Los gays sin pluma son más homófobos: Un estudio realizado en Estados Unidos y Reino Unido pone de manifiesto la “plumofobia” existente dentro del propio colectivo gay
Cal Strode ha hecho un estudio entre 280 gais de Reino Unido y de California para llegar a una conclusión: la homofobia existe entre los gais que parecen heteros. Lo que los anglosajones llaman straight-acting y lo que aquí llamaríamos un gay muy masculino o gay sin pluma. El estudio plantea un par de temas bastante interesantes acerca de la homofobia dentro de la comunidad gay y del compromiso en la lucha contra la LGBTfobia.
Interesante estudio que está despertando gran revuelo en medios LGTB y redes sociales. Según la investigación, que incluyó 280 entrevistas en Reino Unido y California, un porcentaje elevado de los gais que se identifican como “sin pluma” creen que los gais con pluma dan una “mala reputación” al colectivo homosexual masculino. Hallazgos que mueven a reflexionar sobre el grado de interiorización de la homofobia que aún persiste entre los propios gais.
El estudio, firmado por Cal Strode, fue galardonado en 2014 por EUPRERA (Asociación Europea de Investigación en Relaciones Públicas y Educación), aunque no ha sido hasta ahora cuando sus resultados han comenzado a conocerse. De hecho todavía no los hemos visto publicado en su integridad, por lo que por el momento solo haremos referencia a lo divulgado en aquellos medios que el propio autor enlaza desde su cuenta de Twitter, como Attitude o Gay Times.
Strode entrevistó a 280 hombres gais del Reino Unido y California y comparó las experiencias y opiniones de aquellos que se identificaban a sí mismos como “straight-acting” con el resto. Se trata de un término clásicamente utilizado por aquellos gais de habla inglesa que se definen como “de aspecto hetero”, “de pinta hetero”, “masculinos” o “sin pluma” (algunos de los términos equivalentes que utilizan los gais de habla española).
Los datos que obtuvo son realmente interesantes. En primer lugar, la mayoría (un 56%) de los que aseguraron no haber sido nunca víctimas de homofobia en la escuela se identificaron como “sin pluma”. Por el contrario, entre los que sí dijeron haber sido víctimas de homofobia, solo el 25% se identificaban de esa forma.
Otros datos interesantes sobre el grupo de gais que se identificaba como “sin pluma” fueron que:
- Estaban de acuerdo con la afirmación “Los gais femeninos dan a los gais una mala reputación” un 37% más que el resto de los entrevistados.
- Habían sufrido episodios de homofobia y discriminación debido a su orientación sexual un 33% menos que el resto de los entrevistados.
- Estaban de acuerdo con la afirmación “Me identifico más con la comunidad heterosexual que con la comunidad gay” un 35% más que el resto de los entrevistados.
¿Un fenómeno inherente a todo colectivo estigmatizado?
“Todos nos esforzamos por tener una visión positiva de nosotros mismos y queremos creer que el grupo al que pertenecemos es mejor que el resto. Y lo que sugiere la teoría de la identidad social es que cuando sentimos que este no es el caso, o bien tratamos de migrar a otro grupo que percibimos con un estatus más elevado, o bien intentamos cambiar los valores del grupo al que pertenecemos. Y esto es lo que parece que está sucediendo en la comunidad gay hoy en día. Los gais ‘con pluma’ se ven atrapados en el fuego cruzado de la batalla que los gais “sin pluma” libran con ellos mismos. Además, el modo en el que los hombres gais se venden hoy día a sí mismos es especialmente visible debido al éxito de aplicaciones como Grindr. Esto permite que afloren actitudes como la plumofobia y el racismo”, analiza Cal Strode, autor del estudio.
Strode no es partidario, sin embargo, de “demonizar” a los gais que se definen como “de aspecto hetero” o “sin pluma”, sino hacerles entender que actúan desde una posición de homofobia internalizada. Algo que no es sencillo. “No podemos esperar que todo el mundo tenga un entendimiento académico de lo que significa la opresión, el privilegio y los roles sociales. Tenemos que encontrar una forma constructiva de iniciar un diálogo con estas personas de forma que finalmente consigamos tenerlas junto a nosotros”, asegura.
Fernando López, experto en historia LGTB y director del Orgullo de San Diego, coincide con este análisis, y considera que este tipo de conducta no es exclusiva de la comunidad gay. “En realidad, ocurre con todos los grupos estigmatizados socialmente”, asegura, poniendo el ejemplo de lo que sucede en la comunidad latina de Estados Unidos, a la que él mismo pertenece, dentro de la cual no faltan los ejemplos de personas que intentan “migrar” su identidad para sentirse parte de un grupo al que perciben como de un estatus más elevado. A veces, simplemente modificando su nombre. “Conozco un montón de gente que dice llamarse John cuando su nombre es Juan, o Michael cuando su verdadero nombre es Miguel”, asegura.
Sin duda, un estudio que da pie a una seria reflexión sobre un fenómeno, el de la “plumofobia” dentro del propio colectivo gay, sobre el que muchos prefieren pasar de puntillas. Y que posiblemente no es otra cosa que la expresión de la homofobia que tantos y tantos gais han internalizado como propia, y que expresan como desprecio al “afeminamiento”, a “las locas”, a los gais a los que “se les nota” y como culto a la imagen tradicional de la masculinidad…
Como afirma en AmbienteG su redactor Peibols, son cifras, que asustan. ¿Acaso no tenemos bastante con la homofobia externa que también tenemos que sufrirla por parte de nuestros similares?
El debate de siempre, cuando se acerca el Orgullo, es el de quién nos representa y quién no y cómo. Y es que muchos gais sin pluma opinan que quiénes salen a la calle, quiénes se suben a las carrozas, dan mala imagen de la comunidad LGBT. Lo peor de estos gais es que están repitiendo un discurso que muchos heteros han plantado en nuestras cabezas: que vivir tu sexualidad libremente es malo.
La pluma no da mala imagen a los gais. Es el odio y la discriminación lo que da mala imagen a cualquier persona. No saber respetar la forma de ser, de vivir, de otras personas es lo que da mala imagen. Que la persona que tengas al lado tenga mucha pluma no te debería afectar.
Este estudio también habla de que estos gais, que no han sufrido homofobia y que creen que la pluma da mala imagen, no quieren saber nada de la lucha contra la homofobia. Vamos, que encima de no respetar, además no luchan por los derechos de los demás. La verdad es que es uno de esos estudios que le dejan a uno mal sabor de boca.
Puede entender que personas intransigentes, con pocas miras al mundo que les rodea; personas de ideologías que no respetan la diferencia de sus vecinos; personas que no valoran el amor por encima de todo; que esas personas no entiendan que la homosexualidad y todo lo que la rodea no es malo. Pero que alguien que vive su sexualidad no sea capaz de respetar a quiénes, por ejemplo, tiene más pluma que él (o ella) me desconciertan.
Fuente Dosmanzanas/AmbienteG
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