Las personas refugiadas LGTBI ucranianas comparten historias de apoyo y discriminación en Polonia
Varsovia, Junio 2020. Photo: Shutterstock
La invasión sin precedentes de Ucrania por parte de Rusia ha provocado la mayor crisis de refugiados de Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Más de 2 millones de personas han entrado en Polonia desde Ucrania buscando un refugio seguro desde que comenzó la guerra.
Abandonar sus hogares bajo el sonido de las sirenas aéreas para embarcarse en un viaje que a menudo dura días a través de Europa es profundamente traumático para todas las personas refugiadas ucranianas. Para los miembros de la comunidad LGTBI de Ucrania que huyen de la guerra, el entorno homófobo de Polonia puede suponer nuevos retos.
La homosexualidad es legal en Polonia, pero la nación ha sido clasificada sistemáticamente como el país más homófobo de la Unión Europea. Más de 100 municipios, un tercio del país, han adoptado las llamadas “zonas libres de LGTBI”, que declaran estar libres de aspectos de la ideología LGTBI.
Lo más preocupante para las personas refugiadas LGTBI ucranianas es que estas regiones están situadas predominantemente en el este y el sur de Polonia, que son las zonas exactas donde se producen la mayoría de los cruces de frontera.
“Para muchas personas que huyen de Ucrania, resulta que cruzan la frontera y aparecen en las zonas libres de LGTBI”, explica Vyacheslav Melnyk, director ejecutivo de la entidad polaca de derechos LGTBI, Campaña contra la Homofobia (Kampania Przeciw Homofobii o KPH).
Vyacheslav ha visto de primera mano los problemas creados por estas zonas. Cuando su equipo distribuyó carteles informativos con banderas del arco iris en los pasos fronterizos y centros de acogida de refugiados, algunos empleados se negaron a colocarlos.
“Temían enfrentarse a las consecuencias que imaginaban que podrían aplicarse por el hecho de que su región se declarara como zona libre de LGTBI”, añade Vyacheslav.
Un activista LGTBI encuentra apoyo internacional mientras sigue adelante
En cuanto Rusia invadió Ucrania, Vyacheslav y el personal de KPH empezaron a apoyar inmediatamente a las personas LGTBI que cruzaban la frontera entre Polonia y Ucrania, proporcionándoles transporte y alojamiento seguro.
“Empezamos a emparejar a las personas que ofrecían lugares seguros para las personas LGTBI refugiadas y las que buscaban refugio, así como a apoyar las necesidades médicas y sanitarias de las personas, especialmente de las personas trans e intersexuales”, afirma.
Con la guerra de agresión que dura ya más de seis meses, la KPH sigue comprometida a ayudar a las personas LGTBI refugiadas a tener una transición sin problemas a la sociedad polaca, a pesar de los retos a los que se enfrentan.
Edward Reese, activista LGTBI que trabajaba con el Orgullo de Kiev en Ucrania, tomó la decisión de abandonar el país a principios de marzo. Tras un largo viaje en autobús hasta la ciudad ucraniana occidental de Lviv, Edward fue escoltado hasta la frontera polaca por trabajadores humanitarios.
Empezó a tomar testosterona para apoyar su transición a finales del año pasado, pero Edward afirma que el cruce de la frontera fue tranquilo.
“No se produjeron cambios visibles, así que pasé por una mujer y tengo documentos femeninos, aunque soy trans. En realidad no tuve ninguna pregunta de nadie”, dice. El 5 de julio, el ejército ucraniano promulgó una prohibición de viajar para los hombres de entre 18 y 60 años, lo que significa que Edward podría haber tenido dificultades para salir del país.
Una vez dentro de Polonia, Edward pasó la primera noche en un pequeño pueblo cercano a la frontera, durmiendo en un enorme salón con mucha otra gente. A la mañana siguiente, tomó un autobús para ir a Varsovia. Gracias al apoyo de una entidad LGTBI polaca, Edward se puso en contacto con un anfitrión de la capital que le alojó durante tres días.
“La razón principal para irme era que no podía continuar mi transición en Ucrania. Pero sabía que Polonia, Hungría o Rumania, que están más cerca de Ucrania, no son las mejores en cuanto a derechos LGTBI y derechos trans”.
Ahora que vive en Dinamarca, Edward cuenta con una fuerte comunidad de apoyo. Quizá no sea una sorpresa que los ucranianos LGTBI, como Edward, no pasen mucho tiempo en Polonia. Se trasladan a naciones de Europa Occidental más progresistas cuando es posible.
En comparación con las naciones de Europa Occidental -como Alemania, Francia y Suecia-, la falta de políticas contra los delitos de odio, de leyes contra la discriminación, de uniones civiles y de derechos matrimoniales en Polonia puede hacer que encontrar un trabajo o una vivienda sea un reto.
Pequeños focos de relativa seguridad cerca de la frontera
A finales de junio, KyivPride y Warsaw Pride unieron sus fuerzas para crear la Marcha por la Paz, que pedía el fin de la guerra y el apoyo a la comunidad LGTBI de Ucrania. Casi una docena de representantes de grupos LGTBI ucranianos se manifestaron, y el alcalde de Varsovia, Rafał Trzaskowski, dio todo su apoyo a la marcha.
En Polonia existen pequeños focos en los que las personas LGTBI ucranianas pueden sentirse seguras, gracias en gran parte al duro trabajo de los activistas y las entidades LGTBI polacas. En 2020, Filip Kijowski se trasladó de Londres a Lublin -ciudad polaca situada a unas dos horas en coche de la frontera ucraniana- para iniciar una residencia en la Galería Labirynt.
Cuando empezó la guerra, Filip y el antiguo director de la Galería Labirynt, Waldemar Tatarczuk, decidieron pasar a la acción y crear un centro de apoyo para las personas refugiadas LGTBI ucranianas llamado Biblioteca de Asilo (Biblioteka Azyl). Una de las salas de exposición de la Galería Labirynt se convirtió en un espacio de acogida donde las personas refugiadas podían recibir apoyo, tomar una copa o simplemente charlar con las voluntarias.
Recaudando más de 8.000 dólares en GoFundMe, el pequeño grupo de voluntarias pudo organizar el transporte desde la frontera, ayudar a las personas refugiadas a encontrar trabajo e incluso ayudarles a navegar por la ciudad de Lublin. Concebido como un espacio para ayudar a los huéspedes a recuperarse y a trasladarse a otros países europeos, Filip aún mantiene el contacto con algunos antiguos residentes por Internet.
“Casi todas las personas LGTBI+ a las que ayudamos viajaron enseguida a Berlín, Canadá u otros países, no se detuvieron aquí”, dice Filip. “Organizamos un programa específico, invitando a algunas personas a dar una clase y ofrecer sus experiencias. La biblioteca sigue funcionando a tiempo completo, y en septiembre ofreceremos más apoyo a nuestros vecinos”.
Fuente LGBTQ Nation
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