Inmigrantes homosexuales y trans que viajan en la caravana de migrantes hondureños piden ayuda a la comunidad LGBT de México
Los activista LGBT José Vázquez y Mavisa, quienes viajan en la caravana de migrantes hondureños | EFE
En la marcha de migrantes centroamericano con dirección a Estados Unidos, se ha formado un grupo LGTB, que ha pedido ayuda a la comunidad LGTB de México, por la discriminación que están sufriendo tanto de las autoridades migratorias como de integrantes de la caravana.
La caravana está formada por más de 2.500 personas, en aumento según avanza, y de las personas del colectivo LGTB que hay, estas han decidido unirse en un grupo. Todas estas personas están huyendo de la fuerte represión y discriminación que sufren por su orientación sexual e identidad de género.
Todavía en algunos países centroamericanos y del sur, el colectivo LGTB es fuertemente perseguido.
“Venimos huyendo de nuestro país de origen porque allá no se puede vivir como lo que somos. Como persona de la comunidad LGTB no puedo vivir en mi país. Tengo que dejarlo por falta de oportunidades, por discriminación”, ha señalado Efe Mavisa en una entrevista, una chica trans de la caravana.
La propia Mavisa espera poder llegar a Estados Unidos, después de atravesar México. Nueve de cada diez migrantes LGTB de los países centroamericanos Honduras, Guatemala y El Salvador, huyen de la violencia sufrida por su orientación sexual e identidad de género, tal y como indica la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados.
Mavisa, como el resto del grupo LGTB, confía en la comunidad LGTB de México y del presidente del país, Andrés Manuel López Obrador, para recibir algún tipo de ayuda. Por ahora se ha ofrecido asistencia médica, albergue y más de 4.000 ofertas de empleo en el sur del país. Pero las autoridades migratorias han informado que México está promoviendo empleos en los países centroamericanos de los que esta gente está huyendo.
Esto ha provocado miedo en las personas que forman la caravana, puesto que se les esta insinuando en volver a sus países, de los que están huyendo.
“Les pido al pueblo mexicano, al presidente, que nos abra las puertas a nosotras, de la comunidad LGTB, y a las demás personas que vienen en la caravana porque estamos haciendo un gran sacrificio, venimos caminando desde nuestro país”, indica Mavisa.
Dentro de la caravana hay quienes prefieren quedarse en México que llegar a Estados Unidos, como Pedro, un guatemalteco gay de 22 años que partió en otra caravana migrante, en 2018, y sufrió una deportación porque un juez estadounidense le negó refugio. “Estados Unidos, para mí, de pasar a ser el sueño americano se convirtió en la peor pesadilla que me pudo haber pasado. Estuve nueve meses en una detención donde sufría acoso sexual, no solo de mis compañeros, de los oficiales, los agentes de ICE (Servicio de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos)”, relata.
En uno de cada cuatro casos de acoso y abuso sexual de agentes migratorios en centros de detención de Estados Unidos la víctima es una persona trans, afirma el Centro Nacional de Justicia para el Inmigrante de ese país, que advierte que la cifra podría ser mayor si se conociese el número de víctimas homosexuales.
Con estos datos y su experiencia en mente, además de la discriminación que sufre en su propia familia, Pedro preferiría residir en alguna entidad mexicana y recibir orientación de las agrupaciones mexicanas de diversidad sexual. “Conozco a mucha población LGBT y casi todos tenemos ya la visión en México. Sí me gustaría que de una u otra manera nos pudieran apoyar. Es bastante difícil porque caminando en este grupo incluso recibimos ofensas, recibimos a veces insultos de nuestros mismos compañeros”, declara.
José Vázquez también se unió a esta caravana -que salió el miércoles pasado hacia la frontera con Guatemala después de una convocatoria en redes sociales- para escapar de las amenazas de muerte de los grupos criminales, pero también del odio de la sociedad. “Las pandillas son demasiadas y aquí mismo en la caravana sufrimos maltratos, y pues igual donde vivimos. La gente a las pandillas las toma como algo normal y a nosotros como algo que no puede estar en la sociedad”, expone.
Pese la situación particular que afrontan los migrantes LGBT, Vázquez recuerda que comparten con los otros centroamericanos la necesidad de encontrar un empleo. “Vamos muchos compañeros más, casi todos por lo mismo, no hay oportunidades de empleo, la discriminación hacia nosotros es bastante y pues vamos en busca de una oportunidad para vivir mejor, o sea, no vamos con la intención de hacerle daño a nadie, simplemente vamos con la intención de trabajar”, reflexiona.
Fuente Público
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