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“La educación ante la alarma ecológica”, por Leonardo Boff, teólogo

Sábado, 22 de febrero de 2025
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madre-tierraDe su blog La fuerza de los pequeños:

“El destino común nos convoca a un nuevo comienzo”

“Un planeta pequeño y con bienes y servicios (recursos) limitados como la Tierra no soporta un proyecto de desarrollo/crecimiento ilimitado, el motor teórico y práctico que puso en marcha toda la modernidad”

“La Deep Seek china, la más avanzada de todas las plataformas y de libre acceso, anunció la ‘insostenibilidad humana y la obsolescencia histórica del neoliberalismo del modelo económico occidental’

“Todos los seres vivos tenemos el mismo código genético. Tal paradigma tendría la facultad de crear la conciencia colectiva de que debemos tratarnos, entre nosotros los humanos y con todos los demás seres de la naturaleza, como hermanos y hermanas”

“Quiero detenerme en un valor que se suele olvidar y que debe estar presente en la escuela: la espiritualidad natural, que forma parte de la naturaleza humana”

Por más que haya negacionistas, no se puede negar el hecho de que la Tierra y la humanidad han cambiado. En primer lugar se da como cierta la constatación de que un planeta pequeño y con bienes y servicios (recursos) limitados como la Tierra no soporta un proyecto de desarrollo/crecimiento ilimitado, el motor teórico y práctico que puso en marcha toda la modernidad. Es la conocida Sobrecarga de la Tierra (The Earth Overshoot).

La Deep Seek china, la más avanzada de todas las plataformas y de libre acceso, anunció la “insostenibilidad humana y la obsolescencia histórica del neoliberalismo del modelo económico occidental. Está destinado a desaparecer, por más que prolongue la agonía con violencias, agresiones y guerras. Tal anuncio dejó aterrorizados a los dueños de las grandes plataformas que en un momento perdieron en total un billón de dólares.

En otras palabras: la Tierra, considerada como un superorganismo vivo, sintiéndose agredida sistemáticamente por la forma como los occidentales decidieron relacionarse con ella y con la naturaleza en los últimos tres siglos, explotándola al máximo para conseguir una ilimitada acumulación de riqueza material privada, hecha mediante la competición más feroz, está reaccionando cada vez con más frecuencia. Envía señales tales como una gama enorme de virus, de bacterias, el último más universal, el coronavirus, eventos extremos como severas sequías, inundaciones avasalladoras, erosión de la biodiversidad y, últimamente, con incendios, inaugurando más allá del vigente antropoceno y del necroceno una nueva era geológica, tal vez la más peligrosa, el piroceno (la era del piros en griego, del fuego).

Pero la reacción más sensible y violenta de Gaia es el calentamiento global. No estamos yendo hacia él. Estamos ya dentro de él. El Acuerdo de París de 2015 de disminuir al máximo la emisión de gases de efecto invernadero para que no llegásemos a 1,5C en 2030 no se ha respetado. La fecha se ha anticipado. El año 2024 ha sido el más caliente de la historia conocida, llegando a un aumento de 1,55ºC de media y en algunos lugares hasta de 2ºC o más. Los científicos reconocen que la ciencia ha llegado demasiado tarde. Ya no puede hacer retroceder ese calentamiento. Todo lo más puede advertir de la llegada de eventos extremos y mitigar los daños. Ni siquiera necesitamos la ciencia para hacer esta constatación: por todas partes ocurren eventos extremos, que hacen que nos demos cuenta de que el planeta Tierra ha perdido su equilibrio y está buscando otro. Este, más caliente, puede asolar gran parte de la biosfera y diezmar millones de seres humanos que no conseguirán adaptarse a un clima más caliente.

¿Cómo salir de esta crisis planetaria? No vemos otro camino realista que inaugurar otro paradigma en la relación con la naturaleza y la Tierra viva: buscar vivir aquel valor presente en todas las culturas al cual dediqué dos libros: “la búsqueda de la justa medida”: cuánto extraer de la naturaleza para nuestra subsistencia y cuánto preservarla para que pueda regenerarse y continúe ofreciéndonos lo que necesitamos para vivir.

Si el paradigma dominante era el del dominus, el ser humano amo y señor de la naturaleza, no sintiéndose parte de ella, y nos ha llevado a la crisis sistémica actual, ahora se impone aquello que el sentido común y la propia biología nos han enseñado: el frater (el hermano y la hermana). Todos los seres vivos tenemos el mismo código genético de base como lo demostraron Watson y Crick en los años 50 cuando identificaron la fórmula de cómo se construye la vida, lo que nos hace objetivamente hermanos y hermanas unos de otros. Tal paradigma tendría la facultad de crear la conciencia colectiva de que debemos tratarnos, entre nosotros los humanos y con todos los demás seres de la naturaleza, como hermanos y hermanas.

El cuidado, la cooperación, la solidaridad, la compasión y el amor constituirían las bases de esta nueva forma de habitar el planeta Tierra. Evitaríamos los peligros de autodestrucción y crearíamos las condiciones para la continuidad de nuestra vida sobre este planeta. De lo contrario podríamos conocer el camino recorrido por los dinosaurios, que hace 67 millones de años no consiguieron adaptarse a los cambios de la Tierra y desaparecieron definitivamente.

Dentro de este contexto se hace urgente enriquecer la educación con el valor del cuidado, con la ética de la solidaridad, con el sentimiento de amorosidad hacia todos los seres y la iniciación a la espiritualidad natural. Como afirmaba Hannah Arendt: podemos informarnos durante toda la vida sin educarnos nunca. Hoy tenemos que educarnos de forma adecuada a los cambios que están ocurriendo. No se trata de tener una cabeza llena con todo tipo de información, sino una cabeza bien organizada. Educar no es llenar una vasija vacía sino encender una luz en la mente.

Nos advierte la Carta de la Tierra: “como nunca antes en la historia, el destino común nos convoca a un nuevo comienzo. Esto exige una nueva mente y un nuevo corazón”. Es decir: asumir que la Tierra está viva y es nuestra Gran Madre; rescatar los derechos del corazón: el lazo de amorosidad para con todos los seres y superar el uso utilitarista, pues cada uno posee un valor en sí. Enriquecer la razón intelectual, tan desarrollada en la modernidad, con la sensibilidad del corazón que nos hace sentirnos realmente hermanos y hermanas unos de otros, con el imperativo ético de guardar y cuidar de la herencia sagrada que es la Tierra, nuestra única Casa Común.

Entre otros valores quiero detenerme en uno que se suele olvidar: recuperar la espiritualidad natural. Ella no es una derivación de las religiones, más bien estas beben de esta fuente que es más originaria. La espiritualidad natural es parte de la naturaleza humana como la inteligencia, la voluntad, el poder y la libido. La espiritualidad natural se expresa por el amor que no excluye a nadie, por la solidaridad, por el lazo afectivo con todos los seres, por la compasión con los que sufren. Esta espiritualidad debe estar presente en la escuela, desde la más tierna infancia. Así se formarán no consumidores y usuarios de los medios tecnológicos, sino ciudadanos conscientes, críticos, sensibles, profundamente humanos.

*Leonardo Boff teólogo, filósofo, escritor, ha escrito: La búsqueda de la justa medida: el pescador ambicioso y el pez encantado, Vozes 2022.

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Manifiesto de los cristianos y cristianas por el clima (CxCC).

Martes, 24 de noviembre de 2020
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mundo-en-la-caraEl calentamiento global del planeta ha pasado, de ser una advertencia o una preocupación restringida a la comunidad científica y al movimiento ecologista, a ser una preocupación fuertemente instalada en la conciencia ciudadana. Dar este paso ha sido posible gracias a la insistencia y rigor con que la comunidad científica está presentando sus evaluaciones y al fuerte impulso que sus diferentes informes están recibiendo por parte de Naciones Unidas, y más en concreto por parte de la Organización Metereológica mundial y del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Los cristianos y las cristianas de la ciudad de Córdoba no podemos permanecer ajenas a este «desafío urgente de proteger nuestra casa común (que) incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar» (Laudato Si’ §13). Entendemos que ha llegado la hora de que todas las personas y todos los colectivos y agentes sociales, económicos, políticos, sindicales e instituciones públicas presentes en la ciudad demos un paso adelante y adquiramos un compromiso firme en la lucha para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

En este sentido tenemos que aplaudir el compromiso institucional adquirido por todos los grupos municipales presentes en el Pleno del Ayuntamiento de Córdoba al aprobar el pasado día 14 de noviembre de 2019 la Declaración de Emergencia climática en la ciudad de forma unánime.

Con el fin de contribuir a este proceso de toma de conciencia y de apuesta por la adopción de medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero nos hemos reunido y hemos querido presentarnos ante la opinión pública bajo el paraguas CxCC. La hermana tierra «clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella» (Laudato Si’ §2) y queremos sumarnos así a un movimiento que va abriéndose un hueco entre diferentes colectivos de la ciudad que han manifestado su compromiso climático con la ciudad. «Un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios» (Patriarca Bartolomé, Discurso en Santa Bárbara 1997).

CxCC somos pues un punto de encuentro, no una organización, plataforma o coordinadora, en el que esperamos reunir a toda la comunidad cristiana para, desde la comunión y la fraternidad, reconocer que «el cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad» (Laudato Si’ §25), de manera particular para los países empobrecidos, «particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento, y sus medios de subsistencia dependen fuertemente de las reservas naturales y de los servicios ecosistémicos, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales» (Laudato Si’ §25).

Sabemos que el camino no va a ser fácil, la magnitud del esfuerzo que hay que realizar es enorme, pues supone un cambio del modelo energético actual, basado en los combustibles fósiles, a un modelo energético basado en energías renovables.

Esto supondrá necesariamente una reducción de la cantidad de energía disponible y nos obligará a revisar nuestro modelo de consumo: «comprar es siempre un acto moral, y no sólo económico» (Caritas in veritate §66). Pero «no hay que pensar que esos esfuerzos no van a cambiar el mundo. Esas acciones derraman un bien en la sociedad que siempre produce frutos más allá de lo que se pueda constatar, porque provocan en el seno de esta tierra un bien que siempre tiende a difundirse, a veces invisiblemente» (Laudato Si’ §212).

En Córdoba a 23 de octubre de 2020

RELACIÓN DE ORGANIZACIONES FIRMANTES DEL MANIFIESTO:

Acción Católica Obrera, ACO.

Hermandad Obrera de Acción Católica, HOAC.

Juventud Obrera Cristiana, JOC.

Comunidades de vida Cristiana, CVX.

Delegación Diocesana de Migraciones de Córdoba.

Comunidad Religiosas Filipenses de Córdoba.

Hermandades del Trabajo.

Comunidad de Religiosas Esclavas del Sagrado Corazón.

Parroquia de las Santas Margaritas.

Parroquia Nuestra Señora de Linares de la Fuensanta

Parroquia Asunción y San Roque de Encinarejo

Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Villarrubia

Parroquia Santo Cristo de los Mochos

Parroquia San Acisclo de Valdeolleros

Parroquia San Ignacio de Loyola del barrio del Guadalquivir.

Fuente Fe Adulta

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