo”, aunque es consciente de los delitos que a menudo cometen los mafiosos o de los “enormes intereses” que administran.

En este sentido, recordó al hoy santo Juan Pablo II y el “aplaudido” e histórico discurso con el que éste exhortó a los mafiosos a “convertirse”, pronunciado en el valle de los Templos de Agrigento (Sicilia, sur) en 1993, la época más dura y sangrienta de la guerra entre clanes.

Este problema también forma parte de la Iglesia ya que, según indicó, la crítica abierta a la mafia se da en “raras” ocasiones puesto que algunos sacerdotes tienden a “pasarlo por alto”, a pesar de condenarlo.

También dijo haber visto el polémico episodio del pasado 2 de julio en la localidad de Oppido Mamertina, en Calabria, cuna de la más potente y actualmente más activa organización criminal de Italia, la ‘Ndrangheta.

En dicha localidad, una procesión que portaba una imagen de la Virgen de las Gracias se detuvo y se inclinó en señal de homenaje frente a la casa de un capo mafioso condenado a cadena perpetua, pena que cumple en arresto domiciliario por problemas de salud.

Todo esto semanas después del viaje del pontífice a esta región meridional italiana, donde pronunció un encendido discurso ante miles de personas excomulgando a todos los mafiosos.

“Todo esto está cambiando y cambiará. Nuestra denuncia de la mafia no será un hecho aislado, sino constante. Pederastia y mafia: la Iglesia, el pueblo de Dios, los sacerdotes y las comunidades tendrán entre sus cometidos estas dos importantísimas cuestiones”, dijo.

Por último, el Obispo de Roma también se refirió al celibato entre los miembros del clero y aseguró que, a este respecto, hay soluciones y las encontrará.

“El celibato fue establecido en el siglo X, es decir, 900 años después de la muerte de Jesús. La Iglesia católica oriental permite que sus sacerdotes se casen. El problema ciertamente existe aunque no es de gran dimensión. Se requiere tiempo aunque hay soluciones y las encontraré, señaló.

Fuente Religión Digital

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“La cara y la cruz del Papa Francisco”, por Emilio Marín

Domingo, 13 de julio de 2014
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1396214004_1393258840_frankieLeído en ArgenPress:

Emilio Marín (LA ARENA)

Próximo a cumplir un año y cuatro meses de papado, la gestión del argentino Papa Francisco tiene luces y algunas sombras. En las últimas semanas hubo más material para ese balance contradictorio.

Aunque aún es pronto para emitir una opinión definitiva, Francisco mantiene la ilusión de muchos creyentes en que su etapa en el Vaticano puede ser más que buena.

Lo ayuda en esa sensación el contraste con Benedicto XVI, criticado dentro y fuera de la Iglesia y que renunció en vida, alterando la rutina de siglos.

Hay un estilo de vida de Bergoglio, que ya traía de Buenos Aires y ha impactado favorablemente. Vive con modestia, no se mueve en vehículos de alta gama, tiene roce con la feligresía -a veces algo marketinero- y hasta es un Papa futbolero, que por casualidad coincide con el interés masivo por el mundial de Brasil.

En política internacional lo suyo sin ser brillante ha tenido una buena orientación, como cuando se opuso a las amenazas de guerra e invasión contra Siria. Tal era el plan de Barack Obama, cuando le salió al cruce la oposición rusa y china; el Papa coincidió con esta última postura. Allí se salvaron muchas vidas y la soberanía de Siria.

Por supuesto, como buen jesuita, tiempo después recibió a pura sonrisa al presidente norteamericano, quien le manifestó que era un admirador suyo. Lo bueno es que el halagado no le respondió el cumplido diciendo lo mismo.

También en la columna del Haber debe computarse su gira por Medio Oriente entre el 24 y el 26 de mayo pasado. En Jordania, Palestina e Israel su mensaje reiterado fue a favor de la paz de las dos partes enfrentadas. Aunque no lo dijo expresamente, pareció que también para el jefe del Vaticano la palestina era la parte oprimida del conflicto. Su parada y rezo ante el Muro del Apartheid, cerca de Belén, fue memorable.

Luego ese gesto trató de ser equilibrado con un poco digno homenaje suyo ante la tumba del fundador del sionismo, Theodor Herzl, pero aún computándolo como negativo no tuvo la misma significación que aquél rezo frente al grafitti “Palestine free”.

Invitó a los presidentes de Israel y Palestina para orar juntos por la paz en el Vaticano, que se concretó el 6 de junio. Lamentablemente un triple crimen de adolescentes judíos, cuya autoría no está esclarecida, generó ataques sionistas en Cisjordania y bombardeos en Gaza, con 7 palestinos muertos, decenas de heridos, 500 presos y mucha destrucción material.

Una canción setentista de Violeta Parra se preguntaba: “¿qué dirá el Santo Padre, que vive en Roma, que le están degollando, a sus palomas?“.

Papa peronista

0000986137Después de que salió humo blanco y se anunció que había sido elegido Papa por los obispos de un solo sexo, sin ninguna mujer entre ellos, se abrió una discusión en Argentina porque el kirchnerismo salió a decir que era un “Papa peronista”.

Esa calificación pareció errónea dadas las serias diferencias que el obispo de Buenos Aires tuvo con el kirchnerismo, en torno a la política, los derechos humanos, el matrimonio igualitario, la implementación de los abortos no punibles, la educación sexual en las escuelas, etc.

Por lo visto hasta aquí, parece que tenían razón las dos partes. Francisco no era kirchnerista, pero sí puede ser catalogado de peronista. En sus misas y declaraciones, ha reflotado la doctrina social de la Iglesia, de la que el peronismo dijo ser abanderado. Su núcleo sería la justicia social, en un capitalismo “fifty-fifty” (mitad y mitad entre empresarios y trabajadores) como suele plantear Cristina Fernández de Kirchner.

Francisco ha cuestionado la economía global esencialmente financiera, con la pobreza y crisis subsiguientes; a favor del ser humano. Aunque debería poder hacer algo más por su país de origen, en esta encrucijada entre los “fondos buitres” y los intereses nacionales, lo suyo está mucho más cerca de estos últimos.

No debería hablarle a esos fondos con el corazón, porque ya se sabe que le contestarán con el bolsillo. Tendría que analizar otras opciones, como auspiciar una cumbre mundial contra esta clase de deudas usurarias. Quizás excomulgar a Paul Singer y Thomas Griesa, si es que fueran de su rebaño, o pedirle a sus amigos popes de otras religiones que sí lo hagan.

Mejor tarde…

Papa-Francisco-y-CFK-630x325En los antecedentes de Bergoglio está su papel durante la dictadura militar-cívica. Y en ese tramo recibió fuertes cuestionamientos por no haber defendido a curas víctimas de los represores, como en los casos de Yorio y Jalics.

En este tema, el cronista se ubica del lado de Horacio Verbitsky y sus fundadas investigaciones, y no de quienes defienden al Provincial de los jesuitas.

De todos modos, nobleza obliga, también hay que mencionar que cuando llegó al sillón de Pedro, aquél proporcionó al tribunal riojano que analizaba el asesinato del obispo Enrique Angelelli dos cartas que éste había enviado por medio del nuncio Pío Laghi. Angelelli denunciaba la tremenda represión que existía en la provincia, la situación de los presos políticos, las amenazas de muerte que había recibido y la persecución a que era sometida la iglesia que había hecho opción por los pobres.

Ayer el Tribunal Oral Federal Penal 26 condenó a prisión perpetua al general Luciano B. Menéndez y el brigadier Luis F. Estrella como responsables del crimen del obispo riojano. Se terminó la farsa del “accidente vial“. No es que tales genocidas hayan sido condenados gracias a Bergoglio, pero esas cartas fueron un granito de arena que colaboraron. Más vale tarde…

Ahora la Iglesia debería abrir y compartir sus archivos con la justicia para esclarecer muchos otros casos, entre ellos los de los bebés robados a los desaparecidos.

¿Quién robó a quién?

Una grata sorpresa para quienes no simpatizan con el Vaticano fue la misiva que envió el 2 de junio pasado a los asistentes a un congreso de derecho penal, donde se podía leer: “la experiencia nos dice que el aumento o endurecimiento de las penas con frecuencia no resuelve los problemas sociales, ni logra disminuir los índices de delincuencia”. Fue como un poco de oxígeno para Raúl Zaffaroni y los integrantes de la comisión redactora del Anteproyecto de Código Penal, de integración pluralista, que habían tenido un punto de vista similar al Papa. Y que por eso mismo habían sido objeto de descalificaciones virulentas de Sergio Massa y la oposición conservadora que muchas veces alega contar con el apoyo vaticano. Bienvenida esa toma de posición papal contraria a los linchamientos y a dar 50 años de cárcel a todos los delitos, sin proporcionalidad según el delito cometido.

A fines de junio, el personaje hizo declaraciones a Il Messaggero, diciendo que “los comunistas nos han robado la bandera. La bandera de los pobres es cristiana. Los comunistas dicen que todo esto (por la pobreza) es algo comunista. Sí, claro, ¡cómo no! Pero veinte siglos después (de la escritura del Evangelio). Cuando ellos hablan nosotros podríamos decirles: ¡Pero si son cristianos!“.

En realidad los comunistas no le robaron nada a la Iglesia. El problema fue que ésta abandonó a los pobres, seducida por el capital y aún por los imperios, incluso -caso de Pío XII- por el nazi-fascismo, que provocó 60 millones de muertos en la Segunda Guerra Mundial. Y, en consecuencia, buena parte del mundo, China y Europa oriental vieron nacer gobiernos socialistas. Y en muchos países, como Italia, los comunistas se convirtieron en una fuerza mayoritaria entre los trabajadores y gente humilde.

Si le interesa a Francisco, podría leer los dos tomos de un libro de la cubana Katiuska Blanco. Así sabría cómo fue que un estudiante jesuita se hizo un revolucionario y patriota primero, y socialista y comunista luego: Fidel Castro Ruz.

Reformas pendientes

Donde los avances no lucen como significativos es en las reformas que necesitaría la Iglesia para ponerse a tono con el siglo XXI y principios básicos como el de la igualdad del rol de la mujer.

¿Curas y hasta obispos pederastas? Siguen trámites muy lentos y, de vez en cuando, hay algún sancionado, como sucedió con el ex nuncio en República Dominicana, arzobispo Josef Weselowski. La pena es “dimisión del estado clerical”. La cárcel, una posibilidad por ahora lejana.

¿Fin del celibato? En el avión de regreso de Medio Oriente, el Papa dijo que no era un dogma de fe y podría discutirse. No figura en la agenda, ni siquiera para reformularlo como una opción voluntaria.

¿Corrupción en las finanzas vaticanas? Es un fenómeno que goza relativamente de buena salud. Francisco formó una Comisión de 8 obispos, al que sumó al secretario de Estado y convirtió en Comisión de 9, para aconsejarlo sobre diversas reformas. Se menta una renuncia del alemán que preside el IOR, virtual Banco del Vaticano, lo que significaría otro cambio más de personajes en poco tiempo, protagonistas de negocios poco transparentes.

En esto Francisco merece cierta piedad. Sus banqueros son un desastre y se dejan tentar por la corrupción, pero si sacara el IOR de la órbita vaticana y pusiera la plata en manos de Wall Street, en vez de un Banco Ambrosiano tendría un Lehman Brothers. Contradicción insalvable: el reino de los Cielos con obispos y banqueros en la Tierra. Y ese demonio real no se exorciza con la Asociación Internacional de curas Exorcistas, recién legalizada por el Vaticano.

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La Iglesia de base se “rebela” contra la política de la jerarquía en materia de familia y moral sexual.

Miércoles, 19 de febrero de 2014
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243331_590_500_0_0_0_0Leemos en Religión Digital:

Religión Digital y Esglèsia Plural recogen 6.000 respuestas para el Sínodo

Reclaman “respeto a todo tipo de uniones”, el papel de la mujer y el celibato opcional

El cuestionario enviado por Francisco en octubre a las diócesis de todo el mundo para obtener una fotografía real de la Iglesia confirma el cisma que se vive en España entre los católicos de base y la doctrina oficial en materia de familia y moral sexual.

Las casi 6.000 respuestas recogidas entre parroquias, comunidades, cristianos particulares y teólogos y remitidas al Vaticano «sin filtros ni cocinas» por Església Plural en Catalunya y el portal Religión Digital en Madrid, revelan que la mayoría de los católicos no viven ni están de acuerdo con la prohibición de los métodos anticonceptivos o de las relaciones prematrimoniales, por ejemplo. Lo cuenta Antonio Yagüe en El Periódico.

En las observaciones enviadas a Roma, también piden quienes han respondido a Esglèsia Plural y Religión Digital respeto a todo tipo de uniones, incluidas las uniones de personas del mismo sexo y la adopción de niños por ellas, revisar el papel del mujer en la Iglesia y que el celibato opcional de los sacerdotes.

En paralelo, la Conferencia Episcopal Española (CEE), todavía regida por el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco, remiso al sondeo, recogerá los informes de todas la diócesis y los enviará la próxima semana con una síntesis o “resumen nacional” que se está elaborando actualmente.

Matrimonios, religiosos, novios, viudos, y comunidades de jesuitas, dominicanas, franciscanas, Acción Católica o la asociación de Mujeres Teólogas, entre otras, coinciden en que es muy poco conocido el magisterio de la Iglesia sobre la familia, mayoritariamente rechazado y mal comunicado. También resaltan que falta credibilidad en el emisor.

La institución del matrimonio que la Iglesia mantiene no dista mucho, en opinión de los encuestados, de la de en tiempos de los primeros cristianos, con una unión “para toda la vida” “cuando la esperanza de vida era de 30 años”. “Su visión es demasiado inmovilista y patriarcal”, señalan, y se quejan de que “la Iglesia no reconoce en España otra unión que la matrimonial sacramental”.

El cuestionario del Papa pregunta si hay uniones de personas del mismo sexo equiparadas “de alguna manera” al matrimonio y cuál es la actitud de la Iglesia. “Francamente mejorable”, explica un grupo de profesores universitarios y de curas casados.

Las relaciones sexuales en general y dentro del matrimonio es uno de los apartados más contestados. Los encuestados consideran que urge una revisión a fondo de la normas morales que las regulan, ya que son un “compendio de prohibiciones absurdas planteadas por personas que jamás -en teoría- han tenido que afrontar estas cuestiones”.

Algunos plantean que la mayor parte de los “medios naturales” que se proponen, especialmente la abstinencia, son rotundamente antinaturales. Mayoritariamente se está a favor del uso de los sistemas anticonceptivos y especialmente el preservativo.

En el epígrafe “otros desafíos y protestas”, una especie de cajón de sastre, con el que concluye el largo cuestionario de Francisco, los fieles piden al Papa que con urgencia se revise el papel de la mujer dentro en la Iglesia, se incluya una pastoral sobre el final de la vida, que se aceleren los procesos de dispensas matrimoniales y se revise el celibato obligatorio de los sacerdotes.

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La Iglesia Anglicana veta los matrimonios gays entre el clero.

Lunes, 17 de febrero de 2014
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gays-catolicosUna mala noticia que leemos en Religión Digital:

Permitirá a sus clérigos uniones civiles pero manteniendo el celibato

La alta jerarquía indicó que no toleraría desobediencia respecto a esta instrucción

(BBC Mundo).- La alta jerarquía de la Iglesia Anglicana comunicó que no se le permitirá al clero contraer matrimonio del mismo sexo e indicó que no toleraría desobediencia con respecto a esa instrucción.

Dicha iglesia permite a sus clérigos a entrar en uniones civiles pero solo bajo el entendimiento de que mantendrán el celibato.

En su guía, los obispos también descartaron cualquier ceremonia especial de bendición para las parejas homosexuales, a pesar de un informe oficial de la iglesia que recomienda que el clero pueda realizarlas según su criterio.

Pero los obispos señalaron que solo se deberían proveer oraciones informales para las parejas gay.

Homofobia/ Transfobia., Iglesia Anglicana , , , , ,

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