‘Dones, carismas y frutos en Santo Domingo de Guzmán’, en el 800º aniversario de su muerte
Nuevo libro en el Jubileo de Santo Domingo
Coincidiendo con el jubileo por el octavo centenario de la muerte del fundador de los dominicos, Edibesa publica esta obra, que trata una perspectiva novedosa en la literatura dominicana.
Su autor es Jesús ‘Chus’ Villarroel, OP: “Yo lo abordo todo con cariño y en la confianza de que la unción me acompañe y no desmerezca demasiado del modelo al que quiero escudriñar”.
| Edibesa
Cuando se cumplen los 800 años de la muerte de Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores (dominicos), llega el libro ‘Dones, carismas y frutos en Santo Domingo de Guzmán’ (Edibesa), de Jesús ‘Chus’ Villarroel, OP.
El autor dominico se considera “no teólogo; a lo más, periodista del Espíritu”, “empírico y vivencial”, y “más acostumbrado a describir que a investigar”. Asegura haber escrito esta obra desde el cariño y el respeto: “Yo lo abordo todo con cariño y en la confianza de que la unción me acompañe y no desmerezca demasiado del modelo al que quiero escudriñar”.
La ilustración de la portada, que representa a Santo Domingo, es un dibujo de Ángel Medina, dominico terciario y pintor.
Clave novedosa
El libro comenzó a gestarse en 2016, en el octavo centenario de la fundación de la Orden, y ve la luz ahora. “Sobre Santo Domingo ya lo hemos leído todo, ya lo sabemos todo, ¿quién puede decir algo nuevo?”, se pregunta el propio autor.
Sin embargo, él ha dado con una clave novedosa en la literatura dominicana: ir más allá de los dones, que se han abordado en otras ocasiones, y prolongar hacia los frutos, carismas y bienaventuranzas.
“Espero que este libro ayude a muchos a conocer mejor la enorme personalidad carismática que albergaba su cuerpo magro y musculoso pero desgastado totalmente ya a los cincuenta años por Dios y por la Orden”, añade Villarroel.
Un libro con tres partes
La obra consta de tres partes. En la primera, Villarroel habla de los dones, un tema que pertenece a un rango altamente espiritual pero que no es ajeno a la Orden.
Se repasa el contexto histórico y cultural de la figura de Domingo y de los inicios de la Orden, y la inigualable aportación de Tomás a la teología, para adentrarse a continuación en los dones del Espíritu Santo como potencias motoras para acercarse a Dios y las virtudes teologales: sabiduría, inteligencia, ciencia, consejo, piedad, fortaleza, temor de Dios…
En la segunda parte se trata el asunto de los carismas. A diferencia de los dones, que son personales y sirven para el perfeccionamiento del creyente de manera individual, los carismas se dan para el bien común.
“Si Santo Domingo no hubiera sido una personalidad carismática, no nos hubiera trasmitido vida, ni la predicación en su boca tendría sentido alguno”, considera el autor. “La predicación, la intercesión, la sanación, el espíritu profético y tantos otros carismas fueron el vehículo para llegar al pueblo y sentirlo como algo vivo en su corazón”.
En la tercera parte se explica el fruto como aquello que tiene “un gozo o un disfrute o un gusto”. En Domingo, los gozos son los que provenían de los frutos gratuitos del Espíritu: la virginidad; la paz disfrutada al entregar al Espíritu Santo el inicio y la configuración de la Orden, la amistad con los demás, incluidas algunas mujeres; la “incorrupción de la carne”; la fe; la relación con la Virgen María, “su compasión, su amabilidad, sus lágrimas, su fuego en la predicación, su alabanza nocturna, su entrega durante el día al prójimo, su pobreza…”.
“Todas estas cosas son en él frutos del Espíritu porque, aunque su cuerpo sufriera, su espíritu se gozaba en todo ello a causa de Jesucristo, que era lo que él anhelaba por encima de todo”, asegura Villarroel.
Sobre el autor
Jesús Villarroel Fernández (Tejerina, León, 1935) es sacerdote dominico. Realizó los estudios de filosofía en Ávila y la teología en Alemania y Suiza, y obtuvo el doctorado de filosofía en la Universidad de Santo Tomás en Roma.
Durante mucho años fue profesor en los institutos de Filosofía y Teología de los Dominicos de Madrid y algunos cursos en la Universidad Pontificia de Salamanca. Dentro de la Orden dominicana ha sido prior y superior de varios conventos, así como formador.
Además, ha desempeñado diferentes labores pastorales en varias parroquias de Madrid. También ha trabajado con intensidad, durante 43 años, en la Renovación Carismática Católica, sobre todo en la predicación, y durante ocho años en la coordinadora nacional.
Ha publicado varios libros en los que recoge la experiencia espiritual que el Espíritu le ha regalado a la Iglesia por medio de la predicación de la gratuidad de la salvación como don de Dios.
Fuente Religión Digital
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