Cantar de cantares
Del blog Nova Bella:
Sin poesía no se puede vivir y mucho menos amar.
Gracias a Dios hay poesía en la Biblia:
son tus dientes un rebaño esquilado
recién salido de bañar.
*
Danielle Garrone
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Del blog Nova Bella:
Sin poesía no se puede vivir y mucho menos amar.
Gracias a Dios hay poesía en la Biblia:
son tus dientes un rebaño esquilado
recién salido de bañar.
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Danielle Garrone
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La petición de un prólogo me brinda la ocasión de saborear de nuevo el Cantar de los cantares, modismo superlativo para decir “el canto más bello” o “el mejor cantar”. Pido disculpas por hablar de cosas tan sublimes mientras en el mundo aumentan los dramas y los grandes medios nos siguen ocultando tantos graves desórdenes con la excusa de Cataluña.
Es un librito maravilloso de apenas 10 páginas, sin firma de autor ni fecha de composición. Es de todos los tiempos y todos a nuestra manera somos su autor. Un librito sorprendente desde sus primeras palabras: “¡Que me bese con besos de su boca! Son mejores que el vino tus amores”. Este preludio se desarrolla a lo largo de todo el poemario, delicado y atrevido, erótico y natural a la vez, que habla sin pudor ni morbo de pechos y de sexo, de cuerpos que se funden, de “licor de granadas”.
Es sorprendente que forme parte de la Biblia judeo-cristiana este librito donde no encontramos ninguna referencia “religiosa”, y donde la palabra Dios brilla por su ausencia y solo una vez se emplea el adjetivo divino en una expresión metafórica referida a la pasión sexual: “llamarada divina”. Pero el Dios Ausente brilla en el libro más que ninguna llama, más que la misma Zarza ardiente del Horeb.
No todos supieron ni aciertan todavía a verlo de este modo. Llaman Dios a lo que no es mundo, o llaman amor a lo que no es eros. Cuando estas dicotomías empezaron a imponerse, ya en la Antigüedad, hubo maestros judíos que juzgaban el poemario como demasiado carnal y profano, indigno de formar parte de un libro divino o revelado, pero se impuso la sabiduría espiritual: un concilio de rabinos, a finales del siglo I, dictaminó que el Cantar más bello formaba parte de su libro más sagrado.
A pesar de ello, tanto entre los teólogos judíos como entre los cristianos, durante muchos siglos, casi siempre se hizo una lectura dualista, marcada por una espiritualidad desencarnada. Se enseñó que no era un libro revelado por ser un canto al amor humano, sino por ser alegoría del amor divino: el amor entre las divinidades Baal y Astarté, o entre Dios e Israel, o entre Cristo y la Iglesia, o entre Dios y el alma. Como si cupiera un amor humano que no sea divino, o un amor divino sin cuerpo.
Hoy no caben tales dicotomías. Dios es el Fondo o el Misterio Fontal de todo lo que es, la entraña o el Misterio entrañable de toda vivencia humana. Dios y el amor humano, con su erotismo necesario, no son dos. Tampoco son uno, pues nuestro amor no es todavía sino un germen del Amor. Dios es el Amor primero sin segundo, en el que brota y florece y fructifica el pequeño amor de cada día, tan incipiente y limitado, y a pesar de ello sacramento y profecía del horizonte del Amor que nos atrae al Infinito.
Quien ama, vive. Quien vive, es en Dios, Vida que alienta en cuanto es, que mueve, une y transforma todo, desde los átomos a las galaxias, el universo entero, los diversos universos si los hay. El amor es la plenitud que vibra en todo o que emerge de todo: la partícula desconocida y el átomo, la neurona y la hormona, el gen y la cultura. El cosmos entero está como atravesado por un Eros universal irresistible.
También en el Cantar, el amor es todo el cosmos, la naturaleza entera con todas sus plantas y animales, aromas y sabores, la humanidad entera con sus relaciones, instituciones, lugares, orientaciones de género e identidades sexuales. El amor, siendo tan frágil e inacabado, lo es todo. Y a quien ama y se siente amado nada le falta.
¿Nada le falta? Cuenta Viktor Frankl que una mañana de invierno, en un campo de concentración nazi, marchando a trompicones a su trabajo forzado, se le volvió más real que nunca la presencia de su mujer, deportada a otro campo, de la que ni siquiera sabía si vivía. Y comprendió mejor que nunca el Cantar de los cantares. Comprendió que “la salvación del ser humano está en el amor y a través del amor”. Supo y sintió que el ser humano, desposeído de todo, puede ser plenamente feliz. Le basta amar, porque “el amor –como dice el Cantar– es más fuerte que la muerte”.
“Llévame contigo”, “grábame como un sello en tu brazo”. Que el Amor tome cuerpo, se haga carne en nosotros.
Fuente Religión Digital
De su blog Homoprotestantes:
El libro del Cantar de los Cantares es una joya incómoda dentro de la Biblia, su inclusión dentro del Canon generó más discusiones y enfrentamientos que el actual debate sobre la inclusión de las personas LGTBI dentro de la Iglesia. Quizás sea por eso que nos encanta, que le tenemos cariño, que lo consideramos uno de los libros “más nuestros”, más Queer, y por tanto más frescos y transgresores. “Mi amado es mío y yo soy suyo”, y por mucho que se les atragante a algunas y algunos, abrimos bien la boca para decir: “A su sombra deseada me siento y su fruto me es dulce al paladar”.
Intentos de domesticar y adecentar el Cantar ha habido siempre, quizás el más burdo e infantil lo encontramos todavía en algunas traducciones como la Reina-Valera 1995 donde a los amantes se les etiqueta como esposo y esposa. Y es que no es decente eso de que una joven Sulamita se lleve al amado a la habitaciones de su madre, y le invite a comer lo frutos exquisitos de su jardín sin antes haber pasado por el altar. El precio que tuvo que pagar el cantar para ser aceptado como un libro tan inspirado como los demás, fue el de la obligatoriedad de ser interpretado alegóricamente. Y de interpretaciones alegóricas y absurdas sobre nuestros deseos y afectos sabemos mucho las personas LGTBI. Tras relaciones que nuestro entorno etiquetaba como “amigos como hermanos”, “solteronas que comparten piso”, “compañeros de seminario” o “primas inseparables”; se escondían dulces caricias, besos que saben a miel, ropas que caían al suelo, y pasión en lugares inconfesables. Por eso el Cantar es nuestro, porque habla de nuestra experiencia, de cómo nuestros deseos tan fuertes y reales como los del resto, fueron desdibujados o directamente borrados para que pudiésemos seguir formando parte de los entornos donde nacimos.
Si los defensores del conservadurismo heteropatriarcal más recalcitrante imponen lecturas literales y homófobas de la Biblia, en el Cantar de los Cantares se rinden a los encantos de la alegoría. Una muestra más de que son unos reprimidos sexuales en toda regla, incapaces de entender el sexo y el placer como un verdadero regalo divino. Y es que el Cantar nos habla de eso, de dos personas que quieren estar juntas, que se buscan para disfrutar de todos los placeres posibles sin la necesidad de que la religión, la ley, la procreación, o la sociedad les dé su visto bueno. Dos personas libres y adultas que quieren disfrutan del sexo y del amor plenamente, y que saben, como todas aquellas personas que han decidido dejarse abrasar por el deseo, que la pasión es insaciable como el abismo y que ni las aguas más caudalosas pueden apagar el amor.
“Bésame con esos besos tuyos, son mejores que el vino tus caricias” le dice la Sulamita a su amado. Y nos encanta escucharle decir eso, porque el resto de mujeres que aparecen en la Biblia no dicen cosas así. La Sulamita es una de las nuestras, no es la mujer virtuosa que claudica a los roles de género que le imponen en su sociedad. No está al servicio de la procreación, de la generación de mano de obra para que la economía familiar prospere. No se somete al varón, ella es libre y habla con su amado tratándole de tú a tú; su amor se da entre iguales. Y si él no quiere pasar la noche entre sus pechos, quizás ella decida irse tras los rebaños de sus compañeros, porque es como una yegua en medio de los sementales que tiran del carro del Faraón.
Jamás he leído o escuchado a nadie insinuar que el Cantar fuera escrito por una mujer, la autoría masculina es la posición unánimemente aceptada. Pero cuando se habla de autoría se está pensando siempre en el redactor del Cantar, en la persona que recogió los distintos poemas procedentes de contextos, épocas y lugares distintos e intento componer con ellos una obra con cierta coherencia. ¿Hay en esos poemas anteriores rastros de voces que no encontramos en otros libros de la Biblia? ¿Hay huellas de deseos no normativos? ¿Podremos escuchar tras la Sulamita la voz de quienes no tienen voz en la Biblia?
La respuesta a todas esas preguntas entran en el campo de la teología-ficción, la misma teología-ficción con la que algunos respetables rabinos, y posteriormente teólogos, dijeron ver tras los enamorados al pueblo de Israel y a Yahvé, a la Iglesia y a Dios, a Cristo y la Iglesia, a Cristo y el alma, a Dios y María… Una lista inacabable de identificaciones que no se resentirá si le añadimos una más, una que esté basada en nuestra experiencia como personas LGTBI en busca de liberación. Porque hay veces que uno casi sin proponérselo, cree ver tras la amada la experiencia de muchas mujeres que vivieron oprimidas hace miles de años, mujeres a las que se intentó silenciar pero que supieron abrirse paso en un mundo patriarcal para decir que querían ser libres, que deseaban tener relaciones en pie de igualdad con el hombre al que amaban, y que no querían ser simples objetos a merced de los deseos y necesidades de su amo. Pero hay otras veces, en la que tras los versos del Cantar escuchamos la experiencia de mujeres que amaban a otras mujeres pero no pudieron nombrar lo que deseaban y fueron obligadas a vivir mintiendo bajo una máscara heterosexual para no levantar sospechas. Mujeres que con su manera descarada y atrevida de dirigirse a los hombres, se revelaron para decir que ellas no seguían la norma, que a pesar de todo, no se sometían completamente al poder heteropatriarcal.
Me resisto a ver tras la Sulamita sólo una proyección de los deseos de hombres heterosexuales, y es por eso que quizás ingenuamente intento encontrar también la voz de hombres que se pusieron en el lugar de las mujeres que habían amado para entender que sentían y cuales eran sus deseos. Hombres que se enamoraron de mujeres libres que les decían lo que pensaban, lo que les gustaba y lo que no, lo que les hacía gozar y lo que les aburría. Me niego a creer que tras los versos del Cantar no se almacena alguna de estas experiencias. Pero me parece evidente también, que hace miles de años los hombres que se enamoraban de otros hombres podían escribir versos como: “Ven, amor mío, corramos al campo a pasar la noche bajo los mirtos”. Y para poder expresar sentimientos como estos algunos tuvieron que pagar el precio de negar su identidad. Hombres que buscaron subterfugios para dejar constancia de lo que sentían, de la pasión que albergaban. Hombres que buscaron caminos de liberación y se preguntaron cómo era posible “despreciar a quien da por amor cuanto tiene”. Que buscaron por las noches en sus camas al amor de su vida, y por el día se hicieron pasar por hermanos para poder besarse y abrazarse sin que los culparan. Hombres que pidieron a sus amados que les pusieran como un sello sobre su corazón, y que reconocieron que su pasión era tan insaciable como el fuego divino.
Leer el Cantar de los Cantares es abrirse al deseo de liberación que muchos seres humanos tienen y han tenido a lo largo de la historia. El pueblo judío lee este libro en público durante la fiesta de Pésaj que recuerda su salida de Egipto, su liberación de la esclavitud por parte de Yahvé. Y para las personas LGTBI el libro del Cantar puede ser también un lugar de liberación que nos invita a expresar nuestros deseos libremente y dejar atrás los tabús para vivir y disfrutar con las personas que amamos. Porque aunque los guardias que patrullan nuestras iglesias y teologías no quieran decirnos donde está nuestro amado, aunque se atrevan a agredirnos por no seguir sus normas y leyes, el Cantar nos anima a levantarnos y gritar a quienes nos escuchan, que si encuentran a nuestro amado le digan: que estamos enfermos de amor.
Carlos Osma
Del blog Pays de Zabulon:
¡Mi amado, aquí viene!
En la noche, busqué
al que mi corazón ha elegido
Le agarré y no lo soltaré,
Yo sé que mi felicidad es él.
En los lugares escarpados,
siempre me sigue con su mirada.
(..)
Ahí viene, SALTANDO
Sobre las altas montañas
Mi Amado me habla y dice:
“¡No temas amigo mío
y ven!”
Es su voz la que me llama:
“Ábreme porque la noche huyó,
llegó el tiempo de las canciones
al jardín de noche”
*
Por la noche yo dormía
pero mi corazón estaba despierto
es la voz de mi amado que sube del desierto
mi alma estremécete
(…)
Aquí viene SALTANDO´
Sobre las altas montañas
Mi Amado me habla y dice:
“¡No temas amigo mío
y ven!”
Es su voz la que me llama:
“Ábreme porque la noche huyó,
llegó el tiempo de las canciones
al jardín de noche”
*
(Del Cantar de los Cantares)
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31 DE AGOSTO DE 2014, EE.UU.
DIOS Y EL CANTAR DE LOS CANTARES
El contenido versará sobre el diseño original de Dios para la sexualidad desde una perspectiva bíblica. “Queremos proclamar con valentía las escrituras, y que el sexo es maravilloso y hermoso, pero sólo en el diseño original de Dios.”
Sobre las críticas recibidas por parte de otros líderes cristianos que piensan que la publicidad puede ser malinterpretada, el pastor Tim Walker aseguró: “Realmente ,a nosotros no nos inquieta la reacción negativa. Lo pensamos muy a fondo antes de ir adelante con este proyecto”.
Aunque los pastores son jóvenes, están teológicamente muy formados. Nichols realiza su doctorado en el Baptist Bible Seminary, y otro de ellos –Walker- tiene la licenciatura de la Universidad Bíblica Bautista.
Pueden leer aquí una entrevista a los líderes de la Restored Church sobre la campaña ‘I love sex: God’ (en inglés, The Christian Post)
Recordatorio
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