“Covid-19 deja en evidencia la precariedad de las travestis y trans en las cárceles”
En la Unidad Penitenciaria N°2 de Sierra Chica, en la provincia de Buenos Aires, las trans y travestis privadas de su libertad tienen seis máquinas de coser. En estos días se dedican a fabricar barbijos para el personal de la penitenciaria a cambio de unas horas de sol en el patio.
Esta es una de las tantas vulnerabilidades a las que la población trans en situación de encierro se ve expuesta ante la crisis del Covid-19. De por sí, y según datos arrojados por un informe realizado por Otrans en 2019, el 82% de las personas travestis y trans entrevistadas no tenía antecedentes previo a su condena. La mayoría de las mujeres trans privadas de su libertad son migrantes (principalmente de Perú y Ecuador), con un porcentaje cada vez mayor sostenido, en gran parte, por detenciones arbitrarias. En este contexto, el 73% de las travestis y trans en cárceles bonaerenses padece algún tipo de enfermedad.
“Desde antes de esta pandemia, nosotras venimos denunciando la falta de acceso a la salud y a la alimentación, y cómo se complejiza con gente con enfermedades crónicas,” explicó Claudia Vásquez Haro, presidenta de Otrans, a Presentes. “El miedo de ellas es qué pasaba con los alimentos con la visita restringida. Ahí lo que hicieron fue generar un mecanismo de cuidado: no recibimos visitas, priorizamos la salud.” Sin embargo, continúa Vásquez Haro, tanto la comida como el acceso a la salud siguen siendo un problema, que se ve agravado por la imposibilidad de las visitas que suelen contrarrestarlos.
Por su parte, César Bisutti, integrante del programa “Género, sociedad y universidad” de la Universidad Nacional del Litoral y trabajador del Comité Contra la Tortura de la Comisión Provincial por la Memoria, hace hincapié en la complejidad de cumplir con las indicaciones de salubridad durante el período de cuarentena viviendo en una penitenciaria de la provincia de Buenos Aires, donde el hacinamiento es un problema hace años. “En una celda pensada para 2 personas donde hay 16 y para dormir hay que hacer tetris, imaginate pensar distancias,” dijo Bisutti a Presentes. “El aislamiento social es una utopía, y la posibilidad de discutir sobre salud integral en estos espacios es un oxímoron, una contradicción en sí misma.”
Lo que deja en evidencia el virus
Bisutti explica que esta situación nos permite “recuperar cómo es el encierro de mujeres y de compañeras travestis y trans, y cómo el aislamiento y la precariedad pueden repercutir en eso.” Las condiciones en las que se encuentran no solo son precarias en términos de salud y alimentación, sino que el trato que reciben también se ve fuertemente atravesado por la discriminación por su identidad de género. Tanto es así que en mayo de 2019, la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) una cautelar denunciando las pésimas condiciones sanitarias a las que era expuesto el colectivo trans en las cárceles de la provincia de Buenos Aires. El ejemplo más claro de las consecuencias de este maltrato es el de Mónica Mego, quien quedó parapléjica luego de que se le negara acceso a la salud durante seis meses.
“El Covid-19 vino a interpelar toda la estructura sanitaria y a dar cuenta de la importancia del rol del Estado gestando y coordinando la política pública en materia de asistencia, prevención y abordaje de la pandemia,” explicó Bisutti a Presentes.
Reclamos a provincia de Buenos Aires
Vásquez Haro, por su parte, expresó una preocupación similar por la necesidad de un Estado presente no solo dentro del sistema penitenciario, sino también por fuera. “El 95% de las travestis y trans en La Plata se encuentran en situación de prostitución, y si no pueden salir a la calle, no comen,” comentó. “El Estado tiene que aparecer.” El aumento en el encarcelamiento de mujeres trans y travestis se debe, en palabras de Bisutti, debido a “procesos como la criminalización del trabajo sexual y de la economía informal, la falta de perspectiva de género en las decisiones judiciales y la feminización de la pobreza.” Así, situaciones críticas como la pandemia que hoy afecta al mundo entero no hacen más que poner en evidencia las carencias y violencias que diariamente ejerce el servicio penitenciario sobre su población más vulnerable.
Por ahora, un comunicado publicado el 25 de marzo por la Procuración Penitenciaria de la Nación aseguró que se establecieron guardias domiciliarias con el fin de atender a “pedidos de arrestos domiciliarios y libertades, con prioridad a las personas que se encuentren en los grupos de riesgo. Ello a los fines de garantizar el cuidado de la salud, promoviendo además la descongestión de los espacios carcelarios y el seguimiento de aquellos casos más urgentes.” Allí se listan números de contacto para realizar dichas demandas.
Campaña solidaria
En vistas del cuidado no solo a las compañeras en la población carcelaria sino también a la sociedad en su conjunto, desde Otrans lanzaron una campaña solidaria titulada “Nos cuidamos entre todes”, en las que piden donaciones de alimentos no perecederos, para compensar por aquellos que suelen recibir de sus visitas, y tela de tipo friselina hidrófuga o quirúrgica, para que puedan confeccionar barbijos para ellas y para sus compañeras. Como explicó Vázquez Haro a Presentes, se trata de “poner en valor nuestras redes de contención y políticas del cuidado”. Todxs aquellxs interesadxs en donar, pueden comunicarse con contactootrans@gmail.com
Fuente Agencia Presentes
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