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Monseñor Livieres se revuelve ante su expulsión: “El Papa Francisco tendrá que dar cuentas a Dios”

Domingo, 28 de septiembre de 2014
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rogelio-livieresLemos en Religión Digital:

Durísima réplica del expulsado obispo de Ciudad del Este a Francisco

Destaca que tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI siempre le dieron su apoyo

Monseñor Melanio sobre Livieres: “Era un orgulloso…El Vaticano extirpó el tumor”

Lombardi: “Con su reacción es más fácil comprender por qué había un problema”

El líder laico Javier Miranda vincula al prelado con la desaparición de 300.000 dólares

Morirá matando. Fiel a su estilo, Rogelio Livieres Plano replicó a la notificación de su cese como obispo de Ciudad del Este con una durísima carta en la que asegura que el Papa Francisco “tendrá que dar cuentas a Dios”.

En una misiva enviada al prefecto de la Congregación de los Obispos, Marc Ouellet, Livieres afirma que su cese y el nombramiento de Ricardo Valenzuela como administrador apostólico, le fue informada prácticamente en simultáneo con la conferencia de prensa que dio este jueves en Paraguay el nuncio Eliseo Ariotti, y señala que ese hecho es una irregularidad más que se realiza en su contra.

“Tengo entendido que el Nuncio, prácticamente en simultáneo con el anuncio que Su Eminencia me acaba de dar, ha realizado una conferencia de prensa en el Paraguay y ya se dirige hacia la Diócesis para tomar control inmediato de la misma. El anuncio público por parte del Nuncio antes de que yo sea notificado por escrito del decreto es una irregularidad más en este anómalo proceso“, expresó.

Describe a lo ocurrido como “la intervención fulminante de la Diócesis” y manifestó que eso puede deberse al temor que tiene la iglesia “de que la mayoría del pueblo fiel reaccione negativamente ante la decisión tomada, ya que han manifestado abiertamente su apoyo a mi persona y gestión durante la Visita Apostólica”.

Recordó las palabras de despedida que mantuvo con el cardenal Santos Abril poco antes de retirarse tras la investigación que realizó en la Diócesis esteña. “Espero que reciban las decisiones de Roma con la misma apertura y docilidad con que me han recibido a mí“, había dicho el cardenal a lo que Livieres Plano resalta en una pregunta que pareciera ser que con eso ya se estaba indicando cual sería el resultado de la investigación.

livieres-contra-el-papa“¿Estaba indicando que el curso de acción estaba ya decidido antes de los informes finales y el examen del Santo Padre? En cualquier caso, no hay que temer rebeldía alguna. Los fieles han sido formados en la disciplina de la Iglesia y saben obedecer a las autoridades legítimas“, señala además en su carta.

Livieres Plano también resalta que desde su nombramiento como obispo recibió y demostró que fue víctima de ataques y maniobras destituyentes y que tanto el Papa Juan Pablo II como Benedicto XVI le dieron su apoyo, no así Francisco.

En un punto de la carta resalta que no fue notificado del informe que los enviados del Papa elaboraron con motivo de la Visita Apostólica que realizaron a la Diócesis y por ende no pudo responder a las acusaciones que hubiesen.

A pesar de tanto discurso sobre diálogo, misericordia, apertura, descentralización y respeto por la autoridad de las Iglesias locales, tampoco he tenido oportunidad de hablar con el Papa Francisco, ni siquiera para aclararle alguna duda o preocupación. Consecuentemente, no pude recibir ninguna corrección paternal -o fraternal, como se prefiera- de su parte. Sin ánimo de quejas inútiles, tal proceder sin formalidades, de manera indefinida y súbita, no parece muy justa, ni da lugar a una legítima defensa, ni a la corrección adecuada de posibles errores. Sólo he recibido presiones orales para renunciar“, expresa la carta.

Livieres Plano va más allá acusando a opositores y a la prensa local informen con anticipación, lo que finalmente se divulgó este jueves y resaltó que eso “es sin duda otro indicador de que algunas altas autoridades en el Vaticano, el Nuncio Apostólico y algunos Obispos del país estaban maniobrando de forma orquestada y dando filtraciones irresponsables para «orientar» el curso de acción y la opinión pública”.

Resalta que considera la decisión como “infundada y arbitraria y de la que el Papa tendrá que dar cuentas a Dios, ya que no a mí“.

Afirmó una vez más “ante quien quiera escucharlo que la substancia del caso ha sido una oposición y persecución ideológica, prosigue la carta. Sostiene además que con todo esto se busca mantener el statu quo en el manejo de la iglesia Católica en el país. “El que sufre las últimas consecuencias de lo que describo es el pueblo fiel, ya que las Iglesias particulares se mantienen en estado de letargo con gran éxodo a otras denominaciones, casi sin vocaciones sacerdotales o religiosas y con pocas esperanzas de un dinamismo auténtico y un crecimiento perdurable”, agrega. Señala que “el verdadero problema de la Iglesia en el Paraguay es la crisis de fe y de vida moral que una mala formación del clero ha ido perpetuando, junto con la negligencia de los Pastores”.

Casi hacia el final hasta nombra al ex obispo Fernando Lugo y lo pone de ejemplo de cómo se encuentra la problemática dentro de la iglesia paraguaya. “Lugo no es sino un signo de los tiempos de esta problemática reducción de la vida de la fe a las ideologías de moda y al relajamiento cómplice de la vida y disciplina del clero“, expresó. Acusa que entre los que se oponen a toda renovación dentro de la iglesia paraguaya están grupos políticos y asociaciones anti-católicas, además del apoyo de algunos religiosos de la Conferencia de Religiosos del Paraguay.

Finalmente, señala que se negó a renunciar por propia iniciativa por la “responsabilidad moral de obedecer a Dios antes que a los hombres”. Recordó igualmente al pueblo que “expresó abierta y públicamente su apoyo a la labor apostólica que hemos venido haciendo“. Y culminó con la frase El pueblo y yo hemos sido desoídos. En la parte de la firma ya se observa que escribió “Ex Obispo de Ciudad del Este (Paraguay)”.

Por su parte, el nuncio apostólico en el Paraguay, monseñor Eliseo Ariotti, y monseñor Claudio Giménez, obispo de Caacupé y presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya, informaron que la decisión de “sustituir” al obispo de Ciudad del Este, monseñor Rogelio Livieres Plano, se hizo necesaria por su “falta de disponibilidad” para presentar voluntariamente su renuncia. Asimismo, recordó que la Pontificia Congregación para los Obispos le pidió que lo hiciera tras la visita apostólica del pasado mes de julio.

En julio pasado, el cardenal Santos Abril y Castelló, arcipreste de la basílica de Santa María la Mayor en Roma, viajó a la diócesis de Ciudad del Este para interiorizarse sobre el ministerio pastoral del obispo Livieres, la situación de los seminarios locales -algo único en el país, ya que solo existe un seminario nacional, en Asunción- y el desempeño del padre Carlos Urrutigoity, acusado en publicaciones periodísticas por presunto abuso sexual.

Ésta es la carta de Livieres al prefecto de la Congregación de Obispos: Cardenal Marc Ouellet

Prefecto de la Congregación para los Obispos
Palazzo della Congregazioni,
Piazza Pio XII, 10,
00193 Roma, Italia

25 de septiembre de 2014

Eminencia Reverendísima:

Le agradezco la cordialidad con que me recibió el lunes 22 y el martes 23 de este mes en el Dicasterio que preside. Igualmente, la comunicación por teléfono que me ha hecho hace unos momentos de la decisión del Papa de declarar a la Diócesis de Ciudad del Este sede vacante y de nombrar a Mons. Ricardo Valenzuela como Administrador Apostólico.

Tengo entendido que el Nuncio, prácticamente en simultáneo con el anuncio que Su Eminencia me acaba de dar, ha realizado una conferencia de prensa en el Paraguay y ya se dirige hacia la Diócesis para tomar control inmediato de la misma. El anuncio público por parte del Nuncio antes de que yo sea notificado por escrito del decreto es una irregularidad más en este anómalo proceso. La intervención fulminante de la Diócesis puede quizás deberse al temor de que la mayoría del pueblo fiel reaccione negativamente ante la decisión tomada, ya que han manifiestado abiertamente su apoyo a mi persona y gestión durante la Visita Apostólica. En este sentido recuerdo las palabras de despedida del Cardenal Santos y Abril: «espero que reciban las decisiones de Roma con la misma apertura y docilidad con que me han recibido a mí». ¿Estaba indicando que el curso de acción estaba ya decidido antes de los informes finales y el examen del Santo Padre? En cualquier caso, no hay que temer rebeldía alguna. Los fieles han sido formados en la disciplina de la Iglesia y saben obedecer a las autoridades legítimas.

Las conversaciones que hemos mantenido y, aparentemente ya que no los he visto, los documentos oficiales, dan por justificación para tan grave decisión la tensión en la comunión eclesial entre los Obispos del Paraguay y mi persona y Diócesis: «no estamos en comunión», habría declarado el Nuncio en su conferencia.

Por mi parte, creo haber demostrado que los ataques y maniobras destituyentes de la que he sido objeto se iniciaron ya desde mi nombramiento como Obispo, antes incluso de que pudiera poner un pie en la Diócesis -hay correspondencia de la época entre los Obispos del Paraguay con el Dicasterio que Su Eminencia preside como prueba fehaciente de ello. Mi caso no ha sido el único en el que una Conferencia Episcopal se ha opuesto sistemáticamente a un nombramiento hecho por el Papa contra su parecer. Yo tuve la gracia de que, en mi caso, los Papas san Juan Pablo II y Benedicto XVI me apoyaran para seguir adelante. Entiendo ahora que el Papa Francisco haya decidido retirarme ese apoyo.

Sólo quiero destacar que no recibí en ningún momento un informe escrito sobre la Visita Apostólica y, por consiguiente, tampoco he podido responder debidamente a él. A pesar de tanto discurso sobre diálogo, misericordia, apertura, descentralización y respeto por la autoridad de las Iglesias locales, tampoco he tenido oportunidad de hablar con el Papa Francisco, ni siquiera para aclararle alguna duda o preocupación. Consecuentemente, no pude recibir ninguna corrección paternal -o fraternal, como se prefiera- de su parte. Sin ánimo de quejas inútiles, tal proceder sin formalidades, de manera indefinida y súbita, no parece muy justa, ni da lugar a una legítima defensa, ni a la corrección adecuada de posibles errores. Sólo he recibido presiones orales para renunciar.

Que mis opositores y la prensa local hayan recientemente estado informando en los medios, no de lo que había pasado, sino de lo que iba a suceder, incluso en los más mínimos detalles, es sin duda otro indicador de que algunas altas autoridades en el Vaticano, el Nuncio Apostólico y algunos Obispos del país estaban maniobrando de forma orquestada y dando filtraciones irresponsables para «orientar» el curso de acción y la opinión pública.

Como hijo obediente de la Iglesia, acepto, sin embargo, esta decisión por más que la considero infundada y arbitraria y de la que el Papa tendrá que dar cuentas a Dios, ya que no a mí. Más allá de los muchos errores humanos que haya cometido, y por los cuales desde ya pido perdón a Dios y a quienes hayan sufrido por ello, afirmo una vez más ante quien quiera escucharlo que la substancia del caso ha sido una oposición y persecución ideológica.

La verdadera unidad eclesial es la que se edifica a partir de la Eucaristía y el respeto, observancia y obediencia a la fe de la Iglesia enseñada normativamente por el Magisterio, articulada en la disciplina eclesial y vivida en la liturgia. Ahora, empero, se busca imponer una unidad basada, no sobre la ley divina, sino sobre acuerdos humanos y el mantenimiento del statu quo. En el Paraguay, concretamente, sobre la deficiente formación de un único Seminario Nacional -deficiencias señaladas no por mí, sino autoritativamente por la Congregación para la Educación Católica en carta a los Obispos de 2008. En contraposición, y sin criticar lo que hacían otros Obispos, aunque hay materia de sobra, yo me aboqué a establecer un Seminario diocesano según las normas de la Iglesia. Lo hice, además, no sólo porque tengo el deber y el derecho, reconocido por las leyes generales de la Iglesia, sino con la aprobación específica de la Santa Sede, inequívocamente ratificada durante la última visita ad limina de 2008.

Nuestro Seminario diocesano ha dado excelentes frutos reconocidos por recientes cartas laudatorias de la Santa Sede en al menos tres oportunidades durante el pontificado anterior, por los Obispos que nos han visitado y, últimamente, por los Visitadores Apostólicos. Toda sugerencia hecha por la Santa Sede en relación a mejoras sobre el modo de llevar adelante el Seminario, se han cumplido fielmente.

El otro criterio de unidad eclesiástica es la convivencia acrítica entre nosotros basada en la uniformidad de acción y pensamiento, lo que excluye el disentimiento por defensa de la verdad y la legítima variedad de dones y carismas. A esta uniformidad ideológica se la impone con el eufemismo de «colegialidad».

El que sufre las últimas consecuencias de lo que describo es el pueblo fiel, ya que las Iglesias particulares se mantienen en estado de letargo, con gran éxodo a otras denominaciones, casi sin vocaciones sacerdotales o religiosas, y con pocas esperanzas de un dinamismo auténtico y un crecimiento perdurable.

El verdadero problema de la Iglesia en el Paraguay es la crisis de fe y de vida moral que una mala formación del clero ha ido perpetuando, junto con la negligencia de los Pastores. Lugo no es sino un signo de los tiempos de esta problemática reducción de la vida de la fe a las ideologías de moda y al relajamiento cómplice de la vida y disciplina del clero. Como ya he dicho, no me ha sido dado conocer el informe del Cardenal Santos y Abril sobre la Visita Apostólica. Pero si fuera su opinión que el problema de la Iglesia en el Paraguay es un problema de sacristía que se resuelve cambiando al sacristán, estaría profunda y trágimente equivocado.

La oposicion a toda renovación y cambio en la Iglesia en el Paraguay no sólo ha contado con Obispos, sino también con el apoyo de grupos políticos y asociaciones anti-católicas, además del apoyo de algunos religiosos de la Conferencia de Religiosos del Paraguay -los que conocen la crisis de la vida religiosa a nivel mundial no se sorprenderán de esto último. El vocero pagado y reiteradamente mentiroso para tales maniobras ha sido siempre un tal Javier Miranda. Todo esto se hizo con la pretensión de mostrar «divisón» dentro de la misma Iglesia diocesana. Aunque la verdad demostrada y probada es la amplia aceptación entre el laicado de la labor que veníamos haciendo.

Del mismo modo que, antes de aceptar mi nombramiento como Obispo, me creí en la obligación de expresar vivamente mi sentimiento de incapacidad ante tamaña responsabilidad, después de haber aceptado dicha carga, con todo el peso de la autoridad divina y de los derechos y deberes que me asisten, he mantenido la gravísima responsabilidad moral de obedecer a Dios antes que a los hombres. Por eso me he negado a renunciar por propia iniciativa, queriendo así dar testimonio hasta el final de la verdad y la libertad espiritual que un Pastor debe tener. Tarea que espero continuar ahora desde mi nueva situación de servicio en la Iglesia.

La Diócesis de Ciudad del Este es un caso a considerar que ha crecido y multiplicado sus frutos en todos los aspectos de la vida eclesial, para felicidad del pueblo fiel y devoto que busca las fuentes de la fe y de la vida espiritual, y no ideologías politizadas y diluídas creencias que se acomodan a las opiniones reinantes. Ese pueblo expresó abierta y públicamente su apoyo a la labor apostólica que hemos venido haciendo. El pueblo y yo hemos sido desoídos.

Suyo afectísimo en Cristo,

+ Rogelio Livieres
Ex obispo de Ciudad del Este (Paraguay)

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El Papa expulsa a Monseñor Livieres de la diócesis de Ciudad del Este (Paraguay)

Viernes, 26 de septiembre de 2014
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El cardenal Pell, ¿en la cuerda floja? La “tolerancia cero” ante la pederastia podría afectar al “superministro”

Francisco ordenó investigar escándalos de abusos sexuales y financieros

La Santa Sede nombra a Ricardo Jorge Valenzuela administrador apostólico

(J. B./Agencias).- Directo y rotundo. La Santa Sede anunció este mediodía la destitución de monseñor Rogelio Livieres al frente de la diócesis de Ciudad del Este (Paraguay), “después de un cuidadoso examen de las conclusiones de las visitas apostólicas” ordenadas por Francisco a la diócesis tras diversos escándalos de abusos sexuales y financieros.

La nota, dura y breve, notifica la “sucesión” de Livieres y el nombramiento como administrador apostólico (pues la diócesis, “ahora vacante” aclara Roma, sigue intervenida) de Ricardo Jorge Valenzuela Ríos, Obispo de Villarrica del Espíritu Santo.

En el escrito, el Santo Padre “pide al clero y a todo el Pueblo de Dios de Ciudad del Este que acoja la decisión de la Santa Sede con espíritu de obediencia, docilidad y sin desavenencias, guiado por la fe”.

Varias versiones circularon ayer sobre el destino que tendría Livieres Plano. Algunos hablaban de su separación, otros dijeron que sería llamado a Roma y también estaban quienes opinan, desde Ciudad del Este que no acatará la decisión, e intentará quedarse con su gente en el Alto Paraná.

La noticia fue confirmada a primerísima hora de la mañana (6 en Paraguay) en la sede de la Conferencia Episcopal paraguaya por el nuncio, monseñor Ariotti. En declaraciones a varias radios locales, monseñor Valenzuela indicó que se trata de “una decisión temporal” y que estoy para obedecer la disposición del Santo Padre. Por el momento, Livieres -que se encuentra en Roma-, no dio ningún tipo de explicación.

La crisis dentro del episcopado paraguayo se hizo evidente con la pelea entre Livieres y monseñor Pastor Cuquejo que se hiciera pública en los primeros días de julio, cuando Livieres acusó de homosexual a Cuquejo, después de que el arzobispo sugiriera reabrir la investigación sobre supuesto abuso de menores cometido por el sacerdote Carlos Urrutigoity.

¿Cuáles son las razones de este cese? Manejo de fondos sin control en el Seminario Interdiocesano, donde los sacerdotes son consagrados con cuatro años de estudio (cuando en el Seminario Mayor se exige un mínimo de seis años); la protección y férrea defensa del Mons. Carlos Urrutigoity, denunciado por diversos casos de abusos contra menores de edad y el uso discrecional de recursos transferidos por la Itaipú Binacional para obras sociales, fueron algunos de los motivos que llevaron al Vaticano a disponer la visita apostólica, que tuvo lugar del 21 al 25 de julio pasado.

Livieres Plano también tuvo enfrentamientos con laicos organizados, que incluso llegaron a estrados judiciales. Acusó, igualmente, a los obispos del Paraguay de ser afines a la teología de la liberación. Y, finalmente, tuvo un entredicho con el Mons. Pastor Cuquejo, a quien trató de “homosexual” y le negó las disculpas.

La oficina de prensa de la Diócesis de Ciudad del Este no quiso emitir ayer declaraciones sobre la decisión que tomaría el Vaticano antes de darse a conocer la noticia a través del nuncio.Vamos a esperar qué dicen, pero seguro que habrá una declaración del clero“, dijo un portavoz.

La diócesis de Ciudad del Este en todo momento informó en su web, y hasta el propio Livieres Plano dijo que la visita apostólica se realizaba a pedido suyo. Durante su desarrollo, e incluso al término de la misión, manifestó que los enviados no encontraron ninguna irregularidad. Cuando se le insistió al obispo sobre el tema reconoció que la visita apostólica tuvo lugar porque los obispos y el nuncio le “calumniaron” y enviaron “informes falsos” sobre la diócesis. Cuando se le preguntó si aceptaría su cambio de la diócesis, contestó enfáticamente: “Por supuesto”.

Livieres Plano se encuentra actualmente en Roma, donde el martes recibió personalmente la noticia sobre su destino.

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 Nota de la Oficina de Prensa de la Santa Sede

Sobre la sucesión al Obispo de Ciudad del Este (Paraguay), S.E. Mons. Rogelio Ricardo Livieres Plano

Después de un cuidadoso examen de las conclusiones de las visitas apostólicas efectuadas por la Congregación para los Obispos y la Congregación para el Clero, al obispo, la diócesis y los Seminarios de Ciudad del Este, el Santo Padre ha procedido a la sucesión de S.E. Mons. Rogelio Ricardo Livieres Plano nombrando Administrador Apostólico de la misma sede, ahora vacante, a S.E. Mons. Ricardo Jorge Valenzuela Ríos, Obispo de Villarrica del Espíritu Santo.

La ardua decisión de la Santa Sede, determinada por serias razones pastorales, obedece al bien mayor de la unidad de la Iglesia Ciudad del Este y de la comunión episcopal en Paraguay.

El Santo Padre, en el ejercicio de su ministerio de “fundamento perpetuo y visible de unidad así de los Obispos como de la multitud de los fieles” (LG 23) pide al clero y a todo el Pueblo de Dios de Ciudad del Este que acoja la decisión de la Santa Sede con espíritu de obediencia, docilidad y sin desavenencias, guiado por la fe.

Por otra parte, se invita a toda la Iglesia de Paraguay, guiada por sus pastores, a un serio proceso de reconciliación y superación de cualquier sectarismo y discordia, para no herir el rostro de la única Iglesia “adquirida con la sangre de su Hijo” y para que el “rebaño de Cristo” no se vea privado de la alegría del Evangelio (cf. Hch 20, 28).

Fuente Religión Digital

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“Guerra de Mitras” en Paraguay: Un obispo acusa al arzobispo de Asunción de ser homosexual.

Lunes, 9 de junio de 2014
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ObisposParaguay_controversiaLivieres y Cuquejo

Los dos prelados, en guerra por un cura suspendido por pedofilia

Monseñor Cuquejo pidió explicaciones a Livieres por dejarle ejercer en Ciudad del Este

¿Salir del clóset o salir del confesionario?

Los obispos de las dos principales ciudades de Paraguay protagonizan un enfrentamiento público en torno a la figura de un sacerdote argentino que fue suspendido por pedofilia en Estados Unidos y ahora vive en el país sudamericano.

La batalla entre el obispo de Ciudad del Este, Rogelio Livieres Plano, y el arzobispo de Asunción, Pastor Cuquejo, estalló después de que el segundo sugiriera reabrir una investigación para averiguar si son ciertas las acusaciones de abuso de menores contra Carlos Urrutigoity.

Livieres, quien nombró a Urrutigoity como su número dos hace dos años, le defendió y dijo que el caso está cerrado. Al mismo tiempo, acusó a Cuquejo de ser homosexual durante una marcha “pro vida”.

“Hace cinco años, el arzobispo, que tendría que ser mucho más prudente en este tema, casi fue tirado fuera del Arzobispado por las acusaciones de homosexualidad. Y eran pruebas que no fueron suficientes, pero eran concluyentes, eran coincidentes”, declaró Livieres, según una grabación. Para Livieres se trata de un “un hombre de vida intachable”, mientras que no considera así la vida del acusador: “Una persona tan peligrosa de ser atacada por ese tema y justo fue a meter el dedo en la llaga, lo acusó de homosexualidad a Carlos Urrutigoity”. Y aún continúa el obispo de Ciudad del Este sobre su homólogo en la capital, pues le acusa de “homosexualidad demostrada”: “Las pruebas son concluyentes porque coincidían todas las denuncias en que eran verdad y eran personas veraces. Determinantes porque no terminaron de firmar las denuncias”, explicó.

Livieres calificó de “mala persona” a Cuquejo y dijo que su intención de investigar “es como tirar piedras cuando uno tiene el techo de vidrio”.

La respuesta de Cuquejo fue un intento de dar por cerrado el tema: “Es un hermano mío. Delante de Dios estamos en paz”.

La fiscal de la Niñez y Adolescencia, María Graciela Vera, informó que investiga de oficio al argentino, quien continúa ejerciendo en Ciudad del Este.

“Hay una denuncia a través de la radio de una supuesta víctima en Paraguay, pero mientras no sea presentada formalmente no se puede hacer nada. No existe ninguna denuncia en Paraguay“, añadió.

srUrrutigoity  (a la izda con micrófono) fue acusado en 2002 por un estudiante de la Academia Saint Gregory de Pensylvania, Estados Unidos, de haberle ofrecido “dirección espiritual” durmiendo con él y más tarde de asaltarle sexualmente junto al reverendo Eric Ensey.

Esa denuncia fue seguida de al menos tres acusaciones de compartir cama y aproximaciones sexuales de otras personas.

El prelado argentino fue suspendido ese año y enviado a Canadá para que le hicieran exámenes psicológicos en el Instituto Southdown, especializado en tratar a clérigos con problemas mentales.

Tanto la Diócesis de Scranton en Pensilvania, como antiguos profesores del seminario donde estudió Urrutigoity, recomendaron al obispo de Ciudad del Este, al Nuncio Apostólico en Paraguay y al Nuncio Apostólico en Estados Unidos que no admitieran al prelado.

Esa Diócesis expresó en un comunicado sus “serias preocupaciones” sobre el clérigo, a quien identificó como “una seria amenaza para los jóvenes”.

El fiscal de la Unidad Internacional de la Fiscalía paraguaya, Juan Emilio Oviedo, dijo que no ha recibido ningún pedido en contra del religioso de ningún país, “ni por la Policía ni por vía diplomática”.

El comisario principal de la Interpol en Paraguay, Fabio Ramón Sanabria, también confirmó esa información.

nestor soto  13 de setiembre de 2001No es la primera vez que Livieres defiende a un religioso acusado de pedofilia.

Ya en 2003 hizo todo lo posible por desmerecer una investigación de periodistas y fiscales, que habían reunido testimonios de siete personas que acusaban de abusos sexuales a su pariente Jorge Livieres Banks, también sacerdote, según la prensa local.

El arzobispo Cuquejo también se manifestó entonces en favor de una investigación, que fue llevada hasta el Vaticano.

La bronca entre los dos clérigos ha hecho intervenir a la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), cuyo vicepresidente, el arzobispo Edmundo Valenzuela, comunicó a la prensa que Livieres aceptó encontrarse con Cuquejo para pedirle perdón.

“Damos un hermoso testimonio de que podemos ser pecadores pero no corruptos“, dijo Valenzuela a Radio Cáritas.

Fuente Religión Digital/Agencias)

 

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