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“El dinero como Dios”, por Jose Ignacio González Faus sj.

Miércoles, 11 de febrero de 2015
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money_560x280Leído en su blog Miradas Cristianas:

“Todas las funciones que antaño desempeñaba Dios las desempeña hoy el dinero”

“El capitalismo es una religión sólo de culto: sin dogmas ni moral”

“Nuestro sistema es incapaz de crear empleo y reparte injustamente la riqueza y los ingresos”

“Según Lutero, la comunidad cristiana debería ser un ámbito donde no rigen las leyes de la economía monetaria”

Hace casi cien años, Walter Benjamin redactó una nota titulada “Capitalismo como religión”: el capitalismo funge religiosamente porque se presenta como “experiencia de la totalidad”. Pero es una religión sólo de culto: sin dogmas ni moral. Ese culto se lleva a cabo mediante el consumo, empalmando con la tesis marxiana de la mercancía convertida en fetiche mientras al trabajador se le convierte en mercancía. Es además una religión de culto continuo en la que todos los días son “de precepto”. Y de un culto culpabilizador (en alemán Schuld significa a la vez deuda y culpa: por eso, según Benjamin, vivir con una deuda equivale a vivir con una culpa. Curiosamente en el arameo de Jesús sucedía algo parecido: la palabra schabq significa a la vez el perdón de los pecados y la remisión de las deudas).

dios-dinero2.- Toda religión tiene un dios. Hacia 1936, Keynes, en su Teoría general del empleo, el interés y el dinero, habló del dinero como dios: todas las funciones que antaño desempeñaba Dios las desempeña hoy el dinero. Keynes subraya que no habla simplemente de la riqueza sino del dinero contante y sonante (la liquidez), que permite la disponibilidad inmediata y la especulación. Ese dinero: a) da seguridad y garantiza el futuro: valen de él aquellas palabras del salmista: “te amo, Señor, tú eres mi roca, mi fortaleza”. b) Da seguridad porque es todopoderoso y omnipresente: no hay nada que no pueda conseguirse sin él Finalmente c) el dinero es fecundo: en el capitalismo financiero el dinero ya no se usa como medio para crear riqueza sino que él mismo produce más dinero: “especular resulta entonces más lucrativo que invertir” (por eso los Bancos ya no dan créditos). A todo ello podríamos añadir d) que hoy que el dinero también es invisible, como Dios, a pesar de su poder y su omnipresencia. Resumiendo: si el dinero es el último punto de referencia, bien se puede hablar de él como “el ser necesario” (clásico término metafísico para designar a Dios).

Walter BenjaminWalter Benjamin

3.- Todo eso pone de relieve la no-neutralidad del dinero que ya no es un mero instrumento práctico de intercambio, como pretenden los teóricos neoliberales. Plantea además una pregunta muy seria sobre la legitimidad del préstamo a interés, cuya historia tiene tres etapas: a) Tanto en la Biblia como en el mundo grecolatino era considerado inmoral: Aristóteles calificaba la usura como el más bajo de los vicios, comparándola al proxenetismo que aprovecha la necesidad del otro para el enriquecimiento propio. Si pido prestado un kilo de patatas no es lícito que me obliguen a devolver kilo y medio. ¿Por qué habría de ser lícito si pido dinero en vez de patatas?

b) En los albores del capitalismo, el dinero se convierte en una ocasión para crear riqueza: si te presto un dinero evito comprarme con él un campo que podría cultivar, o montar una pequeña industria. En ese sentido el préstamo me priva de un beneficio y parece legítimo que, al devolverlo, se me dé alguna compensación por esa ganancia perdida.

John-Maynard-Keynes-007John Maynard Keynes

c) Con la economía especulativa financiera, la cosa vuelve a cambiar: el dinero ya no es una oportunidad para que yo cree riqueza, sino que él mismo es fecundo: con menos riesgos y con porcentajes de ganancia más altos. Eso será una gran mentira, pero “funciona” hasta que estalle la crisis. Pues bien: así como, en los comienzos del primer capitalismo no se vio que el préstamo a interés cambiaba de significado y siguieron prohibiendo, así ahora tampoco se ve que, en el capitalismo financiero, el interés vuelve a cambiar de significado, y se lo sigue permitiendo. Según la tesis de Benjamin del capitalismo como religión de culpa, ahora el interés viene a ser respecto del préstamo lo que es la penitencia respecto de la culpa.

Dejemos ese problema para el futuro y volvamos a Keynes. De lo antedicho deduce él que nuestro sistema tiene dos grandes defectos: es incapaz de crear empleo y reparte injustamente la riqueza y los ingresos. ¿Dos defectos o dos desautorizaciones totales?.

3.Lucas Granach. Retrato de Martin Lutero.10cmLucas Granach. Retrato de Martin Lutero.

4.- Todo lo antedicho nadie lo percibió con tanta claridad como Lutero, cuando ya iba amaneciendo el capitalismo. Creer en Dios es confiar en Él, pero nosotros hemos sustituido la confianza por el culto: confiamos nuestro futuro al dinero, y a Dios le hacemos procesiones y templos que “no llegan hasta el cielo”. Por eso, en su Gran Catecismo, Lutero trata del dinero al comentar no el séptimo mandamiento sino el primero: porque el dinero es “el ídolo más común en la tierra”. Según Lutero, la comunidad cristiana debería ser un ámbito donde no rigen las leyes de la economía monetaria. Los cristianos deberían manifestar al Dios verdadero con su conducta en cuestiones económicas. Por eso añade: “siempre he dicho que los cristianos somos gente rara en la tierra”. Pero esa rareza permite comprender que la frase de Jesús (“no podéis servir a Dios y al dinero”) tiene una traducción laica bien clara: no podéis servir al hombre y al dinero.

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“Corrupción y religión”, por José María Castillo, teólogo

Lunes, 29 de diciembre de 2014
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corrupcion5Leído en su blog Teología sin Censura:

El reciente informe de la Unión Europea sobre la percepción que se tiene, en ciudadanos y empresas, sobre la corrupción en los distintos países de Europa, sitúa a la cabeza de los países corruptos a Italia y España, mientras que, por el contrario, los países menos corruptos, en cuanto se refiere a la gestión de la economía, son los países del norte de Europa.

En cuanto, hace pocos días, leí los resultados de este Informe, me vino a la memoria el conocido estudio de Max Weber, La Ética Protestante y el espíritu del capitalismo. Como es sabido, Weber defiende en este libro que “el afán de lucro” y la “tendencia a enriquecerse” nada tienen que ver con el capitalismo. Weber estaba convencido, hace un siglo, de que la “mentalidad económica” y el “ethos” [talante] económico son convicciones y pautas de conducta que están determinadas sobre todo por “la ética racional del protestantismo ascético”. Y destacaba las conexiones que las religiones más importantes tienen con la economía y la estructura social del medio en el que viven.

Yo estoy persuadido de que Max Weber no escribiría hoy este libro tal como lo escribió en su tiempo. Entre otras razones, porque el capitalismo de ahora no es como el que Weber conoció. Ni la religión que se practica ahora es como la que se practicaba a finales del s. XIX.

Sin embargo, hay un hecho patente que está a la vista de todos. Exactamente lo mismo, a comienzos del siglo XXI que a finales del XIX, los países de tradición católica son los más corruptos y los más castigados por la crisis económica (países del Sur), al tiempo que los países de matriz protestante (países del Norte) son los más desarrollados y los que han superado la crisis más rápidamente y mejor. Como es lógico, estas cosas no ocurren por casualidad. Alguna relación tiene que haber entre “economía” y “religión”. Lo que, en este momento, equivale a preguntarse: ¿tendrá algo que ver la religión con la corrupción económica?

No voy a ponerme a indagar – una vez más – en qué consiste exactamente el espíritu de la “ética protestante”. Sobre eso se han escrito bibliotecas enteras. Y ya sabemos lo que da de sí este asunto. Por eso yo me he puesto a darle vueltas a esta cuestión, repensando este enorme problema desde otro punto de vista. Hay un hecho que, por otra parte, no deja de llamar la atención. Me refiero a una cosa que ve cualquiera. “Gente religiosa”, “gente de derechas” y “gente capitalista” son expresiones que, con relativa frecuencia, suelen coincidir en las mismas personas y hasta en las mismas instituciones o grupos humanos. Pero coinciden solamente cuando la religión apoya el capitalismo y se pone de parte de la gente de derechas. Si se trata de una religión que, por lo que sea, no es incondicionalmente aceptada por los ricos, ese tipo de religión no tarda en caer en desgracia. Lo que ha pasado con la teología de la liberación es el ejemplo más claro que tenemos, en la Iglesia, de que las relaciones entre “religión” y “economía” son buenas y fluidas cuando, en definitiva, la religión se pliega a las exigencias del capitalismo financiero, con las consiguientes condiciones que impone la banca, etc, etc.

¿Qué hay detrás de todo esto? Por lo que yo he podido averiguar, hasta este momento, el factor determinante en este oscuro asunto es la profunda y extraña conexión que existe entre los “rituales” y la “ética”. Una conexión que se comprende en cuanto uno se da cuenta de que el comportamiento de una persona religiosa está más determinado por el “rito” que por el “ethos” (W. Burkert, B. Lang, G. Theissen). Es decir, la gente religiosa se aferra más a la observancia de los rituales sagrados que a la honradez sin fisuras de la conducta de un buen ciudadano. ¿Cómo se explica que haya tantos ricos capitalistas que se quedan tranquilos con su misa y sus rezos, cuando ellos son los primeros que saben que no pagan los jornales que tendrían que pagar? ¿Qué explicación tiene que haya obispos con palacios y coches de lujo, que se quedan tan tranquilos sabiendo que en su diócesis hay miles de criaturas que se acuestan sin cenar? ¿Cómo es posible que la Jerarquía eclesiástica (con sus clérigos, frailes y monaguillos) siga aferrada a sus exenciones fiscales y privilegios económicos, en una sociedad en la que cada día echan de sus casas a tantas familias que no han hecho otro mal que quedarse sin trabajo?

La observancia ritual es un asunto peligroso
. Porque el rito fielmente observado tiene el efecto diabólico de tranquilizar la conciencia. Por eso hay tanta gente a la que le va divinamente con los bautizos, las bodas (de iglesia), los funerales con misa, la cofradía, la romería, la promesa, el escapulario y la estampa. De manera que todo eso, sin saber cómo ni por qué, se condimenta admirablemente con la tacañería a la hora de pagar el sueldo o el jornal, hacer la declaración de la renta, tener a “la muchacha” de la limpieza apuntada en el “seguro” y, si se trata de gente de poder y gobierno, no tienen empacho en defender y aprobar leyes que hunden a tantas criaturas en la miseria y la desesperación.

¿Se puede asegurar que existe una misteriosa y tremenda conexión entre religión y corrupción? Ahí están los hechos. Y que cada cual responda, no asegurando “yo tengo la conciencia tranquila”, sino preguntando a quienes conviven a tu lado qué piensan de todo esto.

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