La Policía de Indonesia detiene temporalmente a 600 personas transgénero por celebrar un evento cultural
La Policía de la región de Célebes Meridional ha cancelado un evento deportivo y cultural que promovía la comunidad transexual de la zona, tras una denuncia presentada por el Foro de la Congregación Islámica, que consideraba que la actividad violaba los “valores religiosos”. Más de 600 personas transexuales fueron retenidas temporalmente en un pequeño recinto, por llevar a cabo una actividad que, según la legislación indonesia, no constituye delito alguno. La actuación de las fuerzas del orden es una muestra más de cómo se intensifica la colaboración entre la Policía, las fuerzas políticas y los militantes islamistas.
Del 19 al 22 de enero debían celebrarse una serie de eventos de carácter cultural y deportivo en Soppeng, en la región indonesia de Célebes Meridional, organizados por personas pertenecientes a la etnia bugis. Una de las características de este grupo étnico es su reconocimiento tradicional de hasta cinco géneros: makkunrai, oroané, calabai, calalai y bissu. Los cuatro primeros corresponderían a varones y mujeres cisgénero y transexuales, mientras que los bissu son chamanes de carácter andrógino.
La implicación de personas transexuales y andróginas en los eventos a celebrar causó la indignación de los extremistas islámicos, que ejercen una presión constante en las fuerzas policiales indonesias. Por ello, presentaron una demanda por considerar que las celebraciones violaban los “valores religiosos” de la comunidad.
Tras la denuncia, la Policía local se presentó el día de la inauguración en el campo de Gassis, donde se habían reunido unas 600 personas transgénero y andróginas (bissu), a las que procedieron a retener en un recinto de unos 120 metros cuadrados. Los agentes arguyeron que no se habían obtenido los permisos necesarios para desarrollar los eventos, y comunicaron la prohibición de que se siguieran celebrando.
Sin embargo, Askar Mampo, miembro del comité organizador, afirma que el pasado 4 de enero se había comunicado la convocatoria a la Policía, como es preceptivo, y que se había obtenido la aprobación del consejo y el Gobierno de Soppeng. Es obvio que la solicitud policial era una excusa para satisfacer a los extremistas islámicos.
La actuación policial se corresponde con la que llevaron a cabo el pasado mes de diciembre en Yakarta, cuando fueron detenidos 13 hombres por participar en una supuesta “fiesta sexual gay”, según una denuncia del Frente de Defensores del Islam. La supuesta actividad, de ser cierta, no habría constituido delito alguno, pero la presión del grupo extremista islámico hizo que se vulnerasen con impunidad los derechos civiles de los ciudadanos LGTB indonesios.
Indonesia, un infierno para la diversidad LGTB
No se puede negar la belleza natural de Indonesia, un país de postal que oculta en su interior un infierno para la comunidad LGTB. Sin ir más lejos, el pasado mes de febrero publicábamos un post recogiendo cómo la oleada de virulenta homofobia y transfobia se abre paso a un ritmo preocupante en Indonesia. Publicábamos entonces que políticos y líderes religiosos se turnan con declaraciones incendiarias que estigmatizan cada ver más a la población LGTB.
Recordemos que la provincia autónoma de Aceh (en la zona norte de Sumatra) aprobó en septiembre de 2014 una penosa ley que castiga las relaciones homosexuales con la pena de recibir cien azotes en público con una vara de ratán. La legislación entraba en vigor en octubre de 2015. Ese mismo mes nos hacíamos eco de la detención de dos jóvenes lesbianas (de 18 y 19 años) por abrazarse públicamente y confesar que eran pareja. Según el jefe de la policía islámica las chicas serían “sometidas a rehabilitación con la participación de psicólogos en dependencias sociales”.
Indonesia presenta una realidad muy diferente para su comunidad LGTB dependiendo de la región. Formalmente, la homosexualidad no es delito en el país con mayor número de fieles musulmanes del mundo, que mantiene un código penal heredado de la época colonial neerlandesa. La excepción es Aceh, donde desde 2005 rige la sharia o ley islámica gracias a la autonomía que le fue concedida al firmar la paz con los separatistas, poco después del tsunami que asoló la región. Pero la influencia islamista se deja sentir también en otros lugares de Indonesia. La de Aceh es desde luego la peor situación, puesto que como decíamos arriba la homosexualidad no es formalmente delito en el resto del país. Ello no significa que en otras partes sea buena. En 2004, las autoridades municipales de Palembang, en Sumatra Meridional, dictaron por ejemplo una regulación en la que aglutinaban la actividad de las personas LGTB como “prostitución”. En virtud de ese reglamento, todas las personas acusadas de cometer cualquiera de esas actividades se enfrentan a la perspectiva de un máximo de seis meses de prisión o 5.000.000 de rupias (360 euros, 380 dólares) de multa.
En otras zonas existe una actitud algo más tolerante, especialmente en zonas urbanas como Yakarta. Con todo, la influencia de los islamistas más radicales se hace sentir cada vez más. En la propia Yakarta, la capital, las autoridades prohibieron en 2012 un concierto de Lady Gaga, abanderada de los derechos LGTB, por considerarla un personaje diabólico y antirreligioso.
Los fundamentalistas también han obligado a cancelar una reunión de la división asiática de la ILGA (International Lesbian and Gay Association) en Surabaya y han amenazado a los organizadores del Q! Film Festival, un festival de cine LGTB, por mencionar otros dos ejemplos. En marzo de 2015, el Consejo de Ulemas de Indonesia dictó una fetua en la que se exigía que los actos homosexuales sean castigados con la pena de muerte. Aunque el Consejo de Ulemas no tiene ningún poder legislativo o ejecutivo en Indonesia, su influencia social es elevada.
En el mes de octubre de 2016, informábamos de la detención de una pareja gay por subir a su cuenta de Facebook unas fotos besándose, junto con un mensaje de amor, que fue considerada por las autoridades como “pornografía”. A estos hechos se suman el veto de aspirantes LGTB a plazas públicas, el cierre de la única escuela para personas trans de Indonesia o la persecución de webs LGTB y apps de contactos gais.
Indonesia también votó el pasado 2014 en contra de la resolución del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas contra la homofobia y la transfobia y ha sido calificado, por su propia población, como un mal lugar para vivir si eres gay o lesbiana (solo un 2% opina lo contrario) en una encuesta de Gallup.
Fuente Dosmanzanas/Cristianos gays
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