Arantxa Echevarría (directora de ‘Carmen y Lola’): «No sé si una peli es capaz de cambiar mentalidades en un país, pero sí ha cambiado a personas»
La película Carmen y Lola, de la directora y guionista bilbaína Arantxa Echevarría, obtuvo dos premios Goya —de los ocho a los que optaba— a la mejor dirección novel y a la mejor actriz de reparto para la actriz Carolina Yuste, en una gala celebrada en Sevilla el pasado sábado. Ahora, y gracias a esos galardones, esta historia de amor lésbico entre dos adolescentes gitanas de la periferia madrileña se proyectará en cinco cines más de toda España —en la semana previa a la gala se exhibía en 25 salas de todo el país—. «No sé si una película es capaz de cambiar mentalidades en un país. Me parece, quizá, pretencioso, sobre todo con una peli tan pequeñita. Pero sí que ha cambiado a personas», señaló Echevarría en declaraciones a Dosmanzanas.
Aunque ya había rodado varios cortos y documentales, Carmen y Lola era la primera película de la directora, guionista y productora Arantxa Echevarría. Rodada en los barrios de Hortaleza y Vallecas y estrenada el pasado mes de septiembre, la cinta está protagonizada por un grupo de intérpretes gitanos y mercheros sin experiencia capitaneados por Zaira Morales, Rosy Rodríguez y Carolina Yuste.
La cinta cuenta la historia de amor de dos adolescentes gitanas que un día se cruzan en un mercadillo y que deciden vivir su romance, pese a los inconvenientes y discriminaciones sociales a las que tienen que verse sometidas por su familia. Echevarría, que lleva en el mundo del cine desde los diecinueve años, cuenta que pensó en rodarla justo después de leer la noticia de una boda gitana entre lesbianas sin ningún invitado.
Con el filme, la cineasta quiso romper el tabú de la homosexualidad en el mundo gitano. «Al principio, al ver el tráiler, había muchísimo recelo por parte de la comunidad gitana. Si os metéis en el vídeo que hay en YouTube, veréis que me llaman demonio, me insultan, hablan mal de las chicas… Me sorprendí mucho. Sí que durante el rodaje, y en la preparación, vi ese lado conservador de muchos gitanos antiguos. Pero, curiosamente, después de que se estrenara la peli y la vieran, creo que ha cambiado un poco su forma de pensar. La gente que ha ido a verla ha sentido cierta cercanía. Es muy difícil sentir odio o desprecio hacia estas dos chicas. Es un amor puro», explica Echevarría, que últimamente ha recibido mensajes de muchos jóvenes gitanos que le dicen que Carmen y Lola «era una película necesaria y que les podía incluso servir de visualización y herramienta para hablar con sus padres».
A medida que avanzaba el rodaje, ya fue percibiendo que algo cambiaba en la mentalidad de los implicados: «Zaira y Rosy, siendo gitanas, no querían saber nada de los homosexuales. Rosy, incluso, me comentó en el casting que tenía un primo gay al que no le hablaba, porque para ella no era gitano, ni una persona normal. Pensé ‘si consigo el arco dramático del personaje, que también piensa lo mismo (como siempre, por desconocimiento), y que acabe siendo una mujer enamorada de otra mujer, sería brutal».
Para sorpresa de la bilbaína, Rosy se le acercó un día, allá por la cuarta semana de rodaje, y le pidió que fuese a cenar a su casa esa noche. «Me dijo ‘Es que he invitado a mi primo gay y a su marido, y me encantaría que vinieras tú para que veas cómo le pido perdón y le digo que he sido una inmadura’. De los 150 gitanos que han participado en la película, no todos estaban de acuerdo al principio. Pero al final, había una especie de comunión y comprensión del tema», comenta.
No oculta el orgullo que le produce el hecho de que tantas personas se hayan puesto en contacto con ella desde que el proyecto se puso en marcha: «Adolescentes, mujeres mayores, hombres… Me ha escrito muchísima gente gracias a las redes sociales. Ahora hay una democratización de la información que mola muchísimo. Y me han dicho cosas que me han emocionado mucho».
Después de escribir el guion, la cineasta hizo un casting en varios barrios madrileños hasta que —1.250 entrevistas después— dio con las dos protagonistas y su familia. Y no le salió mal lo de rodar con intérpretes debutantes, porque tanto Rodríguez (de 21 años) como Romero (de 18) y Moreno Borja acabaron siendo nominados al Goya a mejor actriz y actor revelación, respectivamente (aunque finalmente los tres se quedasen sin el premio).
Hablando del Goya, la película logró ocho nominaciones al prestigioso cabezón, aunque finalmente se ha tenido que ‘conformar’ con solo dos galardones. Uno de ellos, el de mejor actriz de reparto, fue a parar a manos de Carolina Yuste, la única actriz profesional de la película. «Estoy feliz de estar en un proyecto en el que el 70% del equipo son mujeres. Cuando se nos da la voz, salen películas como esta que pueden cambiar conciencias y hacer de este un mundo un lugar más sanito», comentó emocionada en su discurso de agradecimiento.
Asimismo, Echevarría se llevó el galardón a la mejor dirección novel. «El que la Academia haya apoyado y nos hayan dado el Goya a Carol y a mí es un subidón. Significa que algo está cambiando. Y que todo se transforma, que las academias también se renuevan. Hemos entrado unos cuantos académicos, yo incluida, en la época de Yvonne Blake, y sé que Mariano [Barroso] también quiere sangre nueva. Está la experiencia de la gente antigua, y también estamos la gente nueva. Creo que eso va a crear una Academia mucho más demócrata y más plural», explica ahora.
De momento, la distribuidora de la película, Super8, ha señalado que sigue negociando la incorporación de la cinta a más salas españolas durante los próximos días.
Fuente Dosmanzanas
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