Del blog de Xabier Pikaza:
Dom 2 Adviento. Ciclo b. Mc 1, 1-8 La primera candela fue el pueblo judío, el camino de los profetas. La segunda es Juan, el último mayor de los profetas, testigo y promotor supremo del Adviento y mensaje de Jesús.
Conforme a Lc 1, Juan era de familia sacerdotal, del entorno de Jerusalén, pero dejó el sacerdocio del templo y se educó en el “desierto”, como los esenios de Qumrán (aunque quizá no con ellos).
Era levita, preocupado por el pecado y pureza del pueblo, pero abandonó su posible servicio sagrado, para actuar como profeta.
No aceptó el dominio de la ciudad sobre el campo, ni de los sacerdotes sobre el pueblo, y por eso volvió a los principios de Israel, en el desierto, para denunciar la injusticia imperante,esperando el juicio cercano de Dios, con un mensaje que, según el evangelio de Lucas, se condensa en tres mandamientos de Adviento:
‒ Economía universal: El que tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y el que tenga comida haga lo mismo.
‒ Economía para políticos y administradores. No exijáis nada fuera de lo establecido”
‒ Economía militar: Dijo a los soldados –No uséis la violencia, no hagáis extorsión a nadie, y contentaos con vuestra paga (3, 14).
Buen domingo a todos, con esta segunda “vela”, de velar (estar atentos), con Juan, el último profeta.
Texto base:
Surgió en el desierto Juan el Bautista, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados. Toda la región de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él y, después de reconocer sus pecados, Juan los bautizaba en el río Jordán… Esto era lo que proclamaba: “Detrás de mí viene el que es Más Fuerte que yo. Yo no soy digno ni de postrarme ante él para desatar la correa de sus sandalias. Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo (Mc 1, 1.5.7-8).
Al optar por el desierto, Juan rechaza el modo de vida y las instituciones sacrales de la tierra de Canaán, volviendo al principio de la historia israelita (de Ex a Dt), reuniendo a sus seguidores en la zona de frontera, junto al río, para preparar el juicio de Dios y pasar a la tierra prometida. Mc 1, 6 afirma que él y sus discípulos comían saltamontes y miel silvestre, evocando un ideal de vuelta a la naturaleza, antes que los hebreos entraran en la tierra prometida. De esa forma instaura una comunidad contra-cultural (contra-económica): No compra en el mercado, ni adora en el templo, no acata las normas de pureza de fariseos y qumramitas.
Ese rechazo de Juan y su grupo (no comprar en mercado, no acudir al templo) culmina y se expresa en el bautismo del Jordán, que es un gesto de muerte y nuevo nacimiento: Los liberados del juicio podrán entrar de manera salvadora en la tierra prometida. El texto acentúa su función (¡yo os bautizo…!: Mc 1, 8) y su fuerte personalidad: ha convocado un grupo de seguidores, llevándoles al desierto y bautizándoles en el río de las promesas antiguas, con la certeza de que viene el Más Fuerte, el mismo Dios o su delegado final, en línea mesiánica .
Mensajero del juicio de Dios.
Juan es el profeta del otro lado, ante la gran frontera, pero sin atreverse a pasarla, hasta que Dios abra el río, para que los liberados pasen y tomen la tierra prometida. En el fondo de su gesto late el signo de Josué, la señal de que las aguas han de abrirse, cuando Dios decida, para que el pueblo entre en la tierra (Jos 5). Sólo Dios o su delegado mesiánico (el Más Fuerte) dividirá las aguas, a fin de que los elegidos crucen de la orilla del desierto a la tierra.
Juan creó, según eso, una agrupación de liberados contra-culturales, opuestos al mercado de alimentos (¡no se compran ni venden, se comparten!), portadores de una esperanza de juicio, que se cumplirá cuando Dios abra el río para entrar en la tierra. Entre los que se situaron así, a la orilla del Jordán, dispuestos a escuchar la voz de Dios y pasar al otro lado, estuvo por un tiempo Jesús Galileo, que era quizá ya portador de una esperanza distinta. Pero las aguas no se abrieron y Jesús vino a Galilea, para iniciar un nuevo camino .
((Juan no fue el único en ponerse junto al río, esperando el juicio de Dios y la entrada en la tierra. Unos años más tarde, hacia el 44-45 d.C., se apostó también junto al río otro profeta apocalíptico:
“Siendo Fado procurador de Judea, un impostor de nombre Teudas persuadió a un gran número de personas que, llevando consigo sus bienes, lo siguieran hasta el río Jordán. Afirmaba que era profeta y que a su mando se abrirían las aguas del río y el tránsito les resultaría fácil. Con estas palabras engañó a muchos. Pero Fado no permitió que se llevara a cabo esta insensatez; envió una tropa de a caballo que los atacó de improvisto, mató a muchos y a otros muchos hizo prisioneros. Teudas fue también capturado y, habiéndole cortado la cabeza, la llevaron a Jerusalén” (F. Josefo, Ant XX, 97-98. Cf. Hech 5, 35-36).
En ese contexto puede situarse el milagro de la piscina probática (de ovejas, Jn 5, 1-15), donde se dice que Jesús no necesita un ángel de Dios para mover (dividir) el agua o río, pues él mismo lo hizo, precisamente en Sábado, superando así un tipo de sacralidad ritual israelita)).
La tradición sinóptica ha vinculado la muerte de Juan con su forma de criticar el nuevo matrimonio de Herodes (cf. Mc 6, 14-29). Insistiendo en un rasgo algo distinto, Flavio Josefo (que por otro lado le presenta como un profeta moralista) afirma que fue asesinado porque su mensaje escatológico (y su forma de vivir) podía provocar un levantamiento popular
Juan, de sobrenombre Bautista… era un hombre bueno que recomendaba a los judíos que practicaran las virtudes y se comportaran justamente en las relaciones entre ellos y piadosamente con Dios y que, cumplidas esas condicione, acudieran a bautizarse…, dando por sentado que su alma estaba ya purificada de antemano con la práctica de la justicia. Y como el resto de las gentes se unieran a él (pues sentían un placer exultante al escuchar sus palabras), Herodes, por temor a que esa enorme capacidad de persuasión que el Bautista tenía sobre las personas le ocasionara algún levantamiento popular (puesto que las gentes daban la impresión de que harían cualquier cosa si él se lo pedía), optó por matarlo, anticipándose así a la posibilidad de que se produjera una rebelión… Entonces, Juan, tras ser trasladado a la fortaleza de Maqueronte, fue matado en ella» (Ant XVIII, 116-119).
Josefo le hace así un moralista, parecido a los estoicos y cínicos de su entorno, un predicador de la virtud (cumplir la ley y contentarse cada uno con lo suyo), como supone de manera convergente Lc 3, 10-14. Pero de esa forma no se explicaría su condena, pues todo nos lleva a pensar que Herodes mandó matar a Juan porque tuvo miedo de su protesta social y de su anuncio del Más Fuerte:
Yo os bautizo en agua para conversión. Detrás de mí llega uno Más Fuerte que yo… Tiene el hacha levantada sobre la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. Él os bautizará en Espíritu Santo y Fuego. Lleva en su mano el bieldo y limpiará su era: y reunirá su trigo en el granero; pero quemará la paja en fuego que jamás se apaga (Mt 3, 9-12; cf. Lc 3, 3-9).
Con su gesto (bautismo) y su anuncio, Juan proclama su amenaza final, preparando la llegada del juicio, que es Hacha que corta los árboles sin fruto, Huracán que limpia la era y Fuego que quema la leña inútil y la paja. En esa línea, su bautismo evoca por un lado la muerte (¡todo será destruido!), y, por otro, abre una esperanza de salvación para aquellos que lo reciben, dejando que Juan les introduzca en el río, para renacer de esa forma a la vida que se acerca:
‒ Juan se opone al poder socio-religioso del Templo de Jerusalén, que ha tomado el monopolio de la religión judía. Por eso se distancia del templo y sus ritos, volviendo a la ribera oriental del Jordán, para anunciar e iniciar la nueva entrada en la tierra, en contra de un orden ritual que expulsa a publicanos y prostitutas, a quienes él acoge, como hará Jesús (cf. Mt 21, 31). Leer más…
Biblia, Espiritualidad
2º Domingo de Adviento, Adviento, Caminos, Dios, Evangelio, Jesús
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